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Confesionario de las Lamentaciones (MM B: 87865)


Reena Vladimir
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Cerca de la Clínica Santos Mangos se levanta una pequeña ermita, humilde y sencilla, que guarda en su interior un confesionario, muy bellamente adornado pero sencillo en su misma construcción. En la torre, una cruz y un ángel, iconografía de alguna religión muggle, adorna la cúspide de tan espiritual edificio.

 

El piso es de cemento alisado, haciendo que la superficie parezca una piedra grisácea y única, sin junturas. A la entrada, junto a un pilar adosado, una enorme pila bautismal adosada de color blanco, que reluce en la oscuridad del edificio; una figura demoníaca vigila el agua bendita y protege de los malos espíritus que puedan entrar en el lugar, chillando cuando alguien inmerecido entra con aviesas intenciones.

 

Hay un pasillo central libre, algo estrecho, y a los lados dos hileras de bancos de madera, antiguos; hay dos reclinatorios individuales en los laterales del confesionario, a la izquierda del altar de mármol blanco.

 

El ambiente es sencillo y relajado; permite reflexionar y hablar con las sacerdotisas que siempre escucharán a todos los visitantes viajeros que lleguen al lugar. Siempre se mantiene encendido el incienso que da un aroma espiritual a la pequeña ermita. Hay abundancia de flores en los pilares.

 

A la izquierda del altar hay dos escalones y un descansillo. De ahí parte un escalón de subida hacia la parte de atrás de la ermita, donde se sitúa la Sacristía. Allá se guardan todas las velas, inciensos e inciensarios, y todo el material que se vende en el lugar. También los utensilios para las múltiples ceremonias que hacen las sacerdotisas del lugar. Detrás de la sacristía, una cortina lleva a la zona de baños para los ejercicios espirituales.

 

Del descansillo también parte una escalera estrecha que baja hacia la cripta, donde hay algunos sarcófagos. Las sacerdotisas son las encargadas de rogar por los cuerpos que allá se contienen. Tiene una puerta que da al jardín trasero.

 

En el jardín hay un árbol sagrado sobre el cual suele encontrarse el Augurey de la Suma Sacerdotisa que atiende la ermita. Si te sientes con ganas de relajarte y estar un rato con nosotros, serás bienvenido.

 

 

Ficha Técnica:

 

Objetos del Confesionario:

 

1 Catalejo

1 Monedero de piel de Moke

 

Criaturas:

2 Hadas

2 Bowtruckle

2 Gusamoco

 

Afiliados: (3)

 

Reena (ficha y bóveda)

Xell Lovegood (Ficha y Bóveda)

Hayame Vladimir Potter Black ( Ficha y Bóveda)

 

 

 

 

 

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Iba a ser difícil saber lo que le pasaba a mi hija Jessie. Era mejor que entre todos expusiéramos una solución a lo que podía ser que le sucediera . Heliké sugería que sólo era cansancio. Eso era de fácil solución.

 

Si era una posesión de alguna alma del hospital, pues una pureza con alguna piedra de amatista y mucho incienso y todo listo. Pero... ¿Y si era algo peor? ¿Qué podríamos hacer si era algo peor? Contaríamos con la fuerza mística y espiritual suficiente para ayudarla?

 

Caí de rodillas al lado del camastro de Jessie y empecé a orar a la Luz. Estaba segura que toda sacerdotisa que estuviera presente me acompañaría.

 

 

 

 

Editado por Ainé

Sacerdotisa·Madre·Compañera

 

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La mujer de largo cabello pelirrojo observó lo que hacía su hermana antes de soltar un rechistido y un chillido de advertencia ante las palabras de la melliza de Heliké

 

A la primera ya la había calado en aquella ocasión cuando dueleasen

 

Sin embargo, a la nueva... especialmente después de lo que había dicho acerca de sus pociones, pues bien, no sabía que pensar al respecto de sus palabras pero por lo pronto no le había agradado ni su tono ni la manera en que había hablado de lo que utilizaría para ver de una forma mas practica lo que se suponía que hería y ataba a la chica en el camastro

 

Retrocedió un par de pasos para guarecerse en una sombra cercana donde solamente sus ojos rojos brillaban con intensidad, cruzandose de brazos y gruñendo por lo bajo como si se tratase de alguna bestia de los bosques presintiendo algun peligro, removiendo un pie solo porque su hermana de cabellos violetas estaba cerca

 

Ella iba a necesitar de concentrarse y la vampiro no ayudaría armando una reyerta innecesaria

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Anabelle Isabella Rambaldi Di Sforza

(Hermana melliza de Heliké)

 

Mientras me desplazaba con mi hermana, un ligero codazo le dio de lleno, se chocó con Xell. La había reconocido por el aura pura que desprendía y por su aroma...Se quedó un momento mirando, embobada, sólo logró articular algunas palabras:

 

-descuida, no pasa nada -le sonrió y notó que era arrastrada por su hermana (no lo puse antes, pero lo pongo ahora :P) y en cuánto Xell se le quitó de encima, visualmente hablando, llegaron al camastro en dónde estaba la chica que era hija de Sagitas.

 

Escuchó su explicación, con la palma abierta de su mano derecha, se dio un pequeño golpe, dando a entender lo burra que había sido.

 

-Maldita sea, tiene razón. Había olvidado por completo esa parte. Hace muchos años que no hago una limpieza de éste tipo y algunos detalles siempre se me olvidan -y le lanzó una sonrisa, para tranquilizarla. La chica se removía en sueños, como si estuviese intranquila, ¿posesión?, ya se vería.

 

Pero por un momento algo la inquietó. Una vampiro pelirroja que estaba cerca de su tía Sagitas se apartó bruscamente de su lado, sin entender lo que había pasado. No pretendía de ningún modo ofender a las brujas que estaban ahí, al menos, eso quería Anabelle, pero por su gesto y la forma de meterse en una sombra... No le gustó para nada, debía calmarse y no alterarse demasiado, como hacía su hermana Heliké. Cerró los ojos y se concentró durante un instante. No quería tomar la varita y ese era el lugar menos indicado para iniciar un enfrentamiento. Se dirigió a la chica pelirroja:

 

-Mira, te pido disculpas si te ofendió mi comentario -comentó en un susurro- aunque sea vampiro, soy sacerdotisa a tiempo completo y podemos ayudar a esa joven a que vuelva de nuevo a ser la que era. No pretendo interrumpir en tu territorio -sabía que era de su misma raza, por el aroma y todos los vampiros como Anabelle bien sabía, tenía el mismo olor común, luego, cada persona, era diferente.

 

-No pretendo iniciar una pelea aquí mismo. Soy mujer y bruja de un clan sacerdotal que cuando puede predica el amor por la naturaleza y los dragones, y lo último que quiero es perjudicar a otros -negó con la cabeza, y al menos, espero que las palabras, entre susurros, calmaran a la bruja que parecía alterada.

 

-No sé que te habría pasado con mi hermana Heliké -murmuró y miró a la pelicastaña oscura entrecerrando los ojos, tal como si adivinara lo que había pasado en su momento...

 

-Pero no todos somos iguales -y ésta vez se cruzó de brazos, básicamente para darle a entender que no tomaría ninguna represalia, no cogería ni la varita, ni el athamé que llevaba guardados en el cinturón de cuero que llevaba atado a la cintura.

 

Le tendió la mano con la palma abierta para que viniese junto a su hermana Heliké y Sagitas:

 

-No te haré daño, de verdad -le dijo con dulzura y con la mayor tranquilidad posible.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir

 

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Sus ojos permanecían entornados y con un ligero erizamiento en los vellos de sus brazos como si estuviese preparandose para cualquier peligro que surgiese de la nueva persona que aparecía junto con su sobrina y a la que parecían no reaccionar los demás, pero sus bufidos parecidos a los de un gato eran continuos

 

Su mirada se movió hasta la mano abierta de la otra joven y entonces, relajó tanto el semblante como el cuerpo

 

Al parecer en verdad no estaba en posición de comenzar a pelear como lo había hecho la otra vampiro con la que había cruzado hechizos en los terrenos de su propia mansión por lo que movió muy suavemente la cabeza como si con ello dejase por entendido que tampoco comenzaría a pelear ahora que no sentía que fuese a ser un peligro para la propia existencia

 

Pero de alguna manera, continuó negandose a salir de las sombras, al menos, no hasta que viera mejor cuáles eran sus intenciones en lo referente a lo ocurrido y el como le hablaría su propia hermana

 

Por algun motivo, siempre observaba como se comportaba el resto de la familia cuando había algo desconocido a menos que estuviese sola y tuviese que actuar pro supervivencia, como en su epoca mas oscura

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Anabelle Isabella Rambaldi Di Sforza

(Hermana melliza de Heliké)


Anabelle se quedó con la palma abierta durante unos minutos, pero se cansó y la bajó. No entendía porqué la bruja pelirroja se comportaba de ese modo. Quizá había pasado algo con su hermana y se comportaba desconfiada. Sabiendo lo que le gustaban los duelos, a Anabelle no le sorprendía que su hermana le hubiese retado a uno, pero ella no era de esa manera, prefería actuar sin usar la varita, usando las palabras que eran mejor que cualquier hechizo y ella lo sabía.


-¿Qué es lo que temes? -susurró a su tía pelirroja, que sabía que le escucharía.


Se dejó estar unos minutos, negó con la cabeza y suspiró. Más tarde hablaría con su hermana...


Se arrodilló junto a la joven que estaba en el camastro y tomó una de sus manos. Cerró los ojos durante un instante y lanzó un par de oraciones teniendo la mente en blanco, ese lugar le ayudaba a ello.


-Si quieres, puedes venir a ayudarme -le dijo a la mujer que se escondía en las sombras.


-Lo que sí, necesito lavanda -pidió Anabelle - el aroma permite relajar mejor el cuerpo, si es en incienso, mucho mejor -sugirió. Puso la mano sobre la chica tendida en el camastro - al menos, no tiene fiebre, es buena señal -comentó a nadie en particular.

 

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La mujer desde la oscuridad tan solo continuaba observando a la mujer como si con eso pudiese formarse una decisión o una idea acerca de si podía confiar o acercarse sin que fuera a atacarle repentinamente pero muy lentamente conforme pasaban los segundos, parecía ir relajando mas y mas su semblante

 

Finalmente hizo un movimiento para retirar esa posición de cruzar brazos para luego, extender la mano tenidendo con ello hacia un lado su propia capa iniciando una busqueda discreta en los bolsillos de esta que parecían contener algunos frascos con diferentes ingredientes, como buena bruja pocionista que era.

 

Después de unos momentos, sacó lo que parecía un pequeño estuche y de este, unos ramilletes de color suave que tendió a la bruja

 

-Me temo que no tengo incienso puesto que rara vez es un ingrediente, pero lavanda natural...

 

Dijo en un tono muy bajo y suave

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Dejé a Jesse en el camastro. Todos nos habían seguido, incluso la tía Hayame, que recién entraba en el confesionario. Heliké proponía si era cansancio. Jesse trabajaba demasiado y no estaba recuperada....era lo más normal, aunqeu eso también la hacía fácil a otro tipo de cosas peores.

 

Ojalá no fuera nada de aquello.

 

Me apoyé en la pared, observando como Annabelle y Hayame se acrcaban a Sagitas, orando junto a Jesse. Xell también se les acercaría, seguro. Miré a Heliké y sonreí.

 

- Tu hermana parece qeu sabe de todo esto. - susurré. Haber ayudado a cargar con Jesse había empeorado el dolor de espalda, pero preocupado por mi hermana no pensaba en aquello.

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  • 2 semanas más tarde...
Anabelle Isabella Rambaldi Di Sforza

(Hermana melliza de Heliké)


Escuchó hablar a su tía, al menos había conseguido hacerla hablar.


Asintió con la cabeza, contenta:


-Sí, me vale también -y sonrió a la mujer de pelo rojo.


¿Podría volver a intentarlo de nuevo? Antes lo había conseguido, pero transferir energía era mucho más laborioso que otra cosa y Anabelle lo sabía.


-Puedes venir, no muerdo -le comentó mientras tomaba la temperatura a su también prima.


-Al menos, fiebre no tiene -murmuró- eso hará más fácil las cosas -suspiró.


Escuchaba hablar al único varón que estaba ahí dentro, al parecer estaba bastante asombrado por lo que veía, pero teniendo a una madre como Sagitas no debía de extrañarle tanto.


-Cuida de tu chica -le dije guiñándole un ojo. Intuía que, a pesar de que le había dicho poco en las cartas que alguien estaba saliendo y por lo que presentió en energías era ese mismo chico. No podía evitar sonreir feliz por su hermana, aunque le daba la sensación de que Sagitas se lo pondría difícil.


***


-¿Eh? -respondí embobada, asentí con la cabeza, contenta.


-Sí, sabe bastante de éstas cosas a pesar de ser como yo, vampira decidió tomar ese camino... -le di un tierno beso.


Me acordé de su espalda.


-Matt -susurré- ¿y tu espalda? si quieres puedo darte un suave masaje con aceites -lo miré preocupada, pero ¿dónde hacerlo? Seguro que Sagitas nos pondría pegas, como para no conocerla.

 

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¡Puff, hijos! Estaba preocupada por todos y creo que empezaba a notar los nervios. No me sentía del todo bien y supongo que por eso dormité allá al lado del camastro de Jessie, en vez de estar velando por su mejoría. Y cuando caes en ese estado, ya puede estallar una guerra mundial (o una discusión familiar, que seguro que es más fuerte) que no despiertas hasta que el cerebro te dice que ya puedes despertar.

 

Por ello, me perdí los comentarios entre la Hermana Annabelle y mi hermana Hayame; me perdí su desconfianza inicial y también me perdí los intentos de la primera por cuidar a mi hija. Supongo que no se me puede acusar de ser mala madre, sólo de ser una mujer que me dedicaba mucho a la familia y acababa de sufrir un pequeño colapso y me había dormido al lado del camastro de Jessie.

 

Me levanté de golpe y por poco me caigo al suelo debido al desequilibrio. Miré a todos, entre asustada por mi breve ausencia mental y por el cansancio que sentía. ¡Demonios! Debía cuidarme, descansaar más.

 

-- ¿Cómo sigue? -- pregunté con voz débil. Me sentía cohibida por no saber qué decir. Había sentido las palabras que se habían pronunciado y sin embargo no había entendido nada de lo que decían. Estaba incómoda pero no podía demostrarlo. Tenía que volver a tomar las riendas de la situación por mi hija, por mis hijos, por las Hermanas presentes y porque, leñe, soy Sagitas y puedo con todo.

 

Asi que suspiré, recuperé el equilibrio y sonreí débilmente.

 

-- ¿A dónde os creéis que vais vosotros dos? Necesitaremos la ayuda de todos.

 

No había entendido lo que Heliké le había dicho a Matt, pero una madre huele cuando dos tórtolos quieren alejarse en busca de algo de intimidad que, por supuesto, yo no estaba dispuesta a dársela. Sonreí a Annabelle, quien parecía estar cuidando de mi hija.

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Anabelle Isabella Rambaldi Di Sforza

(Hermana melliza de Heliké)


La bruja seguía atendiendo a la hija de la Hermana Sagitas. Ésta parecía que presentaba un cuadro de cansancio o eso parecía, pero en un lugar mágico en dónde estaban todos, cualquier cosa podía darse.


Miró hacia Sagitas, pero al parecer el "mini" sueño la había dejado un poco traspuesta...


-Sigue igual -murmuró Anabelle- no hay cambios y eso es algo de lo que no entiendo -y al final lanzó un bufido y murmurando palabras ininteligibles... Además se fijó en la pareja de Matt y Heliké, se habían dado un beso antes de que se despertara la madre de éste y menos mal, porque lo último que querría es que hubiese una pelea en el confesionario por culpa de esos dos, o mejor dicho, por el hecho de no aceptar la relación de su hermana con el joven licántropo.


-Hermana -comentó Anaballe mirando a Sagitas - mi hermana no se va a ningún lado, estuvo aquí todo el rato -asintió con la cabeza, intenté ayudar a mi hermana, para que no se ganara una bronca, Heliké me lo agradeció con una sonrisa...


-Sagitas, tu hijo necesita un masaje, tampoco vamos a hacer nada malo -la bruja rió entre dientes al escuchar el comentario de su hermana. Puede que el chico sí lo necesitase, pero un baño reparador con sales y lo dejaría como nuevo, de eso estaba segura.


-Hayame -llamó a su otra tía- puedes venir, si lo deseas para ver como está tu sobrina -le comentó con una sonrisa cuando giró la cabeza para hablar con la bruja.

 

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