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Rachel Brice

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Acerca de Rachel Brice

  • Cumpleaños 28 Junio

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    2
  • Rango Social
    Unicornios de Bronce
  • Galeones
    20310
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Familia
    Crouchs
  • Trabajo
    0
  • Escalafón laboral
    T1
  • Raza
    Humana
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    20
  • Puntos de Poder en Criaturas
    0
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Conocimientos
    - Artes oscuras
    - Pociones
  • Medallas
    0

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Ravenclaw
  • Género
    Female
  • Location
    Encerrada en mi propia mente.

Campos para Gringotts

  • Escalafón último mes cerrado
    T1
  • Posteos acumulados último mes cerrado CMI
    11

Contact Methods

  • MSN
    luna__azul@live.com
  • Website URL
    http://...
  • Yahoo
    ...
  • Skype
    Rachel.brice5

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Reputación

  1. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. Contaba cada respiro que daba mientras el silencio y la exasperación que sentía por su respuesta me carcomían. Contaba porque sentía que pasaba demasiado tiempo, contaba la respiración porque los latidos del corazón eran difíciles de llevar la cuenta, me recordaba al aleteo de un colibrí. Sus ojos se movían, podía ver como su debate interno jugaba con mi futuro. Deseaba con todas mis fuerzas ser lo suficiente como para que él no lo dudara. Yo, Rachel Brice, quien nunca se preocupaba por estas cosas, quien solo había visto el amor en novelas y en otras personas, creyendo que estás siempre exageraban para demostrar una felicidad falsa ante las demás personas. Entonces, cuando creí que no soportaría un segundo más, él soltó sus palabras, que en si, eran ciertas. Muy ciertas. Apenas nos conocíamos, aunque internamente sabía que eso sonaba irreal, yo sentía que nuestras almas ya se habían cruzado antes, que tal vez, el Bosque de Luz era más de lo que aparentaba, y fue su manera de unir dos seres solitarios, a los sustos, exponiendo nuestros miedos. Mientras hablaba, levanté la mirada, expectante, atenta. Pero en su última pregunta, la baje, mirándome los pies, frunciendo el seño y esperando la sentencia final. ¿Podría irme así? ¿Sin él?, Sabía que si, pero no sería jamás la misma. O en tal caso, ¿Yo podría quedarme? Al menos, tenía la conciencia de que allí viviríamos en peligro, pero también sabía que a su lado, seguiría siendo yo, en mi mejor version, mi coherencia no se vería afectada. Eso, respondía mi pregunta más interna antes propuesta, por él, me arriesgaría. Volví a contar la respiración, pero no la mía, si no la suya, no sabía porque, eso era reconfortante aunque parecía ser el final de ambos. Sentí su mano buscar la mía, y yo ya imaginaba su despedida, intentando suavizar el golpe de su adiós, con un contacto dulce. No me resistí, quise ver de todas maneras sus ojos, que tanto me habían llamado la atención en aquel encuentro tan atropellado, fue entonces cuando asintió. Sus palabras me llenaron el cuerpo de adrenalina. Fue como una brisa suave, los colores revivieron a mi al rededor y todo volvía a ser más alegre, incluso, más que antes. No pude evitar reírme, soltando el aire que había retenido mientras contaba los suyos, mirando al cielo y después a él mientras me besaba. Sin poder evitarlo, cuando nuestro beso terminó, dejando en mis labios una dulzura que jamás habían tocado, yo, recargada de energía, le di un beso sonoro en los labios, las mejillas y sin poder evitar dejar de sonreír. -Claro que estoy lista para cruzar. Ahora más que nunca - tomé su mano y casi que arrastrándolo en una caminata que era más trote que otra cosa, comenzamos a atravesar el pequeño riachuelo, salpicando para todos lados. No me importaba mojarme, ya no. No me importaba que nos esperaba al otro lado del arco, si había más adversidades o no. Al llegar al gran arco, nos detuvimos. Di un lento paso, mirando a Mathias primero, tomando su mano con más fuerza. -¿Listo? - Exhalando una vez más, di un paso. La sensación era extraña, como si algo cálido, como enredaderas invisibles, nos envolviera y segundos después nos soltaba. No podía negarlo, daba algo de claustrofobia esos escasos segundos allí atrapados, una pequeña trampa si creías que allí no había nada, pero sin más, nos dejó pasar, como si nada. En ningún momento solté Mathias. -Interesante- murmure para mi. En los cuentos, era una enredadera la que se abría y dejaba pasar solo a una persona. Pero si bien, no era lo mismo, se sentía igual. Supuse, que en algo si se parecían. Levanté la mano de Mathias y la bese impaciente, demasiado alegre. Tanto, que me sorprendía por no saltarle encima para festejar. Una vez dentro del prado, dónde se encontraba la fuente, recordé. Fue como si todo, absolutamente todo viniera a mí como un huracán. Todos los recuerdos previos al bosque, los recuerdos confusos que había tenido allí dentro, dónde eran imposibles de mantener al hilo, ahora se desplegaban con facilidad. Había vagado, vagado semanas y meses allí dentro, todos los días habían sido exactamente iguales, eso creía yo al principio. Pero en realidad había sido yo la que parecía reiniciarse cada día, actuando igual, tomando los mismos caminos. Estaba en la locura y no me había dado cuenta, en un bucle interminable, hasta que demasiado tiempo después escuché aquello que me llevo a él. Mathias, claro que lo conocía. Di un paso hacia atrás, tambaleándome, sosteniendo con mis dedos mi frente. Cerrando los ojos con fuerza para luego abrirlos. La sensación que tenía era de alivio, si. Pero a su vez no podía negar no estar algo fascinada y asustada por todo lo acontecido. Me había llevado mi tiempo, si. Pero lo había logrado. Me recompuse, tomando el control nuevamente de mi. Me tomaría varios días asimilar todo aquello, pero lo tenía a Mathias a mi lado para que todo fuese más fácil. Sin pensarlo demasiado, fui corriendo hasta la fuente. Ver, lo que vi era difícil de explicar. -Mira! - dije asombrada a Mathias. Era hermosa, el agua corría cristalina. Pero a su vez, me recordaba mucho a pensadero, porque podía vernos. Ver nuestros días allí dentro. Estaba ahí, perdida en el reflejo, la situación se repetía una y otra vez, del otro lado estaba Mathias. Un Mathias herido, casi que muerto, otros días volviendo en si, todo iba demasiado rápido hasta el momento en el que nos encontramos. No podía dejar de verlo, nos mostraba nuestro camino. Luego hubo una imagen que recordé al instante. Fue antes de que Mathias cayera, se acercaban los dementores. Una torpe Rachel intentaba conjurar un patronus, pero era inútil. Entonces recordé. Comencé a mirar al rededor de nuestros reflejos, y no había nadie más que nosotros con esos seres. Levanté la vista con confusión. -¿Tu recuerdas que pasó verdad? - entonces, en el momento culminante, la fuente nos volvió a mostrar a nosotros. Pero era nuestro beso, ese con el que yo me había atrevido a demostrarle que me interesaba demasiado. Al verlo, mi corazón se había acelerado, y mi boca se moría por volver a besar al hombre que estaba a mi lado. -¿Que intenta decirnos? Entonces lo supe. Era una especie de portal. Esa era mi cobra. Era su tiburón. Era ilógico y fuera de todas las explicaciones lógicas de nuestro mundo. Pero lo supe. Levanté mi varita y me apegue a Mathias. Me acerqué tanto a su boca que podía sentir el suave roce de nuestros labios... Era tan cálido. -Expecto patronum- susurré apuntando al agua. Esperaba que el también lo hiciese. Ni siquiera quise ver si funcionaba o no. No necesitaba ver si mi cobra tomaba vida, si allí en la fuente todo era posible. Entonces lo bese, sin poder resistirme un poco más. Lo bese, y sentí paz, felicidad. Me aleje solo unos centímetros, para poder respirar. Y sonriendo, deslice mis manos hasta su nuca. -A ver cómo se libra de mi ahora Profesor Lear. -y volví a besarlo, pero está vez, divertida, besando sus labios y luego, juguetonamente, mordiendo su labio inferior. Entonces, sabía que podíamos irnos. Éramos libres. Pero no solo del bosque. Éramos libres nosotros. De la soledad, de lo que nos atormentaba. Éramos libres y era gracias al Bosque de Luz.
  2. Escuché antentamente cuando mencionó que conocía un lugar parecido al que yo le mencionaba. Me emocioné de qué tal lugar si parecía existir, fue inevitable sentir la felicidad del éxito, en ese momento de verdad sentí que si era posible, que al fin lograríamos salir. Pero todo se hizo añicos en un segundo. Mi ilusión, mi felicidad se opaco al instante, al entender, que tal vez, Mathias, no deseaba salir de allí. Había supuesto que el también deseaba irse, hasta por un momento me había dejado vagar con la esperanza de que al salir, podríamos conocernos en un contexto más "normal". Me sobresalte, al pensar que era aquello lo que me emocionaba más al salir de allí junto a él. Pero Mathias no había tenido la necesidad de partir del Bosque de Luz antes. De hecho, se había mantenido allí a conciencia, sobreviviendo. Había llegado a la salida, pero le había dado la espalda. ¿Significaba aquello que no me acompañaría más que a la salida?. Dolió imaginar esa separación. ¿Podría yo hacerlo sin él?. Esa última pregunta vago en mi cabeza casi inevitablemente, en otra oportunidad, jamás lo habría considerado por un mago. Me iría incluso sin mirar atrás, tal vez, dando un gracias sin emoción alguna. Pero Mathias había quebrado muros que había construido a mi al rededor, sin siquiera proponérselo, sin siquiera que yo misma me dé cuenta, como para intentar defenderlos. O tal vez si, pero lo ignoré. Mi mirada se había posado en el suelo, mientras pensaba en todo aquello que me encrucijaba, ¿Que es lo que quería?, O mejor expresado, sería, ¿Que es lo que necesitaba?. No quise responder esa última. Había notado el silencio que se había prolongado mientras, sentí la necesidad de preguntarle, acabar con mi inseguridad. Saber que iba a suceder ... Pero muy cobardemente no lo hice. Solo levanté la vista, forzando la sonrisa lo más que podía. Lo dejé que me ayudara a ponerme de pie, y una vez hecho, no volví a soltar su mano. Nuestro andar era irregular. Por momentos íbamos lentos, por otros íbamos más rápido. Cabe destacar que disfrutaba más la lentitud de su paso, podía disfrutar más esos momentos para observarlo cuando creía que él no me miraba, era absurdo, pero por las dudas de que él me dejase atrás en la salida, quería guardar en mis recuerdos, cada facción de su rostro en mi mente. Guardar cada movimiento que hacía, cada contacto en mi memoria. Supe que nos acercábamos cuando escuche vida. Porque no había otra explicación al sonido de los pájaros cantar, era casi absurdo, pero aquello hizo acelerar a mi corazón por la expectativa. Apreté un poco más fuerte la mano de Mathias y lo miré. Supe, que el destino nos podía aguardar en cualquier momento, entonces fue que no pude sacar mi ojos de él, incluso cuando nuestros pies se mojaron. No quería perderlo de vista. No fue hasta que el me miró y expresó .-Rache... Mira- Dijo él. Entonces levanté la mirada. Por un segundo, olvidé todo, respiré el aire puro y lo vi. Era hermoso, mucho más de lo que jamás hubiese imaginado o visto antes en otro lugar. Tal vez, paraíso era la palabra correcta. El arco me recordó vagamente a aquel por el que había ingresado. Note, que era mucho más bello. Sin dudas, el de la entrada había querido imitarlo de alguna manera, pero no sé acercaba ni por centímetro. Las flores eran las más coloridas y hermosas que jamás había visto. ¿Acaso eran únicas de ese lugar?, Recorrí maravillada el recorrido de estas, hasta que me topé con ella. Con la fuente. Respiré, y mis labios se curvaron en un -Oh-. Entre maravillada y estupefacta ante lo que veía. El agua corría, los pájaros volaban y su canto junto con el ruido del agua era todo lo que estaba bien allí. Era paz. Una parte de mi quería correr hacia el lugar. Otra, la que se extendía a mi mano tomada por Mathias, me clavaba al suelo. Entonces sin pensarlo demasiado, lo rodee con los brazos, lo abracé y lo bese. Esta vez, fui yo quien tomó esa iniciativa, ya que si él se negaba a lo que pensaba hacer a continuación, al menos, podría quedarme con aquello en mi memoria. Un recuerdo más del que podría rememorar luego. Mi beso no fue casto. Tampoco rápido como había sido el anterior. Con mis manos tomé su cuello para atraerlo más a mi, y así, poder tener más acceso a él, lo que podía ser gracioso, porque era más baja. Quise explorar la suavidad de sus labios, con los míos, primero un pequeño roce, luego presionandolo un poco más para besarlo con una emoción que había contenido hasta ahora. No quise pensar en que era lo que él podría hacer. Durante ese momento solo quería sentir la emoción de la victoria por llegar al tan ansiado lugar, y por tenerlo a él a mí lado, me apegue un poco más a su cuerpo, besándolo con un poco más de arrebato del que pretendía. Quería alargarlo. Pero sabía que a su vez, debía actuar. Le di un ultimo beso, antes de alejarme un poco y tomar una de sus manos. -¿Vendrás conmigo verdad?. - expresé aquella pregunta a la que tanto temía. -quiero decir... ¿Saldrás conmigo de este lugar?. Mathias, no quiero irme sola. Esto último lo solté, dejando atrás toda la arrogancia que había tenido siempre en expresar mis sentimientos. Sabía que no era 100% clara. Que solo le pedía que no me dejara en la salida. Pero, ¿Acaso yo podría explicarle a él que es lo que sentía?. No quería que me dejase. Reflexioné unos segundos mientras desviaba mi mirada al suelo y mordía mi labio inferior, nerviosa. -Sé... Yo.... Mathias, sé que es absolutamente absurdo, pero. -suspiré levantando la mirada a sus ojos, para luego desviarlos a alrededor, no sabía porque era tan difícil mantener el contacto visual. Jamás me había sentido así de extraña con alguien. - Pero quiero que vengas conmigo. No te quedes en el Bosque de Luz. Por favor- dije lo último en un susurro. Me separé de su cuerpo, temiendo la respuesta. Estando lista para el rechazo y andar hasta la fuente y salir. O tomar su mano e ir con él. Sea como fuese, la respuesta y la decisión era solo suya.
  3. El impacto de verme a mí misma me dejó con los dos pies clavados al piso como adoquines. Era yo, sin duda, pero pálida como la cera. Estaba ahí, yacía en el suelo muerta. Mis ojos desorbitados fueron de mi cuerpo, caído de alguna extraña manera, a la espalda de Mathias que estaba cerca de aquello que sin duda no podía ser yo. Él parecía tan afectado como yo ante esa imagen. ¿Acaso de verdad creía que había muerto?. Él parecía a punto de acercase a Eso, fue en ese segundo que temí por él, porque definitivamente no podía ser nada bueno. Absolutamente nada bueno. -¿Qué..? - dije en un tono de voz casi ahogado. Quería advertirle, sobretodo porque aquello se había comenzado a mover. Pero él parecía haberme oído, y comprendió, y yo junto a él, de que se trataba aquello. No era más que un Boggart, que quería alzarse contra él nuevamente, torturandolo con un dolor que al principio no comprendí. ¿Acaso el temía verme muerta?, ¿Podría yo acaso tener la esperanza de que el sintiera una pizca de lo que comenzaba a sentir yo? ¿O tal vez era a quedarse solo dentro de ese bosque?. De alguna manera, tal vez, egoísta, quería que la primera opción fuese la razón. Él se levantó, observando ahora a aquella falsa yo, apuntándole con su varita, pronunció el hechizo que acabaría por el momento con aquel Boggart. Verme transformar en una oruga con patines era una imagen de la que jamás se me iria de la cabeza. Aún pensaba en aquello cuando Mathias vino a mi encuentro, corriendo hacia mi, yo no sabía porque, pero aún no podía moverme. La imagen de mi misma, de Mathias en el suelo, de la oruga, se repetían en mi cabeza una y otra vez. Él llegó hasta a mí, y comenzó a palparme en busca, tal vez, de alguna herida. Era absurdo, yo era quien debía preguntar si estaba bien y no él a mí. Mi intención era reprochar esa pregunta, y por sobretodo, dejarle saber que no se moviera tan rápido, podía ver como en su intento de asegurarse mi bienestar, arruinaba los arreglos que había hecho sobre su herida. Abrí mis labios para hablarle, pero sus manos tomaron mi rostro inesperadamente, acercándose para besarme. No podría definir jamás si todo pasó lento o despacio. Porque extrañamente había sido de las dos manera. Sentir el roce de sus labios con los míos fue como un shock electrizante en todo mi cuerpo. Sus labios en los míos, luego en mi mejilla, para finalizar en mi frente, había sido un acto rápido, pero en su transcurso, fueron tantas sensaciones a la vez, que lo habían relantelizado en mi mente. Pude verlo, destellos de él en el pasado, lo conocía. En cuanto sus labios tocaron los míos pude sentirlo. Era todo muy borroso, pero algo podía llegar a ver, y supe que no era una ilusión, o algo parecido. Era real. Supe en ese instante a que se había referido él, antes, cuando dijo que nos conocíamos. El silencio nos inundó, pero lejos de incomodarnos, nos unió en un abrazo de desahogo. Fue un alivio sentirlo así de cerca, quería abrazarlo con fuerza, pero a su vez, temía hacerle daño, aún estaba consciente que la herida en su pecho no estaba del todo sana. Aún abrazada a él, aleje mi rostro para poder verlo a la cara. -Solo voy a decir 3 cosas. Primero, yo estoy bien, me preocupa más que tú no lo estés. Segundo, ¿en serio? ¿Una oruga? Voy a necesitar semanas para borrar esa imagen de mi en la cabeza -una sonrisa se dibujo en mi rostro, mi intención era despreocuparlo, hacerle saber que todo estaba bien. - Y tercero, vayámonos ya de este lugar. Una de mis manos se separó de sus hombros, para acariciarlo, muy tímidamente, en el rostro. -¿Vamos? - entonces tiré de él para ir de nuevo al exterior, no quería estar ni un segundo más en ese lugar. Ese recuerdo me tormentaría por largas noche, y deseaba de verdad que al menos, fuese fuera de ese bosque. Anduvimos por un tiempo en el día, él, como antes, conocía el lugar mejor de lo que yo esperase, era fácil no perderme como antes con su ayuda. Mientras andábamos, me aseguraba cada tanto de que el pudiese andar bien, le di el agua para que se refrescara, e insistía cada tanto en revisar su herida, aunque claro que él tenía más noción al respecto que yo de cómo debía verse y si de verdad se estaba curando. -¿Tu por las dudas no viste nunca una.. mmmm colina? - deslice mi mochila por mi hombro, sacando de allí mi ejemplar de el cuento de la buena fortuna. - Según ésto, la entrada al jardín y a su fuente, es en lo alto de la misma, con muros protegiendo su al rededor. Claro, claro, se que no debe ser exacto a cómo se describe en un cuento, pero a estas alturas nada me sorprende. - me desplome sentandome en el suelo, bostezando por el sueño, no recordaba la última vez que había dormido, parecía que fue hacia demasiado tiempo. - Pero teniendo en cuenta que pareces conocer el lugar mejor que yo, tal vez lo sepas. Allí en el suelo tiré de él para que me hiciera compañía en el césped. Apoye mi cabeza en su hombro con total naturalidad y comencé a hojear mientras el libro. Algo me decía que estábamos muy cerca, pero a su vez me carcomía la preocupación. Según la leyenda, el cuento, el jardín solo se abría paso el día más largo del año, y según mis cálculos eso era el 21 de junio. No quería expresar esto en voz alta, ¿Y si llegábamos y no podíamos pasar?. Sabía que llevaba días allí, y mi fe se depositaba en que esa parte de la historia solo fuese una invención, algo para no atraer gente todo el tiempo y todos los días del año. ¿Que dia era? Tal vez 5 o 6 de diciembre a lo máximo. Yo había entrado, el primer día del mes. De eso estaba segura. Cerré el libro y tomé la mano de Mathias. Era una acción que se me había quedado desde que salimos de la cueva. Una manera de tenerlo cerca, de sentirlo y asegurarme que seguía a mi lado. - Vamos a por la aventura. -solte con una voz actuada de teatro, riéndome de mi misma. Definitivamente, si lográbamos salir, me debía horas y horas de sueño, o seguiría torturando al pobre con frases así de vagas y actuaciones pésimas. Bueno, si es que al salir de allí aún podría seguir viéndolo. No me permití por el momento pensar en eso, así que solo me voltee a sonreírle con la calidez con la que solo me permitía ser con Mathias.
  4. Maktub siempre había sido una palabra hermosa para mi. Muy pocas veces me veía con la satisfacción de usarla, pero si había un momento era ese. Estaba escrito. Era tal vez, el destino, quizas en otra vida ya nos habíamos cruzado, tal vez fue en ésta misma y el bosque nos jugaba una mala pasada, como ya sospechaba desde el inicio. Pero de alguna manera fue agradable ese sentimiento de recepción, no solo yo lo percibía, él también. Escucharlo decir que nos conocíamos, tal vez, de otra vida, de alguna manera parecía lógico. Eso explicaba el porqué me parecía conocerlo cuando lo vi, esa sensación de deja-vu que no se explicaba. Recapacite al instante sobre eso. Pero oírlo toser me trajo a la realidad, debíamos ponernos en acción y fue lo que hicimos, pero lo que más me sorprendió fuese que él me sanará a mi primero -¿Qué? ¿Cuantos secretos más guardas?.-solte en un susurro entre fascinada y aliviada. Su confianza en mí me dejaba demasiado expuesta. De verdad temía el hacer algo mal. ¿Y si fallaba? ¿Cómo iba a tolerar tener su muerte en mis hombros?. El tenerlo tan cerca mío era una sensación nueva para mi, suspiré con los labios entre abiertos cuando su frente tocó la mía. Con la daga en mano no pude evitar hacer muecas de horror y miedo mientras entre los dos hurgabamos en su herida en busca de aquello que tanto le hacía daño. Sacarlo, fue de verdad un alivio, porque dudaba de no marearme por la impresión si teníamos que seguir. Solté la respiración sin darme cuenta que había estado sosteniéndola por tanto tiempo, quizás por eso la sensación de mareo. El hecho de que ese objeto ya no intercediera en su sistema, parecía haberlo aliviado en gran medida, ya que en ese instante se puso a trabajar sobre su herida, sanandola mejor de lo que yo lo había hecho antes torpemente. No pude evitar verlo con más asombro que antes. - ¿Eras sanador? Porque de verdad tienes esto mucho más claro de lo que creía. - Y claro que estoy bien, yo no soy la que tenía una bala en el cuerpo.- no pude evitar sonreírle, ¿Como podía preocuparse por mí si él era el que casi se me iba de las manos?- Pero estaré mejor si no vuelves a asustarme de esa manera. -dije mientras la seriedad se surcaba en mi frente, aún preocupada por su estado, pero aclarándose en cuanto sus labios tocaron mi mano. ¿Era lógico sentir aquello como algo normal? , Solo sabía que no quería que fuese de otra manera. El comenzó a moverse y yo lo seguí, me sorprendió que conociese tan bien el lugar, por mi parte no me había más que perdido desde el inicio, pero él se movía casi que con naturalidad, lo que me volvió a tener esa incógnita de saber en realidad hacia cuanto él habitaba en este bosque. Bajé la cabeza en cuanto ingresamos a la cueva, ésta era baja, no podíamos estar del todo erguidos o el choque con el techo era inevitable. La oscuridad era prácticamente total y la noche la empeoraba; tomé su mano para guiarnos y no separarnos, ya que aunque esta fuese baja, no dejaba de ser demasiado espaciosa. -Deberias recostarte y descansar un poco. Ha sido un día de verdad duro. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? Puedes quedarte aquí, duerme un poco, yo puedo ir en busca de algo para comer. Ahora que lo pensaba, tanto correr, tanta adrenalina, seguro que también debía de tener sed, hambre. Y no pensaba solo en mi sangre, ya que al parecer también formaba parte de su dieta. Por lo poco que lo había visto en su cabaña con los alimentos, de seguro iba a necesitar también agua. -No se dónde, pero seguro que puedo conseguir algo de agua. Deberías.... Si. Tu descansa. Yo ya vuelvo- le solté decidida. La noche podía ser terrible como el decía, pero estaba segura de que podría ponerse peor si no mejorabamos nuestra situación. Al menos pasar la noche con algo para comer, beber. Debíamos tener más fuerzas para poder salir por la mañana de allí, porque de eso estaba segura. No habría más tregua, el final se acercaba. Me acerqué a él en la oscuridad, tanteando con mis manos su rostro, susurrándole muy de cerca - Todo estará bien. - Entonces, con un fugaz beso en su mejilla, me aleje. No sabía cuánto había transcurrido en cuanto me interne en la noche. La preocupación de haber dejado a un Mathias atrás me tenía con la cabeza a mil por horas, necesitaba actuar rápido, no perderme y volver a seguir nuestros rastros para volver a encontrarlo. Lo bueno, fue que algo de la lluvia que nos había atosigado antes, resultaba positivo en mi búsqueda de agua. No bastaba más que un hechizo para juntar aquella lluvia dentro de la cantimplora que guardaba en mi mochila. No había sido una tarea fácil, pero tampoco era imposible. Lo malo era que había tenido que alejarme más de lo que me hubiese gustado del punto donde estaba la cueva, volver ma había llevado más tiempo. Pero en cuanto una débil luz lunar apareció, avance hasta lo que era la entrada. Con alivio casi corrí en dirección a la cueva. -Mathias! Soy Rachel!- solté, ingresando con Dificultad, agachandome. Pero una luz ya se veía al fondo. Y lo que vi casi hace caer mi varita de la mano... ¿Esa era acaso... Yo?- ¿Qué...?
  5. Supe desde el inicio que era lo que podía llegar a suceder desde que tome la decisión de entrar, había 4 caminos posibles. El primero era irme en cuanto llegue a la entrada del Bosque de Luz, esa era la decisión, tal vez, más sensata. Yo solo quería probar desde el principio que el lugar si existía o existió alguna vez, podría haberme ido en ese instante. La segunda era entrar y lograr salir sin morir. La tercera, que también iba de mano con la segunda, era salir, si, pero cuerda. Al menos lo mejor posible, nunca había visto aquello como un obstáculo real. Esas eran las posibilidades; el cuarto camino era fallar, y terminar con la segunda o la tercera. No importaba cuál fuera, era fracasar al fin. Nunca espere una 5ta salida. Y esa era aquella que vivía ahora, con un chico que estaba "más muerto que vivo", que me había salvado más de una vez en el día. Desde el inicio había querido hacer todo sola, sobrevivir y salir de allí, pero ahora me veía totalmente bloqueada antes la perspectiva de salir sin él, quería que se salvase, ayudarlo. ¿Cuantos caminos podían existir? Tal vez muchos más, pero no era capaz de verlos, uno vivía de las decisiones y las apuestas del destino, que siempre nos saca un As bajo la manga para demostrarnos que por más que intentemos con fuerzas controlarlo, siempre nos podía sorprender. Y ahí estaba yo, estupefacta mirando a Mathias, con los ojos muy abiertos por el asombro. Cuando tomo de mi muñeca, y vi sus ojos clavados en la sangre me quedé atónita. Una parte de mi sentía el alivio de que él hubiese despertado, por unos segundos daba todo por perdido, sentía que podría abandonarme a la suerte en cualquier momento. Pero él se había puesto sobre sus rodillas, tomando con fuerza mi muñeca, como debatiendo mi vida entre sus dedos. Lo que continuó, que fue que él lamiera todo los rastros de sangre fue algo que jamás hubiese esperado. Sabía que una reacción normal era irme hacia atrás, correr en dirección contraria. Y aunque sabía que esas opciones tal vez fuesen las coherentes, hice todo lo contrario. Me quedé, allí, cerca de él, observándolo todo el tiempo, aprendiendo de él, de cuál era su real condición, y al menos, llegando a darme una idea de que era él,y porque su apariencia, su energía no fuera del todo común a un mago corriente. De alguna manera me parecía algo normal, descabellado sin dudas, pero para nada alarmante. Tal vez si me había vuelto loca y no quería admitirlo. -Si, claro que me conoces- le respondí con media sonrisa de lado- hace algunas horas estamos ya rondando juntos. ¿O a que te refieres?- no pude evitar soltar mis palabras con cierto alivio. El comenzó a hablar nuevamente, pero sus palabras quedaron a la deriva, tomando nuevamente mi mano herida. -Esta bien, entiendo, no hay de qué preocuparse. O bueno, tal vez si, pero no de esto. Siguiendo su mirada, de mi daga a su herida comprendí, con una mueca de horror a que se refería ahora, entonces, en esa fracción de segundos, si retrocedí un poco, para observarlo con más detenimiento. -¿Yo? Creo que la fiebre te afectó mucho... Yo, ni siquiera sabría cómo hacerlo. ¿Una bala es la que te está hiriendo de esta manera? ¿Pero quién? ¿Como...? - mis palabras atropelladas se chocaban entre sí, tratando de analizar la situación. Claro que quería ayudarlo, solo que ... Bueno, ni si quiera era buena con los hechizos sanadores. - Pero ..¿ y si te lastimo aún más? ¿Sabes lo que sucedería si toco algo que no debo? ¡Dime qué se te ocurre una manera más fácil de hacer esto!. Mientras pronunciaba esto último, tomaba la daga con tanta delicadeza y respeto que temia incluso lastimarlo solo con el pensamiento. -Guiame. -le solté, casi que cerrando los ojos. Tocando su mano, poniendo la daga entre nuestros dedos. Depositando absolutamente toda mi confianza en su juicio, tomando la única salida que si deseaba que se llevará a cabo. Con él.
  6. El frío era tal que pensaba que me congelaría ahi nomás, tal vez no habría sido tan malo si no fuese por el hecho de estar empapada. Mathias al principio no parecía notarlo, hasta que me observó con más atención; podía ver a través de sus ojos, que también había comprendido lo que sucedía ahora al rededor nuestro. Mientras tiritaba trataba inútilmente de darme calor a mi misma. Me frotaba los brazos helados, con mis manos heladas, sin dudas, el fracaso era cantado desde el inicio, pero no podía dejar de intentarlo. Tal vez fue por eso que Mathias accionó y se apego a mi. Al principio no entendí lo que se proponía, pero en cuanto abrió sus brazos y los cerró al rededor mío quedé estupefacta y luego aliviada, comenzando a disminuir los espasmos del frío que causaba mi cuerpo. Bajo sus brazos casi olvidé los dementores. Los acercamientos, choques anteriores eran bajo una circunstancia de total adrenalina que no me había detenido a pensarlos o asimilarlos como lo había hecho ahora. Su estado febril, que antes me había llenado de dudas y de preocupación, ahora mismo eran los que me aliviaba de éste frío cegador. Su cercanía, su calor, se desplegaba como fuego por mis brazos y el resto de mi cuerpo. Me sobresaltó lo cómoda que me sentía ahí, lo escuché decirme que me tranquilizara, pero el corazón por un sentimiento que no supe reconocer, se me había acelerado. Cuando me devolvió la mirada, bajo sus ojos me sentí pequeña, y por segunda vez en ese día me sentí agradecida con él. Los dementores se acercaban cada vez más, y yo volví a la realidad que nos amenazaba. Revolví en mi cabeza algo que nos ayudara y nada. Nada venía a mi lo suficientemente fuerte como para liberarnos de tantos dementores. Tal vez, podría con mi débil nube de humo plateado liberarnos de uno, pero no de tantos como aquellos que se avecinaban. Mathias parecía afectado también por ellos, yo casi que entraba en pánico. ¿Era el fin? ¿Vagariamos sin alma hasta que nuestros cuerpos cesen en el bosque de luz? -¿Te parece nomás? - le respondí a Mathias irónicamente, mientras él se separaba de mi. Casi que por inercia me le pegue tanto como pude, para mantener de alguna manera el calor de su cuerpo cerca del mío. Levanté mi varita apuntando a esos seres sin rostro, intentando con todas mis fuerzas traer un recuerdo a mi, pero como al principio todo volvía a ser confuso. Entonces pensé en él, en ese momento tan pequeño de acercamiento, que si bien no era feliz, era lo más reconfortante que había vivido desde que entre allí. -expecto patronum! - dije fuerte. Y nada pasaba. -Expecto patronum! - una débil, muy pero muy débil luz intentaba brotar, pero retrocedía sin darme tregua a nada. -Expecto.... Sentí como Mathias también se debilitaba al lado mío, no podía seguir intentándolo, era el final. Estiré mi mano para tomar la suya, y fue casi como una conexión, porque él también había hecho lo mismo. Al menos, No me iría sola, había vagado tanto tiempo en soledad, que al menos el destino me daba esos segundos de compañía. Sentí como mis piernas claudicaban cayendo de rodillas junto a él, mi visión se nublaba, cerré los ojos y los volví a abrir débilmente, al más allá, para enfrentar mi último vistazo al bosque y a esos seres encapuchados. Lo que vi, fue increíble. Los dementores huían. Se alejaban, unas luces plateadas los ahuyentaban, todo se volvía más claro de repente. Podía ver una hermosa cobra y un imponente tiburón juntos, alejando a los dementores con un poder que jamás había visto. Estos se alejaron y las luces se desvanecían con ellos en cuanto el peligro fue despejado. No entendía de dónde eran, quien los había conjurado, miré en todas las direcciones pero no podía ver a nadie. ¿No estábamos solos?. - ¿Quien rayos...? -no pude terminar la frase, Mathias se desmayaba a mi lado, y yo, en un acto de reflejo, tomé su cabeza para que no se golpeara de lleno contra el piso. -¡Mathias! - mi voz era baja pero mi preocupación era casi demencial. No podía dejarme ahora, y me sentí una est****a al pensar que el aguantaría tanto. Vi su camisa y la sangre cubría ya gran parte de su pecho, su herida era realmente más grave de lo que había pensado en un principio. -no se te ocurra abandonarme ahora, podemos curarte, solo tenemos que llegar a la fuente, allí, allí te curarías, estoy segura. Sabía que tal vez no me escuchaba, pero necesitaba sacar de mi cabeza lo que pensaba en esos momentos, expresarlo. Debía llevarlo, solo que no sabía cómo, ni mucho menos hacia donde. -¿Que hago?- le toque la frente y volví a sentir su calor que parecía a punto de ebullición, sin duda un ser humano ya habría muerto en esas temperaturas. -maldita sea Mathias- abrí su camisa y vi su herida. Era alarmante la visión desde la cercanía. Era realmente grave, tanto que me preguntaba cómo había aguantado hasta ahora, y sentí pena que en su estado, él era el que más a salvo nos había puesto hasta ahora. Tomé de mi espalda mi mochila, y empecé a rebuscar entre todas las cosas que había allí el díctamo que había empacado por las dudas antes de emprender mi viaje. Tal vez era inútil, pero no podía dejar de intentarlo. -Accio díctamo!- brame, y esté salió rápido de mi mochila. Cuando lo hizo arrastró por fricción la punta de mi vieja daga, y en mi desesperación por tomarlo y poner en la herida de Mathias, me corté profundamente la palma de la mano. Insulté varias palabrotas al sentir el ardor que me provocaba, pero sin dudar un momento, me volví hacia Mathias para poder verter sobre su herida, esperando , deseando que de algo ayudase. Con tanto cuidado, mirando su pecho, lo Verti sobre él con mis manos temblorosas por la preocupación. Lo malo fue que no pude evitar que mi sangre también lo hiciese, y trate de no pensar en que eso influyera negativamente en la herida. Luego con la mano que estaba sana apoyada al costado de su cabeza, me incliné sobre él, quedando a la altura de su rostro, y con la otra intenté hacerlo reaccionar, procurando no caerme encima de él, con leves palmadas. -Vamos chico, que aún tenemos oportunidad de salir- le susurré muy cerca de su rostro, esperando algún indicio de mejora. La lluvia se había convertido en una llovizna muy finita, limpiando vagamente los rastros que iba dejando mi sangre.
  7. El cambio climático había sido tan rotundo y de repente que no había reaccionado a tiempo para mover mis propios pies. De estar en el silencio total, a sonidos de todo tipo, todo se venía abajo. Mathias, hábil, de un tirón me había puesto detrás suyo, y yo me deje llevar sin chistar, llegando a manotear mi mochila y mi varita antes de perderlas, tal vez en shock. Nunca había visto algo así. Lo escuché decirme bajo todo ese desastre que iba a haber derrumbe,el lugar se desmoronoba y gracias a Mathias yo no me iba con él. ¿Que había sucedido como para que reaccionará así el lugar? ¿Porque de repente nos quería "tragar"?. 2 cosas había notado en cuanto todo pasó. Lo primero fue su contacto al agarrarme del brazo, su temperatura era demasiado alta, febril, y al estar por primera vez tan cerca de su cuerpo, podía sentir el calor que emanaba. La duda cruzó por mis ojos mientras el caos se iba desarrollando a mi al rededor. ¿Estando en ese estado como podía ser tan hábil y tan rápido?, El mismo me había confesado que estaba más a un paso de la muerte que de la vida, lo que me llevo a preguntarme no solo que le sucedía ... Si no, ¿Que era? A simple fachada, era un humano. -un enigma a la vez Rachel- pensé. Me pregunté en ese instante, cuánto tiempo le quedaba a aquel hombre que me había salvado de una caída horrible al vacío, al parecer, que acababa de abrirse donde hacia instantes estaban mis pies, y pensar en eso me hizo sentir muy mal. ¿Se estaba muriendo de verdad?. Lo segundo fue que los días de silencio total y la tranquilidad totalmente desquiciante habían terminado, de alguna manera ese cambio me pareció bueno, al menos, avanzabamos en algo, caminar en círculos y en silencio, perdiéndome en los días que parecían ser exactamente iguales era lo que me confundía, haciendo irreconocible cuando había pasado un día y cuando comenzaba el otro, todos eran iguales. Algo habíamos hecho como para que el bosque cambiará de táctica tan repentinamente, despertando furioso. En medio de la oscuridad me aferré a él tanto como me fue posible, estaba ya claro que confiaba en aquel hombre. La lluvia y la negrura era tan espesa que no podía ver prácticamente nada, era el momento de confiar en los sentidos y en el instinto, y Mathias a pesar de estar mal herido parecía tener los suyos muy despiertos, porque en menos de lo que pensé, dejamos la cabaña, o mejor dicho, lo que quedaba de ella, atrás. Pero la lluvia no cesaba, lo vi voltear ligeramente hacia mi, con las gotitas cayendo por su rostro, preguntando mi estado. Reflexioné al respecto, haciendo un testeo mental de cada parte de mi cuerpo. -Mmm, si... Creo que sí. Llegue a tomar mi mochila- dije sonriendo de lado, como si fuera algo de más importancia que mi propio bienestar. Sus ojos, que eran los más extraños que había visto en mi vida, se desenfocaron por un instante detrás mío. Viendo algo que yo aún no llegaba a ver, casi volteo para seguir su vista pero este inmediatamente me advirtió. Dude, ¿Debía hacerle caso? Si algo me pisaba los talones, no quería que fuera por sorpresa, pero dado a que había decidido confiar en él, esta vez le haría caso. Mordí mi labio inferior, cerrando los ojos e inspirando lo más que pude, y me deje llevar por él por un largo trayecto. Todo tipo de sonidos se escuchaban ahora, parecía que las criaturas que antes no parecían existir, ahora si estaban presentes, haciéndose escuchar ante aquella tormenta. Tal vez, también habían estado profundamente dormidas, escondidas a los ojos humanos, tal vez, Bosque de Luz los había guardado como un arma secreta. Mientras corríamos, me detuve a pensar en nuestra charla antes de salir de la cabaña. -y si, me refería a la fuente de la buena fortuna- dije agitada, como si nunca hubieramos dejado esa conversación- Espera, Espera- dije agarrándome el costado de mi panza con una mano, incapaz de poder correr a esa velocidad nuevamente, y con la otra tironeandolo para que se detuviera. Sea lo que fuera de lo que huiamos parecía haber quedado atrás un instante, y yo agradecía aquello, porque de verdad necesitaba retomar el aliento. -Yo no se de dónde sacas esas energías... Pero déjame un minuto para recuperarme- cada palabra era con una inspiración. Los pulmones no se me llenaban del todo, y con cada exhalación iba tranquilizandome un poco más. La lluvia espesa no cesaba tanto como hubiera deseado, pero lo que si fue disminuyendo fue la temperatura, está bajo tan abruptamente que me incorporé y me solté la mano del estómago para abrazarme a mi misma. El cabello que iba suelto por todos lados, también me abraza el cuerpo, empapado, pero al bajar la temperatura este también, provocándome que un tirite fuera inevitable. -Oh no- solté mirando a Mathias, comprendiendo lo que se nos avecinaba. Lo supe porque empecé a sentir una desolación que solo había sentido una vez. La desesperanza era tal, que no sabía si seguir luchando por salir de ahí. - ¿Esos son... Dementores?. Esto me alarmó porque si bien, conocía el el hechizo para protegernos, nunca lo había utilizado con dementores reales, y en ese momento no recordaba un momento tan feliz como para hacer flotar de mi varita mi preciosa y enorme cobra plateada.
  8. Mathias, repetí en mi cabeza unas cuantas veces en cuanto me lo dijo, tratando de recordar ese nombre en el pasado. Yo lo conocía, de eso, no tenía duda. Pero no podía ubicarme en tiempo y espacio con él, como si eso hubiese pasado en otra vida, y ahora solo se tratara de un deja-vu o algo parecido. Este lugar no hacía más que confundirme. En cuanto bajó su varita, hice lo mismo, pero precavida. Algo me hacía querer confiar en él, otra, me decía que no, que aguardara, casi que naturalizando el hecho de que me tratase como a una presa, como si solo estuviese agazapado muy tranquilo, y me fuera a saltar en cualquier momento como un puma. Parecía leerme con total facilidad, porque levantaba sus manos en son de paz, y yo respondia intentando relajar mi corporalidad, dejando la rigidez de lado, para mostrarme un poco más amigable. Decidí que le seguiría el juego hasta que demostrara o revelara lo contrario. Asentí en silencio cuando se vistió con una camisa azul, y me sorprendí de ver lo bien que le asentaba. Una vez que tapó su herida era difícil notar que estaba lastimado, al menos de simple fachada hablando. Dejé que hablara todo el tiempo, mientras lo veía ir y venir, vestirse y volver a acomodarse. El hecho de que anticipara con palabras sus movimientos, fue un alivio, tal vez , estaba siendo demasiado paranoica e indudablemente él también lo había notado. Una vez ubicado y ofrecido comida, me acerqué, toqué una de las sillas, la movi y me senté con la espalda demasiado recta, entrelase mis dedos y apoyándolos juntos encima de la mesa. Todo el trayecto lo hice sin sacarle los ojos de encima, pero al menos mi ceño se había relajado. -Muy bien Mathias, voy a intentar confíar en ti, de verdad lo voy a intentar, pero es difícil si me mientes con respecto a tu estadía ¿Como es posible que vivas aquí? ¿Acaso quieres llegar a la fuente? Nadie a vivido jamás en el bosque de luz, por muchos, muchos motivos. -resople con una sonrisa irónica, acentuando así la incredulidad. ¿Acaso quería jugar conmigo? Nadie vivía en el bosque de luz. Y si así fuera, ya tendría que estar muerto, en la entrada, con su varita partida en dos haciendo montañitas con la de los otros que habían fracasado. Fue difícil ignorar la comida sobre la mesa, ¿Como había logrado aquel hombre obtener comida? , Yo no había muerto de hambre porque me las había apañado, y había llevado algo de comida en la mochila. Pero esta había desaparecido en gran medida al 2do o 3er día. Al menos, eso creía, porque no recordaba como es que iba disminuyendo. Yo estaba segura que me había suministrado para varias semanas... Pero ahí estaba, sin "municiones" de alimentos; no tenía hambre de inmediato, así que lo deje pasar por el momento. -Esto es imposible- susurré, no sabía si él me había escuchado. La realidad es que si quería confiar en éste conocido-desconocido, y yo no había tenido suerte en encontrar la salida, sospechaba que la única manera de salir era encontrando la verdadera entrada del antiguo valle, 2 eran mejor que 1, y si el seguía vivo... ¿Era por algo verdad?. Había sido demasiado arrogante en su momento al creer que yo podía hacerlo sola, que podría sobrevivir e ir más lejos que todos, yo no era de subestimar a las personas, pero si había subestimado al lugar. Analicé por un momento las opciones que teníamos, las empecé a expresar en voz alta para ayudar a concentrarme, y también para buscar respuestas, tal vez él sabía algo que yo ignorase. -Nadie ha intentado entrar y salir en grupos, porque no se puede ingresar de a más de 1. ¿Que significa esto? Porque obviamente muerto no estás, yo tampoco, bueno, no puedes ver por encima de mí, ni ando flotando.¿Verdad? -miré hacia mi estómago como para verificar mis palabras, esperando no ver a través de él. Casi inconscientemente, tomando mientras un pedazo de pan, haciéndolo migajas distraídamente, pensando en en hechos que había escuchado antes, algo que me ayudara a comprender. Lo extraño fue que en cuanto empecé a sentirme algo cómoda en su compañía, el tiempo cambió. Estábamos bajo techo, si, pero pude ver cómo los pocos rayos de sol que entraban antes, se ahogaban en una obscuridad total. El soplido del viento me hizo levantarme de la silla, se oía... ¿Enojado? , El viento no se puede enojar, Pero podría jurar que así se oía. La puerta comenzó a dar portazos, se abría y se cerraba con fuertes movimientos a causa del viento, las cosas que había sobre la mesa volaron, estrellándose contra las paredes, y uno que otro cristal se rompía, pero no pude ver de dónde provenía o que era lo que se hacía añicos. Miré a Mathias atónita, fue entonces cuando todo tembló bajo mis pies.
  9. En cuanto se dio el portazo quedé helada. El viento fue tal que sentí que tuve que hacer un esfuerzo para que mis pies quedarán en el umbral. Mi cuerpo quedó en su sitio, pero mi falda, que era larga y acampanada de color negro, ondeó hacia el interior de la cabaña como un estandarte, junto con mi cabello, que en ese momento lo llevaba suelto. Todo se fue todo hacia adelante, tapando por un momento, mi rostro. Me tapó un segundo la visión, y recordé entonces, porque jamás usaba el cabello suelto. En la vida me había preparado siempre para estar atenta, precavida, y lista. Y el cabello largo, siempre podía ser una desventaja en cualquier enfrentamiento, pero nunca había tolerado cortarlo, tenerlo a raya a la altura de la cintura baja, era para mi, perfecto. Aunque siempre recogido. Pero ahí estaba, en ese lugar tan solitario y silencioso, no me había detenido jamás a pensar un motivo por el cual hacerle una coleta. Esos pensamientos invadieron solo una parte de mi razonamiento. La otra, la más atenta, ya estaba despejando lo suficiente como para permitirme observar con claridad, mientras que con la otra mano, levantaba muy lentamente la varita. Observe el sujeto que estaba en la mesa, no sabía porque no podía reaccionar. Me quedé mirándolo como una boba sin saber cómo actuar, esto no era para nada tipico en mi. Mis ojos se posaron primero en los suyos, que parecían confusos, así, de lado observándome. Esto me alteró demasiado. ¿Porque sus ojos presentaban ese color tan... Peculiar? Esto no era para nada, para nada bueno. En seguida continué en dirección a su pecho, y a su mano sosteniéndose una herida, que de verdad, se veía muy mal. Eso me alertó al punto de la histeria, aunque mi semblante se mantenía, gracias dios, gélido. Nadie presentaba sin ningún motivo una herida así, él era alguien de pelea. Podía verlo. Y finalmente mire su varita alzada, con ¿Dificultad? Tal vez, con su mano izquierda. Lo que pasó después ni yo misma me entendería jamás. Primero brotó de mi una risa casi histérica, estaba feliz de encontrar a alguien, aunque este fuese un importante peligro. AL recapacitar un segundo sobre su herida, supuse que tal vez estaba débil. No podía ser un gran peligro, pero suponer y subestimar a alguien no era algo que yo hiciera. Jamás. Por último cruzo la duda. ¿Y si no era real? ¿Y si ya me había vuelto loca?, Sentí que mi cabeza iba a explotar. Tenía mil preguntas, y nada de respuestas. Así que me concentré en la la suya para darme un respiro. -Ra...-aclaré mi garganta de inmediato, mi voz, sonaba ronca. Como si no hubiera hablado en mucho tiempo. ¿Pero era una locura verdad? Tan solo llevaba ahí, unos días.. a lo mucho 4 o 5. -Brice. Rachel Brice. Y tú, quien eres y ¿qué haces en este maldito lugar? En cuanto se lo pregunté, di un paso cauteloso hacia adelante y luego de dudar volví a mi sitio. Si tenía que correr, me mantendría en el lugar más cercano a la salida. Después de todas mis primeras observaciones e impresión que él me había dado, me detuve a observar y pensar sobre sus facciones, que de alguna manera, me parecían conocidas, fruncí el cejo, y lo mire analizándolo sin simular ni un ápice.
  10. Me tiré sobre la hierba sin saber que hacer. Cerré los ojos, pérdida. ¿Cuánto tiempo había transcurrido?, Pensé, pensé y pensé, casi podía sentir como se me estrujaba el cerebro en busca de respuestas. No recordaba las noches, ¿Como era eso posible?, Así es más fácil sacar las cuentas, pero no podía. Era fácil empezar por el principio, recordar la primer noche, okey. Eso era un día. La noche en la que al fin pude salir de ese laberinto, eran 2. De alguna manera, podía ver en mi mente, el transcurso de otra noche pero era demasiado borroso, como si lo viese a través de una tela muy oscura. La frustración era lo que me molestaba más, hacia que volviera el dolor de cabeza, por el esfuerzo de recordar, y ya a sabiendas que no podía permitir eso, me deje recordar algo que no me confundiera, empezando por el inicio, mucho antes de adentrarme en este bosque. Me engañaba a mí misma al pensar que eso me ayudaría a analizar lo que me pasaba ahi adentro, pero solo eran excusas para ir a un lugar de mi mente menos confuso, de alguna manera, creo, eso me mantenía cuerda. Mis decisiones; eso era lo más fácil, ya que mis pensamientos de ese entonces eran fuera de este lugar. En mi alejamiento del mundo en el que vivía, había explorado, andado sin rumbo, sin familia y sin amigos. Había visto muchos otros viajeros, en posadas o en bares donde los ciudadanos comunes no eran moneda corriente. Estos viejeros hablaban de un lugar, donde el conocido del conocido de otro amigo había regresado sin cordura. Otros que juraban que jamás los habían vuelto a ver. Al principio, al igual que todos, había crecido con los cuentos, las fábulas y las creencias de qué tal lugar no existía. Que era el típico cuento con moraleja para niños. Otros, que como sucedía con las reliquias de la muerte, juraban que si existía pero que se había perdido su paradero. Muchos habían fracasado en su búsqueda, y ahí estaba yo, absolutamente nada me desmotivaba a no ir a una misión suicida, una que yo misma me había impuesto. Había juntado todo tipo de información, tenía hasta mi propia copia de los cuentos de Beedle el Bardo, sabía que podía ser inútil, pero alguna pista, por más pequeña que fuere, tal vez me podía ayudar. Empezar era lo más difícil aunque no pareciera, pero preferí iniciar por donde los rumores eran aún más fuertes. Según mi lógica, si existían más en un lugar que en otro, era porque el lugar y los desaparecidos eran más regulares. Estaban más cerca. Habían pasado meses, hasta dar con la descripción casi exacta de uno de las tantas de un viejo, eso era sumamente difícil, ya que todos tenían algo diferente que acotar. Supuse que era porque no todos ingresaban por el mismo lugar. Los caminos, las bifurcaciones era extensas, y lo extraño fue que supe en el momento cuál era una de las entradas. Un arco inocente, no tan grande como otros que había visto. A su al rededor rezaba "Bosque de luz" y muchas advertencias en tantos idiomas como se pudiese imaginar. Normalmente habría ignorado esto sin inmutarme, hasta que mi mirada se desvió a los cuerpos, restos de huesos y varitas partidas en dos en la entrada. La piel se me había erizado, un escalofrío que jamás había sentido me había paralizado en el lugar. Fue en ese momento que me percate del ruido de los animales, o mejor dicho, la total ausencia de ello. No sabía porque eso me aterraba más que el hecho de que hubiera cadáveres en la entrada. El silencio sepulcral, solo podía sentir y escuchar el sonido de mi respiración. Me quedé allí parada al menos unas horas. Dudando, sabiendo que estaba ahí, por lo que tanto me había esforzado por encontrar. Sabía las glorias y derrotas que ese lugar podía entregarme. Pero mi gloria estaba en haberlo encontrado , y mi parte más competitiva, solo quería entrar para demostrar que yo si podía salir con vida, y cuerda. Mi ambición partía solo de la exploración y del saber que era lo que allí se escondía. Pero otra parte, tal vez el de la supervivencia, me gritaba que saliera de allí corriendo, pero iba perdiendo la voz cada que pasaban los minutos. Fue ese el motivo que me hizo mover los pies. Una necesidad, la necesidad excesiva de saber que había allí. Fue como si cantara para mi como una sirena. Yo era una simple navegante, deseosa por nadar en aquella belleza. Abrí los ojos de repente, algo me había sacado de mi ensueño, un ruido. Mis ojos cafés se abrieron aún más, fue un alivio inmediato algo tan insignificante como un sonido sordo, un golpe que aún sentía retumbar en mi cabeza. ( No es que aún continuaba, es que yo me aferraba a ese instante. Era tan fuera de lugar en ese bosque, que me apegue cuanto pude) Era como si el viento lo trajera hacia mi; como si literalmente, el sonido hubiera viajado entre las ramas, los arbustos, las hojas. Sabía, lógicamente, que eso era imposible, mi mente debía de estar jugándome una mala pasada. ¿Tantas eran mis ansias de escuchar algo vivo que las inventaba en mi cabeza? Pero había sonado real. Y yo deseaba demasiado que así fuese, porque si no, solo podía significar una cosa. El lugar, su magia, su maldición, me estaban ganando y yo perdía la razón. Me levanté precavida, tomé mi mochila, mi varita en la mano derecha y comencé a arrastrar los pies, agudizando el oído al máximo. Mi corazón comenzaba a latir con más fuerza, como intuyendo con nervios que algo se me avecinaba. Me di cuenta que no tuve que andar más de lo que pensaba. Pude vislumbrar para mi sorpresa, una cabaña prácticamente en ruinas. No se veía un lugar amistoso, mucho menos seguro, lo presentí, pero aún así dude, y cómo al principio, me quedé clavada al piso a unos metros de su puerta. Dudando nuevamente si entrar. ¿Y si de un truco se tratase?. Podía arriesgarme, ya no tenía nada que perder, pero tampoco quería morir ahí. Respiré hondo y di los pasos que me separaban de la puerta. Luego, hice algo tan tonto como imprudente. -Toc toc toc- mi puño cerrado golpeó débilmente la puerta. No sabía porque, pero de pronto no quería una respuesta. Quise irme, pero en cuanto lo pensé y lo decidí, una ráfaga abrió la puerta de un latigazo.
  11. Bosque de luz, era el nombre más engañoso que se podía llegar a escuchar. Incluso, en el mundo mágico donde vivía. Había escuchado algunas historias del mismo, unas eran descabelladas, otras tenebrosas y una gran parte de ellas, simplemente se disipaban entre las constantes advertencias, que llegaban a todo el mundo mágico, sobre aquel peculiar y misterioso lugar. Pocos y muchos decían conocer su ubicación o su legitimidad, ya que algunos creían, y otros no. ¿Pero no pasaba eso siempre ante un lugar tan mágico? Incluso, para nosotros los magos. Lo que había más allá de sus jardines y su acorazada muralla, era un misterio que pocos tuvieron la dicha o la desgracia de conocer. ¿Cuántas almas aún permanecerán atrapadas dentro del Bosque de Luz?. Algunos magos y brujas decían, que el cuento de la Buena Fortuna nacía allí, que los antiguos magos habían dado con su paradero, que era tan famoso que se peleaban por entrar, que el tiempo allí dentro, parecía no pasar. Otros, sin embargo, comentaban que magos recelosos, ambiciosos por lo que allí había, antes de llegar a la entrada de ese frondoso jardín, lo habían llenado de trampas, criaturas, obstáculos que impidieran que nadie pudiese pasar más que ellos, para asegurarse de ser siempre los primeros en gozar de los privilegios que podía conceder ese majestuoso lugar. Lo lamentable, era que muchos habían tenido esa misma idea, así que el lugar tan famosamente visitado y ansiado por intentar conocer, se había convertido en un lugar inaccesible, peligroso, incluso para aquellos que así lo habían inhabilitado, haciendo entonces, que todos los que quisieran perpetrar el tan majestuoso como siniestro lugar, se convirtieran en cadáveres al momento de entrar. Lo curioso, aunque no después de varios años, era que a los nuevos visitantes no se les hacía extraño encontrar algún cuerpo sin vida, calcinado, degollado, petrificado o con alguna señal latente de haber sufrido una terrible muerte, en la entrada del tan mentado lugar. Tanta fuerza llena de recelo empleaba ese sitio para expulsar a los no deseados, que en cuanto fracasaban y morían, o enloquecían al punto del no retorno de su estado mental, el Bosque de Luz, los tiraba por los aires en un fuerte viento; un tornado que se abría entre ellos y los dejaba en el punto de partida, dónde conocía sus verdaderas intenciones y los exhibía de manera terrorífica en sus terrenos, como si de una advertencia se tratase para los nuevos viajeros. Pero claro que nadie estaba seguro de ello ya que nadie había salido de allí con vida, o si lo hacían, las cosas que vivieron allí dentro, eran capaces de destrozar la vida del que fuera, como la conocía hasta entonces. Su cerebro y su psiquis se veían tan terriblemente afectados, que salían de allí, desquiciados, locos o transformados en algo a lo que no se le podía llamar humanos. Todo se había transformado en un mito, un cuento, algo que nos contaban los mayores para asustarnos o hacernos dormir. El punto, es que todo parte de una realidad. Rara vez se trataba de la invención de una persona, o de varias en realidad. Sin embargo, cuenta la leyenda, que el Bosque de Luz permite la entrada al que no le busca por ambición, al que llega a él por casualidad o al qué no pretende beneficiarse de su experiencia o vivencias a costa suya. Se dice que si logras entrar, vivirás en una paranoia constante, las horas serán días, los días meses y los meses se terminarán convirtiendo en años te arrastrará a sus fosas como un animal hambriento arrastra a su presa. El Bosque de Luz aguarda, impasible, tranquilo aguarda, custodiado por las gárgolas que vigilan y custodian la declaración de intenciones de todos los que se acercan acecha hambriento, sediento, esperando el momento en que sus raíces, sus arbustos y su tierra, se nutran de un nuevo soberbio, ambicioso o aprovechado, buscando en silencio, mantener esa esencia que mantiene vivas sus tierras, sus árboles, sus raíces y cualquier objeto, criatura o cosa, que logre atravesar la muralla acorazada, que rodea el lugar. Lo único seguro, es que de allí, no podrás salir o al menos, no de la misma forma en que entraste. ¿Y tú? ¿Estás dispuesto a entrar?.
  12. Una chica más había llegado a la clase justo en el momento en el que Mary había terminado de hacer su pregunta sobre que era la aritmancia, y para ser honesta me había costado contener la risa cuando la vi frotar su trasero debido a la caída, y más aún cuando noté su despiste de no notar que ya estaba en la clase de Aritmancia; cuando la vi entrar de nuevo algo apenada, le sonreí con confianza, saludándola en silencio. Ignorando mientras la nueva chica se acomodaba, mi atención era dirigida de nuevo a Mery, recordando su pregunta antes de la interrupción. Bien, eso no era difícil, no por nada había estado una semana entera debatiéndose que conocimiento estudiar en esa ocasión, y claro, había visto y estudiado las posibilidades, no iría a una clase de matemáticas sin saber que vería los números. Y se había inclinado a Aritmancia por un mero desafío así misma, No era buena con los números aveces, pero no por eso debía dejar de ejercitarse, y claro, creía que era mucho más exacto que estudiar simplemente adivinación. Levanté la mano de todas formas algo insegura, exponerme y sentirme algo insegura en las respuestas en las clases era muy típico en mi. ¿Pero acaso no venía a aprender? -Básicamente, dicho muy simple, es el estudio de la adivinación a través de los números, una forma de numerología antigua. ¿no? -Bajé muy despacio la mano, provocando algunos tintineos con la media docena de pulseras de plata que llevaba en la muñeca, no sabía si mi respuesta estaba 100 % acertada, pero si sabía que algo se le debía de acercar a lo que se trataría en la clase.
  13. Escuchó como alguien más llegaba al salón, y mientras la seguía con la mirada distraída, respondía a su sonrisa con otra igual de amable. La clase comenzaba a hacerse desear, ya me empezaba a preguntar si eramos las únicas o la tardanza se debía a que esperábamos a más alumnos. -Creo que falta alguien- Le susurré a la bruja de cabello azul. Observé a la bruja al mando unos momentos mientras hacia tamborilear los dedos sobre la mesa, era tanto el silencio, que junto con las respiraciones y el canto de los pájaros en el exterior, era lo único que cortaba con tal exasperante paz, tanto que casi agradecí que aquella bruja me hablase. -Yo soy Rachel Brice- tardé unos segundo en reaccionar y alzar también mi mano, casi siempre saludaba con un beso en la mejilla, pero suponía que aquello era lo más cordial. -Mucho Gusto Nathaly. < y ¿porque no?> pensé mientras giraba mi torso en su dirección, quedando así frente a ella, una conversación antes de la clase parecía ser la mejor manera de romper el hielo. -¿Sabes a quien más esperamos?, Por cierto, me encanta tu cabello, me recuerda al de mi madre- Okey, ese ultimo comentario tal vez estaba de más, pero todo bocado en ese momento no estaba de más. ¿o si?
  14. La radio sonaba muy fuerte en mi habitación de mala muerte donde últimamente pasaba las noches; el calor era agobiante pero aún asi eso no me detenía en mi baile frente al espejo. Una sonrisa blanca me devolvía la mirada en aquel reflejo mientras mis caderas se quebraban al ritmo de aquella percusión árabe, dejando a mi cuerpo aún más acalorado que de costumbre. En cuanto finalizó esa canción mis ojos se desviaron al reloj que apenas funcionaba para verificar que ya era hora de prepararme para la clase de ese día, ésta vez me proponía si terminar y aprobar aquel conocimiento. Salí envuelta en una toalla blanca de la ducha, el agua helada no había logrado calmar ni de lejos el fuego que abrazaba mi piel ¿Es que se venía el fin del mundo que el sol nos castigaba de esa forma? Ya vestida con una larga pollera acampanada verde esmeralda y un top, me disponía ir en busca de aquellas sandalias que muy rara vez usaba. No me iba a arriesgar a que las plantas de mis pies se quemaran en el suelo hirviendo de la calle. Fue en ese momento cuando al caminar en su búsqueda, pisé con mi pie descalzo una piedra, y lo que sucedió después me dejó sin aliento y totalmente sorprendida. Un torbellino y un tirón en el ombligo fueron suficientes para comprender que me estaba transportando. ¿La piedra un transportador? Desde el suelo me di cuenta que estaba en el Ateneo de la universidad, justo en frente de un aula donde un cartel metálico me informaba que estaba frente a la clase donde debía asistir. -Oh vaya, eso si es transporte gratuito… Gracias a Alah estaba vestida - Me froté la planta del pie, algo adolorido y recogí la piedra mientras que con la otra mano mi varita en alta convocaba a mis sandalias y pasados un momento me las colocaba. Golpetee la puerta cerrada y atiné a abrirla lentamente mientras me asomaba para ver si ya estaba ocupada por la profesora y demás alumnos. -¡Buenas! –solté en un suspiro alto- ¿Soy la primera? Debe de ser de verdad el fin de mundo- sonreí a la profesora mientras me abanicaba con una mano y me acomodaba en un pupitre. -Rachel Brice, presente – comenté mientras dejaba la piedra sobre la mesa frente a mi.
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