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Clinica Santos Mangos (MM B: 87868)


Sagitas E. Potter Blue
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¿Había pensado que estaba más segura con Heliké que con la tía Sagitas? En cuanto habló con aquel tono tranquilo supe que estaba equivocada. Y que estaba en peligro. Nos llamó queridas en un tono que hizo que sonaran campanitas de alarmas. No había abierto la boca, pero era lo mismo, Sagitas cargó contra las dos.

 

Al principio supe que tenía razón, no podía gritar en un hospital, pelearme con Heliké había sido una decisión equivocada. Pero después todo se lió y ya no me gustó nada.

 

- ¿Qué mujer? ¿Te refieres a...? - ¡Sagitas se estaba metiendo con mi vida privada! Primero Heliké y ahora ella. ¿Pero qué se creían? - ¡No me fui con Lisa! Bueno, sí, pero no fue para irme de fiesta. Estaba... Estuve... ¡Ayudé a atrapar a la asesina, a quien destruyó la estación de tren!

 

Puse la mano en mi pecho, pues me dolía lo que había dicho.

 

- ¿Una sanción administrativa? ¿Por qué? Ataqué a aquella loca y...

 

¡No podía hablar del disgusto!

 

- No puedes hacerme esto - empecé a llorar flojito, asustada. ¡Una sanción administrativa! Eso significaba que la haría mi madre, que era del SAW. - No, tía, por favor.

 

Imploraba porque no queria enfrentarme a mi madre. Eso era aún peor que soportar la cara de víctima que estaba poniendo la tía Sagitas. Heliké no lo arregló, a pesar que me ayudaba.

 

- Causas mayores - repetí sus palabras. La tía no podía sancionarme, no podía, no, no...

 

Heliké me envió un mensaje de calma pero ella no estaba calmada. Salió en estampida con tanta furia que me dejó petrificada. Estaba en medio de ella y de la tía, a cual de las dos más enfadadas. Lloré un poco más fuerte.

 

- Siempre te obedezco, tía.No me castigues. Te prometo besuqu... Te prometo que en mi horario laboral sólo pensaré en las restauraciones de desastres, no en temas ajenos a Reversiones. Pero no me sanciones, tía, por favor.

 

La tía Sagitas estaba tan alterada que no entraba en razón. Las enfermeras entraron porque parecía que había empeorado. Ella gritaba y casi parecía que escupía rabia por la boca. Nunca la había visto tan mal y yo no paraba de llorar. No me di cuenta del silencio hasta que la enfermera me pidió que me fuera.

 

Salí llorando de la habitación y entré en el ascensor que me llevó a la recepción. Sólo pensaba en irme y hacer el dichoso informe y rogar que fuera cierto, que la tía se hubiera olvidado de todo al despertarse.

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Llegué a la mansión Rambaldi después de escuchar los “gritos” calmados de mi tía Sagitas que además de mi jefa en el ministerio también lo era en la clínica. Aunque en cuánto llegué pensé en Xell y me sentó fatal, me había ido rechinando los dientes sí, pero la había dejado sola y además había dejado con la palabra en la boca a Sagitas…


Contrariada fui hasta mi habitación y me cambié de ropa, iría a la clínica sí, pero como visitante y no como jefa de enfermeras, ya que había terminado mi turno. Me puse una camisa de tiras, un pantalón con campana y unos botines altos. Tomé de nuevo mi varita y lanzando un suspiro la guardé dentro de la capa en cuánto me la puse al cuello. Me giré sobre mis talones y me aparecí delante del edificio hospitalario.


Llegué caminando a pasos lentos hasta el interior con la cabeza gacha, y me senté en uno de los asientos. Una de las enfermeras llegó y me hablo:


-señora –alcé la ceja, mirándola con una seriedad que mataba- he terminado mi turno hace media hora –le respondí cortante.


-La Directora Sagitas estaba muy nerviosa y lanzando chillidos a una joven y la hemos dormido –me informó la chica y asentí con la cabeza. Aún no sabía los nombres, pero no olvidaba las caras. Pero si no estaba mejor en la mansión Rambaldi, no estaba mucho mejor en cuánto nombró a Xell, aunque no había dicho su nombre sabía que se refería a ella:


-Bueno, pues que la duerman un poco más, necesita descanso –y poniendo las manos sobre la cara, frotándome los ojos, necesitaba relajarme, así que me levanté y le dije:


-Si pasa cualquier cosa, estoy en la cafetería –y me levanté rumbo a los elevadores hasta la última planta.
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  • 3 semanas más tarde...

Aparecía ante la puerta de la clínica porque quería hacerme una revisión de la vista. Sentía un cosquilleo en el lagrimal, no había visto nada en el espejo de mi cuarto, pero estaba segura que tenía algo en él, porque me picaba y acababa rascándolo con el dedo, aunque sabía que eso lo irritaría más. Pero era tan desagradable...

 

Por eso, entré en la clínica y me acerque a la recepcionista, quien me reconoció al instante.

 

- ¿Va a huir?

 

¡Uy! Eso me alertó. Capaz que me retenía si le decía que venía por una consulta médica.

 

- No, vengo a ver a mi prima Heliké. Es la jefa de enfermeras. ¿Está por aquí?

 

Me indicó que estaba en la cafeteria y corría a buscarla. No la veía entre tanta gente. Se ve que había llegado a la hora en que todos la llenaban. Restregué el ojo con fuerza. Encima veía algo borroso.

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Me encontraba un poco cansada aunque tuviese toda la eternidad para descansar, desde luego tener a la tía como enferma era un caos enorme. Me había enfadado mucho, sacado mi mal carácter, pero al final había vuelto, recordando que aún no había terminado mi guardia y mirando mi reloj, suspiré al ver que me faltaban todavía dos horas para acabar mi jornada dentro de ese lugar.

 

Después de la bronca monumental había ido a la cafetería a relajarme algo estaba tomándome un zumo natural de naranja, mientras me leía el periódico de ese día, sólo decían tonterías, doblé las hojas y observé el lugar, estaba completamente abarrotado, no me había dado cuenta de cuándo se había llenado…

 

Un aroma particular llegó a mi nariz, volví a girarme, mi prima Xell andaba por ahí…

 

Me levanté de la silla y pagué la cuenta, hasta que apartándome de varias personas la localicé rápido.

 

-¡PRIMA! -grité un poco alto y varias cabezas se miraron a mí con mala cara, y moví la mano para llamar su atención –estoy por aquí –pero parecía que eso era un tren en hora punta, me fui moviendo hasta que llegué a su altura, se estaba rascando un ojo.

 

-¿Todo bien? ¿Qué pasa? –le pregunté con preocupación mirándola de arriba abajo esperando su contestación.

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Revisión antes de la celebración,llegando a la clínica.

 

Los meses han pasado velozmente y en poco tiempo, el niño cumpliría los tres años. Por esa razón, su madre decidió que era tiempo, (porque otras veces se le había olvidado), llevarlo al lugar donde nació. Una revisión completa se merecía Argentus Potter Black para descartar algún cuadro de dolencia que no fuese detectable a simple vista.

 

No iban solos, ya que ese día el elfo más allegado a la madre le pidió que los acompañara, como lo fue hace casi tres años atrás. Sethy estuvo con ella, fue el que la llevó a la clínica para que diera a luz. Su primer elfo, leal y trabajador, por eso la pelicastaña lo tenía en alta estima.

 

–¿Eres un niño grande, verdad? – le preguntaba a Argi.

 

Como el tiempo de Sunar le había impedido realizar los controles necesarios, no estaba segura que entendiera los métodos que las sanadoras utilizarían con el peliazul. Solo quería evitar que la clínica sufriera de otra escena de baja temperatura como aquella vez que su hija mayor se encontraba muerta; que gracias a la tía Sagitas, tío Jack, tío Matt y la prima Xell, la regresaron a la vida aunque después se desencadenara otras situaciones.

 

El elfo abrió la puerta, el niño entró tranquilamente junto a la madre, y se dirigieron a la recepción para pedir una cita con la sanadora en turno.

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  • 2 semanas más tarde...

Vale, no me gustaban los médicos ni los sanadores, eso siempre lo había dejado claro. pero Sagitas me obligaba a ir, porque sino...a saber lo qeu me hacía.

 

Después de la noche en las criptas del confesionario había terminado "doblado" muy frío, como encogido, apenas podía ponerme derecho a causa del dolor que tenía en la espalda, no era la primera vez, pero si la que más tiempo me estaba durando, asi que Sagitas me obligaba a pasar por la clínica y que me echasen un vistazo.

 

Abrí la puerta y me acerqué a recepción...donde Sunar y Argi esperaban.

 

- Eh, sobri, minisobri...que hacéis aqui? estáis bien? - pregunté, mirándolos preocupado, revolviendo el pelo del pequeño.

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Revisión antes de la fiesta. Sunar con Matt y Argi

 

No veía a nadie en el mostrador de la recepción, y aguardó a que llegara la señorita. Sabía que algunas veces se sorprendía al momento que ella llegaba con una atención sin cita previa, ya sonreía solo por verle la cara.

 

- Ya nos atenderán - comentó a Argi y al elfo que llevó al amito hacia las sillas.

 

Mientras la pelicastaña se quedaba en la recepción a la espera de la señorita, o alguien de la clínica, la puerta se abrió. Su tío llegaba y saludaba al niño que se encontraba con el elfo.

 

- Solo una revisión de rutina - comentó Sunar desde su ubicación.

 

Viendo que no había movimiento, se acercó al Blackner.

 

- Es que tenía algo de tiempo de no traerlo para que le hicieran los exámenes, ¿crees que me regañarán por el descuido? - preguntó un poco preocupada la madre del peliazul.

 

Y diciéndole eso, pensó que ella misma debía hacerse una revisión. Tantas exposiciones a enfermedades que se podía transmitir por el contacto con criaturas (como las que veía en su trabajo), era mejor estar completamente segura de su salud.

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Bostecé al cruzar el umbral de la clínica. Había salido, por supuesto. ¿Quién iba a detenerme cuando yo era la dueña? Me estremecí, era mejor que no me contestara nadie. Al fin y al cabo, me habían dado la alta (yo no tuve que presionar mucho al sanador, sólo le ofrecí una mejora de cargo y de despacho si aceleraba mi salida, yo me encontraba totalmente recuperada del accidente de King Cross).

 

Y ahora volvía, con el paso firme de una Directora (no, nunca más como paciente, por favooooor). En la recepción estaba la chica de siempre, atendiendo a mi sobrina Sunar y a Matt. Argi, el chiquitín sobrino, miraba a los lados, como si buscara algo. Le sonreí y tragué saliva. ¿Qué harían allá? ¿Conspirarían contra mí? Me entraron ganas de salir corriendo antes de que me pillaran pero... ¡Qué leches! Era la directora. Tomé aire y seguí avanzando. Al fin y al cabo, a quien más miedo tenía, era a Heliké. Menuda jefa de enfermeras me había tocado. Si tenía que hacer algo, había de ser a sus escondidas.

 

-- Hola, familia -- dije, poniendo mi bolso sobre el mostrador. Noté que la Recepcionista arrugaba la nariz, pero yo era la Directora, que se aguantara. -- Hola, Argi, mira qué tengo.

 

Saqué del bolso un peluche feísimo que Ithilion amaba.

 

-- ¿Quieres jugar con él?

 

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Revisión antes de la fiesta. Sunar con Matt, Argi y Sagitas

 

Ya la señorita regresaba de dónde estuviese. Así que empezó a preguntar por los datos del niño. La madre se acercó a darle todo lo que fuese necesario para registrarlo en la ficha que sería utilizada por el sanador en turno.

 

- Quiero que se le realice los exámenes de sangre, y se le ponga vacunas porque va a salir del país - le informó a la recepcionista.

 

Mientras eso, la tía Sagitas llegaba.

 

- Hola tía - saludaba Sunar cuando la mujer se encargaba de terminar de poner la información que ella le pidió - Se llama Argentus Potter Black, tiene dos años con 10 meses - volvió a hablar con la señorita.

 

Luego vio que el niño agarraba entusiasmado el muñeco que la matriarca de la familia le brindaba. La madre lo vio algo feito.

 

- También quiero revisarme yo. No quiero enfermarme por allá - dijo la Potter Black antes de girarse de nuevo y ver como el niño tiraba el muñeco.

 

A Sunar le pareció raro que actuara así con un juguete que no era suyo. Sonrió apenada y con ganas de llamarle la atención pero se contuvo porque estaban sus tíos y seguro que no les gustaría.

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Me quedé quieta durante un momento, observádola. No veía nada fuera de lo normal, pero en cuánto se hiciese una revisión mucho mejor. Yo no era la más adecuada para hacerlo ya que sólo era una sencilla jefa de enfermeras, avisaría a un sanador o en su defecto avisaría a Eledwhen para que le hiciese un chequeo.

 

-Venga vamos, voy a llevarte a la sala de urgencias y a colarte en un box, no creo que haya problema -le dije guiñándole un ojo y la agarré del brazo con delicadeza para que me siguiera, tomamos uno de los ascensores y llegamos hasta la primera planta, que era la de urgencias.

 

Para cuando llegamos ya había personas ahí dentro. Estaban Sunar con un pequeño, además de Sagitas y también Matt, además de, por supuesto la odiosa recepcionista, que me daban ganas de matarla algunas veces.

 

-Aguarda aquí -le dije en bajito, fui revisando todas las zonas, por si de casualidad veía a la sanadora vampiro, pero no se encontraba por el lugar.

 

-Bueno, vete hacia esa zona del box uno, enseguida estoy contigo con un sanador -le indiqué- voy a hablar un momento con Sagitas.

 

-¡Hola! -exclamé con jovialidad- ¿Qué tal estáis familia? -pregunté mirando a Matt, Sunar al pequeñín y después a mi tía.

 

-¿Sabes si Eledwhen está por aquí? Necesito de su ayuda, o en tal caso que un sanador venga conmigo -le dije mirando hacia mi tía. Esperaba que me respondiese pronto.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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