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►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)


Claudia Crowley
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Su mirada recorría aquel camino que debía cruzar para llegar a su destino. Su andar era suave, pausado, mientras su cigarrillo se deshacía a cada calada que ella daba a este. Con cautela analizaba todo a su alrededor, estudiando cada detalle que pudiera significar algo. Una suave brisa mueve su cabellera suelta, provocando un ligero temblor en su espina dorsal.

 

Sus jeans y su blusa se acoplaban a cada movimiento que su cuerpo daba, acompañados del resonar de sus tacones. Suspiró y acabó su cigarrillo, comenzando a avanzar a paso mas rápido en dirección al castillo Crowley. Su andar se camuflaba con las sombras que en aquel momento aparecían como fantasmas en las Calles de Ottery.

 

Luego de unos minutos su mirada recorría la fachada de aquel lugar, sonriendo ladina. Acomodó su cabello tras su oreja y adentró su andar a los jardines. Caminó a paso firme, con sus manos guardadas en sus bolsillos, mientras su mirada recorría todo el lugar.

 

Su sonrisa se agrandó al ver la sombra de la persona a la que buscaba. Encaminó su andar hacia el, encontrándole sentado sobre una roca. No sabía si le recordaría, ella había cambiado en ese año que no se veían, desde que se vieron en la sala común de los tritones en la academia. Se acercó a el , quedando su boca a escasos centímetros de su oído.

 

-Veo que no cambias Andrés –susurró débil, solo para que el le escuchara.

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Extraño a mi hijo de Ares u.u


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Una sorpresiva voz puso en alerta los sentidos del licantropo, quien desenfundó su varita con rapidez y tomó posición de batalla rápidamente, fue solo hasta cuando intentó reconocer el rostro que había llegado hasta él, que decidió bajar un poco la guardia al ver que era una mujer. Observó de pies a cabeza la vestimenta de la bruja, intentando reconocerle de alguna manera u otra, pues a pesar de sus intentos, la imagen de un recuerdo no se hacía presente con el rostro de la bruja.

 

- ¿Quien eres? ¿Quien te dejó pasar? - Dijo el Greyback en tono un poco alterado, pues la bruja sabía su nombre. Debía saber quien era esta extraña mujer, pues no podía recordarla del todo, menos con el alcohol que había ingerido en aquel preciso momento. Intentó tranquilizarse, por lo que serenó su cuerpo y bajó la guardia un poco, hizo un ademán y prosiguió a tomar la palabra nuevamente.

 

- Pido disculpas, es que es bastante tarde y no esperaba a alguien que no recordara - dijo avergonzado un poco, pues no era su estilo olvidar rostros, sin embargo comenzó a afiliar rasgos faciales con los que recordaba de algunos lugares que poco frecuentaba, un poco en el pasado tuvo que viajar para recordar algunos rasgos de la mujer, en la academia, Niqui, esa era ella, por lo que pudo notarse el cambio en el Greyback rápidamente, acercandose para propinar un suave beso en la mejilla de la bruja.

 

- Disculpa, no te había reconocido Niqui - sonrió el ojinegro y procedió - pero será mejor que nos vayamos adentro, aquí comenzará a hacer frío - extendió su brazo en un arco, para que la mujer lo tomase. - Ven, te invito a conocer el castillo Crowley - esperó la reacción de la bruja para actualizarse de su vida, pues desde aquel entonces en la academia, no habían llevado una conversación duradera, esperaba que esta vez hubiese tiempo por parte de ambos.

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No retrocedió ante la reacción del Greyback, ya que era la que esperaba. Sonrió ladina y le observó detenidamente. Entrecerró sus ojos ante sus palabras, entendiendo que no le reconociera, ella misma sabía que no era la misma, pero decidió jugar un poco con él.

 

- Encuentro inaceptable que no me recuerde señor Greyback, pensé que me recordaría –su voz era pausada, como si de un susurro se tratase.

 

Poco a poco notó el cambio de él, hasta el momento en que Andrés bajo totalmente la guardia y beso su mejilla disculpándose y recordándola. Una suave risa escapó de sus labios y negó con suavidad.

 

- Mas te vale que me recordases o de verdad me sentiría ofendida lobito - habló pausada mientras tomaba su brazos – Me haría bien conocer el castillo y que me brindes un trago de aquellos que estuviste tomando –agregó mirándole de reojo, haciendo alusión al ligero halito alcohólico que sintió al recibir el beso en la mejilla.

 

Comenzó a avanzar con él mientras su mirada analizaba el lugar. Aquello era algo impresionante, por lo que debía tener cuidado con cada paso que daba. Entrecerró sus ojos admirando cada detalle que frente a ella se presentaba, analizando de igual forma a su acompañante, quien se mantenía igual que como le recordaba, misma actitud, mismo caminar, mismo actuar

Editado por Niqqui A. Rambaldi

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Extraño a mi hijo de Ares u.u


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Después de mucho rato vagando por el castillo, logró conseguir la cocina. Un par de elfos se encontraban en el lugar, supuso que aun trabajando en el desayuno. De inmediato su humor cambio; odiaba esperar y mucho más si tenía hambre. Si de por sí su paciencia era casi nula, sin alimentarse era inexistente.

 

Fue entonces cuando notó que Fokker también se encontraba en la habitación, de espalda a ella. Era extraño que el primer demente con el que se encontrase esa mañana, fuese el mismo que había intentado matarla hace mucho tiempo; aunque la estancia en el castillo parecía estar limando asperezas, la Macnair se llevó sutilmente las mano a los bolsillos, más cerca de su varita, al mismo tiempo se extrañaba de no ver a toda la horda de locos buscando desayunar.

 

—Buenos días, querido tío, ¿te despertaron los fantasmas o la consciencia no te dejó dormir bien? Imagino que te mataría ir a una iglesia a confesar tus pecados —bromeó recordando la naturaleza demoníaca del hombre—. También es probable que necesites semanas para poder admitirlos todo.

 

Al terminar reconoció a uno de los elfos, Rhyfs, o algo así; lo recordaba de cuando había pasado un tiempo con Valent. Había sido muy amable en aquella ocasión, y a pesar de que la joven no lo olvidaba, no estaba muy predispuesta a mostrarse amable a tan tempranas horas.

 

—¡Hey, tú, pequeña cosa! No sé ustedes, pero las brujas nos alimentamos —se quejó de mal humor. Normalmente no trataría así a ningún sirviente, pero el hambre le afectaba. O quizás se estaba dejando influenciar por St—. Me agradaría desayunar, si es posible, antes de desmayarme.

 

Off: No sé que dije e.e mi inspiración me abandonó (tampoco es como que tenga mucha)

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La verdad es que se veía muy bien aquel tatuaje, era muy original, al Lovegood le gustaría saber qué fue lo que la impulsó a tatuarse la pluma, pero las palabras no le salieron de la boca. Y la Black no quedó conforme con su opinión, a decir verdad, ni siquiera él quedó conforme. Por alguna extraña razón estaba nervioso, algo poco común en él, nunca antes le había pasado algo así con una chica, pero ella no era cualquier chica, era especial.

 

Sintió como la suave mano de Marissa le acariciaba el rostro que debía de tener tan rojo como un tomate. El Ravenclaw tenía unas ganas de enterrarse vivo y no salir nunca más, no podía creer que estuviera en semejante situación, y lo peor de todo es que la había decepcionado, algo que él nunca se hubiera perdonado.

 

-No, no es eso- dijo contradiciéndose a sí mismo al decir aquella frase con unos nervios muy notables.

 

Lo último que dijo solo sirvió para reconsiderar la idea de enterrarse, si fuera por él lo haría ahí y ahora. Pero no podía seguir así. Cerró los ojos, respiró hondo, y cuando los abrió se encontró con la mirada de la Crowley. Y sin pensarlo ni una sola vez, el rubio la besó. Aquel beso fue corto, demasiado para su gusto, pero no sabía lo que había hecho hasta que se separó de ella y volvió a mirarla a los ojos.

 

Fue entonces cuando reaccionó, y se percató de lo que había hecho. Ahora no solo se iba a enterrar, sino que ella iba a enterrarlo a él, ni siquiera sabía si tendría tanta suerte de ser enterrado vivo. El Myrddin estaba casi seguro de que lo iba a odiar por haber actuado de esa forma, no había pensado en las consecuencias de semejante acto, si llegaba a odiarle. él no sería capaz de perdonarse a sí mismo nunca.

 

-Disculpa, no fue mi intención hacerlo- dijo con la mirada baja, aún un poco nervioso.

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Sentada al borde de la cama, en el cuarto que según uno de los elfos que laboraban en el castillo, me había sido asignado, me detuve a pensar en los sucesos del día anterior. En muchos sentidos aquella "reunión familiar" lejos de confortarme, me había inquietado y generado angustias insospechadas e impensables días atrás cuando había tomado la decisión de pasar una temporada con los Crowley. Y aunque en esos mismos instantes no veía de que modo podría encajar en aquella familia, mi optimismo natural seguía dándome fuerzas.

<<Hoy tienes veinticuatro horas más para tratar de hacer las cosas mejor que ayer.>>

Me coloqué un par de babuchas amarillas, un vestido corto de lino crudo, y con el pelo aun enmarañado, salí al pasillo. Abajo, el eco de pasos y voces de quien sabe quiénes me alertó de que el resto de habitantes del castillo ya llevaba buen tiempo levantados, lo que parecía corroborarse al ver a varios elfos por aquí y por allá limpiando las habitaciones, haciendo camas y toda variedad de quehaceres domésticos.

Mientras observaba a aquellas laboriosas criaturas, me entró el impulso de convocar a P-ko. Ciertamente ella me había acompañado el día anterior trayendo las maletas, pero luego había regresado al Castillo Evans McGonagall. Lo sopesé unos instantes, mas luego descarté la idea. Todavía no confiaba del todo en mi nueva familia y no quería exponer a mi elfina, uno de mis seres más preciados, a malos ratos o tratos desagradables.

 

Continué entonces mi recorrido y 15 minutos después alcancé la cocina, entretenida en el camino con tatos objetos en la casa (algunos antiguos, otros frágiles, unos curiosos y otros un tanto terroríficos) apenas y prestaba atención a los sonidos extraños que empezaban a salir de mi estómago. Sea como fuere, poco antes de ingresar a la cocina, las voces que provenían del interior eran lo suficientemente fuertes como para mentalmente notar quienes se encontraban dentro.

- Buenos días- agité la mano a modo de saludos a los presentes- ¿amanecieron con mucha hambre también?

Al fondo, los elfos trabajaban diligentes en la comida, por que confiaba en que pronto la tendríamos lista. Sobretodo por Joa, que parecía muy, muy impaciente.

Editado por Valkyria Haughton

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—Habrá pie, siempre habrá pie para ti en este lugar.

A pesar de estar tomada del brazo de León, era ella quien guiaba el camino de ambos. Con su cabeza un poco agachada, mirando sus propios zapatos, se preguntaba en donde estarían el resto de personas que habitaban el Castillo. Desde que retornó de su paseo nocturno al amanecer, no había visto a ninguno de los chicos que horas atrás habían estado en el hall, quizás aún dormían o había decidió marcharse por su propia cuenta.

—Espero que tus hermanos y el resto desayunen en el comedor. No me siento muy bien como para hablarle a alguno de ellos—expresó. Miró brevemente al mago y sonrió.

Los blancos pasillos se encontraban sumidos en un profundo silencio. A Claudia le traían viejos recuerdos de su infancia, por ello evitaba adentrarse en aquel lugar, sentía que cada lugar la perturbaba. Pero ahora no era así, León le hacía sentir en confianza y olvidar todo aquello que le causaba tristeza o dolor. Apretó un poco más su brazo contra el suyo, sintiendo el leve aroma que emanaba de él; lo grabó en su mente, no importaba que tan lejos estuviese el mago… lo reconociera de igual forma.

De pronto, empezaron a bajar a través de unos pequeños escalones de piedra negra. La luz se volvió más intensa y todo el ambiente comenzó a cambiar. Pronto las paredes del Castillo Crowley desaparecieron tras sus espaldas para dar paso a un cálido e inmenso jardín, cada centímetro de él era sumamente cuidado por Catt y la matriarca. Se extendía más allá de la colina donde se encontraba el castillo, un sitio para perfecto para pasar en familia o en soledad.

El ropaje negro de Claudia se movía como si tuviera alas oscuras en la espalda y el suave vaivén del viento agitaba sus oscuros cabellos. Suavemente se separó del brazo de León, pero solo lo hizo para tomarlo de la mano y arrastrarlo con ella hasta una de las mesas de jardín que se encontraban dispuesta por los terrenos. Dos elfos terminaban de colocar todo el desayuno en ella, en cuanto se percataron de su presencia ofrecieron una leve reverencia para luego alejarse de ahí.

—Creo que hay más pies de la cuenta. ¿Te los comerías todo?

Editado por Claudia Rambaldi Crowley

But she said, where'd you want to go? How much you want to risk?

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| Semper Fidelis |

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Fokker Cygnus

 

Fokker llego a la cocina, su aventura no había sido nada placentera esta vez. La mano aunque cicatrizada, se veía tan mal que decidió cubrirse la herida con un pañuelo. Había dejado la capa en el vestíbulo y su camisa blanca resalto de por si. Tenia los primeros 2 botones del cuello de la camisa desabrochados, así que se le podía ver el pecho.

 

Movía los dedos de su mano herida, buscando saber si sentía alguna molestia, era su mano derecha y con la cual sostenía la varita. Era peligroso si se presentara algún duelo y no pudiera sostener la varita apropiadamente. Necesitaba agua, así que busco un vaso en la cocina y se tomo un buen trago de liquido elemento.

 

Por el gran ventanal pudo distinguir que los rayos del sol al fin dominaban completamente los jardines de la Crowley. Se sirvió mas agua, cuando escucho que alguien se acercaba. No necesito voltearse para saber de que se trataba de su sobrina, claro es lo que ella sabia y le habían dicho, pero no era toda la verdad. Sorbió algo mas de agua y hablo sin voltear la mirada.

 

Buen día le respondió No es necesario que saques la varita, no creo que vayamos a tener algún otro duelo hoy

 

Se giro y camino hacia ella, —ademas ya sabes cual seria el resultado— dijo mirándola directo a los ojos y recordando aquel duelo que tuvieron en la academia. Camino unos pasos mas y se sentó en una de las tantas sillas junto a la mesa que estaba ahí. Mientras su sobrina se encargo de ordenar a un elfo que se apareció ahí su desayuno.

 

<<Pobre elfo>> pensó, mientras cogía una manzana y se la comía, para saciar su apetito.

 

Y que tal has estado?— pregunto cuando ella termino de dar ordenes. No habían tenido mucho tiempo para hablar en su pequeña reunión. Ademas ya era hora que supiera la verdad o eso pensaba él. Dio otro mordisco a la manzana, disfrutando su exquisito sabor. Preguntándose quienes mas estaban cerca a ellos.

 

Y su pregunta fue respondida de inmediato cuando Bel hacia su aparición en el lugar. La saludo con un movimiento de la cabeza, porque no quería hablar con la boca llena y espero la respuesta de Joa.

Editado por Fokker

Don't make promises you can't keep... but those are the best kind.

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kRRKjq1j.gif         "Perdón por la sangre derramada xD "

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—Yo creo que podríamos cambiar ese “resultado”—respondió a su tío con desinteresada confianza en sus palabras, como si comentará que el cielo es azul, sin alejar la mano del bolsillo donde guardaba la varita, así se sentía más segura—. Si bien recuerdo, querido tío, la última vez te quedaste sin palabras. De hecho no me has enseñado como concluir un duelo.

 

¿Era su impresión o Fokker estaba siendo amable? Aquello la ponía un poco nerviosa. En su opinión el hombre estaba tramando algo; bien podría ser cierto lo de no tener algún duelo aquel día, pero seguro planeaba otra cosa. Sinceramente no esperaba que los Crowleys la trataran con algo más que fría y cortante educación. Es más, si le preguntaran que era lo que más le agradaba de la familia sería esa ligera hostilidad que parecía ir en la sangre de cada integrante.

 

—Viva, ya ves. Hace mucho que mis tíos no intentan matarme. Tal vez perdieron el cariño que me tenían —respondió indiferente—. ¿Y tú? ¿Una noche salvaje? —preguntó irónicamente observando la venda que cubría una de las manos del demonio.

 

Finalmente otra alma había sido atraída a la cocina en busca de alimento. Una más animada, por cierto. La verdad era que le parecía extraño que con toda la actividad que había tenido el castillo la noche anterior, apenas unos pocos había aparecido para desayunar. <<Quizás murieron dormidos>>. Pensó la joven.

 

—Buen día, tía Bel —intentó sonar más amable, pero dudaba haberlo logrado sin haber probado alimento. Necesitaba desayunar, al menos saborear algo—. Prepárate para esperar. Parece que los elfos aquí piensan que nos mantenemos gracias a lindas palabras.

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Fokker Cygnus

 

Aunque el chico quería darle confianza a su sobrina, esta parecía no querer hacerlo. Lo miraba con cierto recelo, tal vez aun recordaba su comportamiento en la pequeña reunión informal que tuvieron. Sus constantes cambios de humor, algo muy normal en él, pero que le causaban verdaderos problemas. Aunque para el no era algo importante para tenerlo en cuenta.

 

Quizás— respondió al comentario de ella de cambiar el resultado del duelo. —Y siempre podríamos averiguar el resultado del duelo, espero que como buena Crowley seas muy diestra en los duelos.

 

La miro aun, y supuso que ella seguía sorprendida con su comportamiento. Bueno no podía culparla por ello. No habían podido estar juntos nunca, excepto en aquella clase de duelo y ahora. Y ella lo juzgaba por ello, y ahora mismo el tenia serios problemas de personalidad. Miro la pequeña herida.

 

Nada importante— dijo mientras se paraba para prepararse un taza de buen café, a diferencia de muchos magos detestaba depender de los elfos, razón por la cual no había conseguido uno hasta ahora. Su sobrina se distrajo con Bel, así que el se sentó hasta que volviera la atención hacia él.

 

Tomo un sorbo de su café. Cada persona en aquel lugar eran un poco extrañas, algo normal en los crowley, pero lo que los distinguía era su forma de relacionarse, como muy bien lo expreso ella con su comentario.

 

El día que no me quieran matar, sabre que sobro en este lugar— termino por bromear soltando una corta carcajada.

 

Pero se callo de pronto, ella seguía diciéndoles tíos, y tampoco quería meterse en cosas que no eran importantes para él. En todo caso era su padre quien debía hacerlo. lastimosamente él no estaba. Y el era el hijo mayor, o eso suponía, pero no sabia si tenia la suficiente autoridad para hacerlo.

 

Sabes tengo algo que decirte, aunque no se si sea el momento o el lugar apropiado...— dijo a Joa, viendola con seriedad. Aquella que pocas veces mostraba.

Don't make promises you can't keep... but those are the best kind.

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