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Videncia


Sajag
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-Sajag.- La voz del egipcio fue neutral y clavo su mirada de odio al mismo, este no le agradaba en lo más mínimo. –no comprendo lo que dices.- El egipcio no era consciente de algún rastro de la videncia en él, existía en tiempos inmemorables seres capaces de ser vidente, y no tener uso de razón de lo mismo, por ello existía una sala de profecías en todo el mundo, de eso seres que no son capaces de evocar ello. –y no se de que hablas ¿Qué dices que he expresado? ¿Acaso ahora piensas poner palabras en mi boca?-

 

El Egipcio se encontraba molesto por esa situación.

 

-Vara de Cristal.- Y su objeto mágico adquirió su forma. –Solo te lo advertiré una vez, pero supongo que al ser vidente ya sabrás lo que te diré, y aún así te lo expreso, no creo en los videntes, y mucho menos comprendo lo que me deseas decir, no busco un guía espiritual o eso que los muggles llaman un psicólogo, solo vengo a ver si poseo o no ese don, sin embargo.-

 

Hace una larga pausa, y observa a los otros estudiantes.

 

-Quizás ellos sean los videntes, y yo no tenga nada que hacer en este lugar, más bien parece ser que soy el único que no te comprende.- Cierra sus parpados. Este hubiera ya vincularse al anillo de oculamancia para bloquear sus pensamientos o el de legeremancia para por fin leer la mente de esos seres tan extraños, ya se encontraba cansado de la magia arcana, y sus adivinanzas. –Así, qué ni deseo tomar el té, y mucho menos.- Abre sus orbes, y camina en conjunto con su objeto de cristal. –hablar de mis sentimientos, que es lo más absurdo que existe.- Termino de hablar.

 

Algo estaba claro, Azrael no comprendía lo que había expresado el mismo. Sin embargo, solo se limitó a sentarse, al crear con la mano donde no sostenía su objeto de cristal, un asiento como un trono, el cual forjo como rayo desde el Hielo del Averno, el mismo era de una baja temperatura, y adornado con símbolo egipcios. Este solo se limito a suspirar profundamente r y observo al arcano, esperando su respuesta, ya se comenzaba a cansar de sus palabras que no lograba comprender.

Editado por Azrael Licaón

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Triviani soltó una risa por lo pronunciado por este bastante ebrio Sajag que le gustaba conocer, agarró las monedas en el aire de algo le servirían para más tarde y decidió contestar con sorna al vidente ­ Depende de quién sea el expendedor, en este caso no estaría mal que compartiera un trago de ello, quizás luego pueda invitarle yo unos cuantos más – la calva observó al mago girarse para alejarse de donde ambos estaban.

 

­ Le saldré cara dependiendo de…- ­ no terminó de hablar porque el sonido del cuerpo del mago caer de bruces al suelo la hizo alarmarse y acercarse a donde este estaba. Intentó ayudarle pero este la empujó con el brazo mientras se levantaba quizás más malhumorado de lo que segundos atrás estaba. Zoella cayó, percibiendo la expresión vomitiva que mantenía el hombre regordete frente a ella.

 

Se alejó un paso, no dispuesta a ser el blanco de los fluidos estomacales que parecía estar por soltar. La pregunta que le realizó cuando medio se recompuso la dejó bastante fuera de si ¿Qué era lo que tenía que hacer? Miró a Sajag, miró a su alrededor buscando algo en la oscuridad, miró a Sajag nuevamente y regresó la mirada a sus manos… ¡El pergamino! ¿Será esa la respuesta?

 

Dubitativa, tendió el viejo trozo de papel – Creo que debo entregarle esto, y quizás conversar un poco con usted. Hacerle compañía aunque aquello no me sea grato, son órdenes que debo cumplir ­ mencionó, para volver a intentar quitarle un trago del licor que éste sostenía. Volvió a observar a su alrededor y retiró la mano, mejor no le entregaba nada, quizás ese era su boleto para regresar.

 

No, sabe que. Mejor se lo entrego cuando esté sobrio ¿Hay agua por aquí? Creo que necesita un buen baño helado señor Sajag - habló, mientras lo tomaba de la muñeca y tironeaba de él sin rumbo alguno.

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La videncia no era certeza, no debía entonces entenderla como una meta fija e inmóvil, sino un proceso, un continuo que iba y venía incesante, en este caso un flujo de información ¿era así? ¿cómo las aguas de un río discurriendo permanentemente? Siendo ese el caso Rory comprendió que quizá había pedido demasiado al querer saber de antemano, sin entregarse a aquel proceso, el resultado que tendría.

 

No, Sajag ni nadie, excepto quizá la voluntad divina, podía tenerla una respuesta definitiva.

 

Las siguientes palabras del arcano lo sumergieron en muchas más tribulaciones que todo lo que anteriormente le había oído. Pocas veces Rory se abocaba a reflexionar sobre sí mismo. Le parecía que teniendo tantas cosas para hacer por otros, ese ejercicio resultaba egoísta e inútil, pero con cada minuto que pasaba allí estaba empezando a caer en cuenta que eso era lo que el arcano le impelía a hacer. Buscar dentro de sí mismo la llave para abrir los poderes que tenía dentro de sí, y también, el valor para estar a la altura de ellos, para aceptarlo y aceptarse en esa difícil prueba que Dios había puesto en su camino.

 

Estaba tan concentrado en sus propios pensamientos y recuerdos, que ni siquiera notó que alguien más ingresaba en la estancia, hasta que ella empezó a hablar. Entonces fue que se detuvo a verla mejor y escuchar lo que contaba para Sajag. En cierto sentido, con el otro alumno que había estado antes, se sentía totalmente ajeno a su experiencia, pero con ella encontraba puntos en común, miedos similares.

 

La falta de control...el temor a perder la cordura o terminar dañando por causa de un poder que no había pedido tener, pero que igual le había sido dado de forma inexplicable.

 

Asiente con la cabeza cuando Sajag le ordena a él y a la otra joven elegante que sujeten una tableta de chocolate. Por el tono azulado Rory intuyó que se trataba de un traslador así que contuvo el alimento esperando no vomitarse encima ( o peor aún encima de la otra alumna de la clase) por culpa de la desaparición. Para cuando vuelve a abrir los ojos, la estancia apacible de Sajag ha sido reemplazada por un paisaje natural, muy bello, lleno de espejos de agua.

 

Era fácil sentirse tentado a solo contemplarlas pero el arcano tenía ya algo en mente para ambos. Un entrenamiento que de resultar, permitiría que aquel temor de no poder dominar sus visiones y que estas tomaran control de su vida se disipase. El pelirrojo desvió la mirada a la laguna que estaban señalándole, tan honda y de aguas oscuras, y tembló por entero al escuchar la orden que acababa de darles.

 

Él nunca había sido un buen nadador, todo lo que había conseguido tras mucho empeño de enseñanza de su hermano menor había sido el flotar. ¿En nombre de todos los ángeles, como iba poder entonces mantenerse bajo el agua sin magia? Mientras las cuotas de pánico crecen en su interior, la bruja a su lado solo se asegura de llevar su varita consigo y colocarse un traje más adecuado para la tarea. Cuando ella salta, Rory se siente interpelado también a hacerlo.

 

Sajag les había prohibido morirse. ¿Cómo otro ser humano se arrogaba tal poder? ¿O era solo esa una forma de incentivarlos a que dejasen atrás los pensamientos que no los dejaban avanzar? Rory sabía por los muchos testimonios de vida escuchados en grupos de ayuda y catequesis, que las situaciones límites a menudo podían traer, si se salía de ellas, una fortaleza inusitada y nuevas formas de ver el mundo. ¿Era eso lo que buscaba Sajag ahora?

 

Él y las aguas, él y un terreno absolutamente desconocido. Sus pies cayendo en el vacío sin poder anclarse al suelo, y sentir la tierra dándole seguridad, y un frío que le paraliza el cuerpo entero. Todas las sensaciones que va experimentando mientras se sumerge en aquel lago transcurren con plena consciencia de sí mismo. Hace el esfuerzo por nadar hasta el centro, ni siquiera está seguro si lo ha conseguido, pues siente que sus pulmones están en el límite de sus fuerzas.

 

Entonces, se llena de nervios. Está seguro porque algo en su cabeza parece haber despertado que si permanece, conseguirá algo más ¿lo que Sajag está buscando? Pero ha estado tan pendiente de su cuerpo y su respiración que finalmente patalea desesperado y vuelve a emerger.

 

Respira agitado, con la cabeza fuera del agua y el resto del cuerpo todavía sumergido. No hay rastro de la otra joven, lo que significa que probablemente ella si ha conseguido permanecer abajo. Y sabe que no es ninguna clase de competencia esas lecciones, pero una pequeña cuota de orgullo sobresale de su interior.

 

Él también quiere demostrar su valía ante el arcano. Quiere enfrentar sus miedos, y en última instancia, ser un digno elegido y profeta de Dios.

 

Vuelve a sumergirse entonces, con los recuerdos en su cabeza de los días previos a su confirmación, cuando había sido capaz de abrazar la palabra de Cristo y esta le había traído la certeza de que no caminaría más solo, porque se convertiría en un instrumento de su paz. Y es paz lo que comienza a experimentar, ahora que lentamente, está dejando ir las pulsiones de su cuerpo para sentir las que su mente y su alma le recrean.

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  • 1 mes más tarde...

Poco tiempo atrás había adquirido el conocimiento de Adivinación, pero sentía que eso no le bastaba, que había más por explorar en la materia. Videncia. Era una habilidad que ciertamente llamaba mucho su atención. Si bien no había sido su primera alternativa a la hora de empezar el viaje entre los aprendizajes brindados por los Arcanos, era una de las que sabía que a largo plazo intentaría experimentar. No sabía si contaría con lo necesario para finalmente adquirirla, pero con atreverse no perdería nada ¿o sí?

Se mordió el labio mientras aquellos pensamientos iban y venían por su mente. Ansiosa y, al mismo tiempo, algo nerviosa, a fin de cuentas toda nueva experiencia no comenzaba bien si no era acompañada de ambas sensaciones. Todo lo que fuese trascendental en la vida iniciaba con aquella sensación loca de mariposas en el estómago y necesidad de lanzarse hacia lo desconocido. O al menos así era en su caso. Estaba acostumbrada a aventurarse y buscar crecer, a buscar siempre lo que sentía correcto y más justo, a buscar con todas sus fuerzas incluso más allá de sus posibilidades. Era una de las características de todo Gryffindor, aunque cada quien lo ejercía de un modo muy particular. 

Vestida con una larga túnica gris oscuro y capa a juego, calzando botas de cuero negro sin tacón y su largo y ondulado cabello recogido en una improvisada cola de caballo, apareció en el territorio en que se emplazaba Mahoutokoro. Aquella Escuela Mágica era la que menos conocía, pues solo se había presentado previamente a cursar una habilidad, mientras que su trato con los Uzza y profesores de conocimientos era mucho más frecuente, incluso integrándose entre éstos últimos para dar clases. 

Pero con los Arcanos era diferente, era mucho más difícil ser apto para cursar sus clases, así que, a pesar del notorio interés, había tenido que esperar bastante tiempo antes de poder asistir. 

Recordaba poco del Arcano vidente, muy poco. De sus épocas como directora de la Universidad hasta la fecha había pasado por una amnesia que se había llevado demasiados recuerdos. Pero la imagen de una residencia de grandes ventanales de los que salían diversos aromas y vapores la llevó a imaginar que se trataría de una vivienda similar en aquel sitio.  

Caminó por unos minutos, intentando reconocer lo que no veía hace tantos años, hasta que creyó divisar un sitio de apariencia similar. Esperaba estar en lo cierto, aunque no estaría segura hasta llamar a la puerta y ser recibida. Así que eso hizo. Dio tres golpes suaves pero disididos al portal que la separaba del interior del curioso habitáculo y aguardó. ¿Se encontraría allí? De todos modos siendo experto en Videncia tal vez sabría de su llegada estuviese donde estuviese...

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El Arcano sintió que su corazón se encogía un poco, lo justito, cuando el alumno Azrael Lycan le retó con sus palabras. Lamentaba que no entendiera todo lo que él intentaba hacer que comprendiera. Era un buen muchacho, había visto un gran futuro en una de sus Visiones, aunque no ahora, no aún. Le faltaba un "algo" que pronto alcanzaría. Pero ahora no. Todavía no. Le vio desaparecer tras aquella pequeña muestra de rebeldía y no dijo nada, ¿para qué decir un "adiós" si pronto le diría un "hola"?

No podía hacer nada por él así que cerró los ojos y acarició la mesa de su cuarto, intentando Ver al otro alumno, quien se sumergía en el agua a pesar del miedo que sentía pues no sabía nadar del todo. Sajag mantuvo un poco más el contacto con aquella visión para verle salir vivo. Sabía que lo conseguiría. El Sr. Despard salía de aquel espejo del agua con una lección aprendida. Ahora, él decidiría si para bien o para mal. Para él, un Arcano de una religión muy diferente a la que cuidaba su pupilo, le interesaba conocer en primera mano, no en aquella visión llena de brumas, cómo lo tomaría él.

-- No necesito más agua fría, Srta. Triviani -- le dijo a la muchacha que tenía un pergamino en la mano. -- Puede darme lo que ha venido a traerme. Como ve, no estoy ebrio. He sabido engañar a su mente para que lo creyera así. Dígame, muchacha, ¿sabe distinguir lo que es verdad de lo que es una ilusión? Si no sabe la diferencia, sufrirá mucho con este don que tiene, Srta. Zoella.

El Arcano hizo un ademán con la mano para que viera que no había monedas, ni bebidas, ni alcohol... Sagaj hacía mucho tiempo que había abandonado vicios como el fumar, el beber, o el juego..., algo que conoció muy bien en su pasado, antes de ingresar en el Monasterio que le llevaría al aprendizaje con el que había conseguido ser uno de los siete Arcanos, Maestro entre los maestros. Pero era bueno con las Visiones, sabía crearlas además de reconocerlas, esperaba que eso lo aprendieran sus alumnos. Le causaba diversión lo fácilmente manipulables que eran aquellos magos, a pesar que algunos tuvieran Habilidades aprendidas con las que se creían seguras.

-- La creo aceptablemente cercana para acceder a la prueba del Portal. A estas alturas, ya sabe a lo que se enfrenta. Sólo dígame si quiere seguir aquí, entre estas paredes, o prefiere enfrentarse a la gran pirámide. 

Unos salen y otros entran. En la puerta de su casa, supo que una vidente novata acudía en busca de ayuda, aunque tal vez no supiera el status que guardaba en su interior. Tras dar tres golpes decididos en la puerta, la muchacha esperó en el exterior. Sajag sonrió a Zoella y después abrió la puerta desde la distancia, dejándola a la vista de todos los presentes.

-- Entre, si realmente está decidida a saborear los sueños del futuro que pueden ser decepcionantes para usted, me temo.

Como invitación a entrar, tal vez no fuera la más adecuada. Pero el Arcano de Videncia nunca mentía. La habilidad no daba lo que quería; lo contrario, mostraba las cosas tan crudas que a veces volvían locos a los magos no capacitados para soportarlas. (Mica Gryffindor)

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No tuvo que esperar demasiado. Antes de que pudiese darse cuenta, la puerta que estaba frente a ella le abrió paso, como guiada por una fuerza extraña que la llevaba hacia el interior. No pudo evitar quedarse con la boca abierta, pese a saber que había muchas formas  de que eso sucediera, pues no esperaba ser recibida tan rápidamente ni tener que entrar a un espacio donde más individuos ya se encontraban tomando la clase. 

Se ruborizó un poco, ante el misterio que revestían las palabras del Arcano. No estaba preparada para tanta crudeza pero, a fin de cuentas, ¿Qué futuro no terminaba siendo "decepcionante"? En una milésima de segundo se vio unos años atrás, llena de expectativas por cómo sería su futuro, casada con aquel hombre del que pensó que nunca se separaría, rodeada de su familia y amigos, quienes suponía que nunca se iban a alejar. Definitivamente, su presente era "decepcionante" como futuro de aquel entonces, sin embargo no lo sentía de esa manera. Sí había perdido mucho, pero todo era crecimiento personal, y hoy se encontraba nuevamente acompañada y agradecida por ello. 

Asintió simplemente y dio un paso hacia el frente. No llegaba a la clase con el objetivo de poder predecir su propia vida, sino utilizar la Videncia como un bien para su bando y sus allegados. O ni siquiera utilizarla. En el último tiempo había empezado a disfrutar mucho el saber sin necesidad de "demostrar" que lo poseía, como mero enriquecimiento personal. ¿Eso era malo? Creía que, siempre y cuando estuviese lista para ponerlo al servicio de quienes la necesitaran...

--Gracias por recibirme. Mi nombre es Mica Gryffindor -- se presentó por cortesía, a la espera de poder iniciar cuanto antes sus aprendizajes. 

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El Arcano supo, nada más verla, que tendría que olvidar a sus otros pupilos para dedicarse a aquella jovencita de ojos marrones. Había visto la llegada de una pecosa algo despistada, de gran poder mágico en su interior. Por algún motivo, esta chiquilla (desde la mente de Sajag, todos son chiquitos ante su propia edad), tenía lagunas en su mente que él sabía que llegaría a desvelar. La Videncia le ayudaría a despertar algunos huecos y ella no lo agradecería. Tal vez, ese motivo le hizo sentir cierta empatía por la muchacha. A él le solía suceder pocas veces, era algo que los Arcanos tenían presente en todas las enseñanzas que impartían. Pero él no podía ser tan frío como Báleyr ni solía camuflarse como Rosàlia, o tal vez transformarse como Amara. Él veía a través de unas nubes infinitas, a veces le costaba no caer en el error de entender a sus pupilos.

- ¿Por qué cree que la Videncia le ayudará en ello, Srta. Gryffindor? - la voz de Sajag resonó en aquella habitación, aún algo oscura. No debiera haberlo hecho, pero había leído la mente de la muchacha como si lo hubiera expresado en voz alta.  - ¿No teme que la humillen como si fuera una lenguaz feriante? ¿Tiene fe en lo que cree sentir a veces?

El Arcano le dio la espalda par abrir la gran ventana frontal desde la que se veía un paisaje japonés de lo más relajante para quien tuviera tiempo de meditar en aquellos jardines. Para él, la meditación era sumamente importante y nadie debería pasar por una de sus clases sin hacerlo, sin pensar en lo que sucedería cuando se vinculara a la habilidad de la Videncia.

Se dedicó a preparar una suave infusión con aroma a frutos rojos, con un ligero toque de jengibre. A pesar de sus propiedades beneficiosas, el sabor era muy agradable y dulzón, algo que sabía sería de su agrado. Lo hizo manualmente, poniendo el agua en el fuego y mezclando las briznas de hierba que él mismo había seleccionado en sus múltiples paseos. 

La invitó a sentarse mientras ponía una sencilla bandeja de madera y dos cuencos lisos del mismo material con agua rosada en su interior, tapados por una fina hoja de higuera de dejaba escapar un leve aroma al exterior. La observó, al otro lado de la mesilla rústica y, por fin, le hizo la última pregunta.

- ¿Está dispuesta a perder para ganar? La Videncia no es un don, señorita Gryffindor, casi podría decirle que es una fatalidad poseer esta habilidad. Sólo necesita saber si está preparado para desarrollarlo o prefiere vivir en la ignorancia.

Mientras esperaba, la tisana se iba enriqueciendo. Saber esperar era importante, el tiempo justo también, para que no se estropeara. Todo tenía un equilibrio y Mica Gryffindor debía saber lo que quería y si estaba dispuesta a pagar el precio.

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  • 4 semanas más tarde...

- No necesito creer en que me ayudará, solo quiero experimentarla y ser su instrumento cuando lo sienta necesario. Claro que no la ocultaré cuando pueda ser de ayuda pero eso no soy yo quien podrá decidirlo... - respondió, teniendo en cuenta que tal vez el Arcano estaba refiriéndose a aquellos pensamientos con los que luchaba internamente. -Los únicos miedos que tengo es a que hieran a quienes amo, y soy consiente de que eso tampoco es evitable y tendré que lidiar con ello una y otra vez ¿A que me humillen? No, eso no lo temo y creo en lo que siento y lo que puedo hacer con ello. -Notó que sus mejillas se encendían, no pretendía hablar tanto pero las palabras simplemente fluyeron sin poder contenerlas.

El Arcano le dio la espalda, así que no pudo captar su expresión al oírla. Sus verdes ojos pasearon por sus movimientos mientras éste abría la ventana hacia los bellos paisajes que rodeaban su vivienda y la invitaba a sentarse. Se mantuvo en silencio mientras éste preparaba una infusión y la servía. Agradeciendo con un leve movimiento de cabeza y posando sus manos alrededor del cuenco que le correspondía, apreciando la sensación de calor en sus dedos. 

Pensó unos segundos ante la nueva pregunta que su instructor dirigía hacia ella. Era evidente que muchos huirían ante las palabras del experimentado individuo, pero no era el caso. Si algo caracterizaba a la Gryffindor, y a casi toda su familia, era el hecho de que, una vez tomada la decisión, era muy difícil lograr que se echara hacia atrás. Y esa era una decisión cuyo momento de sopesar había ya pasado, mucho antes de presentarse ante la puerta de Sajag. 

-Estoy dispuesta. - Respondió con franqueza, mirando a los ojos a su tutor, intentando transmitirle toda la seguridad que sentía. 

 

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  • 2 semanas más tarde...

Cada segundo que transcurría, cada hora que pasaba, aquellas imágenes se veían más confusas, desaparecían. Me estaba comiendo la cabeza hacía tiempo ya, saber qué iba a pasar. Todo había transcurrido como un tren que había tomado tanta velocidad, que no podía frenarlo. Y en caso de hacerlo, claramente iba a colisionar. La cantidad de puertas que se habían abierto ante mi camino, eran muy buenas todas, pero si algo me perseguía, era saber cuánto iba a durar.

No estaba seguro si habían sido imágenes en la mente de otros, si habían surgido en la mía como imaginación o como un sueño, pero había sido muy real. No había entendido la mayoría de las escenas, o al menos, no había podido descifrarlas. Algunas me habían incomodado demasiado y estaba seguro que una sola persona me iba a poder ayudar con eso: Sajag, el arcano de la videncia. Me había llevado unos minutos comunicarme con la dirección y que me pactaran aquella cita.

En el primer momento que pude escaparme de mis responsabilidades, me dirigí directamente a Mahoutokoro. Sabía muy bien que empezar aquellos caminos con los Arcanos, era un camino demasiado turbulento, porque no podía garantizar en cómo iba a terminar. Me abrí paso por los caminos de la Escuela Mágica hasta llegar al sitio donde pude sentir un fuerte aroma. Aquellos ventanales reflejaron mi imagen.

Llevaba una túnica negra, con algunos adornos más. Por debajo portaba una camisa y algunas cadenas. Los pesados borcegos se detuvieron en la entrada mientras llamaba a la puerta. ¿ @ Sajag  estaría alli?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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  • 3 semanas más tarde...

El perder la brújula de nuestra vida, no daba la posibilidad de continuar con nuestra historia dentro del mundo. Mica era un ejemplo viviente de ello, el verse despojada de todo lo que siempre amo u odio, se semejaba a extraviarse en medio de la nada, rodeada por una neblina que la imposibilitaba de mirar con claridad todo lo que la rodeaba. Para Sajag desmadejar cada uno de los recuerdos o memorias de la bruja, sería comparable con tener una rosa que poco a poco perdía cada uno de sus pétalos

— El tiempo suele ser un buen consejero, pero parece que no le ha sido de mucha ayuda. ¿Qué es lo último que recuerda de su pasado?—el anciano intentaba llegar más allá entablando una conversación con la joven. Las palabras eran piezas de rompecabezas inconclusos lo mismo que los recuerdos o memorias. El mostrarle parte de lo que perdió o creyó perder, no le resultaba del todo descabellado al Arcano. La mente era un inmenso universo, plagado de constelaciones y planetas, cuerpos celestes que flotaban en nuestro inconsciente y consciente. Lo que viéramos a través de ellos se conocían como visiones, pocos eran capaces de interpretarlas con la claridad adecuada.

— Aprenderá a mirar lo que es imperceptible, para sus ojos físicos. Pero puede ser percibido por su tercer ojo—sintiendo la presencia de otro personaje dentro de sus dominios. Le invitaba a pasar sin perderlo de vista, percatándose de que el también estaba sumido en una profunda confusión. La habilidad de Videncia estaba mucho más demandada que en otros tiempos y eso lo animaba a ofrecer infinidad de métodos para ayudarlos a descubrir si eran videntes natos o solo buscaban aprender como un mero hobbie el poder ver el pasado, presente y futuro— Deje que el hable por usted, no le cierre las puertas a esa preciosa posibilidad—dejando una taza de té levitando delante de la mujer, esperaba que bebiera todo el brebaje abriendo su tercer ojo.

— Sea bienvenido a mi morada, ¿Qué lo mantiene tan tribulado, Señor Blackfyre?—el Arcano iba directo al grano— Presiento que tienen que ver con las constantes imágenes que aparecen en su cabeza, aquel tren bala que le impide cerciorarse de los detalles más elementales y básicos—asintiendo le extendía la mano para ofrecerle un asiento cerca de una taza de té. No era similar al que le sirviera momentos antes a la Gryffindor, ya que no sufrían el mismo mal. Si se le podía decir de ese modo a lo que experimentaban los presentes, el perderse en medio de visiones ajenas a la vida actual, no siempre era bien recibido por quienes las experimentaban. 

— Beban, beban que el tiempo apremia—cruzándose de brazos quedaba a la espera de las respuestas que demandaban sus preguntas. Sajag se perdía en la inmensidad de los pasajes que iban y venían dentro de su cabeza. Escuchando los murmullos suplicantes de los seres que estaban a punto de perder la vida, dependía de Mica y Mael, impedir que un desafortunado futuro fuera por los seres realmente importantes para el par de aprendices. El destino solía ser demasiado caprichoso a veces, nunca daba pistas fidedignas de sus verdaderas intenciones o planes. La tranquilidad reinaba en el cuerpo del anciano, el no estaba en peligro de perder nada valioso, pero no podía decir lo mismo de sus alumnos. 

@ Mael Blackfyre  @ Mica Gryffindor

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