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Doyle´s (MM B: 104907)


Fokker
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Tauro estuvo tentada a responder de manera despectiva al comentario, pero se contuvo. Contempló con serenidad cómo rechazaba el martini y rió internamente, ordenando lo mismo para ella. ¿A qué estaba jugando? Su bebida era asquerosa y la cerveza, ahora que la veía, le apetecía mucho más. No dijo nada más hasta que tuvo la botella en su mano y bebió un trago que le quitara el sabor del licor anterior. Sintió como su garganta se refrescaba por fin y se dispuso a responderle a Cillian. Hacía tanto que no pronunciaba aquel nombre.

-- Cillian... Has venido, debo decir que esperaba que no te aparecieras, por eso me adelanté a tomar algo sin ti --respondió sin malicia. Tauro nunca estuvo de acuerdo con la boda de su hija y mucho menos que fuera con él, el que la obligaran a hacer como si aceptara esa unión para ella fue el peor de los insultos y desde entonces le guardó un gran resentimiento, pero ahora, viéndolo ahí delante de ella se dio cuenta de que ese sentimiento no era tan fuerte como creía.
-- Al menos me he dado cuenta de una cosa --empezó a decir, -- por tu aspecto dudo que sepas del paradero de Juliene, pero me sorprende que tú siendo su esposo no hayas intentado buscarla. Me gustaría pensar que se debe a que se dio cuenta de que ese matrimonio fue un error, pero aunque me pese, mi hija te quiere -- sintió cómo por su garganta la atravesaba una navaja al admitir aquella verdad tan dura para ella --. Tenemos que buscarla --añadió, antes de ponerse a terminar lo que le quedaba de la cerveza
-- Te llamé porque quizás podamos conseguir más si trabajamos...-- estuvo a punto de decir ''juntos'', pero se contuvo.

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— Ella no va a volver.

 

Resopló.

 

¿Qué no había intentado buscarla? ¿De verdad? Qué poco sabía Tauro sobre su vida... Claro que la había buscado, lo había hecho hasta al cansancio, pero conocía a su esposa y sabía bien que si ella no quería ser encontrada, no lo sería. Juliene, Juliene, como extrañaba a esa *stúpida bruja que había llegado a cambiar su vida radicalmente. Tomó la botella frente a él y la vació casi por completo de un solo trago.

 

— Pero si lo que quieres es que trabajemos juntos en buscarla, bueno... —era una opción que nunca había sopesado, siempre había realizado casi todo por su cuenta desde la muerte de su madre—. Quizá tengamos un poco más de suerte si la buscamos juntos, ¿no? Porque supongo que tanto reclamo es por que tu si has hecho tu parte en todo esto.

 

Pidió una cerveza más al mesero y bebió el resto de la botella actual mientras esperaba. Comenzaba a molestarse, no sabía porque había accedido a tener aquella reunión, nada bueno podía salir de ahí. Nunca salía nada bien cuando estaban juntos y quizá, solo quizá todo eso se debiera que en solitario eran igualmente un desastre. Observó de reojo al mesero que buscaba su cerveza en uno de los refrigeradores, tenía buen trasero.

 

— ¿Se te ocurre algún lugar por el que podamos comenzar?

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-Te prometí narrarte mi estancia en Broceliande y es lo que voy ha hacer. En primer lugar debo decirte que el bosque aún existe y tiene más de 7.000 hectáreas. Cuando yo lo conocí era, lógicamente, mucho mayor y era uno de los últimos reductos del Druidismo Céltico. Merlín vivía allí, era el líder de una próspera comunidad mágica. La comunidad existe actualmente en una parte del bosque que Merlín creó inmarcable.

 

- O sea que Merlín aún vive.

 

- Exacto. Merlín creó, para preservar sus enseñanzas, la Orden del Dragón a la cual yo pertenezco. El Ministerio de Magia británico sabía, más o menos, los hechos y creó la Orden de Merlín como una condecoración para servicios especiales a nuestro mundo.

 

- Eso ya lo sé, yo tengo la de 1ª Clase. Aunque yo la recibí en secreto porque mi participación en la guerra era información clasificada. Pero me estabas hablando de Broceliande, prosigue...

 

- Bien, Merlín lo hizo inmarcable por seguridad, pero los magos, como yo, teníamos contraseñas para localizarla y entrar sin ningún problema y eso es lo que hice.

 

- Me empieza a interesar, continúa...

Editado por justo

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Jerusalén, Israel.
Hora incierta(?)


¿Cómo había terminado allí? Ni siquiera ella misma lo sabía, un día estaba molestando alocadamente a las personas en Londres y al siguiente había sentido un llamado extraño, como si despertara de un sueño sumamente tormentoso. Un suspiro escapó de sus labios, no recordaba cuánto tiempo llevaba en ese lugar, quizás escapando o quizás buscando; pero como siempre sus retazos de humana la llevaban a añorar cosas del pasado y, por supuesto, también a las personas.

-- Hermana Royalty, los niños le están esperando... --un hombre alto, cabello rojizo y mejillas aún más, le otorgaba una enorme sonrisa, además de una pequeña mirada de súplica que interiormente le hizo reír. --. El joven Cartairs ya no logra distraerlos un segundo más.

Juliene sonrió, si bien su cuerpo mantenía las mismas facciones de quinceañera, sus ojos hablaban de mil y un historia nunca contadas, no al menos en ese lugar. Se incorporó de su asiento y procedía a seguir en silencio al hombre que la había ido a buscar, mientras tanto sus ojos vagaban por la estructura que los cubría, era enorme y antigua, las paredes tenían ese toque arcaico que prometían cientos de aventuras pasadas, la mejor forma de describirlo era compararlo a un monasterio, pero sin llegar a serlo en su totalidad. Para ella, y muchos de los que estaban allí, era un lugar de descanso, dónde permanencias desconectado del mundo así no quisieras.

--¡Agarren a ese flacuchento y que no se nos escape...!-- escuchó gritos y vítores, sumado de pasos apresurados, no tuvo que ser muy imaginativa al respecto, su amigo Cartairs estaba en gran peligro.

Apresuró el paso, dejando incluso al pelirrojo tras de sí y se encontró con un divertido panorama; Carlos se encontraba colgando de cabeza en uno de los más grandes árboles del patio trasero, mientras una pequeña comitiva de niños lo rodeaban no con muy buenas intenciones. Fue entonces que para evitar reír, soltó un breve carraspeo de garganta.

-- ¡Hermana Royalty!--corearon los pequeños monstruos.

Algunos pretendian ocultar a Carlos, mientras corrían hasta donde ella se encontraba, no podía evitar que eso conmoviera su corazón, pero tenía que salvar a su querido amigo.

-- Niños... ¿Qué les dije acerca de colgar a las personas en árboles?-- ciertamente el blondo no era la primera víctima de las criaturas, la mayoría de los adultos de aquél recinto habían tenido esa especie de "bienvenida".

Eran niños de todas las edades, un grupo aproximado de veinte que diariamente se incrementaba, pues así como solía ser un lugar de escape para muchos para aquellas personillas era su único y verdadero hogar, no sabía si describirlo como orfanato era lo correcto; pero ahí estaba frente a ese pequeño público que la miraban como si su amigo de toda la vida no estuviera colgando de su cabeza unos metros más allá.

-- El señor Carlos accedió jugar con nosotros, hermana.

Ajá, siempre le venían con alguna cosa barata y unos ojos inocentes.

-- Lo entiendo, pero creo que ya es tiempo de que el señor Carlos terminé de jugar con ustedes... o podría morir en el intento.-- Debía recordar no reírse, no frente a ellos al menos-- Así que bajadle de inmediato o ninguno saldrá a jugar esta semana.

Se escucharon quejas y lloriqueos, pero finalmente vio descender a Cartairs hacia tierra firme.

-- Y ahora, niños... ¿Quién hizo su tarea de la semana?

Así como lloriqueaban y se quejaban, sus rostros se transformaron en completo espanto, casi que al mismo tiempo todos escaparon de vuelta a sus dormitorios, sabiendo que en pocas horas recibirían una visita nada agradable.

--¿Cómo lo haces?--inquirió un Cartairs bastante desaliñado-- Es increíble que de todos aquí sólo a ti te hacen caso.

Juliene se encogió de hombros.

-- Es un don, supongo.-- se acercó unos cuantos pasos al rubio-- ¿Por qué estás aquí, de nuevo?

Cartairs resoplo.

-- Además de convertirme en el juguete de esos monstruos...-- un escalofrío recorrió su cuerpo--, quería verte.

-- Bien por ti.-- aplaudió la castaña-- Ya me haz visto, puedes irte.

-- Juliene...

-- Te he dicho hasta el cansancio que no me llames así, Carlos.-- reclamó--
Soy Royalty, recuérdalo.

Era la mejor forma para no ser encontrada, ni siquiera por ella misma.

-- Está bien, Royalty, pero no me corras, no está vez.-- sus ojos mostraron el mismo brillo inocente de los niños y no pudo evitar sonreír-- Por favor.
Editado por Juliene Black Lestrange

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— Ella no va a volver.


Esa frase logró irritarla y por un momento dejó de pretender que todo estaba bien, que ya había superado sus diferencias y soportaba su presencia, pero había olvidado que Cillian siempre lograba encontrar la manera de alterar sus nervios. No respondió nada por un breve tiempo, el que le tomó para que se terminase su segunda bebida. Además, ¿cómo se atrevía a insinuar si ella había hecho su parte o no? Ella feliz de que su hija hubiese desaparecido de la vista de él, si al menos le hubiese mandado alguna carta para hacerle saber que estaba bien ella habría mantenido su secreto hasta la tumba, pero ahora no estaba tan segura y le preocupaba.


— Probablemente haya hecho más que tú, en lugar de lamentarme —Temía que aquello se convirtiera en una de sus ya acostumbradas discusiones pero no le quiso dar más cuerda, no cuando no tenía mucho tiempo que perder, así que se giró en su asiento para quedar frente a frente con él y con expresión seria lo miró directamenta a los ojos — Mira, a mí no me hace más feliz que a ti este encuentro, si no lo hubiese intentado todo por mi cuenta no estaríamos teniendo esta conversación y seguiríamos sin saber sobre la existencia del otro, pero lamentablemente me he encontrado con un callejón sin salida —suspiró, con aire derrotado.


— Encontrar a Julienne no ha sido tan fácil como pensé, debo decir que le enseñé bien a mi hija cómo cubrir sus huellas, pero ya he hecho mucho la vista gorda frente a esta situación y es hora de que aparezca —Por otro lado sus intenciones ocultas contemplaban la posibilidad de que por fin se divorciara de Cillian —Tiene que aparecer —dijo decidida. Se fijó que nadie los estuviese viendo y sacó un rollo de pergaminos —Como sabes la magia deja sus huellas —dijo mientras desenrollaba lo que reveló como un mapa —y durante todo este tiempo el último rastro que tengo es este —continuó, señalando un punto marcado en el mapa, cerca de Jerusalén. —¿Algo de esto tiene sentido para ti? No sé, quizás hayan visitado este lugar juntos o te comentó al respecto. Muy dentro Tauro estaba segura de que había algo que Cillian no le contaba sobre su hija y si bien no sabía su paradero, por lo menos tenía información acerca de los motivos que la llevaron a tomar esa decisión.

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Sonrió.

 

Definitivamente no sabía nada sobre su esposa... ¿Cómo iba a saberlo? Esa vampiresa era sin duda todo un misterio. Sí, la conocía bastante, más que cualquiera en su circulo cercano, pero no por completo. Nunca nadie la conocería por completo y estaba casi seguro de que ni ella había terminado de conocerse a si misma. Pero sí que tenía algo de información y no lograba comprender como es que había sido tan idi***. ¿Cómo había confiado en él? Era obvio que le había mentido, pero en aquel momento Cillian lo único que deseaba era sentirse querido.

 

Carlos era él único hombre que podía trasmitirle esa sensación aun cuando no estaba del todo seguro de que fuese real. Su segunda bebida si que la terminó de un solo trago y esa noche sería la última ya que el tiempo con el que contaban era más bien poco, ya que si tardaban un poco más estaba seguro de que Juliene lograría desaparecer una vez. No sabía cómo lo hacía pero siempre era así, cuando Cillian tenía una pista al final esta siempre terminaba por esfurmarse.

 

— Sé dónde esta Juliene —soltó sin más—, hace un menos de un mes que estuve en lo que podríamos llamar su nuevo hogar.

 

Se pasó una de las manos por el cabello, no lograba explicárselo. ¿Cómo había logrado Carlos meterlo en aquel lugar sin que Juliene se enterase? ¿Cómo es que él no había investigado un poco más sobre lo que Carlos había estado haciendo los últimos años? Era bastante obvio que cualquier cosa estaba relacionada a Juliene, ya que ella nunca lo dejaría ir de su lado.

 

— ¿Vienes? —Inquirió mientras se dirigía a la salida del bar.

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  • 1 mes más tarde...

- Entrar en el bosque era fácil, solo tenías que recorrerlo hasta alcanzar una piedra  junto a un estanque. Una vez allí pronunciabas el conjuro-contraseña, la piedra giraba sobre si misma y se abría un pasadizo que se introducía en la tierra a través de unos escalones, descendías por ellos y el pasadizo se cerraba a tus espaldas.

- Fascinante ¿Y después?

- Después entrabas en una gran sala donde te esperaban dos iniciados, te vendaban los ojos, caminabas un trecho y cuando te quitaban la venda te quedabas asombrado, estabas en un claro del bosque.

- ¿Más o menos como el que había cuando enseñaba Firenze?

- Correcto. En realidad era muy parecido. Lo que pasaba es que en ese claro se impartían las enseñanzas. Durante el día aprendíamos técnicas de Herbología y Pociones, por la tarde practicábamos encantamientos y conjuros y, por la noche, Astronomía. Asi estuvimos meses, yo era uno de los 50 alumnos, más o menos, que tenía Merlín, pero la verdad es que estuve más de 6 meses sin verle.

-¿Y eso por qué?

- Porque Merlín solo impartía enseñanza a los iniciados y nosotros solo  éramos novicios.

- ¿Novicios?

- El equivalente a los alumnos anteriores a los TIMOS, nos levantábamos con el sol y nos acostábamos muy tarde, no se toleraban retrasos. Pero, creeme, valía la pena.

- ¿LLegaste a Iniciado?

- Si. Recuerda que conozco  a Merlín.

- Continúa, por favor....

 

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  • 1 mes más tarde...

Resopló.

--¿Qué es lo que quieres, Cartairs? 

Se habían alejado del patio trasero del monasterio, ascendiendo por una larga y resquebrajada escalera que daba hacia una de las torres que la castaña utilizaba como su lugar de reuniones secretas y un ataúd de recuerdos,  cruzo sus brazos, encarando al blondo.

-- ¿Trajiste contigo a Cillian la última vez, no?-- Cartairs desvió su mirada hacia la enorme ventana que daba vista hacia la ciudad de Israel-- Ni siquiera eres capaz de negarlo.

El rubio abrió sus labios un par de veces, pero ningún sonido salió de ellos. 

-- ¿Qué podía hacer?-- por fin logró exclamar-- Prácticamente me rogó para que le dijera tu paradero, Royalty, ¿por qué tenías que irte así? 

Juliene suspiró. 

-- Eso era lo mejor para todos, Carlos-- se subió en el alfeizar de la ventana, tomando entre sus dedos el anillo de bodas que reposaba en una pequeña mesa a su lado-- Quedarme en Londres habría sido una total locura, así como mi boda. 

-- ¿Y ahora qué harás?

Sonrió débilmente. 

-- ¿Acaso no es obvio? -- inquirió-- Debo volver a ocultar mis huellas y desaparecer del mapa. 

Editado por Juliene Black Lestrange

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  • 1 año más tarde...

Luego de su visita al Castillo Crowley, donde encontraron al fin los datos para resolver aquel enigma que los acechaba; decidieron pasar una tarde juntos antes de planear cual seria su siguiente movimiento. Pasar ese tiempo de sosiego entre tanta turbulencia es lo que necesitaban. El suave atardecer fue perfecto para revivir momentos del pasado, en donde solo se sentaban a pasarla bien a orillas del lago, sin mas preocupaciones que los exámenes.

Solo que el pelinegro aprovecho el tiempo para sopesar los riesgos que a partir de ese momento enfrentarían y decidió ponerse al fin serio. La dejarla a ella fuera de esto, a fin de cuentas este era su problema. Sin embargo, visualizó un nuevo problema, por mucho que tratara de convencerla que lo dejara enfrentar solo lo que se auguraba, encontraría una negativa de parte de ella. Así simplemente decidió jugar con las mismas cartas y cobrarle una vieja deuda de aquella noche lejana cuando desapareció de su vida así sin mas.

<<Me la debías>> pensó, mientras escribía una nota rápida y se la dejaba junto a la snitch que ocasionó que se conocieran. Sabia que ella no lo buscaría, y si así lo hacia solo seria para matarlo por hacerle esto. Él se puso la capa de viaje y salió sigilosamente, imaginando la sorpresa que ella se llevaría al despertar y el avada kedavra que saldría de su varita directo a alguna almohada inocente.

*****

No pudo evitar soltar una carcajada ante las palabras escritas velozmente en aquel pergamino, aquello era tan... él; casi podía escucharlo reír... sus hijas ya eran grandes, en cualquier caso él asumió que siempre me tendrían a mí. Y yo.... Fui yo la que le dijo que se iría, ¿no? .

¿Ir a verlo? No... para qué, si él había decidido irse en aquella estú.pida moto, yo no iría a buscarlo, estaba segura que él sabría eso, es más, sabía que esperaba eso. Ver su cuerpo...o lo que quedaba de él.... no, ni él ni yo queríamos eso. ¿Por qué sentía esto? 

Casi por instinto, sin pensarlo demasiado me dirigí hacía el jardín, tomé la escoba y pegué una fuerte patada al suelo, casi no podía ver.... Dejaría de pensar en ello. Era mejor volar....después de todo, desde arriba las cosas siempre se ven mejor...

 

Editado por Fokker

Don't make promises you can't keep... but those are the best kind.

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kRRKjq1j.gif         "Perdón por la sangre derramada xD "

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