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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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La escena seguía, mientras mas y mas gente llegaba al castillo, Alondra parecía cada vez mas divertida con aquel espectáculo surrealista cómico medieval, intercambiando sonrisas con Candela, Zoe y Ashura, definitivamente agradecía el haber bajado aquella noche a cenar en familia. Su carácter reservado e incluso tímido, estando con los Triviani parecía relajarse entrando al aro al igual que ellos, no en vano decían que el que con lobos anda a aullar se enseña.

 

La aparición de su elfina en la puerta llamo su atención, ella aun no se acostumbraba al ajetreo familiar y permanecía la mayor parte de del tiempo reclutada en su habitación por temor a ser agredida por el ejercito de Chuks, alondra no podía culparla por ello, e incluso ella misma le había indicado que no dejara la habitación a menos que fuera estrictamente necesario. Se puso de pie impulsada como por un resorte y camino hacia la puerta donde temerosa permanecía esperando no interrumpir la reunión.

 

--¿Que pasa Noah?--Preguntó preocupada por su intervención, mientras la elfina le tomaba de la mano y la llevaba unos pasos alejada del bullicio del salón donde el griterío no dejaba hablar tranquilamente.

 

--Mi niña, Noah no quería interrumpir, pero ha llegado una lechuza para ti y Noah creyó que era importante...-- musitó de manera ansiosa, sacando un sobre de entre sus ropas, para darselo a su ama.

 

Alondra inspeccionó aquel sobre minuciosamente, frunciendo el cejo, desde su arribo a Inglaterra no había recibido nada, y menos aun de su apoderado en Milan, aquello la tomo por sorpresa, dentro del sobre una nota y un sobre mas.

 

Querida Alondra:

 

Tuve que recoger algunos documentos legales en tu antigua casa en Milan,

entre ellos encontré este sobre dirigido a ti, no me atreví a abrirlo y preferí

hacertelo llegar lo antes posible, es letra de tu madre podría ser algo importante.

 

Los negocios van perfecto, espero visitarte pronto para darte un informe mas

detallado de ellos.

 

Un afectuoso saludo.

 

C.Collucci

 

Alondra tuvo que leer un par de veces aquella pequeña nota para entender lo que decía su apoderado, ¿Una carta de su madre, a nombre de ella después de casi un año de su muerte?. No había duda, por un impulso se llevo el sobre a la nariz, aun guardaba aquel peculiar perfume que caracterizaba a Gia. Un nudo se apretó en su garganta, haciéndole carraspear para recobrar la entereza ante la atenta y meticulosa mirada de su elfina que no perdía detalle de sus reacciones.

 

No sabía exactamente lo que dentro podría encontrar pero lo que si tenia claro era que en medio de aquel griterío no era el mejor lugar para saberlo. Suspiro mientras dirigía sus pasos de vuelta al comedor donde ya nadie se encontraba, tomo asiento en una de las sillas antes de abrir el sobre y encontrarse con la hermosa caligrafía de su madre, su corazón se estrujo apenas leer la primera linea.

 

Alondra Luce de la mia vita:

 

Cariño, he escrito esta carta por que después de tu raro sueño no estoy

segura de cual pueda ser nuestro destino.Y si hoy en día ha llegado a tus

manos es porque muy probablemente ya no estoy en este mundo.

 

Siempre fuiste mi mayor tesoro, lo que mas ame en el mundo, y por ello

me siento en el deber de hablarte con la verdad.

 

Mi mayor deseo fue siempre tener un hijo, bien sabe Merlín que tu padre y yo

lo intentamos por todos los métodos ortodoxos posibles sin ningún resultado.

En alguno de nuestros tratamientos nos enteramos que el problema era de tu padre,

aquello nos devasto completamente, no existía posibilidad de que pudiéramos hacer

nuestro sueño realidad.

 

Te preguntaras entonces ¿Como es que estas aquí? Es aquí donde viene mi confesión.

hace años tuve la oportunidad de viajar a Inglaterra, en aquel viaje me aloje en el castillo

de la familia Triviani donde debo suponer según mi deseo tu te encuentras.

Ahí conocí a uno de sus integrantes, Matthew, no te daré detalles innecesarios,

pero después de aquel viaje mi sueño se hizo realidad.

 

Dante no pidió explicaciones de aquel "milagro" el deseaba tanto como yo un hijo,

nunca hablamos del tema, y nadie sospecho jamas de su paternidad.

 

Ahora que ya no estoy te hago esta confesión, con el fin de que no te sientas una extraña

entre los Triviani, tu tienes su sangre y eres parte de la familia, y por si no te ha quedado

claro, Matthew es tu padre...

 

Te amo y te amare desde donde quiera que este, perdóname por decir hasta ahora esta verdad,

pero es el momento preciso de que tu mas que nadie lo supiera.

 

Hasta siempre mi pequeña.

 

Gia Santoro

 

Para cuando la bruja termino de leer aquella carta sus mejillas estaban bañadas en lagrimas, la tardía confesión de su madre le había dado justo en el corazón, había pasado una vida creyendo que Dante Santoro era su padre, la había amado, educado y le había dado absolutamente todo aun sabiendo que ella no era su hija. un enorme sentimiento de gratitud y amor se instalo en su pecho, Dante había sido un caballero y había amado a su madre al extremo de aceptar aquella situación con tal de hacerla feliz.

 

Su interior se dividía entre el reproche, el agradecimiento y la sorpresa, había llegado hasta los Triviani de manera providencial sin saber en ese momento la verdad, por ello su madre había insistido en su testamento que los buscara, especialmente a Matthew, su verdadero padre....Por eso no le había costado nada adaptarse a el y tomarle cariño inmediato, era su sangre, aquella era su verdadera familia, aquel sentimiento de desamparo que se guardaba muy dentro de su corazon de pronto se desaparecía...

 

 

Modo Triviani drama ON xD

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Matthew Triviani

 

Un chasquido sutil se escuchó y luego el sonido de una caída. Usualmente la aparición no era un problema para los elfos, sin embargo, Termidor era un tanto torpe y tendía a caer de cabeza cuando lo hacia. Su rostro de persona ebria estaba lleno de polvo, así como sus ropajes, más no le importaba, no lo apreciaba, demasiado. Se puso de pie y Maida tomaba asiento a su lado. Le regalo una leve sonrisa y un pequeño beso en su mejilla de porcelana, fría, como la misma y preciosa noche.

 

Tía, que placer tenerte por aquí soltó en forma de saludo inicial Lamento que sientas eso... Pero los negocios familiares han incrementado y con ello, su demanda, por lo que sabrás, alguien debía hacerse cargo de todo lo que eso conlleva. sonrío tomando un sorbo de su vaso Sírvete lo que desees, se que no tomas alcohol, quizás podría pedirte algún jugo natural añadió.

 

Observo como la elfina de su primogénita había aparecido en la puerta del salón, con la intención de no interrumpir, pero si, ya había interrumpido. Matthew odiaba los elfos y su desagradable olor. La única razón por la que le permitía la entrada, era porque su hija la apreciaba y no quería que sufriera la perdida de un ser con el cual había formado un vinculo especial, más eso no cambiaba lo que sentía por ellos.

 

Desaparecieron juntas a paso lento, fuera del salón, con una carta entre sus manos, por lo que le genero curiosidad, y esperaría su vuelta para ejercer su poder como padre y revisarla. Si, el abuso de poder sobre la familia siempre estaba presente. (?)

 

 

 

 

@todes.

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Susan posó una mano en su frente y bajo el rostro para disimular su risa ante las pataleadas de Jeremy, y miró la cara de los nuevos presentes. Al parecer no fue la única que se dignó a presentarse. Fue una lastima ver que la mujer isabelina no era para azotar, pero fue una verdadera delicia ver cómo sus primos le dieron la bienvenida. Fue una de las última en levantarse y seguir a la familia cuando la matriarca decidió cambiar de lugar.

 

---Si esto siempre va a ser de esta manera deberíamos considerar seriamente expandir aún más el castillo. Soltó al aire Casi no podía respirar con el ego de esa mujer apretando el sitio.

 

No era una mentira que se quedaba por el show, su madre, Alyssa de seguro tendría secretos para ella pero no estaba así que mientras las desgracias caminaban hacía Susan, ella se sentaría a presenciar como le llegaban a los demás. Le guiñó a Ashura que tenía mucho sin ver y notó a una mujer que no había ni siquiera hablado ¿Quién era?

 

Tal vez el karma había llegado para Susan y esa mujer que se dignó a estar callada saldría con que es hija de la ojos lilas.

 

Susan miró hacia otro lado y decidió estar lejos de la silenciosa mujer, prevenir antes que lamentar. Hoy quería estar a la raya del drama, estaba de muy buen humor y los dragones habían quedado olvidados. Se dedicó a escuchar a la aristocrática, y trato de formular tantas preguntas de por qué Maida estaba allí de pronto ¿También participaría en la odisea?

 

Dinero, poder, un lugar alto... Susurró mirando como la bruja silenciosa salía para luego volver a la Médici Si aún no tienes lo que quieres es porque algo hiciste mal, entre nosotros no hay espacio para las pérdidas.

 

Sonrió suave.

 

-El solo hecho de entrar aquí sin invitación y salir ilesa te dará fama.

 

 

@Inserte lenguaje inclusivo.

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La respuesta que le dio la mujer le pareció razonable; después de todo, era lo que ella misma habría esperado obtener de un acuerdo de esa magnitud. Ya lo había hecho otras veces, claro, cuando se relacionó con los Black. los Malfoy e, incluso, con los Black Lestrange. Ésta última opción no había resultado del todo beneficiosa, pues minó con la poca cordura de la que presumía. Se rebulló en su asiento, afectada por el único recuerdo que sabía torturarla cada vez que caía en él, sin alterar su gesto despreocupado y cruzó las piernas, mientras se inclinaba apenas hacia adelante.

 

Lo que siguió en el relato la dejó un poco más descolocada que antes. Frunció el ceño, confundida, al saber a Thiago huyendo de la Marca Tenebrosa. ¿Cuándo ocurrió? Tal vez en sus años de ausencia. ¿Por qué no la contactó? Sí, Candela era mortífaga en ese entonces -lo era, incluso, mientras hablaba con Lucrezia-, así que se convenció de que ella no estaba en Londres cuando todo aquello explotó. Quiso preguntarle a la bruja que tenía enfrente, mas se dijo que ya tendrían oportunidad para ahondar en ese tema que, en lugar de una respuesta, le dejó muchas más interrogantes.

 

¡JA! —largó la risa por las últimas palabras de la Lucrezia.— Yo que tú no les doy la opción de desnudarte porque será la que tomen, por el mero placer de querer humillarte. Verás que han heredado... —dirigió la mirada a su familia— Muchos genes Triviani.

 

Una vez más, relajó su postura en el sillón y le dio otro sorbo a su copa, hasta terminar su bebida. No le pasó desapercibido el intercambio de palabras que tuvo Alondra con una elfina, para llevársela. La joven abandonó su lugar al costado de la matriarca y siguió a la pequeña criatura. Candela todavía no terminaba de entender cómo es que se había llenado el castillo de tanta gente; acostumbrada a la soledad como estaba, no reparó en que, sin pensarlo, todos sus hijos habían reclamado un lugar allí. Y los hijos de sus hijos... Y los hijos de Alyssa...

 

Sonrió a Susan, hija de su tía, quien había sido la última en unirse a la reunión. Y aunque la sugerencia de agrandar el castillo le pareció horrorosa, pues con eso se arriesgaban a que los de afuera lo tomasen como invitación a invadir los terrenos de la familia, asintió con lo siguiente que dijo.

 

Eso es cierto, no somos conocidos por la solidaridad entre nosotros mismos. Aprendimos a valernos por cuenta propia desde muy pequeños y quien no... Pues aprende a la fuerza. — se encogió de hombros— Entenderás que, una vez subida al barco, si te caes, irá por cuenta tuya hundirte o volver a subir. —le dedicó una mirada intensa a la Di Médici— Así que, ¿cómo quieres que hagamos esto?

 

No terminó de hacerle la pregunta a Lucrezia, cuando vio que Maida había entrado al salón, acompañada por un elfo que no era Chuck y a Matthew yendo a recibirla. ¡mier**, se había olvidado por completo de la cantidad de documentos que debía firmar por la paternidad de Aaron! No quiso girarse a ver a Jeremy, no tenía ganas de otro berrinche más que, seguramente, haría en cuanto supiera el motivo de la visita de la Yaxley. Candela asintió a modo de saludo, mientras solicitaba a un elfo que le rellenase la copa.

 

Por asuntos que requieren atención... ¿Atención de quién? —intentó hacerse la desentendida con Maida.

 

 

@Todes, incluso la Yasli coshina

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~ Mosquito ~          Ianello 

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-Te dije que no era buena idea torcer en la última nube a la derecha- gritó la bruja en un intento en vano de que su voz no quedase enmudecida por el viento.

 

Evedhiel podría acostumbrarse com facilidad al aire desordenando sus cabellos. O al menos eso fue lo que pensó durante los 5 primeros minutos en los que su dragona, Misha, decidió que había aprendido lo suficiente como para obedecer órdenes simples. No puedo decir que Evedhiel hubiese estado muy esperanzada en que aquello no acabase en trajedia, al fin y al cabo la última vez que decidió confiar en la dragona buena parte de la cocina de la Yaxley Manor tuvo que ser reconstruida en su totalidad ( cualquier excusa hubiese sido buena, a decir verdad)

 

Sin embargo, aquel día era especial. No todos los días una decidía abrir las barreras de su mente tozuda e instalarse en la mansión de su nueva familia. O al menos instalar la mitad de su vida.

 

Como decía, Evedhiel se arrepintió de varias cosas con respecto a usar aquel medio de transporte. El primero era la necesidad de arreglar continuamente sus cabellos si no quería no ver a donde se dirigía el animal, la segunda, por supuesto, era el hecho que Misha, aunque experta en el despegue y las maniobras para evitar que su dueña no se desplomase al vacío, seguía teniendo dificultad en entender la orden simple del aterrizaje.

 

O al menos no funcionaba de manera adecuada en dos de cada 3 ocasiones.

 

Aquella por desgracia no fue una excepción. Evedhiel intentó pausar la ansiedad del animal por tocar tierra con todo lo que se le ocurrió, tirándo de los pequeños cabellos oscuros de la nuca del dragón. pateando levemente su abdomen inmenso, gritándole encarecidamente que dejase de tomar velocidad y por supuesto, blasfemando en diversas lenguas y distinta intensidad.

 

De nada sirvió. Misha, aterrizó puntual en los terrenos concienzudamente cuidados de la Triviani. Dejándo tras ella un camino de tierra revuelta, arbustos y flores rotas y hierba destrozada. Evedhiel por otra parte no tuvo tanta suerte. Salió despedida de su agarre pasajero en los lomos de aquella dragona y tan solo tuvo tiempo para realizar algunas florituras con Nïnde, su varita, antes de caer en los escalones frontales del edificio. No fue bonito. Y por supuesto, totalmente irónico.

 

Misha pareció disfrutar de aquello y cuando Evedhiel la buscó con los ojos severos de quien está a punto de empezar una riña, la dragona golpeó con su cola las maletas de la bruja, en un gesto medio jocoso y alzó el vuelo antes de que Evedhiel pudiese decir nada más.

 

 

-Dragones... - susurró la chica adecentando sus cabellos y su vestido mostaza. Acto seguido pronunció un hechizo y cubrió de manera poco especifica los destrozos de su aterrizaje. Con suerte nadie se daría cuenta de lo que acababa de causar. Con más suerte aún podría culpar a alguien de aquello. Tenía un par de nombres en mente.

 

Sonrió de manera malévola.

 

No prestó mucha atención a cómo Misha revoloteaba el castillo, familiarizándose con la zona, pero hizo una nota mental de mandarla a la Yaxley en unas horas. No estaba segura de cómo su familia tomaría a su alimaña.

 

No tuvo que tocar la puerta pues un elfo doméstico menudo y con la nariz respingona la invitó a pasar.

 

-La... La... esperan.- la cara del elfo se tiñó palida al ver a Misha. Y acto seguido Evedhiel pensó que iba a desmayarse al ver los destrozos en el jardín- Aunque no estoy muy seguro de si merece la pena tanta espera- añadió el elfo en un susurro para él mismo que adornó con una sonrisa falsa.

 

Evedhiel avanzó por el pasillo tomando nota de cada cuadro con alguien que pareciese ser importante. Se percató de varios mostrando a Candela con gesto serio y elegante. Uno en el que Zoella aparecía llena de colgantes y joyas varias, y otro en el que Jeremy y Matthew jugaban a lo que parecía ajedrez mágica con un set con la cabeza de candela, zoella y el resto de los integrantes de la familia. O al menos eso supuso.

 

Para cuando llegó a donde el elfo le había indicado, creyó que podía cortar el ambiente con un cuchillo. Dió un golpe de varita de nuevo e hizo aparecer varias botellas de hidromiel.

 

-¿Quién murió? ¿Qué nos dejó de herencia? y... ¿Qué habitación es lo suficientemente elevada como para asegurarme de que veo la Yaxley desde ella.?- Guardó silencio un momento y finalmente dijo.- Estoy segura que cierta bruja tiene envidia de mi colección de vestidos y tengo miedo de que tome prestado algunos sin mi consentimiento- miró a Maida- Necesito ser capaz de ver el castillo desde mi ventana- Sonrió de nuevo e hizo gestos a las botellas de hidromiel para que se posasen sobre los presentes. Una para cada uno.

 

Avanzó hasta Zoella y le dió un abrazo tierno por la espalda. La había hechado de menos. Esperó no haber molestado mucho a sus nuevos familiares. No estaba segura de si verdaderamente la estaban esperando... pero supuso que aquello ahora era lo de menos.

 

 

@ @@Candela Triviani@@ .

 

@todes

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Sus ojos azules se clavaron con firmeza e indisimuladamente en Matthew sin ningún reparo. Lucrezia había logrado quebrar la coraza de desconfianza que rodeaba a los Triviani en general y aquel sujeto tan particular parecía ser en quién mejor había cultivado el interés. Su mirada descendió lentamente hacia el vaso que sostenía. Ginebra. El gusto de la aristócrata por el alcohol, aunque primordialmente dominado por los vinos, era amplio y se sabía a sí misma una experta en bebidas sociales. Mientras el hombre hablaba las facciones delicadas de la Médici formaban una expresión de divertimento.

 

- Pues debemos coincidir en algo. Está en la naturaleza de alguien de mi estirpe moverse entre la legalidad y la ilegalidad, aunque para lo segundo seamos muy cautos y nos valgamos de terceros.

 

‘Ayuda’ era un término con un significado demasiado extenso como para que Lucrezia la utilizara en una situación así, por lo tanto la tomó por sorpresa que Matthew la mencionara. Aquello no era una cuestión de ayudar al otro sino de beneficiarse uno; negocios, al fin y al cabo. Sin embargo recibió con una media sonrisa complaciente que el Triviani aceptara con poco recelo la incipiente relación entre familias italianas que comenzaba a nacer. Como al plantar un árbol de frutos, siendo éstos los resultados de su alianza, las raíces debían ser fuertes para que la primera tormenta no lo derribara.

 

- Será un placer discutir contigo los detalles, señor Triviani.- le dijo a Matthew una vez éste mandó a llamar a una de las tantas personas, como ella, que visitaban el Castillo.

 

Una voz femenina, a la cual no había escuchado antes, interrumpió a la blonda aristócrata antes de que pudiese volver a centrar su atención en la madre de todas las batallas -y toda aquella familia- Candela. Sin modificar un ápice su postura elegante sobre aquel sillón, donde se sentaba con las piernas ligeramente cruzadas bajo su vestido y la espalda recta, dirigió sus orbes zafiro hacia Susan. No duró más de diez segundos reteniendo aquel rostro y analizándolo, pues no había en él mucha información que extirpar ¿Formaría parte importante de los negocios familiares o era simplemente una miembro más con ánimo de destacar?

 

- El lugar y el poder ya lo tengo, si no lo conoces es que guardas tu dinero mal- realizó una mueca que denotaba ironía, pensando en su propio banco- Siempre se puede aspirar a más, no tener ambición es para mediocres ¿Eres mediocre? No lo creo, si me preguntas.

 

Bebió el último rastro de vino que sobrevivió al intercambio previo y lo dejó sobre uno de los brazos del cómodo sillón. Por fin Candela había rotó su silencio luego de las inescrupulosas respuestas que el Veritaserum le había extraído de su consciencia a la fuerza. Lucrezia había notado la expresión confundida en la matriarca cuando el nombre de Thiago y su relación con la Orden del Fénix salió de entre sus labios ¿Cuánto y en qué profundidad lo habría conocido? Sin duda no se olvidaría de ello hasta limpiar su mente de dudas pero aquel no era el momento.

 

- ¿Y qué te hace pensar, Candela, que tengo algo bajo este vestido que pueda humillarme?- replicó la Médici con cierto tono desafiante pero medido, mientras deslizaba su mano izquierda por su cintura.

 

Algo ajeno a su inesperada visita y la cuasi negociación que se llevaba en aquella sala se estaba cocinando en el Castillo; por más que quisiese guiar y centrar la atención en su persona, Lucrezia no podía obviar la entrada y salida de personas, el porte de cartas y algunas miradas cuyo significado no lograba interpretar dado que correspondían seguramente a internas familiares para ella desconocidas. Por su vasta experiencia sabía que nada bueno podría salir de una negociación turbada por factores externos que parecían requerir de la atención de la matriarca de la familia de manera acuciante. No quería interrumpir, bajo ningún motivo, las cuestiones personales de una familia aliada.

 

- Los detalles y por menores los podremos charlar luego, querida Trivani.- interrumpió, tratando de sonar firme y comprensible en sus intenciones- Pero intuyo que hay otros asuntos que requieren su atención. Voy a aprovechar y pasar al toilette. Tranquila, yo me puedo guiar sola.- anunció mientras apoyaba sus delgadas manos en los brazos del sillón y tomaba impulso para levantarse, pues sus piernas habían quedado algo resentidas por su postura entrecruzada.

 

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Jeremy aun no salía del shock, entraba y salía de él de a momentos, perdiéndose parte de las conversaciones que se desarrollaban a su alrededor. Veía la bruja Di Medici sentada cómodamente hablando como si fuera la diosa del desierto que les trae agua a los caminantes perdidos. Quiso reírse por lo absurdo, pero estaba furioso con ella. Aunque no era más el rebote, el verdadero enojo que transitaba era con la Zingara y sus mentiras.

 

En un momento las piezas se movieron del lugar. Ya Alondra había huido de ahí, Susan se reía de ellos ¿El alcohol?, Zoella no paraba de comer palomitas junto a Ashura. Matthew parecía hablar con seriedad con la extraña, y Orianthi brillaba por su ausencia. Una casi típica velada Triviani. Por lo menos los Chuck estaban cumpliendo la parte de su trato, luego de arreglar con Candela alguna cosa para terminar la guerra.

 

-Creo que… -Empezó pero se interrumpió al ver que Maida estaba ahí con unos papeles. Toda formal. No, definitivamente las cosas no estaban bien. La miró ceñudo, con toda la intención de incomodarla. Aunque se despistó cuando vio la rubia cabellera de Frankie pasarse por ahí. El reproche de su mirada se giró hasta encontrar los ojos de Zoella. ¿Quién había traído a los niños al hogar sin su permiso?

 

Si bien el salón estaba más concurrido que el Ministerio Mágico en sus mejores épocas, Jeremy se sorprendió y alegró de ver a Eve. La bruja estaba radiante como siempre, aunque noto un poco de barro en sus ropas. ¿Con quién se habría estado revolcando en los invernaderos? Estaba por preguntarle hasta que La Di Medici se movió para salir de su vista. JA. Jeremy abandono la espalda del sillón donde estaba su madre, para ponerse delante de la mujer y que no pudiera dar un paso más.

 

-No -La cortó en seco - No tienes vía libre en este castillo. Te acompaño a la puerta, o al baño, si no puedes aguantarte -La miró de arriba abajo con malas formas. Siempre intentando agradar a las visitas.

 

 

@Todes @Televisa

Editado por Jeremy Askar Triviani

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  • 1 mes más tarde...

Estaba harta de la situación en la que se encontraban. Entre unas cosas y otras, llevaba bastante tiempo sin poder estar un rato a solas con Jeremy. ¿Quizás habría otra? ¿Estaría de nuevo en las andadas con su hermana Zoella? Solo de pensarlo lanzo un bufido mientras guardaba los libros que había estado consultando hasta un segundo antes de malos modos, lanzándolos de cualquier manera en la estantería de su habitación. El último que "guardó" acabó en el suelo con un tremendo golpetazo que ella ni siquiera pareció escuchar. Solo necesitó tomar su varita para guardarla en el bolso que se había colgado atravesado en el pecho y lo cerró de un tirón mientras caminaba hacia la ventana.

 

Saltó por ella y pronto abandonó su apariencia humana para adoptar la de un águila gigante que enseguida remontó el vuelo con una simple batida de sus enormes alas. El trayecto no sería muy largo: iba al castillo Triviani. Había llegado el momento de poner los puntos sobre las íes en lo referente a su relación con Jeremy. Aquel día aclararían todo... o lo acabarían. No había más opción.

 

El nivel de alcohol en la sangre de la Gaunt no era tan alto como en otras ocasiones, pero sí el suficiente como para hacer que se descoordinara un poco en el vuelo y cambiara la continuidad del aleteo de vez en cuando. Quiso poner los ojos en blanco pero no pudo: las águilas no podían hacer eso.

 

Comenzó a descender en el aire cuando vio el castillo en el que vivía el ruso. Plegó entonces las alas para preparar el aterrizaje, pero no calculó bien. Y se precipitó contra el suelo, haciéndose un lío de alas, plumas y patas, con el bolso aún enganchado a su pecho. Rodó por el suelo entre gritos y, finalmente, se estampó contra la puerta de entrada al castillo.

 

Arrrrggg... demonios... joper... —masculló, entre gemidos. Su concentración descendió hasta el punto que su magia animaga desapareció y quedó allí tirada y desnuda frente a la puerta del castillo. Hizo un amago de incorporarse pero pareció que le iba a estallar el pecho, así que permaneció donde estaba farfullando maldiciones entre dientes. La idea de visitar a Jeremy, de repente, ya no le parecía tan buena. ¿Y si ahora la dejaba? ¿Se había roto un par de costillas por un hombre que a lo mejor estaba con otra mientras ella trabajaba? «Y mientras bebes. Y mientras torturas. Y mientras haces contrabando», fue anotándole una voz interior en su cabeza.

 

Apartó aquellos funestos pensamientos de su mente mientras se concentraba en el amuleto de curación y canalizaba su magia a través de él. Sus dolencias comenzaron a desaparecer. Cuando se sintió un poco mejor, sacó la varita del bolso para vestirse sin ni siquiera percatarse de que ya llevaba un buen rato allí tirada, desnuda. ¿Y si la había visto medio castillo? Parecía no importarle lo más mínimo, ella solo quería hablar con Jeremy. Y quizás también con Candela, si todo iba bien.

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Me encontraba empujando a un par de elfos inservibles, Malario por su parte golpeaba a otro par de ellos. Resultaba que andaban de juguetones dentro de mi armario, colocándose mis pelucas y ropas, mientras hacían una nula imitación de mi persona. Lejos de causarme gracia alguna, la furia fue lo que precipitó mi comportamiento con las criaturas, que huían despavoridas por el castillo.

 

Empujé a uno por el borde de las escaleras, el elfo rodó por las largas escaleras de la mansión hasta llegar justo a la puerta de entrada con un gran ruido y precipitación. Cosa que se escuchó dentro de todo el castillo. Bajé con pasos firmes, haciendo temblar cada peldaño de la antigua construcción, mientras el elfo intentaba levantarse sin éxito alguno.

 

- Maldito, de mi no te escapas - un escupitajo fue soltado de mi parte en su rostro, el Chuck temblaba mientras con sus manos intentaba alejarse. Lo tomé del trozo de tela que tenía como camisa y caminé hacía la entrada. Me dispuse a abrir la puerta, cuando me encontré con la adolorida figura de Anne, mi cuñada y líder dentro de la Marca Tenebrosa.

 

Reparé en mi aspecto por cortos segundos, mis ropas deportivas estaban cubiertas de tierra mientras mis nudillos sangraban producto de la paliza a los elfos. En mi otra mano el Chuck mirada suplicante a la Gaunt y yo sentía mi ceño fruncido. La furia mermo, al percatarme de como las facciones de Anne cambiaban. Tiré al Chuck a un lado, dejandoloe huir en los brazos de los demás elfos, y limpié mis nudillos en mi camisa.

 

- Anne, ¿Que haces aquí? - Pregunté nerviosa, conociendo como la bruja podía molestarse por mi actitud con los Chuck. Pensé en Jeremy por escasos segundos, y luego en Dennis. ¿Podría aprovechar este momento de limar mis asperezas con la mortífaga?

 

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  • 3 semanas más tarde...

Matthew Triviani

La madera del suelo crujía, como en una de esas casas fantasmales de las que hablan en las historias de terror. La bola de luz fue y regresó por la instancia a la que se acababa de acceder. No había nadie, pese a la impresión que pudiera dar por el viento silbando entre los tablones que cubrían las ventanas o el ruido insistente de gotas colándose por alguna parte. Por lo menos había velas en los rincones, derretidas y endurecidas por el paso de los años, cubiertas de polvo y con la mecha corta ennegrecida. No es que fuera muy seguro encenderlas pero era lo único que tenia aparte de la luz de la luna y su varita.

Apenas si se notó como una figura negra apareció en la noche, cuyas pertenecías cayeron desordenadamente. Matthew, estaba de curioso por las catacumbas del castillo, donde se rumoreaba que Green, el basilisco vivía... Estaba en busca de él, saber si era verdad, y quería quitarle uno de sus grandes colmillos, para utilizarlo en contra de su hermano mayor. Ya que la anterior vez no funciono -cuando lo escondieron bajo la alfombra-

Levantó al gato y volvió a ponerlo en su hombro izquierdo, acomodándolo sobre el y comenzando a caminar hacia las escaleras de piedra donde allí la puerta de metal estaba cerrada con un grueso candado. Apuntó y lanzo un hechizo a quemarropa, haciendo que este explotara abriendo la puerta, para que el gitano pudiera salir hacia el jardín del castillo, dando como una vista, el excéntrico y bien cuidado fortín.

¿Visitas? encargo una ceja Seguramente es Candela entrando a escondidas, ebria. soltó como curiosidad al aire.

Al ingresar al salón principal, percibió un fuerte olor a podrido, escuchaba gritos y eran imposible pasarlos por desapercibidos. A un costado, Zoella con Anne, la nueva líder de la renovada Marca Tenebrosa; omitió la presencia de ambas y se dirigió hacia la cocina -antes pateo al Chuck que estaba tirado en el suelo- como si nadie lo estuviera observando, o nadie se diera cuenta de que ingresó y asomo su cabeza para observar el desastre que era.

Por la ventana, pudo ver que Patricia se acercaba al castillo en su OVNI. (?)

 

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Editado por Matthew Triviani

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