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Ranas Lunares (MM B: 105591)


Lyra Katara Selwyn
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Mis pasos eran firmes y directos, nunca habia entrado a ese lugar que contaba con un cartel

que decia "Ranas lunares" parecia modesto y tranquilo, algo que no venia nada mal despues

de largos dias de caza.

La cafeteria sonaba muy bien y fue hacia donde me dirigia al tiempo que observe las diversas

mesas cuadradas, y sus paredes adornadas con rana, haciendo fama al nombre.

Se podia sentir el suave aroma al cafe que provenia de las maquinas al mismo tiempo que

se visualizaba al elfo que atendia dando vueltas por todos lados.

 

- me sentare aqui -

 

Me dirigi a un rincon donde se encontraba una mesa algo alejada, tranquila para el momento,

mientras esperaba que me atendieran me disponia a leer un viejo libro que traía en mi chaqueta.

No entiendo que es ser fuerte... pero supongo que enfrentando a los mas fuertes... encontrare mi respuesta

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Había tenido un día ajetreado en el periódico, muchas noticias y escándalos nos estaban dando mucho trabajo. Realmente estaba muy cansada de escuchar y ver a tanta gente, quería estar sola o al menos con pocas personas.

 

 

Salí del diario, casi corriendo, huyendo del bullicio de centro de Londres. Pasado como unos treinta minutos ya me había alejado del gentío Muggle que por lo general eran los más activos y ruidosos de la zona en donde se ubica el Periódico.

 

 

El clima me estaba provocando un antojo de chocolate caliente o un cafecito, así que me dispuse a buscar un local que no estuviera tan concurrido para disfrutar una rica bebida caliente. En una esquina pude notar un pintoresco local que decía con letras grandes: Ranas lunares y otro letrero en la banqueta que decía: rico café y chocolate caliente, pasé usted.

 

 

No dude ni un segundo y crucé la entrada de aquel local. El lugar era a un más acogedor, había muchas mesas cuadradas y las paredes estaban adornadas con ranas y el aroma al café gobernaba el lugar. Me acerqué a la barra y observé el menú para ver que tipo de bebidas calientes preparaban allí. Al ver que tenían mi bebida favorita me dispuse a pedirla al elfo que se encontraba muy atareado.

 

-Hola, ¿Podrías prepararme un caramel macchiato? Por favor- Pedí amablemente al elfo.

 

El elfo me tomó la orden y me cobró, acto seguido me dispuse a buscar un lugar que estuviera un poco más tranquilo, solo había tres mesas las cuales estaban ocupadas, pero una de ellas solo estaba ocupada por un joven que parecía disfrutar de su lectura. Decidí ir ay preguntarle si podía compartir su lugar conmigo.

 

-Perdona, ¿Podría sentarme aquí? Es que todas las mesas están ocupadas- le cuestioné al joven.

@-_Vegueta_-

Editado por Beryl Serenity Hawthorne

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Una suave voz había interrumpido mi lectura, algo inesperado, ya que solía mantenerme solo y alejado de los demás, era común en mi, pues me servía para reflexionar. Eleve mi mirada hacia la joven que buscaba ocupar la silla que acompañaba mi mesa.

 

- Claro, por favor toma asiento.

 

Mis palabras fueron firmes al mismo tiempo que la invitaba a tomar asiento, parecía una joven agradable. Di unos ligeros movimientos de mano, para que la silla se separase de la mesa, así ella podría tomar su el lugar y compartir la mesa.

 

El elfo por fin llegaba a tomar mi pedido lo cual ya había demorado, pero aún así pedí un café con una ligera gota de leche. Mi mirada se había puesto nuevamente sobre el pequeño libro, malgastado y dañado.

 

- Mi nombre es John,¿cuál es el tuyo?

.

Había tenido un día ajetreado en el periódico, muchas noticias y escándalos nos estaban dando mucho trabajo. Realmente estaba muy cansada de escuchar y ver a tanta gente, quería estar sola o al menos con pocas personas.

 

 

Salí del diario, casi corriendo, huyendo del bullicio de centro de Londres. Pasado como unos treinta minutos ya me había alejado del gentío Muggle que por lo general eran los más activos y ruidosos de la zona en donde se ubica el Periódico.

 

 

El clima me estaba provocando un antojo de chocolate caliente o un cafecito, así que me dispuse a buscar un local que no estuviera tan concurrido para disfrutar una rica bebida caliente. En una esquina pude notar un pintoresco local que decía con letras grandes: Ranas lunares y otro letrero en la banqueta que decía: rico café y chocolate caliente, pasé usted.

 

 

No dude ni un segundo y crucé la entrada de aquel local. El lugar era a un más acogedor, había muchas mesas cuadradas y las paredes estaban adornadas con ranas y el aroma al café gobernaba el lugar. Me acerqué a la barra y observé el menú para ver que tipo de bebidas calientes preparaban allí. Al ver que tenían mi bebida favorita me dispuse a pedirla al elfo que se encontraba muy atareado.

 

-Hola, ¿Podrías prepararme un caramel macchiato? Por favor- Pedí amablemente al elfo.

 

El elfo me tomó la orden y me cobró, acto seguido me dispuse a buscar un lugar que estuviera un poco más tranquilo, solo había tres mesas las cuales estaban ocupadas, pero una de ellas solo estaba ocupada por un joven que parecía disfrutar de su lectura. Decidí ir ay preguntarle si podía compartir su lugar conmigo.

 

-Perdona, ¿Podría sentarme aquí? Es que todas las mesas están ocupadas- le cuestioné al joven.

@-_Vegueta_-

No entiendo que es ser fuerte... pero supongo que enfrentando a los mas fuertes... encontrare mi respuesta

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  • 4 meses más tarde...

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Cada vez que sentía esa extraña sensación que no sabía explicar del todo la Potter Black se refugiaba en dos lugares, el Castillo Dumbledore, donde mantenía la habitación que había compartido con su prometido, ello gracias a la buena predisposición de su sobrina y el otro lugar era Ranas Lugares. Ella misma tenía una cafetería en su propia librería, el local que con tanto amor habían levantado con Seba pero por de su recuerdo que necesitaba llorar en silencio, sin lágrimas como todo vampiro. Y era en el local de la desaparecida Katara que se permitía ese desahogo. 

Sus pasos la llevaron una vez más al cálido local, no buscaría tartas para eventos, pero quizás luego iría al tercer piso a buscar un vestido para la fiesta de caridad de los Moody. Pero por ahora lo que quería era sentarse a tomar una taza de té. Ingresó al local disfrutando el colorido y luminoso ambiente. Sentándose en una de los gabinetes de color beige, apoyó el chal sobre la silla frente a ella dejando a la vista una blusa sin mangas color azul francia y alisó con delicadeza los pliegues de la pollera blanca que se había puesto ese día. 

Un elfo se acercó a ella y la pelirroja le encargó una mezcla de té de rosas mosquetas, vainilla y manzanilla. Cuando el pequeño se retiró sacó un libro de su cartera de piel de moke junto con una pluma y abriéndolo en una hoja marcada comenzó a escribir, se trataba de un viejo proyecto que tenía de poesías y cuentos cortos.

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  • 5 meses más tarde...

Los rayos del sol todavía se resistían a asomar por las empedradas calles, cuando una figura envuelta en una gruesa capa de viaje se apareció, aún con la capucha puesta observó con detenimiento en todas las direcciones posibles. Buscaba algo, y hacía allá se dirigió al apenas encontrarlo. 

Las pesadas botas retumbaban en el silencio de la madrugada, no se veían más de dos o tres negocios que tenían iluminado su interior, para el resto de habitantes del callejón la jornada todavía no comenzaba. Era mejor así. 

La bruja dejó al descubierto unos brillantes cabellos como el fuego, al detenerse frente a un antiguo local. La descripción que le habían dado coincidía con lo que tenía delante. Al ingresar sus ojos se toparon con una cálida estancia. El rastro indiscutible de la bruja que lo había habitado era palpable, tenía entendido que era lo único que queda de ella. 

En su momento, varios años atrás, una lechuza le había llegado con la triste noticia de su partida. Una marcha inevitable, de aquel lugar sin retorno. Hasta el día de hoy la Malfoy se reprochaba la imposibilidad de haber retornado, al menos por esa ocasión, al hogar. A la distancia su corazón se había encogido y ahora lo volvía a hacer. Cuando decidió regresar aquel era el primer lugar al que debía ir. 

El rostro duro que no dejaba entrever emociones ante aquellos que no le eran agradable comenzó a dar muestra de lo que se movía en su interior. De los azules ojos, que ahora se encontraban vidriosos se resbalaron un par de lágrimas. En otra ocasión su mano abría acudido pronta a borrar cualquier marca, pero sólo por hoy se permitiría mostrar libremente lo que sentía. 

Se acomodó en un espacio cerca de la puerta con la mirada dirigida hacia el interior. Su equipaje en el piso y la capa en el asiento a su costado. Solo unos segundos habían pasado cuando un elfo salió del interior. 

—Tráeme un café escocés con el mejor whisky que tengas.— le dijo al elfo. —Su memoria vale que me permita esa licencia.— y el elfo volvió a desaparecer, regresando enseguida con lo solicitado. 

La bebida ardía en el estómago vacío, pero nada era comparable al recuerdo. Consumió el contenido de la taza en un solo trago, pero decidió quedarse repasando sus memorias, en su rostro continuaba brillando el rastro que habían dejado las lágrimas. 

Después de varios minutos la bruja se levantó y se volvió a envolver en la capa y recoger sus pertenecías. La siguiente, era su parada definitiva: la mansión. En camino a la puerta y antes de marcharse agitó la varita en dirección de la barra haciendo aparecer un cuenco con leche y finalmente se dirigió a la puerta. Al cerrar la puerta le dio la impresión de que por un instante había visto a una pequeña gatita blanca. Tal vez era solo el deseo de habérsela encontrado por última vez.

Editado por noe_snape

Draco&Draco
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  • 9 meses más tarde...

Había pasado más de un año desde la última vez que había estado en aquel local que era para ella como su rincón escondido. Allí recurría tanto como a la Dumbledore, pero ahora no podía ir ni a su propio local ni al Castillo francés porque… ¿por qué? Excelente cuestionamiento hacia sí misma, quería aire, que no la conocieran o… la verdad es que no tenía ni la más pálida idea de qué era exactamente lo que quería. Tenía una vaga idea de que por las fechas se podía decir que sus sentimientos revueltos venían por allí pero…

Si quería no ser conocida podría haber optado por usar metamorfomagia, pero allí estaba con sus rizos rojo brillantes hasta la altura de los hombros en un corte carré. Su mirada castaña se posó en la vidriera del local en el momento en que una ráfaga de viento elevó el vuelo de su vestido negro y echó varios rizos sobre su rostro. Se quitó el cabello de la cara y avanzó dejando oír el suave sonido de los tacos de sus botas altas.

Una vez dentro del local caminó hacia el mostrador donde un elfo limpiaba unas tazas.

—Buenas tardes Midnight —saludó tras leer el gafete que la elfina tenía en su pecho sobre su costal de té de un color azul, —¿podrías llevar a mi mesa un servicio de té con galletas dulces y saladas? —la elfina hizo una profunda inclinación saludándola.

—Midnight llevará su pedido de inmediato, ¿prefiere alguna variedad de té en especial? —Darla negó, no era habitué de los té comunes, pero ese día deseaba un té con leche, pero no tenía mucha idea sobre las variedades que había.

—El que tú me recomiendes que vaya con leche, estaré en la mesa esperando, no hay problema —la elfina asintió y tal vez le iba a dar una larga lista de las variedades que podía elegir o que le recomendaba, pero ya la pelirroja había encaminado sus pasos hacia uno de los cubículos de fina madera beige que había junto a la pared más lejana, donde una ranita de lunares verdes saltaba sobre la pared desde la altura de una silla hacia la silla al otro lado de la mesa .

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  • 1 mes más tarde...

El tiempo había pasado, desde el día en que un joven y altanero Nexo Peverell paseaba por el castillo Ryddleturn molestando a Lyra y sus hermanos, hasta este momento donde el cambio se podía notar. Ya era un hombre, tenía una barba bastante robusta, alguna que otra cicatriz en la cara, una expresión severa y austera. Vestía con una remera básica blanca, un short de jean y unas zapatillas negras sin marca alguna. Con aquellas vestimentas podía pasar fácilmente desapercibido por las calles muggles, pero todo era muy distinto en las mágicas. Allí todo el mundo se quedaba mirándolo con desagrado mientras paseaba por las vidrieras de los locales.

Fiel a su estilo, caminaba con un paso alargado y seguro, sin detener su marcha mientras miraba las vidrieras y esquivaba a la gente que se ponía a su paso con hábiles y suaves movimientos de cadera. Poco a poco fue dejando atrás los grandes negocios donde los magos se agolpaban, llegando hasta el punto donde lo traía nuevamente a juntarse con los magos, el cartel rezaba “Ranas Lunares”.

- Oh Lyra, ¿qué sería de mí sin tí en aquel tiempo remoto? Espero que allí donde estés te encuentres mejor. - dijo el Peverell mientras ingresaba al negocio tirando de la puerta

Un pequeño ruido se pudo escuchar dentro del interior, mientras la puerta se abría y daba paso al hombre, él mismo podía ver que el lugar no estaba demasiado lleno. Una fugaz mirada le había bastado para divisar una cara bastante familiar al fondo del negocio. Con suavidad se dirigió hacia allí, mientras en el medio de su camino le pedía alguna cerveza o vino para poder acompañar.

- Muy buenas, ¿noches o días? perdón que lo pregunte pero a estas alturas el desfase de horas que tengo hace que no pueda saber exactamente en donde me encuentro.

Se encontraba hablando con una peliroja con rulos, la misma ya se encontraba allí sentada y sola.


 

En busca de Aths....

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El elfo le había traído un té ceilandés y había dejado la tetera, la lechera junto a la taza un plato con algunas confituras y se había alejado, dejándola sumida en sus pensamientos. Cruzó las piernas mientras revolvía para mezclar el té y la leche tras verter el agua y la blanca bebida en su taza, dejando pasar pequeños lapsos de tiempo para que cada una de ellas hiciera su magia. El agradable aroma llenaba el ambiente y una suave música se escuchaba, parecía un violín a lo lejos.

No prestó atención al sonido de la puerta, aún sumida en pensamientos tan lejanos y mezclados que hubieran dado miedo a cualquiera de perderse en su mente algo desquiciada por la nigromancia. Y no fue hasta que él la saludó expresamente que ella no levantó la vista y prestó atención a que había alguien más junto a ella y no era uno de los encargados de atender aquel local. Sus ojos se desviaron hacia el exterior, a través de la vidriera y volvieron a él antes de responder.

—Lo correcto sería buenas tardes, y en cuanto a dónde te encuentras, aquí es Ranas Lunares, un negocio en el Callejón Diagon, Londres ¿o qué tan perdido estás? —lo miró con más atención hasta que por fin creyó reconocer a alguien de su pasado tan lejano que era imposible que fuera real, frunció suavemente los labios y luego no pudo evitar preguntar —¿quién eres? —estuvo a punto de agregar ¿de dónde vienes? Pero le pareció que eso hubiera sido por demás de descortés.

En ese momento un elfo se acercó al mago y le ofreció en una bandeja un vaso y una botella abierta, Darla dudó unos segundos pero luego señaló el asiento frente a ella, al otro lado de la mesa, ofreciéndole con amabilidad —¿quieres sentarte o esperas a alguien más? —por unos segundos hubo un flash en su mente, de casi un año atrás, pero era imposible, aunque, a estas alturas del partido, ya no creía que lo imposible existiera en realidad.

@ Nexo Peverell

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  • 3 semanas más tarde...

Un leve sonido se escuchaba a lo largo y ancho del local, semejante a la tonada de un violín y se ejecutaba con perfección absoluta. Entonaba estrofas de una vieja sonata de la época medieval, aunque se podía presentir que muy poca gente entendía que era lo que se estaba ejecutando. La pelirroja seguía dentro de su mundo interno sin poder verificar todo lo que había a su alrededor, salvo cuando aquella persona que ingresó tiempo después de ella le dirigió palabra.

- Cierto aquí es de tarde. Lo que pasa es que estuve viajando por el continente americano y los horarios allí varían obviamente. Paseé por USA, México, Perú, Brasil, Uruguay y Argentina. Todo esto desde hace unos meses, pero sin siquiera quedarme mucho tiempo en un mismo lugar. Pasa que los muggles son muy escurridizos por aquellos lugares. Y por lo del negocio, si lo vi antes de ingresar. Y también pude ver que todos me miraban, ¿se puede saber si llevo encima moco de gusarajo?

Una pequeña pausa hizo que el hombre se diera cuenta de la cara de desconcierto de la dama. Y como si todo eso aquello a lo que él pregunto no hubiera existido ella continuó su comunicación con una pregunta válida, hacía tiempo que no aparecía por allí y podía ser que nadie lo reconociera.

- Oh cierto, que descortés de mi parte. - Hizo un gesto de cortesía y saludo con su mano - ¿Señorita o señora? Me disculpo por no haberme presentado antes. Ante usted tiene a una de las pocas personas, se podría decir, que ha recorrido el mundo en busca de ciertas sustancias que puedan prolongar la vida o dejarla intacta. Aunque exista la piedra filosofal, no me conformo con ello ya que viene de mis genes. Mi nombre es Nexo Peverell, quien aquí está presente. ¿Usted es?

Al momento que el elfo se acercó, junto con la bebida la dama lo invitó a sentarse de forma muy cortés. El Peverell, para continuar con su cortesía - Claro quisiera sentarme, pero no quiero molestarla si usted está esperando a alguien - Mientras que reproducía esas palabras se giraba para visualizar la entrada en busca de ese alguien que pudiese estar esperando la Potter Black.

 

@ Darla Potter Black

Editado por Nexo Peverell

En busca de Aths....

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El recién llegado reconoció su error y sin que ella se lo pidiera procedió a explicarle que había realizado tantos viajes por América que había perdido la conciencia de los husos horarios, dada la variedad de cada uno de ellos. Darla sabía algo del tema, conocía el efecto que causaba a veces en las personas, un poco de melotonina no le vendría mal, pensó mientras lo observaba de pies a cabeza, con más curiosidad y un poco de envidia por sus viajes.

Le pareció gracioso lo del moco de gusarajo, pero obviamente no era eso lo que atraía hacia el aspecto de ermitaño del hombre frente a ella, aunque se notaba que tras su aspecto  había una chispa de magia escondida, sin duda.

—Señorita, pero llámeme Darla por favor —susurró mientras él volvía a disculparse, y ella negaba suavemente con la cabeza  con una sonrisa cálida en sus labios, no estaba acostumbrada a que fueran excesivamente corteses con ella, era, a veces, algo incómodo para la Potter Black.

—¿Elixires de la vida eterna? —preguntó Darla con curiosidad, el nombre de Nexo Peverell le recordó a Saya y por unos momentos una oleada entre angustiante y divertida del pasado envolvió a la pelirroja que no reaccionó enseguida ante la pregunta del mago —Perdón, Darla, Darla Potter Black, y no busco la inmortalidad, ella a veces llega a mí sin querer —agregó sin mucho sentido en realidad, de hecho, ella había buscado acabar con su vida un par de veces en los últimos dos años.

—No Señor Peverell, no espero a nadie, me gusta venir a beber las cálidas bebida de la tienda de una antigua amiga desaparecida, y no le temo al venir sola, pero tampoco al disfrutar de una agradable compañía, por favor, insisto, acompáñeme esta tarde, si es de su gusto, claro, quizás es usted quien espera encontrarse con alguien más en este lugar, o tal vez solo esté de paso, buscando a la persona adecuada —Darla clavó sus castaños ojos en los del mago y buscó en el fondo de sus ojos una respuesta a lo que él realmente buscaba en aquel lugar.

 Por algún motivo deseaba tener su compañía ese día y no entendía el motivo que la llevaba a querer saber más de él, quizás por ser un Peverell, quizás porque recordaba ese nombre de un pasado tan pero tan lejano, que la habían obligado a borrar los recuerdos en su mente, una cesión que ella había concedido al existir un cambio de ideales en sus distintas etapas de la vida.

@ Nexo Peverell

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