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Kutsy Stroud Lenteric

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Kutsy Stroud Lenteric ganó por última vez el día 15 Diciembre 2018

¡Kutsy Stroud Lenteric tenía el contenido más querido!

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    4
  • Rango Social
    Unicornios de Plata
  • Galeones
    82648
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Familia
    Lenteric
  • Trabajo
    0
  • Raza
    Demonio
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    140
  • Puntos de Poder en Criaturas
    40
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Rango de Criaturas
    10 a 200
  • Conocimientos
    Artes Oscuras
    Pociones
    Runas Antiguas

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Gryffindor

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Logros de Kutsy Stroud Lenteric

Contributor

Contributor (5/17)

  • Well Followed
  • Conversation Starter
  • Reacting Well
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Reputación

  1. Tic… resonaba con insistencia la alarma una vez más, maldije para mis adentros, no quería pensar en mover un solo musculo. Estaba exhausta, no sabía si de vivir o de simplemente existir, sin embargo, nuevamente estaba ahí ese infernal sonido de tic, toc. Di un manotazo cerca del móvil, un artilugio que cada vez comprendía menos pero que hasta el momento era mi único medio de entretenimiento, teniendo en cuenta que me la pasaba más divagando en mis pensamientos que estando haciendo algo productivo. Esa era mi vida desde hacía seis meses, no tenía un propósito, no experimentaba una alegría clara de continuar en esa existencia, no obstante, tampoco deseaba marcharme del todo porque absurdamente consideraba que solo en la tierra encontraría consuelo a las decisiones que me llevaron a estar semi denuda sobre las sabanas hechas girones. En mi defensa podría afirmar con vehemencia que tenía resaca, aunque para una criatura como yo era demasiada fantasía. Me levante de la cama más por inercia y porque desde luego se escuchaban voces y pasos por el castillo. Poco me importaba que alguien se percatara de mi llegada, aunque estaba segura que aquel hombre de ojos azules había percibido mi andar un tanto errático, me encogí de hombros y anduve descalza a la ducha, necesitaba un poco de agua fría para refrescarme. Sentir el agua tocar mi piel era toda una experiencia que cerré los ojos y me concentré en sólo los sonidos del exterior, el ruido de un sollozo me hizo abrir los parpados mientras mi mente nuevamente me transportaba a ese tiempo… –¡Estás loco! – le dije intentando no sonreírle, no obstante, era tan poco probable que mi cometido se cumpliera, porque definitivamente estaba sintiendo algo tan irascible y poco comprensible que solo acerté a besarle una vez más. Regrese al tiempo presente al darme cuenta que la yema de mi dedo índice recorría mi labio inferior con insistencia, recordando el toque de esos labios que no volverían más. Suspiré y dejé que un par de lagrimas migraran con el agua hasta el desagüe. Tras una hora estuve lista para afrontar aquello que esperaba fuera de mi habitación, aunque tenía que admitir que al salir al pasillo vislumbre la silueta de… negué en redondo aquel pensamiento fugaz y seguí andando, con los zapatos deportivos en la mano derecha y un pantalón guinda de algodón. No tarde mucho en ver a los demás reunidos cerca de la piscina, nuevamente estaban ahí esas visiones, me restregué los ojos intentando alejar la cabellera rubia de aquella pequeña que tanto anhelaba, –definitivamente he perdido la cordura –acerté a decir antes de agacharme para tomar una lata de cerveza, dejar mis zapatos sobre el césped y saludar a los presentes con una leve reverencia al tiempo que le daba un gran trago a mi bebida.
  2. Sonreí de lado cuando menciono la esperanza, ¿qué era la esperanza?, para alguien como yo tenía varios significados, desde luego no compartí nada de mi deliberación con ella. No quería arruinar el momento. Ambas estábamos de acuerdo en nuestros propios cambios, no añadí nada más mientras nos dirigíamos a pedir lo que degustaríamos, aunque yo ya había bebido un café bien cargado decidí que deleitarme con una rebanada de pastel sería un toque por demás adecuado para aquel día. Volvimos ambas a la mesa y miré con detenimiento los ojos a Ania –creo que aún tienes mucho que contar –especté mientras troceaba un diminuto pedazo de pastel y me lo llevaba a la boca, definitivamente era mucho mejor que la sangre, pensé degustando aquel pequeño y suculento bocado –sabes Ania, comprendí con el tiempo que el pasado solo nos ata a una sola cosa –declaré al tiempo que escribía en mi diario “la solución por si misma carece de cordura si no hay pasión” –aunque claro no debemos obviar el hecho de que el mismo dolor nos convierte en quienes en realidad estamos destinados a ser. @ Ania Evans Weasley
  3. Las sorpresas parecían cosas de todos los días en un sitio así, de hecho, por eso volvía sin esperarlo porque en definitiva disfrutada de comentar datos que si bien a todas luces eran mas que evidentes no dejaban de maravillarme. Quizá era un habito adquirido al ir perdiendo todo contacto con quienes en su momento fueron parte de mi vida por varios años. Adoraba el sonido de una franca risa y ahí estaba la de ella, una de mis inseparables y entrañables compañeras, negué con suavidad sus preguntas mientras mentalmente hacía una anotación, después de todo acallar las voces sólo lo había conseguido escribiendo, sin embargo, el que me llamará querida me desconcertó –he estado –respondí al tiempo que me sentaba a su lado –lo que es importante, a decir verdad. –No pensé encontrarte justo aquí –aunque últimamente ya no encontraba a nadie –me alegra saber que tienes apetito, somos dos –comenté dejando mi diario sobre la mesa –y con respecto a una lista de ese calibre, honestamente si matara a alguien no escribiría de ello en simple papel –me reí ante tan raro comentario –creo que definitivamente hemos cambiado, ¿no es así? @ Ania Evans Weasley
  4. Las situaciones siempre son inusuales y hasta chocantes en cierta medida. Ese había sido la última línea del diario que llevaba a mi lado todo el tiempo, se había estado convirtiendo en un pasatiempo bastante atractivo al darme cuenta que la eternidad era lo único seguro que tenía en ese momento. Estiré un poco el cuello tras estar escribiendo y fue ahí cuando la vi, no podía creer lo que mis heterocromáticas pupilas están contemplando. Lo cierto es que ahí a un par de mesas se encontraba ni más ni menos que Ania, una de mis mejores amigas y compañeras de aventuras cuando pise por primera vez todo este mundo de magia y porque no ilusión. Sonreí a medias al darme cuenta que ambas éramos tan distraídas porque ella no había notado aún mi presencia y mucho menos la de ella. Así que me levante con sigilo de mi asiento, tome mi cuadernillo de pasta azul y me encamine hasta ella –¡Hola extraña! –Exclame con una gran sonrisa en los labios. @ Ania Evans Weasley
  5. Espiando sin dejar saludos señor, eso es de mala educación. 

    1. Deax Black Lestrange

      Deax Black Lestrange

      Mis disculpas xD Solo revisaba todo lo que tenía. Pero dejo mi saludo hoy: Hola, que estés muy bien. 😊

  6. —¡Todo es un desastre! —Me repetí mientras metía la mano hasta el final de una pila de zapatos. No es que fuera desordenada a propósito, sin embargo, aquel día había escogido que mi genio artístico llegará a rozar la locura y todo el calzado había quedado desparpajo por doquier en un intento de replicar la torre de Pisa. Debía admitir que tenía demasiado tiempo de sobra, aunque procuraba ya no dar rienda suelta a mis pensamientos de alguna forma terminaba creando situaciones como lo era mi habitación actualmente. Había bocetos sobre la mesa de noche, un par de pinceles regados en la cama y quizá bajo la cama estaría un par de partituras arrugadas. Suspire mientras me sentaba a la orilla de la cama para colocarme los botines negros que estaba buscando, pensaba que harían juego con el pantalón de mezclilla del mismo tono y una blusa con cuello v de color guinda. Después recogí mi cabello en una coleta con ayuda de una goma de vibrante color azul y me mire al espejo por unos segundos para después guardar mi varita en el pantalón y dar los toques finales a mi maquillaje. —Lista—me dije una vez que salí de mi habitación y me dirigí a las afueras del castillo para hacer mi aparición en lo que sabía sería idílico, después de todo los Evans poseíamos ese sello personal, o al menos eso me gustaba pensar. Finalmente llegaba al lugar y la cita concertados, sentía cierta adrenalina al tratar de imaginar como transcurrirá la reunión ya que en una ocasión había terminado dormida a un lado de un armario y aunque la experiencia no fue mala, me divertía pensar en donde acabarían todos. Justo antes de dar un par de golpes a la hermosa puerta escuché a Bel que gritaba algo sobre la ópera, una sonrisa se dibujó sobre mis labios al tiempo que finalmente daba un par de golpes a la madera. Al abrirse la puerta le un fuerte abrazo a Bel —en lo personal creo que sería bueno escuchar una arietta— me reí al ver la cara de la pelirroja.
  7. — Protección — fue lo primero que le dije a la pequeña elfina mientras le dedicaba una sonrisa y sacaba de uno de los cajones del armario un dije en forma de una delicada petunia. Seguramente P-ko se estaría preguntando el porque de mi comentario pero sentía que tal vez ella me diera la respuesta a esa incógnita que se había escapado de mi entendimiento desde hacía ya unos meses — sé que poco hemos hablado desde que llegué a la familia y te pido una disculpa — mis actos y palabras parecían no tener coherencia alguna seguramente. Acto seguido le ofrecí el dije a la elfina —espero puedas aceptar esta encomienda — en otros tiempos Dunkel habría hecho aquel trabajo, pero ya no había posibilidad de eso, suspiré recordado lo último que habíamos hablado — el dije es para alguien que consideres necesita protección — ¿tendrían sentido mis palabras para ella? Me pregunté mientras le entregaba la flor de plata y reía. —Sabes P-ko, estoy contenta de volver a mi hogar — declaré mirando con atención los ojos de mi acompañante —hace mucho que no hablo con alguien que conozca este mundo, estuve en New York — finalmente contaría parte mis andanzas el último año —me dedicaba a la pintura, pero supongo que al final rompí mi promesa...— negué con suavidad para alejar la melancolía que parecía reacia a querer hacerse presente —le dije a Ethan que nunca volvería — con nadie había compartido ese hecho —por eso me negaba a volver, pero él también se ha ido al igual que mis hijos — suspiré. @ Rory Despard
  8. No tuve tiempo de responder a la solicitud de la elfina mas que con un simple asentimiento, inhalé profundamente mientras identificaba los efluidos que emanaban de aquel gran castillo, varios me resultaron desconocidos, internamente buscaba uno en especial pero sabía que no lo encontraría ahí nunca más. Mis pasos eran acompasados como el latir de mi fuerte corazón. Me había dado cuenta que tras cada gran dolor volvía con mayor fuerza y conocimiento, tenía manías nuevas y me agradaban aromas que antes detestaba. Coloqué mi blanca mano sobre el picaporte y lo giré, sabía que si Dunkel aún existiera seguro que habría ocultado varias fotografías de mi habitación y la contigua. Todo yacía en silencio y aunque la quietud parecía renuente a darle paso a mi vista que recorrió cada rincón en busca de un sonido, un aroma o quizá un presencia. No encontré nada, todo estaba impoluto. Tenía que admitir que todo estaba en su sitio, desde la fotografía familiar donde los cuatro sonreíamos en ese absurdo día de campo, hasta los portarretratos de color dorado donde dos pequeñas reían con sus caritas pintadas. Por supuesto la foto de mi boda fue la que más llamó mi atención, porque en cuanto mis ojos se posaron en la mujer que yacía rozagante y llena de felicidad no podía creer que realmente había cumplido a cabalidad cada uno de mis sueños al llegar a Londres. Deje la capa de viaje sobre la cama y escogí del closet un par de jeans desvaídos una blusa de manga larda de color verde y unos tenis blancos. Tomé un relajante y largo baño, rememoré a complacencia cada muerte y me quedé pensando en mis dos pequeñas hijas, en Ethan, en Demian y Annelisse. Dunkel también formaba parte de ese repertorio de recuerdos, estuve a punto de quedarme dormida en la bañera hasta que el repiqueteo de un vaso de cristal chocando con el piso me trajo de vuelta a conciencia, el olor a ginebra inundó mis fosas nasales. Finalmente estaba lista para hablar con alguien así que tomé la campanilla de plata y la agite. Había creído que los recuerdos me terminarían por aplastar pero lo cierto era que me sentía capaz de enfrentar mi nueva vida. @ Rory Despard
  9. La sorpresa inundó mi semblante al escuchar la voz de P-ko. Cuánta alegría me trasmitió ante su efusivo abrazo, me hizo sentir sumamente bienvenida, le sonreí a la pequeña criatura mientras caminaba a su lado y escuchaba sus palabras, no esperaba que aquella pregunta fuera formulada tan pronto, pero si estaba de vuelta era porque deseaba dar respuestas a aquellos que así lo solicitaran, aunque ya era bien sabido que solía desaparecer con demasiada frecuencia —es agradable volver a casa —le dije a mi acompañante —y más aún por la cálida bienvenida que me has dado P-ko —intuía que la pequeña elfina se alegraba cada vez que el castillo cobraba vida con los diferentes visitantes que habitaban en él. —Creo que subiré a mi habitación a cambiarme —no quería admitirlo pero temía volver a ver las fotografías y que los recuerdos se hicieran presentes, sin embargo, no sería una cobarde. Había llegado el momento de darle la cara a cada vestigio y enfrentar mi presente —aunque... —guardé silencio volviendo la vista a P-ko —me gustaría que tomarás el té conmigo —declaré con suavidad —así podré contarte porque he vuelto —le sonreí y añadí —siempre y cuando no interfiera con alguna actividad que tengas planeada. Secretamente deseaba que aceptara mi invitación ya que la elfina era lo más cercano que podía estar de Bel y realmente necesitaba hablar con alguien. @ Rory Despard
  10. Era extraño pensar en los sucesos que me llevarían nuevamente a Ottery. Pero ahí estaba mirando con cierta concentración la calavera que adornaba el firmamento mientras mis pasos me posicionaban frente a la entrada del que fuera mi hogar por muchas lunas. Me había jurado no volver nunca más, no quería hacer frente a una vida que sin previo aviso se había eclipsado como mi propia razón. Lo que menos deseaba es que me preguntaran ¿qué había pasado? Sólo rememoraba de vez en cuando las últimas palabras que le digiera -No puedo más, debo marcharme -por supuesto no tomó muy bien mi decisión, sin embargo, estaba decidida a terminar con la relación por mi bien. Nuestro amor parecía haber perdido el camino de regreso a casa, los malentendido continuos fueron sólo la punta del iceberg y la relación había terminado menguando ante la fragilidad de nuestra cercanía. Suspiré, cerré los ojos y disfrute del regusto del vaso de ginebra que había bebido tan sólo hacía unas horas atrás. No estaba triste, quizá sólo avergonzada. No deseaba admitirlo pero mi decisión de alejarme había sido por mi propia incapacidad de afrontar los recuerdos y ahora sólo anhelaba reconstruir mi vida una vez más. Di tres toquidos a la puerta y esperé a que alguien acudiera a mi llamado mientras acomodaba mi capa de viaje negra y los pliegues de mi vestido rosa que lleva puesto.
  11. El estudio era espacioso y sumamente iluminado, había un gran ventanal que daba directamente a una de las más transitadas calles de New York. Jamás habría pensado terminar en tal lugar, una sonrisa plagada de excitación se plasmó en mi rostro al tiempo que caminaba hasta quedar frente al cristal. Donde al contemplar mi reflejo me cuestionaba sobre lo que por la mañana había acontecido. Di el último trago a la segunda taza, de café, de la mañana cuando de pronto, como si fuera cosa de un chiste demasiado orquestado una lechuza marrón hacia su aparición, claro que la había visto volar fuera pero jamás pensé que el mensaje iba dirigido a mí. Hacia tiempo que decidiera alejarme de todo ese mundo. Pero ahí estaba yo, leyendo con asombro y alegría que mi hogar me solicitaba una vez más. Coloqué la taza de porcelana sobre un lienzo que justo acababa de romper por la mañana. Había comenzado incursionar en la pintura, era lo único que me mantenía centrada por horas y me divertía. Además pagaba muy bien las cuentas, no tenía más que pedir. Había dejado de lamentarme por el pasado, por cada decisión, buena o mala, ya que al final, tras la muerte de Dunkel, mi fiel amigo y compañero, entendí qué sólo yo era dueña de mi destino y que lo demás sólo dependía de mi elección a como enfrentaría cada situación. Así que salí presurosa del estudio y me dirigí a mi pequeño apartamento, cogí los tenis de la mesita de noche, una blusa de tirantes de color rosa y unos jeans, además de una goma roja para atarme el cabello en una coleta. Me metí a bañar, almorcé algo ligero, tecle en la portátil la mejor manera de viajar y al final me decidí por la más tradicional. Tras unas horas de viaje y de un par de tropiezos, como que derrames tu soda en el equipaje de la persona que viaja a tu lado... Me hizo reír por unos segundos, inspire profundamente para volver a llenar mi ser entero de aquellos aromas que siempre llevaría conmigo. -P-ko -fue el primer nombre que dije al estar caminando nuevamente en los terrenos de mi familia. Ciertamente no esperaba una comitiva, pero movida por mi irrefrenable curiosidad me dirigí a la piscina para contemplar lo que tanto le molestaba a la pequeña elfina. No podría describir lo que veía, lo que hice a continuación dejo a más de un fantasma sin saber como reaccionar. Ya que había dejado la mochila que cargaba conmigo y sin mediar palabra alguna me había sumergido en la piscina, cuantos recuerdos, sonrisas, conversaciones, risas y claro peleas y llantos. Puede vislumbrar con claridad el rostro de mis tres hijas y el de mi hijo mayor. Pero sobre todo el de Emma, el agua se movía libre al rededor de mí que olvide las miradas curiosas y nade casi hasta el fondo tanto como así me lo permití, abracé a mis muertos y a los que había dejado partir a sabiendas de no verles nunca más. Salí a la superficie con los ojos cerrados y completamente empapada hasta la médula, -¡Ey! -escuche la voz de uno de esos espectros que flotaba cerca mío -que manera de cambiar el ambiente, dime ¿te uniras a nuestra causa? -pregunto al tiempo que nadaba de vuelta a la orilla de la piscina y salía del agua. -Eso depende - le contesté, exprimiendo la blusa de tirantes que me había quitado, había sido una buena idea traer el traje de baño puesto. Mas mi emoción ganó a la razón y mi ropa había quedado empapada. @ @@Syrius McGonagall @@Nicole Evans Crowley @@Fengari M. @@Rory Despard
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