Aunque yo lo había sugerido, la idea de citarme con alguien por las razones que fueran hizo que me recorriera por el cuerpo una extraña sensación cuando Desire accedió e incluso ofreció prestarme uno de sus libros. Yo jamás había sido alguien que hiciera amistades con facilidad, y los pocos que llegaba a tener terminaba alejándolos de mi; quizás era el aspecto de la peliblanca lo que provocaba que me mostrara diferente, quizás lo eran sus ojos tan indescifrables, quizás su forma de hablar o porque parecía saber mucho a pesar de que le hallaba muy joven. Ella me parecía interesante, y esa era cualidad de muy pocos.
—Suena interesante ese libro, jamás había escuchado una referencia como esa y si de verdad le has leído tantas veces, entonces creo que te tomaré la palabra— respondí, con sinceridad.
En ese momento un empleado se acercaba tras haber atendido a otra bruja que se encontraba cercana a nosotras, preguntando si podía ayudar en lo que habíamos estado buscando. Desiré respondió primero, y me permití esperar a que terminara el pelirrojo de atenderla a ella para tomar mi turno; por la forma en que se refirió al libro que yo había puesto en las manos de mi compañera dudé que el joven hubiese tenido oportunidad de leerlo, y dado que había alcanzado a escuchar lo que había sugerido a la otra chica (Helen), no tuve problemas en manifestar lo que deseaba.
—Creo que yo llevaré la Historia del Ministerio de Magia, por favor, si hay algo que necesito es eso, dado que en lo demás no estoy tan perdida— admití —,y también llevaré este otro.
Le mostré el libro que hacía momentos atrás había tomado; un libro rojo escarlata y sin rastros de haber sido usado o leído antes. Pude notar por primera vez al ver la portada que el título se mostraba en una caligrafía elegante con letras en color marrón, aunque éste se encontraba en otro idioma.