Ahí estaba yo, sentado en el borde de mi cama tratando de asimilar que había decidido salir con aquella chica que me lo solicitó con tanta insistencia desde hacía meses. Voltee a la pared y miré el reloj, faltaban tan solo un par de horas para encontrarla en el lugar en el que me había citado -Bien, pues a darle prisa a esto- Pensé mientras me ponía de pie y me dirigía a ducharme. Me había convertido en un ser asocial desde algunos años antes, este sería mi primer cita, si así se le podía llamar, después de muchos años. Pese a eso no me vestí de una manera que se podría considerar como de etiqueta, pero tampoco se podría decir que iba mal vestido. Llevaba una camisa morada, unos jeans color azul marino y unos tenis casuales, una última mirada frente al espejo acompañada de un gesto de aprobación y salí al encuentro con aquella hechicera.
Al llegar al callejón, me dediqué a admirar cada uno de los locales, la mitad de ellos no los reconocía, mis pasos iban despacio, había llegado con algunos minutos de anticipación a la hora que se tenía marcada para que aquel encuentro tuviera lugar. Pasé por algunos sitios de comida, y otros tantos de venta de artículos, miraba a la gente, era demasiada para mi gusto. Finalmente encontré el lugar que se había pactado, me paré frente a la puerta, respiré hondo y entré.
Ya se encontraban algunas personas distribuidas en las distintas mesas del lugar, nunca lo había visitado, me pregunté cuánto llevaría establecido en ese local, me perdí en mis pensamientos divagando acerca de todo el tiempo que dejé de salir con personas, reir al unísono con más bocas, intercambiar miradas con otros entes. Un ruido de dos bolas de billar chocando hizo que saliera de mí ensimismamiento y me hizo recordar el motivo de mi estancia en ese bar. Recorrí con una mirada ávida por encontrar a mi acompañante y de pronto la divisé, se encontraba sentada algunas mesas más al fondo, caminé entre las personas y sorteando las mesas hasta que me paré frente a ella -Hola ¿Cómo estás?- Exclamé mientras bajaba a besar su mejilla. Me senté frente a ella y le dediqué una sonrisa -Bien, aquí me tienes, supongo que no me has invitado para hablarme sobre la iniciativa Avengers ¿Verdad?- Le dije para romper el hielo, esperaba que aquello no resultara desastrozo y algo de lo que mi guapa acompañante se arrepintiera.