La cena a pesar de que transcurrió con normalidad, siendo sin duda agradable para todos los presentes, tanto que pronto la sensación de que algo no marchaba bien cuando llego, se fue disipando hasta que desapareció. En el intercambio de regalos la pelinegra recibió un hermoso juego de aretes y collar que Lukyan se los coloco con delicadeza. Sin embargo el más feliz era Sammael que con ojos brillantes de la emoción abría sin cuidado alguno cada uno de los obsequios que el pelinegro había puesto al pie del enorme árbol.
A la morena le había costado un poco buscar un regalo apropiado para alguien que podía tenerlo todo. Así que luego de casi darse por vencida, optó por hacerle un obsequio que, si bien no tenía un valor monetario, era en si una promesa de ella hacia él. Se trataba de un juguete muggle, un view-master que ella se había encargado de hechizar para que le muestre al mago imágenes en movimiento de momentos que esperaba pasar junto a él.
No pudo enseñarle el funcionamiento del regalo pues el ambiente volvió a cambiar y sin muchas explicaciones la guio hacía el despacho en donde se apresuró a tomar el sobre amarillo que, ahora estaba segura, era el mismo que vio cuando llego. Estaba abriendo la boca para preguntar que pasaba, cuando la respuesta a la pregunta no formulada llegó por si sola.
Recibió el sobre que le había dejado Aries y aun sin abrirlo ella ya podía imaginar el contenido. A pesar de que sabía que ese día tarde o temprano llegaría, imaginó que sería en una situación diferente. Unas lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas, el aire de la habitación pareció desaparecer, su corazón dolía con cada latido mientras con manos temblorosas sacaba los documentos del divorcio, en donde solo faltaba su firma, además de un documento en donde le dejaba por completo la custodia de Sammael.
Miro con una profunda tristeza los documentos en sus manos, que tenían el objetivo de dar un cierre a una historia de amor que en su momento fue hermosa, pero que en realidad dejaba en la pelinegra muchas preguntas no hechas, muchas respuestas que ahora estaba segura Aries jamás le daría. Estaba claro que lo que menos deseaba era verla o hablar con ella y que todo entre ellos había terminado hace mucho tiempo, entonces el recuerdo de ella trayéndolo de regreso del infierno cruzo por su mente, como si su subconsciente le estuviera mostrando el momento exacto en el que sus almas habían tomado caminos diferentes y apenas se estaba dando cuenta.
Un suspiro escapo del fondo de su pecho, sonrió con tristeza mientras se limpiaba las lágrimas de su rostro. Busco en el escritorio de Lukyan una pluma y firmo el documento, no tenia caso darle largas a una decisión que claramente ya estaba tomada. Al hacerlo sintió como su mano, su brazo y pecho quemaban, soltó un grito de dolor mientras las runas que compartía con su ahora ex esposo, empezaban a desaparecer.