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Leonardo Myrddin E.

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Acerca de Leonardo Myrddin E.

  • Cumpleaños 25/06/1999

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    3
  • Rango Social
    Unicornios de Plata
  • Galeones
    14242
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Familia
    Myrddin
  • Trabajo
    0
  • Raza
    Humano
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    120
  • Puntos de Poder en Criaturas
    10
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Rango de Criaturas
    10 a 200
  • Conocimientos
    Pociones
    Artes Oscuras
  • Medallas
    10000

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Ravenclaw
  • Género
    Not Telling
  • Location
    Elsewhere but here
  • Interests
    Son muchos, pero resalto más el ver anime, leer manga, escribir (horrible), dibujar (aún más horrible) y pues...vagar XD

Contact Methods

  • MSN
    leoandre_a@hotmail.com
  • Website URL
    http://(Muy pronto we XD)

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Reputación

  1. Una voz conocida que respondiendo su pregunta llamó su atención inmediatamente. Se giró instantáneamente solamente para encontrarse asfixiado por el abrazo del patriarca de la familia. Su padre, Orión, que una vez más mostraba su afecto de forma demasiado efusiva, cosa que no molestaba al castaño, pero lo avergonzaba a veces. -Han pasado algunas cosas...- Musitó, recuperando un poco el aliento luego de ser soltado por Orión, pero sin mucha seguridad de haber sido oído. -Yo también me alegro de verte- Rió, ante su preocupación. De un momento a otro, aquella estancia de la casa comenzó a llenarse con más miembros de la familia. Por alguna razón, casi todos los habitantes de aquella casa se habían levantado a esas horas de la noche. Algo aturdido por la repentina aparición de todos, se dedicó a mirar a través de un cristal cercano, quedándose absorto en sus pensamientos mientras Evedhiel servía algo para los recién llegados. Por ahí pudo detectar el delicioso aroma de un café. Miró distraídamente a su alrededor, y a sus acompañantes, sin importarle mucho lo que hacían y decían entre ellos. La verdad, se sentía algo incómodo entre tanto alboroto. De un momento a otro, sacudió un poco su cabeza, en un intento algo ingenuo de apartar los recuerdos de los últimos meses que repentinamente volvieron a sus pensamientos. Sin embargo, aquello consiguió sacarlo de su ensimismamiento justo a tiempo para ver a la mujer pelirroja invocar mediante magia un objeto que parecía forrado en piel. Debía de ser un libro. -Ohhh, algo interesante por fin- Dejó escapar aquello último sin querer. El libro despertó su curiosidad, al igual que la de los demás, según podía ver. Eso era lo que su alma en verdad quería en esos momentos: algo de misterio y, con algo de suerte, peligro. -A todo esto... ¿Dónde lo conseguiste?- Preguntó, ya sin poder contener su interés Arroba todos
  2. De inmediato, fue sorprendido por la voz de una desconocida. Al girarse en la dirección de donde provenía, el castaño se encontró con una, en apariencia, mujer joven, que se dirigía a él con una mirada inquisitiva. No se hallaba sola. Aunque algo más lejos, podía distinguir a una segunda mujer que lo miró de forma similar antes de seguir trabajando con un caldero en la cocina. -Yo, umm... soy hijo de Orión- Respondió, mirando con curiosidad a sus interlocutoras. -Me llamo Louis- No parecía que le hayan hecho mucho caso, quizás debido a que se perdió por un rato en sus propios pensamientos causando que ambas regresaran a la cocina. Restando importancia a aquello, decidió seguirlas. Al encontrarse con un plato enfrente suyo nada más acercarse a la mesa, asumió que era para él y tomó asiento. Mirando la sopa con cierta duda, agradeció a la segunda mujer que se sentó también a la mesa antes de que los tres empezaran a comer, procurando el Yaxley evitar comentar algo sobre la sopa. Sin hacer mucho caso de lo que las otras dos conversaban, Louis volvió a perderse en el mar de pensamientos y dudas que inundaba su mente. Se sentía incómodo ahí. Seis meses secuestrado en un sótano en Rusia no eran algo que se pudiera olvidar tan fácilmente. Especialmente si una psicópata te ultrajaba casi todos los días durante tu estancia en ese lugar. -¿Hm?- La exclamación de la mujer lo sacó de su ensimismamiento. -Pues... sí, hasta donde puedo saber. ¿Por?- La idea del enigma se le hizo interesante. Conocía muy poco sobre sus raíces u orígenes, pero quizás podría ayudar. -Por cierto, lamento no haber preguntado antes pero... ¿Podrían decirme cuáles son sus nombres?- @ @Evedhiel
  3. -¿Ésto es una broma o algo así?- Los verdes ojos dejaban notar su incredulidad. Aquello no podía ir en serio. O sea... -¿Qué demonios?- El joven acomodó un poco su mochila, comenzando a mirar hacia todos lados como esperando que la respuesta a aquello se encontrara en alguna parte de los alrededores. Aquella reacción no era para menos, después de todo estaba de pie frente a su propia tumba. Leonardo Yaxley 1996 - 2018 Querido hijo y fantasma Según aquella lápida, había muerto hace cosa de unos meses. No podía creerlo, su propia familia lo mató, y hasta donde los conocía, pusieron esa lápida sin más y se olvidaron del asunto. Echando un suspiro, sacó la varita de la manga y cambió el año de deceso por un simple signo de interrogación. Habiendo terminado, se giró hacia la construcción en cuyo jardín trasero se encontraba. La vieja Manor no había cambiado en nada. Siempre le había gustado el aspecto que presentaba: Algo descuidada, con un aire misterioso, pero sobria y con un aura que atraía al castaño. Sin mucha prisa, se dirigió a la entrada principal de la residencia. Quizás no era tan malo volver. Tal vez, sólo tal vez, encontraría ese sentido de pertenencia a un lugar del que había carecido desde hace mucho tiempo, cuando el lugar en el que solía vivir terminó reducido a la nada una vez sus ahora antiguos habitantes dejaron de ocuparlo. Sintiéndose algo tonto por seguir tocando la puerta sin obtener respuesta, entró con cierta duda. -¿Hola? ¿Hay alguien en casa?- Dijo en voz alta, esperando no lo tomen por sorpresa o lo confundan con un ladrón o algo así. Después de todo, "él estaba muerto".
  4. -¿Y qué es lo que vamos a hacer ahora?- El niño lo miraba mientras ambos salían de la cocina. Louis no tenía nada en mente. Su estancia en la casona era extrañamente tranquila y eso, en cierto modo, lo inquietaba. Incluso podría decirse que lo molestaba. Pero había accedido irse a vivir con su padre para conectarse con aquella parte de él de la que estuvo lejos por demasiado tiempo. Y exactamente no había logrado nada de eso en ya casi dos meses. En primer lugar, ¿Desde cuándo él era así de sentimental? Siempre se había jactado de no darle importancia a nada relacionado a lazos familiares y su origen. Eran demasiados los cambios que la vida le había traído en los últimos días que le costaba digerirlo. -¡Espérame papá!- Lo detuvo la vocecita de Eliah, que se había detenido en mitad de la entrada para atarse los zapatos. Pero había algo que llamó aún más su atención. Voces. Viniendo desde afuera. Como presintiendo lo que iba a pasar, un impulso lo hizo correr hasta donde el niño se encontraba antes de cubrirlo con su cuerpo, rodando ambos por el suelo mientras conseguía distinguir con la vista una masa gigante de hielo destrozando la puerta y deteniéndose no muy lejos de él. No tuvo tiempo siquiera a ver si su hijo estaba bien, antes de darse cuenta que el suelo estaba agrietado. Sin poder moverse, padre, hijo, y el trozo gigante de hielo cayeron por algunos metros hasta detenerse en el suelo de algún lugar debajo de donde se encontraban hace un momento. Desesperado, el castaño se separó un poco de su niño, y lo encontró inconsciente. Revisando si aún respiraba, se preocupó por salir de ahí y llevarlo a un lugar seguro. Con suerte, encontraría una salida que lo llevara de vuelta hacia arriba.
  5. -Papá- Un sonido lo molestaba. No quería despertarse, estaba todo tan calmado ahí donde estaba... -¡Papá!- Otra vez esa voz. No se iba a mover de ahí para nada, le gustaba estar ahí. -¡Despierta!- Esta vez, algo lo jaló, haciendo que ruede de la cama al suelo y se despertara. Abriendo los ojos por fin, ubicó al dueño de aquella voz. Su hijo lo miraba, mientras llevaba un juguete en las manos. ¿Cuánto tiempo había estado dormido? El niño solía despertar después de él. -Buenos días. Ya es tarde papá- Lo miró Eliah, algo serio -Tengo hambre- El castaño mayor miró un reloj que había en una pared de su nueva habitación y suspiró. Se disculpó con el pequeño y se puso de pie. Llevaba ya un mes viviendo en aquella casa, por lo que ya la conocía bien. Sabía dónde vivía cada habitante de la misma, y encontró alguno que otro lugar oculto. Pero aún así, no conocía a casi nadie en el lugar. Exceptuando a su padre, claro. Bajó de las escaleras aún bostezando un poco. Ya ambos se habían vestido, por lo que fueron a la cocina a buscar algo de comida y luego empezar su día, esperando que no fuera tan aburrido como los anteriores.
  6. Se sentía ansioso. ¿Cómo era que de la nada iba a vivir con el padre al que durante casi toda su vida no había visto? Quizás era de una forma similar a la que Eliah llegó a él de la nada. Le parecía interesante que la vida tomara ciertos rumbos, y algunos cambios, como por los que la suya había pasado en los últimos días. -Papá. ¿Ya vamos a entrar?- Le preguntó inquisitivamente el niño a su lado. -Tengo frío- La voz de su hijo lo sacó de sus pensamientos. Sonriéndole, asintió levemente antes de avanzar hacia la puerta. Una especie de inquietud lo llevaba rondando desde que se pusieron en camino hacia aquél lugar. El qué clase de personas se encontraría ahí era lo de menos, pues nunca le había dado mucha importancia. Al darse cuenta que lo único que le interesaba era que la personita que estaba a su costado se sintiera cómoda le hizo darse cuenta que había cambiado, y que ya no solo pensaba en sí mismo. Echando un hondo suspiro, se acercó a la puerta y la golpeó unas tres veces esperando que se abra.
  7. Howdy! :3 Finalmente se me quitó la flojera y me pasé por aquí (Char, ya sabes que hacer ahora si XD) Ojalá no me hagan Bullying u.u(? No se qué mas decir :v Nick: Leonardo Myrddin E. ¿Qué es lo que más te gusta de tu personaje? Pues.... Todo, es muy yo asi que... XD ¿Estás preparado para ser un Yaxley? I was born ready beibeh ¿Estás teniendo un lindo día hoy? Oh si que si *Deja chocolates *
  8. -Estaba distraído- Murmuró el castaño por lo bajo en cuando la chica de cabello morado le recordó que durante su viaje a Francia él había sido envenenado y posteriormente capturado por aquél ladrón. Aún le molestaba el hecho de que hubiera caído con facilidad en algo tan ridículo. -Hm... Bueno- Dijo el Myrddin al oír a Alegna. -No significaba que no quería saber nada de tí. De hecho... Había surgido un inconveniente...Lo siento- Aquello era verdad. El mismo día en que se suponía debía ir con ella se la había pasado tirado en el suelo todo el día a causa del vampiro que residía en su cuerpo. Aunque debía de admitir que fue algo idi*** al no haberse disculpado antes. -Oh, te invité aquí porque quería, de alguna forma, compensarte por aquello- Respondió a su pregunta -Y voy a intentar hacerlo lo mejor que pueda- Acto seguido llamó al bartender, el cual se le acercó al instante. Con unas palabras, hizo que el hombre se fuera, dejándolos solos. -Listo. Puedes beber lo que quieras sin problema alguno- Louis esbozó una media sonrisa antes de acabar su vaso. -Hm... y dime, ¿Qué has estado haciendo últimamente?- @@Alegna Black
  9. ¿Antoni se enojaría con él? No estaba seguro de eso, aunque sabía que no podía culparlo. Después de todo, no se había aparecido en aquél local durante mucho tiempo, y eso que él era uno de los propietarios. Esos eran los pensamientos que rondaban la cabeza del castaño mientras se hallaba sentado frente a la barra del bar del primer piso del hotel Aliento de Dragón. -Hm... has estado muy silencioso estos últimos días- Murmuró mientras su verde mirada se perdía en un vaso lleno de whisky que tenía delante. -¿Hay algo que te preocupa?- Nadie más se encontraba en aquél lugar, por lo que parecía que el castaño se hallaba solo. -No, no es nada. Simplemente... Me he acostumbrado a quedarme en silencio y "vivir" a través de ti- Le respondió una voz que, más que venir de alguna parte del bar, venían desde el interior del joven. -Hn... Quizás deba expulsarte de mi cuerpo. No sería doloroso, para mí- El Myrddin sonrió mientras cogía el vaso y se lo llevaba a los labios. Sintió una especie de nostalgia al ponerse a pensar en sus propias palabras. Hacía mucho tiempo que no hablaba de esa forma. Creía que esa parte de él, su segunda máscara, había muerto junto con el resto de sus antiguos compañeros, al igual que ellos, asesinada por él mismo. -Curioso- Susurró, mientras pensaba en todo eso. Debía encontrarse con alguien en aquél lugar. La había invitado a ir después de la pequeña aventura que tuvieron en la Francia del Imperio Napoleónico. Había aceptado luego de pensarlo un poco, así que le indicó cómo llegar a aquél lugar. -Ya debe de llegar en cualquier momento, si no está ya detrás mío- En su rostro esbozó una sonrisa. Había sentido su presencia desde que entró en el bar. -¿Cómo estás, Alegna?-
  10. Leonardo Louis Myrddin Empleado del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas En busca del basilisco -¿Hm?- El castaño se giró hacia Mary, la cual le daba algunas advertencias con respecto al basilisco. Ya antes había visto algunos de ellos, pero de eso había pasado ya un buen tiempo. El castaño sólo se limitó a asentir, esperando que aquél basilisco no se hallara muy lejos. Probablemente estaría asustado en medio de aquél lugar. Unos gritos llegaron a sus oídos, provocando que accidentalmente sus ojos cambiara del acostumbrado verde a un tono ámbar. Sus sentidos se hallaban alerta a cualquier señal de la criatura, no debía de estar muy lejos. Una rápida mirada a su acompañante bastó para darse cuenta que el basilisco se hallaba a pocos metros de él. Un rápido movimiento de la varita de Mary y aquél animal se había quedado temporalmente ciego a causa de una venda en sus ojos, pero, a juzgar por los desesperados movimientos del basilisco, aquello no había hecho más que enfurecerlo. -¿Y si probamos con...- El Myrddin no tuvo tiempo de terminar su frase. Un golpe propinado por la cola del basilisco lo envió contra la pared más cercana que tenía. El impacto lo aturdió por unos segundos, en los cuales se recuperó a tiempo para ver la cola de aquella peligrosa criatura acercarse a él. Ésta vez no lo iba a tomar por sorpresa. Louis se puso de pie y se colocó en una posición en la cual podía recibir de lleno el golpe sin ser lanzado de nuevo. El castaño se aferró con fuerza a la cola, la cual se agitaba con cada vez más violencia. Aquella había sido, en definitiva, una mala idea. Se estaba comenzando a marear, así que decidió soltarse de una vez por todas. El cuerpo de Louis rodó por todo el suelo hasta dar contra una pared. Se levantó con algo de dificultad y, esquivando los continuos azotes de la cola del enfurecido animal, corrió hasta donde Mary se hallaba. -Como decía- Dijo, sacudiéndose un poco el polvo que tenía encima. -Podríamos probar a lanzarle hechizos aturdidores a la vez. No lo dormirá por mucho, pero lo afectará por unos minutos para que podamos someterlo. Funciona bien con los dragones, pero necesitamos a alguien más para que nos ayude con eso- Sacó su varita del bolsillo y se remangó la camisa -Debemos de ser precisos y lanzarlos al mismo tiempo, si fallamos podríamos empeorar las cosas- Miró de vuelta al basilisco, el cual seguía con sus incontrolables movimientos. Debían de detenerlo cuanto antes, o podría suceder algo peor. @ @@Candela Triviani
  11. Leonardo Louis Myrddin Empleado del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas En busca del basilisco -Vaya tamaño tiene el animalito- Murmuró el castaño, mientras miraba una foto de la criatura que iba ayudar a transportar. El castaño se encontraba caminando por el callejón Diagon junto a la directora del departamento, y la idea de ayudar en una tarea así lo entusiasmaba en cierto modo. Louis miró a su alrededor. Por donde mirara, veía un montón de gente haciendo sus compras ahí. Además, el propio lugar no se veía tan amplio como para trasladar una criatura de semejante tamaño. No entendía aún cómo iban a llevar a cabo un trabajo así, pero prefirió no preguntar, estaba seguro de que ellos ya habían arreglado una forma de trasladar al basilisco sin causar mucho (o ningún) daño colateral. A pesar de eso, no era ningún idi***, sabía que si cometía un error podía liar todo. Alzó la vista de la foto por unos segundos, interrumpiendo sus pensamientos. Su acompañante había enviado lo que a él le pareció un memorándum. Regresó la mirada a la información sobre el basilisco que había conseguido hasta que ambos se detuvieron. Habían llegado ya al local donde se encontraba el animal.
  12. La odisea del Myrddin para entregar todas aquellas tarjetas aún no terminaba, pero mientras mantuviera el ritmo al que iba, estaba seguro de terminar su labor a tiempo. -Hm... ¿Qué es lo que sigue ahora en la lista?- Murmuró, mientras consultaba la lista de familias a las que debía de hacer llegar la invitación. Hacía unos segundos había empezado su labor, y sólo llevaba seis invitaciones entregadas -Vale. Ahora tengo que ir donde los... Black Lestrange. Eso- Se dijo a sí mismo, mientras daba dos golpes al suelo y comenzaba a correr de nuevo, mientras por alguna razón sonaba en su cabeza la canción de cuando Rocky Balboa entrena. Al cabo de unos segundos, llegó a la Mansión Black Lestrange. Nunca antes había estado en aquél lugar, pero tampoco tenía mucho tiempo para detenerse a detallar la construcción, así que inspirando hondo, avanzó hasta la puerta y la tocó. Al cabo de unos segundos, un miembro de la familia le abrió la puerta. -Um... Buenas tardes, lamento interrumpir lo que haya estado haciendo en estos momentos, sólo vengo a dejarle esto. La familia Myrddin los invita cordialmente a su celebración- Acto seguido sacó algo del morral que llevaba y lo extendió hacia la persona que lo recibió. Era un sobre, en el cual estaban escritas las siguientes palabras -Le agradezco mucho su tiempo- Dijo, haciendo una leve inclinación, una de las pocas costumbres que le quedaba de su tiempo en Japón, y se marchó corriendo a seguir entregando aquellas invitaciones. Aún faltaban muchas por entregar, y si quería entregarlas todas a tiempo, debía apresurarse.
  13. Un mensajero... Aquella había sido la función que ahora tocaba cumplir al Myrddin, pero no podía quejarse. En el castillo faltaban manos para terminar de acomodar todo a la perfección, y andaban cortos de tiempo. Entregar invitaciones no era tarea difícil para alguien que podía correr a grandes velocidades, así que aceptó sin ningún problema aquella tarea. -Hm... ¿Qué es lo que sigue ahora en la lista?- Murmuró, mientras consultaba la lista de familias a las que debía de hacer llegar la invitación. Hacía unos segundos había empezado su labor, y sólo llevaba tres invitaciones entregadas -Vale. Ahora es turno de visitar el Castillo Lockhart- Al cabo de unos segundos, llegó a la entrada del imponente castillo en el cual vivían los Lockhart. Sin detenerse a detallar la construcción, avanzó hasta la puerta y la tocó. Al cabo de unos segundos, un miembro de la familia le abrió la puerta. -Um... Buenas tardes, lamento interrumpir lo que haya estado haciendo en estos momentos, sólo vengo a dejarle esto. La familia Myrddin los invita cordialmente a su celebración- Acto seguido sacó algo del morral que llevaba y lo extendió hacia la persona que lo recibió. Era un sobre, en el cual estaban escritas las siguientes palabras -Le agradezco mucho su tiempo- Dijo, haciendo una leve inclinación, una de las pocas costumbres que le quedaba de su tiempo en Japón, y se marchó corriendo a seguir entregando aquellas invitaciones. Aún faltaban muchas por entregar, y si quería entregarlas todas a tiempo, debía apresurarse.
  14. La odisea del Myrddin para entregar todas aquellas tarjetas aún no terminaba, pero mientras mantuviera el ritmo al que iba, estaba seguro de terminar su labor a tiempo. -Hm... ¿Qué es lo que sigue ahora en la lista?- Murmuró, mientras consultaba la lista de familias a las que debía de hacer llegar la invitación. Hacía unos segundos había empezado su labor, y sólo llevaba dos invitaciones entregadas -Ahora es turno de la familia Moody- Al cabo de unos segundos, llegó a la entrada del imponente castillo perteneciente a los Moody. Sin detenerse a detallar la construcción, avanzó hasta la puerta y la tocó. Al cabo de unos segundos, un miembro de la familia le abrió la puerta. -Um... Buenas tardes, lamento interrumpir lo que haya estado haciendo en estos momentos, sólo vengo a dejarle esto. La familia Myrddin los invita cordialmente a su celebración- Acto seguido sacó algo del morral que llevaba y lo extendió hacia la persona que lo recibió. Era un sobre, en el cual estaban escritas las siguientes palabras -Le agradezco mucho su tiempo- Dijo, haciendo una leve inclinación, una de las pocas costumbres que le quedaba de su tiempo en Japón, y se marchó corriendo a seguir entregando aquellas invitaciones. Aún faltaban muchas por entregar, y si quería terminar a tiempo, debía apresurarse
  15. Un mensajero... Aquella había sido la función que ahora tocaba cumplir al Myrddin, pero no podía quejarse. En el castillo faltaban manos para terminar de acomodar todo a la perfección, y andaban cortos de tiempo. Entregar invitaciones no era tarea difícil para alguien que podía correr a grandes velocidades, así que aceptó sin ningún problema aquella tarea. -Hm... Veamos la lista- Murmuró, mientras consultaba la lista de familias a las que debía de hacer llegar la invitación -Vale, primero es la familia Tonks- Al cabo de unos segundos, llegó a la entrada del hogar de los Tonks, inspirando hondo, avanzó hasta la puerta y la tocó. Al cabo de unos segundos, una persona le abrió la puerta. -Um... Buenas tardes, lamento interrumpir lo que haya estado haciendo en estos momentos, sólo vengo a dejarle esto. La familia Myrddin los invita cordialmente a su celebración- Acto seguido sacó algo del morral que llevaba y lo extendió hacia la persona que lo recibió. Era un sobre, en el cual estaban escritas las siguientes palabras -Le agradezco mucho su tiempo- Dijo, haciendo una leve inclinación, una de las pocas costumbres que le quedaba de su tiempo en Japón, y se marchó corriendo a seguir entregando aquellas invitaciones. Aún faltaban muchas por entregar, y él no disponía de mucho tiempo

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