Stormride Ghost Ship (MM B: 102158)

[justo]

- ¿Se llama Colby? Es un animalito muy cariñoso. La verdad es que me apena separarme de el pero puesto que es suyo se lo vengo a traer. Veo que acaba de despertarse, siento muchisimo haber alterado su sueño.

 

El señor Rexdemort es un hombre curioso, tiene el cuerpo cubierto de tatuajes, a mi me gustaria tener alguno pero, de momento, no tengo interes en ello. Bueno, si no contamos el que llevo oculto pero ese es muy personal.

 

- No me ha causado ninguna molestia, ha sido un placer traerselo, creame, y ahora he de irme, le deseo un feliz dia.

 

Y dando media vuelta me dispuse a irme.

[Axel Rexdemort]

Axel sonrió con la mirada, estaba en lo correcto sobre el hombre que se encontraba enfrente de él.

-Colby, suele ser amable.- Dijo después de escuchar al sujeto, y una ligera carcajada se escapó por debajo de su barba. – No se preocupe, le agradezco también eso, con tantas fiestas y cosas, semana pesada. – Sonrío Axel.

 

Aceptando la jaula donde el ave solo miraba, por alguna razón estaba en silencio, algo raro pues solía ser un animal insoportable a veces.

 

-Igualmente, que tenga un buen día también.- Respondió casi inmediatamente, al observar como el hombre se marchaba. – Muchas gracias de nuevo.- Exclamo el hombre, sujetando la manta que lo cubría, para mirar a su pájaro.

 

– ¿Cómo te la pasaste? –Demando el Rexdemort metiendo la jaula, el día estaba empezando y aun no podía ni vestirse.

[Maida Black Yaxley]

Era tanta y tal la algarabía que había causado Cillian con el tema extraño de ponerse aquel vestido rojo que Maida no resistió la tentación de mirarse en un espejo, y lo vio, la sorprendió a ella misma. Ese vestido la hacía lucir como una mujer, y aunque pareciera que eso era redundante, Maida seguía viendo normalmente en su rostro las huellas de la adolescencia que en realidad, estaba ya por abandonar. A lo mejor era que sentirse de quince o dieciseis la ayudaban a sobreponerse a los dolores del recuerdo de Agares. Pero no, lo que había en ese vestido rojo era una mujer, nada menos. Tan se vio así que pronto sus mejillas se volvieron a teñir de rojo, avergonzada de si misma y de las curvas que se empeñaba tanto en esconder en las túnicas holgadas que usaba.

 

Carraspeó para regresar al lugar donde estaba Cillian.

 

— No sé, pero la verdad, yo me encuentro bastante cómoda teniendo una vida sin líos —dijo temiendo que hubiera pasado tanto tiempo que él pudiera considerarla tonta o algo—, ¿un traje?

 

Para cuando quiso darse cuenta, él ya tenía las narices metidas en uno de los baúles más cercanos, así que, agradecida por el gesto que había tenido con ella, se aproximó a otro lugar para ropa, y comenzó a hurgar entre las telas a ver si encontraba algo digno de que pudiera ser usado.

 

— Una pregunta —añadió alzando la voz para que le escuchara a través de semejante desastre—, ¿y como para qué andamos vistiendonos así?

 

@Cillian

[Orión Yaxley]

La última vez que había visitado el lugar, había entrado con cuidado, sin la necesidad de anunciar de forma tan ruidosa su llegada. El tema con Orión es que tenía altas y bajas en su humor. Cuando se acordaba de lo que pasó en Aritmancia, se ponía todo rojo y se enfurecía. Cuando se acordaba que era su amigo el que lo hizo, se le pasaba un poco. Aunque tenían que hablar, claramente. Y no iba a esperar más tiempo. No. Esas cosas no se dilataban.

 

Llevaba unas zapatillas de lona, unos jeans fit, una camisa a cuadros roja y un sobretodo negro que lo abrigaba del duro clima. Era de noche y no había parado de nevar. Encima, el tipo era friolento, siendo que cuando entró en el viejo barco recuperaba la temperatura lentamente. Estaba medianamente arreglado, y medianamente descansado. Lo suficiente como para poder hablar cuerdo por un buen rato.

 

Todo estaba casi igual de la última vez que estuvo. Salvo por el vestido, que seguía guardado en su armario. No había encontrado el momento para regalárselo a Gatiux. Quería quitárselo de encima, en cualquier momento, tras un despiste matutino, podía terminar usándolo. ¿Fetiche del inconciente? Capaz.

 

- Señor Axel. Tiene un cliente –dijo tras dar un par de palmadas-. Hablemos, tal como querías.

[Axel Rexdemort]

Axel libero a Colby su augurey de la jaula y le sonrió. –Hacía tiempo que no te veía, ¿Cómo te la pasaste con Sagitas? – Preguntó el mago bajando la escalera y desapareciendo la jaula, mientras el pájaro salía por la puerta para volar alrededor del barco.

Levanto los hombros y suspiro apretando un poco la cobija que usaba como ropa, cuanto tiempo estuvo dormido. Bajo lentamente tenía muchas cosas en la cabeza, cuando al ver a una mujer urgando entre sus cosas le llamo la atención.

 

-Eh… ¿disculpa? – Preguntó el Rexdemort con la boca abierta, que demonios pasaba en su local.

 

La miro con curiosidad, pero solo suspiro ignorándola para regresar arrastrándose a su habitación, la cual estaba detrás de la tienda.

Axel callo directamente en la cama, le dolía mucho la cabeza, no podía recordar cuando fue la última vez que había salido del barco.

 

– Ojala no me robe algo.- Suspiro de nueva cuenta y se cobijó con su manta, no tenía nada de ánimos de hacer algo, solo quería morir un rato en su cama. Axel algunas veces actuaba como un oso y solo quería dormir sin importarle nada.

 

Cerró los ojos, pero un par de golpes en la puerta lo distrajeron. – Ahora que? – Balbuceo unas groserías en danés, tomando de nueva cuenta su manta para cubrir su torso desnudo, saliendo con una cara de pocos amigos de su habitación.

Volvió a ver a aquella chica entre sus cosas. - …. ¿Qué diablos?- Pensó el mago mirándola por un segundo y saliendo de la sala de ventas para subir las escaleras del cuarto. Alguien estaba en la puerta de la proa.

 

Sus pies descalzos arremetían contra la madera húmeda y sobretodo fría, porque hacia tanto frio, acaso había anochecido tan rápido. – Mande.- Girando la perilla y abriendo la puerta de madera para mirar el cielo oscuro y un rostro conocido apareció enfrente de el.

 

-¿Qué haces aquí? – Preguntó serio sin soltar su manta, saliendo de la habitación y mirando a Orión, tras cerrar la puerta detrás de él, había dejado a una desconocida adentro, pero eso no le importo. - ¿Qué quieres? – Los ojos negros de Axel se clavaron en el Black, la última vez que lo vio… esa pésima clase en la Universidad.

[Cillian Haughton]

Un par de minutos después, encontró lo que buscaba. Sacó el traje del extraño baúl y le sacudió un par motas de polvo que se habían, era simplemente perfecto. Si hubiera sido por él se hubiera desnudado ahí mismo, pero por respeto a la chica que recién conocía se ocultó detrás de lo que parecía ser un ropero.

¿Qué tenía aquel barco que toda la ropa que había en él parecía estar confeccionada a la medida de quién eligiera vestirla? Por qué sí, señores y señoras, aquel traje de color negro le venía a Cillian perfectamente y sólo necesito un movimiento de varita para que las arrugas y el resto de polvo que no habría logrado quitar desaparecieran por completo.

-- ¿Y de qué sirve una vida sin líos? --Cuestionó una vez que estuvo completamente listo. En ese momento aún no sabía lo complicada que se volvería su vida y lo mucho que desearía por un tiempo estar alejado de todo eso--. Es más divertido si estamos siendo en problemas.

Salió de su pequeño e improvisado vestidor e hizo un pequeño ruido para llamar la atención de Maida que se encontraba aún en la búsqueda del traje.

-- Nos vamos de fiesta, para eso necesitamos estar bien vestidos --su rostro dejaba ver una gran sonrisa. Hacía no más de una hora que eran un par de completos desconocidos, pero en ese instante Cillian sentía que se conocían de toda la vida y que quizá y sólo quizá estaban destinados a ser mucho más que simples conocidos.

[Orión Yaxley]

Apareció Axel. Con una mana, descalzo y muy poco sueño. La primera impresión del Black fue de preocupación. Sabía que Gabrielle había visto a Frenger, pero nunca entendió en definitiva qué había pasado. No había visto más a su hermana con él, ni siquiera en una charla de paso. Sabía también que había dejado el bando. Se arrepintió no haberlo visitado antes. Revisó de arriba abajo devuelta, mientras tragaba saliva al verlo cerrar la puerta. Le estaba prácticamente denegando el espacio de su local.

 

- ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres?

 

Suspiró. No quería arrebatarse. Pero cuando el Rexdemort reaccionaba así no le dejaba más ventana que cachetearlo para entrar en razón. El origen de la agresión, en definitiva, venía por la omisión sobre el carácter de vida de Gabrielle. Orión, no negaba merecerse un par de golpes en su cara, pero por eso, jamás.

 

- ¿Que qué quiero? Me entero que estaremos en la misma clase al mismo tiempo que estás a punto de romperme la cara. Y creo que necesitamos aclarar un par de cosas entre los dos.

 

Dio un paso hacia delante. Quedándose a considerable distancia del danés. No tenía su varita encima. No llamaría a sus compañeros de bando.

 

- ¿Qué dem****s te pasa? Tampoco tenía idea sobre si Gabrielle estaba viva o no. Una de las razones por las que me alejé de todo fue por su supuesto suicidio.

 

Miró hacia abajo con unas lágrimas en sus ojos. Fue una época muy oscura para él. Sus cuatro hermanas ya habían desaparecido y no le quedaba casi nada de familia inmediata dentro de la marca. Salvo él. Pero como todos los detalles eran confusos y no prefería meterse.

 

- Sé. Debí haberte avisado antes ¿Te parece si discutimos esto adentro? Me estoy congelando

 

Se inclinó hacia el cuerpo del danés mientras estiraba el brazo y tomaba con fuerza el picaporte detrás de él. Lo giró rápidamente y dio un leve empujó para que se abriera la puerta. Dio un paso más, intentando pechar de alguna forma al Rexdemort, qué, teniendo en cuenta su accionar en Aritmancia, no se iba a sentir tan intimidado.

[Axel Rexdemort]

Escucho sin hacer ruido alguno, hasta que una ligera sonrisa apareció debajo de ese peculiar y mal cuidado bigote del Rexdemort. Acaso el valiente Black estaba llorando, valla que los años lo habían ablandado.

 

-Mereces que te rompa la cara – Quitando aquel gesto en su rostro. Axel solo se mantuvo firme enfrente de Orión, estaban cara a cara mientras sujetaba el picaporte para impedirle la entrada, casi podía sentir su respiración encima.

Con la mano libre cerro de golpe nuevamente. – Si quieres hablar acompáñame.- Axel se movió paulatinamente hacia el costado izquierdo, un corredor que llevaba a la popa del barco, y la sala del timón.

 

El aire golpeaba directamente el estribor del barco, la sala sería el mejor lugar para hablar. Subiendo por la parte bajo, Axel trepo laboriosamente esperando que el mago lo siguiera por unas amarras exageradamente frágiles.

 

La oscuridad reinaba sobre toda aquella parte del navío, era obvio que la sala del timón era un lugar al que nunca entraba, al escucharse el crujir de la madera vieja y el agua estancada en la habitación.

 

-Vamos, entra. – Suspiró sacando de sus pantalones su varita y dando un movimiento vigoroso el cual incendio la punta de la misma, para intentar alejar algo de oscuridad.

 

Una habitación en su antigua disposición, derrumbada y fragmentada, es cierto, pero aun existiendo en forma definida. Varias sombras corrieron hacia la penumbra al momento en el que Axel ilumino pobremente la sala.

 

La oscuridad era inminente allí dentro y ese aroma a madera podrida era terrible, el hombre solo camino hasta encontrar una silla cerca del timón para sentarse esperando al Black

 

Tomo con fuerza su manta, intentando ignorar el aire helado y sus pies mojados. – ¿De qué quieres hablar?

[Orión Yaxley]

- ¿De qué quiero hablar? Justamente de esto, Frenger. De que me quieres romper la cara.

 

Vamos por partes. La recibida del Rexdemort no fue la mejor claramente, y su propia predisposición lúgubre le daba escalofríos en la nuca. La razón de lo último se concentraba en que Orión no estaba tan acostumbrado a eso. O sea, de por sí, el tipo iba transcurriendo a tropezones el rencuentro con almas del pasado, pero no lo suficientemente fallidos como lo estaba teniendo con su interlocutor.

 

Por otro lado, el simple contexto físico no aportaba mucho a la comodidad de Orión. Pero eso no era tan malo. Lo soportaba. Estuvo en peores situaciones, de eso seguro. Lugares donde el olor a sangre era más punzante que el de la madera podrida. Las islas siniestras, donde Dragomir celebraba su tutoría, o las tundras a donde Artheón lo había llevado; eran simples ejemplos. Y eso que casi se mata subiendo hasta la sala.

 

Por último, sentarse frente a él. Encararlo. Era momento de hablar. Sacó su varita gris y con un leve movimiento conjuró un pequeño fuego entre los dos, el cual levitaba a centímetros del suelo. Había notado los pies desprotegidos de Frenger. Se negaba a decirle Axel. Ese nombre no existía pera él. El problema, es que justo cuando iba a hablar, no sabía que decir.

 

- No sé qué decirte. Debí decirte lo antes posible sobre lo de Gabrielle. Pero sabes cómo son las cosas. No me quise meter. Pero eso no significa que me trates como basura. Como si no me conocieras. Como si todo lo que hicimos era nada.

 

Estaba sentido. Reconocía que se merecía uno, o dos, golpes en la cara. Por desaparecer. Por no visitarlo. Por no preocuparse por él. Pero ya quería terminar con eso. Se sacó el sobretodo y se lo ofreció.

 

- Veo que estás con más frío –le dejó el mismo a un costado, quedando en su camisa a cuadros roja-. Terminemos ya con esto. Si realmente quieres golpearme, acá estoy.

 

 

 

@@Axel Rexdemort

[Axel Rexdemort]

Bajo la mirada, intentando no ver la brecha en el techo por donde el aire helado entraba, escuchaba en silencio al hombre.

El escuchar el nombre de aquella mujer, claramente había cambiado el ceño de Axel pues sujeto con más fuerza su manta. Levanto la cara lentamente observado la cara entre sombras de Orión contra aquella luz.

 

Tomo aire y se levantó, para pararse enfrente de su cuñado. -¿Sabías que tengo un hijo? - el acento del danés reflejaba algo de ira en sus palabras. – Tengo un hijo, que obviamente no conozco.- La manta que cubría el torso desnudo de Axel calló en el infecto suelo, mientras sus puños empezaban a apretarse, no solo era ira lo que atormentaba a Axel. – Ni siquiera sé, si tu hermana me ha perdonado, sabes la angustia que tengo de que vuelva a dejar Ottery. - Todas esas cosas carcomían lentamente la cordura del hombre.

 

Estaban cara a cara, la respiración de Axel era cortada, quizá por el sobresalto o el vaho frio, pero no se encontraba bien.

Giro dándole la espalda a Orión. Cerró los ojos y apretó la mandíbula. Axel estaba furioso, lleno de frustración. El mismo sabía que proyectaba mal su enojo, que ni su cuñado, ni su esposa, ellos no tenían la culpa, la culpa era de esos enmascarados, esos famosos Black; la Marca Tenebrosa, ellos eran los causantes de todos los males en su vida y no solo en la de él.

 

Axel trago saliva, sentía la garganta adolorida, a causa de otras nebulosas que atormentaban su mente. Festín de promesas y tragos sin fondo, sus ojos miraron por un segundo su brazo, todos esos tatuajes nacían de su primer tatuaje, la marca tenebrosa.

Su mirada se enfocó en los múltiples tentáculos que lo recorrían, clavándose directamente en el que terminaba en su mano. Axel se había tatuado algo tan grande por una razón, su familia y amigos, eso representaba aquel tentáculo el cual finalizaba en su puño..

 

Suspiro recobrando pausadamente la respiración. - y así me encontré hiedra en mi llano plano. – Balbuceo sin mucho sentido en danés. No era culpa de Orión, él no era la causa de su enfado. La marca tenebrosa y sus marionetas.

 

Axel ignoraba si su cuñado y su esposa siguieran bajo el yugo de aquella corrupta organización, prefería no saber, así sería más fácil cumplir su tarea, destruir a la Marca Tenebrosa.

 

El silencio era eterno, se inclinó para tomar su manta la cual ahora estaba húmeda y con una pésima cara. – No es tu culpa, problemas de un hombre demente. – Sin dejar de mirar la prenda, para volver a tirarla al suelo.

 

-¿Quieres un té? En mi habitación tengo algunos, además necesito algo para cubrirme. Esperando que ambos salieran de aquella sucia habitación.