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Chrookshanks (MM B: 105590)


Lyra Katara Selwyn
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Cindy, empleada.

Podía entender a la señorita que nos visitaba. El perder a una mascota siempre era algo que no le desearía a nadie, en muchas ocasiones eran nuestros mejores amigos. No la forzaría, pero sabía que el micropuff podía ayudarle.

 

- La entiendo. Siempre es muy díficil perder a nuestras mascotas, llegan a ser nuestros confidentes y los gatos son muy independientes, aunque, no pierda la esperanza, podría regresar. Son como los hijos, podría decirse, cuando se cansan de ver el mundo, vuelven a casa.-Normalmente eso era lo que solían hacer los gatos. A veces desaparecían por una o dos semanas, a veces por meses, pero algunos volvían como si nada., esperaba que ese fuera su caso

 

Tome el micropuff que tenia en mi hombro y se lo enseñe, esperando que lo tomará de mi palma. Era una bolita de pelos, demasiado bonito.

 

-A lo mejor no le convencen, pero son muy dóciles y rara vez se separan de su dueño a menos que deba quedarse en viaje.- Comente.-Cuando esta contento, a veces emite un ronroneo aunque no siempre. Tiene ojos y una lengua, como puede ver, su alimentación es muy fácil, ya que prácticamente no debe encargarse de ella, ya que con su lengua, la cual es muy larga y rosa, sale de nuestro amigo y se desliza para buscar alimento. No es tan larga como la del puffskein, pero recorren una larga distancia. Se dice que son barrenderos, come sobras o hasta araña. Aunque también ayuda a mantener la nariz limpia ya que cuando dormimos, sin que nos demos cuenta puede meter su lenga en ella.

 

Esperaba convencerla, pero no se olvidaría de los peses. Tomaría el recado e investigaría con sus provedores.

 

-Si no esta convencida, puedo enseñarle más, tenemos muchos cachorros.- Mencionó.

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La conclusión a la que había llegado la dependienta era apenas lógica, solo que no la correcta, un poco por los términos usados, le miro directo a los ojos como si co n aquello buscara no ponerlo en palabras, al final solo consiguió retrasar lo inevitable.

 

–-Lo siento, no fui clara, mi peludo amigo no se fue sino que murió-- esta vez las lágrimas corrían libremente sin que ella pudiera ocultarlas, en silencio drenaba su dolor, uno que nadie comprendía, porque aquel era el único ser vivo de su familia que le quedo por muchos años.

 

--Pero no se preocupe... Todo en la vida pasa, ahora eso de que limpie mi-- tuvo que tocar su nariz frunciendo el entrecejo y mirar con desconfianza el micropuff que Cindy ponía en su mano.

 

Se giró un poco para ocultar su rostro de la vendedora, necesitaba uno o dos segundo para controlar sus emociones, con el dorso de la mano, cual infante, limpio las lagrimas, tomo aire y volvio a darle la cara.

 

--Eso no seria necesario en mi caso, ahora cuando dice que se quedan por viaje es que no se les puede trasladar grandes distancias? -- pregunto curisa, pues seria un problema por sus múltiples viajes.

 

--Puedo yo alimentarlo de frutas y bañarlo? Aunque no me responda entiende lo que le digo?-- no tenia mascotas que no se pudieran acicalar, desde su gato hasta su lechuza eran limpiados con agua y jabón, especial para cada mascota, pero agua y jabón al fin y al cabo. En cuanto al color si se quedaba con alguno seria rosa o azul, tal vez ambos colores.

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Cindy, empleada.

 

La empleada se quedó petrificada al escuchar la explicación de su clienta. Twitchy, una de las elfinas que había bajado a ayudarle, se acercó para ofrecerle una caja de pañuelos para que se secará las lágrimas.

 

-Lo siento mucho, señorita.- Se acordó que no sabía su nombre.- No recuerdo su nombre, pero si me lo repite se lo agradeceré. Lamento haberl ehecho pasar por un mal momento, no me imagine que esa era situación.

 

Los pañuelos habían tardado en llegar, pudo ver que se había limpiado las lágrimas, continuando con el tema de los micropuffs.

 

-Perdone, me expresé mal. Debo estar pensando en algún viaje ya que utilice esa palabra, cuando me refería a quedarse en casa. Uno no puede llevar a sus mascotas a todas partes, aunque quisieraamos, a eso me refería.- Contestó apenada, debía poner más atención.- Si se les puede llevar a grandes distancias. De hecho, muchos de los alumnos de Hogwarts se los llevan y como son tan pequeños, pueden viajar con ellos en el vagón. A veces los alumnos se la pasan aventandoselos entre ellos, como si fueran pelotas y no les molesta. Así que si viaja mucho, es un compañero ideal, tanto si lo quiere como compañero o inclusive hay unas pequeñas maletas donde puede llevarlo.

 

Camine un poco por el lugar, esperando haberme explicado mejor esta vez. Quedarse en viaje, ¿en que pensaba? Movi la cabeza negativamente para seguir con la explicación.

 

-Eloos comen lo que quiera darles, como dije, hasta sobras. No tienen problema si los bañan, contamos con accesorios para ellos, si viera la miniatura de cepillos que hay.- Mencioné.-¿Porque no se lleva uno o la pareja si quiere, cómo cortesía de la casa? Si en el tiempo que los tenga no quedo convencida, puede regresarlos y elegir otro animal si asi lo desea. Aunque en los demás animales no aceptamos devoluciones.

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Las disculpas de la mujer como los pañuelos desechables, llegaron tarde, pero le conmovió el detalle, así que agradeció el gesto y tomo uno de los pañuelos, jamás le haría mala cara a un elfo, fuese propio o ajeno. Luego miró a la mujer y le hablo en un tono neutro que demostraba que ya estaba en control de sus emociones.

 

--No se preocupe, usted no es adivina-- llevo el desechable a su nariz nada más como un movimiento inconscientes y luego agregó. --Entonces creo que me llevare uno de estos, ¿podría decirme en que colores vienen? Amo el azul y el rosa, si pudiera estar en una sola criatura seria genial-- sonrió mirando al pequeño animalito y devolviéndolo a la dependienta, quería uno que no tuviera nadie, que fuera fácil de rastrear si es que se perdía, por aquello del color.

 

--También quiero que me muestre todos los accesorios de uso para ellos, como esos cepillos que menciono, la maleta y mantas todo-- cuando la rubia se decidía a tener una mascota procuraba darle todos los lujos, comodidades y mimos posibles. Así que no escatimaría en galeones, no señor.

 

--Eso sí, encárguese de traer mis peces y avíseme en el Castillo Lockhart cuando los tenga-- dijo mientras daba un paso hacia adelante para regresar a donde estaban los mifropuffs.

Editado por Cye Lockhart
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Cindy, empleada.

Cindy sonrió ante el interés de la clienta por los micropuffs, si bien le costo trabajo imaginarse que vinieran en colores combinados, como el azul y el rosa. Había que reconocer que la magia ne estas criaturas había avanzado bastante logrando una gran variedad de colores. Tomo al micropuff que le devolvía su clienta y se lo puso en el hombro.

 

-Me temo que no hay todavía micropuffs combinados, aunque mis proveedores me han informado que piensan sacar uno arcoiris. Originalmente venían en rosa y morado, pero después consiguieron crear micropuffs en color azul. Aquí tenemos además en colores sepia y melocotón, casi nadie tiene de estos colores todavía. - Explique, enseñandole los micropuffs en estos colores.-Sigame, por favor.

 

Recorrieron un pasillo por el área de los animales, hasta llegar al mostrador donde se encontraban los accesorios para las pequeñas mascotas. Fue sacandolos y enseñandoselos.

 

-Tenemos esta casita para micropuffs. Suelen ser individuales o pueden ser para dos o tres micropuffs. No he visto a nadie que tengan más de esta cantidad.{i]/- La casa parecía una pequeña casa de muñecas, con algunas camas pequeñas redondas que se veían bien alconchadas.- Cada una incluye sus camas, platos para agua del mismo tamaño, aunque no hay de comida, como dije, ellos solo se sirven prácticamente.

 

 

Se agacho y abrió otro cajon del mostrador, sacando más accesorios, como los cepillos que había dicho y una bañera, la cual era un verdadero trabajo artesanal. Si bien era blanca, de porcelana, los acabados eran perfectos.

 

-¿Qué le parece esta bañera? Le recomiendo no usar secadora para el cabello, ellos solos se secan sacudiendose. Aquí están los cepillos.- Tomo al micropuff en su mano nuevamente y lo metió en la bañera para demostrar que cabían en la misma. Después lo saco y lo puso en el mostrador para cepillarlo, parecía estar contento.-Como ve, son muy dóciles. Así que digame, ¿de que color quiere su micropuff?

 

Tomo una libreta que estaba arriba del mostrador, cerca de ella y una pluma, la cual mojo en el tintero para anotar la dirección que le dio para entregar los peces.

 

-Con gusto le mando una lechuza para que venga a ver los peces cuando nos lleguen. Seguramente la vera la próxima semana..-Mencionó, mientras recordaba algo.-Casi lo olvidaba. También tenemos este set de juegos, que no son más que una miniatura de los que se encuentran en los parques infantiles muggles, a los micropuffs les gustan los toboganes y los columpios.

 

Saco el set y lo puso en el mostrador. El pequeño micropuff en seguida se puso a jugar con ellos.

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Billy

Habían pasado un par de minutos desde que su madre se había ausentado para atender a un cliente cuando el pequeño Billy terminó su desayuno. Ayudó a los elfos a levantar la mesa y lavar los platos, le gustaba hacer aquello, sentirse útil. Cuando terminó se dirigió a su cuarto y tomó un abrigo. Pensó en si debería bajar a la tienda o no, pero al final se decantó por hacerlo.

 

Si su madre tenía trabajo podría ayudarla un poco.

 

Se puso en marcha apenas ponerse el abrigo y un menos de un par de minutos estaba en la tienda. Al parecer el trabajo estaba calmado, pero la clienta por la que su madre había bajado seguía ahí. Escuchó las explicaciones que la misma daba a la bruja desconocida. Algún día aprendería como atender del todo a un cliente.

 

Esperó un silencio para poder sumarse a la platica y cuando lo encontró, lo hizo.

 

— ¿Puede ayudar en algo, mamá? —Cuestionó.

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Cindy, empleada.

Su hijo había bajado por fin y le agrado ver que estaba dispuesto a ayudar. Se alegró al ver que llevaba su abrigo, ella casi no los acostumbraba a menos que hiciera mucho frío, solía usar solamente una chamarra o sudadera, la mayoría de las veces no tan gruesas para poder moverse a gusto.

 

-Disculpe un momento, el es mi hijo, Billy. Ella es la señorita Lockhart. Si me puedes ayudar, ¿te acuerdas de Sabrina McGowan, la recepcionista de Isla Atlántida?- Le preguntó. Su nombre aparecía en vario de los pedidos, ya que muchos provenían de la Isla Atlántida, negocio que ahora pertenecía a Cillian.- Escribele una lechuza preguntándole si todavía nos seguiran surtiendo algunos de los productos y pídele que te manden una gran variedad de peces luminosos y otros que sean muy coloridos, por favor. Después si quieres, les damos de comer a los animales o vemos las plantas.

 

Se recordó que tenía que hacer un pedido de artículos para el cuidado de los peces. Peceras, alimentos, adornos para las peceras. A ella nunca le habían llamado la atención por mas bonitos que se vieran, pero complacería a su cliente. Tal vez podrían llamar la atención a alguien más si lo ponían en el mostrador.

 

Tal vez necesitaban traer otro tipo de animales, ya platicaría con su hijo para conocer su opinión.

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El Tour que Cindy le daba por las instalaciones, en el área de mascotas era bueno, así como la respuesta que con paciencia proporcionaba a la Lockhart, así que cualquier mascota que eligiera seguramente recibiría la asesoría adecuada. Aquellas bolitas de pelos habían logrado captar su atención, había comprendido que eran fáciles de alimentar y cuidar y que eran una compañía, que en definitiva era lo que ella buscaba.

 

De camino al mostrador supo que se había inventado un nuevo color Arcoíris para estas criaturas, pero aún no estaba disponible en la tienda y como su objetivo era salir de allí con su nuevo amigo, mentalmente descarto la opción.

 

--¡Oh! Ahora si nos estamos entendiendo, de eso precisamente hablaba-- agregó emocionada al ver la exquisita bañera de porcelana, con bordes y patas de oro, era pequeñita y hermosa, refinada, así como el cepillo cuyo mango también estaba decorado con algunas aplicaciones de oro. Ver que la criatura gustaba del pequeño parque de diversiones era genial, todo a media.

 

--Lo quiero todos, el cepillo, la bañera, el parque, la casita-- se puso una mano en el mentón pensándose bien el color e imaginándolo en su propio entorno llevándolo y trayéndolo a las mil y una actividades en la que la bruja participaba.

 

--Melocotón, si, si, ese es el indicado-- en ese momento llego el hijo de Cindy y fue presentado, el chico parecía muy educado y también acostumbrado a ayudar a su madre quien según parecía delegaba gran cantidad de actividades para un crio que debía estar jugando, leyendo o divirtiéndose. Esto en opinión de Cye que era una consentidora de sus nietos, pues sus hijos lo fueron después de grandes.

 

--Mucho gusto caballerito-- le dijo extendiéndole su mano para saludar como si de un adulto se tratara. Luego volvió su rostro a la empleada y pregunto un poco apenada.

 

--Se que le parecerá excéntrico, pero… me gustaría que la criatura fuera lo más joven posible, un bebe micropuff… yo estaría encantada, porque así puedo educarlo de cero y claro tendría que agregar a la lista de lo que me voy a llevar vitaminas, jabón para el baño, biberones-- trago saliva y siguió con su interminable lista de cosas.

 

--Ah sí, también quiero grabarle el nombre en todas sus cosas, y quisiera llevarme un par de cojines, unas toallas y algo en que transportarlo, tipo bolso o así, creo que eso sería todo--

 

Ella imaginaba que lógicamente la tienda le entregaría un certificado de nacimiento del animal, así como la raza, si es que existían varias dentro de los micropuff, la información sobre el tiempo de vida promedio de las criaturas, las recomendaciones y advertencias, así que miró a la empleada esperando respuestas y que empezar a embalar su pedido pero sobre todo que le trajera al animal para poder conocerlo y ponerle nombre.

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Cindy, empleada.

Confiaba en que su hijo haría lo que le pedía y a ella le agradaba. Otra cosa sería si la ayudaba a preparar las bebidas en El maullido salvaje, eso si que no sería beuno para ninguno. Volvió a escuchar a la clienta y metió todo en un par de bolsas enormes, no sin antes pedirle que revisará que la mercancía estuviera bien.

 

-Uno color melocotón. De acuerdo, solo que el más pequeño que tenemos es de tres meses, no podemos venderlos más pequeños porque necesitan el cuidado de su madre.- Expliqué.-Es malo para sus mamás quitarselos antes de esa edad.

 

Me dirigí de nuevo a donde estaban los micropuffs, dejando en ella el que había mostrado antes y saque uno color melocotón, de un tamaño si bien era pequeño, no lo era tanto como para perderse. Era como la mitad de una de esas pequeñas bolas de estambre que usaban las personas para el estrés. Lo tomé con mi mano derecha y se lo ofrecí a la Lockhart.

 

-En cuánto a sus cosas, me tardaría en grabar cada una de ellas. ¿me podría decir el nombre del micropuff, por favor?- Había sacado una libreta para anotar el nombre y mandarlas grabar.-Cuando mucho tardaré un día en tenerle todo grabado, no los hacemos aquí.

 

Mientras me lo daba, saque un par de jaulas para viaje, del tamaño de un micropuff adulto, un poco más grande para que pudiera moverse el animalito y además le sirviera todavía cuando llegara al tamao de un adulto. La jaula era redonda, con bastante espacio para ponerle su cama en ella Estaba alfombrada y tenía pequeños enrejados por los cuales se podía contemplar, además de que le entrará aire.

 

Cindy espero la respuesta de la señorita Lockhart para saber si aún quería el grabado y así aprovecharía para mandarlo todo a su mansión.

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Un poco movió la cabeza como queriendo sacar un pensamiento con aquello, llego al agradable local. Después de tanto ir y venir sin rumbo, puso un poco más de cuidado y se percató haber encontrado el lugar perfecto para adquirir su animal favorito.

 

Entre al local, me agrado ver el cuidado jardín que hacia ver muy bien el lugar. Era asombroso ver la cantidad de criaturas y animales que ofrecían al público. No había prisa, me podía dar tiempo de ir viendo detenidamente cada espécimen.

 

Había de todo tipo, plumíferos, felinos, cuadrúpedos, mamíferos y mucho más. El pelaje de varios lo vio bastante cuidado, quienes estuvieran a su cuidado, si que lo hacían bastante bien. Era un alivio cerciorarse de ello.

 

Con esperanza seguí observando, esperaba que tuvieran un ejemplar o dos. Sentía como en mi pecho se denotaba mi ansiedad.

No debería faltar mucho para que alguien viniera a apoyarme, seguro que ya se habían percatado de mi entrada y no tardarían en preguntar que buscaba, solo era cuestión de unos minutos. Así que espere a que me atendieran.

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