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Allen Abbadonia

Magos
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  • Ingresó

  • Última visita

Acerca de Allen Abbadonia

  • Cumpleaños 12/11/1993

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    2
  • Rango Social
    Unicornios de Bronce
  • Galeones
    4562
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Trabajo
    0
  • Raza
    Humano
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    20
  • Puntos de Poder en Criaturas
    0
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Conocimientos
    Conocimiento en Maldiciones
    Artes Oscuras
    Meteorología (conocimiento adquirido)

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Hufflepuff
  • Género
    Male
  • Location
    México

Contact Methods

  • Skype
    charly.gusanillo

Logros de Allen Abbadonia

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Reputación

  1. Accidentalmente había llegado a aquella fiesta al tocar uno de los trasladores dentro de la universidad, al pretender tomar prestadas unas de las gafas. Al terminar el vertiginoso viaje, cayó de frente al suelo, que para su fortuna era solo suave arena. Se reincorporó un poco y se sacudió ligeramente, miró a su alrededor sin caer en la cuenta de que había llegado a una fiesta, y parecía algo movida. —¿?— En silencio, el joven pelinegro contempló el lugar solo para caer en la cuenta de que nadie le parecía conocido. Ladeó la cabeza una y otra vez, buscando, pero al final admitió que sus esfuerzos eran en vano. Una vez que se dio cuenta de ello, se puso de pie y se sacudió la arena que le había quedado encima sin ningún problema. Con la mano derecha acomodó su sombrero de paja, y su inquieta mirada aun seguía de un lado a otro, adornando aquel gesto con aire y expresión inocente. Afortunadamente, la suerte le sonreía pues sus ropas eran las adecuadas. Una camisa roja de seda, que con la caída se había abierto, dejando ver su torso y la cicatriz en forma de "x" en su pecho, a juego con las bermudas azules que llevaba, sus sandalias y su sombrero. —!— Los ojos de Allen se abrieron de par en par, ocultando ligeramente la cicatriz debajo de su ojo, y sus labios formaron una enorme sonrisa, su mirada reflejaba el brillo de alguien sumamente feliz, sin dudarlo se aceleró para llegar en pocos segundos. La barra de comida y botanas. Nada más tener la distancia reducida a nada, Allen empezó a comer y comer, llevandose patatas, refresco, snacks y todo cuanto sus manos tocaran a la boca, masticando apresuradamente sin importarle si alguien más le veía. —Ñom, ñom, ñom, ñom, ñom.... Glup, glup... ñom, ñom, ñom... ¡Que ricooooooooo!— Exclamó con la boca llena de comida, continuando en lo suyo.
  2. Una vez hecho su juramento se puso de pie y avanzó al frente con pasos pequeños y lentos, sus brazos no se balanceaban mostrando que estaba bajo la influencia de la bruja. El agua amenazaba con tocar los zapatos del chico, pero hizo caso omiso a la advertencia y de igual manera entró un poco en el mar, siguió caminando hasta que este cubría hasta la altura de sus rodillas. Su mirada vacía estaba fija en la prisión que mantenía encerrada a la bruja, de pronto volvió a escuchar su voz. —Ella no es quien dice ser. Los pone en peligro... Solo quiere obtener tu poder.— Dijo aquella cautivadora voz, advirtiendo al pelinegro de la amenaza. Solo entonces apartó su vista para darse media vuelta y observar la casa de campaña en la playa. El mensaje estaba más que claro, el peligro era la mujer que los había llevado a todos hasta ese lugar. —Ven a buscarme, te estuve esperando tanto.— Concluyó la voz de aquella hechicera. Sus pasos lo llevaron de nuevo a la orilla de la playa, de donde pudo ver salir a uno de sus compañeros corriendo y detrás de el la profesora salió también seguida de la casa de campaña siendo incendiada. Por un momento, el engañado muchacho, tuvo un disparo propio de enojo contra la profesora. A sus ojos estaba persiguiendo al que era probablemente el más joven del grupo, ¿por qué huía de ella?, ¿realmente era un peligro como advirtió la voz?. Sumado al control que ejercía la hechicera sobre el, aquello no abonaba nada bueno a la situación. Dejó pasar a Antoni y se interpuso en el camino de la Malfoy. —No te permitiré que te salgas con la tuya.— Dijo Allen a Mistify, levantando su brazo derecho con varita en mano de forma perpendicular a su cuerpo, como si le bloqueara el paso. Los ojos del pelinegro tenían la mirada perdida, haciendo evidente que no estaba consciente de lo que hacía. Además, la voz de Allen por un momento se agudizó ligeramente, como si las palabras dichas anteriormente fueran un mensaje de la hechicera hacía la profesora del grupo a través de una marioneta. —Meteolojinx Ecanto.— Dijo con total ausencia de emociones en su timbre de voz y su expresión corporal, esta voz con su voz normalizada. Acompañado al hechizo hizo una floritura con su varita. Había utilizado un hechizo de meteorología mágica, y aprovechando la gran cantidad de agua, el calor de la playa y el frío de la llovizna condensó la humedad y generó niebla, una niebla tan densa que no se podía ver más allá de un metro al frente, y con un área relativamente grande de terreno abarcado gracias a que las condiciones eran por si mismas ya favorables. Allen se movió en silencio, aprovechando que la arena generaba relativamente poco ruido al andar, haciendo gala de su capacidad de acecho adquirida por sus aventuras en la naturaleza cuando era joven y que de vez en cuando repetía. Solo era cuestión de un murmullo, un quejido, un suspiro largo, un hechizo, algo que delatara a la Malfoy para que Allen disparara algún hechizo en contra de ella. Sabía de antemano que no tenía posibilidad alguna de enfrentarla en una lucha directa y que incluso su estrategia podía ser mermada pronto.
  3. Pocos días llevaba en Ottery el joven del sombrero de paja y no dudó en seguir los mismo pasos que alguna vez su madrina dio: Unirse a la Orden del Fénix, aunque no sabía que el destino y su misma madrina habían cambiado de planes. Esa no era la preocupación del momento, de hecho no había preocupación, todo lo contrario, él estaba muy entusiasmado porque iba a recibir su primer entrenamiento en el arte del duelo por parte de la mujer que había seleccionado como su mentora. Su memoria era mala, pero no tanto, recordaba que esa misma persona fue su maestra de Duelo Avanzado cuando cursó la Academia, y de hecho no terminaron su duelo, lo cuál suponía una revancha en esta oportunidad. Habían acordado que Allen seleccionaría el escenario de batalla y una vez hecho esto el daría aviso a su mentora. —Bien, creo que llegué un poco antes al lugar.— Dijo el pelinegro para si mismo, observando todo el lugar con una expresión de duda. —O he llegado demasiado tarde o temprano, o me he perdido.—Volvió a comentar de forma individual, rascando su nuca con la mano derecha. No la iba a encontrar quieto, así que empezó a caminar por el lugar. Se trataba ni más ni menos que una playa. Su brillante arena se extendía por kilometros a lo largo de toda la costa, donde pasados algunos cientos de metros la playa daba inicio a una selva tropical. Dicha playa estaba realmente limpia, apenas y había piedras por la zona y no había nada de basura. El agua era clara y su ritmo relativamente bajo, al parecer la marea ahí era muy suave. Era medio día, así que el sol estaba en su mejor momento, dando de lleno con todo su calor en el lugar. —¡¡Oeeeeee!!, ¡maestraaaaaaaa!— Exclamaba el chico, colocando sus manos a los lados de su boca para hacer un efecto megáfono. El clima no le molestaba en absoluto, al contrario, le agradaba mucho y llevaba la ropa indicada para estar ahí. Una camisa muy ligera de seda de color rojo, de aquellas que cierran con botones, pero por el calor Allen decidió ir con la prenda abierta, mostrando un poco de la parte superior de su cuerpo. Para acompañar, llevaba unas bermudas azules con efecto de mezclilla, sandalias ligeras de color café y su caracteristico sombrero de paja. —Hmmmm.— Para este punto se detuvo y cruzó de brazos, sus labios dibujaban una línea completamente horizontal, haciendo una expresión graciosa. —Creo que mejor la espero aquí.— Propuso. Y así fue, Allen se sentó en la arena, mirando al mar por un rato, le estaban dando ganas de entrar al agua, pero afortunadamente su espera no fue mucha, Mei había hecho acto de presencia finalmente. —Fiuu... Pensé que me había perdido.— Le dijo. —Bien, no hay tiempo que perder, manos a la obra.— Agregó con una amplia sonrisa. Ambos contrincantes se prepararon, tomaron una prudente distancia de unos ocho metros sin que nada obstaculizara en medio y simplemente esperaban a que uno iniciara el duelo, privilegio que le fue cedido a Allen por parte de Mei. —Bien, no voy a dejar que me derrotes tan fácilmente.— Externó, dedicando una mirada y sonrisa desafiantes a la mujer. —¡¡Sectusempra!!— Exclamó y agitó su brazo como un látigo. El ya conocido por todos rayo verde salió disparado de la punta de la varita del mago, que ahora viajaba amenazante en dirección de Mei, que de impactar devengaría en una serie de heridas severas y su consecuente perdida de sangre, dichas heridas si no eran tratadas adecuada y rápidamente causarían la muerte de la hechicera, pero Allen sabía que eso no iba a pasar, era solo el inicio.
  4. Una lechuza perdida con una invitación a un duelo había sido más que suficiente para que Allen iniciara comunicación con una persona llamada Vladimir. Llevaba muy pocos días en Ottery, y realmente no tenía muy fresca su memoria respecto a los duelos, pero por eso mismo esa carta era una oportunidad de oro para retomar el sendero perdido en los duelos. Allen contestó la carta y dio las referencias para llegar al lugar de combate. Allen había llegado primero para explorar un poco el terreno de batalla. Para su sorpresa aquello iba a ser sumamente difícil, era en la base de una montaña. Previamente hubo un derrumbe y todo a quinientos metros a la redonda eran escombros, grandes piedras, troncos caídos y algo de tierra. Ninguno de los contrincantes podría estar saltando de un lado para otro sin tropezarse, la andanza era difícil. Allen decidió que iba a pelear justo al centro de todo ese desastre, teniendo grandes, medianas y pequeñas rocas y árboles secos regados alrededor de todo el hasta 20 metros a la redonda, de modo que su rival también estaría cerca de todas esas cosas, de hecho estaba parado sobre dos piedras medianas, una por cada pie, era prácticamente obligatorio hacer eso para mantener el equilibrio, de otra manera caería. Para el duelo, vestía una camisa roja de tela demasiado liviana que ondeaba con suavidad con el viento, pantalones de mezclilla azul cielo, bota para caminata y su infaltable sombrero de paja sobre su cabeza. Allen miró al cielo, una gota trás otra empezó a caer hasta formar una ligera llovizna, acompañada de aire frio. El mago se abrazó a si mismo y castañeo los dientes. —Brrrr, que frío, seguro pescare un resfriado.— Dijo. Esperó un poco más y por fin su oponente hizo acto de presencia. Contento con esto, Allen apuntó con su varita mágica al recién llegado. —Bien, hora del duelo. ¡Sectusempra!— Exclamó lleno de energía, dándole a su rival una sonrisa y mirada desafiantes, demostrándole la emoción que tenía por volver a tener un combate. De la punta de la varita del chico del sombrero de paja fue disparado un brillante rayo de color verde, que al impactar en Vladimir iba a crearle terribles cortes que devengarían en una mortal hemorragia, que de no tener la atención y curación pertinentes le llevarían al desangramiento hasta morir.
  5. Nada más hacer su petición, la directora aceptó al joven mago en la clase como un oyente, aunque para ser honesto iba ahí con la firme intención de aprender igual que sus compañeros, incluso se sentía menos experimentado que casi todos. Tomó una pluma, pero antes de firmar el documento miró a la profesora de la clase para contestar su pregunta. —Allen Abbadonia es mi nombre. He escuchado lo más importante, no tengo problema con ello.— Aclaró lo más sereno que pudo, sin embargo, una sonrisa pequeña se le escapó, no podía contener la emoción y el alivio de ser aceptado en el grupo. Leyó brevemente el documento para saber que estaba firmando, no pretendía retractarse, solo saber a que se exponía. Finalmente firmó y dejó la pluma donde la había encontrado. El hecho de estar en calidad de alumno, le hacía sentir tranquilo. La ultima vez que había dicho su apellido a una Malfoy, más en especifico a Afrodita, había sido victima de un largo cuestionario sobre sus orígenes, su familia, su sangre y demás cosas. A juzgar por el temple de la persona a cargo de la clase, lo más seguro era que no se iba a interesar realmente, y si hubiese algo de eso, lo más probable era que se lo reservaría. Esta era la lógica de Allen ante el escenario. Antes de firmas y después, principalmente las chicas hablaron mucho, sobre posibles estrategias y algunas cosas más que no eran de mayor relevancia, aun así el pelinegro escuchó lo más atento que pudo, después de todo estaba lo suficientemente incomodo en esa situación como para tornarla peor. Con una ultima instrucción de la profesora a su asistente, avanzó a la salida del despacho para tomar rumbo a aquella misión, no sin antes hacer una pregunta a la que nadie respondió con palabras sino con acciones. Allen salió casi al final de la sala y siguió al grupo sin alejarse. ***** Por medio de una aparición en grupo habían llegado a Londres, que a pesar de ser territorio de muggles, ninguno se dio cuenta de su llegada al estar resguardándose de aquella lluvia tan leve que caía sobre la ciudad. Allen levantó la cabeza al cielo y entrecerró los ojos, la sensación era refrescante y agradable, aunque ver un cielo tan tupido resultaba melancólico. Agachó la cabeza y volvió la mirada al grupo, los observó rápidamente pero su mirada al final se posó en Mistify que dio indicaciones sobre la forma en que iban a llegar: a pie. Para el, caminar no era una molestia, al contrario era todo un gozo, el problema estaba en la compañia, no conocía a nadie y no se sentía en confianza de bromear ni cruzar más palabras de las necesarias, por lo que tomó casi literal el ser solo un alumno "oyente". Aun así, no iba ni al final del grupo ni al principio, iba más o menos en medio para enterarse un poco de todo. La tarde pasó, la caminata fue de bastantes horas, e incluso el que podía afirmar tener buena condición para estas cosas sabía que necesitaba un descanso. Cuando los hechizos repelentes, protecciones mágicas y aquella tienda de campaña engañosa estuvieron debidamente colocados, era tiempo de descanso y posible esparcimiento. Allen optó por estar solo en un principio. Recogió un poco de madera seca de la vegetación cercana y montó una pequeña fogata a diez metros de la arena mojada por el impacto de las olas en la playa. Con un buen fuego a su izquierda, se quedó contemplando el mar como si de verdad tuviera algo interesante que mostrar al joven mago, pero no era así. Aunque también había algo ligeramente extraño, su hiperactividad se había desvanecido desde hace algunas horas en la caminata, ya no estaba ansioso, ni tan temeroso, ni emocionado, el ambiente era raro para el. Era posible que ante su inexperiencia mágica estuviera sucumbiendo a las maldiciones defensoras del lugar o a la influencia del poder de la bruja. —Libérame.— Escuchó Allen, pero aquello fue como un susurro directo en su oido, casi podia sentir la respiración de alguien cerca de el. —Aquí estoy.— Volvió a pronunciar aquella voz, una voz femenina, encantadora y persuasiva, que era como escucharla lejos y cerca al mismo tiempo. —Ven...— Aquella ultima palabra la arrastró de más la voz. Allen se estremeció, tenía la piel erizada y no sabía que pasaba. Su fogata a un lado por unos momentos perdió intensidad. —Lo haré...— Susurró muy bajito, como si respondiera una petición. La mirada del chico se ensombreció ligeramente, miró en la dirección donde se presumía estaba la bruja pero no hizo gesto alguno. La fogata a su lado recuperó la vida que tenía anteriormente sin explicación alguna.
  6. Solo unos pocos días habían pasado desde que el joven mago había vuelto a Ottery, y desde el principio se había dado a la tarea de deambular por todas partes para recordar y conocer el lugar. Incluso la academia había cambiado por completo, y en su lugar ahora existía una institución conocida simplemente como la "Universidad". Preguntó por el trasfondo histórico para ponerse al día de lo que había pasado, ya que era un cambio radical, y se enteró un poco de la situación, así como de una nueva estructura organizacional y demás detalles. Ante esto le asalto una inquietud. ¿Sus viejos conocimientos aun serían de utilidad?, ¿sería capaz de estar a la par con un posible nuevo plan de estudios que no conocía? Esas y muchas preguntas más daban vueltas en su mente en los últimos días y no le dejaban tranquilo, cosa rara en su extrovertida y despreocupada forma de ser. Pero tenía en cuenta que debía conseguir empleo. Desde su regreso, había estado pernoctando en un hotel-posada al no tener familia o parientes en el lugar, los galeones tarde que temprano debían terminarse, era una carrera contra reloj el conseguir un ingreso, y para ello debía hacerse de un perfil académico atractivo. Actualmente, solo recordaba muy bien lo aprendido en Meteorología, pero fallaba en las otras dos artes que supuestamente dominaba. Por ello, aquel día optó por ir a hacer una petición para cursar la especialidad de Conocimiento en Maldiciones en calidad de oyente. Según había escuchado, una de las nuevas directoras era una Malfoy. A el vinieron recuerdos de su querida ex-novia, May. También recordó como era un poco esa familia, y lo mejor sería dar una impresión al menos buena, o lo menos peor posible para que su petición no fuera denegada. Por lo tanto, para acudir ese día a la universidad decidió vestir bien, aunque fuera en contra de su estilo, incluso no llevó con el su querido sombrero de paja. Para la ocasión decidió usar una túnica negra larga que llegaba a media pantorrilla, adornado con con bastilla dorada en cuello, mangas y la solapa. Dicha túnica tenía bolsillos a la altura de la cintura, y en el derecho había guardado su varita mágica. Por debajo de la túnica llevaba una camisa blanca, pero no era visible al estar cerrada. A medida que avanzaba por el lugar, sus zapatos hacían eco contra el duro suelo de piedra. Su andar era ágil y de largas zancadas, al menos los pantalones de aquel conjunto eran bastante cómodos y prácticos para ello. Pero había un problema, no sabía exactamente a donde debía ir. Decidió preguntar a una mujer que estaba sirviendo algunas bebidas no muy lejos de donde el estaba. El pelinegro al parecer corrió con buena suerte aquel día. En primer lugar, ella resultó ser la asistente de una Directora, en segundo lugar, era la Directora también la profesora de la asignatura que pretendía cursar, en tercero, acertadamente había elegido el código de vestimenta adecuado, ya que resultó ser la misma persona en la que había pensado para ir así. Aun faltaba un último golpe de suerte, ser aceptado como oyente. La asistente guió a Allen y le contó a grandes rasgos cual iba a ser la actividad que iban a desarrollar los alumnos, pero no dio muchos detalles. Al llegar al despacho de la directora, el pelinegro se quedó bajo el marco de la puerta y escuchó a la profesora desde que empezó a decir "Bien, ahora que todos estamos cómodos". Ella empezó a contar la historia de la legendaria bruja, que para colmo de males, Allen nunca había escuchado de ella a pesar de ser tan milenaria. Siguió hablando, y sus palabras solo aclaraban lo poderosa que era esa persona, al punto de asegurar que de no asesinarla, sería un peligro latente después. Eso sonaba a una gran aventura y un poderoso enemigo que derrotar, eso emocionaba bastante al joven, además, se sentía algo intimidado pero seguro de sus compañeros, que llevaban la experiencia marcada en sus rostros. —Buenas tardes.— Saludó educado el pelinegro, adentrándose en la oficina, manteniéndose del otro lado del escritorio de la directora, alejado del mueble varios centímetros, pero no más de un metro. Inclinó la cabeza en señal de respeto y después la levantó de nuevo. —El motivo de mi visita es una petición. En los tiempos de la Academia cursé Conocimiento en Maldiciones, de eso ya un año y me interesa estar actualizado en la materia. ¿Me permitiría participar como oyente en este curso?— Preguntó, tan templado como le fue posible, pero aquello era complicado, los nervios, la emoción y su propia personalidad le jugaban en contra.
  7. Allen solo entrecerró los ojos con el comentario de la mujer, pero hizo caso omiso y continuó hasta el final la curación. Mientras realizaba los hechizos de curación agradeció enormemente haber escapado de las filas tenebrosas antes de que siquiera le grabaran en su brazo aquella espantosa y fea marca, eso en primer plano, y en segundo, se salvó de rodearse de gente como ella: egolatras, malvadas y egoístas. Aun no olvidaba que tenía una deuda enorme con aquel sabio llamado Levit, y con la mujer que fue su profesora de Bando y Perfil en la academia por parte de la Orden del Fénix por hacerle abrir los ojos y escapar a tiempo. Tal y como estaba divagando el pelinegro, cuando la chica volvió a hablar se negaba rotundamente a un auxilio ajeno, afirmando que ella sola podría terminar de sanarse. "Pero que terca y orgullosa es esta gente..." pensó en silencio. Pero, una vez más acudió a su mente aquel sabio, su profesora e incluso su abuelo. No podía dejarla a su suerte aunque no simpatizara con sus ideas, en cambio, debería tratar de hacer empatía con ella de algún modo, aunque no fuese por mucho tiempo. Con esto claro, Allen le sonrió ligeramente, pero reflejando una evidente sinceridad. Miró de reojo al cocodrilo cuando la chica hizo mención de una revancha, la cual si pensaba tomar pero no en ese momento. Aun así guardó silencio y no dijo nada más. Finalmente y para su sorpresa, la chica le agradeció la ayuda y le dio un beso en la mejilla, aquello le dejó atónito, pues iba en contra de lo poco que conocía de ella. Se recompuso pronto y sonrió nuevamente. —Puede que no sea todo maldad... Quien sabe.— Dijo para si mismo. Ella se alejaba pero lentamente. Se debatía si acompañarla y asegurarse que llegara con bien o dejarla ir. Era complicado, quizás entrometerse más de la cuenta en sus asuntos no sería buena idea, después de todo apenas y ha aceptado su ayuda para curarla. Finalmente decidió quedarse ahí afuera del museo. Sacó la varita de su bolsillo e hizo unas florituras en el aire. —Meteolojinx Ecanto.— Pronunció. Frente a el se formó una nubecita pequeña de color negro, apenas un poco más grande que su cabeza. Ya que no tenía mucho más que hacer se pondría a jugar cono mini hechizos meteorologicos, y con algo de suerte se le ocurriría alguna travesura que hacer.
  8. A pesar de haber logrado mantener la compostura, el joven por dentro explotaba por soltar el comentario de "si esta chica es sexy comparada con la muerte, la muerte debe ser terriblemente fea". Sin embargo, había logrado controlar su lengua en una excepcional ocasión, y que mejor, estaba delante de una terrible asesina. Caso contrario fue el de tocar el tema del orgullo, que al parecer si consiguió una reacción negativa por parte de la chica que le lanzaba una amenaza ahora. Intimidado, Allen volvió a abrir los ojos de par en par y mostró sus dientes, su expresión era de claro miedo, incluso se inclinó para atrás con la intención de mejor irse por donde había llegado, no quería meterse en problemas con una persona peligrosa. Escuchó la pregunta, pero palideció y se asustó aun más con la aclaración de que su necesidad era sangre, y que además pasaba por su mente tomar un poco de la del muchacho. Apoyó ambas manos en el suelo, a los lados de su cuerpo, esa era una clara señal de escape y correr por su vida. Para bien o para mal, no se movió cuando la chica al parecer intentó sanarse, identificando que no obtuvo el efecto deseado. El miedo poco a poco se transformó en curiosidad, y posteriormente en preocupación, no podía dejarla ahí a su suerte, aquello iba en contra de los principios dictados por su abuelo. —Son tan raros ustedes.— Argumentó, llevando la mano derecha al bolsillo del mismo costado de su pantalón, de ahí sacó su varita mágica y la acercó a la zona que parecía provocarle más dolor a la bruja. —Episkey.— Susurró para usar a favor de la bruja el hechizo y sanar sus heridas. Repitió la operación un par de veces más por algunas zonas de su cuerpo que se veían lastimadas. —Listo, es lo mejor que puedo hacer.— Admitió, guardando el arma mágica nuevamente donde la tenía, posteriormente le sonrió un poco. —Te compartiría de mi sangre, pero dudo que siquiera seamos de un tipo compatible. Deberías ir a un hospital mejor.— Agregó menos nervioso. Un escalofrio se apoderó del joven, miró inquieto de un lado a otro, buscando algo, pero no veía nada. Tenía un mal presentimiento. —Oe, ¿y si mejor entramos a ese lugar?— Sugirió señalando el museo. —Para pedir ayuda de alguien más...— Argumentó.
  9. Allen prestó algo de atención a lo que la mujer decía. Primero sobre su petición, el joven vio de reojo la varita en el suelo y después volvió la mirada a la chica, analizándola de pies a cabeza rápidamente. La solicitud le pareció incongruente, en ese lamentable estado difícilmente podría ponerse de pie, ante esto el joven ladeó la cabeza a la izquierda con curiosidad. A continuación vinieron dos preguntas más, ambas muy fáciles de responder. El chico le dedicó una amable sonrisa, la cual se borró al ver una mueca parecida a un gesto de dolor en la chica cuando se sacudió con las manos. Inmediatamente se puso de pie. —​Lo ultimo que recuerdo de ti fue que me acabaste con veneno, y no fue algo precisamente agradable. Además, durante aquella competencia todo el tiempo demostraste que se te debe tener miedo.— Argumentó para responder a la primera pregunta. Avanzó unos cuantos y se agachó para levantar la varita de la mortifaga. —Además con esa forma de verte, es como tener a la mismísima muerte por delante.— Agregó, sumándole un gesto raro al torcer la boca. Sus ojos y palabras transmitían incertidumbre, miedo y curiosidad. Dicho esto de nuevo se puso de cuclillas delante de ella y le entregó la varita mágica. Posteriormente se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas, tal y como hace la gente que medita. —Y bueno, esta mañana estaba desayunando. Y ayer me encontré de nuevo con mi madrina, y una chica que no recuerdo su nombre. Y antier recién llegué por aquí. Ante-antier estaba en el tren en camino...— Empezó a relatar con inocencia, levantando un dedo de su mano derecha por cada día que mencionaba, como si los estuviese contando. —Pero eso no importa ahora. ¿Necesitas ayuda para sanarte o tu orgullo es más grande?— Preguntó de forma directa, sin meditar que palabras así podrían ponerlo en problemas. Además, salvo el hechizo Episkey, el pelinegro no tenía ni la menor idea de como hacer una curación.
  10. Aquella épica batalla de voluntades no cesaba, y parecía lejos de llegar a su fin. Una rivalidad donde ninguno de los contendientes le daba la más mínima ventaja al otro. Un cruce de miradas mortal, que con cualquier descuido le costaría el duelo a aquel que lo cometiera. Para Allen, aquel suceso debería ser recordado por generaciones, una victoria o derrota tan legendaria que pondría en alto el apellido Abbadonia. Pero, aquel tramposo cocodrilo hizo una fechoría, algo digno de un maleficio tramposo, un acto de cobardía comparable a tirar tierra a los ojos del rival en un combate a muerte de caballeros. Si, seguro había sido el quien, de alguna u otra forma, le tirara encima a una persona, para derribar al joven y quedarse con la absoluta victoria de aquel encuentro. En el suelo, Allen se sacudió un poco para recomponerse, y con la diestra alcanzó su sombrero de paja que había caído a algunos centímetros de distancia. Haciendo una mueca de enfado meramente infantil ancló su mirada en la persona que lo había derribado, la cual le reconoció casi de inmediato, pero el joven tuvo que mirarla fijamente en silencio para poder reconocerla. —¿Raro?— Cuestionó, poniéndose de pie con un leve brinco. —Puede ser.— Divagó, alzando la mirada hacía el cielo. Finalmente recordó quien era ella, y si hubiese sido posible, los ojos se le hubiesen saltado y los cabellos se hubieran puesto de punta. Pero en cambio, solo consiguió abrir sus ojos, mostrando asombro y al mismo tiempo miedo. —¡¡Tuuuu!!— Exclamó señalándola. —¡Voy a morir, voy a morir, voy a morir!— Exclamó, entrando en pánico y corriendo en círculos pequeños. Lo ilógico era que no huyera al sentirse en peligro, y en su lugar cometía esas acciones erráticas. —¿Qué es lo que quieres aho...?— No terminó su pregunta y ahora la observó con más cuidado. Estaba lastimada, y muy agitada, en ese estado apenas y podía moverse al parecer. Aquella pequeña chispa de humanidad inocente se encendió en el muchacho, el cual se acercó y se puso de cuclillas frente a ella. —Oe... ¿Qué te pasó?— Preguntó totalmente desconcertado. Aquellos cambios tan repentinos en el carácter del joven eran normal para el, pero obviamente no para el resto del mundo, cosa que podía traducirse en desconfianza o insultos contra el.
  11. Era un buen día. El clima era agradable, era poco pasado de medio día, no había muchas novedades, el joven ya se había instalado y a falta de responsabilidad académica o laboral había decidido ir a dar una vuelta por ahí. Se había paseado por una buena parte del Diagon en busca de algo que hacer, pero el lugar estaba atiborrado de bares, cafés, restaurantes y demás lugares de alimentos, cosa que le mosqueaba un poco, al buscar algo diferente. —O estoy ciego o aquí falta algo como un teatro... O no, mejor una casa del terror... O no, mejor un simulador de escenarios... O no, mejor...— A medida que caminaba por las calles, divagaba con las más extravagantes ideas de entretenimiento, pasando desde un campo de tiro con arco hasta un lugar de plataformas de trampolín, donde se pudiera brincar y ejercitar de forma divertida. Pero ninguno de esos sueños vería la realidad mientras tuviera tan escaso dinero, pero no importaba. En una esquina, la atención del muchacho fue atraída por un lugar algo difícil de describir, había llegado al museo, pero lo que más le llamó la atención fueron los animales exóticos que había afuera, entre ellos un cocodrilo en miniatura. Al llegar donde estaba el reptil le acercó la mano, por instinto el animal quiso morderlo y Allen quitó la mano de inmediato para soltar una risa. —¿A qué te atrapo sin que me muerdas?— Le retó el pelinegro, como si el animal pudiera entenderlo, y así se puso en guardia, mirando a los ojos al reptil, en una batalla silenciosa donde solo el más ágil e inteligente iba a ganar.
  12. ALLEN ABBADONIA FICHA DE PERSONAJE http://images6.fanpop.com/image/answers/3465000/3465899_1392169947937.29res_500_260.jpg Datos Personales: Nombre del Personaje: Allen Abbadonia Sexo: Masculino Edad: 20 años. Nacionalidad: Español Familia(s): -- Padre(s) Sanguíneo:-- Padre(s) Adoptivos:-- Trabajo: Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica, Oficina del Cuerpo de Seguridad, Aprendiz. Poderes Mágicos: Rango Social: Unicornios de Bronce Bando: Neutral Rango dentro del Bando:-- Nivel de Poder Mágico:-- Puntos de poder en objetos: 20 Puntos de poder en criaturas:-- Habilidades Mágicas:-- Conocimientos Especiales: Conocimiento en Maldiciones Artes Oscuras Perfil del Personaje: Raza: Paladín. Aspecto Físico: Allen es un chico practicamente ordinario para alguien de su edad. Su altura es de 1.78 metros, teniendo un peso acorde a su estatura de 68 kilogramos, el chico tiene una complexión regular, de manera que no se ve flacucho ni débil u obeso y fuerte. Su cabello es de color negro medianamente largo, llevándolo siempre desalineado u ocultándolo con gorras, sombreros o cualquier cosa que pueda ponerse en la cabeza. Sus ojos son medianos y expresivos, de un color café claro que en la sombra parece tener un tono más oscuro pero que a la luz del día demuestra su brillo natural, las facciones de su rostro le hacen ver más joven de lo que en realidad es. Suele vestir algo desalineado o "muggle" pues no le importa como la gente lo vea. Cualidades Psicológicas: Allen es un chico que en todo momento esta sonriendo, es alguien bastante optimista y alegre, al punto que muchas veces parece un est****o. Es una persona que no tarda mucho en confiar en las personas de las que tiene un buen presentimiento, sin embargo, debajo de esa personalidad oculta a alguien muy observador, inteligente, curioso y cuidadoso, evitando a toda costa mostrar dichas cualidades, pues prefiere evitar conflictos de cualquier naturaleza. Rara vez se le ve triste o enojado. Considera que el valor más importante sobre todas las cosas es la lealtad, y es capaz de dar su vida misma si es para salvar a alguien que aprecia o a un perro, pues son animales que el ama incondicionalmente. Recientemente, al graduarse de la academia, ha ganado cierta madurez y piensa las cosas dos veces antes de ejecutarlas. Fiel creyente de la paz, decidió permanecer como "neutral" buscando la forma de llegar a una paz sin necesidad de pertenecer a ningún bando, pero no por ello sin pelear. Historia: La historia de Allen no es en absoluto extraordinaria, pues no es alguien que haya aprendido magia de joven, que hablara parsel de pequeño o alguna cosa relacionada a eso. Sus padres son ambos de sangre limpia, sin embargo, por alguna razón encontraron más agradable el vivir en el mundo muggle. Allen supo de su descendencia como mago hasta los diez años, pero no mostró interés alguno en educarse en ello, por otro lado siguió su vida como todo adolescente normal, pero gracias a sus papas podía ir al mundo mágico de vez en cuando. A la edad de dieciocho años, la familia entera se mudó nuevamente al mundo mágico y han llevado una vida de lo más normal y tranquila, con un hijo que se dedica solo al ocio, las bromas y pasársela bien. Pertenencias: Objeto Magico Legendario: Objetos Magicos: Objeto 1: Varita Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Mascotas y Criaturas: Criatura 1: Clasificación: Puntos de poder: Elfos: -- Licencias, Tasas, Registros: Licencia de Aparición: -- Licencia de Vuelo de Escoba: -- Registro de XXX: -- Otros Datos: Otros datos:-- Cronología de cargos:-- Premios y reconocimientos:-- Links de Interés Referentes al Personaje: Link al Perfil de Comprador MM: -- Link a Bóveda Personal: Bóveda 103093 Link a Bóveda Trastera: Bóveda nº XXXXX Link a Bóveda de Negocio: Bóveda nº XXXXX Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia XXXXXXXX. Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda Familia XXXXXXXX. ALLEN ABBADONIA
  13. Hola hola. Por primera vez me paso a pedir personalmente un cambio en mi ficha que nunca me he pedido nada. Ahora que por fin, despues de mil años soy graduado me gustaria pedir mis primeros dos conocimientos que he decidido que sean "Conocimiento en Maldiciones" y el de "Artes Oscuras". Por adelantado gracias!!
  14. Bueno, pues a mí me interesa el taller, aunque creo que es algo que se manejar, me apunto!
  15. Para Allen resultaba en cierta parte sorprendente que May decidiera que el no cambiara, que prefería seguir con ese joven alocado y despreocupado a tener a alguien serio y propio a su lado, sin duda aquel gesto hizo que se emocionara por dentro, pero sobre todo lo hizo muy feliz, más de lo que ya estaba hasta ese momento por y gracias a ella. Su novia, propuso si se quedaban en ese lugar o le daba un tour por la mansión. El tour no era mala idea, pero no podía ver y por lo tanto de poco le iba a servir, de manera que en cuanto recuperara la vista iba a necesitar una nueva visita guiada. Se lo pensó por unos breves segundos, si se negaba podía llegar a ser maleducado así que lo mejor era acceder. —Vale, vamos a conocer la mansión.— Respondió sonriente, dandole un corto y rápido beso.
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