Elviris Pub (MM B: 103956)

[Anne Gaunt M.]

Anne tragó saliva y miró a Sira sin hablar, mientras la escuchaba expresar sus temores en voz alta. Comprendía las dudas de la pelicastaña, pues ella también se había sentido perdida en el pasado, cuando tuvo a su primera hija. Sin embargo, con el tiempo había aprendido que no servía de nada dudar una vez las cosas ya se habían perfilado de cara al futuro: había que continuar hacia adelante. Y la Gaunt estaba segura de que Kritzai sería un chico responsable y tomaría aquella noticia bien.

 

— Bueno, tampoco hay que decir las cosas de sopetón... Ay, es que no sé qué aconsejarte, pero sí voy a decirte algo —comenzó a decir, con cierta tristeza en su pálido rostro—. En todos mis embarazos no he tenido a nadie a quien tuviese que pedir o rendir cuentas... es decir, he estado sola. Esto es una ventaja por una parte... pero algo triste por otra. Tú tienes algo maravilloso... y es un chico que te quiere con todo su corazón. No tengas miedo de decirle la cosa tan maravillosa que os ha pasado juntos, Sira. No sé cómo va a reaccionar él... quizá al principio tenga miedo, o quizá lo tome bien. Como ninguna de las dos lo sabemos, creo que lo mejor sería que reunieses valor y se lo dijeras. Te quiere mucho, y todo os va a ir bien. Os lo merecéis ambos —sentenció, con un asentimiento de cabeza.

 

Lo que acababa de decir resonó en su cabeza durante unos segundos más. «Al parecer, me estoy haciendo vieja», se dijo a sí misma.

[Sira Loveless Haughton]

La castaña se estaba tranquilizando, lo que decía Anne era cierto, Kritz seguro que la trataría como una reina al enterarse de aquella noticia, aunque también sabía que se tomaría demasiado a pecho el tema de los cuidados, cuando supiera que el embarazo, esta vez, seria de riesgo:

 

- Tienes razón…la verdad no se dé que me preocupo- Bebió entonces de trago el poco batido que le quedaba, lo que dama aprovechó para rellenarlo de nuevo, introduciéndole un hielo que lo refrescaría:

 

- La señorita ahora se tiene que cuidar, ¿verdad señorita Anne? Dama se ocupara de ello- La elfina ya había preparado en su mente todo lo que la castaña debería hacer para que su hijo llegara sano a estar en sus brazos:- La señorita se cuidara, yo me encargare de ello y ahora…- Dama chasqueó los dedos y desapareció de la zona V.I.P en busca del castaño, según ella, debería de saber todo lo que le estaba sucediendo:

 

 

- ¿Dónde vas Dama?- Pero las palabras de Sira se quedaron en el aire ya que la pequeña se había ido:- A veces, hace lo que quiere- Le dijo a la ojigris mirándola:-¿Cómo que has estado sola? ¿Quién es el padre de los mellizos?- Preguntó curiosa alzando una ceja. Nunca se había preguntado por la pareja de Anne, la veía como una mujer fuerte, decidida, no había pensado que seguramente también querría a alguien para compartir su vida.

[Balderik Von Alexandros]

 

 

—Bueno verdaderamente eso no encaja— Decía casi en silencio Kritzai para si mismo, estaba sentado en una gran silla, detrás de un escritorio mientras escribía métodos de creación de una poción, estaba muy concentrado en su trabajo que el sonido de un crack no le provoco ningún aterramiento, Una elfina se acercaba detrás de él con preocupación muy lentamente pues Kritzai seguía sin apartar la mirada de pergaminos de trabajo en el departamento de misterios. Cuando se disponía a trazar un leve mapa de componentes la elfina hablo muy bajo— ¿Amo Kritzai?— Dijo Dama con una ligera reverencia hacia el Haughton. Un leve sobre salto se manifestó en el cuerpo del joven mortifago.

 

— ¿Dama?—Pregunto extrañado Kritzai pues conocía a esa elfina y sabia a quien pertenecía, su amada Sira. Se giró tras su escritorio en la Haughton donde descansaba su trabajo. —Dime Dama ¿que sucede? ¿Es Sira? ¿Le ha pasado algo?—Lleno de preguntas al sirviente de su castaña pues su preocupación incrementaba exageradamente. La elfina por un segundo dudó en su mirada, como si lo que fuera a revelar lo cambiaba o arriesgaba todo. —Es la ama Sira...desea verlo.—

 

Kritzai entre un mar de pensamientos sobre su prometida se levanto y se acercó hacia la elfina, tomó su mano sin dudar y le miró aun preocupado. —Vamos...llévame con ella— y así la elfina asintió al joven castaño, ambos giraron sobre si mismos en el conoció sentimiento de desaparición, no le importaba dejar su trabajo pues Sira era millones veces mas importante para él. Tras segundos de leve viajar en una dimensión desconocida llego a una calle con gente pasando por todas partes, supo enseguida Kritzai que era el Callejón Diagón.

 

La elfina tomo su mano y le guió por toda la calle hasta dar con un lugar nuevo llamado Elviris Pub, le miró curiosos preguntándose si Sira se encontraba allí, le continuo Dama guiándole hasta abrir la puerta y adentrarse en el lugar. Con la vista el joven castaño trato de encontrar a su amada Sira, la elfina le tenia tomado así que no había opción mas que seguirla. Con paso apresurado Dama le llevó hasta una zona que parecía ser VIP. Y sin más allí le encontró, estaba su amada Sira conversando con su abuela Anne y Kritzai preocupado se acercó hasta ella y se puso de rodillas alarmado.

 

— ¿Amor estas bien? ¿Que sucede mi nena? —Preguntaba pensando Kritzai que podría sucederle, tomo su mano y sintió su piel sin alteración de temperatura.

[Anne Gaunt M.]

La Gaunt asintió ante las palabras de la elfina, siempre tan atenta de Sira. Le recordaba mucho a su elfo Secajo.

 

— Tienes razón, Dama, ha de cuidarse mucho —le confirmó. Se quedó sorprendida cuando la criatura siguió hablando y, sin previo aviso, desapareció. Sira la justificó y Anne se encogió de hombros: odiaba casi a todos los elfos domésticos, pero no podía negar que aquella criatura de la Loveless le caía bien—. Eso veo... pero siempre para hacer algo bueno para ti. Tendrías que tener a mi elfina Terracota... me dan ganas de matarla solo con verla —comentó, poniendo los ojos en blanco.

 

Tal y como había supuesto, Sira no iba a dejar pasar la cuestión del padre de los mellizos. Suspiró y, tras unos instantes de silencio, volvió a alzar la cabeza para mirarla a los ojos.

 

— Alguien que, hace tiempo, pensé que sería mi mitad para el resto de mi vida. Pero, como podrás imaginar, me salió rana —comentó, intentando que su voz sonara completamente indiferente—. Era un jugador de Quidditch sueco bastante famoso. Nos conocimos hace años... pero su vena paternal es prácticamente nula. Escuchó "embarazo" y tardó media hora en desaparecer —le explicó, mirándose las uñas—. Pero no te preocupes... quedó superado hace ya. No necesito a nadie... de hecho, estoy mejor así ya que no tengo que dar explicaciones de nada a nadie —añadió, consiguiendo esbozar una sonrisa pequeña pero sincera.

 

El relato acabó justo cuando la puerta de la sala V.I.P. se abrió. La Haughton estaba preparada para ver entrar a Zeta pero, en lugar de él, el recién llegado resultó ser Kritzai. Dama le había guiado hasta allí y su nieto parecía preocupado por su prometida.

 

— Oh... hola, cielo —saludó al joven Haughton, aunque éste sólo tenía ojos para Sira—. Creo que os dejo por ahora... Tendréis mucho de lo que hablar —se excusó, levantándose y dirigiéndose hacia la puerta. Salió de la sala V.I.P. y se acercó hasta Zeta, que leía una revista con un whisky al lado—. Ponme uno de esos, anda. Ahí dentro se respiraba demasiado amor —le dijo, soltando una risita. Se alegraba de ver que Sira y Kritzai habían congeniado tan bien: estaba muy feliz y orgullosa de ambos.

[Sira Loveless Haughton]

Se preguntaba donde Dama hubiera podido ir, desde que se había hecho amiga del elfo del castaño estaba algo más rebelde, aunque no la descuidaba:

 

- Dama es muy buena, no me puedo quejar, y eso que me la encontré al llegar a Londres…mejor dicho ella me encontró a mi- Sonrió por primera vez en toda la tarde, la conversación con Anna la había relajado y eso se lo agradecía. La respuesta a las preguntas curiosas de la castaña no se hicieron esperar y la historia comenzó.

 

Sus ojos se centraron en los de ella, escuchando cada palabra, todo lo que ella le contaba se le hacía sumamente interesante, la verdad que había vivido grandes experiencias:- Bueno… hay veces que los “hombres”, si se les puede llamar así a ellos, no quieren complicaciones ninguna con lo que es suyo por derecho- Se encogió de hombros, ¿y si Kritzai fuera como aquel jugador del cual Anna se había enamorado? Su rostro se volvió de nuevo tenso hasta que la puerta se volvió abrir para dejar paso al castaño que con cara de preocupación se acerco hacia donde estaba ella tomándola de la mano dándole todo su apoyo:

 

- Cariño… ¿Qué haces aquí?- Dijo sorprendida, abriendo los ojos de par en par. Ahora sabia donde Dama había ido, a buscarlo, pues ella aparecía tras de él. La Loveless sonrió nerviosa y apretó la mano de su prometido viendo como Anne se iba dejándolos solos. Por un lado no quería que se fuera, sería un gran apoyo si al final Kritz decidía dejarla con aquel bebe en sus entrañas:

 

- No…no pasa nada…de verdad que no…- Su voz sonaba dubitativa, no sabía cómo decirle de sus sospechas, temía que no se lo tomara bien y la dejara a las puertas de la boda además de derrocar todas sus ilusiones para con él.

[Balderik Von Alexandros]

 

 

Tan pronto había tomado su mano, sentido su calida piel verifico que no estuviera enferma o algo, de haber sido así traería a todo san mungo al negocio de su abuela, pero después recordó que su prometida era sanadora. Sintió el leve apretar de su amada sobre su mano y de como la había saludado su querida abuela Anne. Ahora comprendía tarde, que había sido descortés el joven mortifago, cortesía, esa pequeña forma de ser del castaño no había aparecido en su persona en esos momentos.

 

—Hola Abu Anne, lamento no haberte saludado, perdona mis horribles modales. —Le dedico una sonrisa apenada hacia ella, mientras escuchaba a su prometida en un ligero tono de voz que el Haughton comprendió era nerviosismo. Su abuela había partido y el castaño deseaba no haber sido muy descortés con ella y que eso precisamente no fuera el motivo de su partida.

 

—Veras amor Dama me pidió que viniera, menciono que deseabas verme—Ahora su rostro le miraba tratando de saber que le sucedía pues su voz sonaba nerviosa, como si le ocultara algo, mientras la elfina de la Lovelees permanecía al lado de los dos magos, mirándolos de uno al otro, como esperando que las palabras fluyeran —Claro que pasa..Sucede algo dime amor ¿que te ocurre?— Su voz sonaba o eso trataba Kritzai sonaran amigables, sin presión y con cariño, de verdad que el trataba de saber que le sucedía a Sira, emplearía hasta el mas mínimo de sus recursos para ayudarla.

 

Le miró con amor fijamente a sus ojos, a esos hermosos ojos que cada vez que le veía, lo hipnotizaban. Era verdad que no habría miradas de amor o algún tipo similar para otra mujer que no fuera ella, su castaña. Acaricio la mano de Sira unida con la suya. Aun arrodillado espero a su respuesta tras esto—Sira...mi amor dime ¿que es lo que te pasa?— Dijo sin dejar de mirar al amor de su vida pues no le dejaría por nada del mundo.

[Sira Loveless Haughton]

Entrelazo su mano con la de él, la apretó más aun como queriendo que no se soltara de ella. Antes de que Anne se fuera, el castaño la saludó evitando así que ella se sintiera ignorada por su prometido, a veces podía ser muy atento, al menos cuando se lo proponía. Sira seguía nerviosa, por mucho que tratara de ocultarlo en su mente seguía pensando que se sorprendería de tal manera que saldría huyendo por el lugar por donde había entrado:

 

- Yo no le dije tal cosa a Dama- Miró entonces a la pequeña elfina que en aquel momento salía corriendo del apartado del local sabiendo la reprimenda que podría caerle si se quedaba:- No es que no quisiera verte, pero no hacía falta que vinieras hasta aquí- Su voz al igual que la de él sonaba cariñosa, intentando que no se notara su nerviosismo:

 

 

- Amor… ¿Que opinarías si volvieras a ser padre?- Ahí estaba la pregunta. La había soltado rápido, no le valía la pena seguir mareando aquel tema. Sus ojos la miraban detenidamente, su mano se apretaba mas a la de él para después comenzar a acariciarse mutuamente con sus dedos, describiendo pequeños círculos. Para que el temblor de esta no se le notara tras decir aquellas palabras que escribirían su futuro.

[Balderik Von Alexandros]

 

 

La ligera fuerza que aplicó Sira en su mano le hizo saber que no se apartaría, ella no lo soltaría y el castaño mucho menos. Se preguntaba si no estaría el joven Haughton interrumpir una grata charla de su amore con su Abu Anne, puesto que les había encontrado conversado y la vista de Dama hacia su habitación le había dejado extrañado. Su mirada tras aquellos hermosos ojos aun denotaban nerviosismo, uno contenido del cual no sabia de seguro decirle a un ya preocupado pelicastaño. Luego tras segundos le escucho decir que ella no le había dicho nada a Dama, su elfina personal, que tras una fulminante mirada de su prometida Dama escapó.

 

—Entonces ¿por que Dama pidió que viniera?— Esa era ya la cuestión del todo, su oído percibió su dulce voz tras decir que no era necesario la visita del joven Ryddleturn, le miró un poco extrañado. Entonces no había emergencia y ella se encontraba bien. Antes de que se levantara y pensara si quedarse con ella unos momentos o marcharse a terminare el proyecto del departamento para asi ella volviera hablar con su abu Anne, Sira su hermosa prometida volvió hablar, un poco diferente ahora. Por extraña razón sabia que le diría la razón de su ligero comportamiento, así escucho su pregunta.

 

¿Que pensaría si volviera a ser padre? Entrecerró los ojos pues eso le tomó por sorpresa, lo había considerado el día en que le propuso matrimonio, tenia una hija pequeña llamada Alexia, de la cual era muy raro que pudiera verla, le quería a su pequeña, y la ilusión de tenerla era grande pero... siempre había un pero, su ex pareja pasaba mucho con ella y el distanciamiento he inclusive hostilidad era notorio. Ahora tras un segundo en sus pensamientos volvió a su amada que ahora acariciaba su mano en ligeros y agradables círculos. Lento le llevo a los labios y beso su mano mirándola feliz. Le hacia ilusión un nuevo hijo, un hijo con su amada castaña era una idea de la cual ambos podrían hablar aunque ya lo verían tras la boda.

 

— ¿Que pienso sobre volver a ser padre?... Pues amor me encantaría volver a serlo, es una gran ilusión y bueno un hijo siempre trae felicidad incomparable y más si es con la persona que uno ama—Tras esto sonrió ampliamente y se levanto ligero para besar sus labios. Un hijo, ambos planearían un hijo para el futuro— ¿Por que la pregunta amor?— Le miró con una sonrisa sentándose a su lado.

[Sira Loveless Haughton]

Dama lo había estropeado todo, no entendía porque la rebelde elfina se había dignado a ir en busca de su prometido, no hacía falta que hubiese ido, aquella noticia se la querría dar en otro momento, pero ya estaba allí y aunque feliz de su presencia, por otro lado se sentía atemorizada por la respuesta de el. Aun de la mano volvió a preguntar por la elfina que había desaparecido:

 

- Pues no sé, es culpa de Cadmus, la tiene atolondrada y hace lo que quiere- Fruncía ligeramente el ceño para terminar poniendo los ojos en blanco. Tras la pregunta de la castaña, el rostro del castaño cambio, además permaneció unos segundos como en otra cosa, ¿no le interesaría lo que quería decirle? Estaba segura que si le decía de su supuesto embarazo se escandalizaría y saldría huyendo, el Haughton ya tenía una niña pequeña de dos años con su anterior pareja, no estaba segura de si querría otro.

 

Sabía que había sido algo prematuro, no se habían cuidado y ahora eso traía consecuencias, sus labios se volvieron a posar en su mano que la hizo temblar por escasos segundos. La castaña retiro la mano de al lado de su futuro esposo con timidez, estaba claro tras sus palabras que aun no tenia pensamiento de ser padre, seguramente pensaba antes en hablarlo y entonces proceder a tenerlo, pero ahora la charla aquella había quedado obsoleta:

 

- ¿Recuerdas las advertencias de la sanadora?- Preguntó ahora sintiéndolo a su lado: -Deberíamos esperar para poder quedarme embarazada de nuevo- Le recordó las palabras de Bodrik al darle de alta:- Pues creo que su consejo ha sido…en vano- Le dijo esperando se diera cuenta de lo que quería decirle.

[Anne Gaunt M.]

— Despeja la oreja de la puerta, criatura, que como abran te van a pillar —rió Zeta, entre dientes, sobresaltando a Anne. Ésta dio un respingo y le dirigió una mirada furibunda, acompañada de un gesto poco ortodoxo con la mano. El moreno siguió riendo mientras bebía un sorbo de whisky y, cuando la licántropa volvió a centrarse en espiar la conversación de la sala V.I.P. aprovechó para acercarse sigilosamente a ella y le introdujo un cubito de hielo por la parte de atrás de la camiseta.

 

— ¡¡AHHHHH!! —gritó la mortífaga, sobresaltada cuando el hielo escurrió por su piel provocándole un severo escalofrío. Saltó un par de veces hasta que cayó al suelo y luego dio un salto hacia Zeta, que ya intentaba huir entre risas—. ¡Ven aquí, desgraciado! Ésta me la pagas —exclamó, agarrándolo por la parte delantera de la camiseta. Ambos cayeron al suelo entre risas y la licántropa le estiró del pelo y le mordió suavemente el hombro mientras él simplemente reía haciendo un muy pobre esfuerzo por quitársela de encima.

 

Plutarco, uno de los elfos del pub, miraba la escena ojiplático. Anne se percató de su presencia y soltó una carcajada, alejándose de Zeta y poniéndose en pie. Tras esto, ofreció su mano al rockero y él también se puso en pie.

 

— Fuera de aquí, bicho —ordenó entonces la Gaunt al elfo, que seguía clavado en el sitio—. ¿Desde cuándo tenéis permiso para observar qué hacemos? Vuelve al trabajo.

 

— Qué bruta eres, hija mía —dijo Zeta entonces, dándole un suave golpe en la nuca.