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Castillo Gaunt • (MM B: 102403)


Anne Gaunt M.
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Mery Anne Haughton

 

- Terracota, no me importa lo que tengas que limpiar, si quieres que se prendan fuego los cuadros o no, solo quiero saber donde esta Anne -se limitó a decir con frialdad. Aquella elfina no le caía nada bien y siempre hacía que su humor empeorara más de lo que estaba. Esta se dio la vuelta y comenzó a subir las escaleras ignorando a la Haughton y su elfina. Por un momento, quiso ir y estrangular a aquella elfina mal educada aunque se contuvo.

 

Tras escuchar las ultimas palabras de Terracota comenzó a caminar hacía los pisos superiores junto con Wina. Los escalones se hacían eternos y la pelirroja comenzaba a estar cansada aunque eso no impidió que al pasar por el lado de la elfina de su madre le diera un pequeño pescozón y siguiera subiendo.

 

Cuando iba por la sexta planta la ojigris escuchó ruidos en el siguiente piso, reconociendo la voz de la Haughton. Siguió subiendo para comprobar que era cierto, en la séptima planta había tres figuras a las que reconocía con facilidad, su madre, Emmet y Santos. A los tres los conocía bastante ya que dos de ellos eran sus alumnos en la casa de los tritones, y la otra era su propia madre.

 

- Quiero decirte mamá que tienes una... -no pudo terminar la frase al ver la gran barriga que tenía Anne-. Mamá, sabía que te gustaban los bollos, ¿pero hasta tal punto? -dijo con los ojos totalmente abiertos mientras se acercaba a darle dos besos-. ¿Que sucede aquí? -finalizó viendo que cada persona tenía una cara de susto y a la vez de emoción que solo le faltaba tener un cartel en sus frentes diciendo "Tengo miedo pero estoy emocionado"

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Un chasquido proveniente de la escalera hizo que los músculos de la espalda de la Haughton se tensasen, preparada para atacar al recién llegado si es que no venía con buenas intenciones. ¿Quién podía ser? Que ella supiese, en el castillo no había nadie más que Santos, Emmet y ella misma, sin contar a los elfos presonales de cada uno de ellos y sus dos perros, que probablemente seguirían disfrutando de los jardines sin tener interés alguno por la gran edificación de piedra. El aroma que precedía al "intruso" era sencillamente asqueroso: sin duda, se trataba de un vampiro. La Mago Oscuro arrugó la nariz y estiró el brazo izquierdo con la varita fuertemente asida, preparada para atacar.

 

Y, justo cuando iba a pronunciar un hechizo, distinguió la melena pelirroja de Mery. Con un suspiro, la pelicastaña guardó su arma mágica y se giró de nuevo hacia el pasillo, sin ni siquiera pararse a saludar a su hija pequeña. Sin embargo, su aparente calma se vio totalmente destrozada tras el comentario de la Tempestad, que provocó que su madre se girara nuevamente hacia ella con gesto iracundo.

 

¿Pero qué dices, melona? —farfulló, con los dientes apretados. A pesar de ello, se inclinó ligeramente para dejarse besar en la mejilla por la muchacha—. Es increíble que quieras jugar a ser mayor y a la hora de la verdad no seas capaz ni de ver cuándo una mujer está embarazada... —soltó, alzando la cabeza con altivez. Justo al terminar de hablar recordó un dato de vital importancia: ¡Mery no sabía que iba a tener un hermanito! La licántropa tragó saliva; ya no había marcha atrás—. Técnicamente no sucede nada. Hemos escuchado golpes en este piso y vinimos a ver qué sucedía... creo que se trata de un fantasma —terminó diciendo, para así desviar la atención de su hija hacia otro tema que no fuese el de su embarazo mientras, a la vez, acariciaba su vientre suavemente con la mano derecha.

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Mery Anne Haughton

 

Últimamente, cada vez que veía a su madre Anne, la ojigris solo encontraba malas noticias, o entregaba malas noticias, y esta vez esperaba que hubiera algo bonito y que no causara problemas entre ambas ya que no solían acabar demasiado bien. Tras besar la mejilla de su madre, las palabras que salieron de la Haughton dejaron a la pelirroja estupefacta. ¿Embarazada? los pelos de la Tempestad se elevaron totalmente en solo pensar en tener un hermano pequeño. Parecía que iba a perder el conocimiento, el pecho se le encogió hasta parecer que no cogía aire, aunque rápidamente un tema distinto salió de la boca de la Gaunt.

 

- Con que fantasmas... -dijo mientras pensaba que ella se convertiría en uno de esos al saber que un hermano pequeño venia en camino-. Que bien, son tan... encantadores esos seres -dijo mientras tragaba un gran nudo e intentaba olvidar la palabra "embarazada". Suspiró mientras miraba la enorme panza de la licántropa, aquello era como una pesadilla, un ser más en el mundo, y peor que todo eso, un hermano pequeño al que aguantar y cuidar-. ¿Puedo acompañaros en vuestra aventura? -se limitó a decir desviando la mirada hacía Santos y Emmet.

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Sophie Haughton

Direccion de la Red Flu, Trasladores y Control de Calidad.
Departamento de Transportes Magicos.

 

No pude sino soltar un resoplido de sorpresa cuando luego de aparecerme alcé la vista para contemplar la residencia Gaunt, un castillo excepcional con al menos siete pisos y visibles torres, no cabía duda que la historia de aquella familia era amplia y databa de muchos años atrás, posiblemente siglos. Aquella era tan solo una de las ventajas de mi trabajo, conocía muchos castillos y mansiones que de no trabajar jamás hubieran pisado mis pies, con aquel pensamiento comencé a caminar hasta la entrada animada.

 

Recorrer todo el jardín hasta la puerta principal me tomó un tiempo considerable, pues a pesar de que no era mucha la distancia que separaba el portón de los terrenos hasta la puerta del mismo Castillo, el derroche de elegancia era tal que no podía sino contemplar, pero por fin estuve frente a la puerta en donde despues de tocar con mis nudillos tres veces un joven elfo asomó a la puerta y con voz monótona preguntó que se me ofrecía.

 

- Mi nombre es Sophie Haughton y vengo en representación del Departamento de Transportes Mágicos, específicamente de la Oficina de Red Flú, trasladores y control de calidad - hice una pausa, me sabía de memoria aquella presentación pero es que cuando no lo hacía así los elfos recelaban - el señor Dérek Lúcien ha contratado unos servicios para este Castillo y estoy aquí para instalarlos por tanto solicito hablar con algún patriarca o matriarca que se encuentre disponible - al terminar el elfo asintió, comprendiendo de pronto y me hizo pasar al frío interior del Castillo.

 

Si por fuera parecía imponente y clásico por dentro era aún más impresionante, mientras seguía al elfo pude observar varias piezas de arte dignas de un coleccionador, por fin llegamos a una salita en donde me indicó que esperara mientras iba a buscar alguno de sus amos. Me senté plácidamente después de todo no tenía prisa alguna.

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Lancy. Elfo personal de Kurt Ravenclaw.

Con un leve crack, Lancy, el elfo personal de Kurt Ravenclaw, se apareció de lleno delante de la entrada principal del Castillo de la Familia Gaunt. Era raro verse allí, la verdad aquella familia tenía poco de haberse establecido en Ottery, por lo que al pequeño elfo se le hacía un poco raro que su amo tuviera amistades ya dentro de aquel lugar. Sacó la lista que llevaba dentro de su suetercito para revisar quienes de aquella familia estaban invitados, y se sorprendió de solo ver dos nombres. Tocó la puerta y otro elfo le abrió.

—Buenas tardes, vengo en nombre de mi Amo, Kurt Ayrton RAvenclaw, a entregar su invitación de boda a la señorita Anne K. Haighton y al señor Derek Lúcien. Esperamos poder contar con su presencia. Los puntos de salida de los trasladores serán en punto de las media noche del diez de noviembre en los terrenos del Castillo Ravenclaw, por si no se desea emplear la aparición —Explicó el elfo y tendió el pergamino para luego volver a desaparecer.

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(Se da click para abrir)

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El rostro de Mery cambió prograsivamente tras escuchar que en unos meses tendría un hermano, pero no se pronunció al respecto y Anne suspiró, ligeramente aliviada. ¡Bastante tenía con el ajetreo de la mudanza y del extraño fantasma que parecía habitar en la parte alta del castillo como para tener que lidiar también con su hija, que tenía demasiado mal humor para su gusto! Desvió la mirada para centrar su atención en la procedencia de los golpes: parecían venir de la puerta más cerca a la ventana del pasillo de la derecha, que daba a los jardines de aquel mismo lado.

 

Claro, hija, vente... nos vendrá bien otra varita, en caso de que el fantasma no esté contento con tener nuevos compañeros de vivienda —respondió, con ironía. Avanzó unos pasos con sigilo, pero fuera lo que fuese lo que había en la habitación alcanzó a escucharla ya que los golpes se detuvieron y la puerta, de repente, se abrió sola. La licántropa aferró con fuerza su varita y avanzó un poco más, asomando la cabeza por el marco de la puerta para observar lo que había en el interior.

 

Todo parecía tranquilo, no había nada fuera de lo común... ni nada colocado en su sitio ni en buen estado tampoco. Parecía que un terremoto había pasado por el lugar destrozando todo el interior ya que los cuadros estaban rasgados y descolgados, las sillas destrozadas, el cristal de la ventana roto y la cama partida por la mitad. Los ojos grises de la mortífaga se abrieron más de lo normal, observando con sorpresa lo que los esperaba en aquella sala.

 

Por Morgana, ¿qué demonios es lo que...? —pero no alcanzó a terminar de hablar ya que un ser incorpóreo apareció ante ella de repente, "saliendo" de detrás de una puerta del armario que colgada medio rota de sus goznes. ¡Era un fantasma! Pero aquello no era lo que realmente sorprendía a la Haughton: el espíritu de aquel hombre la miraba intensamente dividido entre la alegría, el asombro, la confusión y el recelo. Avanzó un poco hacia ella, y la mujer retrocedió un paso, alarmada.

 

¿Anne? —murmuró el fantasma, con los ojos clavados en ella y la voz cargada de anhelo. La pelicastaña volvió a retroceder, cada vez más insegura—. ¿Anne Bonny?

 

No, yo no... no soy esa... ¿quién es Anne Bonny? —tartamudeó la Haughton, aferrándose a su varita aún sabiendo que de poco le serviría en caso de que quisiera hacerle daño.

 

 

 

 

Secajo, elfo personal de Anne K. Haughton. Atendiendo a Sophie Haughton (♥)

 

Alguien había llegado al Castillo. Secajo lo sabía, y por eso corría por las escaleras en dirección al vestíbulo, curioso por conocer al visitante. Sus pies resonaban ligeramente en el amplio lugar, aunque no lo suficiente como para ser un sonido desagradable. En cuanto alcanzó la puerta, la abrió sin detenerse un segundo y examinó la figura femenina que se alzaba ante él. Además, una notificación de boda llegó mediante otro elfo como él, pero Secajo se limitó a asentir con la cabeza tomando la nota y después regresó su atención a la recién llegada.

 

Bienvenida al Castillo Gaunt. ¿Qué se le ofrece? —preguntó con voz monótona, aún repasando en su memoria de qué le sonaba aquella mujer. Ante la breve explicación de la mujer, asintió para sí y le hizo un gesto con la mano para que lo siguiese. La guió por el vestíbulo hacia la sala de estar de aquel piso, situado en la parte derecha. Por los amplios ventanales entraba la luz del sol iluminando la estancia y haciéndola agradable y acogedora, a pesar de que el ambiente era bastante frío.

 

Mientras la mujer se acomodaba en un sillón para esperar a que alguno de los patriarcas la atendiese, Secajo seguía dándole vueltas a su pequeña cabecita para saber quién era la mujer, a la vez que preparaba en una bandeja una taza y una tetera: quizá le apeteciese un café o cualquier otra cosa. Se volvió hacia ella con la bandeja de plata en la mano y le dedicó una sonrisa que dejó visibles sus dientes feos y torcidos pero que no dejaban de mostrar la amabilidad que el elfo irradiaba.

 

¿Quiere un café, durante la espera? O puede pedirme cualquier otra cosa, se lo serviré con gusto señorita Hau.... ¡eso es! ¡Ya sé quién es usted! —exclamó de repente, emocionado. Posó la bandeja ante la muchacha e hizo varias inclinaciones ante la Haughton, casi rozando el suelo con la punta de su alargada nariz—. Soy Secajo, mi ama, y usted es una de las hijas de mi señora, Anne —la señaló, con los ojos brillantes—. Su madre anda en la planta de arriba, creo que tenía un asunto que solucionar y su hermano Santos, también patriarca de la honorable familia Gaunt, anda con ella. En un santiamén bajarán a recibirla, estoy seguro y, mientras tanto, yo estoy a su disposición para aquello que necesite —añadió, tan servicial como siempre.

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Sophie Haughton

Dirección de la Red Flú, Trasladores y Control de Calidad.
Departamento de Transportes Mágicos.

ACTIVACIÓN DE SERVICIOS.

Aquel era elfo definitivamente era algo por ver, aunque un poco torpe no cabía duda que se esforzaba al máximo por cumplir a cabalidad las órdenes de su ama y por tanto volvió cargando una voluptuosa bandeja con una tetera, parecía haber experimentado un tipo de epifanía pues al tiempo que me ofrecía un té o café exclamó: ¡Ya sé quién es usted! aquello me asustó un poco pero al ver como soltaba la bandeja y comenzaba a hacer reverencias el susto cambió por un sensación divertida, aquel parecía ser el elfo de mi madre, cuántas cosas que no sabía sobre ella, aun no acababa de sorprenderme.

 

- Oh vaya no tenía idea... - comencé a decir aun confundida - en ese caso podemos dejar la bebida para luego pero un té estará bien - me puse de pie- quizás puedas llevarme a la chimenea para ir adelantando algo del trabajo - dije a la espera de que el elfo señalara el camino, sin embargo antes de seguir al elfo- espera primero vayamos a los terrenos - en esa dirección si conocía el camino así que me adelanté hasta la puerta con elfo casi correteando detrás de mi me alcanzó a tiempo para abrirla, una vez allí el aire frío golpeó mi rostro, saqué mi varita y apunté a las lindes de los terrenos, de aquella forma el encantamiento estaba completo, a partir de aquel momento:

  • Sólo los patriarcas pueden aparecer y desaparecer en cualquiera parte del Castillo.
  • Los miembros de la familia pueden aparecer en los jardines delanteros del Castillo. Sin excepciones.
  • Miembros ajenos a la familia no pueden aparecer ni desaparecer a menos de 100 metros del castillo.

-Muy bien, ahora la chimenea- le dije al elfo tratando de obsequiarle una sonrisa, caminé detrás de él de nuevo por el vestíbulo y hasta una chimenea tan grande como para caber una persona adentro, haciendo una reverencia más el elfo me dio espacio para trabajar en ella. Un nuevo movimiento con mi varita y la conexión flú de aquella chimenea quedó establecida, los miembros de la familia ahora podían viajar directamente a la Academia de Magia y Hechicería así como al Hospital San Mungo de Enfermedades Mágicas. - Excelente, ahora en donde estábamos con ese té - el elfo casi echa a correr por él hasta la sala, riendo por lo bajo le seguí.

OFF:

Madre :love: he tenido que rolear para reportar la activación del servicio, pero a partir de este post no tengo prisa, así que puedes tomarte tu tiempo n.n

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Mery Anne Haughton

 

"¿Fantasmas?" aquellos seres incorpóreos y aterradores que encantaban a la pelirroja. Uno de sus sueños siempre a sido ver a un fantasma, tenerlo cerca y poder conversar con el, aunque si no conversaba no iba a suceder nada malo ya que tampoco sabía si estos le harían algo o no. Sacó su varita con cuidado mientras se colocaba tras su madre Anne y comenzaba a caminar hasta la habitación donde procedían los golpes.

 

- Creo que por muchos hechizos que lancemos, el fantasma nos podrá... -dijo la Haughton emocionada pero a la vez algo asustada. Al momento de que Anne abriera la puerta de la habitación el ser incorpóreo apareció enfrente de esta. Las lagrimas saltaron de los ojos de la tempestad, su sueño acababa de cumplirse, un fantasma estaba a pocos metros de ella.

 

"¿Anne Bonny?" repitió en su mente la pequeña mientras torcía su cabeza intentando pensar si ese nombre le sonaba o no, aunque estaba bastante claro que aquel nombre era la primera vez que lo escuchaba. Soltó una pequeña carcajada al ver el miedo que recorría el cuerpo de la Gaunt y solamente cruzó sus brazos para ver que más hacía aquel ser.

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Secajo, elfo personal de Anne K. Gaunt Haughton. Con Sophie.

 

La criatura acompañó a Sophie por el castillo para que pudiese activar los servicios que el tío de su ama, Derek, había contratado. Sin embargo, el elfo se dio cuenta de que no todo lo que había dicho su hija era lo que ella había querido para su hogar. Por ello, esperó a que la joven terminase de hablar y, en cuanto lo hizo, decidió que se informaría para luego poder dar un informe a su ama.

 

Mi amita, tengo una pregunta... sé que no es de mi incumbencia, pero la ama Anne igual querrá informarse de esto, así que adelantaré el trabajo que sé que me tocará hacer. ¿Qué debe hacer si quiere que los familiares Gaunt puedan también aparecer en sus habitaciones? Ella había hablado de eso pero parece que Derek no lo recordó... —titubeó, retorciéndose las manitas. Tras esto, salió corriendo para servirle el café a la muchacha, escuchándo cómo ésta le seguía de cerca.

 

Frenó en seco en la salita, derrapando ligeramente sobre los talones. Las tazas tintinearon cuando tomó una y la dispuso sobre una bonita bandeja de porcelana y sirvió un té para la Haughton. Después, se lo sirvió y le hizo una reverencia.

 

Aquí tiene, amita. No sé en qué andará su madre, pero seguro que baja pronto —le dijo, volviendo a retorcerse las manitas pero sin despegarse del lado de la muchacha, por si requería sus servicios una vez más y, además, para hacerle compañía.

 

 

 

Anne K. Gaunt Haughton.

 

El fantasma avanzó un poco más... distancia que la Gaunt volvió a ampliar al dar un par de pasos hacia atrás de forma atropellada. Chocó ligeramente con Mery, a la que arrastró tras de sí en ademán protector. Aquel ser detuvo su avance, comprendiendo que estaba asustando a los humanos.

 

¿Cómo que...? ¿Que quién es Anne Bonny? No bromees, mujer... llevo siglos esperándote —respondió tras unos segundos de reflexión el fantasma. Alargó una mano hacia la licántropa, como si fuese posible que se tocasen—. Soy yo, querida mía... soy Jack el Calicó. ¿Cómo has regresado a la vida? ¿Y quién es esa joven? —añadió, con ternura, señalándolas a ella y a Mery respectivamente.

 

Lo siento, Jack el... como se llame, yo no sé quién es —balbuceó la Haughton, con los ojos como platos. Seguía aferrándose a su varita como si le fuese la vida en ello—. Y tampoco sé quién es Anne Bonny... yo soy Anne Gaunt Haughton, matriarca de este castillo. ¿Se puede saber quién es usted y qué hace aquí? —inquirió, recuperando la seguridad en sí misma que solía presentar siempre.

 

Esperó en silencio mirando de reojo a Mery, que parecía inusualmente emocionada. En otras circunstancias, aquel hecho la habría hecho reír a carcajadas por la felicidad que irradiaban los ojos de la Tempestad.

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  • 2 semanas más tarde...

El hombre observó desde la lejanía el imponente Castillo que él mismo había ayudado a construir, pero del cual nunca había disfrutado debido a los acontecimientos recientes. Dudaba que los demás aún estén al tanto de ello, pero debido a la naturaleza del acto, sobre su mente no se borraría jamás una situación así. Avanzó con paso lento haciendo ondear la capa de viaje que aún llevaba puesta, no había pasado mucho tiempo desde que había llegado, y prefería avisar de su llegada antes que se enteren por otras personas de su regreso a Ottery.

 

Entró por el gran portón que daba la bienvenida, y llegó hasta el vestíbulo principal en donde todo se encontraba relajado, en orden. Un diminuto elfo pasó lejos de él, ajeno a su presencia y siguió su camino lento hacia otra habitación. Sonrió para si, al tiempo que sentía que era mejor pasar inadvertido por un tiempo, hasta obtener nuevamente el poder que había dejado atrás hacía ya un par de meses. No dejaría que la gente pensara que seguía siendo el mismo. Había cambiado, aunque no sabía si para bien o para mal, pero lo había hecho.

 

Continuó su camino en dirección a la segunda planta, ya que quizás hubieran visitas y no quería ver a extraños en aquel momento. Debía de encontrar a Anne, que era a la que más conocía de todos los de la familia —había crecido mucho la familia Gaunt en corto tiempo, pero el castaño no conocía ni de cerca a más de la mitad de los miembros y eso le preocupaba de sobremanera. Era patriarca, pero no se había preocupado en conocer a los susodichos; quizás tuviera a un asesino en su familia y no lo sabía— y preguntarle sobre asuntos estratégicos que decidirían su futuro.

 

—Espero que esté por aquí —giró su rostro a ambos lados del corredor y al no encontrar a nadie, se decidió por continuar caminando por el pasillo de la derecha y esperar suerte. La Haughton nunca se encontraba en su habitación, y sería una perdida de tiempo ir allí.

 

Avanzó varios minutos sin tener suerte en su objetivo, pero al menos no encontró a ningún intruso. Siguió su camino hasta llegar a su propia habitación, abrió la puerta y se sorprendió al no encontrar la capa de polvo que esperaba hallar; al menos no lo habían olvidado del todo, y eso era algo bueno. Cerró la puerta silenciosamente y al no tener éxito, se quitó la capa para dejarla sobre la mesilla que se encontraba cerca a su puerta y bajar al vestíbulo. Anne debería de encontrarse allí.


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