Una vez que le agarró la muñeca no tuvo tiempo de reaccionar; al instante estaban ya envueltos en un espacio que no era ni allí ni aquí. Aquella sensación era bastante conocida para Mónica pero odiaba cuando alguien la arrastraba a una aparición de forma involuntaria y sin previo aviso, así que cuando sus pies volvieron a tocar el suelo no pudo más que soltar un fuerte resoplido.
- Que no se te ocurra volver a hacer eso – dijo entre dientes y clavando la mirada en la del mago como tuviera dos puñales en ella. El tiempo no había curado su, en ocasiones, mal carácter.
Guardó silencio cuando alguien, fuera de su vista, les habló. No necesitaba de la experiencia para saber que si habían aparecido allí sin que ni siquiera ella supiera exactamente donde estaban era porque iban a hablar de algo secreto. Por los tratos que a ambos les había unido y sabiendo en quien se había convertido el mago también sabía de que podría tratar la conversación, así que simplemente se limitó a observar a Aaron mientras este ponía los medios necesarios para que nadie los pudiera escuchar. No necesitaba ver lo que hacía para reconocer una acción como esa.
Cuando volvió a hablarle lo hizo sin rodeos, algo que a Mónica le agradó. Le gustaba la gente directa.
- Felicidades por tus posiciones, pero no te diré que estuve en primera lineal de batalla porque no me gusta mentir – respondió sin levantar la voz a pesar de saber que hablaban solo el uno para el otro. Sus ojos brillaron con cierto misticismo, de pronto el verde de estos pareció más brillante-. Estuve… haciendo investigaciones – espetó, sin muchas más explicaciones. La posición actual del mundo mágico le creaba ciertas inquietudes, mas no era algo que estuviera dispuesta a compartir aún con nadie. Como así tampoco podía revelar aún en qué había estado trabajando tras recuperar la memoria.
- ¿Hemos venido aquí a hablar únicamente de donde he estado? - preguntó ¿Dudaría de hacía donde se inclinaba la fidelidad de la bruja?