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Clinica Santos Mangos (MM B: 87868)


Sagitas E. Potter Blue
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Esa clínica estaba muy sola, casi tan sola como el pueblo del que su hermana siempre estaba muy orgullosa y como sabía que ese edificio y negocio ya tenían una historia de muchos años porque ella misma lo había visto cuando la inauguración le extrañaba que no tuviera un pequeño grupo de personas esperando ser atendidas porque incluso recordaba que las propias encargadas siempre estaban en cualquier disposición.

Hayame debía de sentirse triste, de esas cosas no tenía duda por mucho que dijera que la hechicera era una especie de pequeño demonio también sabía que le dolía ver su negocio sin personas.

-¡Ya sé!

Dijo de repente palmeando ambas manos por delante suyo con una sonrisa tan brillante y pura que seguramente de haber enfermos estos se habrían curado solo por el cambio en el ánimo de sus vidas ante la presencia de aquel pequeño ángel que descendia a acompararlos en sus males.

-Le cocinaré un pastel.

Dijo sonriendo todavía más con sus ojos brillando como un par de perlas recién descubiertas en medio del mar.

-Le traeré un delicioso postre que la subirá de ánimos y seguro que si ofrecemos rebanadas en la entrada muchas personas van a querer visitar la clínica.



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"Estoy por tener a mi hijo"

"Vas a mejorarte pronto, todas las cosas van a salir bien"

"Aish!! Como se vuelvan a escapar de mi planta mi gran sartén hará que recapaciten: un buen golpe de sartén siempre es la solución a todo problema así como una barra de chocolate gigante"

Las voces... siempre las voces...

Hayame rió un poco con algunas lágrimas cayendo por sus mejillas y alzó una mano para limpiarse una al tiempo que le parecía escuchar todo aquello como si todavía pudiese tocar la niebla de los recuerdos; extendió una mano hacia el frente, casi pudiendo sentir los cuerpos de las imágenes que su mente evocaba para entonces...

PUF

Todo se desvanecía y en su lugar los iluminados y silenciosos corredores volvían a hacer aparición dejándole saber que el tiempo er incapaz de volver a su curso

Del pasado, de sus amigas, de sus amores, de los pacientes que acudían con un flujo pequeño pero constante para ser sanados apenas tuvieran la oportunidad, de todo ello ya no quedaba mas que el eco en las memorias de quienes todavía resistían un poco más para no abandonarlo todo al olvido

Volvió a caminar y alzó una mano para pasar la yema de los dedos por la superficie de las paredes como si estas pudieran transmitirle algo dela calidez de ese momento detenido

Neter, Sagitas, Noelia, René, Mel...

Todas...

Incluso su hermano mayor del que solo sabía que ahora era famoso y reconocido muy lejos de su alcance...

-Maldita sea -dijo de pronto cerrando los ojos de forma apretada mientras que le daba un puñetazo a la pared que tenía más cerca, haciéndole un agujero en la superficie

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  • 3 semanas más tarde...

Estuve tentada a decir que sí, que aquella bruja de pelo rojizo estaba loca de atar pero me mordía los labios para no reírme así que no pude decir nada, de momento, mientras los celadores me miraban y las miraban, titubeando sobre si sujetarlas o no. La Recepcionista tenía un pergamino en la mano que reconocí como un alta en el pabellón de psiquiatría. Lo juro, estuve tentada a decirle que sí, que se la llevaran.

 

-- Bueno, he de reconocer que algo locas estamos todos en la familia, Haya...

 

Mi hermana me preguntaba por su escudo y arqueé una ceja. ¿Dónde demonios lo había puesto?

 

-- Mana, hubo una... hum... plaga de ... un lethif... -- estas cosas mejor hablarlas en el despacho de Dirección, en secreto, así que me encogí de hombros; se lo explicaría más tarde. -- No lo sé...

 

Intenté de nuevo evitar la sonrisa pues con su comentario, Ash había demostrado que sí, que algo loca estaba, hablado en una clínica de frutas y verduras y santos mangos. ¿Es que Haya no le había explicado que aquello no era una verdulería? O mejor aún, ¿es que la clínica tenía aspecto de verdulería?

 

No intervine aunque hice una leve señal de "esperar, sólo un momento, mientras me decido" a los dos grandes conserjes y fuertotes camilleros, hasta que decidiera si las calificaba como locas o no . Haya ahora le explicaba el significado de los "Santos Mangos". Arqueé una ceja.

 

-- Neter hace tiempo que nos abandonó. -- Y no me refería a que se hubiera "morido" sino que se había ido del pueblo a vivir una vida más divertida que la que llevaba aquí, como si eso fuera posible.

 

Para liarlo un poco más, apareció Heliké y Haya me recriminó que la hubiera contratado. Bufé.

 

-- Yo también me pregunto porqué lo hice, con las ausencias injustificadas que tiene en su expediente podría despedirla al instante, si no fuera porque podría denunciarme por malos tratos por no querer ser su suegra..

 

Bufé de nuevo.

 

-- Nada de despedir a la Recepcionista. Me es fiel. Esto... Es buena en su trabajo y no te conoce, cosa muy normal, her-ma-ni-ta -- añadir tono quejumbroso -- si tardas milenios en venir a tu negocio y me hago cargo yo de todo.

 

Vaya, por fin había reconocido su cargo en el negocio, como la dueña total de todo. Ahora no podría ingresarla como loca, ¿o sí?

 

-- Hum, encantada de conocerte, Ash, aunque te conocía de oídas y sé que eres maravillosa -- di una mirada malévola a Hayame. -- Bienvenida a la clínica. ¿Motivos profesionales o placer?

 

Haya y Heliké hablaban sin hacerme caso, algo a lo que estaba acostumbrada, por cierto [sobre todo si me pierdo durante un mes], así que me puse de puntillas.

 

-- Ella será la dueña pero yo soy la Gobernanta. -- ¿Eso era un cargo? Ash me interrumpió y parpadeé, saliendo de mis pensamientos. -- Sí, soy madre, de un niño precioso y de un adulto precioso que quiere casarse con... -- señalé a Heliké -- con ella... ¡Hum!

 

Me había enfadado así que me dirigí hacia el ascensor y saqué la varita para que llegara sin paradas. Mejor hablar en la privacidad de mi despacho para..., perdón, el despacho de Hayame, donde nadie nos oiría. Llegó y se abrió la puerta. Hice ademán para que pasaran pero nadie lo hizo. Miré por encima de mi hombro.

 

-- ¿Pero dónde demonios se han ido? -- le pregunté a la llorosa recepcionista. -- ¡Qué no estás despedida, mujer! Ahora hablo con mi hermana y todo solucionado.

 

La chica señaló un camino con una mano mientras con la otra se limpiaba la cara con un pañuelito de papel. Tomé la varita y me la puse en la garganta, invocando un "Sonorus"

 

-- ¡¡¿DÓNDE DEMONIOS... te has metido, Hayame? -- dioses, que olvidaba que estaba en una clínica.

 

 

 

OFF:

 

Perdida con tanto rol, jajajaj, espero no haber metido mucho la pata.

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La bruja de cabellos rojos dió un salto enorme al escuchar la voz de su hermana, aumentada ya fuera por algún micrófono muggle (cuando habían comprado eso??? Sagitas y esa manía de pillarse cada cosa de los mercadillos) o por magia

En todo caso, su voz había resonado por todas partes por lo que en cosa de unos momentos la inmortal se vió observando los alrededores y girando como loca como si de un momento a otro la pelivioleta pudiera aparecerse pero no; dió un suspiro profundo y se frotó el pecho haciendo una mueca, menudo susto de muerte que le había metido

Se giró de nuevo

-Oye! Heliké! -llamó, pero su sobrina ya no estaba dónde la había dejado en el pasillo

Parpadeó un par de veces y ladeó la cabeza con una gotita de sudor corriendo por un lado de la sien y una expresión de desconcierto

-pero qué mujer esta... qué habilidad la suya para desaparecerse así nada más!

Dijo y luego, cerró los ojos volviendo a suspirar y todavía con una mano sobre su pecho

Ni hablar, mejor ir a buscar a su hermana Sagitas antes de que comenzara a atravesar paredes al más puro estilo de Hulk para pillarla en alguna maldad

-Ya voy, ya voy!!

Gritó hacia dónde le parecía que venía la voz y acto seguido empezó a correr, olvidando el boquete que había dejado en una pared y su anterior malestar por el hecho de ver que el pueblo cada vez parecía más y más un pueblo fantasma

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La hermosa niña rubia que se había ido corriendo ahora escuchaba la voz de su preciosa hermana que volvía en sí, ya no le tenía miedo porque había sentido que tenía un alma pura y un corazón muy grande pero estaba buscando a la torpe de la hechicera pelirroja que ella sí que se había perdido por los pasillos de ese hospital, que por mucho que Hayame conociera mucho más que ella, según decía que todo era diferente así que a lo mejor sí se iba a perder.

Se aferró las faldas del hermoso y amplio vestido naranja y se decidió a regresar corriendo hasta poder alcanzar otra vez a Sagitas, pobre, que la había dejado sola y quizás solamente estaba meditando como solía decir la bruja pelirroja que hacían a veces los magos y hechiceros en ese pueblo.

Pero entonces se acordó de que estaba supuestamente en una clínica para frutas y empezó a andar rápido pero con pasos ligeros y suaves, como los deben de dar las señoritas.

Está prohibido correr en los hospitales.

-Perdóname Sagitas.

Pidió Ashley regresando con ella a dónde estaba y se acomodó el enorme moño celeste por encima de la cabeza.

-Es que no quería incomodarte, como no estoy muy segura de qué hacer aquí, no es como San Mungo.


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Había ido a la clínica para una revisión. No me gustaba, y Sagitas lo sabía. No me gustaban los médicos ni los hospitales, por eso, siempre prefería tratar mis heridas en casa. Pero tras la plaga de Lethiford que había estado a punto de matarnos, se había saldado con varias costillas rotas y una pierna hecha polvo, con el tobillo y la rodilla destrozados.

 

Por eso, y por obligación de Sagitas (a través de Harpo, que me había perseguido durante casi tres días por la mansión) ahora me encontraba atravesando las puertas de la Clínica familiar, cojeando, supongo que para una revisión tras aquel ataque y que al fin, me dieran el alta. Al menos, esperaba, eso haría que mi madre se quedara tranquila...

 

Aunqeu el recibimiento fue bastante curioso. No a mi exactamente, pero al atravesar las puertas, la voz ampliada de Sagitas gracias al micrófono muggle uqe solía utilizar para gritar de vez en cuando, llamaba a la tía Sagitas. Habría pasado algo? O a lo mejor solo era una vuelta a las viejas costumbres...desde que la vampiro había regresado, algunas cosas parecían haber retrocedido hasta la época en la que llegué al pueblo, lo cual, era divertido.

 

- Supongo que hay cosas que nunca cambian - murmuré divertido.

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*después de dos páginas, entro yo jajaja*

 

- ¡Gringotts! - no pude evitar exclamar ante esa afirmación - no, si desde luego, el oro es el oro -bufé. Negando con la cabeza.

 

Al final, una urgencia imprevista. Era el precio que tenía que "pagar" por trabajar en la clínica. Tuve casi, que dejar con la palabra en la boca a tía Hayame. Aunque, me había dejado con la "mosca detrás de la oreja" esa pregunta privada. Parecía que, últimamente todo el mundo se confabulaba para traer chismes o simplemente dejarme más intrigada, pero el trabajo era el trabajo...

 

Después de una hora, salí de los boxes sacando los guantes y la mascarilla que me había puesto. Desde luego, alguna gente, no sabía ni beber. Refunfuñé por lo bajo y fui anotando todo lo necesario en el informe, para que el resto de las enfermeras, vigilaran al paciente. Además de que, el sanador, dejara anotado el "tratamiento".

 

- July, ponle suero salino para elevarle la tensión mientras se restablece. Poción revitalizante también. Es necesario que se reponga cuánto antes. En cuánto se restablezca, dile al sanador que le de el alta. No puede ocupar una cama tanto tiempo -le dije yo. La enfermera asintió con la cabeza y fue a hacer lo que le había dicho.

 

Suspiré. Ahora tenía que ir en busca de Hayame. Seguro que se había ido a investigar las reformas que había hecho su hermana. Al menos, mi tía Sagitas, era eficiente en ese tema. Había reordenado todo, de tal forma que, era mucho más fácil de encontrar las cosas...

 

Fui hasta la recepcionista y le pregunté:

 

- ¿Sabe dónde se encuentra mi tía Hayame? Tiene el pelo de color rojo - me indicó con desagrado en la cara, que se había ido por uno de los pasillos...

 

- Genial, ahora buscarla - refunfuñé por lo bajo.

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  • 2 semanas más tarde...

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-MOVIÉNDOSE, MOVIÉNDOSE, MOVIÉNDOSE!!!

Los gritos en ese momento retumbaban en toda la clínica que no había visto una actividad así en muchísimo tiempo o al menos, no en lo que la vampiro habría recordado; y es que ahora atendían a una herida que estaba literalmente en los límites de su salud para poder mantenerse viva o al menos, respirando.

Hacía ya tantos años desde que la propia Hayame actuara como médico que se sentia antinatural y le daba nerviosismo pero debía de mantenerse firme para la salud de su hermana

-NIÑA!!

Le gritó a la recepcionista que seguramente nunca hubiera imaginado ver a Sagitas en ese estado

-PREPARANOS EL QUIRÓFANO, NECESITAMOS TODOS LOS IMPLEMENTOS PARA MANTENER LA VIDA Y CUATRO UNIDADES DE SANGRE A LA DE YA!!

Aquello era tan delicado que le costaba creerlo pero lo peor era sentir la piel demasiado fría de Sagitas, la poca o casi nula sangre que había y el hecho de que estaban en plena emergencia para tenerla cerca; toda la familia seguía con ella, nunca la iban a abandonar y estarían a su lado sin importar que

Y eso era lo importante

-Todas las que hayan trabajado en Santos Mangos alguna vez, las necesito conmigo en el quirófano... o si tienen conocimientos médicos, entren porque nos harán falta manos

Ordenó con firmeza y le dió un vistazo a Matt

-Si quieres estar al lado de tu madre, vale, pero no me derrumbes las cosas o me las golpees, que el equipo lo pagó tu mamá y cuesta mucho y los seguros ya nos tienen ojillo

Le advirtió y entonces, miró a Ash

-Tú no entras, tu te quedas tranquilita en la sala de espera porque estás muy niña para meterte a cualquier operación ¬¬

Dijo y siguió arrastrando la camilla de su hermana en dirección de dónde iban a tener que operarla

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@ @@Reena Vladimir @ @ @@Matt Blackner

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El ritual improvisado de mi hija había empezado y nos sorprendimos al ver a una Sagitas corpórea aparecer en la puerta. Menudo susto. Pero lo cierto es que no fue nada comparado con la tensión y nerviosismo que sufría mientras trasladábamos a mi tía, hasta la clínica de la mariposa. Por suerte para mi Hayame se hizo cargo de la situación y la pelivioleta llegó sin sobresaltos a la clínica.

 

En ese momento casi me desmayo, fue tanto el alivio de saber que ahora estaba en un entorno controlado que casi me dejo llevar por la relajación extrema.

 

Vi como Matt, seguía la camilla y le llamaban la atención. Luego como pedían que, la chica a la que no conocía, se quedase fuera y para evitar que hiciera intención de entrar, la cogí del brazo con cautela y tiré de ella hacia las sillas. A Xell la había perdido de vista, no sabía si había entrado con la camilla o si andaba detrás de mi, eso me hizo reaccionar nuevamente y hasta que mis ojos no se posaron sobre ella, no suspiré con mas tranquilidad.

 

Ahora tocaba esperar, Sagitas estaba en manos de los medimagos mas capacitados que conocía. Ellos harían la magia necesaria, yo solo tenía que rezar.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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La puerta de aquel local se había abierto. Aplaudí, alegre, al ver salir a Sagitas por su propio pie. La ceremonia de resurrección habái funcionado. Después me fijé en su cara pálida, sus ropas sangrantes, su pelo revuelto... Algo iba mal. Cayó en los brazos de Matt y supe que había funcionado a medias.

 

- Nadie curó sus heridas - dije.

 

Todos salimos hacia la clínica particular que teníamos en la familia. No entendía que hubiera pasado aquello. Aunque no tenía primeros auxilios, sabía que si a un cuerpo no le curas antes, al revivirlo sangra por las heridas que le provocaron la muerte. Sagitas parecía muerta y de su brazo caído goteaban perlas rojizas.

 

Entramos en la clínica y la tía Hayame se hizo cargo de toda con gran profesionalidad, pidiéndo quirófano y permitiendo al primo Matt estar con su madre. Yo no tenía conocimientos médicos, no podía entrar. Tampoco dejaron entrar a la hermanita rubia de la tía Sagitas.Mamá tampoco quiso entrar. Corrí hacia ella y la abracé, quería mimarla por este mal trago por el que pasábamos.

 

- ¿Esperamos juntas, mami? Y te presento a la tia Ash, la conocí en la mansión Potter Bue.

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