La vida daba muchas vueltas, y allí estaba ella, parada frente a aquel establecimiento que parecía gritar "entra" era nuevo, como nueva se sentía ella, la dama de larga cabellera cuyos bizos recordaban al sol en pleno apogeo.
Una sonrisa surco los labios rosados, al tiempo que sus niveas manos se metían en los bolsillos de la falda acampanada y caminaba hacia el interior.
Era realmente bonito el lugar, el vestíbulo era precioso y alguien a la entrada comento que servían el mejor café del mundo, junto con deliciosos masapanes, algo que seguramente probaría antes de salir de allí.
Pero aun no sabia que le apetecía hacer, leer, averiguar por las clases de música o de pintura, o simplemente pasearse observando los trabajos de los alumnos, en breve lo sabría.