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Cuidado de Criaturas Mágicas


Sherlyn Stark
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Primera clase:


.:::: Bosque de Sherwood.


Caminó hasta llegar hacía una gran roca negra del tamaño de una mesa redonda y, dura como cualquier piedra de esas características, y se sentó sobre ella esperando la llegada de su próxima alumna, Morrighan. Hacía unos días Kirara le había enviado un mensaje con la información e instrucciones para la clase, mediante una blanca y mediana lechuza. Junto a él se encontraba un translador que le dirigiría justo a unos pocos metros donde se encontraba ella. Sin embargo, lamentaba no haber recibido una respuesta de su parte o al menos no se había dedicado a verificar sus cartas.


Suponía que el ambiente era el ideal para impartir las próximas tareas que ayudarían a su alumna a adquirir el conocimiento y que podía gustarle. Los árboles tenían grandes troncos y ramas, se ubicaban a unos metros entre ellos sin imponer el paso de los visitantes. Había escuchado que el bosque es bastante conocido gracias a la leyenda de Robin Hood, pero lo que sí era realmente cierto fueron la cantidad de cazas que se organizaron en ese escenario. Una gran variedad de aves se escuchan a lo lejos, dando la bienvenida al amanecer. Lo que también indicaba que Morrighan no tardaría en aparecer.


La noche anterior había llovido, pero viendo el cielo aquella madrugada pudo darse cuenta que el tiempo había mejorado. Sin embargo, el pesado frío estaba presente, pero agradecía que su túnica impidiera que el helado viento invernal rosara con su piel. No veía la hora en que el encantamiento hiciera efecto para que pudieran tener una zona bien calefaccionada. No era posible realizar actividades al aire libre con una temperatura tan baja como aquella, y la clase anterior ya la había impartido en un aula. No sabía las características que podía tener el Ateneo, quizás también brindaban aulas con espacios enormes. Se arrepentía de no haber echado un vistazo antes.


De a poco comenzaba a sentir un aire cálido y sofocante teniendo su abrigo sobre ella. Sus mejillas se tornaban rojas, y fue allí cuando decidió quitarse lo que estaba de más. Como no era quien debía realizar todas las pruebas, podía lucir uno de sus bonitos vestidos preferidos. Se puso de pie y dejó la túnica sobre la piedra, la que anteriormente utilizaba de asiento. Al sentir la llegada de alguien, se apresuró a poner atención y dirigir su atención hacía allí.


— Bienvenida a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, Morrighan —dijo con una dulce sonrisa al ver que el translador realizó correctamente lo pedido, apareciendo a la bruja justo delante de ella y sobre otra de las rocas que estaba a unos metros—. Antes que nada, nos presentaremos, y me dirás tus expectativas de la clase y que es lo que te llevó a tomarlo —comentó, creía que era lo ideal puesto que conocía muy poco a la jovencita. Dio un tiempo para que la muchacha se expresara, y siguió.


— Mi nombre es Kirara —era algo tan obvio, pero decidió comenzar su presentación con aquello—. Soy una de las matriarcas de la familia Rosier. Y fui una empleada muy activa en el departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes durante un año, antes que el Ministerio de la Magia cambiara —suponía que otro comentario estaría de más—. Y, como información adicional, esta es la segunda clase que imparto.


— Comenzaremos con las definiciones de Criaturas Mágicas y diferencias entre ellas y los animales —al decir aquello le vino a la cabeza la primera clase que había conducido. Con su varita, hizo aparecer una pizarra blanca, en la que su vuelapluma le encantaba escribir diversos conceptos, y eso haría durante toda la clase. Carraspeó. Si bien, el cambio brusco de temperatura le había afectado, pero no dejaría que se interpusiera.


— Como sabrás, los animales son aquellos que habitan en el mundo muggle, pero en ocasiones algunos de ellos suelen confundirse con mágicos, ¿por qué? —indagó de forma cerrada, dando referencia a aquellos que eran utilizados para la elaboración de pociones—. Mientras que las criaturas mágicas son aquellas que tienen sangre mezclada con magia y poseen diversas habilidades que podríamos determinar asombrosas —hizo una pausa y le hizo una señal a su vuelapluma para que dibujara una espantosa araña.


— Muchos suelen confundirlas con criaturas mágicas, ¿sabes por qué? —preguntó. No era un tema al que debía tener conocimiento previo, más bien podía responder según lo que creía, ya que haría que Kirara supiera conocer su manera de pensar.


 

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Luego de que una lechuza le anunciara el comienzo de una nueva clase, como tantas otras veces, Morrighan se sentía ansiosa por comenzar. Pero esta no era una clase normal tampoco, no era parte de la Academia, sino algo de crecimiento personal. En general todo lo que había hecho luego de concluir con sus clases había sido por ese motivo, para poder ser más eficiente en su trabajo o en el bando, o simplemente por placer. El cuidado de criaturas mágicas no le daría ventaja en el ambiente laboral, pero honraría el recuerdo de su amada hermana, además de que ahondar en un tema que tanto le gustaba aunque no tuviera una utilidad bien definida siempre le hacía bien.

 

Había llegado el día y la hora y Morrighan se encontraba lista para agarrar aquel traslador y dirigirse a donde se impartiría la clase. Esta vez se había preparado a tiempo para no ser la última en llegar, aunque no sabía a quiénes tendría de compañeros o si serían puntuales. Muchas preguntas sobre la clase se habían estado formando en su cabeza desde que recibió aquella carta. ¿Cómo sería? ¿Sería totalmente teórica? ¿La harían leer mucho? ¿Se parecería a las clases de la Academia? ¿Tendría contacto con criaturas peligrosas o sería de nivel básico? Todas esas y más dudas daban vueltas por su mente a la hora de tomar aquel objeto y desaparecer de la Mansión.

 

Segundos después de una respiración honda y un rápido viaje con ayuda de magia ya se encontraba en el lugar pactado, los bosques de Sherwood. A solo unos pasos reconoció a una mujer que seguramente fuera parte de su clase, ya que nadie más se veía a primera vista. Un paso le bastó para confirmar lo que había sospechado, ya que la mujer se presentó como su profesora. Se sorprendió al ser la primera en llegar pero cuando Kirara dió por comenzada la clase, supuso que en realidad no esperaban a nadie más o que comenzaría la clase a tiempo a pesar de que algunos no hubieran llegado, lo que parecía menos probable.

 

- Gracias - dijo al tiempo que examinaba sus próximas palabras. Su profesora se había presentado y seguro esperaría lo mismo de ella pero ¿Qué podría decir? Lo único que parecía valer la pena era decirle su nombre, pero eso ya lo sabía, por lo que decidió omitir ese paso. - Realmente no tengo muchas expectativas, sólo vine para saber más del tema y eso es todo lo que espero. - Probablemente la profesora esperara más respuesta de ella, pero pronto aprendería que ella era una bruja de pocas palabras y mucha sinceridad. Era cierto que no había un motivo, simplemente le había surgido la idea y se anotó. Así sin más.

 

Asintió a cada cosa que Kirara decía, mostrándole que la había escuchado y estaba de acuerdo. - Pues no, realmente no lo sé - Tras unos segundos de pensar las preguntas sin encontrar respuesta se resignó a admitir que por mucho que le gustaran los animales y criaturas mágicas, sabía poco y nada al respecto.

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Mientras esperaba la respuesta de su compañera pudo imaginarse varias alternativas de ésta dentro de su mente. Podría deberse a diferentes causas, la más simple es que los arácnidos que habitaban en el mundo muggle y mágico tenían parentesco con otras especies que tenían habilidades increíbles. Se decepcionó un poco al escuchar la respuesta de Morrighan, ya que su intención no era poner en prueba sus conocimientos sino su capacidad de desarrollar hipótesis. No importaba. Quizás si ella se veía en esas circunstancias frente a una persona que no conocía, existía la posibilidad de que hiciera lo mismo. Asintió con su cabeza y luego volvió a abrir su boca:
— Ellas tienen un fuerte vínculo con las Acromántulas, ¿las conoces? —preguntó con intriga y dirigió su vista hacía la pizarra para que su vuelapluma se encargara de dibujar perfectamente la imagen de aquella especie tan temible para muchos. Era imposible que nunca en su vida las haya notado en libros infantiles o leyendas. Con la intención de no perder el tiempo, le dirigió una mirada a la pizarra que estaba a unos metros de ella para empezar con el segundo tema y la primera prueba de la clase. La jovencita esperaba que Morrighan estuviese preparada para lo que venía, ya que muchos podían asustarse fácilmente.
— Comenzaremos con los siguientes temas —pronunció la castaña, al decir esto su vuelapluma sabía lo que debía ser. «Clasificación de Criaturas Mágicas por parte del Ministerio de la Magia». — Como sabemos, la institución tiene claros regímenes que se deben cumplir para un excelente cuidado y estabilidad de las criaturas mágicas, y uno de ellos es tratar de que los domen personas con cierta experiencia y por eso la tabla que está ahora delante de tus ojos:

•X – Pueden ser concebidas desde aprendices debido a que son inofensivas.
• XX – Sólo puede concederlas aquellos magos cuya clasificación sea igual o mayor que Unicornios de Oro.
• XXX – Los magos deben tener un rango social a partir de Dragones de Plata para adquirirlas.
• XXXX – Se requiere tener conocimientos especiales que sólo los magos con igual o mayor rango social de Órden de la Cruz Dorada pueden conceder.
• XXXXX – Sin dudas, las criaturas que tienen un gran nivel de peligrosidad, por lo tanto, son exclusivas para el rango Órden de Grial.
Kirara esperó a que la mujer terminara de escribir sus apuntes para que próximamente pudiera agrandar la pizarra para escribir el siguiente tema. Con su varita apuntó hacía el objeto para que su pantalla se volviera más amplia, ofreciéndole el especio suficiente para explicar acerca de lo que estaba reflejado en la pizarra.
«Seres, Bestias y Espíritus».
» Estas criaturas quitadas de la clasificación debido a que una persona era incapaz de dominar.
Bestias: No tienen la capacidad de comprender las Leyes Mágicas, así mismo, sus impulsos brutales suelen ser imposibles de controlar.
Seres: Sirenas y Centauros. Fueron retirados de su clasificación al creer que es injusto que humanos lo domaran.
Espíritus: Son personas difuntas que dejaron su cuerpo físicamente pero no su presencia.
Dejó que pasaran unos minutos por si Morrighan deseaba realizar algunos apuntes mientras hacía aparecer una pequeña cajita de madera que podía contener una pequeña estatua mágica de cualquiera de las criaturas que existían. La misma contenía un translador mágico, el cual la enviaría a algún respectivo lugar, podía ser una montaña donde habitaban las bestias, el profundo y azulado océano, entre otros ambientes, dependiendo donde la enviaba la criatura al azar que había escogido.
— Esta es la siguiente tarea, Morrighan —sonrió, apuntando con su varita hacía la cajita haciéndola levitar hasta el punto donde llegó al sitio donde estaba la bruja—. Dentro de ella puede haber cualquier animal, la que funcionará como translador enviándote a su verdadero habitad donde te presentará con la criatura real y su entorno. El viaje terminara cuando consigas nombrar en voz alta tres características del mismo, suponiendo que convivirás con éste unos minutos y, si es posible, descubrir si se trata de un ser, una bestia o un espíritu. ¡Ánimo! —finalizó, invitándola a atreverse a abrir la pequeña cajita.

 

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  • 2 semanas más tarde...

La alumna enseguida notó cómo el semblante de la profesora cambiaba ante su respuesta para después retomar con ese tono amable que tenía al comienzo. Sólo eso dijo más sobre su personalidad de lo que habría podido explicar la bruja con palabras si Morrighan se lo hubiese preguntado. Kirara seguía hablando, preguntando y luego comenzó también a explicar mientras la pizarra tras ella se llenaba de cosas de las que tenía que tomar apunte y luego se agrandaba para poder escribir más. La alumna tenía una pluma y una libreta en la mano pero sabía que no volvería a leer eso a menos que fuera muy necesario, y en tal caso podría recurrir a un manual en una biblioteca, por lo que tomó unos apuntes muy resumidos y se focalizó en escuchar lo que le decían.

 

- Sí, las conozco - aunque la pregunta parecía más retórica que otra cosa, podía sentirse orgullosa de haber leído mucho sobre aquellas criaturas tan temidas. Siempre se había sentido atraída al poder y la peligrosidad, cuanto más mortales fueran, más le gustarían. Una sonrisa se dibujó en su rostro pensando en cuáles podrían ser los planes de la profesora. ¿Tendría la posibilidad de enfrentarse a una acromántula? Era algo que siempre había querido aunque no estuviera muy segura de salir viva. Al menos sería una muerte digna de mención.

 

Cuando la profesora hizo levitar una cajita hacia ella, se dió cuenta que estaba mucho más acertada de lo que creía. Igual que en la Academia la tarea sería aprender por la experiencia. Eso le gustaba. Algo emocionada metió la mano en la cajita que todavía flotaba frente a ella y tomó una figura. Enseguida sintió un tirón y cerró los ojos para volver a abrirlos en un lugar diferente. Por lo que había entendido, podría enfrentarse a cualquier criatura, desde un hada hasta un dragón, pero no veía nada a su alrededor. Estaba en una selva y había bastantes ruidos que cesaron un minuto cuando ella apareció y luego continuaron.

 

Debía haber miles de criaturas ahí ¿A cuál debía enfrentarse? ¿Cómo sabría? Se quedó unos minutos quieta a la espera de que algo fuera a su encuentro y luego de ver que nadie aparecía, comenzó a caminar. Al principio daba unos pasos lentos y paraba para mirar a todos lados antes de retomar, pero luego de un rato ya empezaba a sentirse frustrada. Se sentó un minuto sobre un tronco a repasar las criaturas que conocía cuando una vino a su mente ¿Se trataría de un pogrebin? Ya se había enfrentado a uno antes y aunque en este caso sólo tendría que decir tres características, podría darle una buena pelea si se le ocurría abalanzarse sobre ella.

 

Ya casi convencida de que ese era el caso comenzó a caminar más rápido, tranquila y sin mirar atrás, no iba a dejar que la paranoia le diera ventaja a aquella criatura. Tan bien coincidían las situaciones que apenas se dió cuenta cuando se chocó con un nido. Los huevos parecían no tener custodia y de haber dado un paso más seguramente habría pisado a alguno. Un fuerte grito parecido a un graznido se sintió a unos pocos metros, de su lado derecho. Los ojos de Morrighan se abrieron como dos platos al ver a aquella figura que ya corría hacia ella encolerizada. No dudó un segundo más y se echó a correr.

 

La cobardía no era una de sus cualidades, pero más que cobardía a aquello se lo podría definir como sensatez o sentido de supervivencia. La gigantesca ave corría tras ella a gran velocidad en una carrera en la que la bruja era quien tenía mayor desventaja. Por su tamaño Morrighan podía pasar por entre medio de los árboles más pequeños y así darle los segundos que las largas patas del occamy recorrían con un sólo paso. Sus piernas ya casi comenzaban a fallarle cuando recordó que podría correr toda la vida a menos que dijera tres características.

 

Pensó en su primera impresión y dijo - ¡Huevos de plata! - No estaba segura de qué características tenía que mencionar pero no podía darse el lujo de ponerse a pensar mucho. - Gran... ave rojiza... de pico filoso - Se había dado vuelta a mirarla y las plumas brillaban al pasar por un claro de luz. Tenía la cola en alto y las plumas de la cabeza despeinadas. Tenía que pensar una característica más, una sola y ya estaría de nuevo en la clase. A decir verdad era una criatura magnífica, si no fuera porque lo único que reflejaban sus ojos amarillos era su sed de venganza por pisar su nido. "Eso es, su nido" - ¡Territorial! ¡Protectora!

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Se dejó caer sobre la roca que utilizaba como asiento, en la espera de que Morrighan pudiera llegar pronto. Se había olvidado de pedir prestada la bola de cristal en equipo de Adivinación; sin embargo, no sabía cómo utilizarla y si era posible detectar la presencia de alguien que estaba en un mundo virtual como lo estaba su alumna. No tenía de qué preocuparse, puesto que todo estaba calculado para que la bruja no sufriera ningún daño física. Era una lástima que Morrighan hubiera abierto la caja antes de que le indicara los minutos que tenía para realizar la tarea.
Miró hacía la pizarra, pudiendo observar que el borrador mágico comenzaba a eliminar las palabras escritas de la explicación anterior. Aquello era una señal de que la bruja estaba por regresar al punto de la clase. Se había demorado un poco, pero imaginaba que había tiempo para realizar la tarea final, o por lo menos dar las explicaciones finales—. Muy bien, Morrighan —dijo la castaña, mientras anotaba su calificación sobre uno de los pergaminos que le entregaría al final—. Te has demorado un poco, me tenías preocupada.
— Es hora de ver las reglas los métodos de Legislación de Criaturas Mágicas, las cuales son leyes de suma importancia ya que evita que las criaturas extingan —dicho esto el vuelapluma comenzó a escribir los datos sobre cada una de éstas leyes. Era muy importante que su alumna tuviera información acerca de aquello, puesto que era fundamental en el mundo mágico. Aunque, durante la clase se había dado cuenta que la bruja entendía muchas cosas acerca de las criaturas mágicas.
» Estatuto del Secreto de los Magos: Cumplen la función de ocultar las criaturas mágicas de la vista de los muggles. Sus miembros son parte del Ministerio de la Magia.
» Declaración del Snidget como especie protegida: La Confederación Internacional de Magos declaró está especie de criaturas como especie protegida debido a que son sobre utilizados en los partidos de Quidditch.
» Prohibición de la reproducción experimental: La ley fue creada para un mayor cumplimiento con la ley del Estatuto del Secreto de los Magos por parte de Newt Scamander en 1965.
» Se necesita licencia para la posesión de algunas criaturas: Por último se encuentra está, donde dicta que se necesita licencia por parte de la división de Bestias en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas para adquirir criaturas que el Ministerio considere peligrosas.
Todo estaba bastante resumido, pero no quedaba tiempo, puesto que faltaban unas cuantas definiciones más que la necesitaba repasar, como los mecanismos de defensa de las criaturas mágicas y la mención de las diversas plagas existentes en el mundo mágico. Esperaba que Morrighan aceptara una tarde de té para intercambiar más información acerca de las criaturas, las cuales hacían brillar el mundo con su maravillosa existencia.
Es importante que prestes mucha atención y tomes apuntes, no es un tema muy difícil de comprender —quizás era por aquella última razón por la que la bruja no daba ninguna tarea para saber si había quedado claro esa explicación. Sin embargo, en la nota también contaba la cantidad de apuntes el alumno escribía, ya que con esto podía tener la idea de que le interesaba adquirir el conocimiento.
» Invisibilidad / Cripsis: Lo primero lo utilizan las criaturas como los Demiguise, el pelaje de estás los magos lo utilizan para fabricar capas de invisibilidad. Como se habrán imaginado la criaturas se vuelve indetectable al sentido de la vista de cualquier ser vivo. En cambia la cripsis, la criatura pasa desapercibida a los sentidos de algunas criaturas.
» Encogimiento: La criaturas encoge su tamaño en voluntad propia.
» Desaparición: Como los magos, bajo su propia voluntad tienen la capacidad de transladarse de un lugar a otro cuando se encuentra en algún peligro. En este caso podemos ver a los elfos domésticos.
Estaba a punto de dar por finalizada la clase, hasta ver que en su reloj aun había algunos minutos extras—. Lo último que falta es desgonomizar un jardín, ¿te animas? —indagó la bruja. Aquella tarea le daría más puntos a la bruja para poder terminar la clase con una excelente nota—. ¡Andando! Tienes 5 minutos —señaló Kirara, para luego añadir: — Recuerda que son muy débiles, así que sólo debes agarrarlos de sus patitas y tirarlos a unos metros de distancia. No los tires muy lejos porque tienen la capacidad de sentir también y, no te traigas ninguno porque tienen familia —advirtió, mientras agarraba el pergamino de calificaciones para escribir acotaciones.

 

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La jungla que la rodeaba, así como todo lo que la habitaba en ella había desaparecido para volver a ser aquel bosque tranquilo en el que sólo se encontraban Kirara y Morrighan. Lo único que quedaba de lo que había sido su tarea eran algunos cortes insignificantes a causa de las ramas que la golpeaban al pasar, y sus pulmones que se contraían desesperados por acumular más oxígeno. No se había dado cuenta hasta ese momento del deterioro físico que estaba sufriendo, y antes de volver a poner su mente en los asuntos que las reunían, decidió que sería hora de volver a entrenar.

 

- Lo siento, me tomó un tiempo entender lo que debía hacer. - No era de su agrado admitir que había algo que no sabía o no entendía, por lo que lo dijo rápido y enseguida buscó desviar la atención de su profesora. Por suerte sólo habían dicho los comentarios al pasar, y enseguida continuaron con la lección. Aunque la clase ya llevaba un buen tiempo de comenzada, Kirara le confirmó que todavía faltaba un rato para que terminara mientras explayaba información importante en los pizarrones recién borrados.

 

Nuevamente Morrighan tomaba apuntes en las pausas que Kirara hacía específicamente para ese fin, imaginando lo grandiosas que podían ser algunas criaturas que paseaban por ahí. Había puesto su mejor cara de interés pero su mente iba y venía entre lo que la profesora explicaba y sus ensoñaciones. En muchas ocasiones le habría gustado poder desaparecer o cambiar de tamaño como lo hacían los animales que su profesora con tanto amor describía. Enseguida su atención se desvió de la lección para mirar atentamente a aquella bruja que continuaba explicando lo más importante. Solía llevarle un largo tiempo poder confiar aunque sea mínimamente en las personas, pero alguien que pudiera apreciar la belleza de la naturaleza enseguida ganaba puntos a favor.

 

Las distracciones no fueron más que fugaces y podía afirmar casi con seguridad que Kirara no se había enterado de ellas. Toda la información había quedado grabada en su cerebro y en su libreta azul petróleo, aunque bastante más resumida y algo desprolija también. Nuevamente la profesora le había propuesto una tarea práctica luego de tanta teoría. Le gustaba que fuera así, hacía que la clase fuera más ágil y no se aburriera de escuchar todo el rato, o huir de pajarracos, sino descansar de uno y otro. No sintió la necesidad de hablar, por lo que se limitó a asentir y seguir a su profesora hasta un campo cercano.

 

El sendero estaba marcado por una zona con menos pasto, bastante más caminada que el resto del bosque, que finalizaba en una pequeña casa de madera y piedra, con una gran zona cultivada de color amarillento, todo cercado por una valla de madera artesanal. Se veían unas 10 o 12 criaturas cabezonas correteando de un lado para el otro. No estaba segura de si allí realmente vivía alguien o si era un lugar creado específicamente para la tarea, pero poco importaba. Con paso seguro se adentraron al jardín y Morrighan frotó sus manos, preparándose para agarrar la pierna del gnomo que más cerca pasara.

 

Un distraído fue el primero en quedar colgando cabeza abajo. Se retorció, pateó y hasta llegó a morder a Morrighan en uno de sus balanceos, lo que concluyó en un vuelo de una fuerza un tanto mayor a la planeada y una aterrizada fuera de los terrenos cercados bastante dura. Evitando la mirada reprobadora de la profesora por la sensibilidad de aquel ser que ahora corría alejándose del lugar, buscó a su próxima víctima, prometiéndose a ella misma moderar su fuerza esta vez. Hasta tal punto fue así que cuando por fin logró sujetar a otro por el tobillo y lanzarlo, este cayó nuevamente dentro del jardín y requirió un segundo tiro para finalmente deshacerse de él. Con el 4º, el 8º, el 10º y el 11º también tuvo que admitir complicaciones, mientras que las demás gozaban de un trabajo bien hecho.

 

Así, uno a uno los gnomos fueron desapareciendo del jardín, junto con sus risitas traviesas. A veces con tiros dignos de orgullo y otras veces con mucha fuerza o muy poca, Morrighan al final pudo concluir la que suponía que sería su última tarea. Miró a la profesora en busca de las próximas instrucciones o la finalización. No estaba segura de si la clase ya estuviera concluyendo, pero si era así seguramente el algún momento tomara otra, ya que todavía le faltaba mucho por aprender.

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No era una tarea muy complicada la que debía realizar Morrighan, pero tampoco era algo que podía dar por simple. Se mantuvo en su posición hasta escuchar el ruido característico del borrador eliminando las palabras que habían quedado pegadas sobre esta. Como suponía, su alumna debía estar finalizando su deber y posiblemente llegaría antes de tiempo. Esperaba que no hubiera lastimado mucho a los gnomos, ya que, sería desagradable que sufrieran daños culpa de su clase. Se puso de pie con un sentimiento de nerviosismo sobre su cuerpo. Probablemente, la próxima se arriesgaría a crear gnomos de juguete.


— ¡Lo has hecho muy bien, Morrighan! —exclamó Kirara, al ver que la muchacha concluía con su trabajo—, espero que no hayas lastimado a ninguno, son criaturas muy sensible, pero dañinas para los jardines por eso algunos utilizaban otros métodos para proteger esos espacios tan preciosos y naturales. —Desde donde se encontraba podía escuchar algunas risitas de las criaturas traviesas, pero ahora lo hacían con un tono cansino y sofocado.


— Lamentablemente ya llegamos al final de la clase, espero que hayas adquirido experiencia y hayas aprendido lo suficiente —sonrió la castaña, luego de sentir algo de nostalgia al decir esas últimas palabras—, sé que muy pronto volveremos a encontrarnos, y cuando quieras podríamos intercambiar información acerca de esta asignatura tan especial y entretenida.


— Estas son tus calificaciones —informó, entregándole un pergamino con cada una de las notas que la bruja se sacó en las tareas. Estaba más que dicho que había aprobado con una nota Extraordinaria y sobresaliente por su esfuerzo y dedicación—. Conseguiste 80 de 90 puntos, espero que te sientas orgullosa —sentenció, y luego miró fijamente la pizarra para que se guardara automáticamente para volver a su hogar. Se encontraba con una inmensa felicidad encima por haber enseñado una vez más esa asignatura que trataba del cuidado de las criaturas.


— Ahora puedes seguir con tus actividades cotidianas. ¡Nos estamos viendo!

 

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