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Frankie Triviani

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Frankie Triviani ganó por última vez el día 14 Junio 2019

¡Frankie Triviani tenía el contenido más querido!

Acerca de Frankie Triviani

  • Cumpleaños 22 Octubre

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    9
  • Rango Social
    Dragones de Bronce
  • Rango en el Bando
    Sin rango por inactividad
  • Galeones
    34720
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Marca Tenebrosa
  • Libros de Hechizos
    Libro del Aprendiz de Brujo (N.1)
  • Familia
    Strange
  • Trabajo
    Especialista de Investigación en Hematología y Genética Mágica.
  • Escalafón laboral
    T1
  • Raza
    Vampira
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    430
  • Puntos de Poder en Criaturas
    60
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Rango de Criaturas
    10 a 200
  • Conocimientos
    Artes Oscuras
    Meteorología
    Conocimiento de Maldiciones
    Idiomas
    Runas Antiguas
  • Medallas
    40000

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Ravenclaw
  • Género
    Female

Campos para Gringotts

  • Escalafón último mes cerrado
    T1
  • Posteos acumulados último mes cerrado CMI
    2
  • Posteos último mes cerrado CMI
    0

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Reputación

  1. *paso a desempolvar aqui tambien* xD

    1. Mostrar comentarios anteriores  3 más
    2. Isabelle.

      Isabelle.

      yeiii *me siento a comer mi rana* como estas?

    3. Frankie Triviani

      Frankie Triviani

      Todo bien, ¿y tu?

    4. Isabelle.

      Isabelle.

      tratando de volver por estos lares!!! aunque me pierdon con todo lo nuevo! o viejo pero que nunca viví (?)

  2. Envidio tu locura. Envidio el laberinto mental en que te pierdes...

  3. Mi cuestión se había centrado, más que en ninguna otra cosa, en la reacción que me fue evidente observar en el rostro de la bruja al haber expuesto mi condición vampírica; no supe discernir si aquéllo había sido bueno o malo, aunque no había llegado a percibir temor alguno, lo que sí sabía, es que ya no era tan común observar reacciones como aquélla dentro de una sociedad mágica que normalizaba la existencia de los de mi especie y, además, no presentaban renuencia a la mutua convivencia. ¿Podría ser que los vampiros aún no salieran a la luz pública mágica en Norteamérica? Era un dato curioso, sobre todo considerando la anulación del estatuto mágico hoy en día. Eva se mostraba reflexiva y yo me dispuse a tomar un par de sorbos al café. Estaba muy cargado, tal como me gustaba, y sirvió para borrar el rastro de sabor que había dejado la sangre de la Harton en mi boca. Si era sincera, no tenía idea del porqué tomaba aquélla bebida, la cafeína no me producía ningún trastorno de sueño ni me proveía de energías, pero era un gusto culposo. Mi única parte humana estaba encaprichada con ella. Enarqué las cejas al escuchar hablar finalmente a la semidiosa. Ella estaba aceptando escuchar mi propuesta pero tratando de dejar muy en claro lo que había venido a buscar, y la noté indudablemente preocupada de que yo optara por una transmutación completa para un cambio de género. La mención de una hija de Hécate llamó mi especial atención, advirtiendo que Eva parecía estar habituada a separar la hechicería de sus capacidades, y declarándose ajena a la condición mágica, siendo que su sangre me había mostrado todo lo contrario, por lo que también era indudable que me estaba perdiendo de algo. —Entiendo tu inquietud, Eva —expresé, al tomar la palabra, sin descomponer mi postura relajada sobre mi asiento —, y así mismo entendí desde el inicio qué era lo que habías venido a buscar. Algo... "natural" —repetí, esbozando una sonrisa irónica, pero dado que no era mi hobby confundir a las personas sentí la necesidad de explicar mis pensamientos —. Estoy un poco peleada con esa palabra, si me permites aclarar. Todo en lo que trabajo aquí podría contraponerse con el significado que le dan aquéllas personas que le dan demasiada importancia a la "pureza", pero no entienden que no existe nada como tal. Evolución. Preservación de la especie, es en lo que yo creo —sonreí, ladeando sutilmente la cabeza sin despegar la vista de ella —, y me parece que tus circunstancias se integran perfectamente en ello, ¿no lo crees? Me interrumpí un momento para tomar un par de sorbos al café, dándome unos segundos para profundizar en mi análisis mental sobre la situación y las vías factibles que podría utilizar para darle una solución a su problema congénito. Eva me estaba dando todo lo que necesitaba. No había palabra suya que no me provocara curiosidad, y mi interés en su sangre le daba una ventaja sobre mí. —Ahora —continué, cambiando de posición sobre el asiento hasta cruzar las piernas y recargar mi peso sobre un lado de la silla —, entenderás que cambiarte el sexo no supondría ningún tipo de avance en mi trabajo, por lo que está por demás descartado —indiqué, manteniendo su interés en mis palabras —, eso sin mencionar que sería demasiado sencillo y, además, la exclusión de la esperma masculina en el proceso, aunque sea la tuya en dado caso, ya estaba contemplado desde el inicio... Mis pensamientos se volcaron nuevamente en su sangre y en su espléndida particularidad metamórfica. Me fue imposible evitar en todas aquellas historias, esos mitos en los que habían basado su cultura grandes civilizaciones a lo largo de la historia. No por nada había nombrado mi laboratorio con el nombre de un ser mítico de aquellas historias, aunque claro, de mítico no tenía absolutamente nada. —Lo que planeo hacer es utilizar las propiedades de tu interesante herencia genética para utilizarla en una metamorfosis a nivel cromosómico —expliqué, tratando de ser lo mas clara posible, ya era habitual que tener que repetir mis palabras de una forma más inteligible frente a Oliver cada vez que explicaba cosas del trabajo —. Así te podré dar la capacidad de proveerle lo necesario al óvulo de tu esposa para crear vida. Por supuesto en esto intervendrá cierta adaptación anatómica en tu cuerpo, pero te aseguro que será mínimo y temporal —me tomé unos segundos para reflexionar, y darle tiempo a ella que analizara la idea antes de continuar —. Tengo algunas condiciones, además, que con gusto expondré si estas interesada en continuar... @@Eva Harton
  4. Por las respuestas que Eva me daba podía darme cuenta, a grandes rasgos, de su carácter mesurado. Me había hablado de límites mágicos, algo en lo que particularmente yo no creía porque, ¿quiénes establecían éstos límites? Aquéllos que se creían con el poder suficiente para marcarlos, obstaculizando el acceso a la magia para mantener el control sobre los egos y el poder sobre las hordas. Mi trabajo favorecía al descubrimiento, al entendimiento, ayudar a la magia a restaurar y crear, jamás me había creído capaz de controlarla; que mi madre lo usara para otros fines era otra cosa, ella era solo un medio para el logro de mis propósitos. La prudencia era buena, y Eva daba entender que la tenía y al escucharle hablar sobre seres poderosos capaces de ir mas allá de los límites mágicos me indicaba que había crecido subyugada a ellos. Seres que podían darle lo que quería y aún así ella había venido a buscar alternativas. La curiosidad comenzó a incrementarse en mi interior, y cuando la chica comenzó a responder mis preguntas, no solo mi curiosidad se disparó sino también mi interés. Casi me relamía los labios cuando comencé a sacar una muestra de su sangre, pinchando su dedo pulgar con la lanceta. Sangre de semidiós, un lujo que no me había permitido jamás. Alcé la mirada hacia ella mientras exprimía su dedo sobre un pequeño tubo en el que recogí la muestra. Entendí sus palabras, no obtendría más información si yo no le daba una garantía. No había hecho comentario alguno cuando había descubierto su procedencia ni su herencia genética; me había percatado que ella había estado esperando alguna respuesta o reacción de mi parte pero no hubo ninguna. Mi expresión era inescrutable, a veces reflexiva, y cuando sonreía al tener contacto con sus ojos era mas bien condescendiente. No obstante, y para ser completamente sincera, me hallaba sorprendida y muy entusiasmada por tan inesperada revelación, pero ésto no se debía por haber descubierto la existencia de semidioses, sino por la oportunidad de obtener la sangre de una... o dos, y analizar toda una nueva rama de información que podía añadir a mis investigaciones. Le dí a Eva una pequeña tira de algodón para poner en su dedo, así como una bandita. Examiné la muestra a contra luz, verificando el color y la textura a simple vista. —Voy a ser completamente sincera contigo, Eva —comencé, mientras seguía examinando el contenido del pequeño tubo de forma visual —. Aquí jamás habían venido a buscar lo que tu estás buscando, ya que no es precisamente a lo que nosotros nos dedicamos —confesé, bajando la mirada hacia ella —, mi intención al traerte aquí era averiguar si podía ofrecerte algún otro tipo de servicio porque la duende que tenemos por secretaría no iba hacerte jamás un reembolso, pero... Hice énfasis en la última palabra, antes de que ella irrumpiera en algún tipo de queja o se abalanzara sobre mí con reproches por la falta de profesionalidad de nuestra secretaria. Regresé a mi asiento, sin cortar el contacto visual con la semidiosa por más de un par de segundos y manteniendo un gesto sereno. —Voy a ayudarte —le anuncié, dibujando una sonrisa en mis labios —, y por supuesto voy a decirte porqué —agregué, sintiendo la necesidad que el trato entre nosotras fuese suficientemente claro para que no hubiese desconfianza y malos entendidos —, pero antes... Tal vez hacerlo frente a ella no era lo más conveniente pero estaba ansiosa por degustar lo que tenía en mis manos. Le quité la pequeña tapa al tubo de la muestra y me lo llevé a los labios, bebiéndome todo el contenido. El sabor de la sangre impregnó mis papilas gustativas, haciéndome disfrutar el sabor y la textura antes de resbalar por mi garganta con una sensación cálida. Mis pupilas centellearon ante el delicioso rastro que dejó en mi boca. —Lo siento, mi condición vampírica es otra de mis afortunadas herramientas dentro de mi profesión —le expliqué, relamiendo mis labios mientras analizaba todo lo que su sangre me había mostrado —. Por supuesto que no mentías acerca de tu ascendencia divina, tu sangre tiene propiedades que te diferencian de un ser mágico normal. Puedo advertir su humanidad, al igual que sus propiedades mágicas... la diferencia radica en una pequeña característica que me resulta muy interesante y, para ti, muy beneficiosa en lo que deseas conseguir: tu sangre es metamórfica. Coloqué el tubo vacío de la muestra sobre la mesa. En ese preciso instante Grunthorpe volvía a entrar en la sala con dos vasos de café que tenían impresos el eslogan de alguna cafetería de Diagon; le extendió uno a Eva y el otro lo puso frente a mi, tras lo cual desapareció. Mi mirada seguía clavada en Eva. —No me extraña, si me lo preguntas —continué, recargándome en el respaldo de la silla y juntando las yemas de mis dedos y colocando los codos en los descansa brazos —, si tu padre es quien dices, es natural que poseas y hayas heredado esa característica suya en tu sangre para cambiar su forma o para no resultar afectada ante alguno, esto basándome en todas las historias mitológicas que he escuchado... no es nada raro —agregué, recordando cuánto se le dificultó explicar lo que era sin parecer chiflada —, ya había escuchado sobre ustedes. Podría decirse que yo crecí honrando a dioses similares... nórdicos, para ser exacta. Ahora... —hice una pausa, marcando un parte aguas en el tema —lo tengo que preguntar, Eva ¿quieres seguir adelante y escuchar mi propuesta o prefieres buscar alguien más? @@Eva Harton
  5. Le dediqué una afable sonrisa a la joven bruja cuando finalmente tomó asiento frente a mi. En cuanto comenzó a responder mis preguntas pude percatarme por su acento de que no era de por aquí, pero aquéllo no era nada particularmente especial, pues Londres, y en especial la comunidad mágica, se hallaba lleno de extranjeros actualmente. La misma joven me confirmó aquéllas deducciones un par de segundos después. En cuanto mencionó lo que deseaba, haciendo énfasis en lo de fecundar un bebé de forma natural, supe que ya íbamos por mal camino, pero no pude evitar que al menos diez preguntas surgieran en mi mente. No quise interrumpirla hasta que me hubiese explicado todo lo que traía en mente, descubriendo además que la raíz del impedimento de procreación recaía en que su pareja era otra mujer. Fue allí cuando comencé a comprender todo. En lo personal no entendía por qué la gente deseaba con tanto ahínco engendrar pequeños, molestos, ruidosos y sucios bebés. Después terminaban siendo descuidados, mal amados y, sobre todo, abandonados. Por supuesto sabía que no todos eran así, pero la propia experiencia había hecho que la maternidad tuviese poco significado para mi. Sin embargo, no estaba allí para opinar, ni para convencer a nadie de mis dogmas, sino para contribuir al estudio del genoma mágico y, obviamente, hacer que la empresa ganara lo suyo. —¿Por qué piensas que esto que deseas podría conjurar magia prohibida? —pregunté primero, debiendo asegurarme que ninguno de nuestros posibles clientes creyese que podría meterse en algún tipo de problema al confiar en nosotros. Por supuesto que era posible, pero ellos jamás debían saberlo y, además, éste no era el caso —Me refiero a que, incluso los muggles pueden hacerlo ¿o no?. Solo que, entiendo el verdadero conflicto, y es lógico que quieran recurrir a la magia para obtener ayuda. Preguntar por qué no habían acudido con muggles o con alguna clínica mágica era absurdo. Eva ya me lo había puesto en claro: deseaba que fuese de forma natural, y esto era sin la intervención de la esperma masculina. Un reto, sí. No lo había intentado jamás, pero era posible. Tamborileé los dedos en la mesa mientras reflexionaba, recargándome en el respaldo de la silla y mirando a la joven Harton con atención. ¿Tomar el caso o decepcionarla? Aún no lo decidía y eso significaba hacer más preguntas hasta obtener algo que me interesara. —Cuéntame más sobre ustedes, quiero darme una idea de lo que podría necesitarse y meditar sobre tus posibilidades —le pedí, mientras rebuscaba en el bolsillo de mi bata algo que evidentemente no traía conmigo —¿De dónde son tu esposa y tú? ¿Que edad tienen? ¿Poseen algún tipo de mestizaje con otra raza o criatura? ¿No te importaría que tome una muestra de tu sangre, cierto? —pregunté, levantándome del asiento y yendo el intercomunicador que estaba en el otro extremo de la mesa —Pischis, haz que traigan mi equipo a la sala de reuniones de inmediato —anuncié por el aparato, dándole la oportunidad a Eva mientras esperaba por mi encargo. Un minuto después mi propio elfo hizo entrada en la sala, cargando con un pequeño maletín de cuero en sus manos. Sus ojos, más grandes de lo habitual por causa de las redondas gafas que se ajustaban sobre su nariz, me enfocaron mientras caminaba hasta mi. —¿Y tú que haces aquí? Bufó. —Grunthorpe supo que café no gustarle y venir a preparar bueno. —Ah... ¿gustas café, Eva? —pregunté a mi paciente aunque no estaba segura si aquéllo era correcto. Yo jamás tenía contacto con los clientes del laboratorio. Me volví a mi elfo de nuevo —Tráele uno. Tomé mi maletín y rebusqué en los bolsillos lo que necesitaba. Del interior saqué una pequeña lanceta que me serviría para sacar una muestra de sangre a la Harton. Si bien era cierto que podía evitarme todo aquél protocolo haciendo a la chica sangrar con mis propios medios pero obviamente aquéllo no sería nada apropiado. Me volví a acercar a ella, mostrando una sonrisa tranquilizadora. —Tu mano, por favor. —su sangre me daría las respuestas a todas las preguntas no formuladas. Eva no lo sabía, pero mi decisión de ayudarla recaía completamente en la información que me proporcionara su ADN y cuánto de ella podría interesarme. @@Eva Harton
  6. @@Riuu Solo para darte una cordial bienvenida a la familia *w* como dijo Oliver, hemos estado un poco inactivos pero estamos motivados en la reactivación de los roles en la familia, y con nuevos agregados cuanto mas! Ya he tenido la oportunidad de leerte en nuestro tópic de rol y espero siga siendo así por mucho tiempo. Si tienes alguna idea de rol, trama o sugerencia tampoco dudes en enviarnos MP para hacernos saber y con gusto apoyamos en el desarrollo de cualquier trama que se te ocurra ¡Bienvenido Strange!
  7. El café sabía horrible. Al primer sorbo pude darme cuenta que aquél no era el que habitualmente me preparaban, de modo que tuve que desechar en la basura el que Carrow me había preparado en la máquina expendedora de recepción. Por supuesto me encargué hacerlo frente a sus ojos, como quien no quiere la cosa y de forma muy inocente, para hacerle ver que la bebida era un asco. No sabía que lograba con aquéllo pero no se me antojó hacerlo de otra forma. —¿Por qué hay tantas personas en la sala de espera? —pregunté, cuando estaba volviendo a la sala restringida para continuar con mi investigación. No había podido evitar percatarme que los asientos estaban todos ocupados en la recepción cuando salí de allí y recorrí el pasillo hasta dar con Carrow en la sala de reuniones. —Son las personas que vienen al banco de sangre, doctora, solo que estamos cortos de personal y aún no llega el único labor... —¿Y que estás haciendo tú? —le interrumpí —Oh, pues, yo... eh... estaba a punto de ir a... —Si, si... ya olvídalo, Carrow —exhalé, con exagerada exasperación. Entendía el atractivo de fingir estar trabajando dentro de la sala de reuniones dado que se podía disfrutar de una gran variedad de bebidas del minibar —. Vamos, acompáñame. Cualquier cosa que había estado haciendo la dejó al instante y se apresuró para alcanzarme dando zancadas. Regresé en mis pasos, asomándome solo un momento en la sala restringida para colocarme encima la bata de laboratorio que siempre olvidaba ponerme. Era blanca, larga y a medida, además de estar personalizada con mi nombre bajo el logo de la empresa. Era pretenciosa, y por ende no me gustaba usarla, pero tenía que obedecer los protocolos para atender pacientes personalmente de modo que, por esta ocasión, no tenía más remedio que ponérmela. —Hola Pischis —saludé a la duende recepcionista mientras revisaba la agenda de su mesa —¿cuántas personas tenemos para donaciones? —Once, doctora, algunos sin cita... solo dos —dijo, sin levantar la vista del computador. Sus dedos se movían sobre las teclas a gran velocidad, pero al fijarme en la pantalla pude notar que estaba redactando una especie de novela romántica. ¿Pero qué les pasaba a todos los empleados? Suspiré hondo, clamando paciencia. Aquél no era mi problema sino el de mi madre. —¿Cita con quién? —pregunté, pero imaginé cual sería la respuesta antes de que me la dijera. —Con la doctora Finnigan, pero aún no ha terminado de resolver sus asuntos ministeriales y pidió licencia por varios días. —¿Y porqué no se movieron las citas? —Ya se les ha dado el pago por la donación. Me le quedé mirando, aunque ella no había dejado de teclear un solo instante. A mi lado, Carrow ya había notado mi contrariedad y comenzaba a removerse nervioso. Entorné la mirada hacia él, y con una expresión en mi semblante que indicaba que no era buen momento para jugárselas conmigo puse la agenda en sus manos. —Vas a encargarte hoy, ¿cierto? —S-si, doctora. Yo me encargo. Asentí en aprobación a su respuesta para luego pasar la vista por los visitantes examinando visualmente cada uno de ellos. No había nadie que llamara mi atención. —Son doce —indiqué, tras haberlos contabilizado rápidamente —Si, hay una señorita que viene por un asunto de fertilidad. —No tenemos Ginecobstetras. —Ya pagó la consulta —respondió, llenándome de ganas de apagarle el computador para que perdiera todo lo que había escrito, pero como si me hubiese leído el pensamiento, hizo click en el comando de guardado. Exhalé con fastidio. —Está bien, yo me encargaré de ella. ¿Quién es? Pischis levantó la mirada y me indicó donde se hallaba sentada la joven bruja apuntándola con uno de sus nudosos dedos. La recepcionista no le había tomado ni el nombre pero eso no la detuvo para llamar la atención de la chica y hacer que se acercara al escritorio de recepción mientras Carrow ya comenzaba a llevarse a los donantes de sangre al laboratorio. Le dirigí una sonrisa a la bruja. —Acompáñame, por favor —le indiqué, caminando hacia el pasillo contiguo donde esperé a que me alcanzara antes de dirigirme con ella hasta la tercer puerta. Dado que no tenía un consultorio fijo en el primer piso, la sala de reuniones me era adecuada para hablar con la joven—Adelante —indiqué, tras abrir la puerta. Al centro de la habitación, y frente a una enorme pantalla de plasma que lucía el logo de la empresa, había una amplia mesa de conferencias rodeada de cómodas sillas reclinables —Toma asiento donde gustes —volvía a indicar, mientras yo misma tomaba asiento dando la espalda al minibar. Dejé que se pusiera cómoda antes de volver a hablar —Bien, por favor dime tu nombre y háblame de tu situación... @@Eva Harton
  8. —Que increíble y hermosa mañana está hoy, ¿no lo cree, señorita Triviani? —No empieces, Carrow. —Hace tiempo que no la veíamos por aquí, ¿dónde ha estado? —No sabía que tenía que rendirte cuentas a ti, ¿vas a darme lo que quiero o no? —Lo siento, doctora. Esperé a que mi diminuto empleado terminara de preparar mi café. Yo no tenía idea de cómo preparar esas cosas en la máquina de café instantáneo y siempre que deseaba alguno cuando me mantenía en los pisos inferiores del laboratorio había alguien que me lo hacía llegar hasta allí. Esa mañana escaseaba el personal, y yo no tenía idea del porqué, pero no iba a estar interrogando a los empleados para hacerles ver que no tenía idea de la administración del negocio. Que realmente no tenía idea, pero nadie tenía por qué saberlo. Lo único que a mi me importaba era lo que sucedía en las salas de laboratorio y aunque mi ausencia se había prolongado lo suficiente como para dejar desatendidos los experimentos y los trabajos de investigación, solo tenía que revisar las bitácoras, el registro de las entradas y salidas a las salas, y los resultados de las pruebas realizadas además del estado de los sujetos de pruebas, y con ello ya me había puesto totalmente al día en en menos de una hora. Carrow se tomó el tiempo para ponerle la tapa al vaso desechable del café, y yo no podía saber porqué les encantaba demorar los procesos cuando estaba presente, como si de alguna manera disfrutaran de mi compañía y olvidaran que podía hacerlos trizas en segundos. Eso no estaba nada bien. Ya no había respeto alguno. Cuando me estiró el vaso sus labios mostraron una enorme sonrisa, descubriendo su dentadura de un blanco impecable. —Gracias, ya puedes regresar a tus asuntos —indiqué, tomando el café con mi mano. —¿Bajará al quinto piso, doctora? Puedo escoltarla hasta allí —No, tengo cosas que hacer aquí arriba —respondí, dando media vuelta para ya largarme de allí —. Adiós. Me dirigí hacia el pasillo principal alejándome de la recepción, deteniéndome brevemente frente a la puerta del despacho de mi madre. ¿Habría llegado ya? Seguí mi camino, segura de que en cuanto llegara y la secretaría le chismeara que había venido a trabajar no demoraría en hacerme llamar a su oficina. Al llegar a la primera puerta a la izquierda desactivé la protección para entrar por los archivos confidenciales que necesitaba para trabajar y que recientemente había añadido tras mi viaje de investigación fuera del país. Planeaba pasarme allí un par de horas poniendo en orden toda la información que había recabado. Estaba deseosa de ponerme manos a la obra con la siguiente fase de la investigación sobre el extraño y legendario dragón azul, y comenzar a fabricar los primeros genomas que me ayudarían a crear el primer ejemplar incubado para su estudio. No podía evitar pensar en lo feliz que Oliver estaría con todo aquéllo si las pruebas resultaban efectivas. Estaba dando un paso más en nuestra relación, y no me refería a nuestra situación marital, sino a la investigación que nos mantenía unidos. Mientras más pronto terminara con esto, más rápido podría deshacerme de él y ese absurdo contrato nupcial.
  9. Nota mental: no alimentar a los elfos con la comida sobrante del laboratorio. Busqué en los bolsillos de mi chaqueta las pastillas regeneradoras pero entonces recordé que había utilizado la última en el saco humano de sangre al que le encajaba los colmillos cada mañana antes de salir hacia el trabajo. Gruñí de fastidio al pensar que tendría que aparecerme en el laboratorio para buscar más de aquéllas, lo cuál resultaba contraproducente porque me había tomado el día libre. Si ponía un pie allá no me dejarían salir jamás con toda la pila de pendientes que mi incompetente asistente no daba abasto. ... o podría dejar a los elfos tal como estaban, esperar a que los síntomas desaparecieran por sí solos, y encargarme de los quehaceres yo misma pero, ¿a donde iba ir mi día de descanso?. Resoplé, saliendo del cuarto de servicio y atravesando rápidamente la cocina para olvidarme del asunto de los elfos y de cualquier obligación hogareña del que debiese hacerme cargo. No importaba que la finca estuviese patas arriba un día ¿que demonios podría pasar? Me olvidaría de todo y me encerraría en mi estudio sin preocupaciones durante una o dos horas para sumergirme en una enriquecedora lectura, y quizás enviaría una misiva a Tommy. No, primero enviaría la misiva a mi mellizo y luego me pondría a leer, consciente de que no me podría concentrar pensando en lo que pondría en la carta. Atravesé el complejo de pequeñas cabañas que habíamos logrado montar sobre el lago de los terrenos. Hace meses que debía haber iniciado los trámites necesarios para ponerlas en alquiler, pero la paz que reinaba en el lugar me era tan valiosa que no teníamos ningún inquilino en ellas. Arlet y Baelfire se hallaban de viaje, y Tommy parecía haberse encariñado con aquél hospicio, por lo que solo éramos los elfos, mi saco de sangre y yo, aunque mi presencia era limitada por mis largas horas de trabajo en el laboratorio que había creado con mi madre. Miré hacia atrás antes de ingresar en mi estudio, una pequeña biblioteca de dos pisos con estanterías en las cuatro paredes que llegaban hasta el techo. Al centro, una larga mesa llena de pergaminos, libros apilados que había terminado de leer y un centro de investigación que había montado con un par de computadoras donde podía hacer pleno uso del internet. El lugar estaba aislado de toda magia, por lo que los instrumentos tecnológicos funcionaban a la perfección, y en un espacio del segundo piso había instalado un centro de entretenimiento que rara ocasión utilizaba. Mi lugar favorito en todo el lugar. Mío... aunque Oliver tendiera a saltarse algunas reglas y viniese a molestarme de vez en cuando; para su fortuna, ya me estaba aclimatando a su presencia aunque no me gustaba hacérselo ver. Fui directamente hacia la mesa, sacando de un cajón inferior un pergamino en blanco, antes de sentarme y comenzar a redactar la carta para Tommy. Una pequeña misiva que constó de un largo monólogo escrito que abarcó ambos lados del pergamino; no me costaba ponerme parlanchina con él, y sabía lo mucho que le encantaba a mi hermano que fuera detallista con las cosas que le contaba. Finalmente, puse la carta en un sobre y envié al Clairmont con una lechuza que descansaba en el aviario superior de la biblioteca; fue entonces cuando volví a la planta baja, tomé el libro que había estado leyendo esa semana con intención de terminarlo de una vez por todas, tirándome en el suelo alfombrado al pie de un sofá que decoraba un rincón.
  10. ID: 121400 Libro de Hechizos: Libro de la Fortaleza Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): Justificante Link a la Bóveda: Bóveda No. 112585 Link a la Ficha: Frankie Triviani EDITO para poner el justificante correcto
  11. ID: 121400 Nick: Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: Bóveda No. 114034 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda No. 112585 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2021-01-30 Objeto: Nimbus 3000 Puntos: 20 P Precio: 1000 G Objeto: Águila de la Sabiduría Puntos: 80 P Precio: 4000 G Total de puntos: 100 P Total de Galeones: 5000 G
  12. ID: 121400 Nick: Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: Bóveda No. 114034 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda No. 112585 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2021-01-30 Poción: Doxycida Puntos: 10 P Precio: 500 G Poción: Remedio para quemaduras Puntos: 20 P Precio: 1000 G Total de puntos: 30 P Total de Galeones: 1500 G
  13. Planilla de compra: ID: 121400 Nick: Frankie Triviani Link a la Bóveda Trastero: Bóveda No. 114034 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda No. 112585 Link a Tópic de la clase o a la prueba: -- Nivel Mágico: 8 Fecha: 2021-01-30 Nombre del producto: Libro de la Fortaleza Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 5 Precio: 5000 G Precio total: 5000 G
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