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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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Me desperté en mi cuarto un poco desorientada, no entendía muy bien lo que ocurrió la noche anterior, realmente me había emborrachado y tenia un terrible resaca, me decidí ir en busca de un café y a ver donde se encontraba mi padre, pues no nos vemos muy seguido y nuestra relación no es muy amorosa que digamos, en fin el no me trata como a una hija y yo no lo trato a el como un padre, pero muy en el fondo, nos queremos.

 

Con un movimiento de mi varita ya estaba vestida y lista para dejar atrás el encierro de mi cuarto, al dirigirme a la sala, tropiezo con un elfo. -Insignificante criatura, tráeme un café y dile a mi padre que lo estoy buscando y lo necesito ya, mueve tus piernas que no veo que estés haciendo lo que te ordene.- fulmine con la mirada al horrible ser y me senté a la espera de mi desayuno.

Realmente mi cabeza daba vueltas por todo el lugar, deseaba que mi abuela no me viera en este terrible estado, no quiero ocasionarle un enojo y un odio innecesario para conmigo, ella es una mujer imponente y temeraria por donde se la mire. Donde se habrá metido mi padre? Me tenia verdaderamente histérica no saber nada de el, pensaba mientras me sumergía cada vez mas en mis pensamientos.

 

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Matthew Triviani

 

Paseo la mirada por los rostros presentes, fingiendo una sonrisa a su madre y lanzándole una discreta mirada asesina a su padre. Luego, reparó en los demás integrantes de la pequeña reunión familiar, tenía la leve impresión de que habían estado planeando aquello con antelación. Ya se encontraban en la mesa de la sala donde pocas veces los gitanos se reunian completamente a deleitar comidas que eran preparadas por los Chucks, y como siempre, un regalo por parte de su madre para sus hijos. Anteriormente habían recibido una pequeña poción dorada con pigmentos brillantes, ¿ahora que sera? ¿cianuro? posiblemente.

 

Movió la muñeca y de la manga de su camisa azul, su varita cayó en su palma. Agito con suavidad la mano izquierda y casi al instante, apareció una de sus botellas de ginebra sobre la mesa, con ese mismo movimiento, hizo una réplica exacta para su madre. Sirvió su vaso, y lo alzó en su dirección, dejando caer unas cuantas gotas sobre el mantel de bordados dorados, luego lo bebió.

 

Siempre era educado, cordial incluso, pero el sentido de estar interrumpiendo no le hacía gracia. Guardó silencio y quedó inmóvil, tal como usualmente estaba. Habia olvidado que su varita estaba en su mano izquierda, así que retomo la movilidad para regresarla a su manga. Ver al elfo que había atendido a los demás hizo que un brillo de malicia se hiciera presente en sus ojos, debía torturar a uno de los Chucks, eso tambien lo habia pasado por alto.

 

Empezaba a escuchar demasiado movimiento a unos cuantos metros de donde se encontraba sentado -la cocina- dudaba mucho que sean los elfos de la familia terminando los preparativos para deleitarlos con la comida que Candela haya pedido, después de todo esperaba que se luciera, no todos los días el Ministro de Inglaterra se hacía presente en la casa de los mafiosos.

 

Agacho un poco su mirada y una infame sonrisa se escapó en sus pequeños labios carmín. Patricia estaba en el castillo, su indeseable prole también se encontraba ahí... Su inconfundible hedor a etilico, no le extrañaba que se encontrara con resaca, bufó. Esperaba que tuviera la decencia de no aparecerse en aquella condición, luego se encargaría de castigarla con golpes y agua fría como correspondía.

 

 

Patricia Triviani

 

¡MAI DAY MAI DAY! gritaba Patricia por la radio, pero nadie la escuchaba.

 

¡Maldito platillo inservible! maldecía aquel OVNI que se había robado del cobertizo del Sanatorio mental de sus primos.

 

Se estrelló.

 

Entre tanto humo por el pequeño incendio provocado inconscientemente, la Triviani salía dando manotazos al aire intentando no ahogarse por todo aquel desastres. Salió con una sonrisa gigante en su rostro, y recuperó la silla de ruedas que le había sacado a Roberto, pensó, que nunca había terminado su cometido con el inválido... Sacudió sus hombros para restarle importancia a aquel recuerdo, en algún momento volvería, y esperaba no encontrarlo ahí tirado o lo pisaría por arriba con el ford.

 

Subió un escalón, tentada por la sensación de todo lo que había pasado. Si bien el castillo era su "hogar", en los últimos tiempos ya no lo frecuentaba como tal, pero en ese momento... Sacudió sus prendas y empujo la puerta como si la conocieran de toda la vida. ¡HoooLaaaaaaa! gritó asustando a unos cuantos de los Chucks, que parecían estar cocinando. ¿llegue justo para la comida? preguntó Wiiii se movilizó por la cocina en la silla de ruedas.

 

¡Cuidado! se detuvo contra unas canastas de pan. Quedando con los pies hacia arriba y la silla dada vuelta con una rueda aún girando. ¿Quienes son ustedes? le preguntó a las dos mujeres. Soy Patricia. saludó mientras se incorporaba y disimuladamente miraba la silla... Em... se posó frente a ella en un intento fallido para que no la vieran y sonrió.

 

 

@@Frankie Triviani @@Selenne Luxure

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Estaba esperando mi café con un dolor de cabeza muy fuerte, cuando irrumpe mi poca tranquilidad y paciencia una mujer montada en una silla de ruedas recorriendo todo el lugar, la observaba con detenimiento, me ponía histérica tanta energía de golpe.

 

-Patricia? Y de donde saliste tu? Soy Selenne, un gusto, la primogénita de @ , lo viste por alguna parte?.- Dije sin quitarle la mirada de encima, algo en en esta mujer me llama la atención. -Donde esta mi café inservible criatura, lo quiero ya te lo pedí para ayer.- Fulmine con la mirada al elfo domestico y seguí observando a la mujer que había alterado mi paz.

 

Empece a caminar a su alrededor, observándola de arriba hacia abajo, como si ocultara algo, como si fuera alguna especie de misterio por resolver, mi naturaleza me pedía que le hiciera algo, mi instinto que me la comiera, pero me pareció tan tierna esa escena que no pude hacer mas que contemplarla. -Bien... Patricia, acompáñame estaba justo por tomarme un café, quieres un poco? Claro, si ese insignificante ser se digna a traérmelo YA si no quiere morir.- Sonreí y volví a tomar asiento, al parecer ella no se movería de su silla de ruedas, lo cual es muy extraño.

 

El elfo me sirvió el café y no cabía duda alguna de que era lo que necesitaba después de una noche tan desastrosa, mi cabeza ya no daba vueltas por toda la habitación, solo se enfocaba en la mujer que había irrumpido como loca en la cocina montada en una silla de ruedas, debo reconocer que es algo gracioso ademas de raro. -Y cuéntame Patricia, a quien le pertenece la silla de ruedas? Esta claro que tu no la necesitas.- Sentencie para seguir dando sorbos a mi taza de café.

 

@

Editado por Selenne Luxure

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  • 4 semanas más tarde...

Era una noche preciosa. A lo lejos el castillo Triviani era una vista que quitaba el aliento, se erguía orgulloso e imponente en medio de un bello jardín italiano perfectamente cuidado. La luna, completa y espléndida, derramaba su brillo otorgando un toque mágico al panorama que se presentaba ante sus ojos, aunque claro aquel lugar ya contaba con magia propia. Uno pensaría que después de tantos años se habría acostumbrado a dicha vista, pero el efecto que le producía era siempre el mismo: una mezcla de emociones que se sentaban con peso en su corazón. La bruja se permitió un par de minutos allí apreciando el paisaje que le ofrecía aquella luminosa noche, tras un suspiro cargado de nostalgia reemprendió su marcha hasta la valla que custodiaba los terrenos.

 

Una gran T de elegante confección se vislumbraba en la sólida entrada que advertía a aquellos que no fuesen bienvenidos, aunque la bruja lo atravesó sin más como si se tratase de una densa niebla. El camino flanqueado por tupidos rosales (que ella misma había dado vida en tiempos que parecían remotos) le condujo por un ameno paseo hasta las puertas del castillo, pero ella se detuvo a medio camino. La ventaja de ser una de las dos fundadoras de aquella fortaleza es que conocía todos y cada uno de sus secretos; cuando ella y su hermana construyeron la residencia Triviani se aseguraron de que esta contase con un sinfín de trampas, trucos y maldiciones que harían que la visita de los intrusos se transformase en una verdadera pesadilla.

 

Pero claro, estamos hablando de los Triviani, lo que significa que aquello raramente era usado en sus enemigos sino más bien en los mismos familiares. Alyssa tenía su varita en la mano derecha y la izquierda abierta de cara al castillo, con los brazos extendidos y una maliciosa sonrisa enmarcando su rostro. Comenzó con un susurro ininteligible que poco a poco fue ganando volumen hasta hacerse escuchar por todo el castillo, las palabras de un idioma antiguo resonaban con el poder de su magia y el edificio vibraba en respuesta como si despertase de un largo sueño.

 

Un juego de consecuencias mortales había dado inicio para poner a prueba a los miembros de la familia, pues el apellido Triviani no solo se heredaba, sino que debía ganarse a riesgo de la vida misma. Las paredes cambiaban de forma constantemente transformando el castillo en un laberinto caprichoso, las salidas estaban bloqueadas, las escaleras perdían sus escalones transformándose en rampas resbaladizas que te conducían a pozos sin fondo o habitaciones sin puertas. Los pasillos en penumbra ocultaban incontables trampas que podían activarse en cualquier momento, bestias tanto mágicas como ordinarias vagaban por el lugar al acecho de una presa desprevenida. Los fantasmas de sus antepasados que rondaban el castillo eran los únicos que podían ayudar…, pero solo si les apetecía. Bien podrían conducirte a una muerte segura como a la única salida.

 

- Que comience la diversión – siseó la mortífaga ensanchando la sonrisa que decoraba su rostro.

 

Un pesado aleteo removió el calmo aire de la noche, Pyro aterrizó junto a su ama haciendo retumbar el suelo bajo sus pies. Alyssa trepó hasta su lomo sin problemas y el dragón emprendió vuelo una vez más hasta posarse en el tejado, desde allí la matriarca Triviani supervisaría los eventos que sucederían a continuación.

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  • 3 semanas más tarde...

Ya había pasado el tiempo, el tiempo que corría lento para la vida de un ser que difícilmente pudiera no pasar desapercibido, aunque su aspecto casi era el mismo su sabiduría y experiencias a lo largo del camino recorrido era distinto.

Todo había cambiado pero pareciera que no para sus ojos azulverdosos, ya se sentía más viejo de cuerpo pero joven de espíritu, esa verdad que buscaba le mantenía jovial aunque llevara barba tupida sobre su mentón,la cual le cambiaba su aspecto. Su respiración agitada no era tan notoria, pero le costaba mantenerla constante después de este último traslado a casa.

 

En humo oscuro lentamente le traslada en esa dirección que conocía como la palma de su mano, posó un pie para poner el otro luego y lentamente ir materializandose sobre el suelo.

 

Su nariz de lobo le indicaba un olor conocido en el ambiente, este olor de rosas de añorados recuerdos y situaciones con la que había pasado con su familia. Continuó caminando a través de ellos para llegar frente al resinto tan magestuoso cómo er, con sus paredes cambiantes y fino decorado antiguo.

 

El pelinegro, con varita en mano y cauteloso a cualquier trampa se acercaba atento, mientras una sensación le invadió su alma terrenal, que le distrajo por un breve momento y le pareció ver una silueta conocida a lo lejos. Su vista no era misma pero eso no cambiaba que pueda reconocer a la familia. Notando que Pyro la mascota de la familia llegaba a esa dirección.

 

Escucho la voz de un desgraciado elfo doméstico que le daba la bienvenida a la Mansión y él si prestarle mucha atención gritó el nombre de su madre a aquella figura que estática se encontraba arriba.

 

-Madre..- susurró y quedó pensando.

 

@@Alyssa Black Triviani

Editado por -Eterno Black Triviani

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La casa materna era el destino...hacia realmente mucho que no pisaba este lugar, la ultima vez había pasado desapercibida y no me había gustado, si eso volvía pasar puede que no volviera por siglos, amaba ami madre y tenia una charla pendiente con ella, había ido a mi casa pero yo no estaba así que mejor que venir a buscarla y disculparme con ella por ese asunto.

 

-La mafia de Ottery...- Susurre mirando de frente la entrada.

 

No sabia que esperar o con quien me podría encontrar desde el momento que puse un pie en los terrenos del castillo, me podría salir un elfo, una criatura o hasta una planta a mi encuentro....quizá ver a algún familiar perseguido por otro en una maniática carrera sin sentido, no me extrañaría nada realmente. No pude evitar sonreír ya que podía entender de donde había heredado parte de mi propia locura.

 

-Estoy en casa...a ver quien me viene a saludar.- Abrí la puerta principal de golpe entrado como si fuera mi casa o como si nunca me hubiese ido. -Vamos familia la bruja mas hermosa de este mundo ha decidido iluminarlos con su presencia.- Aplaudí tratando de hacer el mayor ruido posible.

 

Habia llegado de la nada luciendo un vestido negro y mi capa de viaje, podría ponerme mi mascara de bando pero no lo creía necesario, bueno no dejaría que las dudas me asalten, mi serenidad me permitía estar aquí y ahora sin dar vuelta atrás.

 

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*Familia a ver quien contesta*

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Los pasos descalzos de una calva mujer se escuchaban en la cocina, donde preparaba un pequeño plato de comida, si, la bruja era un híbrido entre vampiro y humano, y lograba sobrevivir solo con alimentos que cualquier mortal consumía, descubrió aquello durante su juventud, luego de encontrarse con un gran plato italiano frente a sus ojos, y escuchara de su estómago rugir como un loco. Por años se mantuvo viva comiendo de las sobras de restaurantes, que tiraban a la basura, hasta que fue raptada por los hombres de Leggio.

 

Terminó de engullir lo que en su plato quedaba cuando escuchó esa voz, pronunciando una lengua antigua, que se escuchaba como si un estéreo le estuviera proyectando en cada recoveco del viejo castillo. Su tía-abuela Alyssa estaba en los terrenos y Zoella estaba segura de que pretendía jugar un poco con ellos, cosa que durante su última visita no logró. Tiró el plato al fregadero y con un par de florituras lo limpió, mientras un par de temblores se hacían presentes en el castillo.

 

Con naturalidad, la Triviani ignoraba cada suceso que se presentaba en el lugar, como si aquello fuera cosa del día a día, aunque realmente, lo era. Las jugarretas que la familia se jugaba en cada encuentro siempre era algo de esperarse, no obstante, lo sorpresivo de lo que siempre sucedía era lo que daba emoción a mantenerse dentro de los terrenos Triviani.

 

El silencio reinó nuevamente en el lugar, hasta que un par de gruñidos llegaron. Las criaturas que todos guardaban en las mazmorras del castillo habían sido liberadas, y Zoella temió por su Pitón de Birmania, una serpiente que recientemente había traído al castillo. Los 6 metros que poseía el gran reptil comenzaban a salir de donde la calva la mantenía oculta y Zoella no deseaba que la serpiente se indigeste al comerse a cualquiera de sus familiares.

 

La puerta se abrió y su hija se hizo presente, escuchó sus palabras y soltó una carcajada mientras llegaba a la sala donde ella estaba - Haz silencio, o vendrán a comerte - soltó con naturalidad, materializando su varita en mano. Esperaba que alguno de sus hermanos hiciera presencia o algo, pero el silencio era lo único que se escuchaba, se acercó a su hija y sonrió apenas - Las criaturas y bestias han sido liberadas, y estoy casi segura de que algo más está escondido por ahí. Debemos tener cuidado, y no te alejes de mí - comentó, agudizando sus sentidos.

 

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Bajó su rostro en saludo moviendo la mano desnuda reposando sobre su pecho, reposando su mirada sobre el lúgubre suelo enmohecido que alumbrado por la luz que proyectaba la luna quedaba magestuosa bajo sus pies. Cubriéndose luego todo su cuerpo entre sus propias ropas, se adelantó a caminar por donde le llevaba el sirviente por uno de los pasajes adentrándose a lo que él le llamaba casa.

 

Observó que por dentro no era la misma, una que otra vieja reliquia conocida. No era igual, quizás no habría ser alguno que pudiera conocer. Saliendo del pasaje luego de tocar un mecanismo que automaticamente se activó tras de él para cerrar y ocultar la entrada que había utilizado, las paredes cambiaron de lugar por eneava vez como era natural. Luego un grito que venía de algún lugar y ya estaba en casa oliendo ese aroma singular.

 

Se despojó de sus cosas quedando cómodo, arrugó su entrecejo y bostezó para quitarse la pereza de su peregrinación, colocando su engreída en uno de sus bolsillos para usarla si amerita el caso. El elfo viejo le ofrece una bebida, acabándosela sin titubear, aquella que su tía le daba de pequeño, una delicia para el paladar de un Triviani, voló seguidamente el vaso vacio, el cual se estrella en la pared cómo era de su costumbre.

 

Queda un momento observando la vieja pintura de toda la familia, notaba gente nueva que se movían dentro de la misma. Arreglose su cuello, esperaba que en momento o quizá en otro llegase alguien más.

 

Alguien entra gritando y una medio calva que aparece para darle la bienvenida a la otra. Él en la oscuridad del cuarto observaba lo que hacían.

 

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Fui recibida por mi madre quien me pidió que bajara la voz explicando sobre que había criaturas suelta en el castillo, posiblemente una mano traviesa había provocado tal hecho, como directora de criaturas estaba acostumbrada a lidiar con ello, no había ser malvado si no solo asustado o incomprendido, lo había aprendido de manera difícil durante mis primeros años como aprendiz. La cuestión era usar la inteligencia y no exponerse innecesariamente para no terminar con heridas o en todo caso muerto.

 

-Soy demasiado bella e importante para que me coman madre.- Le susurre a la calva con una sonrisa en los labios. -Ademas manejo criaturas de todas las clases desde hace tiempo.- A mi mente llegaron varias historias que podría contarle ami madre sobre el tema.

 

Prestaba atención a los sonidos y a los detalles, si bien no conocía el castillo Triviani del todo en sus interior estaba segura que debía memorizar los sitios mas importantes por las dudas, un suspiro leve no me separaría de la vampira ya que ella tenia mas experiencia y este era su hogar, no sabia con que nos podríamos encontrar, podía ser cualquier cosa o cualquier persona...la mafia era bastante desquiciada, se hacían bromas crueles unos a otros donde el objetivo siempre era la muerte.

 

-De que clase de criaturas estamos hablando?...supongo que no son nada amables.- Le comente como al pasar. -Puedo sentir que no somos las únicas personas en la casa.- Mis sentidos se encontraban en un estado de alerta.

 

Los pasos era lentos y cuidadosos, en esta casa había que tener el doble de precaución, agradecía no haber traído a mis hijos por que probablemente ya estaríamos hablando de un incendio considerable con muchos gritos y un descontrol mas de lo acostumbrado.

 

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Seguía oculto entre la oscuridad, escuchando, analizado la situación en la que se encontraba. Pudiera que aquellas señoritas fueran sus familiares o quizás no lo fueran, de alguna manera se le ocurrió probar su temple ante las situaciones que se les presentasen sin exponer su presencia.

Murmuró algunas palabras para si mismo.

Los sonidos tan naturales que la Mansión ofrecía a los huéspedes, callaron. No había ruido alguno, ni voces ni gritos, nada de movimiento de las paredes o si lo hacían no se les dejaba sentir.

 

Todo estaba oscuro excepto en los cuartos contiguo del gran salón en que se encontraban, el único haz de luz venía del techo que alumbraba tenue el suelo bajo la araña que colgaba de su pedestal.

 

Una breve ventisca caliente invade el cuarto, cubriendo los pies con una bruma que venía del pantano, cómo hubieran dejado la puerta principal abierta, dejando que una que otra criatura pudiera entrar.

 

El suelo donde se encontraban empieza a vibrar levemente, otra vez más las paredes cambian de posición dejando al descubierto su túnica bajo la luz de la luna.

 

- Buenas... noches, ustedes... son?- con voz pausada y algo áspera comentó sin aún mostrar su rostro.

 

Los cristales de la araña retumbaron brevemente y callaron en forma casual a su voz. Se acercó a mirarlas mejor, despacio paso a paso mientras blandia sus brazos al hablar como si guiaba a una banda de música.

 

-Huele a Trivianis, ya era hora -se rió para si mismo sin dejar de observarles con curiosidad .

 

La luz tenue se vuelve a encender en el calendario en forma de araña del techo

 

 

- Bebidas?- agregó al final esperando el elfo traiga algunas al mirarle de reojo, este corrió allá la cocina y regresar con bandeja llena de cosas que pudieran gustarles y su bebida respectiva.

 

- Mucho gusto, son William.- agregó y continuó - Noto que les resulta familiar está propiedad- medio sonríe y toma su copa en mano.

 

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