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Castillo de la familia Haughton (MM B: 84511)


Anne Gaunt M.
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Asintió sobre lo que el mago decía sobre la revelación del secreto mágico pues no podía estar más de acuerdo con él. Ella, más allá de ver solo eso, sabía que el conocimiento sobre la existencia de la magia traía consigo no solo el querer poseerla para solucionar sus posibles problemas si no miedos que podían convertirse en un arma realmente peligrosa… y lo cierto era que ya se había convertido. Estaban en guerra, una más de las tantas que el mundo había tenido.

Cuando anunció que era miembro de la orden del fénix un escalofrío le recorrió la nuca y bajó rápidamente por su espalda provocando que todo su cuerpo se estremeciera; había sentido miedo pocas veces en su vida y en aquel momento lo sintió.

- Sabes lo que pasará sin se enteran, ¿verdad? - no sería simplemente un enemigo como otro cualquiera, si no que podrían señalarlo como traidor a la marca tenebrosa-. No puedes dejar que se enteren – le dijo casi como una súplica sin ni siquiera moverse-, es tan peligroso que ni tú mismo eres consciente… toma el camino que quieras, pero ten cuidado.

En su mente cientos de imágenes se agolparon casi al momento y todas le resultaron dolorosas. Lo que pasaría si se enteraran de su paso al otro bando, la persecución que tendrían hacia él y la posibilidad, por remota que fuera, de que pudieran matarlo la aterrorizaron. De pronto descubrió que su mente había ignorado la confesión del mago y las posibles molestias habían sido sustituidas por únicamente preocupación.

Su siguiente explicación le resultó descorazonadora aunque no supo exactamente el motivo o quizás sí lo sabía, pero aceptar que deseaba estar entre los motivos de su regreso le suponía un esfuerzo demasiado complicado al que enfrentarse aquella noche. Entender que únicamente ella había estado atrapada en una historia del pasado le resultaba frustrante, aunque había pasado mucho tiempo desde que había dejado de enfadarse por ello.

Dejó que los ojos verdes de Illidan la atraparan unos segundos hasta que fue capaz de dejar de mirarlo y forzó una sonrisa en sus labios que rebosaba tristeza pero que supo disimular muy bien.

- El ministerio… bueno, podría habérselas arreglado sin ti, aunque la orden ha ganado un gran aliado – dijo finalmente para hacer una breve pausa que aprovechó para tragar saliva-, y estoy segura de que esas viejas amistades y afectos se alegrarán mucho de tu vuelta.

 

@ Illidan Black Lestrange

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El terror se pudo ver en sus ojos, Illidan no dejo de analizar un solo segundo lo que pasaba por su rostro y su cuerpo, a tal punto de que el mismo sintió apenas una milésima de segundo aquella inseguridad. Aun así la dejo hablar, sin interrupciones. Pero había cosas que la Malfoy desconocía, Illidan no solo tenía la noción de los edictos, una ministra que repudiaba a los muggles, y había impuesto el poder sobre ellos anulando el velo, también sabía, que la marca hoy en día, estaba habitada de personas que no seguían ideales de libertar como decían, o él pregonaba en el pasado, sino que eran simples desquiciados que no tenían un objetivo claro.

- Mónica... - Iniciaría el oji azul, ahora ingresando en las cálidas aguas, sin importarle sus zapatos, quedando frente a ella, a un suspiro de distancia. -  La marca no tiene ni un ápice de poder o respeto del que tenía cuando formábamos parte de él... - Comenzaría intentando calmarla. - Aun como están las cosas... dentro de ese bando nos seguirán más a nosotros que a su propio líder... - agregaría. - Estoy seguro, que si llegamos a una junta, todos nosotros, con los rostros descubiertos, nos seguirían, no los siguen por respeto, sino por miedo! - Terminaría. 

Bajaría la vista unos instantes. - Dime que idi*** permitirá que el velo sea levantado...no hay beneficio para el mundo mágico con algo así, solo molestias, problemas, podrían los muggles secuestrar magos por su propio beneficio, nos expusieron, la comunidad magia está en riesgo por culpa de estos idi***s.... - Lo último salió casi en un hilo de voz, estaba claramente frustrado. 

Llevo la mirada a un costado, intentando recuperar la compostura. - La orden no es una amenaza para mí, y les diré que fui mortifago, les diré lo que hice, pero los ideales de antes, en la marca, son los de la orden ahora, equilibrio, protección, no buscan lastimar muggles, no buscan poder, solo quieren balance, orden.... - Terminaría. 

Llenaría sus pulmones de aire, conteniéndolo, para soltarlo levemente, buscando recuperar el estado inicial. Adelantaría su mano hasta el mentón de la Malfoy, obligándola a mirarlo a los ojos. - Ya no soy el mago que solía ser, mi poder no es el mismo... pero quiero creer que cuentos con todos mis amigos para poner las cosas en orden...- Se tomaría unos segundos, solo para observarla. - Quiero creer que cuento también contigo, te necesito... - Sus palabras casi ahogadas quedarían allí, finalizando con una fija mirada sobre la peli roja.  

 

 

@ Monica Malfoy Haughton

 

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Mónica se había distanciado tanto de la Marca Tenebrosa que no sabía lo que había sucedido entre sus filas en los últimos tiempos y parecía que Illidan, habiendo desaparecido mucho tiempo antes, tenia información de primera mano. La realidad era que ella no había querido saber nada. Necesitaba un respiro, y si se hubiera dedicado a investigar lo que pasaba de puertas para dentro de la fortaleza oscura posiblemente nunca se lo hubiera podido tomar; lo único de lo que tenía certeza era que los mortífagos habían colaborado en la revelación del secreto mágico.

Cuando el rubio se le acercó toda aquella conversación pasó a un segundo plano, sobre todo desde el mismo instante en el que el aliento del mago la envolvía al hablarle. Tuvo que desviar la mirada mientras él hablaba pues necesitaba concentrarse en lo que le decía y no quedar sumida nuevamente en su mirada. Diablos ¿Qué le pasaba? ¿Por qué no era capaz de controlar aquel torbellino de sentimientos? Parecía una jovenzuela al borde de un ataque de nervios, pero se controló y no fue hasta que la mano de Illidan le tocó el rostro que volvió a mirarlo fijamente.

Escuchar sus ultimas palabras y lo que con ellas le pedía le cortó la respiración, aunque no tanto como tenerlo tan cerca. Ladeó la cabeza levemente en busca del contacto que Illidan había iniciado y su mano ascendió casi de forma instintiva al encuentro de la de él, recorriendo los dedos de este lentamente con la yema de los suyos de una forma tan sutil como deseada. Por un segundo el aire quedó estático en sus pulmones hasta que finalmente lo dejó escapar lentamente y abrió los ojos, ya que sin darse cuenta los había cerrado.

- Me pides demasiado – susurró. Miró los labios de Illidan y luego sus ojos de nuevo-, y lo peor es que lo sabes perfectamente.

Dio un paso atrás, no demasiado grande, pero si lo suficiente como para poder respirar sin sentir el calor del mago atraer a su propio cuerpo. Estaba segura de que si hubiera permanecido así dos minutos más lo habría besado y no sabía si aquella era realmente una buena idea.

- La marca tenebrosa ha sido la mitad de mi vida, como un hogar para mi en los peores momentos, y me estás pidiendo que la traicione – le reprochó aunque sin un ápice de molestia en su voz. De hecho la forma en la que hablaba desprendía un halo de tristeza tan profundo como el amor que sentía hacia él y que tantas veces se había esforzado por olvidar-. Es injusto que seas preciosamente tú quien me lo pida.

Sonrió amargamente y camino lentamente hacia él, aunque pasó a su lado sin inicialmente detenerse. Los hombros de ambos se rozaron y de nuevo fue como una nueva espina que se clavaba en su pecho que hizo que se parara ja su lado. Lo miró una ultima vez.

- Lo haré – murmuró por fin-, confiaré en ti. Pero te advierto que si desapareces y me dejas sola en… con... - hizo una pausa en la que soltó una enorme bocanada de aire, como si le costara decir cualquier expresión que tuviera que ver con la orden del fénix-, te buscaré y te mataré yo misma.

 

 

@ Illidan Black Lestrange

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Se sorprendió de que Mónica no se infartara, pudo ver como un escalofrío la hacía estremecerse, pero no daba crédito de si había sido por su tacto, o la petición que el mago le había realizado. Aun así, cuando pudo, la Malfoy creo un bache físico entre ellos, tomando distancia, apenas un paso. Sonrió ladino, entendiendo por qué lo hacía. 

Se vio así mismo en una balanza imaginaria, Donde de un lado estaba la marca tenebrosa, y en el otro solo él, y parecía tan equilibrada la cosa para la pelirroja, que le costaba decidirse. - Todos tenemos un pasado allí, y parece sádico que lo diga, mis mejores recuerdos son en la Marca... - diría, y no se refería a matar Fenixianos, o destruir castillos y mansiones, sino que hablaba, de la gente que allí había conocido. 

La Malfoy aceptaría, pasando a su lado, abandonando las aguas templadas, rozando su hombro con el del joven, le regalaría una amenaza al pasar, ya no había lugar para el abandono en la cabeza del Black Lestrange. Se giró para quedar frente a ella y clavando su azul mirar en los ojos de ella, susurraría un "gracias". 

Estaba feliz literalmente, después de años sin verlos, después de miles de eventos, aquellos que quería, amigos y familiares, estaban dispuestos a seguirlo, seguirse los unos a los otros. Solo por intentar mejorar aquel mundo, que tal vez, eran en parte responsables de haber perdido. 

Sin poder borrar la sonrisa de su rostro, empujaría cariñosamente a la dama. - Porque no me invitas a cenar... Muero de hambre... - Le diría, casi en una súplica. 

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Asintió con la cabeza ante el agradecimiento de Illidan queriendo zanjar aquel tema por el momento. Necesitaba procesarlo. Había tomado una decisión y cumpliría con ella y, aunque una parte de su corazón le decía que se arrepentiría de tomar aquel camino, el resto de su cuerpo la apoyaba. En su mente ya existía una duda razonable sobre los ideales que en el pasado la definían, pero posiblemente el hecho de que fuera el Black Lestrange quien se lo hubiera pedido había sido lo que la había terminado de empujar al abismo. 

Cuando pensaba que aquel encuentro tocaría su fin la petición del rubio a que lo invitara a cenar la hizo retroceder un momento. Levantó las cejas y lo miró de reojo mientras recogía los zapatos que un rato antes había dejado en la orilla del lago sin intención de ponérselos.

-    Veo que esta noche vas a salir de aquí teniendo muchas deudas conmigo, Black Lestrange – sonrió levemente divertida, pues no podía negar que muy en el fondo aquella idea se le antojaba perfecta-, y pienso cobrármelas todas en algún momento. 

Le dio un momento la espalda y volvió a agacharse unos metros más allá en busca de las prendas de las que se había desprendido el mago y volvió al lugar inicial, donde el continuaba. Tras entregarle el saco de agarró de su brazo, dejando que su mente se transportara a un tiempo anterior en el que hacerlo era algo normal y agradable para ella; en ese momento incluso le resultó doloroso. 

-    Volvamos al castillo – susurró para, de alguna forma, avisarlo de lo que estaba apunto de hacer e inmediatamente desaparecieron. 

Los ventanales del balcón de la torre los recibieron de par en par cuando ambos volvieron a aparecer en la habitación de Mónica. Estaba escasamente iluminada aunque se veía lo suficiente para ver a Piero detenido justo frente a ellos, casi como si acabara de llegar a la vez que la bruja y su acompañante; la criatura de ojos brillantes y saltones les hizo un gesto servicial a ambos aunque miró directamente a su dueña, que súbitamente se separó del cuerpo del mago. 

-    Por favor, organiza cena para dos – le indicó-, y que la sirvan abajo en el salón ¿te parece bien? – aunque se lo había ordenado al elfo la segunda pregunta iba dirigida directamente hacia Illidan, del que notó el calzado totalmente empapado-. Y pide lo que necesites, no puedes quedarte mojado durante toda la cena – mientras le decía aquello había se perdió a través de la puerta del vestidor, que entrecerró levemente para cambiarse dentro. 


 

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- ¿Tienes el privilegio de cenar conmigo y el que te deberá favores soy yo? - Diría sonriente, mientras la bruja lo tomaba por el brazo para realizar la aparición. Se sintió un tanto extrañado, al verde de pie en el balcón del cuarto el cual suponía era de Mónica, pensó que lo llevaría al comedor o a la sala. - Directo al postre... - Bromearía observando la cama perfectamente tendida. Darías varios pasos hacia el interior del cuarto, mojándolo todo a su paso. 

- Nada de ropa interior desperdigada en el suelo... Estoy decepcionado... - Bromearía mirando a la pelirroja. Sacaría su varita y con unas rápidas florituras tanto el como el suelo quedarían secos. Dejo caer su saco sobre la cama, y asintió al elfo tras la pregunta de Mónica. - Mientras me den de comer no me importa el sitio... - Diría, prestando más atención a los detalles del cuarto de la Malfoy. 

- Es la primera vez que estoy aquí... - Diría un tanto curioso, para encaminarse al armario y abrirlo. Sabía que a Mónica no le importaría. Analizaría algunos de los vestidos, que prolijamente colgaban cada uno de una percha. - Conozco algunos de estos... - Comentaría, siempre en tono de broma. Cerraría el armario para girarse y fijarse en la dueña de la habitación. 

- ¿Y bien, me haces una recorrida por el castillo o que? - Diría un tanto divertido mirando a la anfitriona. 

 

@ Monica Malfoy Haughton

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  • 2 semanas más tarde...

La voz del Black Lestrange sonaban al otro lado de la puerta, pero en su cabeza era como si estuviera verdaderamente lejos. Se apoyó con ambas manos en el lavabo de porcelana y se inclinó sobre este agachando la cabeza para resoplar en repetidas ocasiones hasta que conseguir empezar a relajarse. Cuando se miró en el espejo y su relejo le devolvió la mirada se sintió decepcionada a la vez que angustiada y, en un atisbo de su cuerpo, cierto sentimiento de curiosidad la envolvía.

Abrió el grifo y dejó que el agua corriera unos segundos hasta que la acumuló en el hueco de sus manos y se mojó la cara hasta en tres ocasiones. Tras mojarse también la nuca la apagó y se giró sin volverse a mirar en el espejo, como si se evitara a sí misma o al sentimiento de culpa por lo que acaba de prometer ¿Qué haría ella siendo miembro de la Orden del Fénix? Tragó saliva y se secó la cara con una toalla. Pero… ¿Cómo podría seguir siendo miembro de la Marca Tenebrosa? No tenía las ideas claras, pero lo que sí tenía clara era que no iba a volver atrás mientras las cosas no cambiaran.

Casi de forma automática, sin pensar, se había desecho del vestido mojado y había cogido del vestidor un pantalón y una blusa blanca que se puso rápidamente. El pantalón era celeste y se puso unos zapatos del mismo color que la prenda con la que había cubierto la parte superior de su cuerpo. Cuando salió de nuevo a la habitación se estaba recogiendo el pelo en una coleta alta y disimuló el haber entrado allí para cambiarse, aunque lo que necesitaba era realmente recomponerse ¿Lo necesitaba por la decisión que había tomado o por como la había dejado la cercanía del mago? Lo segundo había pasado a un segundo plano y, por su bien, más le valía olvidarlo.

- Conoces mucho más de lo que me gustaría – dijo en respuesta a lo que Illidan comentaba justo cuando ella salía-. Vamos – lo instó, encaminándose a la puerta.

La abrió y esperó apoyada en el marco a que este saliera. Un amplio pasillo fue lo primero que se abría ante ellos y las posteriores escalinatas para descender de la torre sur del castillo los recibieron con un silencio casi sepulcral. Cuando llegaron abajo el leve murmullo de los cuadros colgados a ambos lados de un nuevo pasillo rompieron el silencio, aunque las voces se iban apagando cuando Mónica pasaba. Los movimientos de los personajes allí retratados lo seguían con la mirada hasta que finalmente desaparecieron bajando el ultimo par de escaleras hasta la planta baja.

- Recuperé este castillo prácticamente a la vez de tu marcha, supongo que por eso nunca has estado aquí – explicó, respondiendo a uno de los comentarios que el ex-mortifago había hecho arriba. Cuando cruzaron el vestíbulo el olor de la comida delataba que todo estaba listo; entraron en el comedor y los dos asientos más cercanos a la chimenea apagada tenían sus cubiertos listos para ellos-. Bueno, parece que al final no te morirás de hambre.

 

@ Illidan Black Lestrange

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  • 2 semanas más tarde...

Solo quedaba un día más de verano, solo uno más y aquella pesadilla terminaría. Se detuvo por un par de segundos frente a las estatuas guerreras que le habían impedido el paso sin entender el porqué. Dejó escapar un pequeño suspiro, había llegado hasta aquel lugar gracias a una extraña nota que había encontrado en su antigua habitación hacía ya un par de años. Retraso aquella visita lo más que pudo ya que no sabía exactamente que descubriría en aquel lugar, pero ya no podía seguir postergando lo inevitable.

Intentó de nuevo avanzar, pero aquellas estatuas parecían aferradas a impedirle el paso. Comenzaba a desesperarse, ¿Cómo se suponía que llegaría hasta las puertas del castillo si no podía superar ese pequeño detalle? Intentó hacer de todo, pero era inútil, la única forma de llegar al castillo era seguir ese camino. La desesperación le hizo perder el control sobre sus pensamientos, lo cual terminó por revelar su verdadero color de cabello el cual era un intenso rojo.

Y fue entonces cuando los guardias lo dejaron seguir avanzando. Lo siguiente fue un tramo bastante largo en el que Cillian debió cruzar un enorme bosque que lo llevó hasta el claro frente al castillo del cual surgían tres caminos, no prestó demasiada atención a los otros dos, se concentró en el que lo llevaba directamente hasta la puerta del castillo y frente a ella se detuvo.

Cillian no sabía que aquel era también hogar de Mónica, tampoco sabía que el lazo que la única era mucho más fuerte aun de lo pensaba, pero estaba por descubrirlo.

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Para el viejo elfo One, el silencio que reinaba desde hacía tiempo en el castillo era una maravilla. Casi nunca había nadie en el castillo y cuando lo había, eran demasiado pocos como para que realmente se hicieran notar, así que él podía hacer y deshacer a su antojo. Cada vez que entraba a la cocina el murmullo del resto de elfos desaparecía, dejando paso a un ambiente de tensión que se mantenía a lo largo del tiempo a causa de los abusos que el de más edad cometía contra el resto. Aún así, ninguno se atrevía a contar lo que estaba sucediendo, pues pocos tenían la confianza suficiente en los humanos como para dirigirse a ellos con una causa tan personal. 

Piero había estado ausente, pero aquel día había bajado temprano a las cocinas para saludar a sus compañeros. Los viejas con su ama, Mónica, le costaban sus largas ausencias y por temporadas largas no se encontraba en los terrenos de la familia. Aún así, parecía que en aquella ocasión se quedaría por una larga temporada o al menos eso era lo que le había escuchado decir a la matriarca. Quizás por eso se encontraba tan feliz y sus pequeños zapatos anunciaron, entre correteos, el buen humor con el aquel día se había levantado. 

- ¡Buenos días a todos! - el agudo grito sobresaltó al resto del  mágico servicio, pero cuando se giraron para ver que era él todos se alegraron. El inteligente elfo se dio cuenta al instante de que algo pasaba y sus brillantes ojos azules se abrieron totalmente para analizar a sus compañeros-. ¿Pero qué ocurre aquí? - nadie dijo nada, pero varios se acercaron a él armando jaleo. Las pequeñas criaturas se abrazaron entre ellas y forma de saludo y, a pesar del ambiente extraño, Piero se sintió de nuevo en casa. Abrió la boca levemente pero sus orejas giraron levemente al sentir presencia justo encima de ellos-. Un momento, un momento, Piero debe ir arriba. 

Tuvo que empujar sutilmente a los otros para salir del circulo que habían formado a su alrededor y subió las escaleras a toda velocidad. Cuando llegó al hall del castillo, la estilizada figura de su dueña cruzó ante él y le lanzó una mirada tranquilizadora. «Yo abriré» , dijo moviendo solamente los labios y dedicándole una sonrisa afable al que se había convertido en su más fiel compañero. Piero sintió como el corazón se le inflaba, pues aunque era un elfo libre, servirle a aquella mujer era casi un placer para él.

Cuando Mónica abrió la puerta no pudo más que sorprenderse. 

- ¿Cillian? - entrecerró los ojos como si realmente necesitara asegurarse de que era él-. ¡Qué alegría verte! ¿Qué haces aquí? Pasa, pasa - mientras lo decía, una de sus manos hacía ademanes para invitarlo al interior y ella se había apartado a un lado de la puerta. 


@ Cillian

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El Castillo Haughton nunca había sido difícil de encontrar pues era una imponente construcción que sobresalía por encima de las demás, cualquiera que mirara hacia arriba y en la dirección correcta podía observar las torres del castillo y la enorme estructura que se erigía. Para el Malfoy siempre le había causado curiosidad y miedo acudir a ese castillo pues leyendas decían que estaba embrujado, siempre lo evitó y en todos los años que vivió en Ottery jamás puso un pie sobre el lugar. 

Por lo que la invitación de su hermana de ir a vivir al castillo le había resultado un poco difícil de aceptar, en primer lugar tenía toda su vida en la mansión Malfoy y toda una vida llena de lujos en el castillo Triviani pero después de regresar en el tiempo y ver que había sido olvidado por todos y que incluso nadie en la Triviani lo había recibido, no tuvo otra opción, necesitaba un techo donde vivir pero más que eso necesitaba una familia con la cual convivir.

Así como llegó al castillo de Alyssa decidió retirarse, ni siquiera abrió sus maletas pues no había quien le abriera la puerta y cabizbajo se aventuró hacia el castillo Haughton. Sabía que no estaría solo pues Cillian y Mónica lo recibirían, sería un excelente lugar para comenzar a vivir en pareja e incluso para vivir sus años de matrimonio feliz. Por tal motivo ya no tenía miedo, al contrario, están ansioso por ver lo que le deparaba una nueva vida, una nueva familia y un camino nuevo por recorrer. 

Siguió el camino hasta el lugar y se sorprendió de ver lo maravilloso que se veía de cerca, tan lleno de detalles que daban un aspecto renacentista. Por un momento el
Malfoy pensó que había viajado de nuevo al pasado. Se acercó a la puerta principal y pudo notar que estaba entreabierta por lo que decidió ingresar, no podía esperar a ver la cara de su hermana, seguramente estaría feliz por ver al rubio así que llegó hasta la el vestíbulo y esperó a ser recibido.

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