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Animagia


Suluk Akku
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La mesa estaba preparada afuera y había una gran diferencia con el panorama que había visto a la entrada. Se habían encargado de que estuviéramos cómodos y calentitos para poder disfrutar del ambiente y al parecer, de hablar un poco. Di algunos bocados para intentar acercarme un poco más a todos. Suluk preguntó algunas cosas sobre las habilidades y rápidamente todos se pusieron a contar sus experiencias. No estaba enterado de la variedad de opiniones que había y de lo personal.

Las respuestas variaban mucho y tal vez por esa razón, es que había tantos interesados por aprender con la Arcana. No era el único animago y podía admitir que allí me sentía un poco más cómodo con personas que esperaban lo mismo que yo. Ya iban diciendo todo lo que pensaba, pero no podía quedarme callado porque otros dijeran lo mismo, por eso esperé a que Juliens dijera lo de la ropa. ¡Era cierto! También me sucedía.

Yo creo que el deseo de cada uno, ayuda a ésta habilidad. Hay muchas veces que uno lo utiliza y no necesariamente es por necesidad. En mi caso, recurrí a ella porque deseaba poder ser un poco más libre. La animagia me ayudaba a poder extenderme, a diferencia de estando con los pies sobre la tierra, que es más complicado con todas las responsabilidades —claramente no iba a decirles que era gracias a que podía convertirme en un búho, porque sabía que otros con otros animales, podrían sentir lo mismo.

»Es algo muy complejo, por todas las cosas que nombraron mis compañeros. Porque no hay que olvidarse de quienes somos. Porque va más allá de lo que puedes hacer en tu forma animal« por eso estaba de acuerdo en que cuando uno se transformaba, se asemejaba a lo que cada uno podía sentirse identificado con un animal. La animagia no se elegia, sino que al momento de transformarte, lo hacías en cierto animal. Y todo dependía del deseo inconsciente y la fuerza para ello.

Allí cada uno tenía su visión pero eran muy similares. Incluso en las personalidades. ¿Acaso Lyra recordaría nuestro encuentro como animagos? Estaba seguro que si. Era la única persona que conocía mi habilidad. Ni siquiera mi esposa lo había sabido hasta tiempo después. Estaba seguro que por eso había adoptado la forma de un búho, porque allí, desde lo alto de una rama, podía ver todo, escuchar todo y estar tranquilo.

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¿Tampoco recuerdas la primera transformación? Es un recuerdo tan poderoso que me aterraría perderlo —lamentaba que Gatiux no pudiera cambiar. Ainé lo hacía siempre que podía y se le erizaba la piel con imaginar el no poder volverlo a hacer. Recordaba el dolor, sus sentidos despertando; una visión mucho más amplia y el instinto compitiendo contra su raciocinio. Las primeras veces poco recordaba de sus travesías como lince, pero luego fue más consciente de ella y en lo que la convertían.

 

Bastian volvió a su estado humano e hizo una aclaración que Ainé compartió. Ellos no cambiaban de forma por deseo de otros. No habían sido mordidos, ni nada parecido, ni estaban a merced de la luna llena. Aunque para ella el tema de la ropa perdía importancia. Recordaba haber aparecido en una fogata sin nada más que su varita. Pero aquello seguro que no sería de interés para Suluk. Algo debía guardar para sí, luego de descubrir cuánto sabía sobre ellos la arcana.

 

Elvis, pareciera que tu habilidad no representara ningún peligro para quien esté cerca de ti, por eso todo suena todo tan bonito e idílico de tu boca. Pero no es así en todos los casos. ¿Qué pasaría si te convirtieras en un tigre como Bastian o una serpiente venenosa? ¿Te considerarías un peligro para los tuyos? ¿Te dejarías llevar por el instinto? —ella conocía dos casos como los que había nombrado y estaban en esa sala—. Me niego a pensar que mi hijo se convierte en un tigre sólo por tener acceso a una dieta más carnívora... algo más debe haber —y si a eso se debía, todo era culpa del títere de su padre, sin lugar a dudas.

 

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Había salido con los demás y se había acercado con ellos a la mesa en donde la cena estaba ya dispuesta. A pesar de la nieve que se extendía por todo el jardín, no hacía mucho frío y, rodeaba de los fuegos que había dispuesto la SinHonor en torno a la carpa bajo la que estaban cenando, tenía que reconocer que se estaba bien allí. El firmamento lucía hermoso, todo cubierto de estrellas, que podían entreverse a través del techo transparente que los cubría. La cena era rica y abundante y, a pesar de que estaba cocinada de forma exótica, Asuhr tuvo la impresión de estar de vuelta en la Tierra de Uzza, degustando uno de los exquisitos platos de Shera. Se sentía bien y, al mismo tiempo, extrañamente triste.

 

Estaba rodeada de gente que como ella quería aprender, pero se sentía sola. Había tantas cosas que la diferenciaban del resto de sus compañeros que le costaba sentirse parte de aquel grupo. La mayoría de ellos se conocían de antes y charlaban amigablemente, incluso recordando anécdotas y travesuras, como hacen los viejos amigos o los hermanos de sangre. Ella, por el contrario, no conocía a nadie. Y peor todavía, jamás había tenido un hermano de sangre. Lo más parecido que había tenido a un hermano era Umi, el sobrino de sus padres adoptivos, Daud y Shera. Pero Umi había muerto una fría mañana de primavera, hacía ya tres años. Y en cuanto a sus amigos, todos habían quedado en la lejana Tierra de Uzza.

 

Y luego estaba Suluk, la SinHonor. No hubiera sabido decir qué estaba esperando encontrarse Asuhr, pero desde luego no esperaba encontrar a una anciana cargada de arrugas, pero de mirada siempre sonriente y amable. Iba preparada para el desprecio y se había encontrado con alguien a quien le costaba despreciar, aunque solo fuera por su ancianidad y el respeto que imponía. Pero más allá de eso, a cada gesto de la Arcana, Asuhr adivinaba dentro de ella, la fortaleza de la tierra, la sabiduría del viento y la alegría del agua. ¿Cómo podía despreciar a alguien así? Y, sin embargo, era una SinHonor, una Arcana, heredera de los antiguos subyugadores.

 

Por si tuviera pocos motivos para sentirse extraña y sola, todos los allí presentes parecían haber experimentado ya con la habilidad. La mayoría se podía transformar y todos tenían conocimientos que ella ignoraba e incluso le costaba comprender, por novedosos. Rasori, su Maestro, le había hablado muy poco de la habilidad y allá, en la Tierra de Uzza, no era una habilidad frecuente, era más bien de una rareza extraordinaria. Tal vez aquel había sido el motivo que le había llevado a Asuhr a elegirla en primer lugar.

 

No era que le molestara que los demás supieran más que ella. En cierto modo, escuchándolos, estaba aprendiendo y lo agradecía. Pero sentía que tenía muy poco que aportar en aquella conversación y, por ello, la mayor parte del tiempo, había estado callada, intentando mantener a raya la tristeza y la melancolía que estaban haciendo presa de ella.

 

Cuando Lyra comentó que había sentido la tentación de transformarse a raíz de su enojo con Ashur por querer tocar los libros, ésta no pudo evitar sonrojarse y la sonrisa afectuosa de Lyra no hizo que se sintiera mucho mejor.

 

Siguió escuchando a los demás, mientras picoteaba unos dulces, hasta que una voz la sobresaltó.

 

- ¿Y tu? ¿Te transformas en algo?

 

La pregunta la pilló por sorpresa. Era Mackenzie quien la interpelaba, después de haber explicado los pormenores de su transformación en cobra real, con los que no parecía tener muchos problemas, salvo quizás el hecho de que, según comentaba, hacía mucho tiempo que no practicaba la transformación y tenía miedo de no sentirse ya tan identificada con aquel animal.

 

- ¿Yo? - Asuhr tragó deprisa un trozo de manzana. Quería hablar, pero tenía las palabras atascadas en la boca. No le salían. - Yo... -repitió, encogiéndose de hombros- pues no, no me transformo en nada. Espero aprender a hacerlo, pero hasta hoy lo desconocía todo de la habilidad. Ni siquiera sé con qué animal me siento más identificada para intentarlo.

 

Por instinto, levantó la cabeza, temerosa, tratando de averiguar si el fénix que la perseguía a todas partes se encontraba allí. Pero no lo vio y respiró aliviada.

 

- Supongo, por lo que decís, que me falta conocer un poco más mi naturaleza animal.

 

De pronto, se le ocurrió una idea. Era peligrosa, pero dado lo mal que ya se sentía, no creía que, dijeran lo que dijeran, se fuera a sentir peor de lo que ya estaba.

 

- Según vosotros, ¿qué animal podría encajarme?

 

No sabía si eso serviría mucho para descubrir un poco más sobre su posible naturaleza animal, pero tal vez la ayudara a saber si los demás la veían tan extraña como ella se sentía.

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La rubia se miro las manos y se concentro lo mas que pudo ante la pregunta de su amiga, desde luego que lo había intentado pero simplemente no podía. Era como si le hubiesen robado algo y no lograba atinar quien y porque, aunque tenia sus sospechas. Algunos meses atrás había tenido un fuerte conflicto con el que se suponía que era su difunto marido. El muy maldito no solo no estaba muerto si no que había regresado a hacer de las suyas. Sintió un golpe de dolor en el pecho cuando la minina se transformo frente a ella, la nostalgia la golpeo como un mazo, se dio la vuelta sin contestar a la pregunta y se dirigió cabizbaja a la mesa que estaba lista para recibirlos.

 

Apenas y pusieron todo en la mesa la Arcana apareció y los saludo a la vez que modificaba el clima de afuera para que los estudiantes pudiesen comer a gusto junto a la profesora. Se sentó al final de la mesa y cruzo ambas manos enfrente de su cara, dispuesta a escuchar a sus demás compañeros, tal vez ahi encontrase una clave para poder convertirse otra vez. De repente todos la miraron a ella tras la intervención de aquella joven que le resultaba totalmente desconocida, por lo que supuso que le tocaba hablar a ella.

 

-La verdad es que a mi me vino tras haber leído un libro de la biblioteca familiar donde hablaba de ese poder de transformarse en un animal, el que mas se identificara con nuestro ser y hasta me atrevería decir que con nuestra alma y decidí que yo quería ser una animaga. Tras un par de intentos, donde termine toda peluda pero aun muy humana finalmente me transforme en una linda dalmata, supongo que siempre he sido un poco perra - comenzo a explicarle a la Arcana - Asi que yo supongo, mas no lo se con certeza que la animagia se compone tanto del deseo de convertirse como de algo en el mago que le facilita esta habilidad.

 

Se acomodo el cabello tras la oreja y miro hacia el blanco patio de la casa suspirando, ella misma habia dicho que era parte deseo parte habilidad, y ella estaba segura que el deseo lo tenia, pero entonces porque no podia...

 

- Lamento no poder hacer una demostración pero parte de lo que me trae aqui ademas de dominar este arte es mas bien recuperarlo, hace algunos meses que no logro que me salga un solo pelo blanco con manchas sobre el cuerpo - dijo mirando apenada a la profesora - dígame una cosa profesora, ¿puede uno perder la habilidad? - pregunto compungida

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Seguía atento a los comentarios que deambulaban alrededor de la mesa. Muchos casos tenían razón, y si no los nombraban jamás me habría puesto a pensar en ellos. De hecho cuando la bruja llamada Aine se dirigió ante mi, lo hizo más como un ataque a una conversación agradable, pero sin embargo me limité a levantar los hombros y hacer una mueca con la boca. ¿Qué ventaja entonces tenía convertirse en animago? ¿Para qué pasabas tanto años mejorando para ser solamente un peligro?

Pareciera no, no represento peligro alguno —correjí a la bruja de buena manera. Me quedé pensando en lo que preguntaba y le contesté: — A eso me refiero con el deseo que tenga cada uno. Tal vez uno adopta la forma de un animal salvaje, porque de ésa manera necesita llamar más la atención. O porque necesita más autocontrol que siendo un tierno gatito —comenté esperando que entendiera a lo que me refería. Por eso le dirigí una sonrisa.

¿O acaso ninguno creía en el destino que teníamos cada uno en la vida?

La siguiente en ser cuestionada era la bruja que no conocía, pero que debía admitir que me llamaba la atención desde que había escuchado la palabra Uzza. Era la que más se había mantenido en silencio pero que parecía estar perdida. No había aprendido la habilidad aún pero era aún más grandiosa por estar allí. ¿Qué persona se abría ante sus costumbres para aprender ante los demás? ¿O lo hacía todo por el contrato? Todos hablaban de si mismos, pero intenté acercarme más a ella con un poco de respuestas a su pregunta.

No te conozco demasiado. Pero algo me dice que tiene que ser un animal que exprese literalmente libertad. ¿Que sea inteligente? ¿Que su visión sea más que lo que se ve a simple vista? —me apoyé un poco más en la mesa para mirar a Asuhr. Le hacía aquellas preguntas pero era lo que podia intentar adivinar sobre ella. Era una extranjera, que estaba rodeada por desconocidos. A pesar de sus costumbres, estaba allí—. No quiero ofenderla, señorita Asuhr, pero algo me dice que quiere libertad. ¿Cómo se ve con unas alas? —le pregunté esperando que entendiera que me refería a un ave. Algo me decía que quería explayarse y no quedarse con lo que le daba su comunidad.

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Finalmente la Arcana había regresado y pudo conocerla, lo cierto es que por el aspecto que ten+ia la casita cuando llegó podía haber afirmado que se trataba de una mujer despreocupada y con mucha experiencia, pero no esperaba que fuera una anciana. Igualmente le inspiraba mucho respeto y también cariño, de alguna forma los ancianos le inspiraban esa necesidad de protección, tal vez había estado demasiado tiempo con los muggles...

 

Se sentó junto a su hermana para comer, sirviendose una buena porción de los alimentos. Tenía apetito, además de que consideraba que así se mostraba más gratitud y era algo innato en ella. Empezó a comer con ganas platicando de rato en rato con Lyra, contandole que no había tenido ninguna otra relación después de Kris hace algunos años ya, que sólo se dedicó a criar a su hijo y educarlo, a trabajar ocasionalmente en restaurantes muggles como mesera y ayudante de cocina después.

 

Fue entonces que la Arcana empezó a hacer preguntas y todos empezaron a responder, incluso realizando demostraciones sobre su habilidad animaga. Lo cierto es que mucho de lo que dijeron le resultó revelador, al igual que Elvis ella nunca había pensado en que convertirse fuera a resultar un peligro para los demás y como Lyra ella también había empezado a convertirse a modo de juego y para escapar de ciertas cosas. Cuando Elvis terminó de replicar ante las preguntas de Ainé ella empezó a hablar.

 

- Creo que el animal en que logras convertirte tiene mucho que ver con tu personalidad, con tu ser interior. Al igual que Elvis no creo ser un peligro al transformarme. ¿Se han puesto a pensar en ello? Un tigre, una serpiente... Es su naturaleza el hacer daño, el matar para alimentarse... Tal vez su personalidad es así, como la naturaleza del animal en que se convierten y si están preocupados por ello quiere decir que aún logran razonar como humanos, con sentimientos y culpas. Eso es lo que diferencia a un animal de un hombre, y lo que nos diferencia como animagos.

 

De cierta manera compadecía a Juliens, pero también consideraba que tenía valor al estar allí y querer aprender a controlar mejor su habilidad. Ahora podía darse cuenta de que había tomado una buena decisión yendo a aquel lugar para aprender aún más sobre la animagia con la Arcana. Ella también de alguna manera pensaba que la información era poder, pero no desde un punto de vista ambicioso, sino que aprender y conocer la podría hacer un poquito más sabia quizá, a poder ver más allá de sus narices como en ese momento lo había hecho tan solo compartiendo una comida con aquellos magos y brujas.

 

- Me interesó la animagia desde que era muy joven, cuando aún estaba en Hogwarts. Al principio solo quería saber, pero al ver lo complicado que era se convirtió en un pequeño desafío que duró años hasta que lo conseguí. Vine aquí para aprender más, sólo eso. No he tenido problemas en transformarme aunque lo cierto es que tampoco he tenido la necesidad de hacerlo. Considero la Animagia una magia poderosa y que merece respeto, no me gusta transformarme solo por hacerlo, debe haber una razón de importancia para mi - recordaba haberse convertido para recolectar información para la Orden, alguna vez para huir y esconderse, quizá cuando adolescente para escapar de todo y ser libre como una mariposa.

Editado por Sally Sigel

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¡Con unas alas! El corazón de Asuhr saltó con un gozo alegre, ágil, inconsciente, indómito. Se sentía bien, se sentía realmente muy bien. Volar, surcar los cielos azules infinitos, dejar que el viento te acariciara la cara, sentir el agua condesada en las nubes rozándote la piel, escuchar la sinfonía de las estrellas y el canto vacilante de la luna en las noches silenciosas, oler las fragancias del mundo ascendiendo hacia la Diosa, enfrentarte a las tormentas de arena, cara a cara, rugiendo, poderosa como el viento. Era hermoso. Tan hermoso como el canto de un benu....

 

El gozo de un instante se transformó en horror al siguiente. ¡No! ¡Jamás! ¡Ningún benu! No quería alas. Libertad, sí. Alas no las necesitaba.

 

- Tienes razón -sonrió a Elvis, disimulando la turbación interior- me gusta la libertad. Mucho, realmente. Pero las alas me resultarían... molestas -no se le ocurrió otra palabra que lo definiera mejor-.

 

Escuchó a Sally, la siguiente que tomó la palabra y, de alguna manera, se tranquilizó. Decía que el animal en el que lograbas convertirte tenía mucho que ver con la personalidad. Realmente ella tenía muy poco que ver con el benú. El fénix sagrado era para los Ktam, con sus cantos y sus premociones, su vida serena y su espíritu tranquilo y sabio. Asuhr era una Guerrera o más bien aspiraba a serlo, pero tal era el destino que había pronunciado durante los Votos del Agua. Supuso que debería elegir un animal fuerte, pero a la vez ágil. Un animal peligroso y luchador. Sí, tal vez era como decían y se corría el peligro de hacer daño a los demás, pero lo mismo ocurría en las guerras. Trataría, además, que fuera un animal libre e indómito, pues la sugerencia de Elvis le seguía gustando, a pesar de que no quisiera alas.

 

¡Alas! ¿Qué pasaría si estaba equivocada? ¿Y si Elvis tenía razón? ¿Y si su indigna ascendencia Ktam suponía que realmente tuviera afinidad con aquel ave, aún a su pesar? Evidentemente, los Ktam la ejecutarían si tan solo sospecharan del extraño gusto de aquel benú por seguirla a todas partes y no tenía la más mínima intención de intentar transformarse en uno, pero la mera posibilidad de que aquella fuera su afinidad animal, la preocupaba demasiado, por lo que decidió realizar la pregunta que le daba vueltas en la cabeza. Tal vez tuviera suerte y no hubiera la más mínima posibilidad.

 

- ¿Se puede uno transformar en un fénix como animago? - No estaba segura de que los ingleses hubieran oído hablar alguna vez de los benú, los fénix sagrados que habían nacido de la explosión del corazón de Osiris, por lo que prefirió preguntar por la criatura que sí sabía que les era más cercana.

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En realidad a Bastian no le preocupaba causar daño a la gente. Harimau jamás le dejaría que hiciera daño a alguno de sus familiares. Bastian como tigre y su mascota habían peleado en varias ocasiones para determinar quien era el más fuerte. No se trataba de determinar una jerarquía, puesto que el mago le era muy leal a su amo y siempre le obedecía. Harimau había dejado de escoltarlo para dedicarse enteramente a cuidar a Kelian. Pero, volviendo al tema de las peleas, los dos felinos tenía una fuerza parecido. Por ello, de ser el caso, Harimau sería capaz de detenerlo el tiempo suficiente para que su hijo escapara.

 

Sus demás conocidos eran perfectamente capaces de blandir la varita y defenderse. Los demás le importaban en lo más mínimo. Valyria, Ainé y Sergey no necesitaban que ninguna otra persona los defendiera. Podrían incluso matarlo.

 

—En muchas ocasiones actuamos como si de verdad fuéramos dueños del animal en que nos convertimos. Como si nuestro cerebro consciente hubiese sido quien decidió ser un tigre, un gato o una serpiente. Yo pienso que no es así. Depende mucho de la forma en que asimilas a la naturaleza, en los vínculos que creas y lo que está en tu cabeza. Pero en aquella parte del cerebro que no controlas, en aquella que te hace respirar sin que te lo propongas o en la que hace que pestañees como un acto reflejo.

 

Ayudaba que tu alma estuviera vinculada con un animal. Bastian no lo iba a decir, hubiera sido una locura y una confesión de asesinato. Pero tener parte de su alma en un tigre ayudó bastante. Siempre se había identificado con los tigres. No con cualquier tipo de tigre. Aquellos blancos como la nieve con rayas negras. Su especie preferida. Cuando el destino puso a Harimau a sus pies no dudó en adoptarlo para años después convertirlo en un horrocrux. ¿Qué mayor conexión podía haber que dos almas (una humana y otra animal) viviendo en el mismo recipiente?

 

—Harimau tiene muchos años ya. El era un cachorro, el único que había sobrevivido de la camada. Yo tenía poco más de siete. Lo adopté ante la mirada de rechazo de mi padre. Pero él aceptaba que tomara mis propios riesgos. Además el animal era dócil, jamás intentó siquiera morder la mano que lo rescató. Hemos estado juntos más de veinte años, no me sorprendí cuando tomé la forma de un tigre.

 

Bastian aún recordaba aquel día de acampada a la que fue molesto. Se sorprendió cuando vio a la madre muerta junto a pequeños cuerpos de tigres de pocos días. Harimau había sobrevivido de milagro; y el destino había hecho que Sergey lo llevara precisamente a aquel bosque.

 

—¿Un fénix? —se lo pensó un momento.

 

Habían leyendas, por su puesto. Pero nunca nadie pudo llegar a confirmas que era cierto.

 

—Incluso en tu tierra debiste escuchar algún día de Albus Dumbledore. Un mago anciano que planeo su propia muerte, que se enfrentó al Señor Oscuro. Se dice que se podía convertir en Fénix. Algunos afirman que fue él en su forma animaga quien peleo contra el basilisco en la Cámara de los Secretos. Qué fue él quien curó al legendario Harry Potter del veneno mortal. Son leyendas, obviamente. No hay registros, al menos en Gran Bretaña, de magos que lograran tomar la forma de un animal mágico...

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La Arcana de Animagia había estado picoteando frutas y dulces sin comedimiento. Escuchaba el interesante debate que se había suscitado con mucha atención, ora asintiendo ante algo, ora negando alguna cuestión, haciendo gestos aprobatorios con las manos o animándoles a que siguieran hablando. En algún momento, había hecho breves comentarios o respondido de forma vaga, pero la mayor parte de las veces, sus aportaciones se habían limitado a escuetos y misteriosos monosílabos.

 

Su memoria era buena, no obstante. Tiempo habría de responder a sus preguntas e inquietudes de forma más extensa. Así que, durante aquel rato largo, había preferido dejar a los chicos hablar sin monopolizar el debate ni quitarles la libertad de llevarlo hacia donde quisieran.

 

Le gustaba escuchar. Una vez, hacía tantos años que casi parecía otra vida, había escuchado a un Maestro insistir en esa preciada asignatura vital. Aprended a escuchar -solía decirles, una y otra vez, interrumpiéndose en mitad de una explicación o de cualquier demostración-. Aprended a escuchar -repetía, casi como una cantinela-. Quien no escucha, no entiende, quien no entiende, no aprende, quien no aprende... Suluk recordaba que aquello sonaba tanto a canción que hasta habían llegado a inventarle una melodía, que repetían de modo burlesco, cuando el Maestro no les oía. Y sin embargo, muchos años más tarde, Suluk había comprendido la gran sabiduría contenida en aquella simple lección. Quien escucha a los demás, se escucha a sí mismo. Quien escucha la vida, aprende a escrutar los silencios. Quien escucha, comprende. Y quien comprende, no sólo aprende, sino que aprehende.

 

La última en hablar había sido Asuhr, la chica Uzza. Suluk había tenido que aguantarse mucho para aceptar a aquella alumna. Dudaba que pudiera tratarla como al resto. El simple hecho de que procediera de un pueblo de salvajes y ladrones, le molestaba. La Universidad y los Arcanos llevaban tantos siglos enemistados con el Pueblo Uzza que era difícil que no le importara. Sin embargo, había tenido que ceder, una vez más, a los deseos del Ministerio inglés, que exigía respeto y aceptación hacia los Uzza. Lo único que la consolaba era el hecho de que las gentes de la Tierra de Uzza debían de estar rabiando tanto como ellos, pues también a ellos les habían exigido aceptación y respeto hacia los Arcanos. Tan difícil era para los unos como para los otros, aceptarse y respetarse.

 

Volvió a mirarla, cuando terminó de hablar y trató de ver en ella algo que pudiera respetar, algo que la hiciera olvidar el pueblo al que pertenecía. Lo que había visto de ella, mientras estuvo dentro de la casa, no hablaba mucho a su favor, así que decidió quedarse con lo que había dicho Elvis. Libertad y visión profunda de las cosas. Eso podía respetarlo y, de momento, debería bastar.

 

Se había hecho el silencio, después de la pregunta de la chica, que nadie respondió, así que Suluk decidió que era buen momento para tomar el turno.

 

- Difícil convertirse en animal común ya es. Más, si en una criatura mágica te quieres transformar, una poderosa fuerza crees que tu magia es -Suluk sonrió, divertida. No había olvidado lo que escuchó decir a sus alumnos mientras hacían las tareas dentro de la casa y a ella también le gustaban las películas muggles. - No me gusta decir que algo es imposible -continuó- aunque sí bastante improbable. De hecho, no existe ningún registro de ningún mago o bruja que haya logrado convertirse en una criatura mágica. Te diré más, jovencita, aunque a mi no me guste hablar de imposibles, lo cierto es que, con toda probabilidad, un criatura mágica tiene su naturaleza animal, primigenia e instintiva, muy tamizada por la magia, por lo que es bastante improbable que ninguna sea apta para lograr una transformación de animagia. Quién sabe, quizás la leyenda que nos ha relatado Bastian sobre Albus Dumbledore sea cierta, pero cómo el mismo ha dicho. No hay registros.

 

Suluk hizo una pequeña pausa para beber agua, aunque observó con atención los gestos que se dibujaban en el rostro de la joven Uzza. Le pareció que la respuesta la aliviaba de alguna forma, pero no adivinaba la razón.

 

- Como ha señalado Aine, cuando te transformas en animago, tus sentidos están más despiertos, eres más ágil y no te preocupan tanto las etiquetas y el protocolo. Se nos despierta ese lado del que no somos normalmente conscientes, esa parte animal que ha mencionado Gatiux y habéis explicado tan bien todos vosotros. Así que, Asuhr, me temo que no, no es posible convertirse en ninguna criatura mágica, fénix incluidos.

 

Suluk sonrió y observó gestos de asentimiento a su alrededor. Le gustaba aquel grupo. Eran despiertos y tenían interés por aprender. Con lo tarde que era y ninguno había mirado el reloj o levantado la mano para decir que quería ir al servicio o, simplemente, marcharse a dormir a su casa o adónde sea que durmieran en la Universidad, que ya era hora. Claro que igual sólo era porque ella era una anciana arrugada más sabia por vieja que por nada, pero al fin y al cabo, Arcana, y como todos los Arcanos, tenía fama de ser un poco particular y bastante exigente. Todo se andaría, pero de momento la noche no había terminado.

 

- Es muy interesante la limitación que nos ha hecho ver Katara. Los animagos, cuando se transforman en su animal, no pueden hablar como humanos. Sin embargo, esta limitación me lleva a hablaros, a su vez, de una poderosa capacidad de los animagos, que estoy segura que todos los que os habéis transformado alguna vez, habéis experimentado y, a pesar de ello, no la habéis mencionado. Los animagos, transformados en sus animales, pueden comunicarse entre ellos. No sólo eso, un animago puede comunicarse con otros animales, cuando está en su forma animal y no es necesario que éstos sean de su misma raza o especie. Cierto -Suluk levantó un dedo, remarcando atención- cuanto mejor es la transformación y más poderoso el animago, mayor capacidad de comunicación con otros animales.

 

Por los gestos de sus alumnos, Suluk comprendió que la mayoría habían experimentado esta capacidad, aunque le dio la impresión de que pocos eran conscientes del alcance que tenía. Bien, eso lo iban a poder comprobar muy pronto. Pero quería comentar algunas cosas más del debate tan interesante que habían tenido sus jóvenes alumnos.

 

- Libertad. Algo muy importante que casi todos habéis mencionado. Tal y como ha dicho Gatiux, cuando te fundes con tu parte animal, se borran las preocupaciones banales de los humanos o, como muy bien ha puntualizado Elvis, la animagia nos ayuda a poder extendernos, a ser más que nosotros mismos, pero sin olvidar quienes somos. Muy cierto. La animagia nos permite vivir la vida en su forma más simple y eso nos hace ver lo que de verdad cuenta en nuestras vidas, nos hace caer en la cuenta de lo que de verdad es importante y, por tanto, nos ayuda a ser lo que realmente somos. Nos da la libertad de ser nosotros mismos.

 

<<Capacidades y limitaciones. Las habéis enumerado casi todas. Se conserva la mente humana, aunque los sentimientos se hacen menos complejos. Tal y como ha explicado Bastian, ésta es la principal diferencia entre un animago y otro tipo de transformación. Un animago puede transformarse cuando lo desee, sin necesidad de varita y, además ni la varita ni las ropas se pierden ni se dejan perdidas por ningún lado cuando uno se transforma. Simplemente, se transforman con él. Una capacidad que nadie ha mencionado -Suluk hizo una pausa a ver si alguien adivinaba- la vida de un animago transformado no se acorta en función de la esperanza de vida de un animal. Un rata vive muy poco tiempo, pero un animago transformado en rata puede vivir muchísimos años. >>

 

<<Por el lado de las limitaciones, vayamos a la más importante. Sally la ha expresado muy bien. El animal en que logras convertirte tiene mucho que ver con tu personalidad, con tu ser interior. Y como bien ha dicho Sophie, la animagia se compone tanto del deseo de convertirse como de algo en el mago que le facilita esta habilidad. Exacto, chicas. Y aquí tenéis la razón de porqué un animago sólo puede convertirse en un animal. Mañana hablaremos más sobre esto. Aunque muy interesante la teoría, no debéis pensar que un animal agresivo denota una personalidad agresiva, no tiene porqué ser así. Ni mucho menos. Las personas somos seres complejos y nuestra personalidad tiene miles de matices y motivaciones. Pero por hoy, es mejor dejar este tema aquí.>>

 

Suluk no se olvidaba de la pregunta que le había hecho Aine. Probablemente, ahora estaría suponiendo que los rumores sobre ella eran falsos.

 

- Sí, Ainé. Es cierto lo que te han dicho. Yo puedo transformarme en muchos animales. Pero el mérito no es del todo mío -le guiñó un ojo y le mostró el Anillo de la Animagia que lucía en el dedo- sino de este anillo. No, no se puede quitar -rió con ganas, por si a alguno se le había ocurrido- está vinculado y no funcionaría con nadie que no fuera Arcano de Animagia. Aparte del anillo, también mis años cuentan. Uno no puede llegar a mi edad sin aprender un par de trucos.

 

Ahora reía a placer y aprovechó para tomarse un respiro. Ya había hablado demasiado por aquella noche. Era muy tarde ya y todos tenían que dormir, pero quería mostrarles algo todavía antes de dejarles descansar.

 

- Mañana hablaremos más despacio de vuestros problemas con la habilidad. Sí, Sophie -volvió la vista hacia la joven- se puede perder la habilidad. Mañana veremos eso con detenimiento, al igual que todas esas cosas que os preocupan. Pero ahora quiero enseñaros algo.

 

Se levantó de la mesa y les hizo un gesto con la mano para que la siguieran.

 

- Venid, venid conmigo. No tardaremos mucho.

 

Suluk caminó unos metros por la nieve, hasta llegar a una pequeña casita con una puerta circular. Se parecía a las casitas de los cuentos, pero ésta estaba rodeada de nieve, en lugar de estar en medio de un bosque. Era tan pequeña que no parecía que fuesen a caber todos dentro.

 

- No es lo que parece a simple vista. En realidad, nos vamos a trasladar a otro lugar. La casita es sólo un portal. Tranquilos, no hará frío allá donde vamos -aclaró, viendo que muchos se estaban comenzando a abrigar-. Os hablaré aquí, porque una vez que lleguemos, no quiero que hagamos ruido. Podríamos despertarlos. Hemos hablado de las capacidades y las limitaciones de la animagia, pero antes de empezar a practicar las transformaciones, quiero que prestéis atención a una pregunta importante. ¿Qué puede salir mal? La respuesta la vais a encontrar nada más cruzar este portal.

 

Sin decir una palabra más, Suluk abrió la puerta y un resplandor azulado iluminó el lugar. Después de cruzarlo, se encontraban en un lugar muy diferente. Era un jardín, pero era un jardín tan enorme que más bien parecía un bosque. Había casitas, muy similares a la que simulaba el portal que habían atravesado. Algunas eran más grandes y otras más pequeñitas. Las había, incluso, diminutas. La temperatura era muy agradable y el cielo estaba cubierto de un frondoso manto de estrellas.

 

A lo lejos, una figura pequeña, indistinguible en la distancia, se acercó hacia ellos con un farolillo en la mano. Suluk se encaminó hacia él y lo saludó. Comentaron algo entre susurros y la anciana Arcana de Animagia lo siguió con gesto ensombrecido, haciéndoles señas a sus alumnos para que no hicieran ruido.

 

A la luz de la farola, la pequeña figura era la de un muchacho no mucho mayor de 20 años. No es que fuese bajito, sino que sólo la parte superior de su cuerpo tenía forma humana. De cintura para abajo, su cuerpo era el de un pequeño conejito. Se llamaba Bertie y Suluk lo trataba con infinita ternura.

 

Bertie los condujo hasta un pequeño claro rodeado de frondosas hayas. Allí, acostados entre mullidas ramitas, dormitaban una variedad increíble de animales. Pero ninguno de ellos parecía realmente un animal. Algunos eran casi humanos, salvo por alguna extremidad de forma animal. Muchos rostros de forma humana no denotaban inteligencia o consciencia alguna. Varios tenían la mirada desviada y perdida y, aunque acostados, no parecían estar dormidos. Había un gatito, éste sí, dormido sobre unas amapolas, cuyas garras tenían la forma de manos y pies humanos. A su lado, un pajarillo con boca y nariz de niño, trataba de emitir sonidos humanos entre trino y trino, sin éxito alguno. Un poco más allá, un perrillo sin ninguna de sus patas, permanecía recostado, con los ojos muy abiertos, mirando a las estrellas.

 

Había docenas, cientos, de animales que no eran animales y por todas partes las luces encendidas de las casitas, les advertían de que aquello que estaban viendo, sólo era una pequeña parte de lo que podía ir mal.

 

- ¿Qué puede ir mal? -Preguntó Suluk en un susurro, casi para sí misma. - Todo.

 

Si alguien se hubiera fijado, habría visto una lágrima resbalar silenciosa por el rostro de Suluk.

 

- Ahora id a dormir. Los que quieran dormir en la casa, hay habitaciones de sobra, como habréis podido comprobar. Los que marchen a dormir a sus casas, mañana nos vemos temprano, después del desayuno. Meditad esta noche sobre lo que habéis visto aquí y volved mañana. Quiero que habléis con ellos. Los que podáis y así lo deseis, podéis utilizar vuestra forma animaga para comunicaros con ellos. Dejad que os cuenten sus historias. Los que no os transforméis... bueno, también tenéis a Bertie y otros muchos parecidos a él. Buscadlos, hablad con ellos. Aprended de ellos. Nos vemos mañana.

 

Suluk se quedó allí un rato más. Ella también tenía que aprender. La vida era eso, después de todo. Un aprendizaje.

Editado por Suluk Akku
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Asentí con la cabeza cuando a Asuhr no le había parecido mal la idea de alguna ave. Algo me había dicho que eso le agradaría, ya que era alguien que se había alejado de su pueblo para avanzar en la vida. Si eso no era libertad, entonces tenía el concepto erróneo. Varias conversaciones más siguieron cruzándose y por un momento me había olvidado de la Arcana Suluk, pero cuando habló, senti un alivio. Era como el siguiente paso que nos dejaría avanzar.

Todos habíamos estado en un punto en lo correcto. Por eso la clase era tan variada y por eso, las opiniones eran tan diferentes, pero me agradaba saber que lo que yo sentía no estaba para nada mal. O por lo menos lo usaba correctamente. Cuando la guerrera del pueblo Uzza preguntó por los animales mágicos, eso realmente llamó mi atención. ¡Hubiera sido increíble que alguno de nosotros pudiera transformarse en dragón! La idea me resultaba muy agradable.

Pero no era asi. Los registros de animagos no marcaban si alguno lo habría dudado. Miré a Bastian con una ceja levantada. ¿De dónde había escuchado aquello? Claramente al no pertenecer a la Orden del Fénix, los rumores eran cada vez más exagerados, pero me agradaba la idea y todo se resumía en el poder del mago. Era el más poderoso de su época y de todos los tiempos. y yo estaba seguro que era más por la suma de sus habilidades y conocimientos que por una simple animagia.

 

Cuando nombró que mañana continuaríamos con aquello, me alarmé. ¿Cuánto tiempo había pasado? miré el reloj que siempre llevaba en el bolsillo y pude ver que las horas habían pasado demasiado rápido y que la noche había llegado. Nos levantamos porque nos invitaba a que antes de irnos, fuéramos hacia un lugar junto a ella. ¿Sería alguna prueba más? ¿A dónde nos llevaríamos? Me dirigí con el grupo a aquella pequeña casita y atravesamos el umbral de la puerta que brillaba con una luz azulada.

Nos habíamos encontrado con cosas inesperables. Lo habría descrito como algo raro, pero no era realmente así. Me había tardado en llegar a la conclusión que realmente era lo "malo" que había nombrado minutos atrás. Jamás hubiera pensando que algo así existiría, aunque siendo mago tenía que estar acostumbrado. "Ésto es grandioso" me dije para mi mismo, para que solamente me escuchara yo. No quería que pensaran que me estaba burlando, sino que era una rama de la magia casi desconocida.

 

Yo regreso por la mañana, temprano. Debo volver con mi esposa e hijo —expresé. Mire a mi prima hermosa Sofia y le dirigí una gran sonrisa. Estaba seguro que al otro día, más relajados, podría darle un buen abrazo. ¡Y mi compañera Sally! Hacía mucho que no cruzábamos palabras algunas. Di la media vuelta y saludé a algunos chicos con la mano. Y a la Maestra con una reverencia, aunque estaba ensimismada con aquella situación. Estaba seguro que aquella noche no dormiría demasiado, así que estaría antes del amanecer por aquí.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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