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Videncia


Sajag
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Los ojos de Sajag se separaron de su alumna con curiosidad y dieron a parar en la puerta, donde alguien había golpeado tres veces apenas unos segundos antes de que su cuerpo robusto se girara por completo. ¿Quién sería? Nadie lo molestaba en sus aposentos y menos cuando estaba dando clases, así que debía ser otro estudiante. Complacido con la buena noticia, se puso de pie apoyando las palmas en sus rodillas para agarrar impulso y se excusó con la mujer, andando con tranquilidad hacia donde el extraño lo esperaba.

Al abrir la puerta el agradable olor a incienso abandonó la habitación hasta pasar al pasillo y la cálida sonrisa del hindú recibió a un joven mago que portaba demasiados libros para lo que él estaba acostumbrado. Se veía entusiasmado, cosa que le gustaba cuando se trataba de un nuevo conocimiento, pero también parecía demasiado preparado. ¿Tendría la misma idea errónea que el resto de las personas sobre la Videncia? Guiado por ello, tocó sus libros con la punta del índice y alzó ambas cejas.

—Parece que vienes a un club de lectura, ¿me permites?

Tomó sus libros, asintiendo como si estuviera entendiendo todo y lo invitó a pasar, apartándose de la puerta.

—Estos libros no nos van a servir de mucho aquí, me temo —colocando la mano en el hombro del Tonks, le indicó a dónde debía ir sin soltar sus tomos—. ¿Cómo te llamas, muchacho? Yo soy Sajag. ¿Conoces a Amya?

A diferencia de otros Arcanos, había que admitir que él parecía ser mucho más abierto con sus estudiantes, menos misterioso. Pero eso no lo hacía menos importante o lo rebajaba en conocimientos, simplemente lo hacía diferente. Él era amable y empático, lo que su curso necesitaba para poder seguir la línea de la clarividencia de la forma que debían. Si no creaba un vínculo con sus estudiantes, estos no entenderían la importancia del ojo interno tampoco.

Dejó a Ishaya en el montón de cojines, dejando que escogiera el que le viniera mejor mientras él se retiraba a la mesa donde tenía todos los utensilios para el té. Al igual que había hecho anteriormente con su primera estudiante, empezó a seleccionar distintas plantas y brebajes que tenía preparados en otros frascos más pequeños dentro de un mortero limpio. Sólo que el suyo sería diferente. Habían plantas que funcionaban únicamente con las mujeres y que no tendrían ningún efecto en él.

—Es raro —empezó, lanzando una mirada atrás— encontrar un hombre con este don. Por ello la videncia ha sido atribuida en mayor medida a las mujeres y en caso de hombres que “adivinan” el futuro, son tachados de brujos. Curioso, ¿no te parece? Ser ambos.

Aplastando todo lo que había puesto en el mortero, consiguió una consistencia extraña y lechosa que, para muchos, no tendría buen aspecto. Pero cuando tomó la tetera y agregó agua caliente, un agua aromática que expedía olores deliciosos, todo tenía mejor pinta. El líquido brillaba ligeramente, como una poción y humeaba cuando lo vertió en una taza de las suyas, dorada. Al regresar junto a sus alumnos, se sentó junto a ellos y, por arte de magia, tenía una nueva galletita de frutos rojos entre los dedos.

—Este té ayudará a abrir tu mente. No obstante, necesito que hagamos algo.

Dejó la taza en la mesa y estiró la mano, esperando a que Ishaya dejara la suya en ella. Una vez que lo tuvo, lo invitó a acercarse para que viera mejor.

—Observa las líneas de tu palma, ¿sabes lo que significan? —sabía la respuesta, todos dirían un “no” seguro—. Tus libros no poseen la información que necesitaremos en esta clase porque se basan en una explicación más básica de la interpretación, no de la clarividencia. Por lo tanto, están cargados de todo tipo de información para hacer que cualquier logre dominar lo que ellos opinen acerca de cualquier cosa. Nosotros en cambio no adivinamos simplemente, tenemos la cualidad de poder más allá. Cosas que los demás no ven, cosas que los demás ignoran.

Con un sonido similar a una succión, un libro apareció junto a ellos y se quedó levitando en su lugar, aunque no hizo más que quedarse ahí. Fue por eso mismo que volvió a llamar la atención de su estudiante para que no dejara de mirar. La mano tenía muchas líneas. En la palma, en los dedos, incluso en las muñecas habían líneas que significaban más de lo que las demás personas podían apreciar.

—La Quiromancia es sólo una rama de la videncia. Más que ver el futuro o saber de nuestra fortuna, nos muestran nuestra alma en una mínima esencia. Las manos son las herramientas del hombre y, por tanto, son las que nos pueden llevar a lograr grandes cosas. ¿Pero qué representan para nosotros? ¿Qué representan para ti?

Se comió la galleta de bocado y limpió sus dedos en un pañuelo antes de empezar a señalar cada una de las líneas en su palma.

—Vida, personalidad, muerte. Tus manos dicen muchas cosas sobre ti mismo que quizás desconozcas. Este libro te ayudará a entenderlo mejor. Abrirá únicamente en la página que te ayudará y tu primera tarea está en descubrirte, saber que eres más de lo que crees —dicho esto, dejó ir su mano y le sonrió—. Trata de no interpretar, sólo observa y une los cabos, como si estuvieras teniendo una visión de tu propia vida. Y cuando te de dolor de cabeza podrás tomar el té y contarme qué es lo que ves, ¿te parece?
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De manera inesperada me envuelve el aroma inconfundible del incienso, después de una visión que ya me esperaba: el arcano de la videncia, Sajag. Sonreí cuando aquel viejo hombre tocó mis libros, con aspecto de tener apenas unos cuarenta y muchos o cincuenta y pocos, refiriéndose a ellos como un hobbie más que traía al aprendizaje; y sonreí aún más cuando ingresé a sus aposentos y noté que tenía una cantidad bastante considerable de los mismos esparcidos por todo el lugar, haciéndome creer que lo que quería era poder darles una leída más que un llamado de atención.

 

- ¡Amya! - No pude ocultar mi emoción al ver a la mujer en aquel lugar y estuve a punto de lanzarme encima de ella para abrazarla, porque la apreciaba demasiado, pero me contuve un poco ante la presencia del hindú. - Digo, ejem, sí, la conozco y me alegra mucho que pueda compartir el aprendizaje con ella, ¿o es qué ya has acabado?

 

Le saqué rápidamente la lengua de modo burlón mientras seguía siendo dirigido por mi nuevo guía, recordando que me había preguntado mi nombre y no había respondido de inmediato.

 

- Ishaya Mirshka Tonks, un gusto conocerlo.

 

Podría ser todo lo que se rumoraba, pero nunca dejaría de demostrar la educación de antaño y que poco había evolucionado en mi, aferrándome todavía a mantener viva esa idea desgastada del respeto al prójimo, el amor por todos los seres vivos y el cuidado a todo lo que me rodeaba, en general, por el simple hecho de compartir el mismo tiempo, de estar en el mismo espacio. Por ello es que simplemente dejé que las cosas fluyeran en ese nuevo aprendizaje, sentándome cómodamente en un enorme cojín que tenía detrás mío, junto a similares que lo rodeaban en el fondo de esa habitación.

 

Apenas y había mencionado mi nombre cuando lo vi alejarse y abrir un hermoso cofre de madera, dejando ver un sin fin de gabinetes con muchas hierbas, frascos y líquidos acomodados estratégicamente. O esa era la impresión que me daba. Dirigió nuevamente su atención a mi persona, acercándome al instante una mezcla de hierbas en un recipiente para beber, agregándole un poco de agua caliente para que dejara soltar un delicioso aroma directo en mi rostro. Sin embargo no tomé el vaso con aquel extraño líquido, al contrario, lo dejó en una mesa al lado de él para indicarme mi primera tarea.

 

Observar mi mano, eso lo había visto hacer a mi hermana hace tantas décadas atrás que deseé el poder estar con ella en esos momentos, y tal lo estaba, pero al ser un fantasma siempre se podría escapar de mis pobres sentidos mortales. Y era cierto que la videncia era rara en un hombre, eso mismo decían mis padres en su momento, eso mismo me dije a mi mismo una y otra vez para no sufrir con el mismo destino trágico de Anya, aunque yo ya había recibido mi propia jugarreta del destino.

 

Sajag comenzó a explicarme el procedimiento mientras hacia aparecer un libro en frente de nosotros, obligándome a mirar a Amya, mi compañera, debido a la sorpresa que me había causada. Sí, mis libros no funcionarían pero sabía que alguno debía de estar involucrado con todo ello y yo no podía dejar pasar la oportunidad de perderme en la lectura de uno nuevo, completamente ajeno y misterioso para mi, dejándome envolver por la magia de las palabras que resguardaba.

 

Asentí, solo observar y no interpretar, eso sería algo fácil de seguir, ¿cierto? Por lo que dejé que el libro se acercara hasta donde me encontrara para abrirse en una sola página, tal como me lo había comentado segundos antes aquel viejo mago, para darle una leída rápida pero concisa de lo que estaba a punto de realizar, de la Quiromancia y de los secretos que estaban a punto de revelarse ante mi, todo para ver si era digno de seguir en ese camino.

 

Coloqué mi mano derecha en frente de mi, a la altura de mi pecho y me concentré en lo que mi propio cuerpo quería decirme, cosas que tal vez ya sabía pero que me negaba a creer.

 

- La línea de la cabeza es muy definida, casi lisa, - comencé a hablar sin darme cuenta - solo hay tres cruces que la definen, dos al inicio de la palma y una justo al final, justo donde se une con la línea del destino y parece como si hubiera ocurrido un fuerte choque ya que ambas estaban bien definidas hasta ese punto.

 

Atar cabos había dicho.

 

- Parece... - entrecerré un segundo mis ojos, sin saber en realidad por qué, como si quisiera enfocar mejor mi vista - parece como si la línea de la cabeza fuera en paralelo con la del corazónl, teniendo tres sutiles salientes hacia las depresiones de la otra, como un arrollo al encontrar una laguna. ¡Y cuan accidentada está la línea sentimental ahora que le pongo atención!

 

Y así era, como si esa línea estuviera conformada por decenas de cruces, no tan uniforme como las dos anteriores, lejos de estar definida.

 

- Y dos de las salientes - proseguí - atraviesan el monte de mercurio y el monte del sol, pero la tercera... la tercera no llega hasta el monte de saturno dejando el monte de júpiter plano, sin nada que lo lastime...

 

Mi mente comenzó a activarse, recuerdos pasaban de manera tintineante cada vez que me concentraba más en la forma de mi palma, en sus detalles, en lo que representaba. Francia, Scarlett, Wallace, todo pasaba rápido y sin definirse, sin lograr concentrarme en una sola imagen por al menos un segundo, como si quisiera definir lo que se ve cuando se viaja por traslador, una visión borrosa, nublada. Y eso me preocupaba, ¿en qué me estaba metiendo? Sin embargo no tenía miedo, al contrario, me preocupaba y deseaba saber su significado, saber más de lo que estaba ocurriendo.

 

Como si fuera un acto de reflejo, tomé la bebida que anteriormente me había preparado el mago y la bebí para calmar esa sensación y el efecto fue de inmediato. Primero sentí un alivio en mi boca y garganta, lo normal, pero después, cuando quise volver a ver mi mano todas aquellas imágenes que habían pasado de manera veloz por mi mente comenzaron a cobrar sentido. Eran recuerdos de Adriano y de Mirshka, juntos, porque eso significaba mi esencia mortal: la fusión de dos vidas.

 

- Veo a Scarlet, - comencé a relatar sin más - veo a Anya en el suelo sin vida y, después, flotar a mi lado como fantasma; veo a Jean Paul recostado a mi lado en el viejo árbol donde jugábamos de niños, su sonrisa y, después, veo su casa quemándose y su familia luchando ferozmente contra magos enmascarados... veo un fénix posandose sobre mi, llorando... alejándome de Anya, de Scarlet, de mis cuatro padres, de Jean... veo Cye y veo...

 

Suspiré. ¿Acaso era un bebé que cargábamos juntos?

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—Tranquilo, tranquilo.

Había prestado toda su atención al muchacho, dando tiempo a Amya de que procesara también su última tarea, asintiendo cuando era necesario y acercándose a él a medida que iba debilitándose. Su madre le había dicho alguna vez que solía desmayarse mucho y temía que al hacerlo, Ishaya se golpeara con la mesa o algo peor. Las primeras visiones eran así, fuertes, chocaban con tu realidad y te hacían inestable. Pero era un chico fuerte y antes de que él se moviera incluso, se hizo con el té para aliviar su mente. Eso había sido inteligente, porque había estado muy cerca de perder la conciencia.

Sin decir nada para no agobiarlo, el hindú le tendió de nuevo la taza de té, que había quedado a la mitad después de su trago y le ofreció una de sus famosas galletas de frutos rojos. Para ese entonces parecía que tenía la extraña habilidad para sacarlas de la nada sin hacer magia o que tenía un arsenal oculto bajo la manga, sólo que Ishaya estaría aún muy confundido para notarlo; y para eso era el azúcar. Sus brebajes tenían ricos sabores exóticos pero carecían de dulzor, cosa que lo ayudaría a recuperar el hilo de sus pensamientos. Esperó y cuando volvió a ver el color en sus ojos, se irguió de nuevo.

—¿Mejor? —a pesar de estar atento, no parecía preocupado. Tenía el semblante sereno y una pequeña sonrisa torciendo la comisura de sus labios—. Lo has hecho bien, no te preocupes por esto. Es normal. Como le dije a Amya antes, me sorprendería si hubieras salido ileso a la primera.

Estiró la mano para tomar el pesado libro de clarividencia y pasó las páginas con lentitud, buscando algo en específico. Y mientras lo hacía, su voz pacífica volvió a resonar en la silenciosa sala.

—Has acertado en todo lo que has dicho. Vi tu mano antes, ¿recuerdas? Es algo que no podemos evitar, los que poseemos este don, abusar un poco de nuestros beneficios.

Cuando encontró la página, formó una "O" con los labios como si jamás la hubiera visto antes y se dedicó a leer entre las palabras escritas para encontrar lo que deseaba mostrarle. Y cuando la halló, movió la vara de cristal en el aire para que el texto apareciera en el aire frente a los ojos del Tonks. Como esas proyecciones holográficas muggles, las letras flotaban frente a él como si fueran restos de neón azul y formaban las palabras del libro en el mismo orden, perfectamente legibles y poco luminosas para que no acentuaran el dolor de cabeza de su pupilo.

"Los lazos familiares son pilares importantes para la formación del hombre. Estos pueden fortalecer o debilitar a psiquis dependiendo de la forma en que el individuo lo perciba en la infancia. Una persona con lazos familiares fuertes suele ser más apegado a las tradiciones y a la rutina, adaptado a lo conocido. En cambio, una persona sin lazos familiares suele ser más inestable sentimentalmente y desligado a las tradiciones, siendo considerados rebeldes por ir en contra de todo aquello en lo que no creen."

—No obstante —comenzó al ver que las pupilas del muchacho llegaban al final del texto—, a veces perder la familia puede considerarse "no tenerla" y eso no quiere decir que no puedas ser el primer ejemplo. En ti veo costumbres y familia, estabilidad. ¿Tú qué opinas al respecto?

Se inclinó sobre la mesa, tomando su propia taza de té de jazmín y enarcó sus escasas cejas.

—Los clarividentes suelen hablar mucho, no temas en contarme sobre tu vida, tenemos tiempo —miró sobre su espalda, al cielo oscurecido—. Pero en cuanto acabes, no esperes una respuesta, podrás retirarte a descansar en cuanto termines. Nos veremos mañana temprano aquí mismo, tengo algo pensado para ti.
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Respiré un poco y agradecí que me extendiera nuevamente el te que me había preparado Sajag, ayudándome a tranquilizar mi mente debido a lo que estaba realizando en ese momento; igualmente tomé la galleta que me había extendido respondiéndole con una simple sonrisa, estaba bastante interesado en todo lo que podría llegar a lograr una vez que el ojo interno se hubiese aclarado y temía, de manera respetuosa, el mismo camino que había elegido.

 

Una vez que me sentía mejor, el arcano comenzó a darme palabras de aliento sobre el esfuerzo que se estaba realizando en ese momento, indicando que Amya había pasado por una situación similar. Miré directamente a la bruja y le sonreí de manera fugaz ya que el aprendizaje continuaba en aquel lugar y debía de estar atento.

 

Comencó a leer una página de aquel viejo libro y me indicó que ya había notado algo de lo que yo le había compartido, cosa que no me sorprendió, al contrario, agradecía que estuviera al pendiente de mi persona en ese camino porque de cierta forma era mi guía, el que había solicitado cuando me inscribí para certificarme de la habilidad. De inmediato me mostró un poco de lo que había estado analizando, prestando atención en el significado de esas palabras y, justo antes de que pudiera emitir juicio alguno, me explicó un poco de lo que había pasado por su cabeza.

 

- Ciertamente me considero una persona con muchas tradiciones, - le respondí ante su ánimo de conversar un poco de mi vida - es complicado de explicar, pero por parte de ambas familias se me educó en la forma 'antigua', como dirían ahora, del comportamiento del mago ante la sociedad. En lo personal no me desagrada el mundo muggle, para nada, pero creo que el secreto de la magia está por algo y se luchó mucho por las ideas que lo sustentan y, hasta el momento, no encuentro ningún alegato lo suficientemente razonable como para eliminarlo.

 

Y en verdad eso me definía como persona, porque siempre le resultaba extraño a los magos y brujas que me topaba en mi vida el que me hubiera especializado primero en Historia de la Magia y Leyes Mágicas, dos conocimientos especiales que pocos los eligen como primera opción y más raro aún que sean justamente las dos en conjunto.

 

- Es... complicado. Soy el producto de dos vidas, la de Adriano Wallace y la de Mirshka Dupont, se utilizo un conjuro para salvar al segundo de una condición demoniaca, era vampiro, pero se sacrificó la vida del primero para poder fusionar sus almas, sus energías... por ello es que recuerdo ambas vidas, pero ninguna la siento como mía hasta que se hizo ese ritual. Como si comenzara a vivir a partir de ello, hace apenas unos seis años atrás.

 

Me sentía demasiado extraño relatando esa historia a un completo desconocido, por lo general únicamente los miembros de mi familia cercana eran los que conocían esa parte de mi porque hasta la mayoría de mis amigos la ignoraban, no era algo que me hiciera sentir demasiado cómodo.

 

- Sin embargo la vida del primero es la que siento más cercana, únicamente por tiempos, ya que han pasado casi cuatro siglos de la muerte de los Dupont, mi otra familia. Es curioso, en verdad, que ambas estuvieran relacionadas de alguna manera, porque a pesar de que los linajes de sangre pura se han mantenido a pesar de los siglos, es inevitable que siempre se termine juntando con sangre no mágica, y de entro de esas combinaciones... Adriano era el pariente cercano vivo de Mirshka.

 

Como quien diría, era el resultado de una serie de eventos desafortunados.

 

- Anya Dupont tenía la habilidad de la videncia, de parte de mi madre, los Vólkova; mientras que Valerié Tonks desarrolló la metamorfomagia, familia de mi otra madre. Por ello es que ahora cargo el anillo de la segunda y pretendo hacer honor de la primera, para no perder mi enlace con el pasado que, aunque lo sienta ajeno, sigue siendo parte de mi.

 

Acaricié con cuidado el triple anillo de plata, sencillo, que mostraba dentro de su zafiro el signo de la metamorfomagia. Sí, volvía a sentir conexión con los Wallace y Tonks, pero necesitaba también hacerlo con los Dupont y Vólkova.

 

- Estoy felizmente casado con Cye Lockhart, - proseguí con mi relato - llevamos ocho años de relación y planeamos que se conviertan en muchos más. Estamos esperando a nuestro primer hijo biológico ya que, bueno, cada uno ha tenido un par de pequeños por su parte ya sea de manera adoptiva o de forma biológica. Yo tengo tres por mis dos anteriores matrimonios, de Adriano Wallace, mientras que ella tiene dos tres por adopción, pero a todos los vemos como iguales y los cuidamos de la misma forma, no podría imaginarme sin ellos a mi lado aunque ya estén bastante grandecitos.

 

Siempre que hablaba de mi familia una sonrisa en mi rostro aparecía, involuntaria quizás, pero no podía evitarlo; en verdad que ellos siempre habían sido un enorme motor dentro de mi vida debido a que ambas familias las habían asesinado criminales en su momento. Los Wallace-Vólklova a manos de aquellos que iban en contra de las ideologías de aquel entonces de guardar el secreto mágico, y los Wallace-Tonks a mano de los mortífagos en la primera guerra mágica del siglo XX; en ambos casos todo era por cuestiones absurdas, para mi entender, con el único fin de silenciar a quienes no seguían su mismo pensamiento.

 

- Igualmente soy un paladín de la Orden de la Mano de Plata, un grupo 'secreto' que defiende los ideales de la justicia, la vida misma y que todos somos como hermanos ante los ojos de los demás. Lo menciono porque también es parte de quien soy ahora, del camino que he elegido seguir y del cual no me pretendo desviar, aunque se que en la vida hay muchas vueltas... pero confío en que me mantendré firme, eso es seguro.

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..... Quizás ese repaso mental de toda su vida sintetizada en un casi parpadeo le había dejado lela (?) ... aunque también podría ser que se le quedase congelado el cerebro de la pura impresión con el arcano desenfundándole la varita en plena cara (muy bonita pero igual de atemorizante la cosa)

.

No, se había quedado pensativa. Éso de que cada cuál es artífice en su propio camino le hizo recordar ciertas cosas muy raras de su lejano pasado.

.

Como aquello de no querer salir a ningún lado de pequeña y pensar con todas sus fuerzas ; «Ay no! que llueva para que no me hagan ir ...», y por supuesto, lo que hacía era que empezara a llover techo dentro por encima de su cabeza propia (!)

.

No, definitívamente ella había dejado éso de desear fuertemente con el corazón pues siempre le salía la catástrofe al paso.

.

Ahora con visiones, sensaciones y demás, simplemente el seso se le ponía loco ... había perdido la habilidad de conectarse.

 

Suspiró en silencio ; «... mi chiquititud ... mi "perra" adolescencia (dícese muy ¿caótica?) ... ¿mi disque adultez?», se semi-sonrió recordando que por sus reaccionar tan peculiar, muy pocos la considerarían "adulta hecha y resuelta" (?)

 

Algo malo que haya terminado bien? era una broma?

 

Qué contenía esa galleta? lengua de loro? mientras no fuera algún ingrediente alucinógeno ... ó veritaserum!

 

Adivinar el qué? no que era él (Sajag) el "adivino"? (léase con ironía) aunque mas le parecía su loquero particular muggle (?)

 

Tres golpes? ¡La parca!

 

¿Ishaya? ¡el hermano de Sagitas y marido de Cye! pero, ¿por quéeeeeee? y de un brinco se sobresaltó con el tremendo saludo suyo.

 

Tras supuestamente recuperarse, saludó muda, ya no sabía que responderle al arcano, pues no se imaginaba una sesión de terapia (?) grupal a esas alturas.

 

Abrió los ojos redondotes y grandes como plato ... ¿se había atrevido a sacarle la lengüa? Sajag no, Ishaya ; «Definitívamente de la familia ...», pensó recordando como de un flashazo (?) a todos ellos (sus familiares) sacándosela en distintos momentos de su pasado (como en una colección en PowerPoint, xDDD)

 

Mordió finalmente la galleta de los puros nervios y la masticó como si se tratase de una goma de mascar muggle.

 

Se sentía bastante cohibida aún.

 

¿Había escuchado bien? ¿un bebé? ¡qué buen chisme podría darle a la peli-violeta! ... *ejem*

 

Se hizo la que miraba hacia a un lado ... le gustaba el chusme de la vida privada de otros pero no le agradaba que la vieran de metete.

 

Continuó triturando la galleta aunque su seso chusmoso aún tenía la oreja parada hacia los 2 varones.

 

*Pufff*, no sabía que los mágicos de la comunidad tuviesen existencias tan complicadas. Bueno las imaginaba pero solo como lectura de entretenimiento.

 

Se sentía tan pequeña de no tener tantas grandes proezas acumuladas ... al menos no de las que pudiera compartir, menos de las que quisiera realmente rememorar.

 

Tragó la masa galletosa y por poco se le atora el buche.

 

- *Cof-cof-cof* .... Sajag, disculpen que les interrumpa ... *cof-cof-cof*, agüita, plis? ... *cof*

 

Ya se andaba buscando la varita por si de ser necesario, intentar con una Aguamenti ... aunque dudaba que lo pudiese conjurar así como andaba.

 

..... En cuanto se recuperó (ahora ya estaba acreditada como conocedora en Primeros Auxilios, así que aunque sea lanzándose contra alguna pared ó algún mueble conseguiría desatorarse sola de ser necesario), buscó que darle su respuesta al arcano (por fin, pobre, qué paciente para con ella)

 

Tras recuperar la correcta respiración (?) ... pues no se le hizo mucho mas sencillo (se refería a lo que le tenía pendiente a Sajag)

 

- Pues ... mi infancia ...

 

............ xDDD, era tan nebuloso el asunto como embarazoso remitirse a su adolescencia-juventud.

 

- .... no lo se. Creo que muy estandar en realidad ; me vi haciendo rabiar a mi vieja tutora mágica como de costumbre en distintos momentos y vestir de muñeca a mi elfo de ese entonces ... nada especial.

 

Aseguró convencida de que no había nada interesante en ella que contar.

 

- Mi adolescencia pues ...

 

Hasta se ruborizó.

 

.... No iba convencida de que fuera asunto para las orejas de aquellos 2 hombres (no, xDDD, éso era cosa de chicas), es decir, de sus mata.pe.rre.das de loca media enamoradiza y bastante torpe adolescente muy hormonal.

 

- ..... no solo podríamos decir que fui joven y ya?

 

Sí, esa maldecida urna.

 

Tampoco vio correcto intentar despistar al arcano con falsos recuerdos ... no, qué mello! seguro que le leía la mente (?)

 

Los "fantasmas de su pasado" solo acudían a ella en ocasiones muy específicas ... y fortuitas. Llegaban hasta a ella sin avisar ... casi como las maldecidas visiones (que se le presentaban mas como simples pensamientos ó sensaciones en la piel)

 

- En cuanto a mi "madurez", la manis aseguraría que éso sería tratar de ver a futuro ...

 

Bromeó al principio y ya luego se puso mas seria.

 

- ... pues, supongo no forma parte de esa llamada madurez mi periodo de "la vida loca", ¿no? ... ya luego vino el matriarcado y me juré Adler para el resto de mi vida, pero de éso, hay mucho que no es permisible comentar.

 

Calló pues lo que vio en su mente pertenecía a las tradiciones celosamente guardadas por sus antescesoras.

 

- Creo que es de esta última etapa, a la que voy mas ... ¿consciente? pues claro, recordé muchas peripecias accidentosas (que por supuesto no iba a dejar constancia escrita por ninguna parte pos seguro que luego le caía seguridad mágica retro-activa, ¿?)

 

Se sonrió como si se tratase de un broma mas.

 

- No hallo ningún "recuerdo malo" que sienta de final "bueno" ... todo pensamiento semejante solo me crea nostalgia pura que intento racionalizar lo mejor posible, y cuando no puedo ... no me permito pensar mas en ello.

 

Seeeeeeeeeeeee ... por no escupirle la sopa al arcano, éste le haría tragar poción para la verdad seguramente (?)

 

........... Pero no era su intención sacarle de quicio. Era muy difícil romper con sus manías de tantos años acumulados (bueno, no tantos porque ella al fin de cuentas solo es humana y es mayorcita pero no llega a ancianita aún, ¿?)

 

Y ahora, la final pregunta (?)

 

...... Se volvió hacia la pila de textos y demás material por el estilo.

 

- Tendré que hacerle toda una Tesis y sustentarla?

No que los Videntes no eran Adivinos?

- ... Solo dígame que no me probará de Oráculo de los que se leen

en viejos pergaminos (en principio porque soy casada y pos, ya ni calificaría de muy "pura") y me echará a un cuartico con gases alucinógenos a ver si le atino al horóspoco de mañana?

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Amya había hecho un par de comentarios en esos momentos, al mismo tiempo que solicitaba agua y yo, como acto de reflejo, le entregué lo que quedaba del te que me había entregado el arcano para uqe no se ahogara. Era algo institntivo, ni siquiera había pensado en ello cuando ya lo tneía entre sus manos.

 

No sabía que hacer en esos momentos, había relatado mi vida conforme a las instrucciones del mago y este me había indicado que no esperara ningún tipo de respuesta y que regresara el día siguiente, sin embargo no sabía si tenía que dejar a la Adler en el lugar o si ambos nos debíamos de ir. Sonreí un tanto apenado mientras me levanta de mi lugar, lo mejor sería seguir al pie de la letra las instrucciones de nuestro guía.

 

- Nos veremos después, supongo.

 

Me había dirigido a la bruja, despidiéndome de ella a distancia ya que ignoraba, también, si estaba en medio de su aprendizaje o algo por el estilo y no quería ser el alumno que interrumpiera a los demás.

 

- Con su permiso. - Me dirigí ahora a Sajag de manera educada, ya que era yo quien me retiraba de sus aposentos y necesitaba mostrar un poco de respeto.

 

Salí de aquel sitio para poder dirigirme nuevamente a la entrada de la universidad, de esa forma podría desaparecerme hacia mi hogar isn ningún problema ya que, hasta donde tenía entendido, estaba restringuida la aparición en los terrenos del ateneo. No era un viaje muy largo, en sí solo eran unos diez minutos y estaria nuevamente en mi hogar.

 

 

 

Al día siguiente, tal como lo tenía previsto, me levanté bastante temprano apra pasar un poco de tiempo valioso con mi amada esposa, Cye Lockhart, y con toda mi familia, tomando el desayuno con ellos e intercambiando unas cuantas palabras para que no me vieran tan alienígena, sobre todo ahora que etsaba cumpliendo con una racha bastante buena sin tener que salir del país nuevamente, como lo había estado haciendo en los últimos años... ¡desde que llegué a Inglaterra!

 

- ¿Y cuánto es que dura todo ese proceso de las habilidades?

- No lo sé, - respondía ante la pregunta de mi esposa - la verdad es que los arcanos son demasiado misteriosos para mi, en un aspecto incómodo.

- ¡Vaya, hasta qué algo te incomoda!

- Sí, no tengo ningún problema con ellos porque realmente no tenemos la dicha de convivir diaramente con los mismos, pero tampoco es como si se manejaran dentro de una misma línea, ¿sabes? Te diste cuenta con la anterior, apra certificarme en metamorfomagia, ¡casi tres meses!

- Y según tengo entendido deberían de hacerte la prueba en un par de semanas, ¿cierto?

 

Sonreí a modo de respuesta, la verdad es que ese tema me cansaba demasiado y no quería discutir en ese momento cuando tenía que regresar a la vivienda de Sajag, tal y como me había indicado el día anterior. Tomé mis cosas y le di un beso en los labios a Cye a modo de despedida, dejándola con una sonrisa por haberme escapado de nuestra conversación tan fácil, ya que ella era quien siempre se salía con la suya. O casi siempre.

 

Llamé nuevamente tres veces a la peurta y esperé pacientemente, sería interesante ver como resultaba la enseñanza de ese día esperando, en esa ocasión, no me doliera la cabeza.

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—Oh, querida, discúlpanos.

Rápidamente, Sajag se movió hasta la mesilla que tenía detrás y sirvió un vaso de agua para la muchacha. Lo más probable era que se hubiera ahogado por el mismo nerviosismo de cada visión que había tenido hasta el momento. Él lo comprendía y por ende no había dicho nada al respecto, sólo le dio el agua y escuchó sus palabras después de haber escuchado a Ishaya. Ambos tenían historias interesantes, cargadas de emociones y repletas de signos que los ayudarían en el futuro, que harían que su ojo interior funcionara de una manera mucho más simple que en la actualidad.

Amya, sin embargo, era el caso contrario. Había practicado durante horas y horas, había bebido sus bebidas calientes y exóticas, había probado incluso las bolas de cristal. Estaba lista, desde su punto de vista, para enfrentarse a cosas más fuertes que las que había hecho hasta el momento. Se sentó entre sus dos estudiantes y miró primero a uno y luego a otro. Ishaya parecía tener futuro en la cátedra. Se desplazaba por su propio ser como un gran conocedor, podría superar los retos de la clarividencia con la misma rapidez que su joven amiga. Pero ella estaba un poco más adelantada que él, por lo que permitió que se fuera para poder hablar con ella en privado.

—Nos vemos por la mañana —se despidió del Tonks, bajando la cabeza y extendiendo los brazos como todos los hindúes hacían a la hora de demostrar respeto y lo vio partir.

Entonces, sus ojos amables se posaron en Amya.

—No, no será nada de eso —le dijo con una ligera sonrisa asomada en los labios, pero pronto su expresión se tornó seria—. Has superado todas mis pruebas hasta el momento, haciendo que tu cabeza funcione de una forma distinta y abierta a como funcionaba la primera vez que entraste aquí. Es momento que decidas si tú estás lista para seguir adelante. Así que, Amya, ¿quisieras tomar la prueba de Videncia?

La respuesta podía ser positiva o negativa, dependiendo de ella, pero esperaría al día siguiente. La ayudó a levantarse luego de que él mismo lo hiciera y la escoltó a la puerta.

—Piénsalo bien esta noche y mañana me darás tu respuesta. Buenas noches.


~o~


Mucho antes de que las luces del alba irrumpieran en su habitación, el hombre había salido de una ducha aromática y contemplaba el cielo con su ropa limpia ondeando a su espalda. El olor a incienso seguía siendo intenso, aunque había esperado a desayunar para encender tres varillas a lo largo de la sala en sus correspondientes platos de oro. Por algún motivo desconocido, aquella mañana se sentía un poco más tradicional que de costumbre. Se había enfundado un traje tan típico de su tierra natal que parecía más extranjero de lo que ya se había visto el día anterior e incluso había tenido el detalle de marcar su frente con tinta roja, un punto claramente visible sobre su entrecejo.

Había tenido un sueño agradable. Se había visto a sí mismo teniendo un gran día y eso, tomando en cuenta la paz en la que vivía hacía años, era el mejor de los regalos que podía recibir. Su don era parte de él, de su día a día y la misión era hacer que Ishaya se sintiera tan cómodo como lo hacía él. Se giró al escuchar la puerta, quién sabe cuántos minutos después y reconoció el golpeteo del mago, puesto que había tocado de la misma manera antes. Al ir a abrirle, notó que alguien había reemplazado sus galletitas de frutos rojos por galletitas de avena. Frunció el ceño con cierto disgusto y tomó una antes de girar el pomo, permitiendo la entrada de su pupilo.

—Siempre puntual, ¿ya desayunaste?

Le entregó la galleta y lo guió a una sala contigua que él no conocía hasta el momento.

—Empecemos por algo sencillo —explicó, presentando la habitación con un gesto—. Esto es una sala del Tarot, ¿habías estado en una alguna vez?

Había una mesa pequeña parecida a la que tenía en la sala principal, rodeada de cojines más grandes y cómodos que los que solía usar. Todas las paredes eran violetas, por lo que la luz hacía que pareciera que estuvieran encerrados en una mora gigante. En el centro de la mesa de ébano, un juego de cartas estaba perfectamente apilado junto a uno igual. Mientras que uno tenía la cara trasera de color plateado, el otro lo tenía de un cobre tan brillante que casi parecía dorado. Sajag tomó asiento frente a Ishaya.

—Elige —pidió—. Tu elección es importante, porque sabrás qué es lo que te resulta llamativo. Cuando sepas qué es lo que tú quieres, podrás elegir el resto de las cartas. Esto funciona de una forma sencilla. Una vez que elijas, el otro desaparecerá y podrás echarle un vistazo. Si no sabes el significado, puedes consultar el libro que está bajo la mesa, así te instruirás. ¿Vale? Cuando termines podremos ver si me haces una predicción, ¿te parece?
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No pasó ni un minuto cuando Sajag me había recibido nuevamente en su morada, ya sin compañía de mi querida Amya, algo que lamenté porque creí que sería mi compañera de aventuras en esta ocasión. Agradecí con un gesto la galleta que me daba el arcano a pesar de que ya había desayunado propiamente, pero un pequeño gusto siempre me lo podía dar y más si era un regalo del anfitrión en esa ocasión.

 

Caminamos hasta una pequeña sala contigua, de tarot me decía y la reconocí de inmediato por el negocio "Pitonisa Peralta" del cual era dueño y que había abierto apra que mi hermana, Anya, pudiera realizar sus trabajo en pro de la comunidad.

 

- He estado un par de veces en algna, sí.

 

Únicamente le respondí aquello, el día de ayer ya la había contado todo lo escencial de mi historiay seguramente se acordaba de mi querdia hermana, así que preferí continuar con el aprendizaje mientras tomaba asiento en la mesa porque, bueno, hasta ese punto sabía que el siguiente paso era el utilizar artefactos más que nuestro propio cuerpo. Había elegido uno de los cojines más grandes por la comodidad y, en segudia, tomé la baraja con la parte plateada resultandp en el acto la desaparición de la segunda.

 

Sin pensarlo dos veces había elegido una de las cartas, la estrella, y la dejé en la mesa mientras intentaba recordar un poco de lo que significaba en mis anteriores visitas al viejo loca.

 

- Trata sobre la esperanza en el plano físico, de que todo marchará bien; - comencé a hablar - también en un plano espiritual es como la vida eterna pero no física, intelectual.

 

Guardé silencio porque era todo lo que conocía de la misma para tomar el libro, buscar la página de la misma y encontrarla en seguida, por alguna extraña razón.

 

- La carta La Estrella otorga el deseo de de encontrar la paz interior, es una carta que también hace abrirse a la persona consultante y le recuerda que debe tener su corazón libre resentimientos y dudas, pero teniendo siempre en cuenta que es una carta que inspira la solución frente a un problema, pero que no da una solución definitiva, y deja esta en manos de la persona que hace la consulta.

 

Guardé silencio para tomar la segunda carta, el sol. Fruncí el ceño inconscientemente, algo me decía que el sacar dos cuerpos celestes en ese orden podría ser más que una coinscidencia.

 

- Felicidad, gratificación, tranquilidad... - era todo lo que sabía, así que dirigí mi vista al libro para conitnuar con mi breve discurso de aquella carta - El poder liberador, la unión entre lo terrenal y lo espiritual, la integración entre lo universal y lo particular. En el plano anímico es equilibrio, afinidad, síntesis de conocimiento y emoción, armonía; y, por último, en el plano físico representa equilibrio entre energías complementarias, síntesis de las energías creativas y constructivas.

 

La última carta que saqué me dejó mudo un par de segundos. El mundo. Tres astros en mi primera tirada y eso que solo estaba interpretando el signifcado general de las cartes, sin hacer una lectura más profunda de lo que estaba pasando, pero si alog me había dejado todos los años de experiencia es que nada pasaba por casualidad.

 

Decidí no decir ningún conocimiento previo (éxito, triunfo, suerte) porque sentía que podía ensuciar lo que el libro decía, así que pasé directamente a sus palabras.

 

- En el plano espiritual es la fusión de la energía creadora en la propia creación, la realización plena y total. En el plano anímico resulta como la superación de todos los problemas; mientras que en el plano espiritual trata de disponer de todas sus energías.

 

 

Dejé las cartas sobre la mes ay esperé pacientemente a que me diera su aprobación o, en dado caso, la señal para continuar con la lectura de las cartas hacia el arcano, ya que esa había sido si instrucción mientras que guardaba en mi mente la imagen de las tres cartas que me había salido a mi para poder darles una interpretación más adelante porque no me quedaría con la cosquilla de saber lo que significaban las tres juntas aunque algo suponía.

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  • 2 semanas más tarde...

—Maravilloso.

Entusiasmado con el progreso de su estudiante, era la única palabra que Sajag expresaba desde que Ishaya había comenzado a leer las cartas. Si era familiar de Amya, como había llegado a entender en su relato, podría tratarse de un don hereditario que no era precisamente lineal y por ello tenía una forma tan particular de saber lo que hacía. Leía las cartas con soltura y parecía estar tan en casa como podría estarse en un sitio que, para el resto de la población, resultaba ser poco hogareño.

Él habría usado expresiones diferentes e incluso términos distintos para referirse al significado de cada carta y ese era el motivo de su entusiasmo. ¿Cuál sería la gracia de un vidente si decía las cosas igual a lo que se esperaba de otros? Ishaya lo estaba haciendo curiosamente bien y, aunque aún no pasaba la prueba correcta, debía admitir que él tenía las de ganar en aquella habilidad. Asintió complacido cuando la lectura concluyó y chocó las palmas sin hacer un ruido exuberante, simplemente demostrando su gratitud.

—Maravilloso —repitió por enésima vez, tendiéndole una mano al hombre y estrechándola como si hubieran sido amigos por mucho tiempo—. Creo que ya tienes el truco. Sígueme, quiero darte el último de mis brebajes.

¿El último?

Así era. Estaba seguro de que Tonks tenía más que el truco, sino una inclinación natural a hacer cosas de dicha habilidad. Había sabido leer las manos y había interpretado cada línea a la perfección, además de haberle agregado un toque personal a cada predicción. Asimismo, había reaccionado muy rápido a lo que vendría siendo una de las bebidas más pasivas que él otorgaba a sus pupilos y había abierto su mente sin negarse a ello, por más complicado que resultara en el momento. Así que, en pocas palabras, estaba listo para enfrentarse a un nuevo desafío y, quizás, el último.

Las piernas del Arcano eran tan robustas como el resto de su cuerpo pero se las arregló para llegar en menos de un minuto a la zona donde solía preparar el té y ponerse en marcha. Para cuando el reportero llegó a su lado, ya trituraba una serie de especias y plantas raras para el continente Europeo y el agua humeante expedía vapor de un cuenco más elegante que los que había usado hasta el momento. ¿Eso acaso era menta? Quizás hierbabuena, era difícil decirlo con aquél hombre.

Los olores inundaron la habitación cuando empezó a aplastar las últimas hojas en el mortero, unas con una extraña coloración plateada. Era agradable al olfato, fuerte, pero no invasivo. Sin embargo, al mezclarlo con el agua caliente toda la sala quedó en una tranquilidad extraña, imperturbable. Todo parecía obra de lo que hacía con sus utensilios y se intensificó aún más cuando sacó la varita de cristal de su lugar, haciendo una gran floritura elegante y rigurosa, la cual terminó en un remolino ascendente sobre el cuenco. El brebaje pasó de ser multicolor a ser tan claro como el agua, tanto o más incluso, que al entregarlo a Ishaya este podría verse a sí mismo como en un espejo.

—Dime, ¿qué ves? ¿Qué hay en ti que llame tu atención, que te enorgullezca? —una pequeña sonrisa apareció en el rostro del amable hindú al realizar un ademán hacia el Tonks, indicándole que prestara atención a sus palabras siguientes—. Esa es una pregunta que debes responderte sólo a ti. Lo que quiero que me respondas a mí, es si estás dispuesto a tomar la prueba de Videncia. ¿Quisieras tomarla, joven?
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El sonido de las manos de Sajag al juntarse, casi como un aplauso, me regresaron al presente para que dejará de estar divagando en el significado de las tres cartas, ya tendría tiempo en mi hogar para develar el secreto. Por ello, cuando me estrechó la mano aquel hombre, sonreí tímidamente mientras me indicaba que lo siguiera para tomar otro de sus brebajes, recordando el del día anterior por completo, la sensación, lo que sucedió en general.

 

Me levanté de mi asiento para seguirlo mientras comenzaba a triturar sus hierbas para la siguiente bebida que tendría que tomarme, mientras pasaba por mi mente el siguiente método que probaríamos ahora. Tal vez el leer el café sería una de las cosas más factibles en ese momento, sobre todo por aquel botica que tenía en su hogar, como si fuese su única posesión valiosa en el lugar; aunque tampoco descartaba el hecho de intentar leer la bola de cristal, un artefacto que siempre veía que usaba Anya y del cuál lograba escaparme cada vez que podía; pero su respuesta cuando me entrego el brebaje me indicó el por qué él era quien impartía aquella habilidad.

 

¿Había llegado de nuevo al punto de hacer la prueba? Mi corazón comenzó a latir con más fuerza y mis manos sentían un calor diferente mientras tomaba aquel recipiente, viendo mi propio reflejo en el líquido para notar el brillo de mis ojos. Estaba nervioso, no podía ocultarlo, pero no tenía miedo de enfrentarme ante lo que se tenía preparado para mi en aquel momento, al final de cuentas por algo había elegido la habilidad ante el resto y no podía echarme para atrás cuando estaba ya en la recta final, sería simplemente algo que no consideraría como una opción.

 

- Sería un honor tomar la puerta, maestro.

 

Respondí mirándolo directamente a los ojos para que, en seguida, inclinara mi cabeza a modo de respeto porque en verdad me sentía humilde ante el mago en aquellos momentos. Mientras tanto, en mi cabeza, la respuesta a la primera pregunta que había formulado se estaba contestando: mi familia. Sí, justamente ellos eran lo más preciado que tenía, la parte de mi que me enorgullecía porque sabía que a través de los años, algo había logrado hacer bien para que estuvieran sanos y salvos, felices, viviendo una paz relativa en esta guerra fría.

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