Jump to content

Castillo de la familia Haughton (MM B: 84511)


Anne Gaunt M.
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Rose y Alegna eran sus hijas, sin duda alguna. De alguna forma la energía que emanaban era como la suya y aquello el Haughton lo podía sentir en su interior, pero de todas maneras veía en ellas una inmensa necesidad de educación y mejoría ¿acaso su madre no les había enseñado nada? No le sorprendía después de saber que durante veintitrés años ni siquiera les había contado quien era su padre, ni a ellas, ni mucho menos a él.

 

Alegna aceptó quedarse en el castillo mientras que Rose lo pensó durante un rato más prolongado. Finalmente la muchacha aceptó y comenzó a hablar acerca de lo que deseaba hacer en el futuro. Lo que dijo alteró a Dovakhin sin embargo buscó la manera de tener un poco de tacto para decírselo, después de todo la pobre había pasado toda su vida entre muggles y no sabía mucho acerca del asunto.

—Demos gracias a Voldemort de que estamos dentro de nuestro hogar— Exclamó. —Para pertenecer a la marca tenebrosa, lo primero que debes hacer es no ir diciéndolo por ahí— Explicó mientras se cruzaba de brazos.

 

—Se supone que es una organización cuyos miembros están en el anonimato y el secretismo reina. Imagina que supieran la identidad de uno, lo irían a buscar para hacerle un interrogatorio y sacarle información del grupo y sus planes— Finalizó la explicación —Así que ya sabes, Rose. Nada de decir ese tipo de cosas. Podrían perjudicarte a ti, a la familia y quizás en algún futuro a la misma marca tenebrosa— Tras la explicación chasqueó los dedos y uno de los elfos domésticos apareció de inmediato. Dovakhin tenía un gran problema para recordar los nombres de éstos seres pues los veía como bestias serviles y los despreciaba. —Firulais las llevará a sus habitaciones— Dijo señalando a la pobre criatura que lo miraba con la cabeza agacha.

 

—Mañana por la mañana comenzaremos con una práctica de duelo, así que descansen bien— sentenció para finalmente marcharse del salón una vez aquél asunto ya se había zanjado.

ZtlFOb2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Avril Malfoy.

 

Avril había iniciado los trámites pertinentes para comenzar a pertenecer una vez más a aquella comunidad mágica. No recordaba tanto papelerío en sus tiempos. Pero claro, cuando ella se desempeñaba de manera activa en esa sociedad las cosas recién daban su inicio. Mientras caminaba por aquella calle recordaba como solía ser. El Ministerio daba sus primeros pasos y ella formaba parte, los formularios y requisitos recién comenzaban a tener forma y ella había sido parte de aquél inicio. Miembro honorable del Wizengamot, rezaba su placa décadas atrás. No pudo contener que una media sonrisa se dibujara en aquél tétrico rostro.

 

Sus facciones, siempre las mismas, no tenían variaciones. Ahora que estaban limpias se podía apreciar una piel color de marfil, un rostro tallado en mármol con suaves cinceladas formaban su pequeña nariz y sus labios, bien formados pero pequeños. Las cuencas de sus ojos eran grandes y algo rasgadas. Y lo gris de su mirada intimidaba a quien quiera mirarla. Helada. No trasmitía emoción alguna. Hundirse en aquella mirada era como entrar a dar un paseo en el infierno muy distinto a lo que piensa el común de las personas: este infierno era congelado, mortal y árido.

 

Sus cabellos, ahora sueltos y limpios, llamaban la atención por la negrura que contrastaba con algunos mechones blancos. Después de todo en alguna parte de su cuerpo debían presentarse sus años, que no eran pocos. Su naturaleza vampírica hacía que no envejeciera, ni muriera. Gracias a eso había sobrevivido sin contacto humano todos esos años. No sabía que había cambiado ahora ni porque había subido, pero estaba dispuesta a volver.

 

Su ropa, sin los rasguños que presentaba en los túneles subterráneos, era la misma. Un traje enterizo de cuero negro, ajustado y flexible. La Malfoy siempre había primado su comodidad ante cualquier otra cosa. ¡Era tan diferente de su familia natal! Los Malfoy iban siempre lujosos a todos lados, las mujeres siempre impecablemente maquilladas y peinadas...tan diferentes. Aunque en ciertas ocasiones ella se habría emperifollado, había sabido bailar con las costumbres de su familia nunca las había arraigado como propias. Ella siempre había sido la "salvaje", cuando pudo elegir se fue con unas serpientes de 15 metros.

 

Llevaba como siempre su sobretodo negro, que hacía un extremo contraste con su piel, la misma parecía tener luz propia de la palidez. Se ubicó en la puerta del Castillo Haughton y miró hacia abajo, contrariada. ¿Que pretendía hacer ahí? Buscaría a aquél chico, si, el hijo de Mónica, después de todo le había pedido que lo ayudara, que lo apadrinara. Más bien debería ser lo contrario. Negó con la cabeza y jugó con la varita en su mano, mientras pensaba que decir.

 

Apoyó la punta de la varita en el timbre y el mismo resonó. La Malfoy resopló y maldijo por lo bajo al escuchar tremendo sonido estrepitoso. -¿Que se volvieron sordos los Haughton ahora?- soltó entre dientes mientras esperaba. No tenía idea de que podría decir, quizás con nada fuera suficiente. Sólo quería dar una vuelta por su antiguo ático y ver como se sentía...decidiría todo sobre la marcha, pues no tenía idea de que le deparaba aquél camino.

 

@@Dovakhin Haughton

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Había amanecido su día en la universidad y luego de varios trámites y algunos eventos desafortunados que terminaron en situaciones impensadas, finalmente regresaba a su hogar para disfrutar de la tranquilidad y comodidad del mismo cuando observó de lejos a Avril Malfoy -o al menos se le parecía demasiado- aunque ahora limpia estaba más presentable. Dovakhin sonrió cuando la vio, supo desde ese entonces que la mujer había acudido a su llamado y se presentaba allí por su petición personal, después de todo el nombre de Mónica si era influyente, su madre era una leyenda viva entre los magos y brujas de la comunidad. Se acercó con sigilo por detrás de la mujer y escuchó el comentario que hizo acerca del sonido del timbre.

 

—O quizás tú estés sensible a los ruidos después de vivir con basiliscos en las cloacas de una reserva— Contestó desde atrás con una media sonrisa dibujada en su rostro —Es un honor tenerte de regreso por éstos pagos— Exclamó dando un paso al frente para abrir la puerta —Supongo que al final haz decidido ayudarme— hizo un gesto para invitar a la bruja a ingresar al interior del castillo, allí podría observar la nueva decoración, y entre tantos otros cuadros con pinturas de excelentes e históricos magos y brujas de la familia seguramente encontraría el suyo. —Éstas épocas son muy tranquilas, desgraciadamente la orden del fénix ni viene a atacar, ni se defiende cuando nosotros lo hacemos— comentó una vez dentro de la seguridad del hogar y tras cerrar la puerta.

 

No era un secreto que la familia era devota a la marca tenebrosa, incluso Avril fue líder en su momento y era absurdo evitar ese tipo de charlas, claro que sin revelar las cosas privadas del bando, después de todo había jurado ser discreto y no atentar contra sus principios, pero no estaba diciendo ningún secreto, la orden del fénix no hacía absolutamente nada por defenderse y aquello preocupaba a Dovakhin. —¿Puedo interpretar tu regreso como una vuelta a las andadas?— Preguntó con claras intenciones de saber los deseos de la bruja, y todos sabemos que se refiere exactamente a un posible reingreso al bando mortífago. —Te ofrezco un café— chasqueó los dedos y miró tajante al elfo doméstico que se escondía detrás de los sillones de la sala de estar. Él entendió al instante.

 

 

@

ZtlFOb2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La Malfoy se sobresaltó y actuó como estuvo actuando últimamente cada vez que algo que la sacaba de su quietud: atinó a ponerse las antiparras anti-basiliscos. Si. No movió su varita ni alzó su brazo para blandirla, hacía muchos años que no lo hacía y aún no se acostumbraba a eso. Décadas atrás, en cambio, tendría un mago muerto frente a sí.

 

Rechistó moviendo la cabeza mientras notaba que ahí estaba otra vez. Ese joven nunca aparecía por donde debía, siempre andaba donde uno no debía encontrarlo. -La puerta está ahí, tu detrás y ya sabes el protocolo- comentó por lo bajo mientras el Haughton abría la puerta del Castillo y la invitaba a pasar.

 

Al entrar no pudo evitar abstraerse mientras miraba todo. ¡Cuanto había cambiado! Ella no había sido una asidua social de aquél lugar, claro que no. Cuando estuvo allí se limitó a gruñirle a cada elfo doméstico y a pensar en su ático, jugando con su varita. Era la época anterior a sus viajes, mucho antes de volver a la Reserva, justo después de haber salido de la Marca Tenebrosa. Caminó de manera lineal con la pared admirando los distintos personajes que allí se lucían. Se detuvo en el de Mónica, que estaba justo al lado del suyo propio. A la pelirroja la reconocía, su actitud pedante y altanera, sus ojos de un verde esmeralda, su rostro impoluto y etéreo, sus cabellos rojo fuego. Habría muerto mil y una vez por ella, notó una punzada en su pecho...quizá un sentimiento estaba aflorando: la añoraba.

 

Cuando llegó a su propio cuadro sonrió de manera burlona. -Vaya...¿Que harapos llevaba puesto?- dijo refiriéndose a un vestido de primera línea con un escote pronunciado y una elegancia que no era propia de ella. Sin embargo si, era ella. O lo había sido. Se giró hacia Dovakhin y asintió cuando le ofreció el café. -Antes de comenzar a hablar de lo que sea que quieras debes saber una cosa: Yo no puedo ayudarte en nada. Tampoco debes usar palabras como honor ni ocho cuartos.- sentenció, recuperando algo de aquella vieja autoridad cuando hablaba o decía algún discurso. -Yo no soy digna de esas palabras, sólo el Señor Tenebroso lo es.- aclarado lo importante y aún negando con sorna cada vez que volteaba a ver su propio retrato, tomó asiento en uno de los sillones del salón y se concentró en quién le hablaba.

 

-En los túneles me dijiste que me necesitabas y la verdad mi querido amigo, es otra.- el elfo ya había llegado con las bebidas y ella bebió un sorbo arrugando la nariz. No era su bebida preferida, pero cualquier cosa que no fuera agua sucia estaba bien. -La que necesita tu ayuda soy yo- Y ahi estaba la razón por la que había venido. El motivo por el cual se había registrado en el banco, había realizado los trámites y ahora estaba allí sentada en aquél suntuoso sillón. Ella no conocía en nada al nuevo mundo, no sabía a que lugares dirigirse ni que puertas tocar. Vaya, si ni siquiera se acordaba de cómo pelear.

 

-No quiero saber nada de los pollos, por Voldemort, ni me los nombres- hizo gesto vomitivo y continuó, preguntando: -Cuéntame de la marca- sin rodeos. El sabía quien era y ella comenzaba a recordar lo que se sentía ser ella.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Avril estaba convencida de que quien necesitaba ayuda era ella y no él, después de todo estar durante tanto tiempo viviendo con serpientes de una forma insalubre no era un modo de vida que cualquiera deseara tener, Dovakhin creyó que aquello le había afectado un poco el juicio pero tampoco iba a negarse a ayudarla en lo que ella necesitara.

—Pues nos ayudaremos entre los dos— Exclamó ahora con un tono más autoritario que antes.

 

Notó que Avril se veía en el cuadro y no se sentía identificada, lo cierto era que su cambio de actitud y sus últimas experiencias la hicieron volverse una mujer totalmente diferente pero el Haughton no terminaba de descifrar si eso era bueno o malo, después de todo siendo como había sido logró muchísimas más cosas que él y ahora parecía ser reacia a todo aquello que alguna vez ostentó. El tempestad sonrió ante la negativa de lo que le estaba contando y retomó.

 

—No te hablo de los pollos, te hablo de la marca— Corrigió y prosiguió —Como te decía, la orden no hace nada para defenderse y ésto está afectando de cierta manera a la marca tenebrosa— Explicó mientras tomaba la taza de café que le había hecho el elfo y le daba un sorbo. —Sin pollos muertos nos vemos obligados a buscar otras maneras para hacer presencia del bando mortífago y realmente es frustrante— Agregó, dio otro trago y continuó —Al menos para mi lo es. Necesito batirme a duelo, necesito recibir daño y causarlo, estoy desesperado— No encontraba manera de explicarle que al menos para él era horrible la situación y las cosas debían cambiar.

 

—Veras, no puedo revelar la identidad de mis compañeros, pero te puedo decir que ya no son tres las personas que mandan sino dos— Comentó —Y espero que seas paciente, pronto serás parte de la familia mortífaga nuevamente, no me hagas hablar, aunque estemos en casa las paredes oyen y murmuran los secretos.— Guardó silencio y se puso de pie.

 

—¿Te gustaría ver el ático?— Preguntó intentando generar alguna especie de añoranza en la mujer con la esperanza de que deseara quedarse en el castillo. Después de todo ahora con sus hijas la familia se había agrandado y ante la evidente ausencia de su madre -que aparecía de vez en vez- Necesitaba una persona con más experiencia que él para aconsejarlo con el liderazgo de una familia y cómo sobrellevar todo. Eso y algunos secretos del pasado no le vendrían nada mal tampoco pero de momento optó simplemente por mostrarle sus viejas dependencias.

 

 

@

ZtlFOb2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Había intentado evitarlo, no tener que recurrir a aquel último recurso por temor a expresar más de lo debido, pero durante las últimas horas se había incrementado con creces y temía no poder controlarlo. El jóven neófito se escondió detrás de un árbol a un lado de la imponente edificación que se erigía frente a él. Miró con recelo a ambos lados de la mansión, preguntándose una vez más si estaba haciendo lo correcto. Cruzó sus brazos con fuerza sobre el cuero marrón de su pecho y avanzó en silencio, intentando mantener un ritmo constante, ignorando el dolor que crecía en su garganta y transformaba la necesidad en hálito de vida.

Nunca hubiese creído tener la necesidad de buscar ayuda, pero había sido más tiempo humano que vampiro y aún le atemorizaba liberar su fuerza interior y dejarse llevar, arrastrado por el deseo de resquebrajar, el contacto colmillo sobre cálida piel, garras sobre músculo y sangre en su mentón. El hombre que lo había llevado a aquella situación luego de haberlo convertido en un monstruo había desaprecido años atrás, y solo le había dejado el contacto de una mujer si las cosas se salían de control... Control. ¿Qué era el control? Para él, un vampiro que llevaba solo unos pocos años como depredador y escondido de los mortales humanos para evitar "accidentes", perder el control significaba una sola cosa: asesinato. Quizás no era lo que un vampiro de verdad consideraba control.

Sus orbes bicolores habían comenzado a percibir lo que lo rodeaba en diferentes tonos de rojo, como si cada objeto y ser viviente de Ottery St. Catchpole le recordara aun más la sed que crecía en su interior, la necesidad de sangre que había podido aplacar viviendo escondido y que, al salir a la luz, no fue menos que un bombardadeo de emociones humanas olvidades hacia años mescladas con sentimientos nuevos a los cuales con cada minuto que pasaba, más difícil se le hacía enfrentar.

Al llegar a la herrumbrada verja negra se dio cuenta cuánto le costó; se llevó una mano nerviosa al rubio y platinado cabello para acomodarlo hacia atrás pero tuvo que sujetarse fuertemente la garganta para evitar emitir un rugido de rabia. Alzó la vista y no puedo ver más que piedra del otro lado de la verja, a lo lejos, mostrándole el camino que aún faltaba por transitar.

-Maldición- rugió por lo bajo cuando la dulce pestilencia de sangre borboteante por frescas venas le llegó desde la distancia. Se preguntó si sería buena idea seguir allí suplicando ayuda para evitar convertirse en lo que más odiaba, lugar donde precisamente se encontraban las criaturas que por siglos sirvieron de alimento a sus antepasados: humanos. Sabía que allí estaban, los sentía; la calidez de sus pieles, los corazones palpitando con embriaguez, los pulmones exalando alientos de vida que él, el pequeño Lestrange, tanto ansioso tomar.

-Diga su nombre y cuál es el motivo de la visita-

Se sorpredió al escuchar esas frías palabras porque había creído estar solo. Pero no era un ser viviente, eran dos estatuas guerreras que había cobrado vida y le impedían el paso por la puerta. Podría intentar derribarlas, pero no era el mejor mago de Ottery ni mucho menos y lo más probable es que fuese magia antigua y poderoso lo que imbuía aquella piedra parlante.

-Haughton... Busco a una tal Mó-Mónica Haughton- exaló con pesadumbre, pesadez, intentando ignorar las emociones contradictorias que crecían en su interior. Se arrodilló en el suelo de hierba intentando concentrarse en la pequeña brisa que le traía el aromo de los árboles de la residencia.

Un escalofrío irritante corría por sus venas. Un ansia de venganza, de poder. Su miedo cambiaba de forma convirtiéndose en adrenalina, en algo amargo pero placentero. Apretó los dientes y su mandibula se torció. La sed de matanza ahora era necesidad, y el anhelo de venganza en un respiro prioritario. La tregua insoportable de la abstinencia manaba por sus arterias como lejía ardente tensando sus músculos y multiplicando su deseo en mil. Cerró los ojos y comenzó a visualizar rayos refulgentes de colores oscuros como la misma muerte que lo cegaron, impidiéndole así, obedecer el anhelo de matar otra vez.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Escuchaba al joven entrecerrando los ojos. Realmente hacía un esfuerzo para entenderlo. ¿Tanto habían cambiado las cosas? El mortífago hablaba de recibir daño...vaya, eso sí que nunca lo había escuchado antes. -Pero...a ver si puedo entender. No nos importa que hagan los pollos, lo único que nos importa ...- hizo una pausa acompañada de una mueca, mientras alzaba ambas palmas hacia él, en una suerte de señal de defensa. No debía implicarse ella también en algo que no le incumbía. ¿O si?- ..."les" importa, o "les debería importar" es lo que hagan ustedes como guerreros mágicos.- explicó para bajar la guardia y beber otro sorbo de aquél café que comenzaba a aburrirla a sobre manera.

 

-A ver, si ellos no se defienden ¿Que les impide a ustedes matarlos de cualquier manera?- Con las últimas dos palabras dichas se le vinieron a la cabeza las mil y un maneras que solían tener los magos oscuros para exterminar a los fastidiosos aurores. Recordaba que una vez no podían encontrarlos y desmembraron a sus elfos domésticos, los colgaron por toda la mansión y a la vista de todos. ¡Que fueran a buscarlos si se animaban! Recordaba incluso como uno de sus compañeros, Glenin Black, dejaba pequeñas "muestras" de crueldad. Realmente a veces era asqueroso. Sonrió un momento volviendo su mirada, que había estado perdida en el pasado, y concentrándola en el Haughton.

 

No le gustaba del todo. El chico era demasiado autoritario y ella no estaba acostumbrada a acatar órdenes de nadie. Pero lo dejó pasar, de cualquier manera no le haría daño al primogénito de Mónica. -En cuanto a pelear...creo que ahí es donde podríamos ayudarnos mutuamente. - dejó la taza sobre la mesita ratona que estaba en el salón, junto al sillón en donde estaba sentada y exclamó. -¡Alguien que me quite este café ahora mismo! Prefiero vodka por Voldemort...- y el desdén y desprecio que se escuchó de sus labios hizo recordar un poco a la vieja Avril. Quizás no le costara tanto acostumbrarse.

 

-Como decía...necesito que me ayudes a recuperar mis capacidades y luego de eso...- dijo mientras tomaba el vaso de trago largo que acaba de dejar furtivamente un elfo en la mesita y lo empinaba por su boca hasta dejarlo casi vacío- ...salimos a ver si no se defienden. Ya habrá tiempo para ver el ático hombre, te habrás dado cuenta de que no me interesa el lugar que me de cobijo- alzó las cejas ladeando su cabeza, como si acabara de decir tremenda obviedad. Pero mientras debatían oyó unos ruidos en la entrada general. -¿No tocan a la puerta?- preguntó, con más desconfianza que curiosidad.

 

@@Dovakhin Haughton@

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El traslador cayó tras de mi resonante cual piedra sobre el metal. No me sobre salte en lo absoluto. Conocía de los viejos pasajes que conducían a mi hogar y ansiaba volver luego de mucho tiempo de haberme ido. Poco importaba, conocen mi pasado y mis ausencias repentinas.

 

No sabría si mi madre Sophie aun mantenía su misma habitación, si mi amado elfo me esperaría tan leal como siempre y si estaría el cerdo rostizado en la mesa de la cocina…

 

Avance por un trillo de pasto seco que se encrespaba cada vez que osaba partirlo con mis pisadas. Se mantenía un frío seco, que quemaba las puntas de mis manos cuando la brisa pegaba fuerte.

 

No paso mucho para adentrarme por el jardín hacia la puerta trasera.

http://i.perezhilton.com/wp-content/uploads/2014/04/fan-art-lord-voldemort-20689494-480-200.gif

¡SEMPER FIDELIS! "Cavete solveris Bogarts, potest occidere scare"

http://i42.tinypic.com/i1ywib.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El tiempo no parecía pasar por los resquicios de las paredes del Castillo Haughton, que al menos en su exterior, lucían exactamente igual que cuando los observara por primera vez, todos esos años atrás. Tampoco era capaz de recordar alguna ocasión en la que me hubiera sentida de manera diferente al contemplar aquel edificio, una mezcla no del todo agradable, entre emoción, extrañeza y un dejo de melancolía que terminaba en todo caso haciéndome sonreír.

 

Vuelvo a aparecerme, esta vez directamente en mi habitación puesto si con algo se podía contar era con la certeza de algún drama, discusión, alboroto o amorío pasando en el recibidor del Castillo y prefería evitarme aquello o como mínimo aplazarlo.

 

Porque nada iba a interrumpir aquel momento planeado, aquella escapada con mi esposa. Podíamos vernos en su Mansión, pero lo cierto es que hoy me sentía egoísta y no tenía pensado compartirla con nadie más en al menos… una suficiente cantidad de horas y… ¿quién sabe cuánto es suficiente cuando se ama así?

 

No llamo a mi elfo, me encargo yo misma de encender unas velas arómaticas, de abrir el balcón del que se pueden observar los terrenos, siendo que desde mi habitación se encuenta en el cuarto piso, respiro la brisa del crepúsculo, pronto se esconderá el sol.

 

¿Estoy nerviosa? no puede ser, creo que en realidad me siento ansiosa, no puedo esperar más, Asegurándome de que todo está listo en mi habitación, que me gusta el conjunto de vestido veraniego, el más colorido que tengo .Vuelvo a desaparecer, no quiero esperarla, la voy a buscar directamente a su mansión para traerla conmigo en aparición conjunta, directo a mi habitación.

 

 

@Kyttara Gryffindor R.

 

EcRpQeP.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Entré por la puerta trasera, recordaba que era la mas cerca a la cocina. Necesitaba saber con certeza si aquel cerdo rostizado siempre descansaba sobre la mesa de madera.

 

Al entrar lo único que pude encontrar fue la chimenea ardiendo y una manzana ya mordida en el centro al mesa. Casi como una decoración insana para molestar a los ordenados y estéticos. Me reí.

 

Avance hasta dar con el pasillo y subí gradas, uno tres pisos. Al final del pasillo una puerta entre abierta, dejaba salir una tenue luz que bañaba el pasillo. Era el cuarto de mi madre. Una brisa se trajo consigo una mezcla de olores de incienso bastante dulces y eróticos. No se escuchaba a nadie adentro. Conocía a la vieja (No tan vieja) Haughton, a pesar de ser mi madre, desde muy pequeño me enseño a no merodear en sus cosas. Ya grande, solo quería hacerle saber de mi existencia y que aun le seguía queriendo y respetando.

 

¿Mami?...” susurre con temor hacia la puerta sin acércame mucho. “No creo que reconozca mi voz…” pensé con desilusión.

Editado por Evian Haughton Mørk

http://i.perezhilton.com/wp-content/uploads/2014/04/fan-art-lord-voldemort-20689494-480-200.gif

¡SEMPER FIDELIS! "Cavete solveris Bogarts, potest occidere scare"

http://i42.tinypic.com/i1ywib.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.