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Castillo de la familia Haughton (MM B: 84511)


Anne Gaunt M.
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Mi boca se embriagó de su cuerpo, bebí hasta zacearme de aquella fuente del deseo, sentía su cuerpo latir y contraerse en mis labios, sus dedos se enredaban en mis cabellos, con una mezcla perfecta entre el afecto y la dureza, todo dependía de la pericia de mis besos, del punto de contacto entre ellos y su cuerpo.

Con rapidez mi cálida amante tiró de mi hasta encontrarme de nuevo con su boca, ella me conocía tan bien que no tuvo dificultad alguna en despojarme de las pocas prendas que aún lleva, que estorbaban, liberándome de  aquella prisión de telas, era la última barrera que me impedían hacerme uno con aquel cuerpo que tanto deseaba.

Tendido en aquel lecho sentí el calor de su cuerpo sobre el mío, mis labios recorrían desde su boca hasta su corazón, mordiendo delicadamente su piel y en un momento, entre estos juegos de besos y abrazos, por fin su ser y el mío encajaron de forma perfecta, en su primer intento, definitivamente Mónica y yo fuimos moldeados del mismo trozo de arcilla, como polos opuestos de imanes, no podíamos ya separarnos.

Mis manos posadas en sus caderas acompañaban aquella danza frenética magistralmente coreografiada, y de nuevo me dejé llevar, disfruté de cada expresión de su rostro, de cada lujurioso lamento que salía de su boca, como sus cabellos a causa de aquel delirante va y ven cubrían su bello rostros y como sin parar un solo instante con maestría con su delicada mano los acomodaba de nuevo, como sabiendo que me privaba del placer de observarla disfrutando de nuestro amor.

No quise ser mero observador de todo aquello, sentía que el final estaba por llegar y a pesar que lo deseaba desde lo más profundo de mi ser, no iba a permitir que eso aún ocurriese, quería más de ella, quería que esto nunca termine, por lo que decidí tomar el control de la situación y con un rápido pero sincronizado movimiento cambiamos las condiciones del juego, ahora mi cuerpo sobre el suyo llevaba las riendas, me detuve por un instante solo para contemplarla unos segundos más, agitada, con su corazón latiendo a mil, sus labios entre abiertos, sus cabellos deliciosamente desordenados, me di cuenta de lo afortunado que era en ese instante, y nuevamente comencé el baile que por un instante dejé pendiente, mi lugar perfecto en el mundo era ahí, definitivamente era con ella.

@ Monica Malfoy Haughton

Editado por Mefistófeles Evil.

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La irrupción de la Black Lestrange cambió por completo la energía de aquella habitación. Casi me sentí aliviado por no tener que contestar de inmediato a la pareja, preso de aquella trampa inesperada de la que Juliene parecía haberme liberado. Casi. Algo dentro de mí deseaba que la mujer jamás hubiera aparecido y sabía que la duda de qué hubiera pasado a continuación me rondaría durante días.

No sabía por qué, pero me divertía aquella mujer y su actitud siempre sarcástica. Claro, manejaba mi idioma, quizá era por eso. De haber tenido sangre fluyendo por mis venas hubiera conseguido que me sonrojara al contestarme a lo de las palomitas, volviendo a remarcar mi incapacidad para parar toda aquella situación y confirmándome que también se había percibido desde fuera que no estaba completamente en contra de lo que Ludwig y Cillian habían empezado a entretejer. Sin embargo, mis crecientes ganas de salir avergonzado de allí se vieron aplacadas cuando la mujer siguió repartiendo leña; leña no dirigida a mis brasas. Contemplé la interacción entre exesposa y reciente esposo casi conteniendo la respiración.

Después, el Malfoy impuso de nuevo la cordura en el reino. Aludió a los invitados de fuera y toda la tensión pareció desinflarse. Yo me sentí est****o: se me había olvidado que había una boda fuera celebrándose. Su boda, de hecho. Volví a agradecer que Juliene me sacara de allí a rastras, enganchada a mi brazo, porque dudaba de poder moverme por voluntad propia del sitio donde me había quedado clavado. Seguimos a Ludwig de nuevo hasta la carpa. Ni siquiera comprobé si Cillian nos seguía.

Una vez nos reunimos de nuevo con los invitados, evité mirar a los rostros, probablemente sorprendidos de vernos salir a los cuatro de dentro de la mansión. Pero en lugar de eso, el ambiente estaba enrarecido y otro asunto parecía ocupar la atención de todos. Busqué con la mirada a Darla y Ernest, sin éxito.

Algo parecía no andar bien...

 

@ Cillian Haughton @ Ludwig Malfoy Haughton @ Juliene Black Lestrange quería darle un poco de cierre :3

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✤ Viajero de la noche ✤

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Un nuevo final, pero no el último. El cielo nuevamente. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo hasta contraer cada músculo apenas un instante y la abandonó súbitamente haciendo que por un momento se alojaran de golpe. Tenía la espalda perlada de sudor y su pecho subía y bajada con rapidez victima de la agitada respiración que, aunque dificultosa, no la ahogaba. No se habían detenido, de hecho, sin darse cuenta volvía a ser ella la que con la espalda apoyada en el colchón volvía a estar a merced de Mefistófeles.

Cerró los ojos y sus dedos se enredaron en la sabana como si en ella buscara algún tipo de sostén. El nombre de él salía de los labios de Mónica a veces en un susurro entrecortado, otras en forma casi de súplica. Cuando volvió a abrir los ojos lo miró fijamente, observando como el placer se había adueñado de su mirada totalmente y notó que su cuerpo estaba más tenso cuando le acarició el torso. Deslizó entonces las palmas sobre la piel sudorosa del Evil y al llegar a la parte baja de su cintura lo atrajo todo lo que pudo hacia ella, sintiendo como parecían fundirse.

Estaban al limite de sus fuerzas o al menos ella lo estaba, pero aún así sus piernas se aferraron fuertemente a él. Era como si durante todos aquellos años le hubiera faltado una parte de su ser, una parte de su alma. Él se la había llevado consigo y ahora, con aquel acto, se la estaba devolviendo a su cuerpo. A lo largo de su vida, de cada pareja que la había acompañado en el camino, solo Mefistófeles había llegado a conocerla de verdad y no solo en el aspecto que en ese momento unía sus cuerpos, si no a todos los niveles posibles. Ese pensamiento la aceleró tanto que la elevó de nuevo haciendo que se retorciera levemente bajo el cuerpo de su amante.

- Ahora – susurró alargando cada consonante. Había vuelto a subir sus manos hasta su espalda e inconscientemente había clavado sus uñas en su piel-, por favor…

@ Mefistófeles Evil.

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Fundido a Negro. 

Un plano panorámico nos pone en escena. La oscuridad acapara la mayor parte de la avidez en donde a duras penas se nos permite distinguir el entorno, lo que parecen ser árboles naciendo del agua exageran la sombra de una noche fría que desde el primer momento nos invita a adentrarnos en la plenitud del lugar. Sólo la Luna ilumina una pequeña parte de aquél todo, y el silbido del viento parece tararear una canción introductoria a una historia que quiere ser contada. Poco a poco, parece ser menos difusa la imagen a medida que la vista se va acercando más a un punto específico, dejando ahora en segundo plano el entorno y centrándose en lo que a la distancia pareciera ser un cuerpo. Los búhos hablan en su idioma, entre ellos. También se escuchan variedad de animales nocturnos acechando en su escondite esperando el momento exacto para dar con su presa y tomarla desprevenida. 

Al margen de lo natural, se percibe un ambiente mágico en el aire, a lo lejos pareciera sonar unas campanillas que se mezclan con el eterno piano característico de una película de suspenso, y así, un coro de elfos le da el toque final a la música imaginaria que sólo podría escucharse estando en aquél lugar, en ese preciso instante, más no en cualquier otro momento.  

Para ésta altura, el plano ya nos devela lo que aquél pantano custodia con recelo. Se puede ver claramente a Dovakhin postrado en la última porción de tierra, a orillas del agua, acostado en el lodo con su característica vestimenta. Una túnica, zapatos y traje, todo del mismo color renegrido. Su ropa contrastaba casi a la perfección con la palidez de su rostro, y allí yacía el mago, en un aparente descanso eterno, con su varita en la diestra como si ni aún muerto dejase de dar pelea. 

De repente, la calma, la tranquilidad del lugar se vería interrumpida. Una sorpresiva y profunda inhalación de aire, una bocanada de oxígeno invadió sus pulmones y a continuación sus ojos, por primera vez en mucho tiempo, volvieron a abrirse. 

Spoiler

 

Contempló unos momentos el mar de oscuridad que le regalaba el cielo, prontamente una estrella comenzaría a brillar una tenue y tímida luz que al cabo de algunos segundos se transformaría en un brillo intenso y radiante, a su lado aparecería otra, y luego otra, y así hasta llenar el firmamento. Aún en el suelo, notó que sostenía su varita y levanto su diestra para ponerla frente a su rostro y contemplar a su compañera. La observaba con extrañeza, en sus recuerdos no hallaba la respuesta que buscaba, ¿Cómo había llegado hasta ahí? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Había sido derrotado finalmente por alguien? no concebía la idea de eso último, pero era la única explicación lógica que se le ocurría en esos momentos tras despertar de lo que aparentaba haber sido un largo sueño. 

Justo cuando estaba inmerso en sus pensamientos, el aleteo inconfundible de una lechuza lo sacó del lapsus, miró automáticamente hacia arriba de nuevo para ver el momento justo en el que una de esas aves volaba sobre él y dejaba caer una carta que lentamente, danzando en el aire iba aterrizando sobre él. Al tocar su pecho la tomó con su zurda se dispuso a leer su contenido. Tras abrirla, entendería rápidamente el mensaje, era conciso, no tenía demasiada información más que una simple frase. "Es hora de volver" Entonces se incorporó y por primera vez después de muchos años pudo ver su reflejo en el agua de aquél pantano.  Había cambiado, tenía la barba muy crecida, las arrugas comenzaban a mostrarse en su rostro que ya había recuperado su color original. Inhaló profundamente por última vez y se embriagó del aroma a tierra mojada y verde que le regalaba la naturaleza, y sin decir una sola palabra, emprendió el viaje de vuelta. 

 

 

• • •

 

Un lugar al que regresar

Tenía mucho en lo que pensar, algo dentro de él se sentía diferente y desconocía el por qué, tal vez su coqueteo con la muerte le habría cambiado las perspectivas o tal vez simplemente fuera la vida misma quien se encargase de ello, era confuso, pero por otra parte revelador. Sin darse cuenta había comenzado a entender la existencia como un equilibrio entre el vivir y morir a cada instante, lentamente, después de todo era lo único que tenían en común todos los seres sin importar ningún tipo de distinción, después de todo aquello de morir siempre lo había visto como algo muggle y al final de cuentas parecía comenzar a sentirse identificado con ellos. Ya no era imbatible, ya no era un ser movido únicamente por la sed de sangre y combate, y aún más importante, ya no sentía odio a pesar de querer sentirlo. Algo se había apagado. 

Visto desde ese lado las cosas podían entenderse de cierta manera, sin embargo, había otra visión en juego y era la que aún no terminaba de aceptar debido a su orgullo y también por el motivo de que la otra, era la única forma de ser que conocía desde siempre. Pero no podía negar que ahora estaba en el medio de dos versiones de sí mismo y aún no sabía cual de las dos le gustaba más, pues aquella positividad que se había adueñado de sus pensamientos, se sentía cálida, como si le hiciera bien de alguna extraña manera. 

Finalmente había llegado. No había usado su escoba, no viajó en tren, no se transportó de ninguna manera ni hizo escalas ni paradas en ningún momento. Todo el trayecto lo hizo caminando y se veía exactamente igual que cuando despertó en el pantano. Su ropa, llena de barro, su barba de años, y su rostro... su rostro sonriente, por primera vez en la vida sonreía de alegría y no de malicia. Claramente su familia no lo conocía así, pero era su familia, y era su hogar o al menos eso pensaba él. ¿Lo eran aún?.

Parado frente a las puertas del castillo Haughton lo contempló un momento, todos sus recuerdos lo invadieron de repente, sabía quién había sido, estaba seguro de que no lo reconocerían pues ni siquiera él se reconocía a sí mismo, pero de todas maneras tenía que presentarse y ver qué pasaba después. Abrió las puertas del exterior y avanzó a paso firme hacia la entrada principal. No golpeó, de repente las puertas se abrieron de par en par y dio unos cuantos pasos hasta quedar justo en medio del hall de entrada. Miró a su alrededor y esperó encontrar a alguien aunque si el hogar contaba con algún sistema de reconocimiento posiblemente lo encontrarían a él antes que él a alguien más, por lo que prefirió ahorrarse un poco de tiempo y habló al aire. 

—Regresé. Soy Dovakhin— 

Esperó a ser recibido. Tenía la esperanza de que su madre estuviese presente, pero realmente cualquiera que lo recibiera estaría bien ya que quería un baño caliente y su habitación, pero después de tanto tiempo, entrar sin avisar podría ser algo perjudicial, y además, ni siquiera sabía si su familia lo creía muerto, o si de hecho aún lo quería allí. 

 

@Monica Malfoy Haughton 

@Cualquiera que me atienda. 

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Aquellos instantes en su alcoba fueron cargados de mil y un sensaciones que creía desaparecidas pero que solo ella podía develar, su cuerpo era opio para mis sentidos, mi mente solo se enfocaba en la Malfoy, no existía nada más en ese momento, su embriagante perfume me enloquecía, que me llevaba desde el romántico juego previo al frenesí del esperado gran final.

Mi cuerpo no daba más, había tratado de dilatar lo inevitable, pero tanto su cuerpo como el mío entraron en conjunción, como un perfecto eclipse sentí que no solo nuestros movimientos estaban perfectamente coreografiados, sino también nuestras almas estaban preparadas para juntas bailar en ese cierre de esta obra maestra plasmada en el lecho de la hermosa pelirroja.

Mis ojos se posaron en los de ella y mis manos apretaron las suyas de un lado y otro de la almohada donde reposaba su cabeza, bellas pupilas dilatadas, suplicantes, me llevaron a sentir una explosión mágica, todos mis deseos contenidos en un solo instante, en unos cortos segundos que me hicieron tocar el cielo con los dedos, era capaz en ese instante de escuchar los colores y ver todos los sonidos, tal fue la fuerza de aquel fantástico evento que no pude evitar que se me escape un grito, sujetaba con fuerza sus manos, mis ojos completamente cerrados a la luz, definitivamente esa mujer era capaz de hacer en mi lo que nadie jamás a podido.

Abrí mis ojos y la observe, que hermosa se veía ahí, disfrutando el uno del otro, juntos, fundidos como arena y cal, como agua del mismo rio, mi cuerpo descansando sobre el suyo, con un solo testigo mudo que era su lecho.

-Tu, solo tu...-le dije con voz aun agitada y temblorosa...-siempre has sido tu, este es mi lugar y de acá nunca más me quiero alejar...-

@ Monica Malfoy Haughton

 

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Selim Van Ewen

Se había convertido en algo parecido a un centinela, el guardián de un castillo casi desierto que en otro tiempo había estado habitado por numerosos rostros más que conocidos y que ahora solo eran fantasmas del pasado. La acaparadora oscuridad lo envolvía todo e invitaba a que envueltas en el silencio de la noche fueran las sombras las únicas conquistas del enorme castillo, sumido en un abandono estático en el tiempo. A él le gustaba la soledad, la plenitud que le otorgaba aquella tranquilidad era todo lo que necesitaba, pero sabía que a Mónica le entristecía ¿Habría alguna forma de devolverle la vida a aquel sitio?

El choque de las suelas de sus zapatos contra el suelo era lo único que lo acompañaba. A veces algún siseo escapaba de los cuadros, pero los habitantes de estos intentaban parecer inertes cuando Selim estaba cerca. La melena castaña, que estaba algo más larga y desprolija de lo habitual, contrastaba con una barba de varios días que tampoco había cuidado demasiado. Se le veía realmente relajado.

Una voz no muy distante llamó su atención y aunque había creído reconocer al propietario, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que lo había visto como para creer que realmente se trataba del hijo primogénito de su ahijada. No fue hasta que escuchó el nombre de este que supo que no habían sido imaginaciones de una mente ya algo aburrida de la vida solitaria y con un salto se precipitó rápidamente a través de la barandilla de la negra escalinata cayendo ágilmente en el hall de la entrada.

- Bienvenido a casa - le dijo con una sutil reverencia. Juntó las manos en su España y observó a Dovakhin de pies a cabeza-. Tu aspecto es lamentable pero tu madre se alegrará de verte – aseguró con una poco agradable sonrisa en el rostro; la relación de ambos había sido siempre un tanto extraña, aunque los había unido un punto en común: el poco agrado por las parejas sentimentales de Mónica-. ¿Quieres que la haga llamar o prefieres acomodarte y darte un baño antes?

@ Dovakhin Haughton


*****

Un bonito final. La letra de una vieja canción se le vino a la mente cuando sus cuerpos volaron por fin y no pudo evitar sonreír. Sus respiraciones agitadas aún se entremezclaban cuando Mónica buscó un nuevo beso en los labios de Mefistófeles y sus manos no se despegaban de la calidez del tacto con su espalda. Aunque aún se encontraba sobre ella notaba el peso de su cuerpo ligero como una pluma, sensación que fue alargada por las palabras que él acababa de decir y que, a ella, en el fondo, la derritieron.

- No digas cosas que no sabes si podrás cumplir – le pidió en voz baja. Le dio un nuevo beso, esta vez mucho más fugaz que los anteriores y salió de la dulce prisión que le suponía el cuerpo de su amante con un movimiento delicado pero eficaz. No se levantó, se quedó aun junto a él a pesar de haberlo apartado y tomó una sabana para cubrirse aún tumbada como si el éxtasis pasado dejara tras de sí cierto pudor-. Disfrutemos el presente y dejemos que el futuro solo demuestre lo que trae para nosotros – terminó.

Estaba contenta, claro que sí, pero también sentía cierta desconfianza. No quería volver a sufrir, de eso ya había tenido suficiente y además necesitaba ver que él estaba allí de verdad y que aquello no era algo efímero. Que no volvería a marcharse de nuevo.  No eran precisamente dos adolescentes, pero tal y como si lo fueran Mónica quería ir poco a poco. Como había escuchado en alguna ocasión… “Las cosas de palacio van despacio”.

- Tengo hambre – lo miró-, ¿Tú no? – no había esperado a que le respondiera cuando ya se había levantado. Había tirado de la sabana y se había envuelto con ella torpemente para ir en busca del resto de su ropa-. Bajemos a buscar algo de comer.


@ Mefistófeles Evil.

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Mi respiración poco a poco empezó a recobrar su ritmo normal, así como ya no sentía que mi corazón se quería salir de mi pecho, me di cuenta que a pesar de lo sucedido había mucho que hablar, esperaba no arruinarlo que siempre era mi costumbre, todo lo que me importaba tarde o temprano terminaba perdiéndolo o alejándolo a causa de mis propias decisiones y acciones.

Dejar al futuro que sea el que defina el destino creo que fue lo más sabio que pudo decir mi hermosa pelirroja, preocuparme por lo que todavía no había pasado era absurdo, tenía una nueva oportunidad de tratar de mantener cerca a lo que más valoro sobre esta tierra, tener a Mónica y a Emma dentro de mi vida se había convertido en prioridad esta vez.

Sus besos fue un suave aliciente antes de tener que tomar fuerza de voluntad para poder separarme de su cuerpo, me acomodé a lado suyo en la cama, mis ojos estaba cerrados tratando de que mis otros sentidos guarden en mi memoria todo sensación y tratar de alargar ese hermoso momento posterior al clímax. Sentí como ella se alejaba de mí y convirtió en toga una de las sabanas con las que se había arropado, privándome del bello paisaje que es su cuerpo.

-Tener hambre la tengo, pero no precisamente de comida...-le dije sonriendo de manera perversa tratando de alcanzarla inútilmente con mi mano para despojarla de la sabana...-pero de pan también vive el hombre...-

Me senté en el filo de la cama tratando de tomar mi ropa, aunque estaba mezclada con la de ella, hace mucho tiempo que no me sentía tan animado y para ser sincero, tan hambriento. Un par de medias por un lado, mi pantalón por otro, la camisa a pocos metros de ella, poco a poco tanto ella como yo estábamos listos en la medida de lo posible, definitivamente me acostumbraría a esto por siempre. Me aproxime a ella que se encontraba de espaldas y le di un delicado beso en el cuello.

-Tenemos tanto de que hablar mi amor, sé que aún no confías en mí, confío que pronto lo harás, pondré todo de mi para hacerlo, iniciando con ser completamente sincero contigo, te juro que a partir de hoy no existirán más secretos entre tú y yo...-

@ Monica Malfoy Haughton

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