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~ House of Books ~ (MM B: 103943)


Seba Granger
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Vísperas de Navidad



Las nuevas fiestas llegaban, en pocos días sería noche buena, y a la mañana siguiente sería navidad, la pareja aun no tenía niños pero sus elfos eran como ellos, aunque a veces el Granger creía que eran aun peor, hasta mas traviesos o desordenados que sus hermanos pequeños.


Los elfos con las ordenes de la ama Darla se encargarían de decorar hasta el último rincón de hogar y su local, las luces para el exterior ya habían sido sacadas de las cajas y Dash con Leto se estaban encargando de desenredarlas un poco y a la vez pensando quien era el culpable que eso pasara, ninguno estaba seguro de echarse la culpa de haberlas guardado el año anterior, aunque sospechaban del cascarrabias de Eros.


Pero con todo lo ocurrido con el escape de las mascotas de los amos por su descuido Dash quería que las cosas salieran bien.


Lualu estaba ayudando a Tommy con el resto de las cajas, ese día se había decidido no abrir el local por el desorden de cajas con luces, esferas, y otros tipos de adornos que eran usados para la ocasión.


Las figuritas del pesebre eran las que trataban aun con mas cuidado y descansaban todas en un par de mesas del local, Eros se encargaba de poner algunos duendes y salir en busca de unos de los tantos árboles navideños que serían armados, no estaba del todo conforme y cada año le decía al Granger que por que mejor no se compraban algunos plásticos como otros magos, pero el mago prefería el olor a pino fresco.

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Vísperas de Navidad

 

Darla andaba a las corridas en el departamento del segundo piso de House of Books, tenía escondidos por todas partes con hechizos mágicos los regalos que había comprado para su Seba, los elfos de la casa, sus cuñaditos, su sobrina y para Antoni y su esposa. No sabía si ellos vendrían o no, pero le había parecido lo más obvio que bajo el árbol de Navidad de la pareja estuvieran todos esos regalos junto al pesebre que tenía guardado desde niña y que cada año volvía a armar. Era verdad que en la Planta Baja había otro un poco mayor, así como en el primer piso uno más pequeño. Los adornos de Navidad no faltaba en todo el lugar.

 

Darla sacó su varita y acomodó los regalos bajo el árbol que había armando el 8 de Diciembre junto a Seba, le había insistido en ello, habían hecho la mayor parte ellos, y habían dejado un par de adorno para que colocara cada uno de los elfos, la estrella se la había dejado a Seba y ella había puesto cada una de las pequeñas piezas del pesebre, burro, vaquita, ovejas, pastores, reyes, y la Sagrada Familia.

 

Una música Navideña comenzó a sonar en la planta baja, eran los villancicos con que estaban encantados algunas campanas y luces navideñas, seguramente sus elfos ya estaban desempacando y colocando todo en su lugar, el local no se había adornado tan rápido como su hogar, pero estaba segura que los primeros detalles que habían ido dejando a lo largo del adviento iban cobrando vida y multiplicándose con cada día que pasaba, era como ir adornando el lugar con un detalle nuevo cada día. Revisó por última vez que todo estuviera en orden bajo el árbol navideño familiar antes de digirse hacia la planta baja del local.

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Vísperas de navidad

 

Este año había tardado un poco mas en la compra de regalos pero por fin ya los tenía listos, pero para evitar que los elfos espiaran o la misma Darla que le pudiera ganar la curiosidad había pasado a dejarlos al local que tenía con mi hermana, y de paso veía como seguían las cosas por allá.
Akiza como muchas veces ya andaba en uno de esos tantos viajes que solía hacer sin avisar, y con los que dejaba a todos preocupados, pero esta vez sabía que su elfina andaba con ella, así había tenido que buscar que alguien mas atendiera el local cuando yo no estaba.
Tras dejar las ordenes y revisar que hubieran sido hecho ya los pedidos de los alimentos y bebidas que se ocuparían para terminar el año encamine mis pasos hacía House of Books, sabía que aun quedaba mucho que hacer por el local, el departamento ya estaba preparado para las fiestas, pero el resto no.
Solo esperaba que Eros ya hubiera traído el resto de los pinos, por suerte el del departamento había sido elegido por Darla y por mi, así que el Elfo se había salvado de trabajar, desde el bullado escape de las mascotas que habían sido encontradas la misma noche por el bosque, tenía al menos a mis elfos pisando huevos como se solía decir en mi país, no podían cometer mas descuidos.
Miré el exterior del local cuando estuve frente a el y fruncié el ceño al ver que aun no comenzaban a poner las luces, sabía que eran muchas pero eran muchos elfos.
Esta vez dejé que la campanilla sonará para alertar a los chicos y ver lo que hacían, casi tropiezo con una caja de cartón al dar los primeros pasos.
-Están minando el local con luces?, ¿Sabían que esto debe ir afuera, verdad?- señale a Dash y Leto que levantaban la vista de las luces.

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Visperas de Navidad

 

No podía evitar hacer algunos pases mágicos dejando adornos que faltaban colocar en las escaleras, movió una vez más la varita en el primer piso para acomodar unas guirnaldas y vió una esfera navideña muy bonita, de esas que dejan caer nieve, estaba colocada sobre un almohadón azul. Darla sonrió e hizo flotar el almohadón hasta el pie del arbolito de ese piso. No recordaba haber adquirido ese adorno, iba a acercarse a revisarlo cuando sintió la campanilla de la planta baja. Le pareció extraño, el cartel de cerrado debía estar puesto y si fuera Seba no la dejaría sonar, pero la voz que escuchó luego le hizo comprender el motivo, así que dejó para luego inspeccionar la esfera nevada y descendió hacia la planta baja.

 

--¿Cómo que aún no están las luces exteriores? --preguntó mientras terminaba de descender y sonrió al ver a Seba --hola mi amor ¿qué tal tu día? --volvió sus ojos hacia Leto que se había escondido tras unas luces --Leto, te veo igual, ¿qué pasó que aún no cuelgan las luces? Ya oyeron a Seba, vamos chicos, muévanse... casi es Nochebuena.

 

La pelirroja llegó a la planta baja y atravesó la distancia que la separaba de su prometido y lo abrazó con ternura, dándole un beso en los labios y lo observó con picardía y curiosidad.

 

--¿En qué andaba mi gatito bello? --susurró para no ser oída por los elfos que estaban intentando cargar con las luces sin enredarlas más para poder decorar el exterior del local --¿sabes que te extrañé hoy? y creo que aún no te he dicho cuánto te amo este día --agregó con un suave ronroneo mientras daba un nuevo beso a su Seba y le acariciaba con ternura la nuca, olvidándose que estaban retando a sus elfos por no tener aún decorado el local.

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Vísperas de navidad


-Hola mi bebé, todo bien mi amor ¿Y el tuyo?- me acerqué hacía Darla para acortar la distancia cuando está iba hacía mi, respondí su besito y abrazo, dando una palmadita en su trasero con suavidad, -Que curiosa anda mi chica hoy, terminando unos encarguitos que tenía- sonreí travieso.


Levanté una ceja pensando cuanto me podía haber extrañado, -Creo que no mas que yo, y no, no me has dicho cuanto me amas hoy, aunque usted sabe que yo siempre mas- susurré en sus labios y los besé antes me se pusiera a rebatirme.


-Creo que tendremos que ayudarles un poco o esto no estará listo nunca, ¿Por que ese montón aun no estará estirado?- señale con el dedo a un lote de luces que estaba al lado de Leto.


-¿Quieres poner algunas luces?- la acerque un poco mas a mi cuerpo, -Luego la compenso por el trabajo que hagamos- susurré riendo mientras le palmeaba el trasero con suavidad de nuevo.


-Lleven eso afuera que voy enseguida ayudarles- dije a los elfos que trataban de no hacer mas líos cuando cogían las luces.

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Visperas de Navidad

 

La pelirroja había ronroneado con la palmadita de su prometido y pasó su nariz por el cuello del mago, acariciándolo suavemente y sintiendo su perfume, una risita escapó de sus labios soplando suavemente el cuello de Seba cuando éste la trataba de curiosa y ponía una sonrisa traviesa que casi le arrancó un nuevo ronroneo por lo sexy que se veía al sonreír así, aún más de lo habitual.

 

--Fue un día movido, terminar los arreglos y juntar las cosas que faltaban poner en el árbol --dijo con tono divertido, guiñándole un ojo, mientras notaba que los elfos paraban sus orejitas al escuchar de las cosas en el árbol, seguros de que hablaba de regalos.

 

La cejita levantada fue acariciada por la yema de los dedos de la Potter Black y cuando iba a reclamar que ella más solo logró susurrar te amo m..., antes de fundirse en un tierno y romántico beso con su amado.

 

Tendrían que esperar para ponerse más mimosos luego, porque Seba acababa de hacerle notar que unas luces, que ya debieran estar adornando el pino exterior, aún continuaban enroscadas.

 

--No recuerdo haberles hecho ningún hechizo de permanencia --murmuró observándolas e inclinando la cabeza para ver si se podían desenrrollar.

 

--Si tienes ganas, ¿no estás cansado como para que lo hagamos nosotros? --pero la respuesta y oferta ya estaban hechas de parte de Seba, ronroneó más pegándose contra el cuerpo de él y con una sonrisa pícara aceptó la oferta y ronroneaba por la nueva palmadita --va a ser un placer verme compensada por tí mi amor --tras la respuesta le robó un beso antes que siguiera dándole órdenes a los elfos del local.

 

Río al ver salir a los elfos cargando frente a ellos las luces que les tocaba colocar, éstas flotaban frente a sus caritas y por un momento pensó que iban a terminar enredados ellos o los rollos de luces entre sí cuando las puntas iban bailoteando a cada paso y desenrollándose a la par cada vez más, empezando a rozar algunas el suelo.

 

--Luces nuevas para el año que viene --bromeó la Potter Black y luego se cuadró sexy frente a su novio e hizo una venia militar --a sus órdenes para iluminar mi gatito --le susurró ahora que estaban solos.

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Vísperas de Navidad


-Usted me quiere tentar señora Granger?- sabía que aun no nos casábamos, ni siquiera sabía si Darla usaría mi apellido la verdad eso me tenía sin cuidado, pero si me gustaba decirle así cuando bromeábamos entre los dos, -Creo que Leto y Dash están muy pequeños para saber de estas cosas- dije riendo una vez mas, aunque los elfos al menos me sobrepasaban a mi, jamás le había preguntado a la Potter Black cual era su edad real.


Dash y Leto se habían puesto rojo como tomate, no estaba seguro que el elfo de Darla tuviera alguna noviecita por ahí, aunque de Dash estaba casi seguro, de hecho me parecía muy raro que Lualu no estuviera pegado a él en estos momentos.


-Nunca estoy cansado, eso deberías ya saberlo- señale bromeando una vez mas con mi novia al ver esos ojitos traviesos, Yo la compenso y recompenso si usted quiere- acerque mis labios a su oído, -Aquí, en el cuarto, o en la cabaña, o en aquella mesa- susurré con sensualidad.


-Aunque para eso si tendremos que deshacernos de los chicos por unas horas- tanto Leto como Dash habían levantado la mirada de las luces para vernos una vez mas.


-Usted ya me ilumina mi vida- besé su nariz y sujete la puerta para que ella saliera, tras ella y los elfos salí con la varita en mano haciendo un par de hechizos elevando algunas de las luces, mientras Dash ya se encaramaba sobre una larga escalera, para esas cosas si era muy ágil por su baja estatura.

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El rumano habría preferido mil veces haber pasado por la Yaxley a su morada antes que ser citado en un lugar. Supuso que habría sido una idea de ella para ahorrar tiempo, o una maniobra para alejarlo a él de la Manor y así evitar que el castaño se volviese a propasar con ella. Sonrió ladinamente para sí mismo, remembrando aquélla tarde una vez mas en su mente, para después volcar sus pensamientos en aquél vestido de la noche de Halloween. Aquélla gala en la que hubiera deseado ponerle mas de una mano encima.


Para su mala suerte, algunos asuntos habían sido lo suficientemente urgentes para que hacerlo salir de allí, teniendo que salir en un viaje de imprevisto del que apenas había regresado esa mañana. Enviarle una nota a la bruja había sido una de las primeras cosas que hizo al llegar a Londres, quien no tardó en hacer regresar la lechuza con una respuesta que le había hecho salir enseguida hacia el callejón Diagon.


La nota contenía la dirección de una librería. Si ella estaba allí o estaría por llegar, el Askar no lo sabía, pero no demoró en hallar la localización del establecimiento de mona fachada. Sus verdes ojos inspeccionaron el lugar al entrar, sacándose la bufanda y su chaqueta de invierno para colgarlos en un armario dispuesto al lado de la entrada. Por lo demás, su atuendo constaba de una camisa de lana oscura de cuello mao que llevaba un poco desabotonada de arriba; vaqueros limpios y botas oscuras.


No lograba verla a ella por ninguna de las secciones, pero en la segunda planta se hallaban dispuestos algunos sillones y mesas, encontrando una en la que tenía una perfecta visión de la planta baja, además de la puerta de entrada. De modo que podría darse cuenta cuando ella llegara. El delicioso aroma a café y libros invadía el ambiente del lugar.



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House of Books era un lugar que había querido visitar muchas veces pero que había pospuesto otras tantas, finalmente una comunicación inesperada le volvió a dar el motivo para intentar conocer el local. Se había abstraído de todo, de todos, siempre era lo más sencillo por hacer cuando no tenía a su...no, ya no podía ni siquiera pensarlo así. Se había prometido no cometer los errores del pasado conscientemente y parte de aquello era asumir cosas que nadie había dicho. De todas maneras, no pudo evitar sentir ansiedad y alegría cuando el castaño se comunicó con ella, su actitud en la Gala de Halloween había sido muy rara, y ella se había ilusionado tanto. Carraspeó fuerte para reprocharse a si misma tales pensamientos y entró en el local. El olor a pergaminos, papel y café mezclados eran una delicia, la hicieron sonreír mientras se sacaba la capucha y la capa de viaje negra.

 

La dobló sobre su brazo izquierdo mientras verificaba si Callum había llegado o no al mencionado lugar. Y justo dos minutos más tarde, lo vio y, aunque quiso sonreírle frescamente y alzar la mano libre para saludarlo, se dispuso a arreglar su cabello detrás de las orejas y mirar el suelo. Respiró profundamente mientras subía las pocas escaleras y apretó los dientes justo cuando estuvo frente a él.

 

Perdona, me distraje un poco en el camino —dijo, dejando la capa en la silla y alisando arrugas inexistentes en la túnica gris que había escogido para ese día—, ¿volviste hace mucho?

 

Tal había sido su abstraimiento de la sociedad mágica que ni siquiera se había atrevido a preguntarle a Mathew o a Jeremy si él había mantenido comunicación con ellos.

 

Lo siento, no debería preguntar es que... —y, desafortunadamente se vio nuevamente a si misma dudando de cada paso, palabra o movimiento que hacia, sonrió—, creo que está de más decirlo pero, me siento nerviosa Callum, perdón. Estaba en la Manor muchos días seguidos.

 

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Mientras esperaba, Callum se dedicó un momento a escudriñar más el lugar. Aquél sin duda habría sido uno de sus escondrijos favoritos en su época de adolescente, cuando aún no tenía pudor por demostrar que era un ñoño ratón de biblioteca. Con el tiempo había abandonado los libros por adquirir experiencias que le enseñaran lo que los libros no podían, aunque aún había ocasiones en las que gustaba de aislarse del mundo un momento, con una buena historia en sus manos.


Sus verdes pupilas se concentraron en la puerta de la entrada de nuevo, justo para ver la silueta de su cita descubrirse el rostro. Esperó a que ella le descubriera con la mirada para hacerle una seña con la mano, pero en vez de responder ella solo bajó la mirada al suelo y subió las escaleras con una expresión adusta en el rostro. Eso hizo que la seguridad del rumano menguara un poco, pero no lo suficiente como para ponerse en pie cuando ella llegó a donde se encontraba, y rodear su menudo cuerpo con sus brazos.


—Te extrañé —soltó, sin más, interrumpiendo sus palabras cuando le pareció que ella había finalizado de excusar su tardanza. Deshizo un poco su abrazo solo para verla fijo al rostro, y admirar sus azules ojos durante un instante. No supo si sería apropiado, pero no se contuvo y le dio un beso en los labios, tras lo cual la soltó y la invitó a sentarse —Llegué esta mañana, siento no haberme comunicado antes —su sentir era sincero, lo había deseado muchas veces pero las circunstancias le habían impedido enviar lechuzas —, ni siquiera mis hermanos saben que he regresado.


Volvió a tomar asiento, frente a ella y le sonrió, sin saber que decir de pronto, temiendo que se hubiese vuelto a propasar con ella —Tu... ah, ¿quieres que te pida un café?



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