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Oniria

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Oniria ganó por última vez el día 13 Diciembre 2018

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Acerca de Oniria

  • Cumpleaños 25/12/1997

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    3
  • Rango Social
    Unicornios de Plata
  • Galeones
    33105
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Libros de Hechizos
    Libro del Aprendiz de Brujo (N.1)
  • Familia
    Yaxley
  • Trabajo
    0
  • Raza
    Vampiro
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    90
  • Puntos de Poder en Criaturas
    50
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Rango de Criaturas
    10 a 200
  • Conocimientos
    Artes Oscuras
    Conocimiento en Maldiciones
    Herbología

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Ravenclaw
  • Género
    Male
  • Location
    Allí donde solíamos gritar.
  • Interests
    "Alguien entra en el silencio y me abandona.
    Ahora la soledad no está sola.
    Tú hablas como la noche.
    Te anuncias como la sed."

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Reputación

  1. Sísifo: Cerré los ojos cuando acarició mi mejilla. Pareció que sólo pretendía rozarla, corroborar su solidez. Sus dedos se deslizaron sobre mi piel sin llegar a tocarla del todo. Cuando giró el rostro la agarré con firmeza de la mandíbula para obligarla a mantenerme la mirada. No resistí demasiado, suspiré hondamente y dejé caer mi cabeza en el hueco de su hombro. Sentí cómo mi pecho se contraía en un amago de grito, pero no emití ningún sonido, sólo apreté la frente contra su cuello. No sé cuánto tiempo pasó hasta que me armé de valor para incorporarme. Clavé mis ojos en los suyos, percibí cómo la sangre huía de ellos paulatinamente, conforme la ira se disipaba. Después sólo quedó el vacío, el espacio de un páramo desolado, el corazón inhóspito. En ese vacío hubiesen cabido todos los lamentos imaginables. Sin embargo, en comunión con la tristeza sentía una euforia indescriptible. Leah había vuelto. Estaba viva, a salvo. Sus ojos vibraban. ––La próxima vez que te marches... ––murmuré––, escríbenos de vez en cuando. Deshice el amarre, la solté, apoyé el peso en mi rodilla y me senté frente a ella. Desvié la vista hacia la corriente. El agua continuaba con su labor de destrucción, restituyendo sus contornos inagotablemente. Era incapaz de recordar qué aspecto tenía segundos antes. Aquel río sólo duraba un instante. El tiempo, el agua y la memoria son la misma cosa, pensé, una energía de depuración ininterrumpida. La miré con el terror de quien ha comprobado la finitud de todos los seres. Y volví a lanzarme a ella. La abracé con fervor. Insomnia, Baleiro y Oniria estarían muy felices de su regreso. ––Te odio. ––Musité. Pero la entonación ponía de manifiesto que sólo era un eufemismo para esconder un amor que no podía expresarse con palabras. @@Leah Snegovik
  2. Sísifo: Observaba el discurrir del agua, cómo borraba paulatinamente la imagen anterior, cómo se anticipaba al presente. Recordé las palabras de Heráclito, y al apartar la vista de la corriente me percaté de que aquella ciudad tampoco era la misma que la de algunos segundos antes. Y así todo estaba supeditado a la muerte: una muerte segura, definitiva, indetectable. El mundo atravesado por la tenacidad del tiempo. El tiempo y el agua, a fin de cuentas, eran la misma cosa. Vestía un atuendo completamente negro, ceñido a un cuerpo más delgado de lo saludable. Conservaba la musculatura. Las venas se retorcían bajo la piel translúcida y parecían suplicar un mejor trato. Sentí en mis huesos la tentación de lanzarme al vacío, hundirme bajo la magnitud de aquel caudal, desaparecer dentro del lodo. Lo más frustrante del vampirismo es que ni siquiera el suicidio era una vía de escape realista. Si me dejase caer, si simplemente me dejase engullir por aquellas aguas grises, me mantendría con vida por los siglos de los siglos, acumulando algas y líquines en la piel, reduciéndome a un saco de carne hambriento... pero consciente. Desde hacía algunos meses sabía que había caído en una extraña depresión. Extraña porque la depresión era, en cierto modo, mi estado de ánimo habitual. Suspiré. Debía volver a casa. Mis hijos me esperarían con su ruido, su vaivén de hormonas adolescentes, sus voces que llenaban todos los huecos del mundo. Me preguntaba si algún día pararían de crecer, si se detendría su envejecimiento prematuro, o si también tendría que verlos sepultados por las corrientes del río de la vida. Y entonces, mientras caminaba sumido en mis pensamientos, disociado, flotando como en la proyección de un sueño, reconocí a Leah. Al principio no di crédito. Es una ilusión, afirmé para mis adentros. No es posible. Su olor llegó más tarde, cuando mi nariz despertó del sonambulismo. Aquellos ojos verdes, aquel brillo... sólo la realidad podía reproducirlos, albergarlos. Mi inconsciente no conseguiría nunca traerlos a mi imaginación, ni siquiera en el fuego de los sueños. Algo tan perfecto, tan sumamente complejo no podía ser imitado. Lo tangible de aquella mirada no dejaba cabida a dudas. Leah estaba allí, a unos escasos metros de mí. Y en ese instante, la odié. La odié como sólo puede odiarse a quien se ama obsesivamente. Mi cuerpo desapareció en una nube informe y de pronto estuve sobre ella, apretando sus hombros contra la orilla del río. Bufé. Contraje la mandíbula mientras la sangre invadía mis ojos. @@Leah Snegovik
  3. Insomnia: Parpadeé muchas veces antes de que Arya me besara. No sabía por qué, percibía mejor el cosquilleo de sus dedos en mi nuca. Sentí unas ganas inmensas de llorar. Aquel beso me transmitió tanta tristeza. Ya entonces comenzaba a intuir en qué consistía la tragedia de nuestra familia. Al mismo tiempo sentí calor en el vientre, una quemazón húmeda, hormigueante. Se separó. La miré a los ojos con cierto miedo, pero con la firmeza suficiente como para que ella se decidiera a seguir. Era la primera vez que besaba a alguien. Nunca lo imaginé de esa manera, líquido, voluptuoso... movimientos de reptil. Arya me aupó con cierta violencia. Aquella fogosidad disipó todo atisbo de melancolía. Las llamas ascendieron desde mis muslos hasta mis orejas y perdí el sentido de la realidad. Quizá sólo fuera un sueño. Me arrastró hasta una habitación polvorienta. Terminé sentada en una silla de cuero negro. ––Demuéstrame que no es un sueño. @@Arya Macnair
  4. Insomnia: ––Lo haré. ––Sentencié, esbozando una leve sonrisa. Observé cómo se armaba de valor para volver a beber. Introdujo su dedo pálido en la espuma y removió. Aquel gesto me pareció sumamente bello, hipnótico... la yema blanda de un dedo hundiéndose entre las burbujas. Sostuve la maquinilla frente a mis ojos y pensé en cómo se vería mi cabeza rapada, con una fina capa de pelo tieso. Un cráneo casi desnudo, redondo, azulado. ¿Echaría de menos aquellos mechones quemados de las decoloraciones? ¿Cómo haría entonces para calmar mi ansiedad, sin poder estirarlos hasta romperlos? ––Sabes quién es. ––Musité, desviando mi atención. Visualicé el rostro cálido de Arya y olí a canela––. Creo que esto está condenado a la desgracia... Le entregué el aparato, lleno de manchas de grasa. ––Quiero que lo hagas. Ahora. @
  5. Insomnia: Di un trago largo a la cerveza. No era la primera vez que probaba el alcohol, pero eso no lo sabía nadie, ni siquiera Baleiro. Tenía la extraña sensación de que aquella sustancia amarga podría salvarme de la pena mediante la destrucción. Analicé la mirada de mi hermano. Capté la pregunta enseguida, pero me demoré en responder. ––Estoy confusa ––respondí sin más–– no sé quién soy. Me encogí de hombros y clavé la vista en aquel líquido dorado. Qué fácil habría sido mi vida si no hubiera sido mi vida. ––También creo que estoy enamorada ––confesé, en un susurro–– pero ni siquiera sé qué es eso. Junté mis manos, apreté las uñas contra la carne blanda. Ignoré el dolor porque me producía placer. Otro de tantos secretos. Hurgué en mi mochila de tela y extraje un pequeño aparato, tecnología muggle. Era una maquinilla de afeitar. Rocé las cuchillas con ternura. Baleiro me contemplaba absorto en sus propios pensamientos. ––Quiero que me rapes la cabeza. @
  6. Insomnia: Mi camisa de flores y aguacates contrastaba con la oscuridad del ambiente. Una densa niebla negra se dejaba romper por el haz verdoso de la Marca Tenebrosa impresa en cada una de las sillas. Me sentí extraña ante aquel símbolo, atraída y repelida a partes iguales. Aquella serpiente vertebraba los valores de mi familia. ¿Qué pensaba yo al respecto? Apenas podía aclararme sobre temas tan banales como qué colonia prefería usar, no podía ni imaginar cómo sería decantarme por una ideología. La oscuridad me fascinaba, aquello era innegable, pero estaba tan acostumbrada a que se diese por hecho entre algunos de mis familiares que había llegado hasta a aborrecerla. Yo quería transgredir, llamar la atención, ser motivo de una charla. Si para ello tenía que abrazar a los enemigos políticos de mis padres, lo haría sin pestañear. Rasqué la mesa con las uñas, canalizando la ansiedad que me producían todos aquellos dilemas de los que no podía deshacerme. La gente acudía a este antro para apostar, jugar a las cartas, beber, bailar y a saber qué otras perversiones. Me divertía observarlos a la distancia. Estaba segura de que algún día formaría parte de su séquito de adictos a la adrenalina. Por fin Baleiro regresó del baño. Lo miré fijamente. Lo había citado en el lugar más discreto que supe para conversar larga y tendidamente con él, aunque fuese a través de gestos. Al fin y al cabo, y a pesar de nuestras diferencias, era la única persona en la que podía confiar. ––No sé si podemos estar aquí siendo menores... ––apunté para romper el hielo–– pero mientras no nos echen, podríamos pedir una copa. @
  7. Sísifo: La seguí sin pensármelo dos veces, arrastrado por su magnetismo. Si tuviera que describir lo que me hacía sentir Nasha me quedaría sin palabras, y esa sería, en efecto, la explicación más precisa de todas. Caminé por aquel sendero de madera, escuchando cómo los tablones crujían bajo mis pies mezclándose con los zumbidos de las abejas. ––¿Y qué has descubierto? ––Inquirí en un murmullo, distrayéndome con las formas voluptuosas de un helecho. ––Sí. He encontrado y he formado una familia. ––Confirmé, mirándola durante unos instantes––. Soy feliz porque soy libre. Aunque, si te lo preguntas, sigo tan atravesado por la pesadumbre como es habitual. Ese es un mal congénito. Me encogí de hombros y la alcancé, ensimismándome con su cercanía. Con el pelo suelto parecía un pájaro en tensión, a punto de lanzarse a volar. Lo que más me fascinaba de Nasha es que era... indomable, imposible de enjaular. Envidiaba su independencia, su facultad para priorizar su propio bienestar. ––¿Quién ejerce una atracción más sobrenatural en el otro? ––Pregunté entre risas para restarle importancia al asunto. @
  8. Insomnia: El aroma de la sangre fue desapareciendo conforme Arya cerraba su herida. Cerré los ojos y suspiré, en parte aliviada y en parte decepcionada por haber perdido aquel olor tan excitante. Su pregunta me pilló por sorpresa. Ni siquiera me lo había planteado, simplemente la había seguido sin titubear. Quizá es que prefería ocultarme a mí misma el motivo. ––No lo sé. ––Balbuceé con un hilo de voz. Me abrazó. Quise llorar. Notaba cómo su cuerpo se contraía, el ritmo de su respiración, el golpeteo de su corazón contra la piel dura del pecho. Arya estaba caliente y era orgánica a la par que sobrenatural. Sentí cómo abría la boca para decir algo, rectificando en último momento. La estreché con más fuerza, repentinamente segura de mis movimientos. No tenía nada que perder. La tristeza ya formaba parte de mi cotidianeidad, podría superar el rechazo de la persona a la que más anhelaba en el universo. ––Estoy aquí... porque te deseo. ––Susurré. ¿Dónde había escuchado una expresión semejante, qué significaba? ¿Era consciente de sus implicaciones o sencillamente repetía la cantinela de mis novelas románticas? Sin embargo, y a pesar de todas mis dudas, estaba convencida de que eso era exactamente lo que sucedía: que deseaba a Arya como si su mera presencia pudiera remediar todos mis males. @@Arya Macnair
  9. Oniria: Me dejé envolver por aquel abrazo múltiple. Había decidido reservar mi regalo para el útlimo momento. El paquete era pequeño, cuidadosamente envuelto como los demás. Rasgué el papel intentando no incomodar a Leah y a Sísifo. Era una pluma plateada, con la punta fina y precisa, y un largo plumón de hipogrifo. No necesitaba tinta y podía escribir sobre cualquier superficie. Yo, que siempre había querido escribir en las ventanas, contemplé cómo se multiplicaban mis posibilidades. El trazo era indeleble salvo que yo decidiera lo contrario. Escribí sobre mi muñeca: LSO con caligrafía descuidada, casi infantil. No desaparecería hasta que a mí me pareciese conveniente. ––Es genial. ––Musité. Regresé a los brazos de Leah y Sísifo me estrechó por la espalda. ––Quiero que me tatúes con eso. ––Rogó él. Sentí su sonrisa contra mi nuca. @
  10. Sísifo: Contemplaba desde la distancia cómo la felicidad iba calando poco a poco en las expresiones de los presentes. Leah parecía tan, tan ilusionada repartiendo regalos que por un momento me pareció imposible que aquella misma chica fuese capaz de torturar a civiles sin pestañear. Baleiro observaba su cámara con detenimiento. Era un modelo antiguo, analógico, de óptica Leika. Junto a la cámara reposaban los tanques de revelado, los líquidos y una ampliadora, así como algunas lámparas de estudio. Insomnia correteaba con una de sus camisas, enseñándosela a todo el mundo. Sus emociones eran explosivas, rápidas, intensas y cíclicas. Leah se acercó a mí y me besó con delicadeza. Sentí el impulso de atraerla hacia mí y estrecharla largamente a la vista de todos, pero no era la situación idónea. Cuando nos separamos me tendió un paquete envuelto cuidadosamente. Extraje un cuaderno de tapa dura con un título ininteligible. ¿Sería una novela? Lo abrí por la mitad. Estaba en blanco. Un cuaderno para escribir, pensé. Pero entonces comenzaron a surgir letras marrones en caligrafía gótica. Leí detenidamente aquel poema intermitente, que describía a la perfección las sensaciones que me recorrían. ––Muestra poemas según lo que sientas cuando quieras leerlo. ––Murmuró Leah. Acaricié la página sedosa. ––Esto es... increíble. @
  11. Insomnia: Baleiro había ido a abrir la puerta. Era uno de esos días en los que no me molestaba mostrar abiertamente la dependencia que sentía hacia él. Con su marcha me había sentido sola, perdida en la inmensidad, en las riadas de familiares felices que parecían tan lejanos a mi melancolía. Pero todas aquellas preocupaciones se disiparon cuando mi madre arrastró hacia mí un paquete inmenso, más alto que mi padre. La abracé ilusionada y corrí a rasgar aquel papel de estampados navideños. Descubrí un armario sólido, de madera oscura con extraños símbolos geométricos tallados. Lo abrí sin pensarlo dos veces, y me azotaron los colores vivos, las flores, las frutas tropicales que componían el diseño de muchas de las camisas que guardaba dentro. También había boinas, mitones y pantalones chinos. Ahogué un grito de emoción. Era tanta mi felicidad que consiguió eclipsar la ansiedad que me había producido separarme de Baleiro. ––¡Gracias! ––Chillé. @@Arya Macnair @
  12. Insomnia: Nos sentamos muy juntas y me preparé para escuchar con atención. Fruncí el ceño como cada vez que me concentraba. Me dejé llevar por su relato. Yo era una persona tan sensible que fácilmente podía emular en mí misma las emociones y recuerdos de los demás, empatizaba hasta el punto de poder recrear la experiencia casi a la perfección. Arya me trasladó a una unidad de enfermería, con sus biombos de plástico blanco, sus lámparas azuladas y su olor a antiséptico. Pude ver a mi madre y a Leah empalideciendo, amoratándose mientras se desangraban. Pero también sentí el nerviosismo de Arya, su incertidumbre. En algún punto ésta blandió un pedazo de cristal y supe lo que iba a hacer. Cortó la palma de su mano: una tajada limpia, brillante y húmeda de la que empezó a emanar su sangre cálida, cuyo aroma empapó la habitación. Intenté bloquear las fosas nasales pero era tarde. Mis colmillos crecieron hasta afilarse y mis ojos se oscurecieron. Agarré mi mandíbula. ––Ahora no sé si podré prestar atención. Seguí escuchando, esforzándome por no perder el control. Sentí una envidia atroz cuando comprendí que Baleiro y Arya tenían una conexión que nosotras nunca podríamos alcanzar, que iba más allá de lo físico. En ese instante me prometí a mí misma que conseguiría superar el vínculo entre ambos a través de las emociones. No sabía qué implicaciones llegaría a tener mi pensamiento. Cuando Arya apretó más el cristal, agarré su mano con suavidad y hurgué con la mirada en ese pedazo de carne desnuda. La llevé hasta mi rostro y percibí la viscosidad y el calor de la sangre, pero fui capaz de dejarla ahí, en una especie de imitación de una caricia. ––Te creo. ––Susurré. @@Arya Macnair
  13. Sísifo: Sonreí. Finalmente se percató de mi presencia. Me encontraba deambulando por el Callejón, fijándome en la gente, en los escaparates polvorientos, en el bullicio. Me fascinaba observar el comportamiento de los demás, cómo interactuaban, cómo movían los labios o se les encendía la mirada al encontrar algún cachivache que les gustara. Estaba absorto en mitad de todos aquellos desconocidos cuando olí a Nasha. Sólo tuve que rastrearla hasta dar con ella, de espaldas, contemplando la entrada de un extraño local. ––Puede que te haya seguido. ––Confesé. Contemplé el amasijo de rosas y el letrero colgante que se balanceaba con la brisa. Me resultó familiar. Más tarde averiguaría que la dueña de aquel peculiar negocio no era otra sino Arya. ––Nunca he estado aquí ––susurré, sin despegar la vista de las flores––, ¿qué ha sido de ti durante todo este tiempo? Nasha, como siempre, emanaba un aire entre misterioso y rebelde, ejerciendo una poderosa atracción sobre mí. No podía evitar recordar las circunstancias en que nos conocimos. Se había convertido en una especie de estrella fugaz, un cometa que de vez en cuando aparecía por mi vida para compartir experiencias frescas. @
  14. Insomnia: Recibí su abrazo con la emoción de típica de un adolescente que está enamorándose. Yo entonces no lo comprendía, no sabía formularlo, no tenía nombre para mí, pero con los años comprendería que entonces se estaba gestando mi primer amor. Se separó de mí y me lamenté en silencio, contando cada uno de los centímetros que nos iban separando paulatinamente. Sentí que el tiempo podía pesar como acero en los bolsillos. ––Cuéntamelo. ––Rogué. Era extraño, en absoluto me importaba que Arya hubiese dejado morir a mi hermano y mi madre. Entendía, desde la razón, que aquel era un acto cruel, que Arya se merecía el odio de Leah. Pero hacia ella sólo podía dirigirme desde la impulsividad de las emociones apasionadas. Me atreví a dar un paso al frente hasta que pude alzar la mano para rozar su brazo. Me ruboricé. @@Arya Macnair
  15. ID: 118083 Nick: Oniria Link a la Bóveda Trastero: Bóveda Trastero de Oniria Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda de Oniria Nivel Mágico: 3 Fecha: 2018-12-31 Criatura: Micropuff Puntos: 10 Precio: 500 G Criatura: Horklump Puntos: 10 Precio: 500 G Total de puntos: 20 Total de Galeones: 1000 G ¡Gracias! (no, no es un error, estoy comprando exactamente lo mismo de la última vez xD).

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