Regresar a Ottery siempre le resultaba interesante y extraño a partes iguales. Ya no sentía la misma conexión hacia esas tierras que, años atrás, la habían mantenido atada a sus calles y costumbres. Había dejado de sentir dependencia de aquella sociedad y, sin embargo, sentía añoranza cada vez que recordaba a algunas de las personas que, según le habían chivado, seguían viviendo allí. Echaba de menos a Jeremy, y no estaba segura de si ya la habría mandado al cuerno, si seguiría acordándose de ella, o ni siquiera si tenía derecho a seguir pensando en él después de haberle abandonado ; le ocurría lo mismo con sus hijos, aunque estaba tranquila sabiendo que cada uno había continuado con su vida, siempre bajo la vigilancia de su propio padre, al que también se sentía culpable de haber abandonado, cargándolo de todas sus responsabilidades; echaba de menos a sus amigos, en especial a la mejor de todas ellas. ¿Habría cerrado el negocio que compartían? ¿Se acordaría de ella? ¿Le sacaría los ojos si cometía el atrevimiento de ir hasta su casa para visitarla?
Llevaba un rato caminando por los terrenos del castillo Gaunt sin decidirse a entrar. Su fiel elfo, Secajo, parecía haber sentido su presencia en cuanto había puesto uno pie en los terrenos porque había aparecido a su lado y se había deshecho en halagos y demostraciones de alegría al verla.
-- ¿Está el viejo en casa? --le preguntó Anne, mirando hacia uno de los ventanales de la sala de estar. Le había parecido vislumbrar una figura allí, pero no había podido reconocerla desde tan lejos.
-- Por supuesto, el amo Shiro se pondrá muy contento al saber que ha venido, la echa mucho de menos.
-- Quieto ahí, Secajo. No le digas nada... no sé si voy a quedarme --se excusó la bruja. El elfo pareció desinflarse un poquito al escuchar aquellas palabras, pero se mantuvo en silencio--. ¿Están todos bien en casa?
Secajo solo asintió con la cabeza por toda respuesta. Anne se agachó a su lado y le pellizcó cariñosamente una oreja.
-- ¿A qué viene esa cara de disgusto? Me alegro mucho de verte, ¿sabes? Te he echado de menos --le dijo, intentando así apaciguar el frágil caracter de la criatura.
-- Secajo podría ir con la ama Anne allá adonde ella vaya --se apresuró a decir la criatura--. Podría acompañar a la ama en sus viajes y servirla en todo lo que necesite.
-- Prefiero que cuides de mi hogar y de mi padre, Secajo. Intentaré venir más seguido, ¿de acuerdo? Pero ahora mismo no me siento con fuerzas de ir a casa. Voy a darme un paseo... la mansión Potter Black sigue en el mismo sitio de siempre, ¿verdad?
Secajo la miró con extrañeza.
-- Claro, ama. Las mansiones no saben andar... ¿quiere que vaya a avisarles de su visita? ¿Quiere que le mande un mensaje a la señora Sagitas?
-- No, no --Anne negó enérgicamente con la cabeza--. Prefiero darle una sorpresa navideña. Seguro que su casa está llena de adornos y luces de colores.
Secajo no parecía muy convencido de no anunciar la llegada de su ama, pero terminó asintiendo con la cabeza y, tras una profunda reverencia, desapareció de los terrenos. Anne supuso que había vuelto al castillo, y no estaba segura de si podía confiar en su discreción respecto a su regreso. No obstante, tras un último vistazo al ventanal por el que le había parecido ver a su padre, salió de los terrenos y encaminó sus pasos hacia el hogar de los Potter Black, en el que esperaba encontrar a Sagitas.
¿Qué habría sido de su amiga? ¿Cómo le iría liderando el bando por el que ella había vivido y luchado durante tantos años? Se moría de ganas de ponerse al día con ella, aunque más le valía llevarle un buen regalo para evitar posibles enfados. ¿Un vino, quizás? ¿Una flor de pascua? ¿Dulces? Decidió hacerse con un combo y, tras una breve visita al Diagon, se personó en las cercanías de la mansión Potter Black con una caja de cartón envuelta en papel de regalo que contenía un surtido de dulces y vino con los que agasajar a su líder y, esperaba, aún amiga.
Se detuvo a escasos metros. Ahora, la idea de que Secajo avisase de su llegada no le parecía tan mala. ¿Y si Sagitas se enfadaba después de tanto tiempo desaparecida? No quería estropearle la navidad... Miró de reojo la caja que llevaba entre manos, indecisa.
@ Sagitas E. Potter Blue