Lisette Ryddleturn

-No, no empieces a hacer desastres en las casas ajenas, qué no ves que tu pobre hermana se ha esforzado en mantener el aspecto de casa de Halloween y tú solo vienes a botarlo todo con tus cosas? La bruja llegó corriendo con unas ropas que mostraban que ella si iba en serio en plan de ayudar a mantener la casa limpia pero con la imagen de la que estaban orgullosos los BlattgoldKlee hasta donde le habían contado. -No hagas desastres, ponte guantes y en todo caso deberías de dejarle saber a la propietaria lo que vas a hacer porque podría ser que no le guste de nada y entonces, te van a demandar o algo peor! la regañó sabiendo que esa situación era importante y que cualquier cosa debía de ser informada para que no se sintieran molestos o agredidos en su propiedad, estaba segura de que otra de sus cuñadas sería muchísimo más severa. -Porqué no podrías hacer una visita normal a la casa de tus familiares sin tener que hacer que todo se les volteé de cabeza? por una vez en tu vida deberías de ser la ayuda y no la causa de los problemas ajenos. Sonaba realmente molesta aunque la verdad era que le costaba sentirse así todo el tiempo y sabía que al final la iban a terminar de convencer para unirse a sus travesuras.

-Es verdad, me llevé a los niños por unos momentos pero espero que no te haya molestado eso y que mientras haya mandado a mi elfina para que viera cómo se encontraba la situación en tu casa De repente había llegado la bruja agarrando de la manita al hijo mayor de la vampiro mientras que en el otro brazo cargaba al bebé que ya era un poquito más grande desde su perspectiva y por el peso. La elfina de la bruja rubia corrió hacia donde se encontraba su ama y se inclinó profusamente antes de extender una de sus manos para poder ayudar a su ama a cargar al pequeño de brazos y que no fuera a cansarse. -Bienvenida querida ama, parece que va a haber una reunión en la casa de la señora y nos ha pedido a todos que entremos además, parece que se ha perdido el gato de la familia Potter Blue Dijo la elfina con una potente voz chillona mientras que la bruja rubia parpadeaba sorprendida y entonces, se encaminaba hacia la casa y se agachaba para que el niño mayorcito pudiera ver mejor al Kneazle. -Te has perdido, pequeño?

La bruja rubia comenzó a reirse de forma nerviosa con los ojos cerrados mientras juntaba sus dos manos por delante de su vestido en su intento de mantener la calma porque entre la presencia de todos, empezaba a darle algo de ansiedad. -Yo tampoco sé por qué motivo hay fiesta, la verdad es que más bien siento como si estuvieran a punto de caerme unas pocas bombas sobre la cabeza o sobre la mansión, con lo que me costó renovarla y arreglarla. Se empezó a rascar la mejilla con uno de sus dedos volviendose a reír quizá con un tono más agudo de voz del que hubiera querido y pensando que sería buena idea llamar a su hermano mayor otra vez. Si Wayne estaba presente al menos sería un hombre y él tenía mucho mejor sentido del humor para las cosas que se salían de su control, sobre todo ahora que parecía que se presentaba un abogado a sus puertas. -Gusta un poco de té? yo acabo de salir de un complejo estudio de muchos meses al fondo de mi jardín y algo me dice que el asunto por el que lo envía mi cuñada debe de ser por algo verdaderamente serio. Su voz era un poco baja y tímida y le dió una rápida mirada a todas las mujeres presentes en una forma de súplica donde esperaba que la pudiesen acompañar para escuchar lo que tuvieran que informarle, realmente quería todo su apoyo si era posible.

-Creo que deberíamos guarecernos al menos los elfos a menos que las amas prefieran que seamos nosotros los que hagamos de batallón mientras ustedes planean lo que ha de hacerse Dijo la elfina volviendo a agarrar aquello que tenía como arma mientras miraba a las dos brujas, esperando una respuesta de su parte aunque ya notaba que estas estaban más que dispuestas a la batalla. Había algo que admiraba de aquellas familias y eso era que no se detenían si tenían que presentar batalla, se lanzaban completamente y sin titubear aunque en la familia de ella si eran un poco más precavidos. -Por favor, permítanme ir primero para observar a la criatura, no quiero que ninguna de ustedes se arriesgue y sé que en caso necesario ustedes me prestarian la ayuda y el auxilio necesarios. Las miró con algo de ansiedad y temor pero de todas maneras, se adelantó a las mujeres humanas y comenzó a buscar por uso de su larga nariz el aroma de la criatura, pensando en la mejor manera de enfrentarla sin ser devorada por esta.

Los ojos de la bruja se abrieron grandemente al escuchar semejantes declaraciones, pero qué desfachatez de la bruja decir aquel tipo de cosas de manera tan libre y más aún delante de ella! Se colocó una mano por encima del rostro cerrando los ojos mientras empezaba a negar con la cabeza, había cosas con las que la mujer que tenía delante definitivamente no tenía freno alguno. -Está bien, tampoco es como que vaya a detenerte de eso porque me agrada la chica pero lo más probable es que termines recibiendo un golpe o más adecuadamente, una maldición por su parte Le advirtió antes de inspirar profundo en un asomo de la paciencia que estaba teniendo para no enfadarse con la otra mujer, definitivamente había cosas que jamás cambiarían en su familia y no tenía queja en realidad. Pero entonces las voces que indicaban que había personas llegando la hizo correr para estirar del brazo a la mujer oscura y señaló hacia los jardines donde algunas voces recién llegadas hacían eco. -Creo que es tu familia! Dijo emocionada y entonces, comenzó a agitar los brazos con la leve esperanza de que alguno de los recién llegados pudiera verla y de paso, le contara un poco de las cosas que habían pasado últimamente.

Había saltado con un respingo al escuchar la otra voz de la otra bruja que tenía por detrás porque no se había preparado para verla tan rápido pero al final de las cuentas es que también la había estado llamando. No lo pensó y tan solo le tiró un manotazo en uno de los brazos con una expresión de gesto entre de alegría y una pequeña irritación tanto por el susto como por las palabras que le había dicho. -Esas cosas no se hacen Hayame, tampoco podemos ser así de groseras! Estaba regañando a la otra bruja y empezó a mover la cabeza de forma negativa para enfatizar y que entendiera que no estaba de acuerdo con sus modos para atormentar al pobre elfo que atendía a la familia. -Y qué disfraz es ese, no puedes ponerte a robar las cosas de tu hermana mayor, eso tampoco está bien! yo no quiero que luego se aparezca por mi casa y me pregunte si yo fuí la que hizo la mala influencia para que estés haciendo esas cosas tan malvadas. Siguió regañando antes de llevarse una mano cerrada cerca de sus labios y suspirar, a final de cuentas la otra bruja iba a hacer lo que ella quisiera y no la iba a escuchar mucho así que la estaría vigilando para que tampoco se pasara de hacer cosas malas en una casa donde estaban de visita.

No tenía idea de cómo reaccionar en aquellos momentos en los que se veía realmente sorprendida por la llegada de aquel personaje tan peculiar y llamativo que se acercaba hacia ella con un aire divertidamente pomposo. Volteó a ver a todas las chicas presentes como si les preguntara de esa manera si había una forma correcta de hacer las cosas pero las dos parecían tan sorprendidas como ella misma acerca de aquella entrada, especialmente ante las trompetas que sonaban. Y entonces la bruja rubia comenzó a reír mucho, no como si estuviera haciendo algún tipo de burla porque ella no era de ese tipo de personas, sino porque de alguna manera y después de salir de su encierro eso le había alegrado mucho ese día. -Yo soy la dueña de este sitio, es un verdadero placer conocerlo señor aunque le pido unas disculpas porque justamente estabamos presintiendo que algo pasaría pero definitivamente no esperábamos que pudiera ser algo similar a lo de este tipo. Se rió otra vez y miró en dirección de los trompetistas que estaban muy animados pero entonces caminó ya poniéndose un poco preocupada hacia el brujo que acababa de llegar y extendió una de sus manos para recibir el pergamino. -Pasó algo de lo que tenga qué preocuparme? estuve encerrada en el cuarto trasero de mi jardín estudiando, no me enteré de muchas cosas y tengo que admitirlo que me encontraba demasiado concentrada. Expresó con preocupación otra vez mientras trataba de ver lo que decía el pergamino, para que la ministra de magia lo hubiera enviado hacia su casa significaba que algo malo sucedía, probablemente. -Acaso cometí alguna infracción por la que tenga que pagar? tengo el dinero, de eso no hay problema porque he estado ahorrando todo el año y se que todavía cuento con los pagos del ministerio

La elfina de la Ryddleturn se había asustado verdaderamente terminando por dar un fuerte salto al mismo tiempo que el enorme jarrón sobre su cabeza se balanceaba por el peso que cargaba y que era superior a su tamaño. No esperaba escuchar la voz de la dueña de aquel castillo y menos que comenzara a regañarles a ambos por lo que estaba pasando aunque si tenía que confesarlo, había sido su culpa. -Lo siento mucho señora! Chilló la elfina haciendo más fuerza para poder bajar aquel instrumento de adorno y colocarlo en el suelo de forma que el desbalance no provocase que al final terminara por romperlo contra el piso. -Fué mi culpa, sentí que él se acercaba desde las sombras a su propiedad así que me tomé la libertad de tomar una pose de protección hacia usted y su propiedad y aplastarle con el jarrón! Su vocecita cimbraba por lo aguda que era pero sus ojos decían que en verdad se sentía muy apenada hasta con el otro elfo por haberle amenazado de una manera tan agresiva y fea. -No volverá a suceder y me disculpo por disturbarla!

Después de llevar a los niños al parque y a las albercas, estaba decidida a que aquel día realmente la ayudaría a tener unos buenos finales y aunque fuera al menos antes de ir a comer, tenía que darle un último gusto a sus posibles hijos. O a menos dejarlos por unos momentos a un cuidado mucho más profesional y adecuado que el suyo, puesto que no creía que su novia fuera a ser muy feliz si ella en esos momentos se permitía el llevarlos consigo a un pub. O a una taberna o a cualquier sitio que la llamara esa noche mientras hacía un esfuerzo por despejar su cabeza y enfocarse en sostener bien al bebé de sus brazos mientras llegaba a la guardería. A decir verdad se sentía un poco nerviosa al ir personalmente puesto que estaba más que enterada de la relación que había tenido su actual novia con la dueña de aquel sitio pero esperaba que todo fuese olvidado al menos para mantener la paz. Le sonrió a los niños pequeños por unos instantes y luego, tocó un par de veces en la entrada antes de pasar mientras le hacía un gesto con la mano al pequeño Akira para que la siguiera aunque este se veía algo incómodo y nervioso. -Buenas noches, hay alguien ateniendo?

-Dulces Dijo sintiéndose estimulada ante la promesa de algo de azúcar que pudiera hacerla sentir mejor o al menos, regresarle algo de color a sus mejillas después de tanto tiempo alejada de la luz solar. Inspiró aire profundo y se frotó las manos antes de buscarse en las faldas la pequeña bolsa con dinero que recordaba que había llevado consigo, primeramente para la reparación de su varita. Y ahora que creía haber terminado con ello esperaba gastar un poco de lo que le sobraba en algo dulce que hiciera la finalización de aquella noche algo bueno antes de volver a su propio hogar. Ya estaba cansada de estudiar y empezaba a dolerle la cabeza pensando en que quizá se viera obligada a volver a abrir los libros, al menos por esa temporada sentía que ya había tenido suficiente de aprendizaje. -Aquí tiene su monedero, señorita Informó su elfina Pumpkin regalándole una sonrisa amable lo que le regresó la rubita cerrando sus ojos, algo apenada por haberse visto en aquellos apuros al grado de que una de sus elfinas la siguiese para prestarle ayuda. -Muchas gracias, siempre has sido muy gentil Le respondió para ingresar después en aquel establecimiento, cruzando los dedos y siendo recibida por una variedad de aromas que solo le hacían pensar en suaves y esponjosos panes con un sabor a miel de maple delicioso.

Aunque tenía poco tiempo de haber salido del encierro en el que estaba metida esperaba que de alguna manera al menos quería culminar con las salidas de aquel día bebiendo algo a las memorias de sus estudios. Iba a ser como una celebración personal para festejar el haber al menos pasado algunas de sus materias a pesar de los inconvenientes que habían apretado con toda intención pero de las que había salido airosa. El solo hecho de empujar aquellas puertas, permitir que se escuchase el sonido de su movimiento al ingresar a ese negocio y ser recibida por un aroma familiar y entrañable ya estaban haciendo su efecto. -Buenas noches Quizo saludar con cuidado ya que a la dueña solo la había visto unas pocas veces en sus últimas visitas y no quería ser una persona incómoda o si acaso la situación era diferente y no estaban recibiendo invitados. Lo dudaba, su novia tenía palabras muy buenas y animosas acerca de quien era la dueña de ese sitio pero de todas maneras eran raras las ocasiones en las que se aventuraba a hacer cualquier cosa ella sola.

Libros, realmente necesitaba libros si quería reponer todos esos que se había dejado deshojados y con las páginas muy sucias y dedeadas con todas las horas de estudio que había llevado a cabo en los meses anteriores. Había cosas en esa vida que no podían ser totalmente explicadas y entre ellas estaba su obsesión por llevar a cabo sus estudios de forma rigurosa, con ánimos sí pero ahora que era más necesario que nunca se lo tomaba todo muy en serio. -Disculpe, espero no ser de ninguna molestia pero en estos momentos tengo necesidad de cambiar algunos de mis libros viejos por sus ediciones más nuevas y con las pastas más duras, me pregunto si sería posible Pidió en aquel local, creyendo recordar que algunas de sus otras cuñadas y sobrinas políticas a las que consideraba como hermanas también solían ser las encargadas de atender a los clientes de aquel sitio. Sacó un listado de los libros nuevos que requería esperando que las brujas que atendían aquel sitio no le pidiesen mirar la tragedia en la que se habían convertido los pobres volúmenes apilados en uno de los rincones de su casa.

La bruja rubita había dado un brinco con los ojos muy abiertos al mismo tiempo que se daba cuenta de que aquella bruja tenía razón y de que estaban metidas en un buen aprieto tan solo por la falta de salidas en aquellos momentos. Se mordió el lateral de uno de sus dedos con un gesto de quedarse pensando en qué debían de hacer al respecto del estado de su cuñada, solo quería que pronto estuviese mejor pero si no se daban prisa en ayudar podrían perderla. -El gnomo, es verdad, recuerdo que estaba ese gnomo aquí aunque yo no fuí la primera en verlo pero se suponía que había tomado esta tienda como su hogar y no me gustaria pensar que se ha muerto por descuido Sus ojos se abrieron todavía más con horror y entonces se sostuvo un poco las ropas de campo para avanzar rápido hacia las partes donde recordaba que había visto la cabeza de aquel ser. Aunque también le preocupaba que con el tiempo este se hubiera vuelto todavía más antisocial y se decidiese a morderla o a pensar que ella también era una pieza de pollo a la que podía acceder para alimentarse.

Todavía le helaba la sangre el recuerdo de aquellos días en que se hubieran visto agredidas y perseguidas por las criaturas de hielo de las que se habían cubierto con llamas ardientes para no morir. O al menos, eso era lo primero que le había venido la cabeza cuando alzase sus pisadas por las escalinatas de piedra que la llevaban hasta las magníficas puertas gigantes que custodiaban la entrada a ese edificio de abogados. Ella solo trabajaba ahí como ayudante y secretaría, más dedicada a servir el té y el café y a tenerles los almuerzos preparados a todos que a la abogacía como tal en sí pero tampoco era como si ese asunto la ofendiese o la molestase. Mas bien era como si los recuerdos estuviesen apretándose para salir disparados en cuanto terminase de girar la perilla y el polvo del ambiente solitario tuviese una visión del exterior para huir hacia la calidez del día. -Ya te pusiste poeta, Lisette Se dijo con una falsa diversión. La verdad era que la alianza de la familia para sacar adelante aquellos lugares siempre la hacía sonreír, pero no podía evitar preguntarse si algún día todos regresarían al mismo hogar.