~ House of Books ~ (MM B: 103943)

[Darla G Dumbledore]

Leto, elfo de Darla, atendiendo a @@Dark Dragona

Leto se alegró de que la señorita no tomara a mal que los libros especiales estuvieran aún vedados para que él se los pudiera compartir. Asintió enseguida cuando le mencionó los libros de filosofía. Había una amplia gamas de ellos, él los había visto bajo ese nombre que sonaba a su tía Sofía llevando una cosa filosa.

--Si, si Señorita Dark Dragona, con gusto le alcanzaré un par para que usted ojee, si quiere ir subiendo al primer piso puede ubicarse en cualquiera de los sillones y mesas de allí, Leto le llevará los libros para usted.

El elfo señaló la lustrosa escalera que llevaba al primer nivel donde se podían apreciar varias mesas, sillas y sillones juntamente con varias estanterías aún repletas de varios libros, al verlos era difícil imaginar que aún restaran colocar varios más que sus amos habían logrado conseguir.

Lualú, elfina de Darla con Dash

Lualú negó con la cabeza las palabras de Dash.

--No, no, éstos no, pero seguramente podrá hacer dibujos o copiar en los papeles que el ama Darla da para dibujar a Lualú y copiar las palabras que allí se puede dibujar.

La elfina escuchaba las palabras de Dash y se quedó observando como él parecía añorar el lugar en que había vivido con su amo antes de que éste se viniera a vivir acá. Ella lo comprendía, o al menos sospechaba que le pasaba, la mansión Potter Black y en especial la cerrada mansión Karwritgh habían sido los lugares donde ella había corrido por los jardines atendiendo a los animales de su ama. Debía ser triste estar entre cuatro paredes sin un jardín donde jugar. Quizás el ama Darla querría llevar a pasear a su casa al elfo de su novio, ella se lo podía enseñar. La pregunta de Dash la sorprendió, ella se había puesto a soñar despierta de nuevo. Carraspeó nerviosa antes de agregar.

--Tommy está desde siempre con el amita, su tía se lo legó. Pero Leto y Lualú les fueron regalados años después, cuando pequeños. No recordamos quienes eran nuestros dueños, solo que ellas nos acogió como a sus pequeños. El ama Darla cuando nadie la ve nos trata muy bien --susurró la elfina en voz muy baja, sabía que su ama no podía permitirse que los demás supieran que ella no tenía nada contra los elfos como muchos de los amigos que la rodeaban.

off: perdón chicos, agosto es un mes muy complicado para mí disculpen la demora.

[Dark Dragona]

Miró el piso de arriba que el elfo le mostraba, parecía tan grande o incluso más que el primero a pesar de tener todas esas cosas para sentarse e incluso tomar algo. Iba a ser imposible leer todos esos libros pero de todas formas eso no le iba a impedir que viniera para leer algunos que necesitase o, como ahora, por simple gusto.

 

Asintió con la cabeza y subió aquellas escaleras. Se sentó en uno de los sillones sintiendo que eran muy cómodos, uno casi podría dormirse en ellos que se sentiría en una nube. De igual forma no lo iba a hacer porque, además de no tener sueño, eso era una grosería, pero si le gustaría llevarse esos sillón para su casa.

 

Recordó que el elfo iba a ir por los libros que le había dicho, esperaba que no le trajera todos ya que sería bastante desorden luego volver a colocarlos. Además de que todos era imposible de leer no solo por el grosor sino por la complejidad que estos tenían. En un principio nunca se había interesado por la filosofía, prefería la fantasía, pero ahora en este tiempo le gustaba de todos los géneros, o al menos todos los principales.

 

Le había comenzado a gustar la filosofía cuando se la explicaron bien, como debía de ser, mostrando todo lo positivo de esta y sin que pareciera aburrido. Aun no había leído ninguno de los libros que decían había que leer por orden, ya que sino uno no se enteraba, así que esperaba que de los libros que el elfo trajera estuviera ese.

 

De todas formas aunque no lo hubiera había conocido quien leyó una saga por el final, no se había enterado de nada hasta que leyó el primero claro, pero luego sí se enteró porque pasaba tal cosa. Igual esto sería lo mismo solo que un poco más complicado ya que no trata solo una historia.

 

Miró abajo sin levantarse para ver si el elfo iba a tardar mucho, luego ojeó con la mirada aquellos libros que allí se encontraban. Sin duda había toda una colección digna de admiración. Esperaba poder coger alguno para leerlo en su casa por si se había muy tarde y tenía que volver. No le daba miedo la noche, pero sí quedar como un zoombie por culpa de la falta de sueño.

[Seba Granger]

Dash observó a la elfina con grandes ojos con lo que le respondía acerca de esos libros, luego bajo un poco las orejas sintiendose tonto al pensar que se podrían rayar, paso mi mano por las suaves hojas del libro en varias ocasiones.

-Lualú cree que la señorita Darla le de varias hojas a Dash, Dash quiere hacer varios dibujos, dash quiere aprender mucho para que el amo este orgulloso de Dash-

El elfo noto un poco nerviosa a la elfina, ahora era ella la que cambiaba por unos instantes, luego la escucho con atención. A Dash le hubiera gustado ser siempre de su amo, pero habían pasado años para eso, aun así él siempre se había llevado mejor con su amito, desde un principio habían hecho conexión por lo mismo el amo Seba siempre lo había llevado con él a todas partes, encargandole a los demás elfos cuando se trataba de cuidar la antigua mansión.

-¿Por que hay personas que no quieren a nuestra especie?- Dash miró sin entender bien eso, el elfo siempre había sido muy inocente en esos temas, la mayor parte de su vida había sido tratado bien, aunque sabía que a muchos elfos como él no era así.

[Darla G Dumbledore]

Leto, elfo de Darla, atendiendo a @@Dark Dragona

El elfo buscó por varios estantes tras dejar a Dark Dragona, se había asegurado que la bruja siguiera el camino correcto, no quería que su ama se enfadara, sobre todo luego que el amo Seba había dicho nadie los interrumpiera en el último nivel del local. Leto abrazó tres libros con sumo cuidado y se dirigió desde la planta baja, donde estaban varios de los libros de filosofía hacia el primer nivel donde se encontraba la clienta.

--Tome señorita, Leto espera alguno sea de su agrado--dijo con timidez el elfo mientras depositaba sobre la mesa los ejemplares que había seleccionado: Principios de la Filosofía, de René Descartes; Metafísica de Aristóteles y Tao Te c**** de Lao-Tse.

El elfo se alejó un par de pasos, tironeando la parte delantera de la pequeña túnica que utilizaba e inclinando levemente la cabeza y sus orejas.

--¿Leto puede ofrecerle algo para tomar a la señorita? --susurró mientras esperaba que los libros elegidos fueran del agrado de la joven bruja.

Lualú, elfina de Darla con Dash

La sonrisa de Lualú apareció timidamente en sus labios mientras observaba como el pequeño elfo del novio de su ama parecía disfrutar de aquel libro que ella le enseñaba, lo acariciaba con delicadeza y movía sus orejitas de una forma tan adorable que la elfina contuvo sus ganas de acariciárselas ¿qué pensaría de ella? ¿qué pensaría su ama si la veía? Se sonrojó y sus propias orejas bajaron en un gesto de timidez y tristeza que cambió en cuanto escuchó las palabras del elfo.

--Ohhh si, seguro que si, el ama Darla nunca ha tenido problemas en dármelos seguro que no se opondrá... --la elfina se detuvo de pronto con expresión de miedo --salvo que al amo de Dash no le agrade eso, pero Lualú le enseñará a Dash si él no dice nada.

Lualú observó una vez más al elfo mientras éste se veía pensativo y movió su naricita al escuchar su pregunta. Muchas veces su ama le había querido explicar eso, pero ella no terminaba de entenderlo, pero su ama le ponía ejemplos extraños.

--La ama Darla dice que la gente teme y no quiere a lo que es diferente --Lualú retorció los bordes de su falda --que lo diferente asusta y hace que la gente quiera dominar ese miedo dominando a los que no son como ellos.

La elfina negaba con la cabeza, repetía las palabras que su ama solía decirle, pero nunca había entendido bien por qué ni cómo era eso. Ella solía temer a lo desconocido y a veces a la oscuridad y solo quería dominar su miedo no a los demás.

--Lualú no entiende tampoco por qué la gente es tan mala --susurró con sus redondos ojitos brillando.

[Dark Dragona]

Miró los libros que el elfo le dio y miró los autores que había escogido. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa al ver que uno pertenecía a Descartes, nadie se pensaría el porqué le daba tanta gracia aquel nombre, pues detrás de esa sonrisa había una historia... peculiar.

 

- Muchas gracias -le sonrió cogiendo la Metafísica de Aristóteles, esperaba poder entenderse, sin duda tenían libros muy buenos.

 

Pensó un momento eso de tomar algo, no sabía cuanto tiempo podía quedar por ahí pero por el momento tenía todo el tiempo del mundo así que no vendría mal tomar algo aunque fuese de beber ya que ella no era ningún demonio que pudiese vivir sin comer nada, menos siendo ella.

 

- ¿Tienen algún batido? -preguntó sintiendo que quisiera uno de fresa, sin duda ese era su favorito.

[Seba Granger]

Dash con Lualú

Dash miró insistentemente a Lualú por unos instantes no sabía por que ella parecía triste acaso él elfo habría dicho alguna cosa mala, se sabía que era un poco boca suelta a veces que no medía mucho lo que decía pero eso era mas que nada de despistado que de malo.

Dash movió la cabeza de inmediato al ver que la elfina volvía a cambiar su semblante, ya estaba un poco extrañado tendría que aprender a conocerla mas con el tiempo, estaba solo acostumbrado con los otros elfos de su amo y la verdad que ambos pasaban mas enojados que felices y no entendía por que.

-El amo Seba no se opondría, siempre ha querido enseñarle lo que mas puede a Dash, pero Dash es muy tonto- golpeo suave su cabeza, -Ahora no lo ha vuelto a intentar por que ha tenido mucho trabajo, él amo siempre esta pendiente de Dash- sonrió pensando que este siempre le daba cosas o le hacía cariño.

Escucho la explicación a su pregunta levantando las orejas en un gesto de miedo, -Pero no somos malos, Dash no dañaría a nadie a menos que tuviera que defender a su amo, Dash no lastima solo ayuda- observó lo que la elfina hacía con su falda, el pequeño movió su mano con la intención de tomar la de ella para tranquilizarla pero luego no lo hizo y miró el piso.

-Lualú, no debe temer, Dash la cuidará. Además que los amos no son malos con nosotros-

[Morrighan McKenna]

Después de caminar largo rato por el Callejón Diagón un negocio llamó su atención. La fachada de piedra le dió la sensación de calidez e intimidad que estaba buscando pero al leer el nombre "House of Books" no dudó un segundo más en entrar.

 

Una vez adentro quedó tan maravillada que tuvo que dedicar unos minutos solamente a examinar todo con la vista. A Morrighan le pareció que jamás había visto tanta cantidad de libros juntos. Una vez que pudo despegar sus ojos de los libros, vió sillas y mesas, lo cual probablemente significaba que podría quedarse y tomar algo mientras leía. "¿Puede ser este lugar más perfecto?" pensaba, cuando unas voces interrumpieron su actividad. Más adelante se encontraba una chica con un elfo doméstico, que le mostraba algunos libros.

 

Rápidamente se acercó a ellos.

-Buenos días. Estaba buscando algunos libros sobre criaturas mágicas, más específicamente dragones, ¿podrías ayudarme? -dijo dirigiéndose al elfo.

-¿Podría quedarme a leer un rato acá? Me gustaría tomar algo también, si fuera posible.

[Mael Blackfyre]

La gente caminaba de un lado hacia el otro por el Callejón Diagon, como era de costumbre. los niños corrían entre las faldas de sus madres y éstas, gritándoles que se tranquilizaran, intentaban localizar a sus hijos entre las demás personas. Pero no era lo único que se escuchaba. Había explosiones que provenían del interior de algunos negocios y de otros, ruidos de animales. Unos pocos eran tranquilos pero las vidrieras mostraban todo lo contrario: objetos que saltaban, brillaban, explotaban, giraban y cambiaban de color.

Esquivaba a las personas con la capa que me rozaba los talones. Llevaba mis manos en los bolsillos con la varita aferrada en el interior. Todo estaba tranquilo pero la Orden del Fénix me había inculcado, y mi trabajo como Auror, que siempre tenía que estar listo. Generalmente eran las familias y sus territorios que corrían grave peligro, pero de vez en cuando a los Mortífagos se les ocurría dar una visita rápida, y sobretodo desastrosa, por allí. Todo estaba bien. Levanté la mano hacia un grupo de magos que conocía, no me detendría a hablar con ellos y esperaba que mis pasos acelerados le indicaran aquello.

Durante unos minutos los negocios se alejaban y aparecían otros y ante mi sorpresa, pude distinguir una estructura muy llamativa. Era de piedra a simple vista. Y hasta que no leí el nombre dos veces, no podía recordar que se trataba del negocio de mi sobrino Seba. ¿Cuántas veces me había dicho que lo visitara? Un montón. Y el revisar los interiores de los locales era parte de la patrulla. Decidido me encaminé hacia el interior sin sorprenderme. Consistía de tres pisos. Había miles de libros apilados uno arriba del otro. Estantes rebosantes y mullidos sillones para sumergirse en la lectura. Un lugar muy agradable.

"Tiene el toque de Seba" pensé mientras leía el lomo de algunos libros. Allí reinaba la tranquilidad. ¿Dónde estaría mi sobrino? No pude reconocerlo a mi alrededor. Solamente podía ver a algunos clientes y si a su elfo, Dash, que tanto había estado por la familia. Pude darme cuenta del porqué ya no se encontraba ninguno de los dos en la familia Gryffindor. Me había enterado que estaba viviendo en el último piso de la edificación. Podríamos hablar más tarde. Respiré varias veces y tomé dos libros. Me puse en la misma sintonía que el sitio. Me senté disperso en uno de los asientos enfocando mis ojos en las palabras.

Se trataba sobre algunos maleficio que ya me sabia de memoria. No había asistido a Hogwarts y por eso, mi infancia y adolescencia, se había tratado del estudios de todos los libros que pudiera y la práctica que me había enseñado mi padre. El otro texto era sobre dragones. Me interesaba pero sabía que aún no podía manejar alguno. Y aunque pudiera ¿Para qué querría uno? Sabía que ocupaban mucho espacio, tiempo y dinero. Pasé varias hojas y una voz totalmente desconocida nombró a éstas criaturas.

—Toma. Si quieres puedes leer éste. No lo estaba ocupando —me acerqué a una joven que estaba pidiendo un libro en especial. Estaba a unos cuatro o cinco pasos por lo que llegué a ella en una sola zancada. Le mostré el libro que tenía en mi otra mano, para que viera que no lo necesitaba y allí pude reparar en la bruja. No conocía su nombre. No la había visto ni en el Atrio ni por la Academia, pero la recordaba especialmente sus ojos. ¿En qué negocio la había visto? Mi memoria no lograba divisarla pero si la recordaba. Después de tantos alumnos, empleados y familiares me era fácil acordarme de las facciones de las personas—. Cualquier cosa estaré por allí.

Le señalé inmediatamente el sillón de donde había saltado. Me agradaba su interés por los dragones y si necesitaba algo de información extra, podría brindársela. Todos esos pensamientos pasaron tan rápido por mi cabeza que no me había puesto a pensar porque portaba ésa energía. No necesitaba hacer uso de mi habilidad para saber que estaba realmente cansada. ¿Vendría de trabajar del Ministerio? Saqué esos pensamientos en tal solo un segundo y regresé mis atención hacia la lectura.

[Dark Dragona]

Levantó la vista cuando vio aparecer una chica en aquel lugar que le llamó la atención, no solo porque se acercó a ella sino porque pidió un libro sobre dragones y, como bien indicaba su nombre, eran sus criaturas favoritas. Sin duda siempre había estado hipnotizada por esos animales infernales aunque nunca supo porqué, tal vez sería cosa de su padre seguramente ya considerando como era su casa, claro que aún no lo había conocido...

 

El elfo le dio el jugo a Dragona tal como se lo había pedido mientras un chico se acercaba a ambas para darle el libro que la mujer había pedido, sin duda muchas casualidad pero fue una suerte aquello sin duda. Miró como se alejaba el chico, parecía que se conocían de algo pero no quiso entablar ninguna conversación así que tampoco parecían tan cercanos.

 

- Hola, me llamo Dark Dragona -le sonrió a la mujer que se había acercado cuando acabó de hablar con aquel hombre- ¿Quieres tomar algo? -dijo ofreciendo el asiento que tenía al lado -¿Te gustan los dragones? -le preguntó imaginando que la respuesta era afirmativa ya que sino no hubiera cogido aquel libro por lo que la pregunta era un poco absurda pero era la mejor que había encontrado.

[Morrighan McKenna]

Pocos segundos después de pedir el libro se acercó un hombre que estaba sentado cerca, tan silencioso que Morrighan no se había percatado de su presencia. Era un poco más alto que ella y le dió la impresión de que era bastante formal, pero muy amable. Le ofreció el libro sobre dragones que él mismo había estado leyendo, mientras le mostraba otro que sostenía en la otra mano.

 

- Maleficios y dragones, interesante combinación ¿eh? - le respondió, dedicándole una pequeña sonrisa - Muchas gracias.

 

Morrighan agarró el libro que le tendía y observó a aquel sujeto hasta que se sentó en el lugar donde le había indicado que estaría si necesitaba ayuda. Claramente no se había equivocado con su primera evaluación del hombre, aunque siempre le generaba asombro la gente que se acercaba a ayudar a desconocidos.

Pero, pensándolo bien ¿realmente eran desconocidos? Tenía la extraña sensación de haberlo visto en algún lado pero no podía recordar dónde. Hizo un intento de colocar mentalmente a este hombre en algún escenario, con el fin encontrar el origen de su sospecha, cuando la voz femenina interrumpió de nuevo sus pensamientos. La muchacha también se había acercado a ella. "Parece que 'dragón' es la palabra mágica" pensó mientras oía la presentación de la chica.

 

- Hola, encantada. Mi nombre es Morrighan McKenna.

 

- Sí, claro, suena agradable. - Respondió tras pensarlo unos segundos, algo tensa, pero tratando de que la muchacha no se diera cuenta. - Me encantan. Fascinantes criaturas ¿no? Me alegra ver que no soy la única en el lugar que se siente atraída por ellos.

 

Mientras se dirigía hacia unas mesas, esperando que Dark Dragona la siguiera, miró rápidamente al hombre, todavía pensando de dónde podría conocerlo. No se le daba mucho eso de conversar con desconocidos, pero éstos en particular estaban haciendo que fuera fácil.