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Artes Oscuras


Kahlan Blackthorn
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-¿Horrocruxes?...-siseó interrogante su elfo personal-¿Está segura?...- bisbiseó una nuevo cuestionamiento-Ama…-soltó temeroso de verse reprendido por la rubia-Yo se que le gusta lo oscuro y místico, pero meterse con asuntos que tienen que ver con ya sabe quien…-arrugando su frente acomodo el resto de los artículos dentro del cementerio. Era el sitio ideal para invocar las fuerzas oscuras tomando como punto de inicio la tumba del padre de Lord Voldemort, reclamaría el poderío que le había sido arrebatado al mejor mortifago que hubiera conocido el mundo mágico.

 

Una enorme mesa apareció levitando sobre el aire sobre ella descansaban frascos de diversos colores, tonalidades y tamaños. Pociones oscuras, objetos oscuros hechizados por fuerzas malignas que los habían dotado de poderes que al ser usados por manos experimentadas serian capaces de dañar o causar la muerte de forma irremediable. La mano de la gloria, la poción conocida como el beber de la desesperación, el guadapero de Slytherin e infinidad de artefactos varios aparecieron cerca de las pociones.

 

-Las artes oscuras son como una hidra furiosa…-masculló mutando el color de su túnica por un rojo sangre que resplandeció como el cielo al ser rozado por los rayos del sol al atardecer.-Cada una de las cabezas cercenada volverá a crecer e incrementara el poder nocivo que poseía originalmente. No pienso pedirles que escabullan sus narices dentro de enormes libros con hojas amarillentas y cubiertas apolilladas por el tiempo. Vamos a practicar cada una de las artes que nos han permitido conocer el lado oscuro y siniestro de la magia, adentraremos nuestras mentes a mundo que nos permite conocer el don de devolverle la vida a los muertos y seremos capaces de crear un brebaje que les permita ver a nuestros enemigos sus peores temores convertidos en realidad…-explico a sus alumnos avanzando por el terreno.

 

-Estamos dentro del sitio donde Voldemort recupero su cuerpo, permítanse sentir la esencia oscura que brota de la tierra. Déjense atrapar por esa magia antigua y milenaria, no impidan que su mente se abra a un nuevo conocimiento. Devoren a esa hidra que desea atacarlos, córtenle todas las cabezas que sean necesarias y nútranse de la ponzoña que les otorga su sangre maldita empápense del néctar que les ofrecen las artes oscuras. No les daré tareas para que se quiebren la cabeza o asistan a una biblioteca, ya que mi única finalidad es que practiquen todo lo que pueda enseñarles desde el punto de vista grafico y que puedan percibir con solo mirar todo el poderío que ofrecen las artes oscuras…-cruzándose de brazos espero que uno a uno se presentara.

 

-Conocerán las afamadas Maldiciones Imperdonables por encima, ya que no pienso darles una cátedra que los aburra o los haga imaginarse que está dentro de un aula de clase atiborrada de libros empolvados y pergaminos que solo sirven para una sola cosa…-rodeando sus ojos no emitió una sola palabra más de momento. Les tocaba a ellos darse a conocer, ya le tocaría a ella develar su identidad ante sus alumnos.

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Conocía aquel lugar como la palma de su mano. Tantas veces lo había visitado intentando descubrir los secretos ocultos en la Mansión Riddle del que cientos de veces hablaban sus allegados en reuniones familiares, que era como estar en los terrenos de su propia casa.

 

Mistify observaba cada uno de los objetos frente a ella con evidente interés mientras escuchaba lo que acotaba la bruja frente a ella. Los había visto muchas veces y por ello no le sorprendieron, pero su atención se la llevó el grupo de frascos, en especial uno en cuyo interior se arremolinaba lo que parecía ser humo embotellado y giraba con violencia como si supiera que estaba atrapado y quisiera salir de su prisión.

 

Alzó su mirada hacia quién sería su docente esperando a que terminara de hablar para lanzar su primer pregunta.

- Nunca subestimes el poder de los libros, hay mucho más en su interior de lo que puedas imaginar, si sabes donde buscar – la túnica blanca se arremolinó en torno a la figura de la mujer debido a la brisa repentina. Le sonrió a Juve, no quería importunarla, pero es que ella había descubierto demasiado en viejos libros llenos de polvo oculto en las mazmorras malditas de la Mansión Malfoy. Sin embargo cambió bruscamente de tema y señaló con su mano derecha al objeto que antes había estado observando - ¿Qué es eso? – Era evidente la curiosidad de Mistify, no le gustaban demasiado las sorpresas y esa cosa parecía a punto de salirse de control.

 

Se acercó a la mesa que momentos antes Juve había convocado. Las amplias mangas rozaron el césped que olía como a recién cortado, aunque podría asegurar que su profesora no habría realizado aquel trabajo ni aunque le dejaran matar a cien muggles. El cabello rubio caía en picada por sus hombros hasta la mitad de su espalda como un río de tinta dorada y Mistify jugueteaba con un mechón al igual que una quinceañera. Ella no lo notaba, pero era un gesto que irremediablemente afloraba en la bruja, cada vez que estaba interesada en algo.

 

A su lado, el resto de oyentes parecía inmerso en sus propias divagaciones en cuanto a lo que acababa de decir su profesora. Sin embargo, ella no necesitaba matar o empaparse de nada, lo oscuro formaba parte de su ser desde que tenía memoria, un designio quizás involuntario que acabaría llevándola a la muerte y lo sabía. Solo que no todavía. Quizás por eso siempre vestía de blanco.

Editado por Mistify Malfoy

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La llegada a aquel cementerio había sido de lo más escalofriante. Desde que me habían acercado la carta que anunciaba la fecha, hora y lugar de ésa clase, me había producido una sensación extraña. ¿O acaso sería la materia que iba a cursar? Desde el primer momento sabía que mi mente necesitaba más información de lo que realmente tenía que saber. Era así. Y más con los puestos en los que había trabajado, la magia que había experimentado y las cosas que podía llegar a hacer. Muchos me etiquetaban de una manera por mi imagen pero nadie sabía lo que pasaba por mi cabeza.

 

La profesora había empezado la clase con un excelente discurso. Eran pocas las personas que había visto que hablaban de las Artes Oscuras de ésa manera. Incluso podía considerarla que realmente estaba loca. Pero justamente por eso me llamaba la atención y con más ansias cursaría por ése curso. Todo gran conocimiento sería bienvenido, como también las personas que estarían dispuestas a ayudarme. Me mantuve cerca del grupo, a una distancia prudente de la mesa como para observar cada objeto. Mis ojos se posaron sobre el Relicario de Salazar Slytherin. Era un objeto legendario. Tenía historia. Era algo realmente precioso.

 

Soy Elvis Gryffindor. Hasta hace pocas semanas trabajaba dentro del Departamento Auror. Luego sucedió lo que ya saben y estoy en tratativas para llegar al puesto de Director. Siempre me llamó la atención estudiar por mi cuenta, saber un poco más. Y justamente dicen que para saber combatir algo debes meterte de lleno en ello. Por eso estoy aquí —hablé justo después de que Mistify preguntara sobre el contenido que había en la mesa. Realmente eso no me importaba de momento ya que si la profesora tenía intención de enseñarnos, lo diría en el momento justo. Miré una vez a cada compañero, los conocía a todos.

 

Era algo que me había ayudado a relajarme en ése sitio. No conocía ése cementerio salvo por la parte de la historia que estaba escrita en los libros. Claro que sabía que ése había sido el sitio donde El Que No Debe Ser Nombrado había regresado. Pero hasta ése día nunca me lo había imaginado así. De hecho jamás me había interesado, era un detalle. Me volví a apoyar sobre una de las lápidas que mostraba el nombre de una persona que ya no se encontraba entre nosotros. ¿Cómo seguiría la clase después de las presentaciones? Me preguntaba si realmente sabía lo necesario para poder hacer algo, para aprender más.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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En un principio no supo como reaccionar ante el sitio en donde la clase se llevaría a cabo. Bastian había conocido a Juve hace mucho tiempo, tiempos en los que Nurmengard se levantaba imponente y encerraba los gritos de desesperación de aquellos que vivían en sus celdas a la espera de ser rescatados. Como mortífagos habían compartido, además, asesinatos de toda índole comandados por Arcanus.

 

En aquella época, muy posiblemente, el mago hubiera dicho conocer las artes oscuras por el mero hecho de lanzar maldiciones imperdonables a diestra y siniestra. Pero, desde aquel día que decidió que solamente mataría gente a cambio de dinero, dedicó mucho de su tiempo a leer viejos pergaminos en donde aprendió -al menos un poco- lo que en verdad eran las artes oscuras.

 

—Me pueden decir Randy. No hace mucho tiempo que llegué a vivir en Reino Unido —dijo el mago.

 

Bastian no deseaba que la gente lo asociara con las Artes Oscuras. Aún las acusaciones de pertenecer a la Marca estaban frescas, cursar aquella clase de forma pública haría solamente que muchas personas recordaran aquella denuncia y le dieran más importancia de la que en verdad se merecía.

 

—Me gustaría conocer las artes oscuras como algo didáctico para poder reconocerlas en caso de llegar a verlas. Tengo que puntualizar que este lugar es horrible, me da miedo —dijo.

 

Bastian había visitado aquel cementerio veces incontables ya que varios de los hechizos que utilizó en el pasado implicaban un sitio en donde la muerte se aglomerara y se haya practicado previamente hechizos oscuros. ¿Qué más oscuro que el resurgimiento de Lord Voldemort?

 

 

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Aaron Augustine Black Ryddleturn.

Emiliano Black (voces en verde)

 

No había sido difícil llegar al sitio en el que se realizaría la clase de "artes oscuras", irónico decir que me encontraba en casa, más aún difícil decirlo en frente de una cátedra abierta al público. El cementerio donde había renacido el mago tenebroso más temido de todos los tiempos, un sangre sucia pensé sin remordimientos y con un ego que colaba mis huesos al son del brillo jovial en el gélido de mi gris mirada, Voldemort, el heredero de Slytherin, el que no debe ser nombrado... se sentía la presencia con solo saber que nos encontrábamos cerca de la tumba de su padre.

 

"¿Tú?...¡vah!" bufó Emiliano en una sonrisa negada al piso, una que no pudo ser vista puesto que era solo una voz presente dentro de mi cabeza, ¿horrocrux? no, quizás algo peor. Tan solo sabía que el Black era un antepasado ligado en el linaje de mi sangre, una presencia que gracias a la Malfoy pude entresacar de los lugares más recónditos de mi cabeza. Se conocían, nos conocíamos.

 

-Profesora, un placer ...- me presenté a Juv con quién ya había compartido varias veces y hablé hacia los presentes- Aaron Black Ryddleturn, ¡Elvis! que novedoso compartir ciertos gustos...nunca es tarde para aprender de todo un poco más, ¿no?- agregué luego de que mi ex compañero del CGA y otro chico al que no conocía, se presentaran- bueno, la verdad siempre me ha llamado la atención el entender un poco más, crecer, saber y conocer ciertos matices para llegar a otros. De por sí, que al trabajo al cuál estoy postulando se necesita cierto conocimiento para acabar un poco con la maldad de éste mundo- mentí entre mis concepciones- no creo tener que dar más detalles...- finalicé con cierta complicidad al mirar a la bruja que lideraría la clase, ella me conocía bastante y sabía cuales eran mis anhelos, no por nada había sido mi mentora dentro de la marca, algo que no daría a conocer, no esta vez.

 

Luego de mis palabras me quedé mirando cierto frasco con cinco garras en su interior, sucias y con un tono amarillento vibraron muy levemente al sentirse observada, "Curioso" pensamos al unísono con el Black.

 

OFF: No sé si se pueden realizar off, pero me emociona bastante la trama de ésta clase *o*!!! saludos a todos :) !

Editado por Aaron Black Lestrange

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La presencia de sus alumnos no se hizo esperar dentro de cementerio donde yacían los restos del padre de Tom Riddle mejor conocido como Lord Voldemort o el Señor Tenebroso. Sus pensamientos iban de un rostro a otro imaginándose lo que esas pequeñas cabecitas, ya comenzaban a maquinar dentro de sus cerebros deseosos de aprender todo lo referente a las Artes Oscuras. Cada uno de los objetos que estaban sobre la mesa estaban malditos y protegidos contra cualquier daño que desearán infringir sobre los mismos, desviando su vista hacia el Black percibió un dejo de arrogancia brotarle con una naturalidad que rayaba en lo extremista.

 

-Esa es la mano de la Gloria…-respondió ante la duda de Misty-Puede repeler los efectos del polvo peruano…-explicó tomando la misma en sus manos-Como pueden ver contiene una vela en su interior…-señalando el cuerpo de cera deposito la mano sobre la mesa escuchando con atención a Elvis-No solo podrán conocer el uso de la misma dentro de una situación de batalla o predicamento que ponga en peligro sus vidas…-sonrió deslizando las yemas de sus dedos sobre un grupo de libros malditos-El Diario de Tom Riddle conocido por el daño que puede causar en la persona que lo lea y se atreva a profanar los secretos de tan mítico hechicero…-rodeando con su anatomía al grupo de magos les obsequio una réplica exacta del mismo-Considérenlo una forma de recordar lo que vivirán dentro de esta clase…-desapareciendo el diario que reposaba momentos antes dentro de la faustuosa mesa centro su atención en el libro de Sonetos de un brujo desconocido-Cuidado con leerlo…-advirtió con pericia a sus alumnos-A su lado está el libro sin nombre y quien se aventure a leerlo, no podrá dejar de hacerlo jamás…-envolviendo el mismo con un manto oscuro lo hizo levitar lejos de la visión de los presentes.

 

-Las Artes Oscuras no son tan malas como las pintan, pero tampoco son un plato de miel sobre hojuelas…-cruzándose de brazos avanzó por el terreno recordando las palabras de Randy-Muchos las consideran un acto de corrupción o ennegrecimiento del alma. No es malo querer conocer todo lo que nos rodea dentro del mundo mágico, pero tampoco es buena idea intentar esconder el polvo debajo de la alfombra o ¿sí?...-cuestionó a los jóvenes-Un mago que estaba contra lo que hacía y dejaba de hacer Voldemort, aseguraba tajantemente que el amor podría acabar con la devastación causada por dicha magia oscura. Yo lo considero rumores y divagaciones de un ser celoso y carcomido por la bondad que falsamente deseaba expresar…-soltando una humareda de polvo peruano sobre el cementerio los llevo hasta El Valle de Godric siendo recibidos por una bruma espesa que se disipó gracias a la mano de la gloria.

 

-Probaran las artes oscuras en carme propia, no duden que aprenderán lo que necesitan de ellas y ellas estarán fascinadas de brindarles todo el poder que tienen para causar devastación o caos dentro del mundo mágico…-estaban a poco de adentrarse en un paraje sin retorno dentro de ese lugar. Varias pociones ya estaba predispuestas dentro de enormes cuencos que serian elegidos por los chicos arriesgándose a beber cada uno de esos brebajes malditos, siendo capaces de experimentar el mismo temor y horror que habían sentido en sus cuerpos roídos por la maldad los que estaban en contra de la práctica de tan maravillosa magia tenebrosa.

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Nuestra tutora se había mimetizado tanto con su papel que hasta podía asegurar que un brillo especial, en el fondo de sus ojos, aparecía cuando observaba alguno de ésos objetos que teníamos delante de nosotros. Lo hacía con tanto empeño que parecía que hasta disfrutaba de las Artes Oscuras. Cualquier otra persona normal no estaría tan cercano a ellos, pero la bruja parecía que hablara de cada uno de sus hijos. Realmente estaba loca. Pero una pequeña porción de mi cerebro me aseguraba que podía confiar en ella, que todo estaba bien. Si debíamos aprender éstos conocimientos, entonces podríamos sufrir varios altercados. Así que intenté borrar todo acto de honor y uso común que toda la vida me había impuesto para luchar contra ellos.

 

La oscuridad nos envolvió por completo y estaba seguro que nos estábamos moviendo de lugar. La profesora sostenía la Mano de la Gloria así que mínimamente entre nosotros nos podíamos ver. No tardamos mucho en aterrizar después de aquel discurso que nos había dedicado, dando pie al comienzo de la clase. La humarada nos seguía bloqueando el paso hacia afuera como también de la vista de cualquiera que quisiera saber que sucedía dentro de ésa niebla negra. Aparecieron cinco cuencos delante de nosotros.

 

Profesora —pero ni siquiera había llegado a pronunciar la primera letra. Solamente lo había pensado, había querido dirigirme hacia ella pero todo pensamiento se me borró de la cabeza cuando fijé mi atención en una de aquellas pociones, la que parecía más oscura, más espesa y más hermosa. Por inercia di unos pasos hacia ésa especie de vasija, era la ante última. Abrí más los ojos y me detuve adelante, apoyando mis dos manos sobre el borde. Incliné mi cuerpo para tener todo el aroma sobre mí. No pensaba, pero de hacerlo seguramente me hubiera imaginado como cuando un vampiro sediento, muerto de hambre, encontraba un rastro de olor a sangre a muchos kilómetros, algo extraño siendo un humano.

 

Inmediatamente sumergí una mano en aquel líquido, que parecía que iba a atravesarlo como si fuera algo espeso pero era tan liviano como la brisa. Abrí la boca y engullí la poción, teniendo que repetirlo unas tres o cuatro veces para considerar que había tomado lo suficiente. ¿Qué estaba haciendo? Había perdido todo signo de coherencia, todo sentido de alerta que estando en mis cabales, me habría advertido que lo que estaba haciendo, estaba mal. Sentí detrás de mi cabeza, en el interior de mi cerebro como si me hubieran dado un fuerte golpe, una descarga eléctrica y caí de espaldas al suelo.

 

Tenía el cuerpo tan flácido que parecía que hubiera perdido todos los huesos. Mis ojos estaban abiertos, pero el cielo estaba bloqueado por aquella niebla negra. Al cabo de unos pocos segundos comencé a sentir un terror inigualable, una de las únicas veces que lo había sentido en mi vida. Empezaron a pasar imágenes en mi cabeza, como si las estuviera viviendo nuevamente. Y mis peores miedos se recrearon. Podía ver nuevamente como morían mis padres, pero como si fuera ellos. Sentía cada dolor y con cada impacto de los hechizos que los habían matado, mi cuerpo se retorcía. La escena cambiaba a mi esposa Annick. Tan hermosa como siempre, con aquel cabello rojo como el fuego y sus ojos verde esmeralda, que tanto me gustaban.

 

No, Annick. No. No. Por favor —podía ver como se desvanecía en el suelo. Como su vientre se desinflaba y como una pequeña figura yacía muerta en el suelo, junto a ella. La sangre los empapaba por sus espaldas y sentía que me derrumbaba por completo. Pero no podía hacer nada y eso era lo que más me lastimaba, lo que más me producía impotencia. Quise cerrar los ojos pero aquella poción, sin saberlo, no me dejaba—. Esto es por mí. Debía hacer algo. Basta.

 

Las imágenes se volvían tan reales que hasta podía sentir los gritos de mis familiares sobre mis oídos. Podía ver a mi hijo Groter, siendo atacado por feroces monstruos que le mostraban sus afilados colmillos. Así había muerto. ¿Lo estaba viendo? ¿Estaba presenciando su muerte? Éste era parte de un clan licántropo y la guerra entre éstos grupos se remontaba de muchos años atrás, una batalla que siempre me había parecido algo lejano, pero todo había pasado hacía tan poco. Un grito de pánico hizo que volviera un poco a la realidad, era yo. Estaba gritando y sentía unas lágrimas que caían desde mis mejillas y llegaban a los costados de mi cabeza. Aún estaba en el suelo, sin moverme. Sin saber si era por la poción, si era por el miedo que tenía y la contusión que me había causado. Incluso no sabía si sus efectos continuarían. ¿Qué era lo que me aseguraba que no volvería a ocurrir?

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Una niña se balanceaba de un columpio colgado de un frondoso árbol. El cabello rubio arrojaba destellos luminosos cada vez que se alzaba y el sol se reflejaba en ellos. La sonrisa brillante y los claros ojos esmeraldas envueltos por un rostro angelical. Era un día perfecto.

 

Sombras. La niña detuvo el columpio.

 

La mañana se transformó en noche oscura y la risa cantarina de la jovencita en un agudo grito. Largo y oscuro como las frías noches de invierno.

 

- ¡No! ¡Déjala en paz!

 

La súplica de un hombre intentó partir la oscuridad sin lograrlo.

 

- ¡Es solo una niña!

 

La carcajada se extendió envolviendo incluso a la oscuridad aterradora. Llevándose con ella los ecos de aquel grito infantil.

 

- ¡Noooo! – Mistify abrió su mano y el recipiente cayó a sus pies. Prácticamente vacío. Fue entonces que se dio cuenta de que había gritado. ¿Cómo había sucedido? ¿Eso eran recuerdos? ¿De quién? Su mirada se detuvo en el borde de la túnica blanca, se había manchado al ser salpicado por el escaso líquido que había quedado en el cuenco.

 

Se acuclilló y tomó el borde de la tela entre sus manos intentando limpiarla. No podía estar sucio. No debía. Los nudillos se enrojecieron y su respiración comenzó a acelerarse. Aún podía escuchar el grito de la niña ahogado por la carcajada de esa mujer. ¿Su grito?

 

¿Porqué no salía la mancha? Aumentó la fricción convencida de que lograría quitarla. Ya había demasiada oscuridad en ella misma. Debía estar blanco. Continuó arremetiendo contra la tela hasta arrugarla completamente. La suciedad continuaba allí, como desafiándola, incitándola a que la hiciera desaparecer.

 

- Un vacío. Oscuridad en donde debiera estar su alma – la voz salió por detrás de la bruja. Tan conocida y a la vez tan extraña.

 

- ¿Qué has dicho? – la Malfoy se puso de pie. Lívida. El rostro siempre impasible había perdido todo rastro de su habitual indiferencia. Alzaba su varita por delante de ella apuntando a Aaron que por su parte estaba a punto de elegir su propio cuenco.

Editado por Mistify Malfoy

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Aaron Augustine Black Ryddleturn.

Emiliano Black (voces en verde)

 

Los objetos tenebrosos eran bastante llamativos, no sabía si por la belleza en su antiguedad o la tentativa que destellaban cuán demonios pidiendo a gritos un cuerpo para vivir y sentirse realizados. El diario del señor tenebroso levitó en réplica hasta mi, la cual dejé junto a la chaqueta que me había quitado para mayor comodidad ante lo que debíamos enfrentarnos; ya había experimentado ciertas enseñanzas con la Malfoy por tanto sabía que ésto traería más de alguna consecuencia..."¡Dices que soy una vaga consecuencia muchacho!..." alegó el Black al momento que callamos producto del polvo peruano que hizo movernos de lugar.

 

Una nube negra nos cubría, poco podíamos ver, tanto así que con suerte distinguía a mis compañeros y a la profesora, más si los cuencos frente al alumnado. Pociones, odiaba las pociones, tanto así como un muggle odia ir al médico. Me acerqué a paso ligero y decisivo pero Elvis se había adelantado, le veía anonadado, asombrado y con la vista en una dirección infinita, adentrado en el mundo de las sombras dudé en recordar ciertos miedos. La sorpresa fue al girar a mi derecha, una chica me apuntaba con su varita.

 

-Tranquila bonita...- le dije al momento que tomaba su muñeca muy suavemente para, y de forma lenta, bajar su brazo con el que apuntaba su varita mientras mi zurda acariciaba el mango de la mía por cualquier intención entremezclada de emociones producto de los brebajes.

 

Todo más tranquilo unté mi índice en el líquido, ¿líquido?, era una especie de humo espeso el cual subía como enredadera al acercar mi mano la que quité despacio para llevar una mísera gota a mi lengua...

 

-Aaron... Aaron- la voz de una niña se escuchaba a lo lejos.

 

-Evarela, cuida de tu hermano...

 

Un pequeño de no más de 6 años se paró frente a mi, sus ojos eran dos gotas de agua reflejando una gris tormenta sobre unos pulposos labios jugando en las facciones de su rostro amurrado. Su cabello lacio y castaño se mecía al compás del viento que acariciaba su nívea y suave piel, aquella que acrecentaba en sus pómulos de un niño caprichoso. El pequeño llevaba su torso desnudo, el tatuaje, la marca en su espalda no estaban...¿Emiliano aún no estaba sellado en su cuerpo?. Seguramente llevé mi diestra bajo el cuello por mi espalda en un desliz de confusión.

 

-Hola Aaron...

 

La voz de mi pequeño "yo" se tornó ronca y sus facciones cambiaron cuán vampiro muerde el cuello de su víctima. Instando en abalanzarse, tropecé hacia atrás y vi que algunas miradas estaban puestas en mi. Por suerte había sido solo una gota.

Editado por Aaron Black Lestrange

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Su cuerpo se tensó como una tabla rígida de fina madera, no podía mover un solo músculo por más que lo intentará. Delante de ella estaba el amor de su vida, inerte sobre el suelo con un enorme hueco del tamaño de una bola de beisbol en el pecho, ya no emanaba de ese par de gemas azules aquel brillo que le enamoraba. Dimitri yacía sin una sola gota de líquido vital en su cuerpo, no daba crédito a que le arrancarán lo que más amaba dentro del mundo mágico de un modo tan atroz y siniestro.

 

Ella había matado a muchas personas dentro y fuera de Londres, masacrando a decenas de inocentes que se jactaban de ser defensores férreos de los ideales que proclamaban los Miembros de la Orden del Fénix. Ríos interminables de sangre corrían bajo las suelas de sus botas de piel de dragón, desgarradores gritos eran como música para su oídos y el interminable aullido de las madres que espetaban desoladas un ¿Por qué?, ¿Por qué mi hijo?, ¿Por qué de este modo?. Cada uno de esos porqués jamás obtendrían una respuesta satisfactoria, al menos no ante los ojos de la Croft.

 

Ahora ella se hacia la misma pregunta, ¿Por qué le habían arrancado al amor de su vida?, ¿Por qué volvían a privarle de experimentar una sensación tan placentera con tal solo mirar al demonio a los ojos?. Algo dentro de ella se quebraba en el acto, fragmentándose en diversos recuerdos que se agolpaban en su cabeza. Momentos únicos que tendría como un bálsamo que le serviría para curar la herida mortal que le habían provocado, ya no le interesaba experimentar nada grato o cálido dentro de su ser, ya no importaba el amar o dejar de amar, ya no existía en su vida el ser que le hacía suspirar con solo una sonrisa.

 

Volviendo de golpe al Valle de Godric varias gotas de poción eran vertidas sobre el suelo, ojos sorprendidos le daban una bienvenida sobria y desprovista de toda emoción. No les permitiría conocer ese temor que albergaba en su ser, ya que no eran dignos de saber o meterse donde no les concernía-Bien sigamos con esto…-apareciendo un pensadero al centro del grupo diversos rostros e imágenes comenzaron a danzar una sobre otra como una vieja película en blanco y negro-Muchos magos fueron ligados estrechamente a las artes oscuras, practicando las mismas de forma osada o justificada ante los ojos del unos cuantos…-desdoblando un pergamino se desprendió de este un brillo cegador.

 

-Algunos de ellos son…-carraspeó con suavidad-Albus Dumbledore, Lord Voldemort, Harry Potter por destacar a los más importantes. Ellos se escudaron en el uso de las maldiciones imperdonables, aquellas que no están permitidas y que son duramente castigadas por el ministerio de magia. Su deber es elegir una y atacar al compañero que elijan, no importa el daño que puedan causarle o las consecuencias que eso implique. Estamos cerca de un cementerio, no teman por no tener un sitio donde enterrarlo o darle una sepultura donde reposar…-sonrió dejando a la vista una hilera de perlas blancas.

 

-¡¡¡Crucio !!!- sentencio la Ángel Caído brotando de la punta de su varita un rayo que pego limpiamente en el pecho de Aaron. Provocándole una oleada de dolor que lo hizo retorcerse sobre el suelo, revolviéndose contra el mismo como buscando una forma de sacarse de encima esa sensación tan tortuosa.

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