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Salazar Darcy

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  • Última visita

Acerca de Salazar Darcy

  • Cumpleaños 06/12/2010

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    0
  • Rango Social
    Aprendiz
  • Galeones
    1000
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Familia
    Dumbledore
  • Trabajo
    0
  • Raza
    Demonio
  • Puntos de Poder en Objetos
    20
  • Puntos de Poder en Criaturas
    0
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Medallas
    0

Profile Information

  • Género
    Male

Contact Methods

  • Website URL
    http://

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Reputación

  1. Suponiendo que la encontrara trabajando esa noche, no tenia idea alguna de lo que iba a decir. Esperaba que los humos del día de San Valentín le hicieran estar de modo 'amorosa' y ello me evitara mas conflictos... o mas regaños. Pero, que se le decía a una hermana después de años de haber desaparecido sin mas?. No había sido difícil dar con el Hotel que ahora ella manejaba porque, vamos, quien no podría ver semejante construcción en medio de la foresta? Si había tenido alguna duda sobre si aceptaban huéspedes demoníacos, esta se había volatizado al instante. De lo contrario lo encontraría muy irónico. Intente imaginar a mi hermana en el interior, diestra en el servicio de la hostería, con sus brillantes ojos verdes y sus rizos color del fuego, mostrando una sonrisa impecable a diestra y siniestra... la fachada de la 'bestial edificación' no iba para nada con ella. No obstante Talia había sido muy clara en sus indicaciones y no quedaba duda de que aquél era el lugar, así que me dispuse a caminar el ultimo tramo que me faltaba. Apenas habían pasado un par de semanas desde que, con gran sorpresa, una carta de mi hermana menor había encontrado el camino hasta mis manos. Sin necesidad de leer el remitente, su rebelde caligrafía en el sobre me había hecho entender que el día de mi juicio se acercaba, y aunque esperaba leer palabras mas duras y cabreadas (como siempre me escribía), me encontré por el contrario con agradables noticias. Una de ellas era la nueva faceta empresarial de Annick, lo mucho que había crecido su familia, y la importancia que tenía que planeara un viaje a Inglaterra pronto para reencontrarme con ambas. Sin duda tendría una extensa charla con Talia después, con quien debía arreglar aún viejos asuntos, cerrar viejas riñas y, por supuesto, aclarar demasiadas dudas... aunado al hecho de que también la extrañaba como el demonio. Pero Talia era una cosa, y Annick era otra. Sabía arreglármelas con la enérgica semidiosa. Eramos tal para cual. Sabía como hacerla cabrear, como hacer que deseara destriparme y al mismo tiempo, como hacer las pases con ella. No obstante, Annick... no deseaba enfrentarme a sus reproches porque contra ellos no poseía ninguna arma, ningún pretexto y ninguna salida. Siempre eran mas duras de llevar. Ya quería abrazarla. Al entrar en la recepcion cual fue mi sorpresa al encontrar a muggles, fantasmas y magos por igual. El lugar era inmenso, elegante y rústico; me hacía recordar lugares de antaño que había tenido oportunidad de pisar... y que no me traían buenos recuerdos. Pero el caso era que, el Hotel molaba en verdad. Me acerque a la recepcionista, restando importancia a mi atuendo lleno de polvo y mi barba de varios días. —Hola, quisiera una habitacion. Con ventanas suficientes porque soy algo claustrófobico y donde me pueda dar una buena ducha —me enderecé el morro militar que cargaba a la espalda, donde todos mis harapos se amontonaban — Podría decirme si Annick McKinnon anda por aquí?
  2. Por un breve momento, dejándome llevar por el hechizo en el que sus labios me habían sumergido, casi olvido el lugar en el que nos hallábamos. Había deseado tanto ese momento desde la gala, donde nos habíamos besado por primera vez, que lo único que me importaba era no perder un segundo a su lado... a pesar de cualquier pensamiento que me invadía al considerar lo que estaba haciendo y llamaba con urgencia a mi buen juicio. Deleitándome en las reacciones de su rostro (ya comenzaba a identificar cuando se sonrojaba o se avergonzaba), retiré con suavidad un mechón de su cabello que amenazaba con caer sobre sus ojos, deteniéndome a acariciar su mejilla con el dorso de mi índice mientras correspondía a su sonrisa. Entonces lancé una mirada hacia la joven bruja que se había acercado a tomar nuestra orden, tras escuchar a Bel quien aún no se decidía por algo en especial. Le sonreí con gentileza, tratando de aminorar con ello su azoramiento por verse en la necesidad de interrumpirnos. - Aún no hemos decidido, pero - tal vez no había prestado gran atención al menú, pero sabía de algunos platillos y bebidas étnicas que correspondían al país que representaba el peculiar restaurant - tomaremos mientras tanto un poco de Arak con jugo de moras... Giré entonces la vista de nuevo hacia Bel y llevándome la mano que entrelazaba con la mía hasta mis labios, deposité un beso en el dorso de ella. - Te gustará - agregué, guiñándole un ojo y tras lo cual le indique a la bruja empleada del lugar que sería todo lo que ordenaríamos por el momento. Al alejarse, jalé un poco más la silla de la Ryddleturn hacia mí, aún con ella encima, para tenerla más cerca. Mis labios le mostraron una seductora sonrisa - no creo seguir soportando que estés lejos de mí - comenté, divertido mientras me justificaba.
  3. Sabía que Bel no se lo esperaba, pero por alguna razón pensé que esa iba a ser la única manera de traspasar aquélla barrera que parecía atraparla entre un lado u otro. Podía ver en sus ojos el mismo deseo que me invadía por estar cerca de ella, y podía ver la confusión que el mismo deseo envolvía sus movimientos... pero ni su mano, ni su mirada, ni sus labios podían negar lo que entre los dos estaba creciendo, y con satisfacción pude ver como cedía ante ello, tal y como la última vez. Mis labios se curvaron ligeramente en una sonrisa al escuchar sus palabras, a tan poca distancia de los suyos que podía saborear el dulce aroma de su aliento. Dejé que sus labios se deslizaran por los míos antes de corresponder a ellos y sus movimientos en un dulce beso que no hizo mas que hacerme olvidar de todo lo demás. Podía darme cuenta que Bel resultaba un excelente tipo de analgésico para cualquier tipo de dolor, en lo que a mí respectaba. Con mi mano rodeé su cintura, atrayendo más su cuerpo hacia mi sin intención alguna de que sus labios se separaran de los míos, a no ser que fuera solo para recuperar el aire...
  4. Aún con mucho esfuerzo no lograba concentrarme en la carta de platillos; por una parte, la presencia de Bel me descontrolaba un tanto y, siendo que las cosas no estaban saliendo como hubiese deseado, me afectaba el hecho de no poder contener los recuerdos que habían revivido por causa de las palabras de la ojiazul y que se hallaban tangibles en el dorso de mis manos. Lo único que me pudo distraer durante una milésima de segundo, y me pareció sumamente curioso, fue reparar en que la mayoría de los platillos mencionados en el menú contenían pollo; inmediatamente pensé en Regina, mi jefa y hermana de Bel, a quien jamás podría invitar a dicho restaurant por tales razones. En otras circunstancias pensar en ella me habría sacado una sonrisa, pero... El contacto de la mano de Bel con la mía me sacó de mis pensamientos en un instante, girando la vista hacia ambas en su trayecto hacia la superficie de la mesa. Mis ojos se alzaron hacia los de la vampiresa, justo a tiempo para escucharla disculparse... fruncí el cejo. - ¿Por qué te disculpas? - pregunté, entrecerrando los ojos y con la frustración evidente en mi voz; sin embargo ella hizo caso omiso y expresó algo que no pude acabar de entender << ¿Cual niño? >> Sacudí ligeramente la cabeza, echando fuera todo aquéllo que me estaba confundiendo. Los cambios de humor de la Ryddleturn me frustraban un poco y, sin embargo, ponían mi mundo de cabeza deseando a cada instante hacerle ver que conmigo no había nada que temer. Sentía el frío tacto de su mano hacer cosquillear la mía; su sonrisa hacía que mi corazón se agitara dentro de mi pecho con violencia lanzando demasiada sangre por mis venas e inquietándome. Mi otra mano se alzó en el justo instante en que Bel comenzaba a bajar la mirada de nuevo, sujetando su mentón. Suspiré, dejando que la profunda mirada de mis ojos descansara sobre los de ella y supieran expresarle lo que por dentro me estaba carcomiendo... - Creo que lo sabes, ¿no es así? - esperé a que sus ojos me respondieran; ellos no podrían mentirme aunque ella lo intentara - lo que siento por tí...?
  5. Divertido por las explicaciones que me daba, recargué mi espalda completamente en el respaldo de mi silla, manteniendo uno de mis brazos sobre la mesa y el otro por encima de mi cabeza mientras me pasaba una mano por entre mi oscuro cabello. Era curioso como parecía que Bel, de alguna forma, adivinaba mis pensamientos... ni siquiera había mencionado algo en voz alta sobre mi dudas referentes a su alimentación pero, pensé, quizás se debía a que acostumbraba a dar tales explicaciones. Por alguna razón sentí que Bel me evadía con la mirada; lo tomé como una mala señal. Más aún cuando, encontrando mi mano, sus dedos siguieron el trazo de las cicatrices en ella causando que me turbara un poco... sus palabras terminaron por borrar la sonrisa de mi rostro e inmediatamente, una vez que las suyas se apartaron, retiré ambas manos de sobre la mesa colocándoles bajo esta, sobre de mis piernas, convertidas en puños. En ese momento le di gracias a la carta del menú por darle algo en que fijar su mirada en vez de la severa expresión en mi rostro que me costó relajar. Por debajo de la mesa, mis dedos rosaban la irregular textura de las marcas en mis manos, sin poder dejar de pensar en lo que la Ryddleturn acababa de expresar y en lo que enseguida respondió... << ¿Destino? >> - Supongo que lo mismo - respondí, recuperándome de la ligera turbación y haciendo caso omiso a las preguntas que ansiaba hacer a la vampiresa y saber a qué era lo que se refería exactamente. Varias teorías se me venían a la mente y no sabía como reaccionar -, realmente cuando entré acá no sabía a donde me estaba metiendo - sonreí, encogiéndome de hombros - tal vez era mi estómago quien solo me guiaba, pero me alegra que así haya sucedido... Sus ojos seguían inmersos en el menú y solté un suspiro casi imperceptible; un tanto derrotado fijé la vista en el mío, tratando de leer los platillos que allí se servían...
  6. No deseaba importunar demasiado a Bel con mis torpes palabras con las que denotaba mi casi nula experiencia en situaciones como la había comenzado a rodearnos desde hacía tiempo. Mas aún, no era del todo ignorante de su situación y, aunque no sabía hasta que punto yo podría gustarle, sabía que aún así podría resultar incómodo para ella si consideraba la poca información que tenía acerca de su historia con... - ¿Deseas ordenar algo? - pregunté, sintiéndome absurdo al formular tal cuestión a un ser que no necesitaba alimentos humanos en su organismo. No obstante, deseaba animarla a subir la mirada de nuevo después de haberme hecho sentir cosquillas estomacales al haber correspondido de aquélla manera a mis palabras. Una seña más de que ella lidiaba con algo que iba mas allá de mi comprensión; era claro que yo deseaba tener algo con ella, pero algo me decía que no lo lograría sin paciencia -, yo invito... Le extendí una carta con el menú, rosando su mano con la mía ligeramente al hacerlo. Allí donde se tocaron sentí un ligero y agradable cosquilleo. - ¿Y puedo saber que es lo que te ha traído por aquí?...
  7. Le acerqué a la mesa, dando un ligero empujón a la silla, cuando la Ryddleturn tomó asiento en ella. Pasando un poco la sorpresa pude reparar con más detalle en su apariencia, encontrándola, como siempre, encantadoramente vestida. El azul le sentaba muy bien y resaltaba de una forma hipnotizante sus azules ojos, los cuales pude ver que no dejaban de clavarse en mi mientras tomaba asiento en mi silla. La miré y sonreí, escuchándole responder a mis preguntas y recargando mi peso sobre los codos ambos puestos en la mesa. Me pareció que escuchar a un vampiro hablar de agotamiento físico estaba de chiste; Bel no dejaba de lucir atractiva estuviese como fuera, algo que sin duda le ayudaba para que yo no pudiese apartar los ojos de ella. - Pues yo estoy... - comencé, deteniéndome al no tener una respuesta concreta para ello. De hecho, era la primera vez que me lo preguntaban desde hacía semanas, y eso hizo que me lo pensara antes de responder - No lo sé - fui sincero; sin embargo mis labios se curvaron en una nueva sonrisa mientras mis ojos se clavaban en los suyos -, aunque mi día está mejorando... Esperaba que entendiese mi indirecta; si bien había ansiado tal encuentro desde la última vez, aunque una parte de mí, la que me inquietaba desde hacía tiempo, había estado buscando evitándolo. Me avergonzaba; no era hábito mío huir de mis sentimientos, y aunque no los entendía del todo, me bastaba con sentir cómo hacían mi corazón latir cuando Bel estaba cerca para darme cuenta de lo que deseaba... - Te he extrañado - confesé.
  8. Ningún rostro conocido aparecía a la vista, haciéndome suspirar con alivio e inquietud al mismo tiempo. No tenía ni la menor idea de las razones que me hacían apartarme de toda compañía en las últimas semanas; lo hubiese podido comprender en tiempos anteriores a mi llegada a Ottery, pero en dichas circunstancias, donde no me hacía falta nada (relativamente) mi ermitaño comportamiento se estaba convirtiendo en una preocupación más en la lista. Examiné mis manos mientras mis pensamientos giraban en torno a todo ello, sin prestarle gran atención realmente a las magulladuras y cicatrices que llenaban el dorso de ellas, víctimas de duros trabajos e, incluso, viejos escarmientos infringidos por magos que hacían que se me revolviera el estómago tan solo con su recuerdo. No alcancé a distinguir por ende la voz femenina que de pronto, y de la nada, se había dirigido hacia mi por la espalda haciéndome girar reacio la cabeza un tanto confundido y sorprendido... Me puse de pie al instante, dejando atrás el segundo en que me había quedado tan solo boquiabierto al descubrir que no era cualquier persona. Había pestañeado en cuanto su sonrisa había dejado de encandilarme y había correspondido a ella con una galante curvatura de mis labios. - Por supuesto que no - respondí, agradeciendo que mi voz sonara normal: grave y aterciopelada; sentía que la cabeza me daba vueltas, aún sin recuperarme del todo por la sorpresa de encontrarme con ella sin haberlo planeado - que sorpresa verte por aquí, ¿Cómo has estado?... ¿Gustas sentarte? Me acerqué rápidamente a una silla contigua a la mía y la hice hacia atrás para ofrecérsela; ni siquiera sabía si estaba de paso o de salida...
  9. La idea de pasear 'por allí' sin un rumbo fijo aparente estaba resultando más agobiante que relajador; el bullicio de la gente, mientras me adentraba en el callejón Diagón, pronto hizo que me arrepintiera de haber salido de casa, donde el sol no me escocía la nuca con sus refulgentes rayos y el calor se acumulaba en cada rincón. Ese día, en vez de primavera, pareciera que Londres se cocinaba bajo un día común a mediados del verano. Al menos la mansión se mantenía fresca, y podría haberme quedado a hacer cualquier cosa... cualquier cosa que no fuera simplemente caminar y hacer nada. Desesperado, doblé ligeramente a la derecha y me introduje por una puerta hacia el interior de uno de los negocios que se enfilaban en el callejón; ni siquiera leí el letrero de la entrada, pero me vi recompensado al momento, cuando el bullicioso ruido del exterior se convirtió apenas en un sonido hueco y lejano. Me relajé, exhalando la bocanada de aire que había estado conteniendo en mi aparente estado de estrés, y recorrí el desconocido lugar con la mirada. En ese preciso momento llegó hasta mis oídos una queda melodía suave y placentera que me hizo reconocer la temática del peculiar restaurante. Mi estómago gruñó al reconocer el delicioso olor que emanaba de alguna parte del recinto y, sin pensármelo dos veces, tomé asiento en uno de los sillones que se encontraban sobre el suelo alfombrado y sobre el cual, dispuesto en la pared, se encontraban un par de sables cruzados con la hoja de acero en dirección al techo. Me puse cómodo, quitándome además la liviana chaqueta con la que me había ataviado al salir de casa, y tomé entre mis manos el menú dispuesto sobre la mesilla. Hasta ese momento, no me había percatado de la presencia de alguien más dentro de aquél lugar, sin embargo, mientras buscaba algún mesero o elfo que pudiese atenderme, reparé en algunos comensales que se hallaban inmersos en charlas y en sus alimentos...
  10. Llevándose el vaso con su bebida hasta sus labios, el pelinegro escuchó a la joven arqueando ligeramente las cejas ante su peculiar respuesta. Sus labios se curvaron como reacción antes de dar un pequeño trago a su bebida, sintiendo a esta deslizarse por su garganta dejando a su paso un desagradable sabor. Definitivamente no estaba acostumbrado a ese tipo de bebidas, y no dudó en volver a colocar el vaso sobre la barra para olvidarse de ella de una vez por todas. - Sí, aún sigo – respondió, medio frunciendo el cejo. Si bien, era cierto que a pesar de las demoras no pretendía dejar la academia y le pareció que estaba por demás decir que le costaba trabajo adaptarse a ella. Aquello le molestaba – tengo entendido que tú te has graduado !Te felicito! – mencionó, desviando un poco el sentido de la conversación - ¿A que te has dedicado desde entonces? El mago se descubrió verdaderamente atraído en el tema, apreciando el momento que el destino le daba para interesarse en algo más que en sus problemas. Se dio cuenta de que en las últimas fechas no había tenido gran oportunidad de charlar con alguien estando su hermana y su mejor amiga fuera todo el tiempo, y Maddy había caído como del cielo.
  11. El barman no demoró con su bebida provocando que el joven mago desviara su atención del bullicio hacia la barra. A su lado una bruja con joven voz solicitaba un vodka haciendo al pelinegro girar la cabeza con curiosidad para mirarla; no le pareció una chica que soportara bebidas tan fuertes, pero a menudo el demonio se equivocaba en esas circunstancias; había sido testigo en numerosas ocasiones de equívocas deducciones acerca de la fortaleza de un humano. Una mortecina luz proveniente de la pista de baile iluminó la barra por un pequeño instante, permitiéndole a Salazar descubrir el rostro de la bruja con más detalle. Reconoció a Madeleine en el acto. Recordó la última vez que le había visto, precisamente en el mismo club nocturno en el que se encontraban; aquélla ocasión Salazar había tenido que desaparecerse temprano, por lo que desde entonces ya no tuvo contacto con nadie de los que había acompañado aquélla noche. El nuevo encuentro le pareció curioso… - Hola Maddy – saludó, alzando su grave y aterciopelada voz lo suficiente como para que la castaña le escuchara; al atraer su atención le mostró una sonrisa, esperanzado en que le recordara; con lo antisocial que se consideraba, el mago no confiaba demasiado en ello, sin embargo se aventuró -, que agradable coincidencia verte por aquí ¿Cómo estas?
  12. La mirada del mago intentó traspasar más allá de la negrura de la noche, donde las luces psicodélicas del club nocturno, a su espalda, iluminaba tan solo unos metros a la redonda. Era tarde, y no había un alma por el estrecho callejón. El ruido de la música, aún fuera del establecimiento, comenzaba a retumbar en sus oídos… Le agradaba; la música parecía enviar ondas a su cabeza que lograban expulsar los pensamientos que el pelinegro había intentado olvidar desde hacía días. Con suerte, una vez dentro, aquél objetivo se cumpliría por completo. En eso confiaba. Se giró y pidió acceso al interior del club; su pinta era normal y relajada, tan solo unos vaqueros oscuros, remera blanca con cuello en V y un saco encima que le protegía del frío ambiente. Lo básico para cumplir con las reglas de estética en aquél lugar recurrido por la gente mágica y sin llamar mucho la atención. Al entrar, como había predicho, la música y el bullicio le transportaron inmediatamente a un lugar en el que no había pertenecido desde hacía tiempo. Familia, amigos, responsabilidades… y romances, quedaban fuera de escena; nada de eso pertenecía a ese lugar y a ese momento. Luces de colores recorrían el establecimiento, dibujando rostros, cuerpos, mesas, paredes y suelo de tintes llamativos mientras Salazar se acercaba a la barra con suma desenvoltura. - Black Russian – pronunció, cuando el barman se le acercó para ofrecerle algo de tomar. Pedir ese tipo de bebida no era algo común en el Black, pero esa noche no tenía intención alguna de caer en ‘lo normal’. El club estaba a medio abarrotar y el demonio recorrió el lugar con sus profundos ojos color del mar. Detectaba el aroma humano en el ambiente, impregnado de alcohol, humo y transpiración; no era un olor muy agradable, pero también hacía emerger en él sensaciones que dominaban sus sentidos y que desechaban aquéllas que eran mas humanas y doloras. Se quedo allí, simplemente observando, esperando el momento oportuno para cualquier cosa que pudiese pasar…
  13. Ginny me recibió con una agradable sonrisa afirmándome que venía sola aunque ya se había percatado de todos los que nos hallábamos presentes. No pude evitar mostrarle una pícara sonrisa, dándole a entender que no la íbamos a dejar tranquila en toda la noche. Me senté junto a ella, percatándome de que varios del grupo se acercaban. Estaríamos más cómodos en la mesa. Noté que Bridget se acercaba, tras quedar sola en medio de la pista; busqué a Stefan con la mirada, pero entre toda la multitud y el bullicio que hacían, no pude dar con él. - ¿Todo bien? - le pregunté, una vez que saludó de beso a Ginny. Esperaba que Stefan no fuera grosero con ninguna de mias compañeras. En general, esperaba que ningun chico se pasara de listo. Brid se acercó a Maddy y a otra chica, de la cual aún no sabía su nombre (Tania); mientras tanto, Kamy regresaba del baño y se sentó junto a ¿su hermana?. No sabía que lo fueran, pero apenas las estaba conociéndo de modo de que no me sorprendí. Lo que si me sorprendía era la cantidad de gente que se nos unía, el último había sido un joven (Andy) que particularmente me hizo recordar a un primo por su forma de moverse y su andar. Un poco salvaje, pero en aquél momento, inofensivo. Maddy no tardó en sacarlo a bailar, lo cual me causó gracia; el chico no parecía del tipo bailador, pero todas las personas podían llegar a sorprenderme. - Eh, Kamy ¿lista para seguir bailando? - le pregunté, con gesto divertido - ¿Alguien más quiere bailar?... A falta de más varones, me pareció que podíamos bailar en bola.
  14. Con el bullicio que impregnaba el ambiente dentro del club, Kamy ya no pudo decirme la pregunta que deseaba le respondiera, lo cual dejaba con un mal sabor de boca a mi evidente curiosidad. Pero ya no la pude convencer de que me volviera a decir de qué se trataba, y tras dos canciones más, regresamos a la barra para unirnos a los demás. Con gratitud, tomé la cerveza de mantequilla que Madeleine había pedido por mí. Me causaba gracia que hubiese podido entender mis señas a pesar de lo poco que nos conocíamos. Así que, acalorado y agitado por tanto baile y por tanto brinco, me tomé medio tarro de un jalón. Fue cuando volví a colocar mi vaso sobre la barra que pude distinguir de entre la multitud, a una guapa bruja que ya me era un poco familiar. - !Eh! Miren quien está allá - apunté hacia una de las mesas que no se encontraba muy lejos de donde se hallaban -, es Ginny! Me acerqué a ella, para saludarla y de paso invitarla a que se uniera a nuestro grupo. Me sentía extraño; no era mi costumbre ser tan abierto y desinhibido, aunque utilizar la palabra 'costumbre' era un error. Yo jamás había salido con amigos. - !Hola! - le sonreí, con dulzura - que sorpresa verte aquí, ¿como estás? ¿vienes sola? Tal vez era una pregunta un tanto indiscreta, pero me pareció extraño verla sola en la mesa a pesar de lo guapa que se veía.
  15. La música, rítmica y de lo más actualizada, seguía inundando aquél establecimiento en el que ahora me hallaba con mis amigos. Sonreí ante la simple palabra; yo jamás había tenido amigos. Kamy, a pesar de haberme confesado de que no tenía mucha experiencia bailando, lo hacía bien. Al menos no me había pisado no yo le había pisado a ella. Era un alivio. Desde la pista podía ver a los restantes de mis compañeros, sentados al lado de la barra, ya con algunas bebidas entre sus manos. También pude notar que se había unido más personas al grupo; con un gesto, saludé desde la pista a Maddy, y tan solo con señales, le pedí que nos pidiera a Kamy y a mi algo de beber para cuando regresáramos junto a ellos. En ese momento, sentí que mi compañera de baile me hablaba, pero el ruido seguía amortiguando cualquier intento de charla, de modo que me acerqué, tomándole de la cintura sin dejar de bailar, para que me pudiera repetir sus palabras. - Claro que si, de que se trata? - le pregunté, curioso, al oído para no tener que gritarle, mientras Bridget y Stefan se unían a nosotros a la pista de baile. Le lancé a Brid una sonrisa socarrona que denotaba el deleite que me ocasionaba al verle pararse en medio de la pista, lista para ser el 'alma de la fiesta'.

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