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Mega Ayudas Sagitas (MM B: 89081)


Matt Blackner
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Enarqué la ceja y fruncí el ceño pero pasé hacia la parte del almacén, pues me había dejado paso para hacerlo. Tal vez lo disimulara pero sabía que algo le pasaba por la cabeza al muchacho, vamos, como si le hubiera parido.

 

Pasé con cuidado. El sonido de los tacones sonaron en un silencio incómodo. Sí, sin lugar a dudas, algo le pasaba. Intuía que algo había cambiado desde la boda y... ¡Demonios...! ¿Era eso...? Suspiré. Esperaría a que él sacara el tema y, si era lo que me pensaba, sí, tendríamos que comentarlo en algún momento.

 

La situación tensa se rompió de golpe cuando un ratóncillo-canario canturreó. Me agaché para verle.

 

-- ¡Has crecido! ¡Qué lindura! Matt te trata bien... Pensé que te habrías escapado. ¿Le has puesto nombre, cielo?

 

Llamarle "cielo" me supo raro pero después suspiré. Había que romper la situación anómala y volver a la normalidad.

 

-- Siempre quiero cosas inusuales y raras. Amo lo que se sale de la normalidad... -- Le lancé una sonrisa de preaviso. Ahí iba... -- Visto así porque tuve una reunión privada con el Primer Ministro pero ya, ansío quitarme estas agujas rompe tobillos. ¿Queda alguna ropa mía por aquí? A propósito... ¿Quieres que hablemos de... algo...?

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  • 4 semanas más tarde...

- Cuenta si le llamo...bicho? - contesté, encogiéndome de hombros. - No le he puesto nombre...si quieres, puedes ponerle uno. - le dije.

 

Me froté las manos, notando que me sonrojaba levemente cuando me llamó cielo. Tras la boda, la situación entre nosotros era un poco...rara. No habíamos peleado, pero tampoco habíamos hablado. La verdad, era que me sentía mal. Me preocupaba que....bueno, que las cosas fueran más allá. Había utilizado la magia del LIbro de la Sangre para obligarla, la había encerrado y no la había creido. Claro que me sentía mal! pero no sabía que decirle.

 

Sonreí ligeramente mientras se quejaba de que aquel traje era simplemente para ir a una reunión con el primer ministro. Eran las desventajas de ser guarlo, que uno debía pasar por esas cosas.

- Recuerdas la habitación de la buhardilla? sigue teniendo al cama y el armario, tal vez aun quede algo, si no te lo llevaste. - respondí.

 

Me giré para enfrentar aquel pequeño y lleno de trastos espacio, del cual aun no sabía que podría salir, pero ya me arrepentía de haber intentado ordenar. Fue oir su última pregunta,tan inocente como clara, que m ehizo quedarme quieto. Dudé unos instantes, sin saber que hacer, o más bien como contestarle. Permanecí quieto, sin mirarla, hasta que contesté.

- Yo...lo...lo siento. Siento lo que te hice en la boda.

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Intenté no sonreír pero era imposible con el nombre que le había puesto al ratón-canario. Me agaché de nuevo a acariciar a la criaturas y sonreí, finalmente.

 

-- ¿Te gusta el nombre, Bichito? -- Me incorporé y contemplé a Matt. ¡Dioses, parecía muy cansado! -- Bichito es más bonito que Bicho, parece impersonal.

 

Me encogí de hombros en un rápido movimiento. En el fondo, el animal era suyo así que yo debía admitir el nombre que le pusiera, aunque me pareciera feo. Suspiré levemente intentando disimular mi estado de ánimo. Era una situación incómoda para ambos, sin dudas. Miré hacia la buhardilla y la sonrisa volvió a florecer en mi rostro. ¡Claro que la recordaba! Con lo bien que lo había pasado allá cuando el negocio era mío y muchas noches me quedaba a dormir en ella. ¡Qué tiempos!

 

-- No, la verdad es que te dejé el negocio sin recoger nada porque... pensé que era puro trámite y que podía venir en cualquier momento a... sin permiso quiero decir...

 

Me froté un brazo con la mano, como si tuviera frío o miedo o para alejar aquella sensación de extrañeza. Había un muro entre los dos y a ninguno nos gustaba pero, a la vez, no sabíamos como derribarlo. Me mordí el labio superior al sentir su disculpa, corta pero franca. Le miré brevemente y después bajé la cabeza hacia su calzado. Cómodo y sencillo, como siempre.

 

-- Fue... -- Exploté. Llevaba mucho tiempo escondiéndolo. -- ¡No me creíste cuando te dije que yo no había sido! Te lo juré y tú... ¿Encerrarme en mi propia casa? ¿Imperiarme con un hechizo de Sangre? ¡Oh, Dioses!

 

Me senté de golpe encima de unas cajas. Menos mal que aguantaron mi peso porque ni lo pensé. Aquello me había dolido tanto... Y sin embargo, él había ido en mi busca con Jack y me había salvado. Me habían explicado cómo llegó a tiempo de salvar a los miembros de la familia y me sacó de aquel lugar... Y sin embargo... Aún sentía aquella marca de sangre en mi hombro y me pesaba como si fuera una maldición...

 

Mi propio hijo me había obligado a obedecer como si fuera una esclava. Me había privado de la libertad de decisión, lo único que nos hace libres, como somos. No es la riqueza, ni los estudios, ni el carácter... Somos lo que somos porque tenemos libre albedrío y él... me lo había quitado porque no me había creído.

 

-- Fue doloroso saber que me odiabas tanto, Matt -- le dije, sin mirarle a la cara, con voz muy floja. Yo también estaba muy cansada.

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- Sabes que aqui eres siempre bienvenida, puedes entrar cuando quieras. - le dije, mientras ella seguía hablando con Bichito. Por un instante parecía feliz, seguramente al recordar los momentos que había vivido en Mega Ayudas.

 

Pero cuando me disculpé, su actitud cambió. No podía echarle la culpa, y con cada palabra, en su enfado conmigo, fui pegándome contra la pared, encogiéndome, agachando la cabeza. Me recriminó cada acción, no creerla, encerrarla y utilizar al marca de sangre en su contra.

 

Pero...no lo entendía. Nadie me había entendido, ni entonces, ni ahora, y lo sabía, sabía qeu en el fondo esa idea seguía en ellos.

- Odiarte? No te odio! - contesté, enfadado, separándome de la pared mientras ella se sentaba en una de las cajas. - - Sabes lo que fue para mi todo eso? La boda que pasé? Todos se me echaron encima en cuanto vieron qeu te encerraba. Ninguno realmente trató de entenderlo.

 

Resoplé, mirándola fijamente.

- Crees de verdad qeu disfruté teniendo qeu verte encerrada? que me gustaba? Que...que fue fácil? - me llevé las manos a la cabeza. - No tenéis ni idea. Sabes por qué me sangraba siempre la nariz? POr qué a veces me quedaba ido? - como iban a saberlo? había procurado no decir nada a nadie, y nadie lo había sabido. Por muy difícil qeu me resultara. - No paraba de verlo. De tener visiones. Desde que salimos de la prueba de Videncia no he dejado de ver lo mismo. La boda. La muerte. Empeoró tras nuestro viaje a la Potter Black del futuro, después de qeu me enseñaran...todo. De noche, de día, me asaltaban pesadillas, veía una y otra vez como matabas a Helike, y nunca podía hacer nada.No podía dormir porque me daba miedo verlo, pero daba igual, porque despierto también me pasaba.

 

Cansado, me apoyé en la pared y resbalé hasta quedar sentado en el suelo.

- Cuando te vi con ese cuchillo entré en pánico. No...no sabía que hacer. No he dejado de darle vueltas desde entonces.

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"Bichito" pegó un salto y acabó en el suelo, correteando para esconderse. No era para menos; Matt también había dejado escapar lo que encerraba y contestaba fuerte y con emoción a mi ataque. Por lo que dijo, para él no había sido fácil porque nadie entendió su actuación. Enarqué una ceja. No era para menos, ¡encerrarme en las mazmorras! Era algo que no debiera haber ocurrido nunca. ¡Nunca!

 

-- Por supuesto que no te apoyaron. No había nada que entender. Encerraste a tu madre en las mazmorras, a la matriarca, sin intentar entenderla. ¿Por qué pides que te entiendan cuando tú no intentaste entenderme a mí? Sencillamente, bloqueaste toda comunicación y me mandaste allá, como si fuera una asesina, sin darme la oportunidad de explicarme o, sencillamente, de dudar de lo que creías que había sucedido.

 

Estaba siendo dura pero mi tono era más dolido que recriminatorio. Lo veía aún desde mi punto de vista y no alcanzaba a entender el suyo. Era egoísta; yo era quien había tenido que estar encadenada en aquel lugar. Por cierto, ahora que había vivido unos años (bueno, vale, sólo una hora) en aquel lugar, debía remodelar todo aquello. No lo necesitábamos, o al menos no de esa manera tan inconfortable. Suspiré, Matt seguía hablando y, de repente, pude entrar en su mente.

 

Lo hice sin querer, no lo hubiera hecho nunca con nadie de la familia y sin permiso. Pero yo estaba dolida, él estaba dolido, nuestros ojos se encontraron en un intento de explicar al otro lo que sentíamos y... Entre.

 

No es así como se define la Legeremancia pero aquel momento de deseo de comprensión fue la chispa que permitió ver, por primera vez, lo que él sentía.

 

Fue algo tan chocante e imprevisto que casi resbalo de la silla. Como si se abrieran mil ventanas móviles y visuales a mil por hora, vi el horror de mi hijo ante las Visiones que había tenido durante su prueba de Videncia. Noté el miedo ante las visiones de Sagitas matando a Heliké y viendo con sus ojos a su madre con una daga en la mano y a Fenrir herido. Negué con la cabeza porque no quería verlo. Esta Legeremancia no estaba controlada sino que había sido algo impensado y porque, seguro, a él le había pillado con la guardia baja.

 

Salí tan rápido como entré. No había conseguido más que llenarme de su preocupación y su estado de ánimo. Era el peligro de usar la legeremancia, recoger al retirarse las sensaciones del otro. No había sido una idea pensada pero ahora lo agradecía. Nunca hubiera sabido salir de mi círculo de victimismo sin haber percibido el punto de vista de Matt. Él también era una víctima de todo lo sucedido. O peor, era el día de su boda y la presión que había soportado previamente, sabiendo que llegaba el momento que temía, no le había ayudado. Ni tampoco nuestras peleas continuadas, que le anunciaban que se podría producir.

 

Y que se había producido.

 

Me senté mejor, pues me había ido resbalando en la silla y corría el riesgo de perder el equilibrio.

 

-- Lo siento, Matt. No quise entrar... Pero ahora entiendo por lo que has pasado. Se nos fue de las manos... Nos faltó comunicación para sobrellevar esta crisis juntos. No habríamos llegado a ésto.

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Sagitas volvió a atacarme, justificando que nadie intentara entender la decisión qeu había tomado. Es solo me hizo sentir peor, sentirme más...más solo.

 

Supongo qeu por eso, en el momento en qeu cruzamos la mirada, la conexión se produjo.

 

Desde niño, había poseido la habilidad de la Empatía como algo innato, de nacimiento. Sentía cualquier cosa, y por eso Jack me había enseñado a utilizarlo a mi favor, pero además, por mi bien, como Cazador, también había tenido qeu aprender a crear defensas en mi mente, para que no me rastreasen, para que no se adentraran en mi cabeza.

 

Pero en aquel momento, tal vez parte de mi subconsciente ansiaba tanto que me entendiera...que Sagitas me perdonara, que bajé mis defensas. La dejé pasar. Aun asi fue inesperado, un tanto violento, porque volví a ver aquellas visiones. A rememorar el miedo, la indecisión, y toda la presión a la que me había visto sometido...El día de mi boda había sido tan bueno como temido.

 

Parpadeé varias veces una vez que volvió a salir, y me di cuenta de que había estado aguantando la respiración. Negué ligeramente con la cabeza, agachando la mirada cuando escuché su disculpa por haber entrado en mi mente.

- Tendría...tendría que haberte dicho algo. - confesé.

 

Nos quedamos un momento en silencion, hasta que tomé aire y me puse en pie.

- Venga....sube a ponerte algo más..más de Sagitas. Voy a necesitar algo de ayuda para ordenar todo lo que hay dentro del almacen.

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Me sentía tan mal por lo sucedido... Decidí que debía soltarlo todo, hablarle, traspasarle también mi estado de ánimo para que él me comprendiera a mí. En el fondo, se trataba de un feedback entre ambos para comprendernos y para que no quedara en el aire aquel malestar mutuo contra el otro. Nos debíamos eso para reconfortarnos, después de lo que habíamos pasado.

 

-- Los dos tendríamos que habernos hablado, Matt. Lamento que yo tomara una actitud tan beligerante con Heliké que te puse las cosas tan difíciles. Yo también estaba preocupada, después de lo que vivimos en el futuro, sólo que yo pensé que si impedía la boda antes, no pasaría nada, que no llegaríamos a necesitar intervenir con Ithilion...

 

Ese era, finalmente, el gran problema para mí, lo que podía haber afectado todo aquello en el niño y evitar que pasara lo que habíamos visto que pasaría en el futuro. Matt tenía razón, era mejor ponerme cómoda, ayudarle y... tratar este tema tan delicado.

 

-- Espérame, no tardo nada.

 

Subí los escalones corriendo. El lugar estaba como lo había dejado. Abrí el armario y chillé.

 

-- ¡Bichito! ¡Has roído mis pantalones! Tú y tu familia, seguro!

 

Bajé la escalera ahora poco a poco, con la mano en la barandilla. Tenía algo de enfado en la cara. Llevaba un jersey azul oscuro muy amplio con pequeños agujeros apenas visibles pero el pantalón de chandal tenía un gran agujero por debajo de la rodilla. Miré a Matt y me puse a reír.

 

-- Al menos voy a la moda, ¿no?

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Agaché la cabeza al sentir la disculpa y el razonamiento de Sagitas. En realidad...lo entendía, claro. Era también mi fin, evitar el futuro, y evitar...tener qeu sacrificar al niño. Me había visto matándolo en aquellas visiones, y sabía que nos destrozaría igualmente, solo qeu en ese caso no habría un final de destrucción en la historia, solo...dolor en la familia, hasta el punto de que tal vez no volviéramos a mirarnos.

 

Pero también había visto otra vía, una entre penumbras, aunqeu manchada por la sangre. Yo habia creido en ello, en burlar ese destino y hacer que los dos sobrevivieran a la boda, como fuese.

 

Sagitas se marchó escaleras arriba, asi que aproveché para ponerme de pie. Fue cuando bajó, con un jersey y un pantalón de deporte, qeu la escuché reir, y me acabó por hacer reir con ella. La ropa estaba llena de agujeritos, excepto por el gran agujero que dejaba ver la pierna bajo el.

- Si, vas a la moda, y si tienes calor, te entrará el fresquito. - contesté.

 

Señalé las cajas. Algunas eran muy antiguas. Otras, más nuevas. Esas tenían mi letra, y las apartaba porque sabía que contenían. Lo que temía en realidad eran esas desconocidas, frascos, bolsitas o cajas de las que ni siquiera reconocía la letra que las nombraba. Debería preocuparme?

- No tengo ni idea de que son esas cosas. Debería abrirlas, ver qeu tienen...y saber qeu tengo que hacer con ellas. - comenté con un suspiro. - Al menos espero que no tengan nada ilegal.

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  • 4 semanas más tarde...

Enarqué una ceja, haciéndome la ofendida ante su comentario.

 

-- ¿Cómo que contengan algo ilegal? Que sepas, jovencito, que tu madre nunca tendría algo ilegal. Al menos tan a las vistas. Si me dijeras en alguna alacena secreta cuya situación sólo conozca yo, tal vez cabría esa posibilidad. No lo desmiento. Pero en cajas tan sencillas y fáciles de manipular, nunca encontrarás nada ilegal.

 

Solté un "Hum" y me crucé de brazos, para que viera que su insinuación me había dolido. Sin embargo, mi dolor venía por otro motivo, él lo sabía y yo lo sabía, algo que nos había petado en las manos al intentar arreglarlo. Relajé mi actitud y me senté encima de una de las cajas, pensativa.

 

-- Hay una alacena en la mansión. Ahora mismo está vacía, o al menos vacía de cosas peligrosas. En el futuro... Ya sabes, tendrá toda mi colección de pociones y objetos peligrosos de la Potter Black. ¿Por qué? No lo sé, ese momento no ha llegado pero... En el futuro... Lo viste... El Nigromante buscará ahí... El Objeto...

 

No quería ni mencionarlo. Era un collar que teníamos y que nos iba a hacer sufrir. Tendríamos que tomar una decisión conjunta, como patriarcas, sobre su destino. ¿Destruirlo? ¿Cómo cambiaría el futuro si lo hacíamos...?

 

-- No sé si hicimos bien en despertar nuestra Videncia -- confesé, con voz apagada. -- Vimos demasiadas cosas que no debiéramos haber conocido nunca... Seguro que hubiéramos confiando más el uno en el otro de no saber lo que nos deparaba el futuro.

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  • 3 semanas más tarde...

Reí al verla enfurruñarse por mi insinuación de que aquellas cajas que había heredado al hacerme cargo del negocio pudieran contener algo ilegal.

- Lo siento, llevas razón. Una respetable Warlock nunca haría nada ilegal - contesté.

 

Pero algo la preocupaba, como tantas cosas qeu nos preocupaban últimamente. En cierto modo, teníamos que relajarnos. Me senté en un taburete, dando un pedazo de galleta para que Bichito lo picotease. Metí la mano en la mochila y me puse el anillo anti escucha en el anular de la mano izquierda. NO quería que nadie oyera nuestra conversación.

- Sabes...a veces opino igual que tu. Llevo semanas maldiciendo el momento en qeu decidí apuntarme a aquella clase. - admití, recordando las migrañas, las pesadillas que había estado soportando en silencio.

 

Pensativo, observé el anillo en mi mano derecha. Estaba casado, era...una situación nueva. Habría sucedido, si las circunstancias hubieran sido diferentes? Lo moví distraido en mi dedo, alzando la mirada hacia Sagitas.

- Helike moría en el futuro, durante la boda. Tu o...Everdeen...la mataba. La mataba a ella y a mi...a los dos. - dije. - Crees que las cosas habrían sido distintas? - pregunté. - Piénsalo. Helike ya estaba embarazada en la boda. Como en el futuro. Intentaron matarla para dividirnos. Si no lo hubiéramos sabido, tal vez... - me encogí de hombros. - Lo que nos ha hecho daño es qeu nos hemos separado. No nos puede volver a pasar.

 

Me puse de pie y, de mi mochila, saqué el viejo Diario. Lo abrí por una página que ya conocía y me senté en una caja junto a ella, dándole una vieja foto mágica, con una media sonrisa. Eran Sagitas y Jack, jovencitos, en la Pettit Potter Black, con aquel invernadero qeu Jack le había construido como regalo.

- Es...estaba revisando el diario, buscando información para protegernos y...la encontré. - comenté. - Recuerdo que fue la primera foto tuya que vi cuando era pequeño, y creo qeu la primera vez qeu veía feliz a Jack - supongo que la perspectiva de tener un lugar que llamar hogar, a tu mujer, y la idea de un hijo en camino te hacían serlo.

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