Gerard H Knight

Zahil no parecía tan a disgusto por la intromisión del escarbato dentro de la casa, al contrario de Mica que si parecía un poco molesta. Gerard se limitó a sacar su varita y los dos juntos comenzaron a recorrer los pasillos de la mansión en busca del pequeño entrometido. Cosa que no fue difícil pues solo tenían que seguir el rastro de caos que la criatura había dejado. Cada uno iba lanzando hechizos reparadores, para arreglar el desastre, Gerard no podía evitar observar cada rincón de la casa. — Es un lindo, lugar —le dijo a su novia— tiene un aire más agradable que tu vieja residencia. Miro a Mica pero ella aún estaba ocupada reparando un florero. El mago no la interrumpo y siguió buscando a ese mini ladrón o de lo contrario quizá tendrían que dormir en lasa y no sería para del todo agradable

— Te lo agradezco mucho —le contesto, mientras apretaba su mano contra el bolsillo de su chaqueta— y muchas gracias por la invitación. Prometo que ser un huésped cordial. Ella no dijo nada; solo chasqueo los dedos y al instante un elfo se apareció frente a ellos. Era mucho más viejo que Barris pero parecía un poco más educado. Saco de su bolsillo una llave de plata reluciente. Gerard de inmediato se levantó para cogerla cuando noto que lo que estaba en su bolsillo comenzó nuevamente a alborotarse. Trato de mantener la bolsa cerrada con la mano pero fue inútil ya hizo un rasguño a la tela y se lanzó directamente al pequeño elfo que cayó de espaldas completamente aterrado. El escarbato, quien había escapado con ellos de la gala, se metió de inmediato en la bolsa que tenía en su estómago, junto con unos cuantos botones que había arrancado de la chaqueta del elfo, comenzó a corretear como loco por la sala de estar. Tomado cuanta cosa brillante encontraba a su paso. Gerard saco su varita para tratar de detenerlo pero era demasiado veloz y muy pronto desapareció de la vista de todos en la sala. — De verdad lo lamento—intento disculparse— No sabía que lo que tenía en el bolsillo. Lo juro. Trato de ayudar al elfo a levantarse, pero este rechazo su ayuda de manera amable aunque en su voz se notaba algo de recelo. Si quería causar una buena primera impresion, habia perdido cualquier oportunidad en ese momento

Aparecieron al pie de una mansión que supuso que debía pertenecer a la Familia de Mica. Cuando toco la puerta fue una chica rubia les abrió. Al parecer ella y su novia se conocían bastante bien, ya que sin pensarlo dos veces los invito a pasar y les ofreció unos bocadillos para pasar el rato. Gerard tomo asiéntete, sin decir mucho y tomo una galleta de mantequilla que mordió despacio, mientras esperaba que Mica y su amiga se pusieran al corriente. Fue en esos momentos que sintió que algo parecía estarse moviendo en el bolsillo de su chaqueta. Lo palpo por encima con cuidado y confirmó que había algo vivo en su interior. Al parecer no que un pequeño polizón se también había escapado de la gala junto con ellos. En realidad el muchacho no lo culpaba, aunque tenía que asegurarse de que lo que hubiera salido no fuera a escapar de su chaqueta si no quería causar un alboroto dentro de la mansión.

Sus labios estaban demasiado cerca, lo suficiente para atreverse a besarlos; pero no lo hizo. Fue entonces cuando le susurro su verdadera identidad. Gerard abrió los ojos sorprendido mirando los suyos fijamente. Al ponerles más atención noto que ese brillo inconfundible. Son pudo evitar sonreír al ver el nuevo el nuevo aspecto de Mica. — Vaya, sí estas diferente —la miro nuevamente de arriba abajo aunque todavía con algo de extrañeza— Jamás imagine que te vieras de este modo. No me confundas, luces increíble. Pero dime —respondió esta vez en todo juguetón de intriga — ¿como sé que en verdad eres tú y no alguien que solo dice ser tú? Necesito una prueba para asegurarme de tu identidad. Sin darle tiempo para responder, se acercó y la beso lentamente.

Con esa frase quedo claro que ella no se estaba equivocando de sujeto. — Quizás—le respondió con cortesía—, pero creo que será en otra ocasión. Entonces dio la media vuelta y comenzó a caminar lentamente, hacia el otro pedestal del arco tratando de ignorarla. Podía sentir su mirada y pensar en su sonrisa solo lo ponía mas nervioso. “¿Dónde estas, Mica?” se preguntó mientras buscaba entre las personas alguno de los rasgos distintivos de su novia. No la veía por ninguna parte, aunque para su satisfacción vio la otra chica ya se había alejado. O al menos eso creyó, hasta que volteo sobre su hombro y se volvió a topar con esa coqueta sonrisa.

— ¿Disculpa? —pregunto algo estrañado extrañado. Seguramente la chica lo había confundido con alguien, pues Gerard jamás la había visto en toda su vida. Aunque tenía algo que le resultaba familiar. Ella solo respondió con una ligera sonrisa. Gerard trato de no mirarla demasiado, pero era algo complicado porque en realidad era bastante linda. Además no quería que Mica llegara y lo viera muy cerca de otra chica, así que dio un paso hacia atrás para mantener la distancia. Ella no pareció entender el mensaje y se acercó de nuevo. — Dime, ¿te conozco? —le pregunto un poco nervioso. Esperaba que le respondiera con un no y continuara con su camino, pero algo le decía que iba a ocurrir todo lo contrario.

Barris le entrego el mensaje de Mica justo después del desayuno. Era una invitación para ir un circo en los terrenos de Hogwarts. El mago se emocionó a leerlo y des pues de hacer algunas pequeñas labores de limpieza en su casa, se preparó para asistir. Los vientos de otoño ya estaban comenzando a sentirse así que decidió llevarse una cazadora negra para el frio. Al ser en el colegio le pidió a su elfo lo llevara a los terrenos, pero al llegar y ver que los mago y brujas se aparecían como si nada sintió un poco de pena por haberlo hecho. “Vaya al menos cumple lo que promete” se dijo en su mente al mientras atravesaba el por los arcos de “bienvenida”. Deambulo por un rato entre la gente y los puestos antes de ir a comprar su boleto. Tenía un mensaje, pero prefirió mejor no leerlo pues sabía que no le iba gustar. Solo se lo guardo en su bolsillo y decidió esperar a que Mica apareciera.

— Te amo —le repetía Gerard, mirándole a los ojos, que se encontraban llenos de amor y ternura; pero al mismo tiempo de miedo y de duda. Gerard la rodeo entre sus brazo y la atrajo hacia sus labios. Mientras la besaba intentaba mantenerse al ritmo de sus movimientos. Se sentía enervado por ella. El la sujeto de la cintura y en un movimiento ambos se dieron la vuelta. El comenzó a tomarla intensamente hasta llegar al momento del clímax. En ese instante la sentó encima de él y le beso apasionadamente. Mientras lo hacía sujeto una de sus manos y la llevo hasta su pecho. — Mica, mi corazón, es tuyo. —Le susurro mientras le besaba suavemente— no quiero que sientas más miedo. Soy tuyo ahora y para siempre. Y si para que dejes de sentir ese miedo hay que acabar con Agatha yo te ayudare. Solo dime lo que hay que hacer y te promento que lo haremos…juntos. No dijo otra palabra más, solo volvió a besarla lentamente, dejando que su cuerpos se amaran una vez mas hasta que no pudieran más

Gerard se levantó de la cama junta después de que ella lo hiciera. Mica le daba la espalda y hablaba con una voz temblorosa. Gerard podía sentir lo asustada que estaba, pero no sabía si por librarse de Agatha o por algo más. Él también se sentía extraño, y confundido. A lo largo de su vida había tenido que dejar a muchas personas atrás y ahora estaba por perder a alguien más. Pero había hecho una promesa y no pensaba romperla, aun sabiendo que al deshacerse de Agatha para siempre implicaba también acabar con una de suya, sin importar si esta hubiese sido real o no. Él se acercó a ella por detrás y el abrazo suavemente por detrás. — Ya te lo dije, no voy a dejarte sola.—beso su cuello suavemente— Sea como sea, seas me quedare contigo. Luego de eso se acercó a sus labios una vez más y la beso despacio sintiendo como una vez más volvían a ser uno solo.

— Perdón —susurró mientras acariciaba su cabello. Aun sentía cierta extrañeza respecto a esta nueva situación pero no iba a expresarlas en estos momentos. Mica suspiro profundamente. Gerard se acercó a su mejilla para limpiar sus lágrimas. Mirando en lo profundo de sus ojos le parecía encontrar un pequeño destello de su antiguo ser. No sabía que sería de ella, pero decidió mejor no pensar en ello, al menos de momento. Entonces dirigió su atención al reloj que estaba encima de la mesa de noche anunciando que ya más de medio día. —Sé que hay tantas preguntas que tengo que hacer, pero no sé ni por dónde empezar— con un movimiento llamo una bata del armario y la coloco sobre su espalda al tiempo que volvía a besarle­ — Así que tómemelos con calma, ¿te parece? Te amo, Mica y en estos momentos cro que el lo unico que tengo que saber.

Gerard no la dejo pronunciar nada más. Solo había una manera de asegurar que decía la verdad, así que se acero a sus labios y la beso lenta y suavemente. En realidad nada en ellos había cambiado, salvo tal vez por esa ligera sensación salada, causada por las lágrimas que Mica había derramado. Sin embargo seguían ejerciendo la misma fuerza que sintió la primera vez que los probo, así como las veces siguientes a eso. Sin dejar de besarle, la abrazo con todas sus fuerzas para no dejarla escapar. Tenía razón, quizá no fuera la misma persona que había conocido, pero sin duda era la mujer que amaba. Y quizá hubiera cometido el peor error de su vida si se hubiera marchado, sin haberse dado cuenta de ello. Así que la abrazo con todas sus fuerza para no dejarla ni ahora ni nunca.

— Entiendo, pero no necesito preguntar otra cosa —le dijo intentando mirarle a los ojos— ¿Ni siquiera se quien eres? Hace unos momentos creía saberlo…y aunque entiendo lo que me estás diciendo… Es demasiado. El la miro una vez más. No parecía estar mucho mejor que él. Y fue cuando cayó en cuenta de que ella estaba mucho peor. En esos momentos solo era una joven temerosa de quedarse sola y él estaba a punto de dejarla. — Lo lamento.— le susurro mientras se acercaba para acariciar su cabello— es solo que esto de verdad me tomo por sorpresa. Pero sea como sea no voy a dejarte ¿de acuerdo? No lo haré. Y seas quien seas es algo que no tiene importancia. Me quedaré contigo y tratare de ayudarte. En ese momento beso la mejilla de la joven intentando con ello calmar sus miedos y la abrazo para que supiera que estaba con ella y no la dejaría sin importar lo que ocurriera.

Escucho su historia atentamente sin decir una sola palabra al respecto, tratando de asimilar lo que ella le contaba, pero le fue imposible. Veía el rostro de aquella chica con seguía siendo el aquella mujer de quien se había enamorado y con quien, hasta hace unas horas, había pasado la mejor de sus noches, pero al mismo tiempo se había convertido el de una completa desconocida, a quien no podía reconocer. — ¿Qué es lo que ha pasado con Agatha? — pregunto, necesitaba saber que fue de ella. Tenía muchas otras preguntas en la cabeza pero no se atrevió a hacerlas. La habitación en donde se encontraban de pronto comenzó a sentirse demasiado pequeña para estar allí. Pero no se atrevía a dejarla. Aquella chica por muy extraña que ahora le pareciese, seguía derramando lágrimas de angustia y sin importar lo extraño que se sintiera no podía abandonarla sola a su suerte.

— Pero…no entiendo a qué te refieres —dijo extrañado ante sus palabras— ¿Qué quieres decir con que no eres Agatha? Las lágrimas en ella, cubrieron su rostro sin poder detenerse. El muchacho quería encontrar la forma de ayudarla pero estaba tan confundido que ni siquiera se movió. Lo único que pudo hacer fue sujetar su mano y dejar que ella se desahogara para que pudiera explicarle lo que estaba ocurriendo. — ¿Que es lo que ocurre? —pregunto al fin. Su cabeza estaba hecha un mar de dudas y preocupaciones, pero no podía hacer nada para arreglarlas hasta que Agatha —o quien quiera que ella fuese— le diera una explicación.

Gerard se desperezo con el suave beso de Agatha en sus labios. — Buen día, Amor —le dijo mientras la rodeaba entre sus brazos y robaba otro beso. Gerard habría usado cualquier pretexto para quedarse en la cama abrazando a Agatha. Se sentía tan bien a su lado, como nunca antes se había estado. Pero sabía que dentro de poco tendrían, que salir no solo de la cama. Tal y como ella se lo había platicado anoche. Pero aún tenían unos momentos antes de levantarse, por lo que se acercó a sus cabellos rubios y los acaricio con ternura aprovechando en momento para abrazarle y besarla intensamente. No sabía cuánto tiempo les quedaba así que quería mantener ese instante el mayor tiempo que le fuera posible