No podía negar que me había sorprendido para bien, escucharla reír como hacía tiempo no la veía hacer era casi como un bálsamo para el alma. La había visto feliz en su cumpleaños y luego se había mostrado tan fría y lejana. Había veces en que sentía que podíamos ser los mejores amigos y otras en que, en parte por mis desapariciones, parecíamos dos extraños desconocidos. Más sus palabras y que me llamar su dulce fantasma era una magnífica señal, si es que yo las lograba interpretar en su justa medida.
La tomé mejor de la cintura cuando se colgó casi de mi cuello y no pude evitar reír. Disculpe, disculpen, iba repitiendo a nuestro paso, estaba seguro que la mayoría iban a pensar que ya nos habíamos pasado en la degustación y estábamos ebrios. Quizás yo lo estaba pero por el aroma de sus cabellos y su piel mientras parecíamos una peonza dando vueltas a lo loco hasta una mesa con copas, botellas y platos con bocadillos.
—Tinto, malbec —agregué mientras tomaba asiento como ella me lo indicaba, la seguí con la mirada mientras se movía como una experta eligiendo la botella y la copa para la bebida elegida.
Sonreí divertido ante su gesto de picardía y se me aceleró un poco el corazón y todo mi cuerpo reaccionó al colocarse casi entre mis piernas. Dos podían jugar el juego de las travesuras. Me incliné hacia adelante para tomar el bocadillo de queso que me ofrecía y mientras lo hacía acerqué mis labios a su oído.
—Aunque esta variedad marida mejor con un sabroso trozo de carne —me enderecé y poniéndome de pie, me acerqué a ella, extendiéndome para buscar por su costado un trozo de fiambre de la barra, casi rozándola y se lo ofrecí mientras volvía a tomar asiento —¿gustas?
No era un experto en bebidas, pero los viñedos de la familia de mi madre habían sido mi lugar de juegos y sí había prestado algo de atención a lo que mis abuelos y sus empleados me contaban. A estas alturas en realidad era lo que menos me importaba, apoyé la copa unos segundos en la barra y acomodé los cabellos de Lady tras su oreja.
—Parece que nuestro baile hasta aquí desacomodo tu cabellera —dije sonriéndole luego de mi gesto hacia ella mientras volvía a estirar mi brazo para tomar la copa volviéndola a rozar.
—Lo disfrutas ¿verdad? —pregunté mientras llevaba la copa a mis labios para probar el líquido de un color oscuro intenso. El aroma frutado como a cerezas y ciruelas se mezcló con el perfume de Lady en mi olfato y el sabor con notas dulces sedosas me hicieron pensar en cómo sabrían sus labios.