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Videncia


Sajag
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A diferencia mia, el Gryffindor había preferido realizar en voz alta la lectura de la carta. De nuevo sobresalía la soledad, ¿porque algunos lo interpretaban commo si fuera algo malo? A mi me había ayudado bastante y de cierta forma lo ocurrido con la Ryddleturn, había pasado justo a tiempoo. Si no hubiera estado sola, seguramente ahora estaría más dedicada a esa familia, en vez de poder dedicarme al estudio de los libros de hechizos, conocimientos y habilidades.

-Al menos la soledad sirvió para concentrarme.- Pensé.

Quizás sonaba muy egoista, pero en ese momento era lo que necesitaba para avanzar. Lograr la meta que tenía en mente necesitaba mucha dedicación y solo tanto estudio podría ayudarme.Sobre la fortaleza, también estuvo acertado, exceptuando la parte de la muerte de mi madre. Era cierto que aparentemente la habían matado, pero el cuerpo desapareció apenas se voltearon. Eso me contaban otros demonios que vieron esa escena.

Sin embargo, ya no recordaba nada cuando mi compañero término de hablar, excepto las palabras del arcano Sajag.

-Si usted lo afirma, arcano Sajag, estoy convencida de que asi será.- Sonreí al decir esto, sintiendo como crecía mi ego un poco, aunque quedo controlado de inmediato.

Escuché lo que dijo sobre los sueños, no lo dije pero suponía que esa la parte del poder onírico d ela mente me costaría trabajo, era de las personas que no podía recordar lo que soñaba.

Me acomodé en uno de los catres, esperando beber ese extraño líquido. El olor era demasiado suave, no podía reconocer que era solo con su aroma. Bebí el contenido del cuenco de un trago y se lo regrese al arcano.

-Buenas noches.- Me despedí de ambos, intentando dormir.

Dormir fuera de casa no se me daba bien, sin embargo, el catre estaba cómodo, lo sentía como si fuera una cama de lujo, además de que el hecho de que solo pasara por los ventanales una luz tenue, hizo que durmiera tranquilantemente, pensando en la pregunta hecha del Arcano.

-¿Me considero apto para merecer el anillo de Habilidad de Videncia? - Pregunté.

No supe nada nada más, excepto que mi madre volvió aparecer en mis sueños por segunda vez aquel día, contándome sobre la visión.

-Tengo una visión que regalarte, pequeña. Espero que la recuerdes cuando sea el momento.- Dijo, poniéndo las manos en mis hombros.-Cierra los ojos.

Los cerré, aún sin entender nada. Tenía apenas unos ocho meses, porque a partir del año ya no vivía Pearl con nosotros. Las imágenes empezaron a venir a mi. Una de ellas era la pérdida de la familia que había fundado, en la que se veía que la misma en realidad nunca lo fue. La voz me decía que tuviera cuidado, que no eran mis hijos, sino demonios que apoyaban a mi padre y solo me tendrían en la misma mientras sirviera para la misión. Recibiría un golpe duro, pero que era necesario.

Me vi a mi misma haciendo todos los cursos posibles, era la única forma en que podía superar todo, siendo mejor que el resto, por eso tanta exigencia y la soledad que todo mundo mencionaba. Solo de esa forma podía salir adelante sin tocar fondo. Todo parecía ser normal, hasta que vi a un hombre que me hizo llorar, bueno, a la bebé en esa escena. La del arcano Báyler, lleno de cicatrices, de casi dos metros de altura y tuerto.

-Nunca aprobarás nigromancia, mi querida hija, por más que intentes complacer a tu padre intentándolo. Pero no te preocupes, a él no le importará, creo que le agradará saber que compartes algo conmigo.- Dijo mi madre a la bebé de la visión. - Y ese hombre te ayudará.

Vi en la visión al arcano Sajag, con su barriga prominente y de 1.80 cms de estatura. Vestía un kurta y pantalones ligeros y cómodos. Al contrario del arcano anterior, no se le notaba arrugas ni ninguna herida en su rostro, el cual tenía facciones suaves.

-El te sabrá ensañar como se debe, porque tu padre intentará que nunca actives esta habilidad que te dejo, igual que no quería mandarte a Hogwarts. Esa habilidad te dará más sastifacción que la anterior, s recuerdas esto a tiempo, evita nigromancia. Si no, no tienes porque sentirte mal con un fracaso.- Explicó mi madre, dándome un beso en la frente.

La visión desapareció, despertándome, esperando en silencio a que mis compañeros se despertaran, miré al arcano Sajag.

-Si me considero apta para merecer el anillo de Habilidad de Videncia, arcano Sajag. Eso fue lo que me enseño mi madre en sueños. - Hice una pausa. -Ella ya lo había visto en mi futuro, arcano. Me dijo que me gustaría la habilidad y tenía razón. Es más divertida y agradable que el intento anterior. Sé que estoy hecha para la videncia.

Esperé la respuesta del arcano Sajag, el tiempo en la clase se me había pasado demasiado rápido.

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<<Espero haber sido certero como Lyra>> caviló para sus adentros luego de oír las palabras del Arcano, quien se notaba entusiasmado con el don que la Selwyn manejaba en su totalidad; debido también a la vasta experiencia que la bruja poseía, nivel de hechicera que era reconocido por toda la comunidad londinense. -El poder onírico de la mente... ¿Se refiere a los sueños, maestro? Estuve leyendo dentro del material que me entregó al inicio de la cátedra... algo muy relacionado a eso... pero lo llamaban "Onirismo". Decía que los "onironautas" son las personas que cobran un estado de consciencia similar al de la vigilia mientras sueñan (a este tipo de sueños se le conoce como sueño lúcido), permitiéndoles reconocer el estado de sueño como tal, y experimentar dichos sueños con un mayor grado de control, así como recordarlos más claramente al despertar. La mayoría de los seres humanos experimentan dichos sueños lúcidos espontáneamente, en algún momento de sus vidas (especialmente en la niñez y adolescencia), aunque son numerosas las personas que mantienen esta "habilidad" o don de forma diaria o casi, durante toda su vida y con regularidad, pueden llegar a sorprenderse cuando se percatan que no toda la población comparte dicha característica... Así mismo como los videntes, señor... algo similar a lo que yo le confesé. Los autodenominados onironautas pueden provocar dicho estado con diversos métodos de eficacia variable dependiendo en gran medida de la persona que los pone en práctica y del método concreto... ¿Utilizando inciensos? ¿Bebiendo alguna pócima o brebaje que les ayude a agudizar sus sentidos en pos al sueño? Vaya a saber uno las variadas formas que utilizan las personas para conseguir arribar a dicho estado, pero...- fue lo que alcanzó a expresar el Gryffindor, ya que sin darse cuenta, uno de los ventanales de la habitación se abrió de par en par y dejó salir la esencia de las amapolas que minutos antes había inhalado desde el recipiente sobre la mesa; corrientes eólicas que le dejaron en silencio como si algún pensamiento se hubiese borrado de su mente en el mismo instante que la pesadez del aroma se alejó rumbo al firmamento que cubría las cabezas de decenas de estudiantes universitarios de Londres, esperanzados en consagrarse en la magia.


-Ah... ¿En qué estaba? Sí... sobre los "sueños lúcidos". Me imagino que estos no son los mismos que los que se consiguen o... las visiones que se manifiestan por sí solas al estar en vigilia ¿No es así, maestro Sajag?- fue lo que preguntó el fenixiano; dejando su consulta en el aire con tal de dejar lugar a las indicaciones que el hindú les brindó antes de encaminar sus pies hacia uno de los catres que estaba en la estancia del Arcano. La palabra "premonición" le hacía mucha gracia al veinteañero, no por el carácter serio que ésta involucraba, sino por la amplia capacidad mental que estos sueños le podían dar a la hora de encausar de mejor manera su destino y el de sus seres queridos. Un buen consejo nunca debía ser tomado para mal, menos viniendo de un mago que tuviese la destreza de ver algo que aún no ha acontecido; pudiendo también modificar ciertos aspectos del futuro si eso lo precisaba. Los sueños, en sí, son una gran reserva de conocimiento, y son a menudo no considerados en su gran cualidad de vehículos para explorar la realidad o como el origen de la espiritualidad de un ser. Aquello le daba cierta intriga al Granger, debido a que notaba que eran desvalorizados por muchos individuos, sobretodo muggles que no tomaban el real peso al significado de estos "avisos" que tu "yo interno" te proporcionaba. -Gracias... será como beber un trago de whisky de fuego doble en alguna cantina del callejón... ¡A vuestra salud!- pronunció Elros con bastante ánimo al instante de coger, con ambas manos, el cuenco que Sajag le ofreció. Dentro de éste había un líquido ambarino de suave fragancia que regocijó al initié al momento de olfatearlo por mera curiosidad e inmadurez propia a su edad. Y fue así que optó por recostarse sobre la cama más próxima al biombo que, minutos antes lo había cobijado; ingiriendo de un único sorbo el brebaje con sabor a almendras tostadas (según él dedujo y percibió tras saborearlo), segundos antes de posar su cabeza sobre la almohada de plumas mientras pensaba en el destino que pudo envolver a su novia Millie antes de su fugaz viaje al pasado con aquel giratiempos especial que su tía Arabella le ayudó a fabricar a escondidas.


<<¿Me considero apto para merecer el anillo de la Habilidad de Videncia?>> era el cuestionamiento que se arraigó en su consciencia en compañía de la imagen de su amada chica; idas y venidas que poco a poco le fueron cerrando los ojos, apoderándose de su cuerpo una sensación de cansancio, y sumergiéndose en un profundo sueño del cual no despertaría fácilmente. Allí se hallaba él, parado frente a lo que era la morada de los Diggory. La mansión se vislumbraba rodeada de mortífagos con sus capuchas negras y sus varitas dispuestas a atacar a quien apareciese por el umbral de la fachada de la vivienda. Desde el exterior se podían ver luces encendidas adentro; era de noche y un viento despiadado acompañaba al augurio de muerte que un augurey cantaba sobre una de las ramas de un roble viejo. -Millie... Debe estar en su alcoba... Millie- balbuceaba el Gryffindor con dificultad y una pizca de nerviosismo evidente ante tamaña situación; avanzando como fantasma hasta el interior del hogar en donde se encontraba una figura femenina que ya conocía desde su infancia. Ahí, sin remordimiento, estaba Sofía Elizabeth Granger; apuntando con su varita al padre y la madre de su enamorada, y en un acto inhumano, lanzó una maldición asesina que rebotó en los dos humanos que fallecieron con el impacto del rayo mortal. -¡NO!- vociferó en vano el legilimago, obviamente sin poder ser escuchado por la francesa que reía a carcajadas con malicia. Sin pensarlo dos veces, Thomas subió los escalones hasta el cuarto de su chica al ver que Sofía se dirigía a marcha firme hacia allá; pero cuando ésta derribó la puerta con un "Confringo", su mirada esmeralda se colmó de alegría y esperanza al percatarse que Millie no estaba ahí dentro. -No murió... Millie no murió... Está viva... ¡Sí! Está viva... mi corazón me lo dice... ¡NO MURIÓ!- fue la última frase que salió de su boca justo cuando sus ojos se abrieron, como platos, nuevamente a la realidad del cuarto de Sajag. -Maestro... Tuve un sueño de algo que aún no sucede, señor... o sea... no puede haber ocurrido aún... Yo... yo pensaba que... o sea, señor. Yo estaba equivocado... Forjé una historia incorrecta en mi vida, basada en una suposición infundada. Mi Ojo Interior me ha mostrado el camino, señor... Mi brújula ha cambiado... Por eso... Sí... ¡Sí soy digno de ir a la prueba! Es hora de atravesar el portal de Videncia... Ver una vez más la pirámide del Ateneo... El Ouroboros- manifestó, al mismo tiempo que secaba el sudor de su frente con una toalla de algodón que estaba a los pies del lecho. Y sin más detalles ni palabras, el primogénito de Elvis y Annick se dedicó a observar el rostro del hindú que estaba recostado en su butaca; esperando también que su compañera Lyra alzara la voz con tal de afrontar el nuevo desafío en dicha sala donde la serpiente se mordía su propia cola.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Lo malo de ser un Arcano que se nutre de las visiones oníricas de los demás está en que, a veces la espera era aburrida y provocaba que el mismo Arcano se durmiera. Sajag era un gran Vidente y un Sabio entre los Sabios pero, a la vez, llevaba días viendo lo que les iba a suceder a sus dos pupilos y había pasado varias noches en un estado de duerme vela que había ido rompiendo a medida que despertaba, apuntaba algún dato interesante en su Diario de Sueños antes de caer en los brazos de Morfeo. Ello provocó que, a la vez que sus discípulos, él también se durmiera.

 

No lo había pensado así. Quería haber aprovechado el tiempo mientras sus alumnos soñaban y tenían su propia experiencia personal para leer un códice antiguo de la Biblioteca de Alejandría que trataba sobre sortilegios de los antiguos Fenicios según un escritor griego clásico. Sin embargo, el sopor pudo más que su interés científico por las auguraciones con las tripas de pescado cuando se dio cuenta que soñaba. La mayoría de los mortales no se dan cuenta que están dormidos y dentro de un sueño. Sajag lo supo al instante, en cuanto vio que no estaba en su habitación, sino en un lugar extraño, rodeado de demonios.

 

- Curioso, muy curioso - dijo el Arcano entre dientes, puesto que aquello no era su sueño. Supo que era el sueño de alguno de sus pupilos que dormían a su lado. Tuvo una sensación de familiaridad y de extrañeza a la vez al ver que los demonios se convertían en humanos y halagaban a la mujer. Así que se había metido en el sueño de la muchacha... Se vio a sí mismo y sintió curiosidad. Era un Arcano de la Videncia, no solía usar los espejos para reflejar su imagen ya se conocía que, a veces, había algo más que luchaba por salir de ese reflejo. Se vio la barriga y, como su tocayo, la tocó con cierta complacencia en el rostro. Así que la muchacha soñaba con él y con su madre. Y también con su padre, aunque no le llegó a ver la cara.

 

Un grito le sacó del sueño de la muchacha. Le hubiera gustado seguir en él. En cierta manera, era un curioso ya que, como Arcano, llegaba a tener todas las vivencias de los que obtenían el anillo y acababa por convertirse en un mirón ocasional de los sueños de otras personas. Pero ahora era el muchacho quien le necesitaba. Se asustó al ver un rayo verdoso que atacaba a un hombre y lo mataba. Supo enseguida que era esa Maldición Imperdonable; nunca la había usado, que él recordara, pero sabía lo que era. Uno puede llegar a ser muy sabio aprendiendo de los conocimientos de sus pupilos. No conoció a esa mujer asesina ni a los que atacaba, pero parecía aterrar a su discípulo.

 

- Thomas...

 

Los dos habían despertado y los dos decían lo mismo, que estaban preparados para hacer la prueba. Sajag les miró en silencio, a los ojos, primero a la mujer y después al muchacho. El Tiempo para él no pasaba a la misma velocidad que ante los demás y tal vez contestara al instante o tal vez se tomara un descanso mental para hablarles.

 

Cuando lo hizo, su voz era pacífica, bonachona y amable, pero mostraba cierta tristeza por lo que él había visto en ambos sueños y que seguramente no habían llegado a interpretar sus alumnos. Pero su sonrisa no desapareció sino que se amplió para darles ánimos.

 

- En verdad está preparada para el intento, Señorita Selwyn, creo que podrá conseguir despertar el poder que heredó de su madre. - Lanzó un suspiro porque calló lo que había visto después, justo cuando la mujer abría los ojos y, por tanto, ella no había ido más allá. A veces, sólo en estos pequeños instantes, odiaba saber la verdad con antelación. Pero era sincero en sus palabras: - Confíe en su fuerza, tiene todo dentro para pasar la prueba.

 

Volvió la mirada hacia el muchacho y guardó un pequeño silencio. ¿Cómo decirle...? ¿Cómo explicarle...?

 

- El futuro es incierto, Thomas - empezó pero después consideró que no eran las palabras adecuadas así que intentó otra dirección en su explicación. - Lo que ha de venir no está escrito, sólo se nos insinúa. A veces, las fuerzas oníricas o el Onirismo, tanto da como le llamen, siguen siendo las mismas que nos intentan doblegar a un futuro.

 

Avanzó unos pasos para abrir las ventanas y que la luz volviera a la clase y que el aire refrescara a los presentes. Ahora necesitaban estar bien despiertos para entender lo que les iba a decir, a preguntar.

 

- A veces, los sueños nos indicarán caminos a seguir para forzarnos a hacer algo, nos mostrarán salidas falsas. Tenéis que interpretar bien lo que os dicen y no dejaros seducir por lo que insinúan. Un vidente tiene un gran poder en sus manos, la creencia de los que les consultan. Muchos falsos videntes han sido altos cargos en los antiguos reinos sólo para augurar victorias que sólo sean "placebos" que quieran escuchar. Ser Vidente implica ser leal consigo mismo y con el que necesita nuestra ayuda, no debe ser utilizado a la ligera.

 

Alzó las dos manos en un abrazo simbólico con el que quería abarcar a los dos alumnos mientras sus ojos brillaban de excitación. Llegaba la gran prueba y tenían que estar muy seguros.

 

- He visto la convicción de vuestras palabras, la fuerza de vuestra determinación, vuestros sueños más profundos y estoy de acuerdo con vosotros: sois dignos de llevar el anillo de habilidad. Pero sólo si superáis la prueba del Portal de la Videncia. Os tomo vuestras afirmaciones como una respuesta que os otorga comenzar la prueba. Sin embargo, quiero que os toméis un día de reflexión. Os vais a meter en un terreno que no podréis retroceder cuando lo conozcáis. A veces, el peor destino del Hombre es el Conocimiento, porque no puede dejar de saber y eso no lo hace más feliz. Así que quiero que os lo penséis bien antes de empezar la verdadera prueba.

 

Sajag hizo un movimiento leve con la mano y la puerta que hasta ese momento había permanecido cerrada se abrió, permitiendo la salida a los dos pupilos.

 

- Pensarlo bien: ¿queréis hacer la prueba para conseguir el Anillo de Nigromancia? No me contestéis ahora. Yo os considero aptos a los dos para intentarlo, pero no os puedo garantizar que los dos salgáis vivos de allá... Podéis negaros a hacerla si preferís practicar algo más antes de hacerlo.

 

No hacía falta decir más, puesto que ambos ya habían sufrido la experiencia con otras Habilidades y sabían lo que significaba estar tras el Portal.

 

- Si dentro de 24 horas decidís que queréis pasar la prueba, os espero en el Portal de la Videncia para daros una copia provisional de los anillos. Recordar que llegar allá no es fácil así que venir con ropa cómoda. Por favor, señorita Selwyn, no lleve ese traje marrón que...

 

Se mordió los labios. No debía de hacer eso. Debía dejar que ella vistiera como quisiera y considerara más conveniente. Era necesario que adquiriera sus propias experiencias a base de errores, que es como mejor se aprende.

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Escuchar su seudónimo como un susurro proveniente desde los labios de Sajag, fue lo que finalmente calmó al mago tras la serie de imágenes que brotaron en su mente durante aquella fase de vigilia; aprovechando aquel lapso temporal para dejar la toalla, antes utilizada por él con tal de secar el sudor de su frente, sobre un velador que yacía a un costado del catre que el Arcano le había facilitado para pegarse una siesta inducida con fines académicos relacionados a una de las áreas de la poderosa habilidad. El joven oyó la voz pacífica del hindú al referirse a Lyra; palabras alentadoras, sin duda alguna, que dejaron en evidencia el poder que la hechicera tenía arraigado desde las líneas sanguíneas heredadas de su madre. -Entiendo, señor. Disculpe mi falta de mesura al creer que había visto algo que... algo que me acomodaba o, mejor dicho, me hacía feliz a mí. Es muy cierto que el futuro es incierto... pero el arte de la Clarividencia nos puede ofrecer diversas puertas a cruzar con matices completamente distintos. Sé que está en nosotros perseguir nuestro destino... No me volverá a pasar. Se lo prometo... Aprenderé a mantener la compostura ante mis interpretaciones- expresó el Gryffindor, observando que el docente se paraba desde su butaca para abrir las ventanas y así dejar entrar la luz, renovando el aire denso que los tres estaban compartiendo hace horas. -Sabias son sus palabras, señor. Un buen consejo y una grata ayuda, indudablemente. Debemos ser leales con nosotros mismos y con el resto. Nuestro don no será usado para dar "sensaciones placebo agradables" a quienes recurran a nosotros por una mano amiga. La honestidad es un valor que ha sido inculcado en mí desde pequeño... viene de casa, de la educación de mis padres. Jamás estaría en mí el engañar a los demás con tal de conseguir fama, Sajag- agregó el inefable, sonriendo ante el gesto del arcano al alzar sus dos manos en señal de un abrazo simbólico hacia sus dos alumnos. -Su pensamiento es muy acertado, y me parece una buena oportunidad para pensar bien las cosas... no hacia un querer o no enfrentar la prueba; sino más bien el estar totalmente preparado ante las adversidades que allí adentro se viven. Tendremos la convicción, la determinación, la fortaleza y el conocimiento que usted nos ha otorgado con una guía magistral... pero ¿Dónde queda la valentía en todo esto? Muchos suelen perder la cabeza tras cruzar el portal... No es una decisión muy fácil ni ligera de tomar... pero, por mi parte ya lo ha de saber, señor- comentó antes de querer ponerse de pie.


-Entonces, Sajag... es un: "nos vemos pronto"- exclamó el veinteañero, acercándose hasta el Arcano con el fin de estrecharle la diestra con cortesía, esta vez siendo él quien le envolvió la mano con su zurda, realizando el mismo ademán que el amigable barrigón había efectuado en su bienvenida al despacho. -Con tu permiso, Katara. Que tengas un término de jornada provechoso- agregó, despidiéndose de su compañera con una sutil reverencia antes de cruzar definitivamente el marco de la puerta de salida. <<24 horas... 1 día... es tiempo suficiente para pensar bien todas las alternativas que tengo en juego... a favor y en mi contra>> caviló el alquimista, segundos antes de posar sus pies en la fachada de la Universidad; desapareciendo en el acto hacia los confines de la mansión Gryffindor en Ottery. Aquella noche no fue para nada tranquila en la mente de Elros, tanto así que tardó mucho en conciliar el sueño. Estaba ansioso, quería estar pronto frente al Ouroboros una vez más, sacar a relucir todo lo aprendido con su mentor, y asimilar como propio el don de la Videncia; fuente de sabiduría que le conduciría por un camino sembrado de paz y serenidad interior si sabía manejar bien su destreza. Tenía la noción de haber demostrado todo su potencial durante el desarrollo de la clase, por lo que estaba conforme consigo mismo y con todo lo entregado frente al Arcano y su compañera Selwyn; características trascendentales que le beneficiaban a él y a sus expectativas personales de adolescente con un norte bien definido. Fue así que al llegar la mañana, Thomas actuó en su morada con absoluta normalidad; y llegada la hora indicada, cogió su equipaje de mano con coraje al instante preciso de aventurarse hacia los jardines delanteros de la residencia fenixiana. <<Vamos Elros... es una prueba más. Sólo concéntrate y da todo de ti>> meditó perseverante el aspirante; sumergiéndose en dicha sensación de vacío que lo materializaría de lleno en las proximidades de la Pirámide del Ateneo donde le esperaba la prueba de la habilidad y el hindú.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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El sueño había sido reparador, sin dejarme ninguna inquietud ante lo visto en el mismo, la visión que me había regalado por mi madre. Era curioso, rara vez pensaba en ella, pero ahora eso estaba sucediendo muy frecuentemente. Había alcanzado a ver un poco más, la visión no terminaba conmigo aprendiendo a ser vidente, me recordaba lo importante que estos eran en el reino de los demonios, especialmente para mi padre.

 

-Un vidente tiene un gran poder en sus manos, la creencia de los que les consultan .- Fue una de las frases que más me llamo la atención de lo dicho por el arcano.

 

Recordaba que muchas veces mi padre o los demonios jefe a los que les repartia diferentes demonios, solían utilizar mucho a los videntes, para asi poder saber como saldría una misión y si habian visto un error, tomar nota de ellos y corregirlos cuando se presentaran. Asi era en el infierno, un error podía costar la muerte de muchos, era algo que difícilmente se perdonaba y quizás por eso mismo, era tanta la exigencia que me tenía y el hecho de que no fuera indulgente con los demás.

 

-Muchos falsos videntes han sido altos cargos en los antiguos reinos sólo para augurar victorias que sólo sean "placebos" que quieran escuchar - Asentii al escuchar esto también.

 

Si bien era cierto que el destino era incierto, los videntes que asesoraban a mi padre rara vez tenían fallos en sus visiones, por lo que sus misiones tener éxito. Lo malo era que si alguno de ellos lo intentaba traicionar, podría hacerlo con facilidad, al enseñarle una victoria falsa. Por eso mi madre en la visión, dijo que a mi padre no le importaría que hubiera heredado el don .Le seria útil, pero sobre todo, sabia que el arcano tenía razón en que debía confiar en mi fuerza. Al fin y al cabo, la habilidad de la videncia me rodeo durante gran parte de mi vida, por mi madre y al ver como asesoraban a mi padre.

 

Sin embargo, parecía que mi compañero no había tenido la misma suerte, sobre todo cuando dijo que aprendería a mantener la compostura con sus interpretaciones. Eso me llamaba la atención, pero era cosa de él y nada más. Tenía mis propias cosas en que pensar, todo lo que decía el arcano tenía mucha razón, una vez que tuviera la habilidad, no habria forma de echarnos para atras

 

Escuché la pregunta del arcano, sobre si estaba lista para hacer la prueba de la videncia y asenti. No tenía necesidad de dar la respuesta en voz alta todavía, pero estaba segura de querer presentarla.

 

-¿El traje marrón?- Pregunté con curiosidad. En ese momento tuve sin embargo una visión.-No se preocupe, arcano. Acabo de tener la visión de que cuando llegue a casa tendre un disgusto con mis gatos y mi elfina, a causa de ese traje.

 

Al parecer, mi elfina había dejado caer el traje en el closet, en un descuido muy extraño por parte de ella, dejando la puerta abierta del mismo. Los gatos entraron a jugar y usaron el traje como almohada, entre otras cosas. Esos cinco felinos un día destrozarían mi habitación si no tenía cuidado.

 

-Hasta mañana, Thomas.- Me despedi de mi compañero, mientras hacia una reverencia al arcano.-Muchas gracias por sus consejos y por sus enseñanzas, arcano Sajag. He aprendido bastante con usted , espero no decepcionarlo. Hasta mañana.

 

Por mi parte le hubiera dado un gran abrazo al arcano, en verdad la clase me gusto olvidándome el miedo que tuve inicialmente al hacer el cambio. Sali de la vivienda del arcano y me fui al castillo a descansar, pensando en la prueba.

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  • 2 semanas más tarde...


¿Estaba haciendo lo correcto? No podía dejar de preguntárselo. El tiempo era algo con lo que sabía no se debía jugar. Había pasado un par de años desde que había tenido su primer visión en forma de sueño. Todavía recordaba aquellas imágenes tan vívidas como la primera vez. Podía sentir el olor al pasto húmedo, el sonido de personas conversando al pasar, el brillo en el rojizo cabello de Lily que se encontraba bajo la sombra de un árbol refugiándose del fuerte sol.

Podía sentir su cuerpo ligeramente más cálido, a pesar del frío que hacía. Sí, todavía podía recordar con detalle aquel sueño tan real donde podía ver a su pequeña hija en su adolescencia. Un sueño que le había preocupado por meses y que cada vez que vuelve a su mente le vuelve a causar desasosiego. Muchas horas gastadas pensando en quién era el otro chico que aparecía en su visión, algo en él le recordaba a una persona aunque no la podía reconocer. Cuando al fin logró hacerlo temió por el futuro de su familia.

Desde aquel día había luchado consigo mismo. No sabía si quería o no saber más sobre el futuro ¿y si podía prepararse para evitarlo? ¿si lo empeoraba? Quizás sólo había sido un simple sueño. Deseaba obtener información para poder resguardar a su familia pero a la vez sabía que el precio podría ser alto. La vida era una seguidilla de pequeños actos. Él, para bien o para mal, era consecuencia no sólo de sus decisiones sino también de otros. ¿Y si con su habilidad no controlada cambiaba una decisión? ¿Cuántas vidas podría cambiar? ¿Qué destino podría arruinar o mejorar?

‹‹No seas llorón›› Todavía recordaba las palabras que James le había dedicado cuando conversaban sobre el tema. Darle vueltas al asunto resultaba sólo una estupidez. Un acto por huir y no enfrentar la realidad. Debía aprender a controlar sus habilidades, conversar con el arcano de los pro y contra para luego decidir cuando utilizar sus poderes o cómo utilizar la información que podía obtener a partir de ésta.

En su cuello, solo iba el amuleto de resurrección. Había decidido dejar muchas de sus pertenencias en su hogar. Se sentía algo vacío, casi desprotegido, pero le pareció que era lo mejor para aquella oportunidad. Sentía que debía abandonar el sentido terrenal y concentrarse en algo más etéreo. Entre más ligero fuese al encuentro con el Arcano, mejor sería. Su vestimenta era sencilla, sólo una camiseta blanca y unos pantalones negros. Yin y yang.

Camino con paso ligero por los senderos de la Universidad. Sentía que se perdería en cualquier momento. Sin embargo un ligero aroma llamó su atención, como si fuera un guía silencioso. Con cada paso el aroma se hacía más fuerte e intenso así como su caminar. Se detuvo frente a una puerta que, sin confirmar con el mapa, sabía que se trataba del Arcano Sajag. Nunca lo había visto y poco o nada sabía de él. Lo único que necesitaba saber era que sería el encargado de guiarlo y probarlo en el sendero de la Videncia para poder utilizar el ojo interior. Fracasar no era una opción.

Se escuchó un débil ‹‹Toc... toc››. No sabía si Sajag ya había visto venir su visita pero le parecía de mal gusto y una falta de educación enorme irrumpir en la habitación sin antes haberse anunciado.

Buenas tardes, soy Goderic ¿puedo entrar?

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Sajag se movió inquieto en su pequeño catre humilde. Era parco en la decoración, al igual que en las palabras. Su zona de descanso habitual sólo era rico en libros y en hierbas colgadas, puestas a secar en la parte alta del techo, donde los vitrales que recorrían tres de las cuatro paredes dejaban entrar la claridad pero no el sol directamente. El aroma del incienso había desaparecido hacía tiempo, mientras él dormitaba, pero él ya había soñado. Ya había tenido su visión particular del día que le esperaba.

 

No había visto el rostro del hombre que se acercaría a pedir ser su pupilo. No hacía falta. El Arcano había sido capaz de ver, de percibir la lucha interna que carcomía su interior y que le impedía descansar desde hacía tiempo. Sajag sabía que iba a ser difícil, muy difícil, demostrarse a sí mismo que quería conseguir aquella habilidad. La Videncia la atraía y le aterraba en el mismo grado. Tocó su oronda barriga en un acto reflejo, en ese instante que aún no estaba despierto pero tampoco seguía dormido. Era el mejor momento para entender a quien se acercaba.

 

Abrió los ojos con pereza, con la mirada perdida aún en la Visión de un lobo. Tal vez por eso no había visto su cara y sí su aspecto interno: sabía que su pupilo era un licántropo. No le gustaba. El Arcano no quería perder el tiempo con él. No iba a dedicarle ni un minuto a enseñarle a dominar aquella habilidad tan sagrada para él.

 

Sagaj era hindú, creía en una paz interior y en las segundas (o más) oportunidades. No podía olvidar que su pasado lejano, cuando aún era un imberbe insensato que abusaba de la herencia de su familia, él también había sido parecido: asocial, vengativo, sarcástico y algo paranoico, un conglomerado de caracteres avivado por el exceso de opiáceos a los que se había acostumbrado. El Arcano estaba cansado. Llevaba varios pupilos en poco tiempo desde que había acudido al llamado de la Universidad y se preguntaba si estaba siendo implacable con sus pupilos o se estaba dejando llevar por cierto grado de empatía que les ayudaba, en cierta manera, a cruzar la puerta.

 

Pero con éste no sería igual. Era de carácter melancólico, paranoico, irónico y malhumorado, fácilmente enfurecible y con un Dado de la suerte con el que podría hacer trampas si lo traía encima. No tenía lo necesario para pasar la Prueba. ¿Por qué insistir, entonces, en perder su tiempo y el del Arcano, si lo podía dedicar a algo más de provecho, como leer los códices de la Biblioteca de Alejandría que aún se conservaban en este centro de sabiduría?

 

Sajag sintió que el joven golpeaba levemente la puerta, pidiendo permiso. Se levantó y arregló la sala con un movimiento de manos que hubiera pasado casi desapercibido. Encendió un quemador con hojas de Artemisa e Incienso, al que añadió unas gotas de óleo sagrado del Tamíz Dorado, una hierba que ya no existía y de la que conservaba cada vez menos hojas. Pero todo el tiempo que dejó esperando al muchacho tras la puerta lo necesita porque su mente era un hervidero de ideas contradictorias. Sentía desasosiego, que ni el efecto relajante del aroma que emanaba del incensario de barro parecía apagar.

 

Tenía que tomar una decisión.

 

No le daría clases. Después explicaría a los Directores de la Academia el motivo de su decisión. Tendrían que admitirla. El contrato que habían convenido con los Arcanos no les obligaba a enseñar a sus Habilidades a quien no estaba preparado.

 

Sin embargo...

 

En su visión había dos cosas que le habían atraído del muchacho rubio; la más importante, el Pentagrama que veía brillar continuamente en su brazo derecho. Era una señal favorable de los Dioses, sin dudas. Era un descendiente directo de Uno de los Grandes. Eso no lo veía desde hacía tiempo, mucho tiempo... La otra, su varita, una de las más poderosas que había notado nunca. Llevaba unicornio y le había elegido a él.

 

Sajag dudaba entre las dos ideas, rechazarle o conocerle, inhabilitarle o darle una oportunidad... Una leve corriente de aire movió el cortinaje espeso de uno de los vitrales y una sombra se proyectó en la pared. Podría haber dado cualquier interpretación a la imagen pero un buen Vidente ( y él era el Arcano de la Videncia por ser el mejor) sabría decir que aquello era un Fénix que volaba libre.

 

Agachó la cabeza ante la evidencia y sonrió. La placidez había vuelto a su semblante, por fin. Chasqueó los dedos de su mano y la puerta se abrió, dando acceso a su sala privada.

 

- Bienvenido, Sr. Goderic. Le ruego que tome asiento y alguna fruta, si le apetece comer algo. Después podría presentarse y explicarme porqué se cree merecedor de poseer la Habilidad de la Videncia.

 

No era necesario. Lo había visto en su sueño, pero Sajag era parco en palabras y necesitaba que el muchacho hablara y rellenara los huecos de su Visión para convencerse que había tomado la decisión correcta al abrirle la puerta. Tomó un mango de una bandeja de caña y le sonrió, mientras le daba vueltas en sus regordetas manos.

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El tiempo pasaba y Goderic no oía ninguna respuesta por parte del Arcano. Sin embargo, no se impacientó. Si bien no solía ser muy paciente, pero él había venido por cuenta propia al lugar. Era él quien recibiría conocimiento y sabiduría por parte del Arcano, lo mínimo que podía darle era tiempo y respetar su ritmo. Probablemente había una buena razón para el cual el mago se hacía esperar. Además el Dumbledore había esperado más tiempo por cosas más insignificantes, aunque claro, muchas cosas se veían insignificantes al lado de aprender a controlar una habilidad.

Cuando Sajag le invitó a pasar, ingresó lentamente. La ambientación era agradable y le daba una sensación de paz. Sentía un olor que no era capaz de identificar pero contentaba su alma. Se sentó tal y como lo indicaba el mago. Estaba algo acostumbrado a estar frente a un mentor y confiarle a él su vida si fuese necesario. Sin ir más lejos en el tiempo, hace unos años había entregado su varita por tres meses en su viaje de autoconocimiento.

Muchas gracias pero me temo que tendré que rechazar su oferta. Comí algo antes de venir.

Le incomodaba su pregunta. Se sentía como que cada acto y palabra fuese juzgado. Entendía muy bien que ese era el trabajo del Arcano; descubrir si era digno o no de poseer dicha habilidad. No obstante, no dejaba de desagradarle la situación. No desconfiaba en el criterio de su evaluador pero le solía molestar el que alguien juzgue solo viendo fotografías. Viendo solo pequeños fragmentos de su pasado o, como en este caso, también su futuro. Los humanos son mucho más que momentos.

Mi nombre es Goderic Slithering. Soy simplemente un mago, un licántropo. ¿Por qué soy merecedor? No lo sé, como todos tengo fortalezas y debilidades. He tratado de actuar consecuentemente en mi vida aunque eso me atrajera problemas, por lo mismo no voy a tratar de vender una historia que no es real. Creo que desde siempre he sabido que poseo el don del ojo interior, pero a su vez me da miedo tenerlo. Poseo la creencia que en la vida todos estamos conectados aunque sea ínfimamente, por ejemplo, nuestra reunión cambiará algo dentro de nosotros y en un futuro eso afectará a otras personas. Es por eso que le temo a la videncia, ¿qué pasa si veo que mi hija se caerá de una escoba? ¿qué pasa si para evitarlo ocasiono que termine muerta en vez de solo lastimada? ¿qué pasa si veo morir a mi hija y al salvarla termino matando a mi otro hijo? No sé si sea capaz de llevar sobre mi hombros el destino de tantas vidas.

Por lo mismo vengo ante usted. Porque tengo miedo pero solo porque soy ignorante al respecto...


Hizo una pausa, todavía podía recordar lo que había vivido en aquella cueva donde había pasado meses solo en la oscuridad como prueba para formar parte del clan CappetDagger. Aquella vez cuando había conocido a Abraxas. Cuando al fin se había comprendido y aceptado. Cuando había aceptado sus fortalezas y debilidades. Cuando había aceptado vivir con el lobo blanco y negro en su interior.

‹‹¿Quieres vivir sin miedos aunque eso termine rompiendo la balanza? El miedo es necesario para avanzar. El miedo te permite sobrevivir. ¡El miedo te invita a proteger! Si crees que puedes vivir sin él no sabes nada de la vida. El miedo a la muerte te invita a tener cuidado, el miedo a perder algo te hace atesorarlo ¿quieres ser indiferente? Si quieres serlo debes dejar morir a este lobo, pero sentiré más pena por ti que por él.››

Todavía podía sentir la desesperación que habían causado aquellas palabras. Había pasado gran parte de su vida rechazando partes de él y al fin había comprendido que estaba en un error. ‹‹Debes vivir... vivir aceptándote, incluso al lobo que no te gustaría tener. Sólo vive.›› Por esa mismas palabras se encontraba allí. Para aceptarse tal cual era. Para vivir.

... Quiero enfrentarme a éste miedo. No quiero seguir huyendo o ignorándolo. Por eso he venido para acá. Para aprender lo más que pueda de usted sobre videncia y poder así afrontar mis temores y poder aceptar otra parte de mi mismo.

Hizo una pausa. No sabía cómo tomaría el Arcano su temor. Solo esperaba que no confundiera su miedo como indecisión, ya que estaba determinado en conseguir su propósito. Si el arcano lo rechazaba volvería a intentarlo y si se negaba a aceptarlo volvería otra vez. Todavía no podía ver el futuro con total claridad pero estaba seguro que haría todo lo que estuviera en sus manos y más con tal de conseguir aceptar el don con el que había nacido.

No sé si soy digno de poseer la habilidad de Videncia pero por eso estoy aquí. No quiero conformarme, quiero simplemente ser yo.

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El Arcano había pasado muchos acontecimientos en su vida y creía que nada podría sorprenderle. Estaba equivocado. Por algún motivo, tal vez el más sencillo que no se puede olvidar nunca, que es que siempre se aprende, hasta de los pupilos a los que has de enseñar el camino. Sajag había sentido un rechazo inicial hacia el muchacho y ahora agradecía no haber cedido a su primer impulso. Era una persona tranquila y paciente, a quien le desagradaban los licántropos. Sin embargo, este muchacho era especial, se notaba a simple vista, además de haberlo visto en su Visión.

 

- La primera lección, joven muchacho - empezó a hablar de forma suave y con una suave sonrisa en el rostro, para compensar la mala sensación que inicialmente podría haber generado - suele ser reconocer de forma humilde que se tienen debilidades, algo que tú has hecho en tu presentación sin ruborizarte. Me atrae que puedas expresar el temor por lo que vas a aprender. No voy a enseñarte a tomar decisiones, porque éstas son exclusivamente tuyas, propias, sin que nadie deba interferir en ellas. El resultado de tus determinaciones son lo que conforman tu presente y tu futuro.

 

Sagaj no solía hablar mucho y decir todo aquello le supuso una sensación irreal. Tal vez por ello, caminó despacio hacia la frutera y eligió un sabroso mango con el que apaciguar momentáneamente su espíritu cansado. Tomó asiento y la sopesó entre las manos antes de proseguir.

 

- Encuentro loable que quiera enfrentarse a su miedo, Sr. Slithering. Ese es el primer camino para la realización de las ambiciones personales, el afán de superación. Ser valiente es luchar contra los miedos que nos someten e inmovilizan. Tengo fe que usted conseguirá grandes proezas.

 

El Arcano se miró las manos. Todo sentimiento negativo en contra del muchacho desapareció con su última frase. Le conmovió su sinceridad y la confianza que le demostraba confesando que no sabía si era digno.

 

- Usted ya cumple su objetivo, Sr. Goderic. Usted ya es "simplemente usted", sólo ha de creérselo. No le voy a dar más poderes de los que tiene, sólo puedo ayudarle a despertar su confianza en usted mismo y a entender las posibilidades y obligaciones que adquirirá si consigue pasar la Prueba del Portal.

 

Se levantó y dejó el mango encima de la mesa. Con un movimiento leve de sus dos manos, los espesos cortinajes se cerraron y crearon un espacio más místico, tapando las vías de escape del aire, condensando las fragancias en el espacio reducido de estudio. Encendió una pequeña y simple linterna de aceite y la llama hizo brillar una pequeña esfera de cristal que estaba encima de un tapete rojo, muy usado.

 

- Pero eso llegará en su momento. Ahora me gustaría saber porqué cree que posee el Ojo Interior y que me lo demuestre. A ver... Siéntese frente a la Bola de Adivinación e intente ver algo. ¿O prefiere empezar por alguna otro concepto de la Videncia?

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¿Grandes proezas? la idea le llamaba la atención. No porque le gustara ser el centro de atención sino porque su mayor proeza y la que tanto anhelaba en la vida sin duda era proteger a su familia y amigos. No sabía si eran simples palabras cordiales o si era una visión o intuición. Sin embargo, no se atrevió a indagar más. Fuesen solo buenos deseos o una visión real, el resultado era el mismo. Las palabras forman realidad y, por lo mismo, aquellas palabras aunque fuesen de buena crianza eran un reconocimiento importante para el mago.

Se acercó lentamente a la bola de cristal que se encontraba sobre el tapete. Sentándose frente a él. Hizo un gesto informándole a Sajag que comenzaría con aquel concepto de Videncia. Si funcionaba terminaría comprando una en el Magic Mall, sino conseguía nada volvería intentarlo con otra mancia. La videncia tenía muchos y variados caminos, encontrar el suyo propio no sería cosa de un minuto...o quizás sí. No lo sabía, pero no tardaría en saberlo.

Inhaló aire por su nariz y exhaló por la boca. La verdad nunca había utilizado su ojo interior por propia voluntad, de hecho hasta ahora solo se había mantenido presente como un “sexto sentido”, una leve intuición de peligro, de prisa o de confianza pero nunca una imagen concreta. Bueno, a excepción de sus sueños. En aquel estado el mago se encontraba indefenso, entregado a sí mismo, a su subconsciente y no podía hacer nada para suprimir las influencias del tercer ojo.

No sabía si iba a funcionar. Por lo mismo, trató de relajar tanto su cuerpo como su mente. Cerró los ojos para tratar de concentrarse todavía más. El aroma de incienso parecía hacerse más fuerte pero a su vez más relajante. El sonido de su respiración calmada y rítmica era lo único que podía oír. Se encontraba solo en la oscuridad. No había nadie más en aquella habitación. No había ninguna preocupación. Su cuerpo tampoco estaba ahí, tampoco su mente.

Cuando ya no era consciente de su propia respiración, lo cual tardó minutos aunque Goderic no tuviese consciencia de ello, abrió los ojos. Enfrente a él una bola de cristal. La observó fijamente unos segundos sin observar con mayores detalles el objeto. No observaba a la bola, observaba lo que ésta le quería mostrar. Era como una ventana a otro lugar, no observaba el marco, sino lo que se dibujaba detrás del vidrio. Claro, al ser su primera vez aquel vidrio era uno difuso. Solo podía ver manchas. Imágenes difusas, sin contornos ni detalles.

¿Qué era aquello que podía asomarse a la izquierda? Sin duda parecía un animal ¿un lobo? ¿un licántropo? demasiado predecible pero tenía sentido. Había leído una vez en un libro de Adivinación que el lado izquierdo de una bola de cristal representaba el pasado. Para alguien tan novato en aquellas artes como lo era él, resultaba natural pensar el que lo más predominante fuese lo que se mostrara ante él y su pasado estaba repleto de lobos.

Veo un lobo...— murmuró más para sí mismo que para el Arcano. Reafirmarlo en voz alta le daba una sensación de mayor seguridad. Debía creer en lo que veía.

Observó a su derecha, que debía representar el futuro, no lograba ver nada definido. Era aún más difuso que antes. Una mancha rojiza... ‹‹¡¿mis hijos?!›› pensó sobresaltado. Ante aquella revelación trató de encontrar más detalles en la escena que veía pero solo consiguió un intenso dolor punzante detrás de su ojo que lo desconcentró lo suficiente como para volver a la “realidad”. ‹‹Maldición›› pensó llevándose su mano derecha a su ojo tratando de apaciguar el dolor aunque la sensación de frustración le molestaba más que el dolor físico.

Sacudió con discreción su cabeza. Al parecer aquella mancia no era para él o no para ser la primera en aprender. Su sobrina, Emily, que sabía algo de adivinación le había comentado que leer la bola de cristal es demasiado complejo. Sus palabras exactas habían sido: ‹‹Aquí no hay símbolos, no hay algo que te ayude a interpretar, todo es por concentración y visualización.›› Quizás un arte adivinatorio más interpretativo iría mejor para sus inicios y cuando se hubiera despojado de toda inseguridad ahí intentarlo con la bola de cristal.

Creo que también vi un pie pero... ya estaba muy desconcentrado para asegurarlo.— tomó un breve respiro y agregó convencido.—Al parecer la bola de cristal no está destinada a ser mi especialización...¿qué tal si probamos algo más ehm quizás...encr-¡encromancia! u oniromancia u otra que no conozca?

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