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Mathías Lear

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Mathías Lear ganó por última vez el día 28 Febrero 2013

¡Mathías Lear tenía el contenido más querido!

Acerca de Mathías Lear

  • Cumpleaños 15/07/1987

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    4
  • Rango Social
    Unicornios de Plata
  • Galeones
    50367
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Familia
    Croft.
  • Trabajo
    0
  • Escalafón laboral
    T1
  • Raza
    Vampiro
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    20
  • Puntos de Poder en Criaturas
    0
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Conocimientos
    - Primeros Auxilios
    - Artes Oscuras
    - Conocimiento de Maldiciones
    - Adivinación
  • Medallas
    0

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Slytherin
  • Género
    Male
  • Location
    Un lugar llamado ninguna parte
  • Interests
    Ojo por ojo y un día de estos... todos acabaremos ciegos!

Campos para Gringotts

  • Escalafón último mes cerrado
    T1
  • Posteos acumulados último mes cerrado CMI
    11

Contact Methods

  • MSN
    ¿Ah? ¿eh? ¿que?
  • Website URL
    http://e.e
  • Yahoo
    No lo uso :3
  • Skype
    Pidemelo a ver si tienes suerte.

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Reputación

  1. Hermanito *se le rompe el cora mientras le deja amor*

  2. Rachel para mi, era un soplo de aire fresco. Sentir su cercanía, me había hecho sentir cosas que no sentía desde hacía mucho tiempo. Podía ser una niña, una guerrera y, por supuesto, una mujer; admirable, segura, la persona a la que podría confiarle mi vida si fuera necesario. Confiaba en ella más que en mi mismo. Su reacción ante mi respuesta, me dejó más tranquilo. Por un momento había sentido temor de que esto no fuera lo que ella quería, que el irnos juntos, no hubiese sido su propuesta inicial pero su reacción me había hecho entender que sí, así que sin más, estaba dispuesto a emprender ese camino a su lado, a olvidar el ermitaño en el que me había convertido con el paso del tiempo y a iniciar un nuevo camino junto a ella. Cogió mi mano y una especie de electricidad, recorrió todo mi brazo. Por primera vez, sonreí abiertamente, creo que realmente está vez mis dientes habían salido a relucir después de tantos años. No sabía que había atrás del arco, no sabía que destino nos esperaba una vez lo cruzaramos, lo único que tenía claro era que no la obligaría a vivir mi tormento ni acompañarme en él. Empezamos a avanzar, más bien a paso rápido, la brisa era fresca y nuestros pies estaban empapados en agua, el pequeño riachuelo no dejaba de correr y la vida a nuestro alrededor, seguía creciendo. Cuando empezamos a cruzar, fue como si una enredadera invisible nos amarrara; ella no soltaba mi mano y yo no soltaba la suya, estaba seguro que una vez que saliéramos de allí, no la soltaría nunca más. La sensación era extraña, era como estar preso y por un instante, tuve la sensación de que pudiera ser una trampa y nos obligaran a permanecer allí recluidos hasta morir, sin embargo, Rachel logró salir primero y tiró de mi hasta lograr sacarme. Todo del otro lado era diferente, los colores, los aromas, nuestra vestimenta incluso. Mi ropa y la de ella, se habían regenerado en el momento en que cruzamos el arco. Mi herida seguía ahí pero ahora, parecía que ya llevaba varias semanas de curación. Mi camisa blanca impoluta y unos pantalones beige también impecables, Rachel se veía guapísima, más de lo que la recordaba y fue cuando captó mi atención, parecía que iba a desmayarse en cualquier momento, corrí a su lado y la rodee por la cintura con mis brazos, besando cariñosamente su mejilla. - ¿Estás bien? .- Pero no contestó y se acercó a la fuente. Quise ver que miraba y su patronus, invadió el lugar; de inmediato supe de que se trataba, nosotros mismos, nos habíamos salvado de los dementes. Sonreí y la seguí, tenía un recuerdo feliz y la incluía a ella, ella era mi recuerdo feliz, así que mi tiburón, salió al ataque para enredarse junto a su serpiente. Con mi brazo libre, rodeé su cintura y la besé, fue entonces cuando los recuerdos surcaron mi mente. ************* Flash Back Era un aula, en la academia de magia. Un Mathías mucho más rosagante y menos desgastado revisaba documentos en un escritorio, mientras una chica, entraba luego de finalizada la clase. - Profesor, agradezco las horas de clases, ha sido un placer ser su alumna.- era Rachel. Mathias la vio un momento y se levantó sentándose ligeramente en el escritorio. - Ha sido un placer para mí ser tu profesor Brice, estoy seguro, que serás grande en lo que sea que hagas .- se acomodó la chaqueta y le sonrió de medio lado. ************************* Años después. ************************* - Mi querida alumnita - Dijo Mathías. Tenía la misma apariencia pero parecía mucho más experimentado. Se acercó a una joven de espaldas, solo sé veía su larga melena.- - Mi querido profesor, tanto tiempo...- - Tiempo que por ti no pasa .- sosteniendola por la cintura, la giro hacia él, nuevamente era Rachel. Se miraron y entonces él la besó. - ************************ End Flash Back ************************ Una nueva sonrisa surcó el rostro de Mathías, más aún cuando lo llamó profesor. Sonriendo en sus labios la sostuvo contra él y pegó su frente a la de ella. - Nunca me voy a querer deshacer de ti, alumnita.- Tras decir aquello, la volvió a besar. No sabía que camino les tocaría recorrer ahora, no sabía a dónde irían ni que tendrían que hacer de ahora en adelante, lo único que entendía, era que El Bosque de Luz los había unido y él, por supuesto, no estaba dispuesto a separarse nunca más de ella.
  3. Dolor... dolor era lo único que invadía cada uno de mis pensamientos, con cada paso que dábamos. Sabía que la despedida cada vez estaba más cerca, sabía que los recuerdos que habían invadido mi mente, minutos, horas antes... se quedarían en solo eso, recuerdos pues yo, no le impediría hacer aquello para lo que había venido hasta aquí, aquello para lo que el destino la había cruzado en mi camino: demostrar que se podía salir cuerdo y... vivo, del Bosque de Luz. Ahora estábamos allí, parados sin decir nada. La vida que nos rodeaba, parecía haber salido de una capsula del tiempo que alguien olvidó muchos años atrás; el sonido del agua, el cantar de los pájaros, incluso la respiración de ella y la mía, tenían otro sonido, generaban otra sensación. No quería moverme pues sabía, que en el minuto que lo hiciera, le perdería para siempre. Su rostro y su mirada, me decían todo... estaba ansiosa, emocionada y feliz, sobretodo eso último. Di un paso atrás mientras agaché la mirada viendo como el agua, chocaba con mis zapatos negros llenos de tierra y barro. Yo no era quién para detenerla, ni si quiera estaba seguro de que ella me recordara. Inspiré aire suavemente, el aroma de las flores inundó mis fosas nasales, era épico. Cuando volví la vista a ella, algo me sorprendió. Sus labios, los que había sentido hacía a penas unas horas, abordaban mi boca sin miramientos. Sus manos subían hasta mi cuello, enredando sus dedos en mi pelo y entonces, sentí todo su cuerpo contra el mío, casi como si fuéramos uno. Por un momento, no supe de mi, no reaccioné pero... cuando entendí que realmente estaba pasando, mis manos se amarraron en su cintura y recorrí la extensión de sus caderas, rodeandola finalmente en un profundo abrazo. Sentir el contorno de su cuerpo contra el mío, su calor y sus labios besándome sin sentido ni razón, me recordaron el por qué, de mi decisión de alejarme de todo. Me había encerrado allí porque estaba sólo, porque no tenía un motivo para seguir luchando y porque me consideraba un monstruo pero ahora... esa condición que, según yo, me convertía en monstruo había cambiado pues ya no era del todo vampiro y ahora, estaba ella. Se separó de mi y me confirió un último y fugaz beso pero yo, no me iba a quedar con ese regustillo nada más así que, antes de que ella pudiera decir nada, sostuve su mano y la atraje hacia a mi, para besarla de nuevo. Mi lengua jugueteaba al principio tímida, pero después ansiosa; podría decir que estaba esperando ese beso desde que la vi aparecer en mi cabaña luego de una potente ráfaga de viento. Cuándo por fin pude separarme de ella, con uno de mis nudillos, acaricié su mejilla mirandola tan cerca que casi quería fundirme de nuevo en sus labios, sin embargo, me contuve y llevé un mechón de su largo cabello tras su oreja para escuchar lo que tenía que decirme. Su pregunta, me hizo reconsiderar muchas cosas aunque... ¿me lo preguntaba sólo porque tenía miedo de salir sola de allí? Antes de que yo dijera nada, ella recondujo sus palabras y ahora usó "conmigo", realmente la morena quería que saliéramos juntos pero... para mi, aquello significaba enfrentarme a todo de lo que había huido. Viví muchos años en la sombra, el Bosque de Luz, me mantenía cauto, neutro... si salía de allí, tampoco tendría a donde ir, sin embargo, algo me decía que si no salía, me iba a arrepentir por lo que me quedara de vida qué, según lo que podía suponer gracias a la bala que tenía en el pecho y todo lo que vivimos, era bastante. - Rach... yo... ¿te das cuenta que esto empezó hace solo unos días y que yo llevo aquí, no sé cuánto tiempo?.- Si le decía que no saldría de allí ¿Se quedaría? ¿Mi respuesta sería condicionante para su decisión? No quería condenarla a vivir eternamente en aquel endemoniado lugar; para ella no era justo... ella aún, tenía mucho que dar. Enredé mis dedos en los de su mano y miré en silencio la fuente que nos invitaba a cruzar. Parecía recién sacada de un cuento de hadas. Brillante, perfecta... asentí con la cabeza, había llegado la hora de tomar una decisión. - Si es que tienes toda la razón.- admití sintiendo como se alejaba un poco de mí. - absurdo es... pero...- me acerqué de nuevo y otra vez cogí su mano haciendo una pausa.- más absurdo sería que te dejara ir.- la miré, cogí su cara entre mis manos y besé sus labios una vez más, fue un beso efímero y casi podría decir que dulce. Me separé de su rostro y miré de nuevo hacia la fuente.- si tú estás lista para cruzar, yo estaré listo para cruzar contigo. - Tras decir aquello, sin soltar su mano, comencé a avanzar a su vera. No sabía que nos esperaba del otro lado, la única certeza que tenía, era que ahí, estaría y ella y junto a ella... sin duda, era mi lugar.
  4. Sonreí al escucharla ¿De todo lo que había pasado allí, a ella solo le preocupaba haberse visto como una oruga? Debía admitir, que era gracioso ver a la señora oruga patinar por el lugar con su cara y finalmente desintegrarse pero, en ese momento, habían otros asuntos que tratar. Sentí su mano en mi hombro y la miré. - ¿De verdad lo que más te preocupa es el tema oruga? - no pude evitar comentarlo aunque era más bien, a modo de broma.- Yo estoy bien Rach, de verdad. - acomodé un poco mis vendas y asentí ante su comentario de salir de allí. No podía estar más de acuerdo.- No sé si pasaron horas, minutos o si tal vez, solo habían sido segundos pero a mí, me pareció una eternidad todo lo que avanzamos cogidos de la mano dentro de ese bosque. No estaba cansado, solo un poco fatigado. Si ella no se hubiese detenido en ese momento, tal vez hubiese vomitado. Se preocupaba siempre por mi y aquello, me gustaba pero... me preocupa que una vez saliéramos de allí, esa fusión y ese equipo que habíamos logrado formar, desapareciera. Vi el libro que tenía y escuché atento su pregunta. Cerré los ojos un momento. Quería pensar y visualizar aquél escenario que me estaba describiendo. Una colina, grandes muros. Me senté a su lado y cuando puso su cabeza en mi hombro, apoyé mi cabeza en la suya; era grato estar así con ella, sentir su tranquilidad, lo cómoda que estaba conmigo y la cercanía que habíamos logrado materializar aunque... Teniendo en cuenta todo lo que habíamos vivido, no era de esperarse menos. - Ahora que lo mencionas... Recuerdo algo así.- dije de la nada mientras mi mente trabajaba.- unos días atrás, vi una especie de colina pero había una puerta, un arco o algo así... No quise entrar porque asumí que era la salida y... Bueno, estaba tan asentado aquí dentro, que no quería salir... No era mi prioridad.- Me quedé en silencio un instante y pensé en lo que aquello supondría. Si la llevaba hasta la colina dónde se suponía que estaba la Fuente de la Buena Fortuna ¿Qué me esperaba? ¿Se iría sin más? ¿Sería el momento de decirnos adiós... para siempre? Suspiré y, a pesar de aquello, tomé una decisión: su felicidad, estaba por encima de mis miedos y mis dudas. La llevaría, aunque aquello supusiera tener que decirle adiós. - Creo que puedo llevarte, no es muy lejos de aquí.- aguardé cauto unos segundos y me levanté... "vamos a la aventura" fue curioso ese comentario... Me encantaría que mi aventura fuera ella.- ¿Lista para la aventura?.- La ayudé a ponerse en pie y sin detenerme a pensarlo demasiado, entrelacé los dedos de una de mis manos con una de las suyas. Comencé a avanzar, al principio muy lento ya que, en mi absurdo egoísmo, sabía que mientras más tardaramos en llegar, más tiempo nos quedaría juntos, luego, comencé a ir más rápido pues... Si ella de verdad me importaba, no querría otra cosa que hacerla feliz. A medida que avanzamos, la niebla se fue disipando, la grama comenzaba a crecer verde y sana y los árboles, eran frondosos y verdes aunque... Lo que más captaba la atención, era escuchar el cantar de los pájaros. No recordaba hacía cuanto tiempo no escuchaba un sonido tan básico como ese. Finalmente, ante nuestros ojos se abrió un sendero de piedras blancas y un pequeño riachuelo, nos mojó los pies. Inspiré aire y entonces, alcé la mirada para encontrarme de frente con unos enormes muros separados por un arco maravilloso hecho de piedra antigua. Flores de todos los colores, dibujaban un camino perfecto que desembocaba en lo alto de la colina dónde hecha de oro y cristal, una preciosa fuente dejaba caer el agua que alimentaba a cada ser vivo de ese lado del bosque. - Rach, mira...- fue lo único que alcancé a decir y de inmediato le miré, antes de que ella viera la fuente. Quería ser el primero en ver la alegría en su rostro, quería memorizar aquella imagen en mi memoria y guardarla para siempre aunque aquello... Pudiera implicar el fin de nuestro camino juntos. Por segunda vez había recordado lo que era el miedo, algo bastante curioso ya qué... Las dos ocasiones se relacionaban directamente con perderla. Yo no tenía idea de que nos esperaba de ahora en adelante, no quise ni si quiera avanzar, ni moverme, no sabía si podíamos atravesar ese arco. Este era su logro, era el logro de Rachel y yo estaba feliz por haber contribuido en su cometido pero ahora, sería ella quién tendría que guiarnos si es que el "juntos" era una opción.
  5. - Fui sanador, si... tal vez en otra vida.- me gustaba mucho usar aquella frase.- Pero antes de ti, no había encontrado una razón para despojarme de ese objeto que me estaba matando tan lentamente y ahora... No sé ni si quiera si saldré de aquí pero al menos, que valga la pena ¿No?. Cuando llegamos a la cueva, sentí su mano coger la mía y en medio de la oscuridad, sonreí de nuevo. Algo muy extraño me pasaba con ella, sentía conocerla de hacía tiempo. Sólo con tocar sus manos, podría revelarle mi alma. ¿Como podría hacer para que ella me recordara también?. Recordé entonces, el beso que di en su frente y suspiré; la sensación había sido como una bocanada de aire fresco en medio de un terremoto de memorias olvidadas. ¿A caso ella no sentía lo mismo? Podría estar seguro, podía sentir que me recordaba... Yo recordaba su voz, sus ojos y estaba seguro, que el destino, era el que se había encargado de reunirnos en ese lugar. - Yo estoy bien Rach...- ¿Por qué la había llamado Rach? ¿En qué momento había empezado a sentir aquella confianza?.- no creo que sea buena idea que...- hice silencio justo cuando me recosté de la pared porque sus manos, en plena oscuridad, me empezaron a buscar; tocó mi rostro y besó mi mejilla.- Estiré mi mano, para coger la suya pero solo alcancé a dibujar pequeñas virutas con mis dedos en los suyos, al mismo tiempo en que se esfumaba, exactamente igual que como ella estaba haciéndolo. No era partidario de que saliera sola, la noche, el Bosque de Luz... Esa era una fusión mortal. - Rach.. no hace falta, podemos sobrevivir una noche sin agua...- pero era tarde, ella se había ido y yo, en un intento de levantarme, me dejé vencer por la agonía y caí inconsciente en un estado de limbo total. Cuando logré despertar, no sabía exactamente cuando tiempo había pasado, sin embargo, me sorprendió el hecho de ver cierta luminosidad dentro de la cueva. Pensé por un instante que Rachel había vuelto y tal vez, estaba encendiendo una fogata. Agudicé la mirada y empecé a buscarla hasta que entonces, pude verla en una esquina de la cueva, dándome la espalda. - ¿Rach? - inquirí. Su torso estaba desnudo y llevaba una larga falda pero esta, era blanca. Cuando me escuchó, se giró lentamente; estaba demasiado diferente ¿El bosque le habría podido hacer algo?.- Sus pechos, se cubrían debido a dos largos mechones de cabello que caían sobre sus hombros. Llevaba en sus manos su daga. Estaba en total silencio y comenzaba a avanzar hacia mi. Se detuvo a pocos metros, yo la miraba atónito, no entendía que era lo que sucedía, hasta que vi que levantaba sus brazos y empuñaba la daga con sus dos manos. Abrí mis ojos como platos, estupefacto por la impresión. Ya entendía lo que pretendía hacer. En un impulso grité un ¡No! Fugaz y limitante, no pude moverme y vi como la daga se enterraba en su estómago. La desesperación cada vez era mayor, me faltaban las fuerzas y comenzaba a arrastrarme hacia ella. Era muy tarde, una, dos, tres puñaladas... ¿Que podía hacer para evitarlo? Se desplomó en el suelo... ¿Muerta?. ¿Estaba muerta? De la nada, su cuerpo grácil, había adquirido una tonalidad blanquecina, ya no era más ella y eso me dolía como no lo hubiese podido imaginar jamás. Inspiré aire para dar un último empujón y acercarme a ella pero entonces, comenzó a moverse y al fondo, escuché una voz. Atónito ante lo que veían mis ojos, lo entendí... El bosque nos estaba jugando sucio otra vez. Mi semblante cambió pues... Entender aquello sólo significaba una cosa, Brice, me importaba más de lo que me había esperado alguna vez. Se trataba de mi Boggart ese que estaba en el piso, comenzando a levantarse de entre los muertos. Mi temor, era que ella muriera. Como pude, me levanté y saqué mi varita del bolsillo de mis pantalones. Apunté a la Rachel lúgubre y siniestra y pronuncié fuertemente el hechizo que me salvaría de aquella sensación tan acongojante, que sentía. - Riddikulus...- Entonces, la Rachel falsa, se transformó en una enorme oruga con patines y deslizándose en las piedras, se estrelló contra una pared y se diluyó en gotas de un líquido verdoso y pegajoso. Luego de mirar aquello, examiné en silencio a la morena que estaba paralizada unos metros más allá. Sin detenerme a pensarlo demasiado, corrí hasta ella y la cogí por los brazos palpando partes de su cuerpo para asegurarme de que estaba completa, destrozando en parte el cabestrillo que me había hecho para sanar mi brazo. - ¿Estás bien? - pregunté y cogí su cara entre mis manos mirándola fijamente y... Antes de que pudiera decirme nada, la besé.- Mi boca se unió a la suya unos segundos, un suave roce nada más, era una mezcla de tranquilidad y necesidad. Mi mente se inundó de nuevos recuerdos. Deslicé mi boca hasta su mejilla y acabé en su frente besándosela otra vez. No me disculpé, tampoco lo lamentaba honestamente. Me quedé en silencio un momento y finalmente la abracé. Creo que yo realmente, necesitaba ese abrazo. Aún tenía la sensación de su muerte en mi cuerpo, en mi mente... No quería recordarlo. Sólo quería salir de allí y ayudarla a llegar a su destino, para que nunca más tuviera que pisar ese bosque endemoniado. Conmigo o sin mí, pero ella, tendría que salir.
  6. Escuchar sus palabras, era volver a las relevaciones anteriores. Aquellas imágenes que habian sido tan reales y de las cuáles, no tenía la certeza para entender si habían sido veridicas. Lo único cierto, era esa mujer frente a mi, esos ojos café que me escudriñaban curiosos, con inocencia, con desconcierto pero... con un profundo alivio. - No Rachel...- Dije de pronto, casi en un susurro cuando me dijo que nos conocíamos desde hacía sólo un par de horas.- tengo la sensación, que te conozco desde antes; tal vez de otra vida.- Una tos suave, salió de mi boca y el dolor comenzaba a intensificarse pero al menos, la fiebre había bajado un poco. Miré su muñeca con recelo y la volví a coger con suavidad mientras susurraba algo muy bajo y veía como las marcas, iban desapareciendo. Algo que tenía muy seguro, era que había sido sanador durante un tiempo en un antiguo hospital mágico cuyo nombre, ahora no podía recordar. Las marcas desaparecieron de su piel. - No, no estoy loco... no del todo al menos.- una de mis manos se posicionó a un lado de su cuello con suavidad y atrayendo su cara a la mía, podía sentir su respiración rozando mi piel. Relamí mis labios un momento y entrelacé los dedos de mi otra mano a los de la suya mientras que, con mi frente pegada a la de la morena, susurré.- confío en ti. - Me separé sólo un poco y subí mi boca hasta su frente, para besarsela en el momento en que soltaba su mano y su cuello. No podía recordar ya como me habían herido, ni si quiera sabía quién. Lo curioso de todo aquello, era que estaba seguro que hacía un par de días atrás, lo tenía bastante claro. Sonreí al ver el horror en su rostro, eso era un claro signo de que yo le importaba. - No te preocupes por nada.- dije entonces mirando sus ojos muy fijamente. - nada puede ir peor de cómo está ¿vale? Solo... no cierres los ojos.- sugerí cuándo vi que la muchacha cogía la daga y miraba a otro lado.- no puedo darte una respuesta referente a lo que me ha pasado o quién ha sido... sólo puedo decirte que si me ayudas, haré mi mejor intento por no olvidarte y por no olvidar lo que has hecho por mi.- Tras decir aquello, cogí su mano y la guié cómo me lo pidió. La punta afilada del cuchillo se enterró en mi carne y el agujero, se hizo pronunciadamente más grande. Era el momento justo para hacerlo, porque si esperábamos que el tejido necrótico saliera de nuevo, iba a ser misión imposible. El dolor era punzante, desgarrador. Las venas de mi cuello se hinchaban por la fuerza que hacía para no gritar. Entonces, su mano, guiada por la mía se lleno totalmente de sangre y la punta de la daga choco con algo en mi interior. Era un sonido metalizado. - Tira de ella.- dije con un claro gesto de dolor y entonces, impulsamos la bala con la punta hacia afuera. Era plateada, sin embargo, estaba llena de sangre negra y espesa. Mi visión se borró un instante y, tras recuperar levemente el aliento, cogí el frasco de Díctamo que la Brice había dejado fuera y lo eché sobre la herida como pude. Me retorcí, era como si de pronto mil cuchillos afilados entraran y salieran de mi piel. Cerré los ojos un instante y, como pude, con la camisa que llevaba puesta, hice un vendaje para presionar la herida y dejar que la poción hiciera su trabajo. Pasaron unos minutos antes de que pudiera volver en sí. Era el dolor, la presión, su rostro. Finalmente logré sentarme recostandome de un árbol. - ¿Estás bien? - quise saber, mientras utilizando el árbol de apoyo, me levantaba del piso.- debemos irnos de aquí. - sugerí y con mi mano del brazo sano, cogí la suya y la llevé a mis labios para besarsela. No entendía por qué había hecho eso pero, había simplemente nacido. - gracias.- susurré finalmente.- La noche comenzaba a caer; estaba seguro de que la Fuente de la Buena Fortuna nos aguardaba a unos varios kilómetros más pero... para eso, debíamos resguardarnos de la noche. Cómo habitante de aquél lugar, sabía perfectamente que la noche no era buena amiga para vagar por los terrenos del Bosque de Luz. Por suerte, había merodeado alguna vez por allí así que... esperé que ella pudiera entrar en sí para avanzar. Nos llevaría a una pequeña cueva cubierta por rocas y arbustos. Sería el escenario perfecto para pasar la noche de ese amargo día y por fin por la mañana, sin peligros nocturnos, sin la desventaja de la oscuridad, poder dar ese último empujón para llegar a la tan afamada y codiciada... Fuente de la Buena Fortuna. - Sígueme, te prometo que vamos a estar a salvo y no está demasiado lejos.- Avancé en silencio, en ese momento, hasta el crujir inocente de una rama, podría augurarnos un terrible final. La cueva no estaba demasiado lejos así que, cuando la localicé, giré para saber si contaba con su presencia y me adentré en nuestra pequeña guarida provisional. - Cuidado con la cabeza.- Fue lo último que dije, aunque muy bajo. Estaba agotado, necesitaba un respiro y una ducha, en cuanto fuera posible.
  7. Por un momento no supe de mi, mi cuerpo se había desplomado y yo no podía hacer nada. Aunque no quisiera, era inevitable que me sumergiera en un casi profundo sueño. No sabía que era real y que no, no sabía si seguía despierto o estaba en un total estado de shock, ocasionado por la infección de mi herida y la casi demencial fiebre. Escuché una voz llamarme a lo lejos, era un sonido angelical. No, no podían ser ángeles, indudablemente yo no era un candidato para aquello. Sentí mi cabeza reposar sobre una superficie cómoda, miemtras mis sentidos se opacaron de la misma manera en que se opacó mi visibilidad. Estaba vulnerable, delirante y casi al borde de la muerte pero sólo podía pensar en una cosa... Rachel. ¿Que pasaría si me iba en ese momento? La dejaría total y absolutamente sola. Víctima del silencio, de la imaginación, de la agonía; exactamente igual que cómo yo había estado durante ese tiempo. Era una sensación vacía, asfixiante, no quería eso para ella pero, por otro lado, mis fuerzas no daban más, me sentía tan débil y ahora estaba tan cómodo. No recordaba la última vez que me había sentido así. No supe en qué momento mi mente dejó de divagar y dejé de escuchar mis propios pensamientos. Me sentía en calma, sereno ¿eso era estar muerto? No había podido ayudarla, no había podido... no. ¿En qué momento me había descubierto siendo capaz de interesarme por el bienestar de alguien más allá del mío propio? Entonces, lo descubrí... ella no era una desconocida, ella era.... ****FlashBack**** - ¿Pero qué haces? - Una mujer de larga melena y ojos marrones, bailaba para mí. Movía las caderas de un lado a otro, con una perfección innata. Era como si al nacer, le hubiesen recargado con ese poder. - Ven .- Decía, mientras tiraba de mi mano como una niña pequeña. Lo difícil en mí, ella lo habia conseguido en aquella ocasión; me había hecho sonreír. Cogió un sable y entonces, lo puso sobre su cabeza mientras continuaba aquella danza. Yo, cruzado de brazos, no podía dejar de mirarla. Ella sonrió y se acercó a mí, me besó y nos sacó de aquél lugar lleno de velos y objetos de oro. La escena ahora cambiaba, estaba la misma mujer y me miraba. No era mi mejor momento, quería acabar con el martirio de mi vida y ella... me ayudaría... Rachel, era Rachel. Un punzante dolor me atrajo a la realidad. *** End FlashBack *** Mis ojos se abrieron como platos cuando el Díctamo entró en contacto con mi piel, me retorcí en el piso unos segundos, como los gusanos cuando les echas sal. Mi piel palpitaba y apreté fuertemente la mandíbula para no emitir ningún sonido. Cerré los ojos y el olor a sangre fresca, inundó mis fosas nasales, mis sentidos e incluso mi psiquis. Su sangre... su sangre... repetí varias veces en mi interior. Sin saber de dónde salían mis fuerzas, logré reincorporarme y quedar de rodillas frente a ella. Mis ojos, sin perder su heterocromía, ahora tenían dentro una ráfaga de fuego ardiendo, lo que me pasaba, cada vez que vivía alguna situación intensa que no pudiera controlar. La miré fijamente, muy cerca y antes de dejarle hacer nada, cogí su brazo con fuerza por su muñeca, mirando la herida en su mano, la profunda cortada llena de sangre en su totalidad. Tal vez si no hubiese tenido las revelaciones anteriores, tal vez si no la hubiese reconocido, habría mordido su mano en ese instante y succionado su sangre hasta no dejar nada en sus venas. Cerré los ojos e inspiré aire al mismo tiempo en que, con mi lengua, lamía toda la sangre de la palma de su mano. - Te conozco.- Susurré y entonces le solté, no quería asustarla y mucho menos alejarla. Moví mi cabeza como recapitulando y vi su daga, para luego ver mi herida. Sin duda alguna, tenía mucho mejor aspecto; el tejido muerto, estaba ligeramente reconstruido y solo había un pequeño agujero enrojecido del que salían pequeñas gotitas de sangre pero qué, si lo dejaba mucho más, pronto volvería a ser lo de antes. Suspiré un momento, no sabiasi estaba loco, si todo lo que había pensando mientras estaba inconsciente era solo un triste producto de mi imaginación. Una triste manera de querer escapar de mi triste soledad. - Tu y... yo .- Dije una vez más y, aunque tenía la certeza o quería tenerla, de que esos recuerdos eran de vivencias reales, no me atrevía a decírselo por miedo a que ese malévolo lugar, estuviera jugando con mi mente. Cogí su mano de nuevo, esta vez con mayor delicadeza, aunque en ese momento podía esperar cualquier cosa, como que me rechazara o se alejara de mi pero fui optimista. Vi la marca roja en su piel de la vez anterior. - Lo siento.- Quise hacerle saber que estaba arrepentido.- necesito que me saques la bala, por favor .- pronuncié muy despacio mirándola y luego mirando su daga. Yo no sabía si ella aceptaría, no sabía si utilizaría la daga para acabar conmigo o si simplemente me diría que no pero... cada vez la recordaba más, cada vez quería seguir ese trayecto a su vera y cada vez... confiaba más en esa mujer que de ser una completa desconocida horas antes, ahora me encontraba recordando vivencias conjuntas.
  8. En un momento, todo se opacó. No escuchaba razón y sólo pensaba en salir de allí... con ella. En una oportunidad, sentí el roce de su cuerpo contra el mío y una sensación extraña me invadió. No podría decir exactamente con qué se igualaba, pero era buena. La energía que tenía en ese instante, era desmesurada, casi increíble pues, a pesar de estar en ese estado, había acumulado la suficiente fuerza para sacarnos de aquella trampa mortal tanto a mí, como arrastrando a Rachel. Su respiración, golpeaba contra mi nuca; si no nos deteniamos pronto, se iba a desvanecer en cualquier momento y, a pesar de que me vi capaz de sacarnos de aquél primer encuentro furtivo con la maldad del Bosque de Luz, no confiaba en que fuera capaz de poder cargar con su peso si se desmayaba, no con esa herida, no con la fiebre que ahora, comenzaba a nublar mi visión. Los agujeros negros aparecían con cada paso que dábamos, por alguna extraña razón, mi cuerpo no era succionado por ellos. La lógica, me decía que era por mi estado. Mi condición de ¿semi vampiro? No podría decir que fuera un término correcto pero si acertado, me mantenía en las sombras, me mantenía en un estado neutral ante las garras deseosas de sangre del Bosque; sin duda podría ser una ventaja que usaría a mi favor, para poder asegurar tanto mi salida como la de Brice. La lluvia se intensificaba a cada paso dado, cuando me fui a dar cuenta, estábamos empapados de agua. Era agobiante porque dificultaba bastante la visión. Las gotas eran pesadas, densas... no podía recordar ningún aguacero con esas características. Me sorprendió bastante que la mujer se preocupara más por el haber cogido su mochila que por su propia vida pero, en ese momento, no le di demasiada importancia. Cuando me quise dar cuenta, el sofocante calor había comenzado a disminuir y con eso, la lluvia poco a poco empezaba a mermar. Giré algunas veces para percatarme de haber dejado atrás al monstruo oscuro, sentí gran alivio al ver que era así. Antes de que pudiera pensar en nuestro siguiente paso, Rachel me hizo saber que estaba agotada. Sentí pena, no había pensado mucho en lo que ella deseaba o quería, simplemente pensé en actuar y en salvarnos la vida o lo que fuera aquello que teníamos. Me hizo gracia, como una niña pequeña que busca que le compren un dulce, tiró de mi brazo pidiéndome parar. Se preguntó cómo tenía esa energía y ni si quiera pude contestar. No tenía ni idea de cómo lo había hecho pero todavía me quedaba una dosis de eso y mejor aprovecharlo al máximo. Asentí con la cabeza distraído, analizando cada centímetro de ese lugar en el que nos habíamos detenido. - Podemos parar, lo siento... yo sólo reaccioné.- alcé mi ceja un momento e inspiré aire. Ahora se venía un buen problema; ya no tenía dónde vivir.- Este parece un buen lugar para quedarnos un momento pero... siendo bastante sincero, no creo que podamos estar mucho aquí.- Mi visión se nublaba cada vez más y ya no era por la lluvia, la fiebre me tenía casi al borde del delirio. Cerré varias veces los ojos y los abrí de inmediato para lograr aclarar mi visión y lo conseguía por ocasiones aunque, lo que más me hizo enfocar, fue su comentario sobre la Fuente de la Buena Fortuna. - No sé quién crees que soy o qué respuestas pienses que pueda darte, Rachel, pero yo no estoy aquí por la Fuente de la Buena Fortuna, ni si quiera sabía que me había adentrado en este Bosque, no lo hice por buscar un beneficio o vanagloriarme, sólo buscaba calma... paz... tal vez dejar de existir tranquilo pero, honestamente, creo que alguien o... algo, lo está impidiendo. - entonces pude sentir como su semblante cambiaba y comenzaba a tiritar de frío. - ¿Estas bien? .- Quise saber al ver como se abrazaba a sí misma como si el clima estuviera bajando demasiado rápido. En realidad, había sentido una disminución en la temperatura pero no fue hasta que vi salir el vaho de su boca, cuando entendí que la disminución estaba siendo brutal y muy abrupta para ella. No sabía que hacer o como actuar, yo no sentía ese frío desesperante y, mi cuerpo, estaba bastante caliente. Se me ocurrió una idea, era más de actuar que de hablar así que, sin importarme su reacción, acerqué mi cuerpo al suyo y la cubrí con mis largos brazos. - Ya está, tranquila.- quise intentar atemperar su cuerpo.- Esto no me está gustando.- Entonces, sentí su mirada clavada en mí, devolví el gesto y alcé mi cara por su comentario. Unas altas figuras negras, sin rostros, se acercaban flotando hacia nosotros. Mis ojos se abrieron más de lo normal, sin embargo, mantuve la calma y un recuerdo llegó a mi como un déjà vu. Era Voldemort, estaba frente a mi y mi brazo ardía por la sensación de la marca cobrando vida en mi antebrazo. En el piso, una mujer y una niña con los ojos muy abiertos, muertas. 》Muy bien Mathías, sabía que podía confiar en ti《 la voz de palabras arrastradas del señor tenebroso quedaron retumbando en mi cerebro. Otra escena aparecía ahora en mi cabeza, una joven corría y corría entre los frondosos árboles de un enorme bosque y yo, con los ojos encendidos en llamas, la perseguía sin a penas estremecerme, caminaba muy tranquilo, lamiendo mi labio inferior hasta qué sin el mayor esfuerzo, aparecía ante ella y le clavaba los colmillos en el cuello sin la menor piedad, dejandola tendida en el piso, una vez terminé con su cuerpo. Un último recuerdo apareció en mi mente, esto me iba dando una ligera idea de quién era ese yo que había olvidado. Era un Mathias mucho más pequeño, tendría dieciséis o diecisiete años, un hombre de pelo blanco estaba a mi lado. 》Expecto Patronum《 pronunciaba ese hombre intentando enseñarme algo. 》No puedo hacerlo papá《 decía claramente malhumorado. 》Nunca está de más aprenderlo hijo mío, todo lo que puedas aprender, bienvenido ha de ser.《 pero indudablemente parecía, que yo nunca había sido tan bueno. No podía recordar si lo había aprendido o no, de lo que estaba seguro, era de que no sabía como hacerlo en ese momento. - No es que yo quiera ser pesimista, pero me parece que estamos ***idos. - comenté soltandola y apuntando a los que veía con mi varita mientras nuestros rostros, se iban desvaneciendo por que sus bocas cada vez se acercaban más a nosotros dispuestos a darnos el tan conocido beso del Dementor. - 》¡Expecto Patronum! ¡Expecto Patronum! ¡Expecto Patronum! - nada, aquello no funcionaba.- Mi cuerpo se había empezado a debilitar y sin dejar de blandir mi varita, le tendí la mano a Rachel. En ese momento, solo esperaba que la cogiera, sólo eso mientras yo, me desvanecia lentamente cayendo de rodillas al piso y fue entonces, cuando vi muy lejos, del otro lado del bosque, como una majestuosa cobra y un enorme tiburón ambos plateados, se fusionaban entre ellos dejando un cegador brillo plateado que, en cuestión de minutos, hizo que las enormes criaturas se evaporaran en el aire. - ¿Que demonios? - fue lo único que alcancé a decir antes de desplomarme en el piso. ¿Quién nos había salvado la vida?.-
  9. Miré a aquella muchacha, tenía tanto tiempo sólo que no sabía si era la necesidad de hablar con alguien, lo que me lograba mantener tan amable y evitando hincarle mis dientes en el cuello. Mientras esperaba que se sentara, mi camisa poco a poco se iba empapado en mi hombro con leves gotitas de sangre. Sentía cada latido palpitando en la zona, como un cruciatus. - Haz algo .- retumbó una voz en mi cabeza, había vuelto. >>Deja de gritar<< - pensaba en mi interior y entonces, el tono de esa voz cambió y se volvió más aguda, casi elfica. - Yo no grito ¿Quién te grita? - >>¿Qué?<< - abrí los ojos y la encontré sentada frente a mi.- Suspiré un momento, evitando recordar ese extraño episodio que había tenido lugar en mi mente y entonces, después de quién sabía cuántos años, sonreí. Parecía una colegiala en su primer día de clases; espalda recta, manos sobre la mesa, dedos cruzados. Por un momento, un recuerdo llegó a mi mente y me vi... ¿Dando clases? Había una chica, su rostro estaba cubierto por un velo pero cogía mi mano, nos llevábamos bien. Sacudí la cabeza y regresé. Yo nunca había sido profesor. - Bueno, Rachel, si yo confío en ti, creo que es lo justo.- comenté en referencia a lo que dijo sobre confiar en mí.- créeme cuando te digo que vivo aquí ¿Desde hace cuánto? No lo sé, pero vivo aquí. Y... Espera... ¿La fuente? ¿Te refieres a la Fuente de la Buena Fortuna?.- Por un momento, caí en cuenta que era bastante curioso no poder recordar ni mi apellido, pero recordaba cosas como esas. Entonces, sus manos se relajaron y cogió un trozo de pan jugando con el, mientras parecía batallar internamente. Mi fiebre había comenzado a subir y mi garganta estaba muy seca. Cogí un poco de agua de una botella que había al lado del pan. La bebí de un sorbo y seguí escuchándola. Sonreí de nuevo cuando habló sobre estar muerto, yo sin duda, estaba muy cerca de ese estado. - Uhmns no, la verdad es que yo te veo bastante viva.- susurré moviendo ligeramente mi cuerpo, para analizarla de arriba a bajo; me gustaba lo que miraba.- A ver, a ver... ¿Insinúas que por el simple hecho de estar aquí, tendríamos que estar muertos? Aunque... En mi estado.- acoté analizando un poco mejor la situación- si no lo estoy, casi podría.- con mi mano izquierda, le enseñé la mancha de sangre que comenzaba a asomar en la tela de mi camisa.- Era curioso que ella hablara del Bosque como si tuviera vida. Por otro lado, a pesar de yo no recordarlo, había sido vampiro y se supone, que si lo eres es porqué estás muerto o en una especie de estado similar. ¿Sería posible que por eso el Bosque no se percatara de mi esencia y me considerara "parte" de él? Eso podría explicar la comida, las hojas... Un impulso, me hizo reaccionar. Una ráfaga de viento me alertó y por un instante, sentí que podía ser el momento de acabar con ella sin embargo, un cambio climático nos sorprendió a los dos. La noche cayó más rápido de lo previsto y todo se sumió en una obsoluta oscuridad. -Atras.- Me levanté de inmediato y el primer impulso que tuve, fue coger mi varita, coger el brazo de la chica y arrastrarla atrás de mi cuerpo, en el preciso momento en que la puerta se abría de par en par y un rayo fugaz penetraba la entrada, chocando contra la mesa. Un movimiento rápido, hizo que me salvara de ser electrocutado. Comenzó a llover y la temperatura de la cabaña, empezó a subir en demasía. Era como si cada gota de agua, fuera lava espesa y caliente. El temblor, sólo podía significar una cosa: aquél lugar explotaría en cualquier momento. - Hay que salir de aquí.- dije casi gritando, debido a la fuerte lluvia y a los constantes truenos.- esto va a destruirse.- Sin más, grandes agujeros negros comenzaron a abrirse en el terreno. Eran como huracanes, pero bajo la tierra. Si había algo en el lugar dónde aparecían, lo succionaba o lo destruía en menos segundos de los que se podían contar y todo lo que tenían cerca, se lo tragaban. Creo que esa podía ser la descripción gráfica de la expresión "se lo ha tragado la tierra". La noche no ayudaba, la lluvia tampoco; era imposible predecir donde saldría el siguiente. Comencé a caminar a ciegas, intentando pasar lo más lejos posible de cada uno de ellos. En alguna oportunidad, había escuchado hablar de los llamados Agujeros Negros, te podían succionar como un caramelo o desintegrarte en cuestión de segundos. La casa había salido volando por los aires. - ¿Estás bien? - Le pregunté a Rachel. Volteé ligeramente para verla y claramente me sorprendí pues parecía que un enorme gigante de sombras, nos perseguía.- sigue avanzando y hagas lo que hagas, no mires atrás.- No sabía por qué, pero claramente quería proteger a esa mujer. ¿Siempre había sido así? ¿De arriesgar mi vida por una desconocida? No tenía ni idea pero claro, justo ahora, tampoco me iba a detener a pensar en eso.
  10. De pronto lo entendí, su cara que estaba borrosa, ahora se aclaraba debido a que había quitado parte importante de su cabello que revoloteaba salvajemente sobre su rostro. Ahora podía ver una piel tersa, unos ojos grandes y marrones... Una persona. Pero, recapitulemos ¿Cómo demonios me había encontrado?. El aire, la fuerte brisa, atrajo su aroma hasta mí. Una inhalación profunda, me hizo cerrar los ojos y de pronto los abrí más que nunca. No podría ser un espejismo, olía a lluvia, a tierra mojada... Era como un soplo de aire fresco y mi agudo sentido auditivo, me mantenía al tanto de los latidos de su corazón, esa mujer estaba más viva que yo y yo, más sediento que nunca. Pensar que si me lo proponía y usaba bien mis movimientos, aquella hermosa carita se apagaría para siempre. Empezó a reír como si estuviera desquiciada y después, se detuvo, avanzó y yo retrocedí. Indudablemente lo primero de lo que me percaté fue de que llevaba bien sujeta la varita en su mano. Yo, por mi parte, debía ser estratégico... Estaba débil aunque no tanto como me imaginaba ¿Por qué ese lugar de pronto me llenaba de energía? ¿Que quería que hiciera?. Relamí mis labios un segundo y la escuché hablar. Sus palabras taladraron mis sentidos como una maldición imperdonable. Le conocía, estaba seguro de que le conocía pero... ¿De dónde? O mejor dicho ¿Cómo es que no podía recordarla?. - Me llamo Mathías - sólo eso podía decirle, no recordaba nada más. - yo vivo aquí y mira... Si tú no la usas, yo tampoco lo haré.- Dije refiriéndome a la varita y dejando la mía sobre la mesa, levanté mis manos en señal de paz. ¿Pero qué diablos estaba haciendo? Por una parte, sentía la impetuosa necesidad de beberme hasta la última gota de su sangre pero, por otra, le proponía una tregua. Estaba seguro que todo se trataba de una jugarreta del Bosque de Luz. Me había dado cuenta de cómo me miraba y claramente de la impresión que le había causado mi herida. Con cuidado retrocedí, no quería hacer ningún gesto brusco y ocasionar que me lanzara alguna clase de hechizo. Me interesaba saber primero, como había llegado hasta aquí si, según el forastero que me vendió la casa, no iba a tener problemas con intrusos aunque ahora, casi hasta agradecía que se hubiese equivocado. - Voy a bajar los brazos muy lentamente para coger la camisa ¿Vale? - cada movimiento, se lo informaba con anterioridad. - ¿Por qué no me cuentas cómo has llegado hasta mi casa? .- quise saber, en el momento en que cogía una camisa azul oscura del tendedero y la abotonaba con un poco de dificultad al mover mi brazo. Lo cierto era, que escucharme hablar con otra persona, era algo que no recordaba y de cierto modo me agradaba, podría acostumbrarme a eso. Ella seguía en silencio, no dejaba de mirarme y eso en algún punto, me incomodaba un poco. ¿Estaría en la misma situación que yo? Que va, nadie podría estar en la misma situación que yo porque honestamente, yo estaba bien ***ido. - Me voy a sentar, espero no te moleste.- dije esperando su respuesta.- si lo quieres también puedes hacerlo, debes tener hambre y por curioso que parezca, tengo algo de pan y queso... Eso.- le señalo la varita.- no te va a servir para traer comida, no aquí.- ese maldito lugar jugaba contigo, sacaba hasta la más escondida particular de supervivencia que pudieras tener. ¿Querías agua? Búscala, querías comida, búscala pero... Una vez que hacías las cosas a su manera, te daba ciertas recompensas; por ejemplo, a mi no me faltaba nunca un trozo de pan fresco, queso y aquellas hojas machacadas para mis heridas. Era muy extraño despertar y ver cosas ahí. La primera vez, pensé que estarían envenenadas pero no fue así.- No me preguntes cómo, lo cierto, es que no lo sé . La miré, me mantuve quieto y la volví a mirar. ¿Siempre fui tan hospitalario? ¿Sería la necesidad de hablar con alguien lo que me hacía actuar así? Mientras divagaba en pequeñeces, una parte muy latente de mi, pedía a gritos que acabara con la tortura y la mordiera, tenía más sed que nunca pero también, había desarrollado un muy eficaz autocontrol.
  11. Sueños, sueños imposibles me mareaban y se hacían parte de mi día a día. Soñaba con personas que no podía recordar, algunas muertas, otras vivas pero, lo que más me podía molestar, era que no podía escuchar sus voces. Hablaban si, pero yo nunca podía escucharles; ese lugar, ese nefasto lugar, se encargaba de demostrarme que estaba equivocado una y otra vez pues... aquella soledad que yo tanto ansiaba buscar, ya no la quería más. Me desperté, como tantas otras veces o tal vez, como ayer. No podía saber cuántas veces me había pasado aquello. Mis delirios cada día eran peores y yo solamente podía escuchar la pesada voz de palabras arrastradas y actitud prepotente, que jugaba con mi cerebro como si fuera su ficha de ajedrez favorita. Mi paciencia tenía un límite, pero ese lugar, no me permitía determinarlo. Me levanté de la cama, como pude. Aunque, a pesar de todo lo moribundo que estaba, era realmente extraño que aún mantuviera fuerzas. Me sorprendía haciendo cosas como, levantarme, andar, salir a explorar pero... todo lo veía en el momento justo que pasaba; después no podía recordarlo. Cómo cada mañana o bueno, como cada día, porque realmente no sabía en qué momento del día transcurría mi vida. Había en la pequeña mesa central, unas vendas y unas cuántas hojas machacadas. Yo realmente no sabía si aquello era para mis heridas pero la lógica, me decía que si. El olor a tejido muerto y sangre vieja, me recordaban constantemente... que tenía sed. Caminé hasta el pequeño lavabo, me quité la ropa y por primera vez en mucho tiempo, creo, me vi en el reflejo de la cristalera de la ducha. Tenía el cabello corto, muy corto lo qué, me resultó bastante asombroso, teniendo en cuenta que según yo, llevaba meses fuera. Una barba castaña poblaba gran parte de mi cara. Las venas, azules y grises, se veían marcadas en mi piel debido a la infección aunque, a pesar de eso, mi cuerpo seguía manteniendo aquellas marcas definidas de todos los años de entrenamiento. No podía reconocerme, no podía verme con claridad los ojos pero si se podía apreciar que casi en su totalidad eran rojos. Abrí el agua y la dejé correr, estaba helada así que entré sin pensar. Casi pude sentir el sonido del choque del agua contra algo muy caliente, mi piel. Otra persona, indudablemente estaría muerta pero un monstruo como yo, podría aguantar aunque mi pregunta ahora era ¿Para qué?. Salí de la ducha y caminé descalzo por el suelo de madera vieja y sucia. Me puse unos pantalones negros que colgaban de un tendedero dentro del lugar y aunque, viejos y gastados, estaban limpios. Me senté en la mesa y cogí las hojas, metiendo mis dedos con ellas en la herida. Apreté la mandíbula, cerré mi puño. Era como si me arrancaran el brazo una y otra vez. Sin embargo, no grité esta vez. Inspiré aire y cuando me disponía a hacerlo de nuevo, la puerta de la cabaña se abrió de par en par y una ráfaga tan fuerte de viento me golpeó la cara, que me paralicè por fracciones de segundo. Era bueno sentir el aire fresco. Me llevó unos segundos poder abrir los ojos, la tierra había entrado en ellos y, debido a lo lastimados que estaban, fue difícil para mí. Quedé atónito en cuanto lo hice pues, frente a mi, una figura se imponía inerte. No distinguía su género, ni si quiera podía olerla a esta distancia. Su rostro permanecía borroso aunque todo lo demás no. Era una mujer, eso si podía tenerlo claro ahora. Cogí mi varita aunque con la mano izquierda, mi brazo derecho no servía para nada y miré, miré y miré a aquella desconocida. Giré la cabeza levemente de lado para ver si así, podía verla mejor pero no fue posible, entonces, lo único que se me ocurrió, fue preguntar. - ¿Y tú? ¿Quién eres? - Con sorpresa, mi voz sonó tremendamente natural. Estaba acostumbrado a susurrarme a mi mismo, a hablar dentro de mi cabeza y aquello, poder decirlo así, sin pensar, me sorprendió gratamente. Aguardé cauteloso, como aguardaba siempre el Bosque de Luz a sus presas. Sin dejar de apuntarle, sin retroceder, sin casi respirar, sin moverme.
  12. - Despierta… - Una voz insistente en mi cabeza me obligaba a, de vez en cuando, abrir los ojos. La pesadumbre en mis parpados cansados, las ojeras y ese punzante dolor en mi hombro derecho, me inmovilizaban. Había decidido cambiar; por muchos años fui algo que nunca quise, un vampiro y ahora, había encontrado la manera de volver a lo que recordaba de pequeño, un humano convencional aunque claro, eso era imposible. Mi cuerpo, mi espíritu y mi alma, habían hecho tantas cosas malas, que en ningún momento, el retorno, podría haber sido una opción. Debí haberlo imaginado. Una tos estridente, salía de mi boca haciendo que mis pulmones chocaran con fuerza entre ellos, dentro de mi torso. Una bala de plata me había atravesado el omóplato derecho hacía algunos meses ya; unos cazadores de bestias que indudablemente me habían pillado en un mal momento intentaron darme caza, mientras yo, les cazaba a ellos. Si, había dejado de ser un vampiro en parte pues aún… necesitaba la sangre para vivir. Inútiles, ¿de verdad creían que una bala de plata me iba a matar?... Fuera lo que fuera en ese momento. Yo, me denominaba un monstruo. El tejido necrótico, comenzaba a recubrir la herida haciendo que la infección recorriera mis venas y en ocasiones, me mantuviera delirante. Mis iris, una gris y la otra verde, eran claramente opacadas por la inflamación de mis escleróticas inyectadas en sangre. Un sudor frío caía por mi frente, un escalofrío recorría toda mi espina dorsal. No había hecho el menor intento por curarme o sacarme la bala, realmente esperaba haber muerto días atrás pero… no pasaba; por alguna extraña razón, estaba atrapado en un mundo que desconocía, un mundo tan peligroso como estático. No podía recordar cuántos días habían pasado desde que estaba allí. Lo cierto era, que encontré ese lugar meses antes, o eso creía, apartado de la ciudad y de las personas, se lo compré a un cutre forastero por unos pocos galeones. Me dio las llaves y unas indicaciones para llegar pero nunca se atrevió a acompañarme. Sólo recuerdo haberlo escuchado mencionar, que nadie me molestaría y aquello para mí, había sido suficiente. Se trataba de una pequeña cabaña de madera, protegida de los rastreadores, cazadores y cualquier presencia indeseada que pudiera suponer un peligro. No tenía los lujos a los que yo estaba acostumbrado, sin embargo, yo ya no era aquél hombre y para ser bastante honesto conmigo mismo, ni si quiera podía ahora, recordar con certeza quién era. - Ok, ok.- susurré para mis adentros con una voz temblorosa, víctima del fuerte dolor.- Eres Mathías Croft, tus padres son... vivías en... empecemos de nuevo. - me decía dándome pequeños golpes en la cabeza, mientras me tambaleaba lentamente sobre mi mismo, sudoroso, hirviendo en fiebre.- eres Mathías Croft... fuiste... fuiste...- No, aquello era imposible y día tras día, terminaba quedándome dormido. Intentando bajar la fiebre con unos paños humedecidos en unas hierbas que misteriosamente, aparecían cada mañana sobre la mesa de ese pequeño lugar. Sumergido en mis sueños, de pronto unas manos oscuras se deslizaron entre las sombras de la pequeña cabaña haciéndose paso entre las telas de la ropa que llevaba puesta y hundiendo sus negros y borrosos dedos dentro de mi herida. Un grito seco me despertó y caí de la cama retorciéndome de dolor en el piso. >>¿Qué quieres de mi? Déjame irme en paz.<< - No, eso no va a pasar. Tu sólo, despierta.- La voz no dejaba de retumbar en mi cabeza. El dolor era latente y ahora la sangre chorreaba por la tela de la camisa que llevaba, esa, que alguna vez había sido de un blanco seguramente impoluto. La sed comenzaba a desquiciarme, más, pronto tendría que empezar a buscar una víctima, sangre, alguien que me sirviera para saciar esa sed que poco a poco me quemaba y consumía por dentro. Algo o alguien, me obligaba a vivir, a seguir alimentándome pero... no recordaba haber visto un ser vivo dentro de ese sitio durante el tiempo que llevaba allí dentro. ¿Cuánto había pasado? Ni idea, sólo recordaba una cosa, un nombre: Bosque de Luz.
  13. Holi!! Jajaja buenas noches, miren a quién trajo el foro (?). Pues nada, imagino que ya saben que hago aquí. Si, vengo a solicitar unirme a esta familia muajaja. A ver que tal me va jaja. Dejo por aquí mi ficha de inscripción, ojalá me acepten (?) Jajajaja. Nombre del personaje: Mathías Croft. Lazo que desea poseer con la familia: Sanguíneo. Miembro de la familia que lo acogerá: Melrose (oreosa). Relación que poseerá con él/la mism@: Primos. Ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/topic/95515-ficha-de-mathias-lear/ Bóveda de personaje: http://www.harrylatino.org/topic/97278-boveda-mathias-lear/ Skype (opcional): ya lo tienen pero no lo uso. Pdt: no me juzguen por este post horrible, ando desde el móvil jajaja.
  14. Mathias analizaba toda aquella situación en silencio. Sus pensamientos subían como burbujas de cerveza y bajaban tan rápido, cómo una pelota que es suspendida en el aire. Le habría gustado hablar con Leonard, después de todo, ese viejo demonio psicópata, era una parte de su padre que siempre le acompañaba. Negó con la cabeza al entender que perdía su tiempo. Leonard se había dedicado los últimos meses, en hacerle la ley del hielo por lo que había hecho con su "funda". Justo ahora, se lo imaginaba en algún lugar de su subconsciente, sentado, viendo al vacío y cruzado de brazos; eso si que tenían bastante en común: la soberbia, el orgullo y lo cabezota. Tiempo atrás, Mathías ni si quiera se hubiera imaginado en aquella situación. Unos años, incluso, meses atrás, no habría cabido la posibilidad de que aquél muchacho, se hubiese sentado a comerse un kebab con aquella desconocida sin saber si quiera si sus ideales o tal vez, su estatus social, se podía mezclar con el suyo, si era amiga o si pertenecía al bando equivocado. No tardó mucho tiempo, para encontrarse a sí mismo sentado frente a la muchacha y con el Kebab que esta le había ofrecido, a punto de llevárselo a la boca. ― Gracias. ― Fue lo único que dijo, disponiendose a morder. Sus colmillos se extrañaron, después de todo, llevaban siete años mordiendo piel, cuellos, brazos. Su lengua, por otro lado, parecía agradecida. Eran siete años de sólo probar aquél invasivo sabor a óxido que le proporcionaba la sangre. Tragó finalmente. Se le dificultó muchísimo; era la primera vez que comía, desde que había empezado el cambio. Era más de lo que imaginó que podía soportar y estuvo a muy poco de irse en vómito. Se controló, si algo tenía el Croft bien marcado, era su educación. Cuándo el primer bocado llegó a su estómago, sintió como si dos litros de ácido se hubieran esparcido por sus intestinos. Cerró los ojos y esperó un momento, la sensación poco a poco fue mermando. Dicen que el cuerpo humano, necesita de 30 días de hacer una acción consecutiva, para adaptarse a ella. Sólo 30 días y él, llevaba 7 años adaptado a algo totalmente diferente. Por suerte, pronto se sintió mejor y el segundo bocado, fue realmente la gloria al lado del primero. Cuándo quiso darse cuenta, indudablemente ya estaba de mejor humor y es que... Mathías, antes de haberse convertido en vampiro, disfrutaba de probar cualquier tipo de plato que estuviera a su alcance y volver a hacerlo para él, significaba algo más. ― Creo que has acertado al comprar esto. ― admitió sintiéndose claramente cómodo. ― ¿Puedo saber más cosas sobre ti Melrose Moody? ― terminó llevando un cuarto bocado a sus labios. @
  15. Mathías analizó cada gesto, cada ademán e incluso, cada palabra que pronunciaba aquella muchacha. En sus tiempos, la hubiese visto cómo cualquier cosa, estaba acostumbrado a menospreciar a las personas y a ser un total capullo con cualquiera que no perteneciera a su mismo estatus o, en aquél tiempo, a las filas de las que era partidario. Ahora, Croft tenía un poco más de experiencia, la mala vida que había llevado desde que decidió echar su futuro por la borda, lo había vuelto más consciente; seguiría siempre su instinto, sus ideales, pero tratando de ser más persona. En un momento, se descubrió pensando en futuro y se sorprendió realmente. ¿A caso él, no había decidido que comenzara su transformación a humano para morir luego?. Carraspeó la garganta y, cuando Melrose estiró su mano, Mathías lo dudó unos segundos, segundos casi inapreciables para la joven. No la hizo esperar y estrechó su mano finalmente; su tacto era cálido y el de él, aún conservaba aquél frío mortecino aunque... ya en menor medida. ― Acepto tu propuesta aunque... realmente no sé si en un futuro, te la pueda cumplir. ― Su mirada se oscureció y los pensamientos de muerte invadieron de nuevo su cabeza. Inspiró aire e intentó sonreír de la manera más amable que creía pues... el antiguo Mathías, no solía sonreirse con alguien que a penas conocía. Cuándo soltó la mano de la muchacha, observó el lugar y luego con detenimiento y sin ninguna prudencia, la observó a ella. Era realmente extraño pero por curioso que pareciera, se sentía tranquilo en su presencia; no sabía si se equivocaba, pero creía que tal vez, podría ser amigo de aquella chica. ― Y perdóname de nuevo, pero he de insistir. No quiero ser una molestia cuándo tal vez ya tenías planes. ― Soltó mirando la bolsa de comida. ― Puedo comprar algo, de verdad, o reponer eso que llevas ahí. No ha sido tu culpa que yo me atravesara en tú camino, justo cuándo ibas de salida... aunque he de admitir, que la idea de compensartelo una próxima vez, suena bien. ― ¿Que era todo aquello? ¿Mathias Croft intentando hacer amigos? Era la fiebre o tal vez el hecho de que estaba sólo y destruido. No, era el hecho de qué más allá de modificar su estilo de vida, él estaba cambiando... ya no era aquél que había sido. @Melrose Moddy

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