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✿.。.:*El refugio Mágico*.:。✿* (MM B: 102601)


Helene Eloise Bellerose
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Esa dinámica de preguntas y respuestas le resultaba entretenida: aprovechaba para conocer a Arcanus un poco más, así como para ella, pues era una forma más fácil en la que podía expresar sus pensamientos, sus deseos, sus miedos o cualquier cosa que se le ocurriera. Prestó especial atención para escuchar el deseo del fenixiano y lo primero que cruzó por su mente es que era muy dulce el hecho de pensar en buscar una compañera con quien pasar juntos el resto de su vida. Quiso tomarlo de la mano, pero se contuvo, dejó que continuara hablando acerca de los duelos.


Cada instante que pasaba, la ojivioleta se convencía más de que los duelos eran la pasión del fenixiano; no pudo evitar preguntarse si así como también buscaba alguien a quien amar incondicionalmente, esperaba que esa persona amara tanto hacer duelos como él. No pudo evitar entristecerse un poco al pensar en eso último, pues en realidad consideraba que ella nunca llegaría a sentir tal pasión por hacer duelos; prefería algo más tranquilo, aunque la intención de aprender y saber algo acerca de lanzar hechizos, era algo que estaba presente.


Quiso preguntarle al joven de cabello castaño qué pasaría si ella no terminaba amando los duelos o ser tan buena como él, pero prefirió esperar a que terminara de hablar. Quedó sorprendida cuando él le mencionó que con ella le pasaba lo mismo que los duelos; le costó un poco comprender qué era lo que el fenixiano le había tratado de decir, pero cuando entendió la frase no pudo evitar reír:


- Creo que es la frase de amor más extraña que me han dicho en toda mi vida – Estaba un poco avergonzada por haber reído. - Discúlpame, de verdad me has tomado por sorpresa. En mi defensa diré que es mucho más lindo lo que me dijiste a que yo te diga algo como: me gustas tanto o más que el chocolate ¿verdad? – Susurró la Granger mientras dejaba caer su rostro en el hombro de Arcanus.


Se quedó en silencio por unos minutos, mientras acariciaba los brazos del joven de ojos marrones. Sentía que el tiempo no transcurría y que le gustaría permanecer así; de verdad le gustaba mucho, le gustaba cómo estaban dándose las cosas, que fuera todo con calma y disfrutar de esos momentos agradables que pasaba a su lado. La ojivioleta pensaba en todo eso, cuando su novio le preguntó algo en voz baja, algo que la tomó completamente por sorpresa; meditó por unos instantes su respuesta.


- Es complicado ¿sabes? – Susurró la joven. - Mis primas aún tienen fe en mí. Están convencidas en que es mi vocación estar allí, en que puedo hacer muchas cosas.- Recordó la promesa que había hecho, de decir la verdad.- Yo no estoy tan segura de eso. Antes solía ser ingenua, tenía la firme creencia de que podía cambiar al mundo si trabajaba mucho, ja. – Por más que intentaba mantenerse tranquila, no pudo evitar soltar cierta amargura en las últimas palabras.


- En el pasado me fui muy decepcionada con lo que tropecé en mi intento de querer trabajar por la Orden. Mis motivos por los cuales he regresado son muy diferentes a los del pasado, temo terminar involucrándome de más y que otra vez me suceda lo mismo. – Suspiró, pensando en cada palabra que pronunciaba. - En fin… supongo que el tiempo le dará la razón a mis primas. Aunque te puedo asegurar que si llegara a marcharme nuevamente, no me iría al “lado oscuro”. No puedo matar ni a una mosca.- Hizo una mueca de preocupación. - Quizás soy cruel de formas distintas, pero yo no poseo esa capacidad de matar gente por gusto o por diversión.-


No pudo evitar pensar en las cosas que luego solía hacer cuando estaba en su casa: por aburrimiento molestaba a su hermano constantemente, había secuestrado a su hijo, solía pelearse y decir cosas hirientes, pero jamás pensaría en hacerle daño. En algún momento de su vida intentó pertenecer a los mortífagos, pero se dio cuenta demasiado pronto que sus ideales fenixianos eran demasiado fuertes como para desecharlos de la noche a la mañana, es por eso que desde mucho tiempo atrás había dejado de considerar esa decisión.


- ¿Qué me dices de ti? ¿Qué es lo que te gusta de estar allí? ¿Compartes sus ideales, o crees que puedes hacer las cosas de un modo distinto? – Evitó mencionar la palabra “Orden” en voz alta. Las manos de la ojivioleta acariciaban el cabello del joven distraídamente mientras aguardaba su respuesta.

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  • 1 mes más tarde...

Que Radamantys la buscara para platicar no era algo común, pues el mago estaba muy alejado de la comunidad mágica de Londres y se acercaba muy de vez en cuando. Estaba demás decir que lo extrañaba bastante por lo que aquella era una oportunidad que no iba a desaprovechar. Asi que busco un lugar agradable lejos del bullicio de las principales negociaciones del Diagon y donde estaba segura que no serian molestados pues no era un lugar muy frecuentado. Una vez que habia hecho el registro solo le quedaba mandar la invitación para que el mago se presentara.

 

- por favor, manda este mensaje a esta dirección y en cuanto llegue alguien preguntando por mi, lo pasas a mis habitaciones - le dijo al elfo encarcado de la atender sus demandas.

 

Una vez que lo hubo hecho, saco su maleta y busco algo lindo para usar, y pasar una velada especial. se decanto por un bello vestido en color negro con escote pronunciado por enfrente, que dejaba poco a la imaginación y unas zapatillas bastante altas, se dejo el cabello bicolor suelto y se recostó en la cama a leer mientras esperaba a su compañero de velada.

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- Asi que, aquí es donde traías a Yanira ¿no?

 

- Por supuesto, ¿Qué te parece el lugar?

 

- Delicioso. Deberíamos tener un lugar asi en el valle.

 

- Todo es cuestión de proponérselo, pero soy de la opinión de que si recargamos mucho el valle nos vamos a agobiar.

 

- En eso tienes razón, el valle ya es, de por si, bastante encantador.

 

- Tengo entendido que están explorando el lago...

 

- ¿Vamos ha hablar del valle o de nosotros...?

 

- Disculpa ¿por donde íbamos?

 

- Tu ibas a besarme.

 

- Ah, ya.

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  • 4 semanas más tarde...

El demonio se encontraba de pie contemplando el horizonte, cuando sus negros ojos divisaron a la Lechuza que volaba hasta donde el se encontraba, poco a poco se fue hacienod mas grande hasta que pudo distinguir los colores del animal, que bajo hasta donde Rada y estiro la pata para que el demonio tomara el mensaje.

 

Asi lo Hizo el Slytherin que desenrollo el mensaje y despues de leerlo , una sonrisa se dibujo en su rostro, con un suave movimiento de varita el mago se dispuso a la ocasion, vestido con una pantalon negro, un suéter negro , pegado a su cuerpo, el cabello negro, se mecia suavemente sobre sus ojos profundos.

 

Rada desaparecio y al momento aparecio en el callejon Diagon, sabia a donde tenia que ir pues asis e lo habia indicado Zahil, bastante tiempo hacia que no se veian y el demonio no dudaba que aquel seria un encuentro agradable, con paso calmado Rada avanzo hasta el local donde le esperaban, una vez que llego entro.

 

Varios elfos estaban por el lugar, el mago llamo a uno de ellos y le pregunto por la bruja, el pequeño ser asintio y guio a Rada hasta el sitio donde le esperaban, entro y lo que vio le hizo sentir una descarga electrica en todo el cuerpo, -Vaya, estas mas hermosa que nunca- le dijo Radamantys a la bruja que estaba en la cama.

 

-Es agradable la lectura?- pregunto el demonio mientras se acercaba, se sento a su lado en la cama y saludo a Zahil con un beso en la mejilla, al separarse de ella dejo que sus labios resbalaran traviesamente cerca de la comisura de los labios de ella y dejo que su mirada vagara en el pronunciado escote.

 

-Un mago que ha estado alejado de la civilización , puede tener pensamientos insanos ante algo tan seductor- agrego Slytherin con una suave sonrisa.

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En cuanto escucho la voz de Radamantys alzo la vista hacia la entrada con una sonrisa que denotaba que le agradaba lo que veía. Lo que traía puesto su invitado no hacia mas que realzar su atractivo natural y eso hizo que su cuerpo se estremeciera de emoción. Dejo caer lentamente el libro sobre la cama y le hizo un gesto para que se sentara junto a ella en la cama. Apenas lo tuvo cerca y sintió la necesidad de tocarlo pero se contuvo, no quería parecer demasiado ansiosa.

 

- Gracias, tu también te vez muy bien, los años no hacen mella en ti - dijo poniendo su mano ligeramente apoyada sobre su pecho mientras este la saludaba con un beso travieso muy cerca de sus labios para ser un beso casto pero muy lejos de donde ella lo quería en realidad

 

- es un libro entretenido, pero creo que prefiero entretenerme en otra cosa - le dijo pasando su mano como descuidadamente sobre uno de los brazos del mago mientras se sentaba en la cama para enderezarse y caminar hacia la mesita de noche donde había dejado una botella de vino y dos copas que lleno enseguida para ofrecerle una al Slytherin.

 

- Este vestido seductor? no se por que lo dices - dijo sonriendo mientras fingía inocencia. Camino de regreso hacia donde estaba Radamantys le tendió la copa inclinándose un poco hacia adelante para que este la tomara con la clara intención de seguirlo tentando. Siempre había sido así entre ellos, les gustaba provocarse y la rubia disfrutaba mucho con ese juego y lo que seguía después. Tomo un poco de su copa y como si fuese un poco torpe derramo una gota de este entre su escote

 

- oh, diablos, soy tan torpe, ¿tendrás algo con que limpiarme? - dijo sonriendo con malicia.

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Despues de media hora besandonos, Monica y yo estabamos reclinados en un sofa mirando hacia el jardin. La tenia apoyada su cabeza entre mi pecho mientras notaba, acompasada, su respiracion antes agitada. Monica es muy distinta de Yanira, mas madura, mas reposada, es una compañera perfecta. Y tambien es la madre de mi unico hijo...varon.

 

No vamos a tener mas hijos, Se que Monica podria tener mas, si se lo propusiera, pero he decidido que con dos es suficiente. Ademas, una parejita y de distinta madre, es lo mas conveniente para que exista seguridad.

 

Jorge es muy curioso, es rubio como ella pero con mis ojos verdes. Yaiza va a ser muy diferente a su madre. Tendra el cabello negro, como el suyo, pero los ojos los tendra azules. Eso si, ambos hermanos tendran un parecido fisico impresionante, seran como dos pequeñas copias de mi.

Editado por justo

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  • 2 años más tarde...

-Alba-

 

-Amnesia- fue la única palabra que se gravó en su mente desde aquel día.

Las paredes blancas y las visitas esporádicas de enfermeras y doctores habían sido su única compañía por mucho tiempo. Blancas paredes, blancas sábanas, blancos pisos y techos. Horas interminables y rostros que no le significaban nada en absoluto.

 

-¿Recuerdas cómo llegaste hasta aquí?

 

-¿Recuerdas qué te pasó?

 

-¿Recuerdas de dónde vienes?

 

-¿Recuerdas quién eres? ¿Recuerdas tu nombre?

...

 

La respuesta a todo aquello era una sola, de hecho, a todas las preguntas que pudiesen empezar con la palabra “recuerdas”.

 

-No.- estaba tan cansada de repetir esa palabra que muchas veces solo negaba con la cabeza mirando un punto fijo. No bastaba nada de lo que aquellas personas intentasen hacer para lograr que alguna imagen de su pasado se formase en su mente. No bastaba el tiempo transcurrido ni sus intentos más desesperados de recordar. Por momentos sentía que sus inicios habían sido en aquel frío cuarto. Que sus únicas memorias se hubiesen forjado allí, que no había un pasado al cual evocar.

 

Solo en sueños creía tener recuerdos esporádicos que al llegar la mañana se desvanecían como si nunca hubiesen estado allí, dejándole la sensación de aún más vacío.

 

Con el correr de los meses, le anunciaron que ya se había hecho cuanto podían por ella y debían darle de alta del lugar. Fue un momento de incertidumbre y terror ¿a dónde iría?

 

Fue entonces cuando le devolvieron las pocas pertenencias que habían encontrado con ella al momento del ¿accidente? Ni siquiera sabía qué le había pasado entonces.

 

Pudo observar nuevamente aquella cadena con dos fénixes que pendían de la misma, la cual había sido objeto de discusión en su terapia, pues los médicos intentaban que ella trajese a su mente recuerdos que nunca llegaron.

 

Sin pensarlo la colocó en su cuello y tomó lo demás: una valija con ropa variada y, a criterio de las enfermeras, bastante excéntrica, un trozo de rama que alguien había tomado el trabajo de lijar y dinero de distintas partes: desde libras hasta unas monedas extrañas de distintos metales cuyo origen no se había logrado determinar. Esto último sabía que le sería de utilidad de todos modos, pues le habían dicho que si vendía los metales podría obtener dinero para mantenerse por un tiempo.

 

---

 

Y eso hizo. Utilizó en primer lugar las libras, pero con el tiempo empezó a cambiar esas extrañas monedas. No se quedó en un lugar fijo, utilizó aquel tiempo para trasladarse y visitar diferentes ciudades y poblados, a la espera de encontrar en alguno de ellos lo que buscaba: recordar.

 

Un anochecer de invierno la encontró en un poblado pequeño y silencioso. Había pedido hospedaje en la única taberna del lugar y, tras una cena sin contratiempos, se había dispuesto a descansar. Si bien fuera apenas caía el sol, quería poder dormirse para emprender el viaje apenas despuntase el alba. Por cierto, Alba, aquel era el nombre por el cual se hacía llamar, ante la imposibilidad de recordar el suyo.

 

Dio un par de vueltas en la cama hasta caer en un liviano sueño, parecía haberse salido con la suya hasta que un profundo dolor en su pecho la obligó a incorporarse. Era un sentimiento raro, cargado de dolor y tristeza a la vez, como si acabase de atravesar una gran pérdida y sin comprender de qué se trataba.

 

Se quedó sentada, abrazada a sus rodillas, con la respiración agitada. De a poco intentó acompasar la respiración poco a poco, hasta lograr calmarla lo más posible. Cuando de a poco el dolor parecía estar calmándose, sintió que había algo más. Fue entonces cuando llevó la mano a su pecho, aquel collar que pendía de su cuello había tomado temperatura, quemaba… instintivamente lo tomó en su mano con intención de arrancarlo, pero al hacerlo todo lo que estaba a su alrededor se desvaneció y cayó de rodillas frente a una gran mansión.

 

Sus ojos se llenaron de lágrimas ante la familiaridad, sin embargo no entendía nada. Se incorporó apenada, cómo explicaría a quien la viese allí, de rodillas casi llorando frente a una gran casa… no era algo normal. Tomó aire e intentó memorizar el recinto antes de alejarse. No podía irrumpir “porque sí” en un sitio como aquel. A lo lejos observó que alguien caminaba por aquella calle rodeada de grandes casas y castillos y se aproximó. Le preguntó tímidamente dónde podía encontrar una posada u hotel en aquel sitio y simplemente siguió sus instrucciones.

 

 

Y allí estaba. Entró en lo que parecía una bonita posada. Se dirigió hacia el mostrador y se sorprendió al ver las criaturas que iban y venían por el lugar. Eran elfos, no sabía cómo, pero sabía que así era. No recordaba haber visto algo similar antes y parecían salir de un libro de fantasía. Intentó no mostrarse confusa a la hora de solicitar alojamiento.

 

-¿Qué tal? Mi nombre es Alba y estaré por aquí unos días ¿puedo tener una habitación?- murmuró intentando tranquilizarse, mientras en su mente se agolpaban los recuerdos de la última hora, sin comprender en absoluto qué sucedía.

Editado por Mica Gryffindor

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Aun no sabia que iba a hacer pero si sabia que si se quedaba en casa atraería la muerte y aquella era una cruzada solitaria. Tampoco quería que nadie la encontrase, incluyendo a sus compañeros de la Orden, para ella el fallo había sido descomunal y estaba en vías de desvincularse de ellos pero aun no. Si algo le había enseñado la vida era a no tomar decisiones enojada o triste, y también por eso no había corrido a buscar a Caelum, ya que la cabeza no le daba para pensar aun. Había hecho una pequeña maleta con algo de ropa y objetos personales y ahora caminaba por el callejón en busca de algún lugar donde pasar la noche.

 

- El refugio mágico...- leyó en la fachada del lugar y recordó haber pasado alguna vez por ahi. Podía pagarse una larga estancia en aquel lugar, no era rica pero si bastante acomodada y aquel lugar era tan rustico que nadie la buscaría porque no solo no se veía lujoso sino que estaba a la vista. }la mejor manera de esconderse era a simple vista. Empujo la puerta y se dirigió al escritorio de la entrada para pedir una habitación

 

- Su nombre- pregunto la recepcionista

 

- Azalia Altair - contesto la bruja, inventándose un nombre por el que nadie preguntaría porque no era real. Una vez registrada le asignaron una habitación y procedió a instalarse. Se aplico un hechizo en el cabello y lo pinto de rojo, el mundo la conocia rubia con mechas de colores, no pelirroja y ahora sus ojos eran cambiantes por lo que aunque llamaba la atención claramente, esto no llevaba a sospechar que ella era Sofia o Zahil, porque ambas tenian ojos azules y sus ojos cambiaban como remolinos del rojo al negro. Igual se coloco unos lentes sin aumento para justificar su "defecto

ocular"

 

Salió del cuarto y se sentó en una de las mesas del restaurant y ordeno un café y un poco de pan y se dedico a ver hacia el lago mientras intentaba calmar su alma y su mente. De pronto algo vino a su mente, la Gryffindor, algo le decía que debía ir a casa por ultima vez, no solo a recuperar las pertenencias que tenia ahi, tenia que ver en que condiciones iba a quedar Luna y de cierta manera despedirse de Elvis aunque solo fuera de manera simbolica porque no sabia si el cuerpo de su primo seria devuelto a casa.

 

Tengo que ir a la Gryffindor - dijo para si misma

Editado por Sophia Elvira Mackenzie

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Los elfos no tardaron en asignarle habitación, recibiendo una en el primer piso y sintiéndose confortada apenas ingresó al pintoresco recinto. Había estado en muchas hosterías antes y aquel sitio le resultaba familiar como muchas de ella. Estaba contenta por, a pesar de no saber dónde se encontraba, poder reconocer aquel estilo de alojamiento que la hacía sentir de algún modo “en casa”.


No trató de dormir, si bien sabría que lo haría cómodamente apenas se acurrucase bajo las sábanas, prefirió conocer un poco más de aquel refugio, de sus inquilinos y servicios. Se dirigió al restaurant que allí funcionaba, tal vez una bebida cálida sería una buena idea antes de dormir. No había mucha más gente, solo una dama pelirroja con gruesos lentes.


Escogió con cuidado una mesa desde la cual podía observar sus movimientos, más por curiosidad que por cautela. Observó la carta de bebidas y se fijó intrigada en los precios. ¿Acaso allí no aceptaban libras? Buscó su monedero y tomó el dinero que traía… libras y aquellas extrañas monedas de diferentes metales. Cuando se acercó uno de los elfos a tomar su orden hizo un ademán hacia su dinero, concentrando en su expresión todas sus dudas y murmurando entre dientes “¿Con cuál se paga aquí?”.


Los elfos enseguida señalaron aquellas pequeñas piezas metálicas, cuestión que la dejó boquiabierta. ¿Acaso había estado allí antes de su amnesia? Había intentado mostrar algunas de esas monedas en muchísimos sitios diferentes, en los cuales tan solo encontró desconcierto e intentos de arrebatárselas “para cambiarlas por dinero en curso”.


-¿Cómo se llaman?- murmuró al sirviente, el cual dio una explicación breve de cómo funcionaban y el valor de cada una, que la dejó anonadada y a la vez pareció destrabar algo en su mente, que le permitió asimilar enseguida el valor de aquel dinero. -Un café por favor- susurró después de tan interesante conversación, intentando razonar lo que estaba pasando.


Volvió entonces su atención a la mujer que permanecía en la otra mesa ¿acaso había escuchado la conversación? No quería ser vista como un "bicho raro" por allí...



Editado por Mica Gryffindor

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Los últimos días habían sido continuos viajes entre Inglaterra y Francia. Si bien los motivos le daban renovadas energías y haber convencido a Amicia de Rune lo llenaba satisfacción, el agotamiento era evidente en aquel rostro endurecido por los años. Black había decidido tener un pequeño descanso aquella noche y aprovecharía la ubicación del refugio para partir temprano el día siguiente para ultimar los papeles del traslado mágico de su antiguo castillo familiar.

 

Mientras meditaba aquello último, Black se adentró en el local. Su cara de sorpresa fue innegable producto de las pocas personas que estaban allí. La actual dinámica del mundo mágico estaba haciendo estragos aún en moradas con reputación como aquella.

 

—Quiero una habitación para esta noche. Me iré a primera hora de mañana, cuando amanezca. —Sus palabras habían sido dichas por lo bajo pero con claridad a uno de los sirvientes del lugar. El elfo doméstico, atento, lo observaba con sus enormes ojos y asintió cuando el mago de cabellos negros finalizó su pedido.

 

—Entendido, señor —respondió entonces la pequeña criatura, recibiendo el pago correspondiente en metálico.

 

El elfo se marchó a preparar una habitación y el mago avanzó hasta donde parecía haber una barra en donde realizar pedidos de bebidas. La comida en aquel momento se convertía en algo secundario. Luego de pedir su ardiente whiskey de fuego, giró sobre sí mismo y observó a cada uno de los presentes con cierta cautela y disimulo. Fue entonces que la bebida alcohólica casi le quema vivo la garganta ante la sorpresa que encontró.

 

—No puede ser… —dijo por lo bajo y un segundo después se encontraba reincorporado y avanzaba en una clara dirección—. No, no puede ser… —Se detuvo en una mesa algo apartada en donde una bruja de aspecto algo confundido pero que creía reconocer se hallaba en soledad—. Creo que nos conocemos —dijo así sin más.

 

No muy lejos de ellos también se hallaba una bruja de cabello color fuego y unos llamativos lentes.

 

 

@@Mica Gryffindor @@Sophia Elvira Mackenzie

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#7 Fontaine PP ~ #6 de Rune MM ~ #1 Ragnarsson KK

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