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Aethonan’s House (MM B: 103478)


Sherlyn Stark
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—¿Y si vamos por el helado primero? — preguntó Richard que como todo niño quería primero ir a comer golosinas.

Lo miró y sonrió, era tan parecido a su prima Alessandra y no solo en el físico, era como un torbellino repleto de energías y si quería asistir, aunque sea un momento a la fiesta, tenía que hacer que se cansara. Así que aceptó de buena gana ir primero por el helado y luego a visitar algunas tiendas en donde pudiera jugar con otros niños de su edad.

Cuando la noche cayó ya Richard estaba algo cansado, si no se había dormido aun era porque ella no podía cargarlo, pesaba mucho y su estado de salud apenas estaba mejorando. Cuando llegaron al Aethonan’s House, ya iban vestidos para la ocasión. Richard era un pequeño Drácula todo elegante, ella se había puesto un antifaz negro a petición del niño y en todo caso hacía juego con la ropa que llevaba puesta, un vestido carmesí de cuello redondo alto, con mangas y medias negras.

En el interior ya estaban varios de sus compañeros, así que sin dudarlo se acercó a donde ellos. Como siempre había más brujas que magos, pero no era de extrañarse. Siempre había sido así. Bajó la mirada hacía Richard quien le jalaba la mano para que le pusiera atención, su mano apuntaba hacía la comida y por un momento le pareció increíble que aun tuviera hambre.

—Ve...pero no me pierdas de vista vale y no salgas ni hables con desconocidos — dijo aunque no estaba segura de su el niño la escuchó. Cuando finalmente se unió al grupo Ed estaba ofreciendo alguna clase de bebida clandestina.

—Con lo bien que me vendría ahora...cuidar a ese niño me ha dejado molida... —Se quejó. No pudo terminar de hablar pues un bombillo de luz exploto cerca de donde ellos estaban.

—Yo no vi nada. —Dijo la bruja respondiendo a la pregunta de Madeleine —Hay no me hagan asustar...miren que puedo dar a luz aquí mismo…—dijo en son de broma, para que el bebé naciera un faltaban un par de meses.

Miró en la dirección en la que todos lo hacían, pero no logro ver nada, quizá eran imaginaciones o el trago que les había dado Ed ya estaba haciendo efecto. Aunque, también había la posibilidad de que la falta de luz les estuviera jugando una mala jugada.

—¿Y si jugamos al yo nunca? Sería divertido verlos un poco ebrios —Nicole se encargó de arreglar la bombilla así que volvían a tener luz. El pequeño Richard le había llevado un poco de ponche y había vuelto a desaparecer. Estaba a punto de dar un trago cuando la repentina voz de un hombre a su espalda la hizo asustar.

—Rayos Matt, no me asustes así — se quejó —Seguro de él era la sombra —le dijo a Madeleine mientras con una servilleta limpiaba el ponche que había derramado en la mesa.

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Una sombra. Una gran sombra, que pasó fugazmente por la ventana; un monstruo, un enemigo, algo desconocido. No le agrada lo que no puede distinguir, pues su imaginación no para de volar; podría ser un simple pobre diablo el que esté afuera, un borracho perdido, un jardinero nocturno, pero a medida que sus nervios aumentan la imagen mental que se dibuja es la de un terrible monstruo que no puede enfrentar. Cierra los ojos para poder apartar la mirada. Los demás parecen intentar actuar de forma normal, quizás no quieren que algo extraño arruine la ocasión. Pero ella... es decir, no es que quiera sabotear la reunión, pero está segura de que vio algo. De que algo sucedió, o está sucediendo o sucederá. Sin embargo, decide que lo mejor es no insistir para que no la tachen de loca.

 

Eso sí, no jugará uno de esos absurdos juegos de borracheras.

 

Alguien más llega. Se trata de Matt Ironwood, un funcionario del MACUSA que se encargó de infiltrarlos en los Estados Unidos de América durante la investigación del atentado que sufrió el presidente, poco después de que manifestara su apoyo hacia la Orden del Fénix.

 

—Sí, seguro —replica al comentario de Kaori. Cruza los brazos sobre el pecho y, nuevamente, se queda mirando la ventana.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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  • 1 mes más tarde...

Los minutos transcurrían con lentitud o. por lo menos. así lo percibía ella. Habían pasado ya media hora desde la última vez que miró a su alrededor en busca de algo que pudiera captar su atención. Sin embargo, por más que quisiera, esto era imposible. Todo era tal cual lo recordaba días atrás, las mismas personas caminando por el Callejón Diagón e, incluso, el ambiente parecía ser el mismo; la humedad abundaba y el frío era inminente. Aún así, aunque el aburrimiento era una de las cosas que sentía, llevaba dentro una sensación de tranquilidad favorable. En ese punto sabía que todo estaría bien.


Necesitaba que todas las cosas estuvieran en su lugar antes de cerrar el local así que apresuró sus movimientos. Recordaba que la última vez que había estado en el lugar había sido durante las épocas de Halloween y había realizado una reunión donde muchos miembros de la comunidad asistieron. Lo único que no lograba recordar era cuál había sido el acontecimiento importante que no le había permitido estar durante la celebración y era algo que le apenaba bastante.


— ¿Lo tienen, Blondie? —preguntó a su elfa doméstica, refiriéndose a las calaveras que decoraban las ventanas. Blondie y otras tres elfas estaban tratando de quitarlas sin éxito.


Sin embargo, no la miró. Estaba ocupada quitando las últimas decoraciones que ocupaban la pared izquierda. Suponía que la altura de ellas era lo que se interponía al realizar una tarea tan sencilla. Una vez que recogió todos los objetos y los sostuvo en su mano, se apresuró a guardarlos en una caja para luego sellarla. La misma se guardaría en el sótano donde estaría hasta el próximo año; aunque, no estaba segura si utilizaría los mismos objetos de nuevo.


Volvió a mirar por la ventana. En esa ocasión no había nadie merodeando por la zona y el clima se transformó, volviéndose más frió. Las nubes estaban ocupando la mayor parte del cielo y cambiaban su color a un tono más oscuro.


— Listo. Debemos encargarnos de los preparativos de Navidad.


En cierta forma eso le entusiasmaba y la sensación acerca de la monotonía de la vida, había desaparecido. Sabía a a sus elfas domésticas les gustaba desarmar preparativos de manera manual y ella no podía esperar al vez las expresiones en sus rostros cuando le permitiera decorar para celebrar Navidad.


— Estoy segura que será muy divertido —exclamó mientras hacía aparecer diferentes cajas cuyas dimensiones variaban al igual que los colores. Cada una contenía objetos diferentes y le era imposible deducir dónde había guardado cada uno de los objetos.


—Supongo que acá estarán las guirnaldas —dijo, acercándose a la caja para verla con determinación y sostenerla con ambas manos. Era liviana, lo que indicaba que en efecto tenía razón y eso era lo que las cajas contenían. La sacudió y a ver que no hacía ruido, estuvo segura. La dejó en el piso y se dedicó a observar las demás cajas que estaban a su alrededor.


 

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  • 3 meses más tarde...

Sonreí mirando el letrero de la pequeña tienda del callejón. Me entretuve un rato, recostada en la pared frente al local y recordando cuando Kirara y yo emocionadas, montamos aquel lugar y todos los planes que teníamos para él. La casa de los Aethonans fue nuestra inspiración, y esperábamos ansiosas poder atender las mascotas de nuestros amigos y así fue por un tiempo.

 

Al cabo de varios minutos me animé a entrar, el lugar estaba impecable... ¿Pero cómo? Busqué con la mirada a alguno de los trabajadores, aunque francamente dudaba que aún hubiera alguno. Para mi sorpresa la que salió a mi encuentro fue alguien a quien deseaba ver desde hace mucho tiempo.

 

- La señorita Helen... ¡A vuelto!

 

Irri corrió a mi encuentro pero pronto se detuvo avergonzada, tenía prohibido castigarse de algún modo y siempre me había causado ternura su lucha interna por cumplir esa orden. Así que aquella vez le facilité yo las cosas y le di un abrazo, con el cual la elfina quedó aún más sorprendida y avergonzada.

 

- ¿Ahora si me llamarás por mi nombre de nuevo? - le dije a la elfina la cual solamente sonrió

 

- Te agradará ver quien también a vuelto por aqui - y sin decir más salió corriendo

 

@@Sherlyn Stark

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  • 4 semanas más tarde...
Apretó su varita con las yemas de los dedos de su mano derecha imaginando que de esa manera el encantamiento sería más efectivo; además de ésto, intentó acercarse más a la planta que estaba interesada. Aunque, en el fondo sabía que no era necesario y el hechizo se realizaría. Había estado leyendo, esos últimos días, acerca de las plantas y el mantenimiento que requerían y en ese momento estaba intentando enseñarle a su elfa.
— ¿Ves? Supongo que es así —comentó, observando cómo la flor de la planta no realizaba ningún cambio externo.
Su elfa no respondió. Tenía los sentidos mucho más agudos que ella, podía haber oído algo a unos cuantos metros de donde estaban. Se puso de pie al ver que Blondie miraba fijamente a una dirección y sin reaccionar de ninguna manera a su comentario. Rápidamente le llamó la atención. Podía existir la posibilidad de que alguien estuviera merodeando por las instalaciones, algún cliente perdido u otro empleado, considerando que se suponía que el negocio estaba abierto.
— Vamos a ver —Dijo, avanzando y sosteniendo su varita sólo por precaución.
No quería que su elfa temiera más de lo necesario así que decidió mostrarse relajada y optimista; nada malo podría suceder en ese espacio. Podía imaginar que era uno de los lugares más seguros de todo Londres mágico, teniendo en cuenta que pertenecía a dos miembros de la Orden del Fénix.
— ¿Helen? —preguntó al ver a su amiga.
Estaba tan sorprendida de verla que no se percató de la elfa que había salido corriendo a toda prisa pero Blondie sí, estaba segura que se preguntaba el por qué de ese comportamiento. Ella no sabía si ya había mantenido comunicación con otros elfos, pero pudo suponer que sí al ver que fue detrás de ella.


@@Helen Evans
Editado por Sherlyn Stark

 

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  • 1 año más tarde...

Estaba ahí frente al local que le traía viejos recuerdos, debatiendo internamente si entraba o no. Toda la mañana estuvo atareado con la documentación de uno de sus negocios, revisando licencias, facturas, salarios que no cayo en cuenta lo tarde que era cuando sintió el instinto innato del hambre y miró instintivamente el reloj colgado en una de las paredes.

—¡Wow, tan tarde es!—

Exclamó al ver que eran casi las cuatro de la tarde, se justificaba el tener hambre. Si hubiera estado en Doyle's hubiera picado algo y seguido con su trabajo, pero en el bar no había nada listo hasta la noche. Por lo que tomo los pergaminos que le faltaba revisar los amontono a una costado y se puso la casaca negra para salir al callejón a ver que encontraba por ahí. El ambiente navideño le hizo añorar muchas cosas de su pasado, las vacaciones del colegio, los regalos en casa, una buena cena.

Y parece que sus recuerdos lo llevaron al local, al que luego de un largo rato decidió entrar. Todo estaba tal cual como lo recordaba, el calor del lugar hizo que se abriera la casaca que combinaba con la camisa gris, pantalón y zapatos negros que portaba, lo habitual. Por el momento nadie salió a atenderlo, supuso que los empleados estaban atareados como en todos los locales por las fiestas, cuando los magos buscaban dejar a sus mascotas en algún lugar para su cuidado, mientras ellos se iban de vacaciones huyendo del clima invernal de Londres.

Estuvo tentado de subir a la planta superior en busca de alguien, pero al voltear a la derecha observó las mesas donde algunas personas tomaban chocolate caliente, así que simplemente giro sobre sus talones y tomo asiento en la primera mesa disponible, dispuesto a engañar el hambre con una bebida caliente.

@ Sherlyn Stark

 

Don't make promises you can't keep... but those are the best kind.

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kRRKjq1j.gif         "Perdón por la sangre derramada xD "

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