Llego el momento, respire y exhale hondo repetidas veces hasta que me sentí lo suficientemente cómodo para ingresar en la sala donde íbamos a practicar. Era eso, practicar, pero era un duelo de todos modos y eso hacia que no pudiera evitar estar nervioso.
El lugar era amplio, una sala rectangular amplia, donde no habían obstáculos mas que las paredes del lugar y nosotros mismos. Si, tal vez yo era mi mayor obstáculo.
Saque mi varita y empecé a repasar hechizos en mi mente, mientras esperaba que Akiza llegara. Dejaría que ella iniciara el duelo. En otras circunstancias hubiera empezado yo, pero aquí no tenía miedo de que ella me matara de primera ¿O debía tener miedo? No la conocía mucho.
Mire al piso de madera, que estaba tan limpio que hasta podía casi verme como si fuera un espejo. Me alegraba que fuera un buen piso, si fuera de piedra seria peligroso ante una eventual caída y además al ser buena madera, no tenía miedo de clavarme una astilla.
Sacudí la cabeza, mi menor preocupación eran las astillas. Puse mi varita en alto y espere a que Akiza iniciara para luego yo defenderme.