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•Juan Valdez Café ®• (MM B: 100831)


Tauro M.
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Café Premium 100% Comlombiano




Juan Valdez Café®, marca emblemática y representativa a nivel mundial del mejor café colombiano ha llegado al prestigioso Londres. El inconfundible aroma de un espresso, el encantador sabor de un Capuccino o el gusto exquisito de un autentico tinto colombiano, son solo algunos de los placeres que la comunidad mágica podrá encontrar a cualquier hora del día en nuestro nuevo establecimiento ubicado en el mítico Callejón Diagón.

Permita a sus sentidos deleitarse con nuestros diferentes postres y platilos ligeros, perfectos acompañantes de una charla, de amigos y sonrisas que no faltaran con nosotros. Dejese contagiar de la calidez del pueblo colombiano y permitamos demostrarle por que somos uno delos países más alegres del mundo. Le aseguramos que no se arrepentirá.

Nuestras instalaciones cuentan con ambientes acordes a los gustos de nuestros clientes, permitiendo darles una acogedora y caladia bienvenida. En su interior Juan Valdez Café® cuenta con cómodos y amplios sofás, prestos a recibir a aquellos que prefieren la intimidad y la tranquilidad de un espacio cerrado y el calor de una acogedora chimenea. Música relajante y moderna que permita a nuestros clientes un espacio idóneo para reencuentros casuales de amigos, reuniones de trabajo o celebraciones especiales.

Nuestros espacios exteriores, brindan la frescura y la informalidad adecuada para aquellos que prefieren entornos abiertos y un contacto más directo con el medio ambiente. La suave brisa proveniente del norte de la ciudad, acaricia sutilmente los jardines exteriores de Juan Valdez Café®, potenciando el aroma de montaña del café recién tostado.

Plantas maduras de café, cercan armoniosamente el lugar, permitiendo a nuestros clientes una interacción directa con el producto que consumen. Así mismo en Juan Valdez Café® ofrecemos todo tipo de publicidad y merchandising de nuestra marca, con productos de calidad y de confiable uso responsable. Acérquese a nuestras instalaciones y denos el placer de atenderlo personalmente. Contamos con personal capacitado para brindar a su paladar, el trato que se merece.



-Empleados-





-Administradores
Liam Jett**
Joan Gallager**


-Meseros
Frederich Kant**
Marion Smith**

Leonard Royce**
Sheyla Lavigne**


-Baristas
Alexander Black**
John White**

[** Personajes inventados para uso de los dueños o afiliados]


Si estás interesado en trabajar con nosotros o conocer nuestros descuentos para Clientes VIP, te invitamos a pasar por nuestra Oficina de Registro. Conversa con nosotros y sé parte de la familia Juan Valdez Café®


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Editado por Taurogirl Lavigne

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Sin rumbo, así estaba por el Callejón Diagón, no sabía con exactitud con que entretenerme y a decir verdad no quería llegar de inmediato a mi hogar, ya que de tanto encierro me aburría. No pude evitar darme cuenta del negocio nuevo que se encontraba en el lugar, y para mi sorpresa se trataba nada más y nada menos que de una cafetería. En el mundo magico no era muy común encontrar un lugar así, y aunque no habituaba a ciertas costumbres muggles está era una agradable.

 

Mi mano blanquecina abrió la puerta del local produciendo cierto tintineo a causa de mi docena de pulseras de metales que colgaban en mis muñecas, mi pollera larga se arrastraba por eso suelo, ocultando así mis pies descalzos. La iluminación del lugar era agradable, provocaba que el tono de mi piel pálida a causa de mi estado de vampiresa, quedara algo disimulada. Más aun sobre el leve escote que dejaba ver mi top que combinaba a la perfección con mi pollera acampanada.

 

El olor a Café inundo mi ser, y era más que agradable, podría sencillamente sentarme allí simplemente para sentir el aroma, que de alguna manera era casi adictivo. Algo en mi interior me decía que pasaría en ese lugar mucho tiempo por mero gusto. Sin más me senté en uno de los sofás a esperar que alguien apareciera.

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Leonard Royce - Mesero

 

Desde que el no tan nuevo local dedicado principalmente a servir el mejor café del mundo había sido renovado, los empleados y gerentes pasaban la mayor parte del tiempo ultimando detalles; de ahí que este no hubiese sido abierto al público todavía, pero aún así, los dueños preferían mantener las puertas abiertas por si algún curioso se paseaba por allí y decidía preguntar de qué iba aquel negocio. Y efectivamente eso fue lo que pasó ese día.

 

Una llamativa joven abrió la puerta alertando a los empleados, cuyas miradas se clavaron en la recién llegada. El que estaba más próximo a la entrada, Leonard, salió de detrás del mostrador donde se exhibían los más ricos pastelillos que cualquier mago habría probado nunca y se acercó a la hermosa joven, con una servilleta blanca puesta en su antebrazo derecho y llevando una bandeja en el izquierdo.

 

- Tenga muy buen día, señorita. Bienvenida a Juan Valdez, Café -dijo colocando un plato con una taza vacía sobre la mesa preparada para la joven, junto con una vaso de agua.

 

-Disculpe que no le traiga la carta, pero estamos terminando de ultimar detalles y tal parece que se nos ha olvidado incluir la carta -agregó divertido riendo.

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Noté de inmediato en la atención de uno de los jóvenes que sin duda era uno de los meseros en el lugar, lo miré sin respetar ningún tipo de disimulo. El chico no estaba para nada mal- Eligen a los empleados con una hoja de vida con foto ¿Verdad? - Solté al mirarlo con una picara sonrisa, dando a entender sobre su aspecto de galanura.

 

Observé el agua con gracia, hacia bastante que por mi garganta no pasaba más que sangre o vino, y el hecho de que me sirvieran primeramente agua me dio extrañeza, aunque claro era obvio que eso pasara.

-Descuida, no hay necesidad de carta si tú me dices que Café me conviene más ¿A ti cuál te gusta? Si tus jefes te lo permiten puedes ademas de servirme de un rico café, hacerme compañía. Hablar con alguien mientras tomo algo caliente me reconfortará mucho, y ya sabes lo que dicen... El cliente siempre tiene la razón. -Concluí mientras desviaba la mirada.

 

Hacia aquello por mera diversión, ademas el lugar era agradable y no había más que empleados en la cafetería. Si buscaba algo de compañía en otros clientes me quedaría en la espera, ya que como él había dicho al parecer faltaban muchos detalles; así como varios clientes. Crucé mis piernas mientras esperaba su respuesta, tal vez sería algo confusa o sorpresa por mi tonta actitud juguetona, pero eso me tenía sin total cuidado.

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Leonard Royce - Mesero

El joven mesero se había sonrojado como tomate tras el comentario de la hermosa joven, pero para no quedarse atrás, se apresuró a asentir y volver a sonreír con picardía para agradecer el cumplido. Limpió un poco la mesa y retiró una silla esperando que la joven aceptara su ofrecimiento y se sentara, volviendo a colocarla en su lugar suavemente y sin prisa. Estando en aquella posición, centró su atención en el cuello de la muchacha sin saber bien por qué, pero desde siempre le había atraído esa parte especial del cuerpo, quizás porque le gustaba depositar allí sus besos.

- Jajaja, es usted muy simpática señorita, pero aquí el único que eligió a quién atender, fui yo y no me arrepiento de ello -respondió en casi un susurro y con galantería, estando aun detrás de la joven. Poco a poco se alejó situándose frente a la mesa y a ella.

- A mí en lo personal, me gusta el capuccino de este lugar, así que le recomiendo ese, además de unos deliciosos panecillos, cortesía de la casa -añadió guiñándole un ojo, asegurándose de que nadie más lo oyera. Su sonrisa se ensanchó más cuando escuchó la invitación por parte de la joven.

- El cliente siempre tiene la razón, es nuestra filosofía. Permitame un momento y regreso -acotó haciendo una pequeña reverencia para luego alejarse hacia el mostrador donde Marion, otra de las meseras, se encontraba. Allí Leonard le explicó que se trataba de una conocida quién lo había ido a visitar desde muy lejos y al día siguiente se marchaba. Claramente aquello había sido una excusa para que lo dejaran sentarse junto a la joven de la que todavía no sabía su nombre. Minutos después, Leonard regresó con ella, trayendo el capuccino y algunos panecillos.

- Espero que no le moleste que la acompañe -dijo sonriendo, apartando la silla que estaba frente a ella para sentarse y reemplazando la taza vacía por la que ahora contenía el capuccino. A su lado, colocó el plato con los panecillos.

- ¿Y esta encantadora joven tiene nombre? -preguntó mirándola fijamente a los ojos, completamente interesado en saberlo. ¿Quién sabe? A lo mejor podría pedirle salir a una cita antes de que la joven se marchara.

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Noté el sonrojo del joven, toda la sangré lleno por los nervios a su rostro no hizo más que divertirme y por otro lado llenarme de Sed. Cierto quemazón en la garganta provocó algo de molestia, no era hora de alimentarme y mucho menos de algo que ademas de parecer delicioso, lo era en otro sentido.

Me acerqué para aceptar la invitación de sentarme, y al hacerlo levemente rosé su mano para luego sonreir y desviar la mirada con cierto interés de "descuidada".

 

Luego de acomodarme y tenerlo frente a mi lo observé poniendo atención en cada una de sus facciones y expresiones, buscando algo del cual sacar tema y aprovecharme con gracia.

-El capuccino me encanta, así que excelente elección... Espero que coincidamos en más cosas- acoté mientras lo miraban de abajo hacia arriba, terminando con la vista fija en sus ojos.

 

Seguía con aquel juego de miradas ya que pude observar que a él no le desagradaba, y después de tanto encierro algo de diversión no me vendría mal. No recordaba cuando fue la ultima vez que me divertía tanto de esa manera. Lo vi marchar, y en su ausencia me dispuse a acomodar la rosa roja que llevaba en mi cabello, era extraño que llevara el pelo suelto, asi que mi cabello castao estaba casi en su totalidad recogido y sostenido por aquella flor.

 

Al verlo regresar crucé mis brazos y los apoyé en la mesa para acercar más mi rostro al de él.- ¿molestarme? no olvides que yo te di la indirecta de que me hicieras compañía, y rechazar una invitación de una damisela esta mal visto ¿sabias?

 

-¿Nombre? Por supuesto que tengo, pero dime algo ¿quieres arruinar el misterio y hacer esto mas formal? Ponme el nombre que quieras, hazme reir- Solté mientras una sonrisa picara jugaba con él.

Agarré la taza y di un sorbo- Delicioso, simplemente delicioso

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Leonard Royce - Mesero

El que Leonard insinuara que quería acompañarla era solo para recordarle que minutos antes ella misma lo había sugerido, así por si lo olvidaba, él se encargaría de recordárselo, además de que no quería desaprovechar esa oportunidad de compartir con ella el tiempo que la joven dispusiese. Colocó la servilleta a un lado de la mesa y se inclinó hacia peli-castaña, enseñando su sonrisa blanca y perfecta que no hacían más que resaltar los carnosos labios del peli-negro.

- Un caballero como yo está para complacer los deseos de una damisela -la interrumpió, diciendo, mojando un poco sus labios con la punta de la lengua que apenas y se notaba.

- En ese caso... te pondré... Mystique -repuso, siguiendo con la mirada el trayecto de la taza hacia su boca y tras retirarse ésta, notó un pequeño rastro de espuma en la comisura de los labios de la atractiva mujer. Sin pensarlo, acercó su fuerte torso hacia ella y con el pulgar, retiró suavemente la espuma, deteniendo a propósito su dedo para hacerle algo parecido a una caricia.

- Es que tenías algo allí -acotó de inmediato, regresando a su posición original.

- Y dime Mystique, ¿crees que las coincidencias? Porque es la primera vez en la que estoy de acuerdo que estas son bastante oportunas y bellas -dijo galante y coqueto. Había algo en ella que le gustaba y si esa iba a ser la última vez que la viera, estaba decidido a llegar hasta las últimas consecuencias. Una vez más, repasó su mirada esmeralda sobre ella, como si la examinase con rayos ''X'', pensando que la próxima vez que la joven se manchara de espuma, la quitaría con sus labios.

- Uhmmm -murmuró para sí mismo.

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-Mmm eso de complacer los deseos de una damisela pueden meterte en problemas ¿sabias? nunca sabes lo que pueden pedir, y si eres lo suficiente para satisfacerlo- dije bajando la voz de a poco y a la vez acercándome un poco como si se tratara de una información secreta. Aunque toda la intención estaba en sentir su aroma, que de por si ya era bastante agradable.

 

-Mystique... Me agrada.

De `pronto vi como se acercaba hacia mi con su mano estirada hasta mis labios, en otra situación la habría alejado, pero no estaba ni cerca de hacer aquello. Como si se tratara de una caricia lo dejé mientras lo miraba a los ojos. Algo detras de mi nunca me hacia sentir como una electricidad, su porte de hombre era algo en lo que me había fijado desde un principio, si se hubiera tratado de una bebida más fría seguramente le hubiera volcado sobre la remera con el fin de traslucirla un poco, y quien dice tal vez disponerme a querer secarlo.

 

Su provocación había hecho lo suyo, fantasear descaradamente con él.

 

-Gracias por limpiarme en todo caso. Espero algún día o momento devolver el pequeño favor.- Era inevitable no fijarme en su boca, provocando que la mía se abriera ligeramente destellando el color rubí de ellos. Luego bajé a mirada sonriendo, mi coqueteo se baía dado vuelta, ahora era yo quien lo miraba como una tonta. Levanté la mirada más segura y divertida.

 

-Creo en las coincidencias, y también en que nosotros forjamos nuestro propio destino ¿tú no?

 

Descrucé mis piernas, y volví a cruzarlas en el sentido contrario al anterior, rozando con mi pie su pierna placenteramente para luego dejarla en la posición de alejada.

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Leonard Royce - Mesero

Lo cierto era que a Leonard no le importaba meterse en problemas a causa de ''Mystique'' que no lucía para nada peligrosa, aunque sus palabras demostraban lo contrario. Quizás lo que el pelinegro quería era eso, sentir la adrenalina junto a alguien con quién ponía su vida en riesgo o más que eso. De todos modos y pese a encontrar muchas razones para levantarse de la silla y seguir haciendo sus cosas, sentía la necesidad de seguir adelante, como si estuviese siendo víctima de algún hechizo.

Leonard hizo una media sonrisa propia de él al escuchar que el nombre que él le había dado le gustaba y es que eso era lo que la mujer le inspiraba: misterio, ganas de pisar un terreno desconocido y de ser posible no salir nunca de él. La conexión que había logrado conseguir con la mujer había sido muy fuerte y estaba casi seguro que ella no le era indiferente.

Habría jurado que ella también había puesto sus ojos sobre su boca. ¿Estaría deseando tocarlos tanto como él a los suyos? Ansiaba averiguarlo pronto.

- Completamente de acuerdo contigo -respondió bajando la mirada hacia donde se suponía estaba su pierna cuando ella lo rozó con su pie. Tuvo el impulso de estirar su brazo bajo la mesa y tocar su rodilla, pero se detuvo, en cambio puso ambas manos sobre la mesa alcanzando las suyas.

- ¿Qué te deparará el destino? ¿A veces no quisieras saberlo? Digo, no con detalles, pero si un adelanto -y entonces tomó la delicada mano de Mystique entre las suyas, acariciándola suavemente antes de colocarla boca arriba con la palma abierta - Oh sí, aquí dice que conocerás a un apuesto joven quién quisiera tomar más que un simple café contigo. ¿No te parece interesante? -preguntó sin intenciones de soltarle la mano.

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Podía ver en sus ojos verdes lo que deseaba, y ya no se disimulaba en nada con nuestras actitudes. Pero el jugueteo era lo que lo hacia interesante, el deseo de pegarlo a mi por casualidad o de dejarme robar un beso era lo que mantenía en mi pecho un fuego que se prendía cada vez más. Todos mis sentidos se encontraban concentrados en él, mi olfato, mi visión, mi sistema auditivo. Hasta mi habla... Solo me faltaba el tacto con mayor gusto.

 

Sentía los latidos de su corazón con altivez, mis ojos iban de sus ojos a su boca casi ansiando rozarlos con los míos. Pero debía mantener la cordura y la coherencia, aunque a decir verdad era lo que menos me importaba, perder la cabeza al menos por un rato. ¿Y que mejor con aquel peli-negro?. No pude evitar sonreír con satisfacción cuando el bajó la mirada hasta su pierna, pero yo aun no hacía más que observarlo.

 

-Yo no quiero saber lo que me depara... Al menos hasta cierto punto. - dije mientras observaba la unión de nuestras manos.- Quiero que me demuestre el destino lo que tiene para mi, con algo de volteretas y ¿porque no? yendo al punto también.

 

Y ahí estaba, su tacto... Lo único que me faltaba para estar completa en él, pero no, no era lo único que quería. Deseaba más y sabía que lo iba a obtener.

-Y me parece más que interesante- acoté mientras soltaba su mano para mover mi silla para estar más junto a él.

 

Mi silla estaba casi pegada a la suya, podía casi rozar mi cuerpo con el suyo y sin más volví a tomar su mano. -A mi se me da muy mal Adivinación, pero puedo predecir lo que tenemos en mente... Pero te aconsejaría ahora mismo- me interrumpí para acercarme a su oreja, casi tocándolo con mis labios. - Que te alejes si eres prudente... A no ser que te guste mucho el peligro y la diversión.

 

Me alejé lentamente mordiendo mi labio inferior, y luego dando un suspiro de inocencia débilmente disimulada.

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