(¯\_¤~-Dumbledore's Night-~¤_/¯) (MM B: 100837)

[Mey Potter Black]

Al escuchar la escueta respuesta del mago, Mey bufó infantilmente apoyando la mejilla contra la fría barra y lo observó de reojo; sus uñitas pintadas con laca negra tamborileaban sobre el mármol negro de forma constante, como si intentara distraerlo. Pero sus ojos se encontraban fijos en la figura de Carlomagno, estudiándolo con malhumorado silencio. No es que Mey aún sintiera cosas por él.... era simplemente aquel arraigado sentimiento de propiedad que tenía sobre las personas a su alrededor, y este había abofeteado su autoestima al abandonarla así.

 

–Las personas cambiamos siempre. Si tenemos algo de suerte, mantenemos nuestra escencia.

 

Respondió con brusquedad, enderezándose nuevamente, como si algo la alertara. Con dedos ágiles sacó unos cigarrillos del morral que colgaba de su pecho y se cruzó de piernas, revelando sus las medias de red que cubrían sus muslos bajo la falda plizada de su vestido negro. Casi con la misma rapidez, el Malfoy le encendió el cigarrillo que aguardaba entre sus labios. Por un momento, un brevísimo instante, sus ojos azules se mantuvieron fijos en los verdes del otro, mientras recordaba fogosos encuentros de antaño. A decir verdad, de no haber sido porque Mey jamás se sonrojaba, aquella podría haber sido la ocasión perfecta para hacerlo.

 

–Whiskey de fuego, por favor.

 

Le respondió dulcemente. Fue en ese momento cuando Mey notó que la mano del mago rosaba apenas algo que bien podía tratarse de una varita mágica. Sin poder evitarlo, lanzó una cantarina carcajada. Aquello le resultaba de lo más divertido... El amor o el odio. No había términos medios para él aparentemente...

 

–Yo que tú dejaría mi varita apartada de todo esto –le advirtió quedamente, como si sopesara las posibilidades del otro –. Jamás podrías conmigo, y no lo digo por alardear. Realmente no podría conmigo.

 

Le mantuvo la mirada, aunque su boca se contrajo en un mohín demasiado cruel para tratarse de una sonrisa y, por un momento, se vio nuevamente esa luz depredadora en sus ojos, mezclada con enfado aquella vez... hacia ella misma. Abrúptamente, con aquella bipolaridad característica en ella, convirtió su mohín en una verdadera sonrisa y levantando el vaso que el mesero acababa de llevarles, le ofreció un brindis al hombre.

 

–¡Por los viejos tiempos!

[Annick McKinnon]

Lorraine Miller

Mesera

 

Esa noche la morena lucía diferente. Había recurrido a una pócima especial para darle forma ondulada a su ya conocido cabello lacio. Por supuesto había logrado lo que quería: verse diferente. No obstante su imagen resultaba algo extraña; no por ese cambio sino porque su cabellera era tan corta que el nuevo look generaba la idea de que usaba una peluca.

 

En aquella ocasión llevaba un vestido entallado en color verde. Sus tacones eran del mismo tono que el de su ropa, pero tenían una plataforma que la hacía verse más alta de lo que realmente era. Lo asombroso era que podía caminar con ellos con tal soltura que resultaba increíble.

 

―Luis, tenemos que hablar muy seriamente... ―se había acercado a la barra donde se encontraba el bartender. De pronto parecía que su rostro se había librado de toda expresión, positiva o negativa, y el tono de su voz denotaba cierta solemnidad inusual en ella. ―En serio, ¡acaso en este lugar no hay un show solo para mujeres!

 

De un momento a otro sus gestos dejaban al descubierto la actitud despreocupada e infantil de la Miller. La mitad de su cuerpo se encontraba sobre la barra, ya que había tomado a su compañero por la camisa como si intentara sacudirlo para expresar su “angustia”.

 

―Al menos tú deberías hacer algo para entretenernos... bueno, a la clientela femenina ―agregó de manera juguetona. Echó un rápido vistazo a las mesas para asegurarse de que los clientes no necesitaban nada.

 

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Editado 10 de Noviembre del 2013 por Annick Poulain

[Mael Blackfyre]

—Creo que la señorita tiene razón, caballero. Hoy en día los negocios del Callejón Diagon están un poco… ¿Cómo decirlo? Aburridos —había llegado hacía buen rato a Dumbledore’s Night. Era un negocio muy conocido ya que desde que había llegado a Ottery tantos años atrás, aquella fachada siempre había estado a la vista. Y había visitado el local en diferentes ocasiones por distintos motivos—. Por lo menos deberían dedicarle un día a la semana. ¿Podrías servirme un whisky de fuego?

 

“Necesito algo fuerte” pensé para mis adentros restregándome un poco los ojos. Estaba un poco cansado. Hacia algunas semanas que me había involucrado con el Concilio de Mercaderes y podía decir, que desde que había trabajado como Director del Departamento Auror no me cansaba así. Tal vez no era la misma acción que el mismo ministerio pero ni bien había entrado y ya había un problema con un libro importante que se encontraba robado y una reunión de traficantes

 

—¿Hay mucho trabajo? ¿Viene bastante gente por aquí? —le pregunté a Lorraine, o el cartelito con su nombre indicaba que se llamaba así. Trataba de ser lo más sociable posible para que se le quitara un poco aquella angustia que sentía la mujer y que en ése instante se las estaba desquitando con el otro hombre. Me alcanzó el vaso y le di unos sorbos antes de que me contestara.

 

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[Annick McKinnon]

Lorraine Miller

Mesera

 

Luis murmuró algo que la morena no logró captar con suficiente calidad debido a que un caballero, al que hasta entonces no había visto, intervino en la conversación. Al escuchar que el mago apoyaba su idea, esbozó la sonrisa traviesa tan propia de ella.

 

―Ya sale un whisky de fuego ―respondió, y mientras servía la bebida lanzó una mirada curiosa al castaño y pensó para sí misma que era bastante atractivo. ―Aquí tienes, guapo ―agregó con desparpajo.

 

Se recargó en la barra para estar más cómoda. Hasta el momento todo estaba tan tranquilo que no importaba si se tomaba unos minutos para charlar.

 

―Nah, para nada ―comentó con voz perezosa. ―La verdad es que últimamente esto ha estado tan solitario que me he aburrido más que un gusamoco.

 

A pesar de que había música de fondo ésta no era tan ruidosa como de costumbre, debido a que no había muchos clientes interesados en usar la rockola para bailar.

 

―Tú no vienes muy seguido por aquí, ¿no es así? No te había visto antes ―«en ese caso te recordaría», nuevamente pensó para sí. ―¿Esperas a alguien?

 

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Editado 18 de Noviembre del 2013 por Annick Poulain

[Mael Blackfyre]

Le dirigí una reverencia con la cabeza cuando la joven camarera asintió a mi pedido. Parecía algo relajada porque había llegado. ¿Acaso los había interrumpido? ¿Había llegado en un mal momento? Ya mucho no interesaba, porque tenía el vaso de whisky delante y la mesera se había apoyado sobre la barra. ¡Claro que nunca me había visto! Si nunca había ido allí. Afirmó mi pregunta sobre que nadie visitaba el Dumbledore’s Night.

 

—Estás en lo correcto. Puedo decir que es la primera vez que vengo a disfrutar de un trago —levanté el vaso y le di algunos sorbos mientras me preguntaba si estaba esperando a alguien. ¿Cómo podía explicarme que estaba vigilando el Callejón Diagon? Parecía una buena joven pero eso no quería decir que supiera que pertenecía a la Orden del Fénix—. No estoy esperando a nadie. Después de algunas horas de trabajo quise descansar un poco.

 

Lorraine parecía más interesada en hablar que en estar allí trabajando. Y la entendía ya que no era un buen momento para la clientela. Hacía muchos años que el Dumbledore’s Night existía dentro de la comunidad mágica y tenía buena fama pero se había ido disipando de a poco. Le di unos sorbos más a mi whisky de fuego y apoyé el vaso. En ése momento me acordé de Annick. La había visto hacía pocas horas pero ya la extrañaba. ¿Qué estaría haciendo? ¿Acaso estaría durmiendo en nuestra cama?

 

—¿Qué pasó con la dueña del lugar, Sally? Me han dicho que no viene muy seguido. ¿Estás vos a cargo ahora? —le pregunté a la joven pidiéndole otra copa.

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[Lestat Rambaldi]

Carlos y natasha.

Bailarines exoticos.

 

Los bailarines del Dumblendore Nigth, estaban aquella noche algo aburridos, las cosas dentro del local estaban muy normales para su gusto, la música estridente había cambiado por una simple balada suave, y muy pocos invitados cosa que no era de costumbre.

 

Extrañados los bailarines salieron del camerino a tomar algo pues como iba la noche era muy difícil que presentaran su show. Natasha, aquella chica de cuerpo de diosa amazónica, de cabellos rubios y piel canela caminó con aquellos tacones altos con su gabardina de seda color esmeralda sobre su cuerpo. Junto a ella Carlos aquel moreno de cuerpo escultural y de gran masa, caminó algo aburrido hasta el centro distraído, mirando hacia las luces de discoteca que aquel día, permanecían todavía apagadas.

 

—Que día tan aburrido, y eso que quería mostrar el nuevo oppening—Dijo la chica con una mueca en sus labios carnosos y sentándose en la barra donde ya se encontraba un chico junto a la mesera.

—La verdad siempre es merecido un descanso, pero quería unos galeones mas esta semana, lastima no vendrán esas viejas brujas para quitarles dinero por cada nalgada—

La chica miro de reojo al pervertido de su hermano y le dijo: —Ya el fin de semana el negocio se llenara seguro, y deja de pensar solo en dinero u.u—

 

 

Oye,…

 

 

Dijo en tono muy alto y algo estresada la bailarina a la mesera que se encontraba un poco mas allá junto a aquel hombre.

—Puedes darme algo un trago dulce para mí y algo fuerte para mi hermanito por favor—

 

—¿Hermanito?, ¿acaso soy chiquito?... mas respeto ok, no creas que estos músculos son fáciles de conseguir hermanita— Termino la frase arrastrando las silabas mirándola ceñudo muy de cerca…

Editado 20 de Noviembre del 2013 por Lestat Rambaldi

[Melrose Moody]

Pandora se había visto incapaz de recordar la parte final de su anterior estadía en el negocio debido a que Richard había sido el encargado de llevarla en brazos de vuelta a Winterfall. El cuadro que encontró al entrar y acercarse a la barra, sin embargo, era más de lo que había esperado. De no ser porque había sido capaz de reconocer a Elvis a los segundos, hubiera terminado por salir huyendo de aquella pareja exótica, la mesera desinhibida y el bartender de camisa desabrochada.

 

Mas, aunque no huyó, sí retrocedió un par de pasos con gesto austero, guardándose para más tarde su cara de pánico. Su autocontrol superó la dura prueba y pudo finalmente tomar asiento junto a la mesera, lo más lejos de la pareja exótica. Al tomar asiento, notó que se llamaban "hermanita" y "hermanito" el uno al otro, lo que le pareció todavía más extraño. Se abstuvo de mediar palabra y se limitó a pedir un trago al bartender con un gesto.

 

Este lo captó al punto y sirvió un vodka con naranja. Stark probó un poco antes de hacer un segundo gesto de aprobación y empezar a beber con calma. La última vez que los nervios se le habían alterado, el acudir a ese lugar la había liberado. Lo que le preocupaba en esos momentos era su hermano, que empezaba a sumirse en una problemática etapa.

 

Estaba cada vez más encerrado y menos sociable además de enérgico pero de una manera negativa. Prácticamente violento. Pandora sabía lo que eso significaba aunque se negara a creerlo. Quizá en no mucho tiempo, terminaría pidiendo la ayuda de alguien. Mordred parecía opinar lo mismo; una inquietud se había cernido en su alma desde la última vez que había visto a su hermano.

 

DT

Editado 24 de Noviembre del 2013 por Pandora Stark

[Annick McKinnon]

Lorraine Miller

Mesera

 

―Oh, no, no estoy a cargo ―hizo un movimiento con la mano como restándole importancia, después de todo era nueva entre los empleados. ―Sólo he visto una vez a la dueña, aunque en realidad no es que lleve mucho tiempo trabajando para ella así que eso explica que no la haya visto más de una ocasión.

 

Le sirvió con gusto otra copa. Estaba segura de que Carol, su camarada, se encargaría de atender a los pocos clientes que había en el lugar. Eran pocos los magos atractivos que visitaban el local, y la morena no desaprovecharía la oportunidad, sobre después de saber que el castaño no esperaba compañía.

 

Un par de personas se acercaron a la barra. Hasta entonces tampoco los había visto por ahí, pero no le sorprendió. Poco a poco conocería a la clientela frecuente y al resto de los empleados.

 

―En seguida. ―Se dispuso a preparar las bebidas solicitadas mientras los hermanos parecían entrar en una discusión. ―Aquí tienen. Una bebida dulce y un whisky de fuego. Si necesitan algo más no duden en pedirlo.

 

Sirvió un poco de botaba en un par de platos pequeños y colocó uno frente a los recién llegados y otro frente al mago con el que había estado hablando antes (Elvis).

 

―Por cierto, soy Lorraine ―dijo sonriendo y señalando el cartelito que mostraba su nombre. ―¿Y tú eres...? ―Tal vez estaba siendo un poco descortés con el otro par de chicos, pero no podía desaprovechar la ocasión.

 

Por lo visto aquella sería una buena hora para el negocio, pues una joven de cabellos negros apareció en el lugar. Al mirarla más de cerca se percató de que lucía bastante joven, tanto que incluso dudaba que se encontrara cerca de la mayoría de edad. ¿Cómo era que le habían permitido pasar?

 

―¡Luis, qué haces! ―inquirió cuando el bartender le sirvió una bebida alcohólica a la chica. ―¿A caso en este lugar permiten beber a los menores de edad? ¡Merlín! Si lo hubiese sabido hace unos años, no habría tenido que mentir tantas veces en otros locales... ―agregó riendo y cambiando a su habitual expresión despreocupada. Si algo le hacía falta a la Miller era sentido de responsabilidad, y sería la última persona en detenerse a pensar en los aspectos negativos de la posible venta de alcohol a menores.

 

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Editado 24 de Noviembre del 2013 por Annick Poulain

[Mael Blackfyre]

―Elvis. Elvis Gryffindor. Un gusto. ―le comenté a la bruja mientras ésta se presentaba como Lorraine, a pesar de que ya había visto su cartelito con aquel nombre. Le agradecí por la segunda copa que me servía mientras un par de empleados extraños se acercaban donde estábamos. Me di cuenta que trabajaban allí por dos cosas. Primero por la desenvoltura con la que se movían entre los asientos y la barra. Y segundo, lo más importante, por la poca ropa que llevaban. ¿Eran stripper? Seguramente si.

 

Me di vuelta cuando las exclamaciones de Lorraine invadieron el aire calmado que se había instalado. Y se trataba de Pandora, mi compañera de la Orden. A simple vista parecía una niña tierna y dulce. Pero pocas personas conocían su historia y su naturaleza y los que no, reaccionaban como lo había hecho la mesera. Pero si no era por Pandora, entonces no me encargaría de solucionar aquel dilema. Miré a mi camarada.

 

—¡Compañera! ¿Me quieres acompañar? Al parecer ambos vinimos a despejarnos un poco. ¿O que haces por aquí? —la mesera parecía interesada en saber que hacia allí. Mientras tanto, los dos strippers se habían pedido algo para tomar. Y el resto de la clientela estaba demasiado tranquila como para demandar mucho tiempo. Le di algunos sorbos mientras me respondía mi compañera. Aquel trago estaba espectacular.

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[Adryanie]

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Adryanie

 

Los días cada vez se iban poniendo más fríos, el invierno se acercaba. Y aunque era algo bueno, una época bonita delaño, gente sonriendo por el Callejón haciendo sus comparas navideñas, eso hacía que este se abarrotara de gente casi al punto de ni siquiera poder caminar entre el tumulto de gente, cosa que molestaba tanto a la morena al punto de evitar ir al Callejón.

 

Pero debido a que aquel lugar parecía que las personas aún no iban a él o al menos no pasaban mucho por el en ese momento pues decidió entrar a tomar algo, alguna cerveza de mantequilla que la calentara un poco . A pesar de que iba más cubierta que cualquier otra persona, hasta parecía como si una montaña de ropa se apoderara de ella y la estuviese consumiendo viva, aun sentía frío, tenía la nariz roja por poco sentía que se le congelaba y caí del frío, unos guantes rojos que era lo que más resaltaba de su vestimenta mientras que lo demás era un grueso abrigo de piel de conejo y demás prendas del mismo color.

 

Estaba esperando a alguien como siempre, aunque a los pocos minutos notó que era más congruente de cualquier manera esperarlo dentro del local ya que si no lo que iba a encontrar de ella era una estatua de hielo. Caminó unos pasos para abir las puertas y entrar al fin al local. Sintió como el aire caliente que emanaba aquel local le invadía cada célula del cuerpo haciendo que este recuperara su calor natural.

Editado 30 de Noviembre del 2013 por Adr.