En el cemmenterio

[Romina Black Lestrange]

Me encontraba en un cementerio en medio de la noche esperando alguien con quien tener un duelo, aunque la verdad no me importaba con quien seria sino aprender cada vez más sobre el mundo tan complicado de los duelos. Ya era casi media noche y me encontraba sentada en una lapida llena de polvo que por suerte no logro ensuciar la ropa que llevaba puesta en ese momento; un short y una remera ya que había olvidado ponerme algo en los pies.

 

El lugar era bastante sombrío para mi gusto ya que unos árboles sin hojas y quemados lograban hacer figuras bastante aterradoras y en algunos de ellos se encontraban esos cuervos que tanto asustaban a los muggles o al menos eso recordaba. Había piedras de todos los tamaños que eran perfectas para muchas cosas, también los insectos que se encontraban allí eran bastantes repugnantes para mi gusto.

 

Había algunos faros que lograban iluminar un sendero por el cual divise que a lo lejos venia una persona. Me pare de la lapida en donde me hallaba sentada y me sacude el polvo que esta me había dejado en la ropa para dirigirme al sendero del cual provenían crujidos de ramas que la persona rompía al caminar. No lograba distinguir si la figura era hombre o mujer, aunque estaba segura que pronto lo sabría.

 

-Sectusempra- dije apuntando mi varita hacia mi rival de la cual salió un rayo que se dirigía al pecho de mi rival que si llegaba a impactarle le provocaría graves heridas sangrantes que si no se las curaba pronto le llevaría a una muerte dolorosa pero segura.

[Anne Gaunt M.]

La Gaunt no conseguía recordar qué la había llevado hasta aquel cementerio, pero sí tenía claro que algo extraño sucedería muy pronto. Sentía en el aire que no estaba sola en aquel lugar, aunque por más que aguzaba la vista no conseguía encontrar la figura de nadie. Una ráfaga de viento llevó hasta su nariz el aroma de una persona, y la licántropa lo aspiró deseando desvelar la identidad de quien se escondiese allí, pero no lo consiguió. Caminaba por un sendero tenuemente iluminado, y sus botas de corte militar hacían crujir las hojas que había en el camino. El resto de su vestimenta se componía de un pantalón vaquero estrecho y un jersey negro de cuello alto para protegerse del viento fresco que corría en aquella noche.

 

Pronto, los sentidos de la mortífaga revelaron la situación de la persona que allí la esperaba y eso la alertó para que se armara con su varita y estuviese preparada para lo que pudiera suceder. Apretó los dientes mientras entornaba los ojos y, de repente, se dio cuenta de que a poco más de nueve metros de donde se encontraba había una figura femenina que la atacaba sin más preámbulos.

 

— ¡Protego! —vociferó, creando un escudo mágico que absorbió totalmente el rayo atacante de Romina. Tragó saliva y volvió a entornar los ojos, analizando bien a la mujer que tenía enfrente—. Vaya forma de saludar a los transeuntes. Ahora, atente a las consecuencias. ¡Expelliarmus! —gritó, con fuerza. Un rayo rojizo salió de su varita directo hacia el pecho de Romina. Si no lo detenía, la chica se vería despojada de su varita, que caería a unos tres metros de ella.

[Romina Black Lestrange]

La figura de una mujer se defendía del sectusempra que había lanzado anteriormente aunque mi intención no era hacerle daño, siempre tenía el impulso de atacar para defenderme de cualquier cosa lo más mínima que sea. Se me hacia un poco conocida pero no recordaba de donde ni quien era aunque estaba segura que pronto se lo preguntaría.

 

-¡Silencius!- exclame en cuanto escuche que mi rival pronunciaba una defensa de cual solo se escucho <<Expe>> anulando el rayo que esta quería lanzarme- No quería atacarte, solo que fue un impulso…- dije mientras la examinaba de pies a cabeza intentando saber quién era- Te me haces conocida, pero no recuerdo de donde… ¿podría saber con quién tengo el gusto de tener este duelo?- pregunte observando la distancia de diez metros que nos separaba.

 

-Incarcerus- grite apuntando mi varita hacia mi rival. De la punta de esta salieron tres gruesas cuerdas que s dirigían a distintas partes de su cuerpo. Una de ellas se dirigía hacía su cuello que se ajustaría fuertemente impidiéndole hablar y por lo tanto no podría efectuar bien sus hechizos, la segunda se dirigía hacia sus muñecas atándolas a su cuerpo y haciendo que no pudiera apuntar correctamente, y la tercera y última cuerda se dirigía hacia sus tobillos juntándolos y haciendo que probablemente perdiera el equilibrio.

 

Las tres cuerdas salieron disparadas en dirección a su cuerpo que podían o no llegar a impactarle y si era así estas se ajustarían fuertemente. Ahora solo esperaba no perder demasiado rápido, sabía que no era buena en esto de los duelos y por eso era que me gustaba tanto practicar. Pero algunas veces no pensaba bien las cosas y terminaba perdiendo por el más mínimo error que cometía. Me quede en el lugar en el que estaba esperando su siguiente movimiento.

[Anne Gaunt M.]

La Gaunt torció el gesto; no había esperado que la joven cayese en aquella trampa infantil que le había preparado, pero ver que se defendía correctamente tampoco era algo que la ilusionase lo más mínimo. Cuando la escuchó hablar, sin embargo, esbozó una suave sonrisa cargada de falsedad que hizo brillar extrañamente sus ojos grises.

 

— Pues para no pretender atacarme has usado en tu impulso un hechizo bastante mortífero —le respondió, con tono mordaz—. Pero no te preocupes, yo lo siento por ti... porque soy altamente competitiva, y odio perder —añadió, con la clara intención de poner nerviosa a su interlocutora. Se pasó la lengua por los labios con sutileza y luego entornó la vista, sin bajar la varita ni por un instante. Sabía que el próximo ataque de su rival estaba muy próximo. Y, de repente, llegó—. ¡Evanesco! —exclamó, en cuanto la muchacha conjuró tres cuerdas con la intención de apresarla.

 

Éstas se desvanecieron en el aire de la misma forma en que habían aparecido, dejando a ambas mujeres nuevamente solas en aquel tétrico escenario. La licántropa carraspeó con la garganta para captar la atención de la joven y luego volvió a sonreir.

 

— Para no dejarte con la duda, te diré que soy Anne Gaunt Haughton. Si te gusta el quidditch, quizá te suene mi nombre —le dijo, evasivamente. Estuvo tentada de confesarle su afiliación a la Marca, pero aquello podría suponer graves problemas para sí misma o para sus familiares, por lo que decidió guardarse aquella información, al menos por el momento—. ¿Y tú? ¿Quién eres? Así podré mandarle una nota mostrándoles mis condolencias a tus familiares, cuando acabe contigo —le preguntó, con una sonrisa torcida y peligrosa que dejaba entrever sus blancos y puntiagudos colmillos. La amenaza no iba completamente en serio: la Gaunt sabía que había perdido mucha destreza en el arte de los duelos, pero confiaba en que podría acabar con la muchacha con algo de esfuerzo e ingenio. Enderezó la espalda con gesto ceremonioso y apuntó a la joven con su varita, directamente al pecho—. ¡Morphos!

 

La remera de la joven se transformó al instante convirtiéndose en una pequeña araña mortalmente venenosa que la picó en el abdomen sin perder ni un instante. Una vez la contagió con su mortal fluido, el arácnido saltó al suelo y se refugió entre las sombras, tal y como Anne le había ordenado mentalmente al crearla. Si Romina no se sanaba debidamente, el veneno se extendería por su torrente sanguineo y acabaría con su vida en pocos minutos.

[Romina Black Lestrange]

— Ya me di cuenta que eres competitiva y que te gusta ganar — comenté después de escuchar su comentario aunque sabía que yo no iba a ganar este duelo tampoco me dejaría vencer tan fácilmente. Aunque si lo pensaba bien nunca había ganado un duelo desde que había aprendido y era por esa razón que me gustaba tanto practicar pero no con gente que de verdad desease ganar solo por satisfacción. En ese momento vi como las cuerdas que había conjurado anteriormente desaparecían en la oscuridad que abundaba en esta noche. Solo alumbraban las luces de las estrellas y de algunos pocos faroles que había en las tumbas.

 

— Un gusto conocerte — le dije con mucha falsedad al momento de pronunciar — Aunque no acostumbro conocer gente en estas condiciones —dije lo que pensaba en ese momento que era la pura verdad, nunca me había imaginado estas cosas de andar presentándose en medio de un duelo, pero bueno ya había sucedido y no tenía vuelta atrás — Yo soy Romina Evans McGonagall… — le dije al tiempo que escuchaba sus siguientes palabras — Si tu intención es asustar no lo haces, de hecho cualquier cosa puede salir mal y las podríamos terminar perdiendo — le dije un poco molesta por su anterior comentario — Siento raro que vengas a dueliar con alguien que acaba de terminar la academia, seguramente quieres sentirte poderosa derrotando a alguien que no tiene tus mismos conocimientos y habilidades — le dije a Anne con la simple intención de provocar.

 

— Morphos — dije apuntando mi varita hacia la bota derecha de mi rival haciendo que esta se convirtiera inmediatamente en una viuda negra que no dudo en inyectarle su letal veneno. Ahora le quedaba poco tiempo para curarse y no morir envenenada. Justo en ese momento siento como me pica una araña en el abdomen y cuando cae al suelo no dude ni un segundo en pisarla bien fuerte para que esta no volviera a lastimarme. Odiaba tanto a esos insectos que no los quería ni ver aunque últimamente con tantos duelos estaba acostumbrada porque era lo que más se usaba. Ahora me había quedado sin remera.

 

— Morphos — dije después de haber tomado una piedra la cual inmediatamente se transformo en un bezoar el cual no dude en meterme en la boca para sobrevivir a la picadura de la araña que anteriormente me había picado el abdomen. Ahora solo estaba esperando a los siguientes movimientos de mi rival.

[Anne Gaunt M.]

— ¿De veras te da gusto conocerme? Bueno, reconozco que gano mucho en una reunión social. Siempre me han dicho que durante un duelo... parezco más loba que humana —comentó con mordacidad, haciendo referencia a la licantropía que sufría desde su adolescencia—. Un placer saludarte, Romina. Y no, no pretendía darte miedo... no necesito hablar para hacer eso. Sólo quería avisarte de lo que haré cuando termine contigo. Disculpa si te he ofendido con mi sinceridad —se excusó falsamente, encogiéndose de hombros.

 

Se permitió el lujo entonces de soltar una sonora carcajada con las últimas palabras de la joven, que parecía querer provocarla. Sacudió entonces la cabeza con desdén, compadeciéndose de la muchacha, y luego volvió a mirarla casi con cariño.

 

— En serio, en el fondo admiro tu valor. Pero eso no significa que vaya a ablandarme para que acabes conmigo. ¡Ah! —gritó, cuando la muchacha la atacó y su bota derecha se transformó en una ciuda negra. Sintió rápidamente el veneno extendiéndose por su cuerpo y, antes de nada, movió el pie sano y con bota para aplastar al arácnido que la había contagiado. Al morir, la araña volvió a ser la bota que la chica le había transformado y, a la vez que veía cómo Romina se sanaba tomando un bezoar, ella apuntó a la bota libre del suelo y murmuró—. Morphos.

 

Ésta se transformó en un bezoar y lo ingirió, imitando así a la muchacha que tenía enfrente. Tras eso, alzó la mirada y la miró con gesto inquisitivo, sin pronunciar palabra.

[Romina Black Lestrange]

Escuché sus palabras y podía notar la falsedad o algo parecido al momento de pronunciarla— ¿Acaso eres licántropo?—le pregunté sin ninguna intención de ofender esperando que no se enojara por tal atrevimiento, pero si resultaba de esa manera me limitaría a tratarla de la misma manera no solo para seguirle el juego sino para no estar tan aburrida. Observe por unos segundos el cielo y deje escapar un suspiro de alivio al notar que esta noche no sería luna llena ya que esta se encontraba casi a la mitad y muy brillante.

 

—Nadie dijo que tienes que ablandarte, solo digo lo que pienso—comenté mientras me encogía de hombros—Solo que se me hace raro que te sientas tan poderosa con alguien que no está a tu mismo nivel, además de las diferencias de edades supongo que eres vie…—dije haciendo una pausa pensando las cosas que decía—Más grande que yo quise decir—aunque si la llamaba vieja o no importaba ya que mi intención era intentar ofenderla —¿Puede ser que te haya conocido en Elviris Pub?—pregunté esperando una respuesta.

 

Observé como Anne se curaba de la viuda negra y en ese momento creí que atacaría pero me sorprendió que se haya quedado allí parada sin hacer nada y luego recordé que eso hacían muchos magos y brujas para hacer que su rival perdiera las intercalaciones. Pero no las iba a perder tan fácilmente, o al menos por el momento— ¡Sectusempra!—exclame viendo como un rayo salía disparado de la punta de mi varita y se dirigía directamente hacía el pecho de mi rival; si el rayo lograba impactarle le provocaría graves heridas que le sangrarían hasta llevarla a la muerte. Ahora me limitaría a esperar sus siguientes movimientos ya que por el momento no tenía planeado perder las intercalaciones.

[Anne Gaunt M.]

Anne asintió ante la pregunta de la joven y sonrió con suavidad al ver que ésta desviaba la mirada hacia el cielo.

 

— Sí, soy mitad humana y mitad lobo, por decirlo de alguna forma. Pero tranquila... hoy soy sólo humana, por fortuna para ti —comentó, sin deje altivo. Después la escuchó mientras continuaba hablando y soltó una carcajada al notar que había estado a punto de llamarla vieja. Se llevó la mano derecha a la cara y se rascó la cicatriz de la mejilla izquierda con suavidad, aún riendo entre dientes—. Dilo tranquilamente, ya no soy tan niña como eres tú aún. ¿Pero sabes? Es mucho mejor así. Y te equivocaste en una cosa... no me siento poderosa porque esté luchando contigo, ni cuando estoy luchando con cualquier otra persona. Simplemente lo soy —soltó, esta vez con seguridad—. Sí, puede que me hayas visto en Elviris Pub, el local es mio. Así como otros dos o tres negocios del Callejón —asintió también, confirmando que la chica y ella se habían visto con anterioridad.

 

Sabía que aquella calma no duraría mucho más, y se preparó para recibir el ataque de la joven bruja. Éste no se demoró lo más mínimo, y Anne decidió responder con prontitud.

 

— ¡Silencius! —bramó, a pesar de que sabía lo que pasaría a continuación. El efecto de su hechizo fue inmediato a pesar de que no sería visible hasta que la chica no intentase hablar: la Gaunt la había silenciado durante un rato. A cambio de aquello, la maldición de la muchacha impactó en el pecho de la licántropa, que rápidamente notó un agudo dolor en el cuerpo mientras sentía la sangre correr por su ropa. Jadeó a la vez que se tambaleaba y luego pasó la varita por las heridas a la vez que pensaba "episkey", realizándose así la primera de las dos curaciones que necesitaría para sanar aquellas heridas.

[Romina Black Lestrange]

—No imaginaba que habían varios licántropos, de hecho, siempre pensé que éramos muy pocos y que en algún momento lograríamos extinguirnos—comente mientras me disponía a escuchar sus siguientes palabras— Además de vieja, te crees mejor que el resto ¿no?—solté después de escuchar sus palabras — ¿Acaso eres…?—deje la pregunta sin terminar, hay cosas de las que no se hablan y menos en un duelo. Pero después de escuchar que la había visto en Elviris Pub tenía ciertas sospechas de que aquella mujer podía ser un motífago— Ya no importa, hay temas de los que no se deben hablar…-- comenté esperando que no preguntara que había querido decir.

 

Me sorprendí mucho al notar que no se defendía de mi hechizo y dejaba que el rayo le impactara en el pecho y la verdad que no me gustó mucho ver esa imagen porque odiaba ver sangre por todos lados aunque lo más probable era que lo que estaba haciendo era una trampa en vez de lanzar algún hechizo me había silenciado <<Zancadilla>> pensé. El efecto fue inmediato provocando así que Anne cayera de bruces al suelo gracias a un lazo invisible que le sujetaba los tobillos.

 

—Morphos—pronuncie y después dirigí mi varita hacía la bota que todavía le quedaba en uno de los pies aunque no podía decir con seguridad si era el pie izquierdo o el derecho porque nunca había sabido manejar muy bien esas cosas. Lo importante era que su bota se convertiría en un escorpión muy venenoso que le inyectaría su letal veneno para conducirla a la muerte.