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Stormride Ghost Ship (MM B: 102158)


Axel Rexdemort
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Cuando las lideres me comentaron que tenía que ir a una investigación sobre algunas extrañas muertes, relacionadas con la leyenda de una antigua criatura que era capaz de succionarte al instante, me mostré más escéptica de lo que normalmente me mostraba en esos casos, se suponía que como Directora de Aurores, había visto tantas cosas que nada podría asustarme en realidad, pero no les confesé que sentía que eran solo habladurías de algún viejo chiflado que no tenía nada mejor que hacer, pero como había sido un expreso pedido de ellas me aliste junto con varios compañeros para intentar desentrenar, lo que para mí no eran más que cuentos chinos sin sentido alguno, esperando regresar a mi casa a tomar aquel té religioso que siempre tomaba con mis padres antes de irme a dormir.

 

La Gryffindor se pregunto si es que realmente la muerte acechaba aquel lugar, ¿qué haría ella si llegaba a descubrir que realmente alguien había activado algo maligno? queriendo llevar precauciones más que nada en esos crudos momentos, se decidió a llevar su navaja que abría mil puertas y sus polvos de invisibilidad instantánea, no podía ir desprotegida y sin escudo para que la cazaran o la lastimarán sin sentido alguno, así que se dirigió al lugar con varios de sus compañeros de la Orden, preguntándose si es que encontrarían o no algo que les dijera que era lo que sucedía en aquel lugar extraño.

 

Para la ocasión se había decantado por un pantalón rojo de cuero ajustado al cuerpo, una camisa roja con botones dorados y unas botas de caña alta negras con tachas, dándole un aspecto roquero y para nada natural en ella, cualquiera que la viera, podría decir que era una muggle que solo pasaba por el lugar o iba a tomar algo con sus amigas, su vestimenta no era la habitual, pero en aquellos momentos quería pasar desapercibida o al menos, que no la reconocieran como bruja, si bien era eso lo que ella era en realidad, era su forma de mezclarse y que nadie la reconociera como tal, no tenía porque saber que iba con sus compañeros de la Orden a develar un misterio, uno que era estrictamente secreto y que necesitaban sañar cuanto antes, porque no podían permitir que más personas se vieran afectadas por esa extraña criatura o lo que sea que fuera en realidad aquello, se dijo que haber trabajo en el departamento de criaturas mágicas por una temporada debería de servirle de algo o al menos, así pensaba la bruja que esperaba no tener muchas contratiempos en su camino final.

 

No quería admitir que estaba asustada, porque quería dar la apariencia de tranquilidad que en realidad no tenía, pero sus lideres, confiaban en que ella y sus colegas pudieran resolverlo, suspiro intentando calmarse, no podía ser nada tan peligroso, al fin y al cabo, no confiaba en esos que decían que realmente había algo muy dañino allí, tenía que investigarlo todo para poder llegar al fondo del asunto, un asunto peliagudo y para nada normal por cierto, pero esperaba poder tener una respuesta a varias de sus muchas preguntas.

 

- Es aquí chicos, es este el lugar, busquemos lo que haya ocasionado todo esté estropicio y vayamos con cautela, no nos separemos por nada del mundo - Les comenté con mi cantarina voz, más baja de lo habitual, apenas llegamos esperando poder resolver todo aquel estropicio, salido de merlín sabe donde -

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-¡Iris!- Gritó con aquel extraño y peculiar acento, influenciado bajo su grave voz. El hombre llevaba una mochila al hombro, mientras subía las escaleras manuales de su pequeño negocio.

 

-Vieja harpía.- Susurró entre la oscuridad Axel, después de agitar su varita en su mano izquierda y un hechizo Lux iluminó el barco. El chico Rexdemort había regresado; después de un par de meses fuera de Inglaterra, Axel reconoció el familiar aroma a madera podrida característico de su negocio.

 

El crujir de la madera bajo sus zapatos y esa oscuridad que se adueñaba de la tenue luz de luna, le daban la bienvenida a su hogar. Axel movió de izquierda a derecha su varita para encender un par de velas en la cubierta del barco, mientras sus ojos se percataban del lugar. – Iris no vendió nada.- Suspiro para sí mismo, arrastrando los pies hacia la única puerta sobre la cubierta, la misma que conducía a una deforma escalera que bajaba a las entrañas del barco, donde estaba la “casa” del chico Rexdemort.

 

Tener un barco encallado en la acera, podría atraer miradas confusas, pero no muchas personas se animaban a entrar, Axel había gastado una fortuna en un verdadero barco vikingo y adaptarlo como un negocio y su hogar tampoco había sido una tarea económicamente sencilla, esa era la razón por la cual Axel soportaba a Iris Apfel, la anciana que había “pagado” por el botín.

Dejo las luces encendidas en la oscuridad de la noche, mientras él se dirigía al interior del barco.

 

-Iris.- Volvió a gritar sin ninguna respuesta. – Vieja bruja.- Susurró para el mismo, mientras encendía la luz de la habitación principal. Un cuarto amplio con una enorme mesa de madera al centro, Axel se quitó la mochila en su espalda y la dejo allí, para caminar directamente a un pequeño rincón donde una manta servía de puerta para su diminuta habitación.

 

Arrojó su chaqueta mezclilla al piso y fue a acostarse directamente en aquel camastro, dentro de la humilde habitación. Axel cerró los ojos y suspiro cansado, viajar como muggle era muy divertido, pero realmente una tarea difícil. No supo exactamente cuanto tiempo permaneció recostado, pero la fatiga lo había derrumbado.

 

Se levantó con pereza para cambiarse de ropa, una sencilla y vieja playera gris con algunos agujeros cerca del abdomen, Axel estaba solo en su casa, podía vestir sin ninguna preocupación.

 

Con los ojos aun entrecerrados, salió de su habitación para sentarse en la enorme mesa de la recamara principal, dando un enorme bostezo.

 

Tomó un pedazo de papel sobre la mesa, para leerlo paulatinamente. - Te espere mucho tiempo… muchacho malcriado… tendremos una subasta de joyería en el reinado de Liechtenstein… un beso cuídate… - Axel recorrió una vez más la hoja de papel para suspirar cansado.

 

-Deberé de practicar mi francés.- Suspiró resignado el hombre, para destrozar entre sus dedos con un par de flamas la carta, sonriendo puerilmente, mientras sus ojos negros saltaban ahora a la mochila que llevaba sobre el hombro cuando llego a su barco.

 

-Me encanta el oro blanco.- Dijo para sí mismo sacando un peculiar pendiente blanquecino de su mochila, era el momento en el que el mago revisaba una a una las piezas que había conseguido.

 

Con una par de pergaminos a su lado, Axel hacia anotaciones sobre cada objeto que el había conseguido, una especie de bitácora era como él mismo lo llamaba.

 

Los minutos transcurrían, o quizá las horas, el joven Rexdemort no tenía constancia del tiempo, cuando empezó a analizar una urna de plata. - ¿Por qué compre esto? - Dijo tomándola entre sus manos para analizarla lentamente. Recordaba que había conseguido esa cosa por un precio muy accesible y la plata era un excelente material, pero no le había puesto demasiada atención.

 

Sacó su varita y le dio un par de pequeños golpes a la urna con la intención de abrirla, sin ninguna respuesta. Axel miro extrañado que la urna siguiera cerrada y volvió a intentarlo sin ningún éxito.

 

-Mañana lo hago.- Levantándose de la mesa dejando la urna sobre sus papeles, mientras se agarraba el cuello por el cansancio de estar encorvado. Bostezo una vez más en el momento en el que se dirigía a su pequeña habitación, después intentaría abrir aquella urna por ahora solo quería dormir un rato, había sido un viaje largo de regreso a casa.

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Si había algo que a la joven bruja le encantara del Callejón Diagón, era la inmensa variedad de comercios que se encontraban bajo la disposición de magos y brujas de todas partes del país. Desde tiendas destinadas a la venta de objetos mágicos o muggles hasta lugares de relajación o entretenimiento. Si necesitabas algo, por más descabellado que fuera, seguramente lo encontrarías en alguno de los negocios del callejón.

 

Con un pequeño estallido, Wendolyn apareció cerca de la entrada al callejón, vistiendo a la usanza muggle: con una camiseta roja y unos jeans, sin contar los zapatos ligeramente gastados por el uso. Vestir de aquella manera le parecía mucho más cómodo que con las típicas túnicas que llevaban la mayoría de los magos y brujas que pasaban por su lado.

 

En esta ocasión su visita al Callejón Diagón no distaba mucho de realizar alguna compra, aunque por el momento se conformaría con dar un paseo hasta encontrar un objeto lo suficientemente interesante para llevar a casa.

 

- ¿Pero qué rayos ...? - la pregunta quedó en el aire. Extrañamente había una especie de embotellamiento apenas empezando. Un numeroso grupo de personas entorpecían el paso de los demás transeúntes y comentaban el extraño suceso que se había llevado a cabo no hace más de quince o veinte minutos. Movida por la curiosidad, la castaña se acercó para poder ver mejor la escena que se desarrollaba más adelante.

 

Varios miembros del ministerio, evidentemente incómodos, intentaban mantener a las personas alejadas de un bulto tendido en el suelo, cubierto por una manta de color gris, que por su forma era evidente que se trataba de un hombre. Aquello la dejó sorprendida, al tiempo que se encendía una especie de alarma en su interior. Un cadáver en pleno callejón era algo simplemente insólito de ver en estos tiempos, y seguramente se hablaría de ello por semanas. Observó a las personas a su alrededor, todos mostraban expresiones de desconcierto muy similares y nadie se explicaba cómo había terminado de esa manera aquél hombre.

 

Con un ligero malestar se apartó del grupo, lo mejor que podría hacer en ese momento era continuar con su recorrido y tratar de olvidar lo ocurrido. Al dar la vuelta un barco de velas negras y terriblemente desgastado llamó su atención, parecía pasar por un serio abandono pero de todas formas conservaba cierto atractivo. Por su mente pasaron una infinita cantidad de películas de piratas muggles donde, luego de atravesar por inmensas dificultades y vivir una extremadamente peligrosa aventura, los protagonistas encontraban extraordinarios tesoros escondidos en los lugares más recónditos del planeta.

 

Eso le subió el ánimo lo suficiente como para que una sonrisa se extendiera por su rostro, y sin dudarlo más tiempo subió las escaleras hasta la cubierta preguntándose qué clase de cosas venderían allí.<<Definitivamente esto está peor>> Pensó intentando ignorar el olor a madera podrida mientras examinaba con cuidado varios de los cachivaches expuestos.

 

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Con un gemido y un movimiento sosegado, el joven Rexdemort se levantó de su cama. Un gran bostezo lo acompaño mientras observaba su reflejo en aquel pequeño espejo que colgaba de la pared de su habitación.

 

Con los ojos aun entrecerrados observó con recelo un pequeño espacio libre en su brazo izquierdo. –Me estresa ese hueco vacío.- Exclamo entre balbuceos en danés, Axel ya no podía poner otro tatuaje en su brazo pero al parecer eso no le importaba mucho.

Arrastrando los pies y con un semblante de fatiga salió su habitación para lavarse los dientes, mientras intentaba recordar que había pasado la noche anterior, o hace unas horas, ni siquiera sabía que día era.

 

-Lort.- Susurró entre más balbuceos mientras se dirigía a la habitación principal, aquella que servía mas como bodega para sus objetos más preciados. Observo sin ningún gesto la enorme mesa en el centro del recinto, donde estaban algunos de los objetos nuevos de su colección, mirándolos uno por uno sin doblegar el semblante hasta llegar a la urna de plata que no pudo abrir antes de irse a dormir, para volver a ignorarla.

 

Permaneció en silencio por unos minutos, para resignarse y suspirar, debería terminar de catalogar todo si quería prepararse para ir a Liechtenstein con la viuda Apfel. Llevó su mano derecha sobre su nuca intentando masajear un poco, cuando un sonido llamó su atención.

 

-Teki.- Levantando la voz, buscando con la mirada entre todos sus objetos algo en especial. Una serpiente de piel negra se arrastró lentamente y peligrosamente hacia Axel, el cual sonrió complacido. – Creo que tenemos visitas, puedes ir a revisar.- Sentenció el joven mago a aquella serpiente que alguna vez perteneció al Arcano Lawan y ahora estaba en posesión del Rexdemort.

 

Axel tomó su varita del piso, al parecer la había arrojado con todo y chaqueta la noche anterior, la miro por una fracción de segundo y la guardó en la bolsa trasera de sus pantalones. Mientras parecía cambiar el semblante a uno más animado.

 

-Hej.- Rompió nuevamente el silencio en la cubierta del barco y una sonrisa pícara en la cara de Axel Rexdemort el cual salía de la única puerta visible.

 

-Que horrible aroma.- Pensó el mago, sintiéndose muy extrañado la madera estaba llegando a un aroma de putrefacción que nunca había visto, pese a estar encantada. –Hej.- Volvio a saludar el mago.

 

-Hola, bienvenida al Stormride.- Su marcado acento nórdico era ideal para hacerse notar ante la jovencita que acababa de subir al barco y ella lo viera. – ¿Hej, Buscas algún recuerdo de ultra mar? – Preguntó intentando esconder esa amarillenta sonrisa causada por el cigarro.

 

-Todo lo de la cubierta es original, en especial ese barril lleno de mapas de Europa Central del siglo pasado, que no te extrañe el logo “Made in Taiwan” todo el mundo sabe que el siglo pasado, Taiwan era la meca de los mapas originales europeos.- Sonriendo plácidamente.

 

Mientras tanto una pequeña serpiente se percataba que un grupo de magos liderados por una jovial bruja pelirroja, estaban demasiado cerca del barco.

 

Axel se acercó a la potencial cliente y le estrecho la mano. – Puedes preguntar por cualquier cosa, o si estás buscando algo mucho más exótico, no dudes en decírmelo.-

 

-Necesito contratar un elfo, la cubierta huele a cadáver.- Pensó tras esa pueril sonrisa ofrecida a la chica que no conocía.

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Luke

 

Al salir del Museo Night, Luke miró a ambos lados del Callejón. Cerca del inicio de la adoquinada calle, observó un grupo de personas junto a la zona donde estaba el cadáver del empleado ministerial que lo había estado siguiendo durante los últimos días. Lejos de preocuparse por el revuelo ocasionado con el hallazgo, esbozó una sonrisa. Su plan estaba funcionando tal como lo había pensado: mientras los transeúntes y las autoridades prestaran atención al asesinato, muy probablemente él pasaría desapercibido.

 

Aún con un rictus en el rostro, avanzó hacia el lado contrario de donde se localizaba el tumulto. A unos metros de él, un niño y su extravagante madre ingresaron a una guardería. Ni siquiera le cruzó por la mente la idea de buscar en un sitio como ése, así que continuó su camino. Frente a él avanzaba una chica castaña de llamativa camiseta roja, quien justo en ese momento se desvió hacia la derecha, y con eso la atención de Luke fue capturada por el sitio a donde la joven ingresó.

 

―¡Pero qué demonios…! –Luke sonrió sin dar crédito a lo que veía: un barco encallado en la acera.

 

Colocó los brazos en jarras y rió entre dientes. Los magos comenzaban a agradarle, ya que estaban resultando más peculiares e interesantes de lo que había imaginado. Su pícara mirada recorrió la forma del bergatín, y por un momento se detuvo en el nombre: Stormride Ghost Ship. Tales palabras le parecieron interesantes y su curiosidad salió a flote. Se preguntó por qué una nave como ésa se encontraba encallada en un callejón del mundo mágico.

 

Como era de esperar, terminó cediendo ante la curiosidad y optó por pausar momentáneamente la búsqueda del illithid. Se dijo a sí mismo que sólo se tomaría diez minutos para recorrer la embarcación. Con una sonrisa comenzó a ascender por la escalera de madera, y al llegar a la cubierta se congratuló por su suerte, ya que observó una exposición de artículos en venta.

 

―Uy, qué aroma tan… peculiar –inhaló profundamente colocando los brazos en jarras una vez más y echando la cabeza ligeramente hacia atrás–. A Barbanegra le hubiese gustado, supongo.

 

La chica de camisa roja examinaba algunos de los artilugios en exhibición y, un poco más allá, un grupo de magos intercambiaban palabras entre ellos; iban vestidos de la misma manera que el difunto empleado ministerial. Supuso que a lo largo del día habría rondines por todos los negocios como medida de precaución.

 

―¡Un Kraken! –exclamó con deleite al notar el tatuaje más sobresaliente de un joven alto cuya vestimenta delataba que no pertenecía al Ministerio–. La criatura que devora marineros –hablaba con tal soltura que más de alguno supondría que no era la primera vez que intercambiaba palabras con Axel–. Va muy a tono con el barco. Supongo que no es casualidad.

 

Sus pícaros ojos brillaron mientras sonreía. Pensó que la mejor manera de no llamar la atención era mostrarse como un simpático cliente.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Su sonrisa de embaucador desapareció al escuchar una voz masculina que provenía desde la derecha de la proa. Axel giró lentamente la cabeza con frunciendo el entrecejo un poco para notar a otra persona a bordo del barco.

 

-Ahoy Marinero. – Entrecerrando un poco los ojos, para hacer un movimiento con la cabeza hacia la mujer, la cual parecía un poco desconcertada por su agresividad forma de venta, algo con lo que Axel no temía pecar de prepotencia, sus finanzas no iban tan bien; según sus cálculos gasto bastante en la última subasta a la que asistió y ni siquiera recordaba porque había comprado todos esos objetos, mucho que ni siquiera serian parte de su colección privada. – Me disculpas, si necesitas algo me puedes decir.- Sonriendo amablemente a la pequeña mujer para dirigirse al hombre que acababa de aparecer sobre su barco.

 

-Bienvenido.- Dijo fraternalmente con aquella grave voz para ofrecer su mano derecha en señal de saludo, un saludo muy cordial como si se trataran de viejos amigos, aunque era la primera vez que veía a aquel sujeto.

 

Miró por un par de segundos los profundos ojos de aquel hombre, algo le decía que no sería la última vez en verlos. – Bien dicho camarada, el Kraken, aquella enorme bestia encontrada en Alstahaug – El tono de voz amable del joven danés mostraba simpatía, no había muchas personas que se detuvieran a admirar el mayor tatuaje del mago Rexdemort.

 

-Este pequeño me atrapo desde hace tiempo.- Mostrando su brazo izquierdo y su cuello, los cuales se encontraban rodeados de aquel enorme tatuaje de tentáculos, Axel sonrió una vez más. – No lo había visto por aquí, ¿es nuevo en el vecindario? - Preguntó el hombre para cruzarse de brazos y notar que aquel hombre no era tan alto.

 

-Bienvenido al Storm, es mi barco aquí puede encontrar todo tipo de mercancía muggle, desde vestigios marinos hasta cosas realmente curiosas.- Quizá era debido a que Axel había dejado a cargo del barco a su amiga Iris y ella era una bruja anciana, que el aroma de la madera había alcanzado ese repugnante aroma, pero siendo una vieja tan pretenciosa que se rodeaba de lujos y ropa de primera calidad, era imposible que ella dejara el barco con ese fétido olor.

 

-Una disculpa por el aroma, las lluvias de los recientes días han afectado un poco la madera del barco, y sobre todo las velas que cuelgan de las vergas del barco.- Mintiendo rápidamente mientras apuntaba con los ojos la tela negra que se mecía lentamente el mástil del barco.

 

Axel conocía de primera mano el aroma de un cadáver pudriéndose, ese aroma que quedo marcado en su subconsciente gracias al viejo Báleyr y en ese preciso momento podía sentirlo en el aire que rodeaba completamente su bergantín.

 

Por un segundo pensó que quizás sus serpientes que habitaban en la parte del barco habían asesinado a alguien y era la hora de la comida, pero esa ridícula idea desapareció instantáneamente, sus pequeñas amigas no harían algo así, y si lo hubieran hecho ese aroma habría estado rondando el barco por días, y no recordó aquel singular olor el día anterior que regreso al barco.

 

La sonrisa del mago que era encuadrada por una tenue barba continuaba en su rostro. – Olvidando un poco eso ¿Buscas algo en especial? Tengo todo tipo de cosas que podrías encontrar interesantes.- Viendo de reojo esos penetrantes ojos por un segundo, mientras seguía sonriendo amigablemente.

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  • 2 semanas más tarde...

Tenía mi cabellera pelirroja pegada a mi cuero cabelludo, podía sentir perfectamente como se crispaba y erizaba por todos lados, mi piel pálida y brillante resaltaba a la luz del sol y mis ojos azules vivaces y siempre alegres lucían apagados y preocupados, el señor del ministerio que estaba en la acera no era otro que mi compañero de trabajo, se me revolvía el estomago de tan solo pensar que alguien le haría algún daño, tantos y tantos casos que resolvimos juntos, volví a intentar sacar mi cabello enrulado de mis ojos, odiaba cuando se me ponía en la visión y no podía llegar a ver tres en un burro, se supone que como Auror tenía que poder ayudar en aquel caso, pero era mi amigo el que estaba allí tirado rodeado de tanta gente que parloteaba sin cesar, quería hacer algo, pero realmente no tenía ni idea del que, así que hice lo que siempre hacía: improvisar sobre la marcha.

 

- Permiso, permiso, soy del departamento del cuartel general de Aurores, es mi compañero caído el que esta allí, así que les pediré a los civiles y transeúntes que andan por la zona que se limiten a observar y si es que puede ser que se corran de mi camino, necesito poder investigar como es que llego de esta manera y que le sucede, así que pónganse detrás de la banda amarilla por favor - Grité con mi cantarina voz más alta de lo normal, mientras rodeaba el perímetro con la banda antes mencionada la cual tenía rayas negras que decía: "prohibido pasar, solo personal autorizado" -

 

Ante mi grito pude sentir como las personas que parecían más pequeñas y diminutas de lo alta que era yo, corrían por todos lados lejos de la escena del crimen y detrás de la nefasta banda que odiaba poner siempre y máxime si quien estaba allí caído era un compañero mio, intente pensar que tenia que actuar con profesionalismo y sobre todas las cosas saber como resolver aquel crimen extraño, todo había comenzado siendo demasiado fácil y no me extrañaba que las cosas se pusieran difíciles, a lo lejos divisaba un barco que parecía de formas fantasmales o ¿eran solo imaginaciones mías? algo me decía que las siguientes horas serían completamente decisivas para saber que rayos había sucedido en aquel extraño lugar.

 

Luego de llamar al resto de los miembros de la Orden y Aurores que pude encontrar en el camino, me decanté por alejarme del cuerpo de mi compañero y mejor amigo, intentando contener las lagrimas que pugnaban por salir de mis claros ojos, recordé cuando mi papá me decía que cuando lloraba parecía que el mar mismo estaba desbordando por todos lados, sonreí ante su recuerdo, a veces me preguntaba que me hubiera ocurrido si no hubiera llegado con Elvis y Annick, aunque decante la idea con un escalofrió, al pensar que seguiría a merced de personas para nada agradables, así que suspirando deje de pensar en ellos para pasar a intentar desentrañar este horrible caso que se me presentaba delante de mi diminuta y perfilada nariz.

 

Era un encargo de las lideres el que me había llevado a ver la urna magica, sabía de aquello porque ambas lo habian estado investigando tiempo atrás, recordé todas las veces que se decanto aquella vieja y loca teoria de que estaba hechizada o encantada, la de veces que discutimos que podría no ser así, por alguna extraña razón supe ciertamente que decir que vine como auror en lugar de para un encargo de la Orden era lo mejor que pude haber hecho, puesto que no todo el mundo veía con buenos ojos decir que sos de mi amada y siempre querida Orden del Fenix, era la cuartada perfecta, además era cierto que era la directora de Aurores y si lo dudaban tenía mi placa a la vista, para que cualquiera pudiera cerciorarse de que era yo quien decía ser.

 

El barco de velas negras se alzaba tentador a escasos metros mio, la curiosidad propia de una detective muggle se apoderó de mí, quería saber que tenía ese barco y al mismo tiempo quería huir rápido de allí, aunque casi siempre fuera demasiado impulsiva para mi propio bien, lo cierto era que ver todo lleno de negro y máxime un barco me daba cierto temor y miedo, un miedo que ocultaría sonando lo más profesional posible, tragué saliva preocupada y me decanté por subir los escalones, sintiendo mi corazón oprimiéndose a medida que subía, lo cierto es que quería gritar por mi padre pero en lugar de hacer lo que siempre hacía, negué con la cabeza y termine de subir los escalones, diciéndome que alejarme de la multitud era lo primordial en aquel nefasto día que si bien era soleado, para mí estaba gris y nebuloso por doquier.

 

- ¿Por que esta esté barco por aquí? ¿alguno de ustedes sintió el lió de abajo? está mi compañero allí muerto en la acera, realmente es una tragedia, disculpen, Lunita Gryffindor Delacour, directora de Aurores, para servirles, ¿venden alguna cosa buena? ¿puedo chusmear? - Pregunté con mi canarina voz al señor extraño que estaba allí parado, con un brillo especial de felicidad en mis ojos azules claros, mi miedo olvidado en algún recóndito lugar de mi alocada y alegre cabeza -

Editado por Lunatica Lupin Evil Black

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  • 1 año más tarde...

Oi hablar de este lugar con motivo de una situacion personal. Fue el 29 de Diciembre del año 2016. Recibi la mision de entregar un Augurey, en una jaula, al dueño de este negocio. Por lo visto lo habia extraviado en el Bosque Prohibido.

 

La verdad es que era un animalito muy cariñoso y me costo muchisimo el desprenderme de el. Quizas de esta experiencia viene mi querencia por los Augureys. No muchas personas saben esto pero, en el pasado, se considero la posibilidad de usar plumas de Augureys como nucleos de las varitas.

 

¿Que fue lo que paso? ¿Por que se abandono esta idea? No se sabe con seguridad. Quizas sea la mala fama, inmerecida del bicho. No es cierto que presagie la muerte aunque si se utiliza como barometro porque percibe el tiempo humedo. Sus plumas son muy bnitas pero tienen un defecto, no sirven para escribir porque repelen la tinta.

 

Curiosamente, es uno de los predadores de las hadas y tambien de insectos. Newt Scamander tenia un Augurey en su famoso maletin cuando fue a Norteamerica, y, de hecho, Newt es uno de los grandes valedores del Augurey.

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