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La Taberna de la Tia (MM B: 78619)


Hayame Snape Potter Black
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Me había cruzado con alguien al salir de la taberna, pero no le hice caso y él (heliké) siguió adelante, salí y seguí andando hasta dejarme caer al lado de un barril apoyado contra la pared de la taberna bajo una de las ventanas que daban a Diagón. En la penumbra de la calle me sentí liberada y empecé a llorar desconsoladamente.

 

Tenía la mano ensangrentada sobre el regazo para no tocar nada, era vagamente consciente de que podía infectarseme y lo que ya era una característica de la casa convertirse en un feo problema, pero curiosamente el dolor no era tan molesto como otras veces y hacía que mi mente se fijase en eso y no en lo que le había escuchado decir a mi hija.

 

-No es tu hija, es tu ahijada, olvidas eso además de que es mayor de edad y puede hacer lo que quiera.

Aquella voz en mi cabeza me enfadaba casi mas que Xell. Ese demonio descontrolado que en algunas ocasiones amenazaba con tomar el control de mi vida solo porque le daba la gana. Aunque todavía no lo había conseguido, aquel momento parecía el que mas cerca estaba porque no tenía yo voluntad para intentar frenarlo. Estaba llegando a esa conclusión cuando la puerta de la taberna se abrió y se cerró. Un cliente que se iba a casa.

 

-Te engañas.

 

-No

 

-Te encontrarán y serás destituida por el escándalo.

 

-No ¡NO! -mi voz retumbó en la calle como respuesta a algo que solo ocurría en mi mente.

 

-Si... estás acabada.

 

-He perdido a mi hija, tienes razón estoy acabada -Susurré mientras abrazaba mis rodillas y me secaba las lagrimas en el hombro.

 

No sé si fue por mis palabras, por darle la razón o porque los pasos se me acercaban pero el demonio que me acosaba se quedó callado y se lo agradecí con un suspiro acuoso mientras nuevas lagrimas se corrían por la piel.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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No l veía. Donde iba a buscarla? ojalá ue al menos no se hubiese marchado a la Vladimir, o peor, a algún otro lugar que no supiésemos. Por eso cerré los ojos e intenté rastrearla. Alguien triste, alguien muy triste estaba más o menos cerca, caminando por las calles, alejándose.

 

Seguro que era Reena.

 

Asi que eché a correr pidiendo no equivocarme y que de verdad lo fuese, poder alcanzarla y que consiguiera que regresase...no podíamos perder a más miembros de la familia.

 

Por eso me sentí ligeramente aliviado al ver la figura en el suelo.ME aceru´qe despacio, reena sollozaba agarrádnose las rodillas, con la cara escondida.

 

- reena... - mrmuré.

 

Me arrodillé a su lado y la abracé. No sabia si iba a servir de mucho, pero quería hacerlo. La abrace un momento, en silencio, y luego le cogí la cara y limpié las lágrimas que caían por sus mejillas.

 

- Vamos tia, por favor...tranquila, no llores.

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Lo que menos esperaba fue que los pasos se pararon a mi lado y pude escuchar mi nombre por encima de mi llanto, pero lo que menos me esperaba fue que me abrazaran. Instintivamente me agarré a Matt necesitaba consuelo, compartir mi dolor y buscar algunas respuestas.

 

-Matt yo...

 

Era tan difícil poner palabras a lo que sentía que la voz se me atascó en la garganta y el aire con ella. Hubo unos instantes en los que respirar se hizo primordial y no había suficiente oxigeno a mi alrededor por lo que empecé a tener hipo mientras estrujaba la ropa de mi primo y la llenaba de lagrimas.

 

-Yo. No. En-ti-en-do. Por. Por qué...

 

Por qué mi hija solo había llevado a su prometido una vez a casa, por qué ni siquiera me lo habita presentado como su novio, antes de tremendo disparate. Por qué él mismo no era un caballero y pedía permiso.

 

-¿Tan descabellado es querer hacer las cosas bien?

 

Tal vez pudiera ser que yo estuviera todavía demasiado acostumbrada a la caballerosidad de mi marido y por eso las formas jóvenes no tuvieran sentido para mi. Tal vez me hubiera pasado después de todo, pero... Sagudí la cabeza y me separé de mi apoyo humano antes de suspirar y sorberme la nariz, apartando la lagrimas con la manga de la capa para no mancharlo a él.

 

-No entiendo nada primo ¿tu si?

 

No tenía muy claro qué le preguntaba, pero si me respondía algo coherente para mi ya seria un gran avance.

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Aquel abrazo la hizo reaccionar, se agarró a mi como si fuera un tablón en mitad del mar, necesiaba consuelo, que alguien la entendiese, por eso la dejé que se abrazara y la rodeé con los brazos, allí de rodillas a su lado.

 

Intentaba justificarse, intentaba explicar loq eu le pasaba por la cabeza, pero la voz se le atascó y le faltaba el aire. Esperé a que se le pasara, dejando que me estrujase la camiseta para que pudiera liberar un poco de toda aquella tensión.

 

No entendía lo que acabaa de pasar...ya, ni yo lo entendía. Yo era torpe con aquel tipo de situaciones, per había entendido que algo se había torcido en algún punto de la conversación y habían acabado por no entenderse.

 

- No, no lo es.

 

Limpio las lágrimas al cabo de un rato, separándose, negando, intentando serenarse. Sonreí levemente y me encogí de hombros.

 

- Yo nunca entiendo este tipo de cosas. Soy dmasiado torpe.

 

Le cogí la mano que sangraba. No me gustaba. ME senté con ella y sin soltarla, comencé a palar el corte, en busca de trozos de cristales que se hubieran quedado dentro.

 

- No se que ha pasado. Supongoq eu ella pensaría que tu estarías encantada por la noticia, aun sin conocer al novio en cuestión. Y como no lo comocías...me parece que es normal que una madre s epreocupe asi. Si vieras como se ponía Sagis antes incluso de que yo supiera que me gustaba Cissy....

 

Había una esquirla. Con cuidado presioné los bordes y luego separé un poco la piel, lo justo como para que saliese y pude quitarlo con la otra mano. La miré, disculpándome.

 

- Ella esperaba una cosa, tu ni te lo esperabas, y supongo que al no entenderos, pues...habéis acabado asi. Pero no creo que Xell sintiera de verdad eso.

 

Saqué la varita y murmuré algunos episkeys sobre la herida.

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  • 2 semanas más tarde...

Vale, ya me dio lástima. Xell era una insensata y su explosión había sido desmesurada (y lo decía yo, que solía patalear muchas veces por cosas más pequeñas) pero ahora estaba sinceramente arrepentida.

 

Tal vez había sido la mirada de Heliké (mi sobrina vampirita a veces daba miedo con esas miradas tan profundas), o tal vez había sido yo con mi discursillo, o sencillamente ella que había visto su mal comportamiento, pero ahora se la veía hundida por haber hecho daño a su madre.

 

-- Reena no se merece que le trates así, ella te quiere mucho -- hale, yo hurgando en la herida. -- Espero que sea verdad que le pides perdón, porque se lo debes.

 

Y le pedí una cerveza fresca a la elfina, con un gesto, para refrescarme las ideas mientras pensaba en donde demonios se habría ido mi sobrina tan corriendo. Reena siempre hacía lo mismo, huía. Esperaba que Matt la hubiera pillado y la trajera de vuelta. Enarqué una ceja.

 

-- Huy, si dejaras la familia por John yo sería la primera que te zapearía, Xell, y a él después. Aunque tendría que subirme a una escalera. Mide más de dos metros por lo menos.

 

Miré hacia la puerta, preocupada. Hacía tiempo que habían salido y no volvían. Sentí ruidos de cristales y vi que uno de los elfos recogía los que Reena había roto. Noté la sangre. Me preocupé más aún. Esperaría un poco más o mandaría un aviso a Matt para que me dijera si la había encontrado.

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¿Cómo había podido tener una actitud así con la familia? Ahora estaba muy arrepentida con lo sucedido. Y tanto Heliké como la tía Sagitas me habían reñido duro.

 

- Os juro que no es cierto, no pienso hacerlo nunca. Me salió porque... me siento presionada.

 

¿Cómo explicarles lo que sentía? Era algo complicado, muy complicado.

 

- Te lo prometo, tía, le voy a pedir perdón y aceptaré el castigo que mi madre me imponga, porque me pasé con lo que le dije. No hace falta que me zapees, Sagis, que ya sé que la familia es lo más importante.

 

¿Cómo podía haber dicho que dejaría la Vladimir si se oponía a mi boda? Sonreí un poco ante el chiste malo que había dicho. la tía Sagis hacía siempre eso, mezclaba lo duro con la gracia, con lo que acababa haciéndome sonreír y me rebajaba los nervios.

 

Entonces me fijé en la sangre que había en la mesa que recogían los elfos.

 

- ¿Se hizo daño? ¡Por los dioses! No me lo perdonaría si le ha pasado algo...

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Dejé mi mano lastimada en confianza sobre la de Matt para que hiciera lo que pudiera por aliviarme, ya cuando llevase a casa me pondría un cicatrizante y dejaría de sangrar, aunque tardaría unos días en poder volver a usar la correctamente. Era lo malo de que el daño fuera producido por un maleficio, dolía tanto...

 

-No primo, tu comprendes los dictados implicitos en la familia.

 

Había hablado con él en la radio, de forma un poco confidente y aquellas pocas palabras me habían dejado claro que él comrendía mi enfado aunque no se diera cuenta de ello.

 

-Lo normal es presentar a tus amigos, dejarle ver a tu familia cómo te relacionas con ellos, para que vean lo bueno de ellos antes si quiera de que tu cambies de ojos y empieces a ver a una persona como una posible pareja.

 

Guardé silencio recordando mi vida, pensando en que tal vez yo no había tenido mas momentos felices porque no había presentado a mis parejas de una forma mas rápida, siempre me había recreado en el noviazgo, disfrutándolo sin prisa antes de pensar en cualquier otra cosa.

 

-Esto es como si va por la calle y un desconocido le pide matrimonio delante de todo el mundo. Sin conocerlo no puedes casarte. Si yo no lo conozco no creo que ni ella misma lo conozca...

 

En ese momento me di cuenta de que volvía a estar llorando. Era una situación tan frustrante y opuesta con lo que debería ser que me encontraba fuera de lugar. Limpié mis nuevas lágrimas con la manga de mi capa y busqué la forma de ponerme en pié. Necesitaba buscar un nuevo refugio, uno en el que no sentirme desdichada e injusta.

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Parecía que la mano le dolía especialmente, a pesar de que el corte no resultaba una herida demasiado grave. Procuré limpiarla y curarla, hasta que no quedó sangre ni herida que pudiera darle problemas.

 

Agaché un momento la mirada, fija en la mano ya sana. Me expresó su molestia, y lo entendía, claro que lo entendía. Yo había...bueno, si se podía llamar asi, mantenido una especie de relación a escondidas y no era lo mejor a la larga. Pero Xell no era asi, era solo cuestión e tiempo.

 

Le ayudé a limpiarse las lágrimas que de nuevo caían e intenté sonreir.

 

- No se lo digas...pero no es fácil para ella.No lo se, creo que está...asustada, preocupada. Parece que le quiere, pero tiene miedo de equivocarse, de que no te guste o el se sienta mal. Me dijo que si el quería marcharse a otro sitio, ella no podría dejar a la familia. No podría dejaros, ni a Akira ni a ti.

 

Sonreí levemente, si Xell se enteraba de que le contaba eso a Reena me iba a matar. Pero yo solo quería ayudarles un poco.

 

- LE dije que no tenía que casarse mañana mismo. Que si de verdad el le quería, sabría esperar hasta que Xell estuviese lista y preparada. Ella quiere esperar y estar segura, quiere hacer las cosas bien. Y supongo que para vosotras dos es importante contar una con la otra.

 

Quería irse, lo sabía. Me puse de pie y la ayudé a levantarse, pero no la solté, no fuera a salir corriendo.

- Volvemos dentro y empezamos de nuevo? seguro que Sagis está regañando a Xell por le numerito

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Lo decía en serio, no quería ver sufrir a mi madre por mi culpa. Había sido una chiquilla atolondrado provocando su genio y enfadándola por una niñería.

 

- Lo prometo, tía. Nunca más la haré sufrir porque la quiero mucho. Reena me acogió en su casa cuando nada la obligaba, me dio una familia, me dio un padre y un hermano, me dio tías y primas, y primos, y... Me ha dado mucho y yo le he dado un disgusto tras otro.

 

Sabía que ella odiaba que estuviera en el bando y que cada día que salía se preocupaba mucho si no volvía. Se comportaba como una madre, ¿cómo podía haberla faltado?

 

- Supongo que algunas veces las hijas sacamos los colores a nuestras madres, pero... ¡Lo prometo, tía Sagitas! Nunca más le levantaré la voz ni le llevaré la contraria.

 

Después pensé en todo lo que había originado aquel problema. Mi boda...

 

- Si mami no quiere que me case, prometo no hacerlo. Sin su bendición, Xell Vladimir quedará soltera - afirmé.

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Me preocupaba no saber nada de Reena, pero en el fuero interno confiaba en Matt, sabía que él la habría encontrado (esperaba) y que le ayudaría a calmarse (también esperaba). Sin embargo, no quería mostrar esa preocupación en voz alta, ya que Xell parecía sufrir, y a pesar de ser un poco boba por reaccionar de esa manera, ahora se mostraba compungida.

 

-- Bueno, sobrina, siéntate aquí y toma algo, agua fresquita -- no le iba a ofrecer alcohol; si Reena se enteraba, seguro que se me iba a caer el pelo.

 

La acompañé hasta la silla y le acaricié el pelo, después me senté a su lado y le agarré una mano.

 

-- Se cortó con los cristales. No te preocupes, la sangre es más aparatosa del daño en sí. Matt se fue con ella y le habrá lanzado algún Episkey. No te preocupes...

 

Le di un par de palmaditas, ya que lo importante es que se calmaran todos, incluida ella e incluida Reena, allá donde estuviere.

 

-- Creo que estás tergiversando lo sucedido. Tu madre no es que no quiera que te cases, sino que no quiere que te cases aún. Vamos, Xell, sé sincera. Tú te mereces una relación estable, un hombre que te haga suspirar de amor, pero también que recoja tus suspiros. Si él no está ni en el pueblo, desaparece, no te manda lechuzas, no sabes en qué lugar del mundo está, ni si va a volver... ¿Para qué preparar una boda ahora? No, necesitas a alguien que te cuide, te mime y te fortalezca. Yo no creo en las relaciones a distancia. O está a tu lado o no está. Así, tu relación nunca tendrá futuro.

 

Seguramente había sido demasiado dura con ella, pero es lo que pensaba.

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