Pik estaba… ¿sorprendido? Ni él lo tenía muy claro. Lo único claro que tenía es que estaba disfrutando de la escena como nunca. Anne y Taurogirl eran hermanas, ambas hijas de Beltis, un padre olvidado y quien sabe cuantos más hijos estarían esparcidos por el mundo. Cogió un puñado de palomitas e intentó no ahogarse, si supieran que todo aquello solo era el comienzo de un drama mucho más grande. Le sonrió a Beltis cuando lo mencionó y se llevó la mano a la frente en modo pensativo. —Estoy muy callado porqué no sé como contar esto, pero es necesario que lo sepan. Pero primero necesito alcohol —le entregó el bol de palomitas a Beltis y se acercó al bar. Se sirvió un trago de ron, se lo tomó de un trago y se volvió a servir otro—. Ya que nos estamos confesando y disfrutando de un momento de sinceridad familiar, que por cierto, lo veo muy necesario cada cierto tiempo, creo que es momento de contarles nuestro pequeño secreto —quitó la mirada del vaso de ron y buscó a su amante de hace mucho tiempo— ¿tú que piensas, Anne? Soltó una pequeña risita y escuchó el suspiro de asombro de alguien, no supo de quién. —Beltis, si eres la madre de Anne, esto solo quiere decir que eres la abuela de Mery, mi hija con Anne. Sí, sí, ya sé que muchos se sorprenderán y Alyssa montará un drama, pero ya que estamos confesando parentescos entren nosotros, me pareció adecuado confesar esto y que se enteren que la familia es más grande de lo que pensabas. Y no, Anne y yo ya no tenemos nada en común, solo una hija, que tampoco es para tanto. Se tomó de un trago el resto del ron y empezó a pensar en como podía irse si todo empezaba a tornarse un poco violento.